Familia
No se olviden de comentar todo lo que se les cruce por la cabeza al leer :D
No me dieron tiempo ni de preguntar qué hacían ahí. La mujer que era joven y atractiva, tenía el cabello negro y los ojos azules como yo, en cuanto me vio abrió los ojos con tanta impresión que me asustó.
—¿Es ella? ¿Ella es Sophie? Oh por Dios, es bellísima —exclamó y se abalanzó a estrujarme. Yo miraba por encima de su hombro a mi padre, preguntándole con la mirada qué rayos estaba sucediendo.
—Sara ya déjala.
—No, no puedo creer que todo este tiempo nos alejaste de ella —la mujer se separó de mí y me miró con los ojos llenos de lágrimas.
—Okey.. ¿me explican?
—Sophie...—mi padre dijo antes de tomar aire—. Ellos son mi padre y mi hermana.
Silencio incómodo. La mujer no dejaba de mirarme como si hubiese regresado de la muerte. El señor Cohen mantenía las manos en los bolsillos y el ceño fruncido, e Ian fingió que recibió una llamada y salió de ahí.
—¿Qué? Me dijiste que habían muerto —le reclamé a mi padre.
—¿Le dijiste que morí? ¿Tanto me odias? ¿Que no te bastó con irte dieciocho malditos años? Tengo a la Interpol buscándolos porque pensé que se habían ido al extranjero. Y todo el tiempo solo estuviste aquí. ¡Desperdiciando tu vida y obligando a mi nieta vivir en la miseria!
—¡Deja de creer que todo en este mundo gira a tu al rededor! No fue por ti, fue por ella y no necesito darte explicaciones —mi padre se exaltó.
—Esperen, no pueden venir a alterar a papá, él necesita descanso en su situación —le dije al señor Cohen. Mientras Sara, la mujer, me rodeaba con un brazo y me acariciaba la cabeza. Como si fuera una niña pequeña.
—Tienes razón. Lo siento. No esperé encontrarte en estas condiciones. Enfermo, por trabajar como un maldito obrero para 3IE, desperdiciando todo el talento y potencial que tenías.
—Él no desperdició nada, ni me hizo crecer en la miseria. Él tuvo que tomar decisiones y lo hizo porque me amaba y buscó lo mejor para mí. —Defendí a mi papá—. Y no entiendo, ¿cómo nos encontraron? ¿Ayer me espiaba?
—Ayer te encontré por casualidad. —El señor Cohen giró hacia mí—. Fui a la fiesta contra mi voluntad —lanzó una mirada reprobatoria a su hija—. Te vi y fue imposible no notar el parecido que tienes con tu madre. Cuando me dijiste tu nombre supe que tenías que ser tú, mandé a investigarte de inmediato. Y después de tantos años, por fin los encontré.
—No puedes quejarte, usé mi talento especial para ocultarme de ti —mi padre le dijo con sarcasmo.
—¡Eres un tonto Nicolás! Cuando salgas de este hospital, te mandare aquí de nuevo. Nos hiciste sufrir por años —lo amenazó Sara.
—Ya les dije que no fue por ustedes, no tuve opción.
—Siempre tuviste la opción de contar con tu familia, pero estabas tan concentrado en eludir responsabilidades que solo buscaste la primera salida fácil. Ahora ya no. Hablaré con el personal del hospital para que te lleven a Scielo2, ahí hay una clínica mejor que esta y está más cerca de casa.
—No me encontraste ni hace veinte minutos y ya estás controlando mi vida de nuevo —mi padre sonaba realmente frustrado.
—Sí, perdóname por preocuparme por ti y buscar lo mejor para mi familia. Voy a dejarte descansar, tienes muchas explicaciones que darle a tu hija. Estaré en contacto —fue lo último que dijo el señor Cohen antes de salir de la habitación.
—¡Vamos pasarla muy bien juntas Sophie! —Sara me dio un sonoro beso en la mejilla y acompañó a su padre.
Permanecí incrédula por lo que acaba de suceder. Esperé que papá dijera algo. En lugar de eso se puso los auriculares y volvió a encender su computadora.
—¡Papá! —exclamé indignada, cerrándole la laptop.
—¿Qué?
—¿Cómo que qué? Tu familia acaba de aparecer. ¿Y no vas a decirme nada?
—Qué quieres que te diga. Ahora no voy a sacármelos de encima. Mi padre es un fastidio, Sara también. Pero me alegra ver que estén bien. Tendremos que ver la forma de cambiarnos el apellido nuevamente y escapar en cuanto pueda salir de aquí.
—No, papá, no vamos a huir de nuevo.
—Sophie si ellos nos encontraron, tu otro abuelo lo hará también.
—¿Y qué? Que lo haga. Ya no soy una niña a la que puede secuestrar y matar. Las cosas han cambiado. Y olvídalo a él. ¿No te alegra ver a tu familia? ¿De verdad tu padre es tan horrible? —quise empatizar con él. Si hablábamos de padres conflictivos, yo era experta.
—Mi relación con él es complicada. ¿Recuerdas lo de cumplir expectativas? Él me crió destinado a manejar su empresa, jamás le importó si yo quería o no. De todas formas no me fui por eso. Tú ya sabes el motivo. Ocultarme tras sus piernas no era una opción. Iban a hacerles daño a ellos también. Mi padre piensa que su dinero y posición social lo hacen intocable y no es así. Me fui por la seguridad de ellos.
—Entonces no quieres alejarte de ellos. No los alejes por mi papá. Acabo de perder a mi otra familia y es horrible. Imagino lo duro que fue para ti dejarlos, o ellos. Por tantos años no sabían nada de ti. No sé, piénsalo. —Le di un beso en la frente y me fui. Quería que descansara.
Ian me esperaba en la puerta.
—¿Escuchaste algo de lo que pasó?
—Todos en la sala de espera y el personal médico se enteró—me respondió—. Así que al final el señor Cohen no era un viejo pervertido que quería algo contigo.
—No, parece que no. ¿Sabes algo sobre él?
—Sé mucho sobre él. Tiene una empresa de desarrollo de software en Scielo2: "Galata". 3IE está intentando comprarla o asociarla. Desarrollaron una inteligencia artificial tras la cual están desde hace tiempo. Nunca pudieron imitarla. Pero tu señor abuelo le tiene algún odio visceral a mi padre y su compañía, se ha negado a cualquier negocio con ellos por años.
"Galata", por supuesto sabía de ella. Los últimos años esa empresa había estado en boca de todos. Creaba programas alternativos a los de 3IE, mejor funcionamiento, más accesibles. Jamás hubiese imaginado que el dueño era mi abuelo.
—Genial, lo único que me faltaba, ahora somos hijos de empresarios rivales.
—No, sabes que yo no tengo nada que ver con 3IE. Eso es cosa de los hijos del calendario.
—Igual, creí que nada superaba lo que me sucedía en Almarzanera y el destino parece estarse divirtiendo conmigo.
—Te quitó una familia, pero ganaste otra.—Consideró Ian.
En cierta forma, podía ser. Aunque la familia de mi padre eran completos desconocidos y no podía augurar qué tipo de relación tendría con ellos.
***
Primer domingo en Almarzanera que despertaba en un lugar que no era mi casa. Las cortinas de la habitación de Aaron eran gruesas y no entraba la luz del sol. Mi gato se había ido a acurrucar en mis pies y mi novio seguía dormido.
No quise despertarlo, aun así él lo hizo, tenía un sueño muy ligero. Me saludó y se dio la vuelta para descansar un poco más.
Yo me quedé al pie de la cama. La habitación de Aaron era más impersonal que la de Ian en Scielo1. Solo tenía lo indispensable. Dado que no llevaban demasiado tiempo viviendo en Almarzanera supuse que era normal.
Si esa iba a ser mi casa también, pensé en comprar muebles y decorarla un poco. Hacerla un hogar para Aaron y Liam.
Por lo menos la cocina sí tenía más cosas. Una mesa para cuatro y utensilios nuevos. Así como un refrigerador lleno.
—Qué bueno que aquí sí comes carne —dijo Aaron calentando aceite en la sartén para freír unos huevos con jamón.
—Hola. ¿Qué haces aquí? —Liam apreció medio vestido. Bostezando alejó una silla de la mesa y se tumbó sobre ella.
—Maya va a vivir con nosotros —le explicó Aaron.
—¿Es en serio? No, por favor —rogó con sufrimiento.
—Oye, yo no te hice nada.
—No dije que me lo hayas echo, pero si te quedas aquí cogerán todo el tiempo y yo tendré que oírlo. Qué asco —dijo con desagrado, tomó el cartón de jugo de naranja que estaba sobre la mesa y se lo tomó directo del envase.
—Eso que acabas de hacer es el verdadero asco.
—Perdón —se disculpó extendiendo el cartón hacia mí, lleno de sus babas. Lo rechacé con la mano y el encogió los hombros, tomándose todo lo que quedaba—. ¿Y qué pasó? ¿te echaron de tu casa o qué?
—Pues sí, eso pasó —le respondí y casi lo hago atorar, no imaginaba que su pequeña broma por molestarme sea real.
—Lo siento... creo. ¿Y eso por qué? al que deberían echar es a Tiago.
—¿El único hijo varón? Sueñas. Hablando de él, ¿sabes algo? —le pregunté. Le había mandado mensajes temprano. No había visto ninguno. Imaginaba que para esas horas él ya sabría que no estaba en casa y me habría ido a buscar. A menos que hubiese llegado de madrugada y ebrio, directo a dormir. Lo que era probable dado que ya podía teletransportarse y evadir a mi madre por completo.
—No, no sé —refunfuñó Liam—. Ayer estábamos en esa estúpida fiesta. Llevamos a Grecia. Me distraje un momento y los dos desaparecieron.
No me sorprendía, mas no le dije nada. Desayunamos y luego acomodé mi ropa en la habitación vacía. Que siendo sincera, sabía que no dormiría ahí nunca. Pero al menos mis pocas cosas entraban ahí. Miraba mi teléfono, ya era cerca del medio día, era imposible que mi madre hubiese dejado dormir a Tiago hasta tan tarde.
Lo llamé insistentemente, no me contestaba y empecé a preocuparme.
—Oye, no es un juguete, deja en paz a mi gato —regañé a Liam cuando lo vi haciendo bailar a mi gatito.
—Si se queda aquí es de todos, no solo tuyo.
Genial, ni así me iba a librar de molestos hermanitos.
Ambos desviamos la atención hacia la puerta. Se escuchaba la voz en alto de Aaron. Me apresuré a bajar al primer piso y lo vi en la puerta de entrada, discutiendo con alguien.
—No tienes por qué verla —decía, muy alterado—. Lárgate de mi casa.
—¡Déjame hablar con ella! ¿o es que le hiciste algo y por eso no me dejas hablarle? —reconocí la voz de Steve y tuve que ir hacia ellos—. Maya, menos mal que estás bien —me dijo aliviado en cuanto me vio.
—Sí, estoy bien ¿qué haces aquí?
—Necesito hablar contigo. Esta mañana tu madre me llamó alterada, me contó lo que pasó y Maya... lo siento. ¿Podemos hablar a solas? —me pidió mirando hacia Aaron con rencor.
Le pedí a mi novio que nos dejara un momento. Él volvió a entrar a la casa y yo salí hacia el pórtico.
—Steve...
—Maya, escúchame. Hablaré con tu padre. Te prometo que todo va a salir bien. Debimos decirles lo que ocurrió.
—Steve, mi padre quiere que me case contigo, sí o sí y eso no va a pasar.
—Lo sé. Sé que no quieres tener nada conmigo. Y está bien. Pero no puedes vivir aquí, no con él. Es peligroso
—No es peligroso y no necesitas convencer a mi padre. Esta es mi nueva vida, tómalo como que ya me independicé. Voy a estar bien. Gracias por preocuparte.
—Ya me quedó claro que eres demasiado terca. —Me dedicó una sonrisa comprensiva—. Solo dame la oportunidad de hablar con tu papá. Para que hagas las paces con él. Es la mejor persona que conozco y no sé qué le pasó. Quiere demasiado a su familia y seguro creyó que no te animarías a irte y pedirías perdón.
—Puede seguir esperando, porque no va pasar. No necesitas arreglar las cosas entre él y yo. Sé que es como un mentor para ti y no te voy a guardar rencor por ello.
— Mira, si hay algo de lo que estoy seguro es que estamos destinados a estar juntos, aunque no lo veas ahora, en algún momento te darás cuenta y voy a recibirte, siempre —dijo con pena.
—Steve, aquí acaba todo. Por favor sé feliz y no esperes por mi. El anillo lo dejé en mi habitación en casa de mis padres, le diré a mi madre....
—No te preocupes por el anillo. Solo quiero que me prometas que al primer problema que tengas con ese sujeto me llamarás. Y si en algún momento reflexionas...
—Prometo llamarte si algo pasa —le dije para dejarlo tranquilo. Pese a todo, Steve era una buena persona y sí me daba un poco de pena que lo nuestro no hubiese funcionado. Queríamos vidas muy distintas y era imposible que fuésemos felices.
Nos despedimos con un abrazo, esos que se dan los amigos antes de despedirse por largo tiempo.
No solo Steve me visitó ese día. Más tarde el timbre sonó, pensando que tal vez era Tiago, me apresuré a contestar. Casi me caigo para atrás cuando en la puerta estaba el mismo padre Vincenti.
—¿Qué hace aquí?... digo, buenas tardes —lo saludé nerviosa.
—Maya, buenas tardes. Supongo que te sorprende verme.
—En realidad, no tanto, imagino que lo mandó mi madre.
—Por supuesto que sí, ¿me dejas pasar un momento?
Qué más me quedaba, le di pie para que entre, lo llevé hacia la cocina, el único lugar donde había sillas. Aaron me hizo un gesto desde la puerta y le respondí con otro, dándole a entender que estaba bien. Él no se alejó demasiado y el padre Vincenti se dio cuenta de su presencia. Le ofrecí un vaso con agua y empezó a hablar.
—Tu madre vino a hablar conmigo esta mañana. Ya sé lo que pasó.
—¿Y qué quiere? ¿Que reflexione y regrese a casa de mis padres?
—No Maya. Yo creo que has tomado una decisión firme. Al igual que tu padre. No hay nada de que convencerlos y le expliqué eso a tu madre.
—Ah, bueno —no supe qué decir—. Pero imagino que estoy fuera del Círculo. Bueno, mi hermana me lo dejó claro.
—Tu hermana no decide quien está y quién no. No eres bienvenida en el grupo juvenil y sobre eso yo no puedo hacer nada, pero como te conté ayer: Hay muchas formas de servir al Círculo. Esto es solo una prueba. De compromiso, lealtad, desprendimiento y subordinación. Sobre todo de desprendimiento. Una forma de purificación que solo gente especial puede sobrellevar. Voy a mantener el ojo en ti si no te molesta. Y cuando sea el momento adecuado para servir al Círculo lo sabrás. —El hombre se levantó, sin darme tiempo a responder, aunque no sabía qué responder. Su discurso como siempre era ambiguo y extraño.
Que mantuviese un ojo encima mío, sonaba incomodo, mas no iba contra mis planes. Todavía tenía la oportunidad de infiltrarme en el Círculo y averiguar el papel que había jugado en la muerte de Anelise.
Lo acompañé a la salida.
—Ese tipo no me agrada, algo se trae. —Aaron apareció a mi lado, para ver al hombre irse por el camino de arena que conducía a la casa.
—Eso es claro y debo averiguar qué.
Poco rato más tarde, quien llegó fue mi madre. Acompañada de Daria.
Exhalé con sufrimiento cuando las vi y no tuve más opción que hacerlas pasar. Mi madre miró el lugar con cinismo y detenimiento. Daria se mantenía de brazos cruzados, sin dirigirme la mirada.
—¿Qué pasa? ¿ese chico no puede comprar muebles? —fue el despectivo comentario de mi madre.
—Sí puede mamá, pero está ocupado con sus estudios, el básquet y la empresa de su familia, así que no ha tenido tiempo de comprarlos, yo lo haré. Decoraré a mi gusto. Es mi nueva casa después de todo.
—No te pongas cómoda. Tu padre está inflexible con su decisión, pero yo no voy a dejarte viviendo aquí sola con un muchacho con el que no estás casada. Te mandaré con tus abuelos en Valermo.
—No.—dije firme—. No iré a ningún lado. Mamá vivo aquí ahora. Puedes visitarme si prometes no criticar todo y nos mantendremos en contacto. ¿De acuerdo?
—Está bien —se resignó—. Solo porque le prometí al padre Vincenti que aceptaría las circunstancias. Esto es una prueba.
—Genial. ¿Y qué hay de ti? ¿vas a odiarme toda la vida? —me dirigí a mi hermana, quien no había pronunciado palabra hasta ese momento.
—No te odio—dijo con un gesto que mostraba todo lo contrario a sus palabras—. Es decir, sí te comportaste como una...—estuvo a punto de decirlo, pero se moderó al notar la expresión de mi madre—. Mala persona con lo de Steve; sin embargo, papá exageró y Coral está de su lado, sigue súper furiosa porque fuiste a su estúpida reunión, aunque sabe que más de la mitad de chicas de su nuevo grupo no son precisamente puras. Creo que mereces un castigo, pero echarte así...
—Gracias. Y sí, lamento lo de Steve. Te juro que me gustaba y lo de casarme, fue demasiado. Si pudiera regresar el tiempo, ni le habría hablado, pero ahora puedes llamarlo. Es un buen chico.
—Estás loca, no quiero tus sobras, todos dirán que fui la segunda opción. Mamá te espero en el auto —resopló y se fue de la casa.
—Enseguida voy —le respondió mi madre, ya que iba a dedicarme unas últimas palabras—. Bueno, ya que decidiste vivir así. Solo espero que la gente del pueblo no se entere, aunque claro, será obvio y quedaremos tan mal. Tu padre destruyó nuestra reputación.
—Mamá, que la gente piense lo que quiera, no me importa y tampoco debería importarte a ti.
—Ojalá fue tan fácil. En fin. Llámame a diario. Y dile a tu hermano que deje de esconderse. No va a conseguir nada.
—¿Esconderse?
—Maya no soy tonta, sé que se vino a esconder aquí, pero si está planeando salirse de la casa también, no le va a funcionar. Tu padre lo regresará arrastrándolo de las orejas.
Eso comenzaba a asustarme en serio. ¿Qué hacía? ¿le avisaba a mi madre que Tiago no se escondía ahí? ¿o debía mentirle para cubrirlo?
—¿Tiago te dijo algo respecto a lo que pasó? —pregunté para tantear si es que se habían visto en la noche.
—Ni lo vi—como si me leyera el pensamiento respondió—. En algún momento de la madrugada llegó a casa y se llevó su auto. Yo sabía que darle esa cosa era darle demasiada libertad, pero tu padre ni me consultó. La madre de Grecia vino esta mañana a gritarme porque su hijita no estaba en casa y de alguna forma cree que es culpa de tu hermano. Piensa que se la llevó a esa fiesta. Pero Tiago no haría eso, además, la madre de Erick me llamó. Su hijo menor Paul y su otro amigo Rubén, tampoco llegaron anoche. Te apuesto que ambos se fueron con Grecia a beber o a un bar, o Dios sabe dónde. Esa chica es incontrolable. Así que dile a tu hermano que vaya a casa y así le echo en cara a Joselyn que mi hijo no está con la suya.
—Lo haré mamá... cuando lo vea.
En cuanto ella salió volví a llamar a Tiago. Algo no andaba bien.
Se lo conté a Aaron y Liam y les pedí ayuda para localizar a mi hermano.
—Tal vez sí se fueron a beber—consideró Aaron.
—Imposible. Paul y Rubén son unos idiotas que se la pasan molestando a Grecia. Es imposible que se hayan ido con ella y con Tiago —le explicó Liam, quien también lucía preocupado.
—Tal vez esos dos sí se fueron a beber y Grecia y Tiago escaparon del pueblo. —Fue su segunda suposición.
—¡No hicieron eso! —Liam reaccionó, asustado.
—No lo creo —lo secundé—. Si hubieran hecho eso, me habrían avisado. Es imposible que Tiago escape sin decirme. —Le marqué a Grecia, y como con mi hermano, no me contestaba. Liam la llamaba también, sin éxito. Solo rogaba que sí hubiesen tenido una corta escapada y apareciesen pronto.
Ya anochecía y seguíamos sin noticias. Mi madre me mandaba mensajes cada diez minutos, comenzaba a desesperarse.
Aaron y Liam fueron a buscarlos al risco, yo me quedé ahí por si aparecían. No dejaba de mirar mi aparato hasta que finalmente recibí una llamada de mi hermano.
—¿Tiago dónde estás? Te llamé todo el día...
—Maya, escúchame —me dijo serio y callé, con el corazón en la boca, conocía ese tono, algo malo había pasado—. ¿Te acuerdas qué me respondiste cuando te pregunté que si tenía un cadáver en la cajuela del auto, qué ibas a hacer?
—Sí, voy por una pala, ¿qué...? —me dejó con la pregunta a medias.
—Perfecto, porque literalmente tengo dos cadáveres en mi maletera y necesito tu ayuda.
****
Bueno, Sophie ganó ora familia... y pues quienes abe que pase con Tiago.
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