El misterio del culto
No se olviden de dejar sus bellos comentarios
Debía limpiarme contantemente las lágrimas mientras leía.
"La joven mujer identificada como Natalia Ayala, murió desangrada camino al hospital"
"Recibió siete puñaladas en la espalda y el tórax en plena avenida principal del área cinco. La policía revisó las cámaras de seguridad, mas no se logró identificar al agresor."
No era la única nota, en diferentes periódicos la noticia que se repetía el día de mi nacimiento era esa. Mas ninguna mencionaba nada sobre mí.
Con la laptop en las manos salí de mi habitación. Papá seguía revolviendo su café con parsimonia. Pensó que iba a hablar del tema anterior, se preocupó al verme con los ojos rojos llenos de lágrimas.
—Sophie ¿qué pasó?
—¡Por qué me mentiste!—le grité—¡Toda mi vida me mentiste! —Empujé la laptop hacia él. Se puso pálido al ver la pantalla y se llevó las manos a la cabeza, para pasar los dedos por su cabello como cuando estaba nervioso.
—No debí darte su apellido... Sophie, no vale la pena desenterrar cosas del pasado. No quise que lo supieras porque era algo muy fuerte para una niña.
—¡Pues ya no soy una niña! ¿Quién la mató? —exigí saber.
—No lo sé. La quisieron asaltar...—Empezó con sus mentiras de nuevo.
—¡No es cierto! ¿Un asalto en plena área cinco? Y dicen que no se llevaron nada. Me pides que yo te diga siempre la verdad y tú me has mentido toda mi vida, pero ya no; quiero que me digas todo, absolutamente todo sobre ella. —Me senté y le di la última oportunidad.
Él cerró la pantalla de mi laptop con calma y me esquivó la mirada. Cavilando cómo empezar. Yo no me iba a mover. Con toda la fuerza que tenía aguantaba el llanto, las uñas se clavaban en mis palmas haciéndome permanecer en la realidad. Necesitaba prestar atención.
—Mira Sophie... ya te dije que tu madre tuvo una vida complicada. Yo tuve que tomar decisiones para protegerlas que tal vez no fueron las mejores, fue lo que pude hacer en el momento. No lo logré con ella, pero a ti te he mantenido a salvo todos estos años y quiero conservarlo así.
—¿Protegerme de qué? ¿O de quiénes?
Se frotó la cara, hablar le costaba tanto...
—Cuando tu madre y yo nos conocimos, éramos dos adolescentes. Yo empezaba la carrera y ella estaba en el último año de colegio. Me costó mucho acercarme a ella. Era una chica hermosa e inteligente y siempre estaba rodeada de amigos, pero nunca se relacionaba demasiado con nadie, por eso me fue difícil saber siquiera un poco sobre ella más allá de lo que exteriorizaba. Logré conquistarla y supuse que todo iba bien, como una relación normal, aunque ella me pidió mantener lo nuestro en secreto. Entendía que su padre era estricto y no le di mucha importancia, hasta que fui descubriendo más. Su familia era muy adinerada y poderosa. Con demasiadas influencias políticas en la ciudad, y no solo eso, también andaban en algo... raro.
—¿Raro como qué?
—Estaban en un culto o algo así. No sé qué clase de cosas adoraban, pero las mujeres de la familia debían cumplir cierto rol. Se casaban con quien se les ordenaba, tenían muchos hijos y la verdad, tu madre odiaba todo eso. Me dio a entender que hacían sacrificios, ritos y esas cosas y que otros políticos y millonarios estaban metidos. Puro gente loca, pero llegó un momento en que tu madre estaba aterrorizada. Se negó a cumplir alguna misión que le habían encomendado y finalmente su propia familia la rechazó, se fue de casa y aun así ella quería alejarse lo más posible, irse a otro país; pero sabes que salir de aquí sin autorización es imposible. Así que yo me fui con ella. Mi familia no estuvo de acuerdo, tuve una pelea muy grave con mi padre y finalmente los dejé.
»Tu madre y yo vivimos en el área veinte, ella terminó el colegio y yo la carrera. Luego ella se embarazó y todo estaba bien, éramos muy jóvenes, pero formamos un hogar muy feliz. Y un día, cuando faltaban solo dos semanas para que nacieras, estaba en mis practicas cuando me llamó la policía y me avisó que Natalia había sido apuñalada. Fue tarde, murió cuando llegaron los paramédicos, pero a ti lograron sacarte en la ambulancia. Fuiste un milagro, Sophie. Unos minutos más y no habrías sobrevivido. Cuando llegué al hospital lo único que me dieron de ella fue su collar y a ti, ya les habían avisado a sus padres así que tuve que tomar otra decisión. Estaba seguro que su familia o el grupo al que pertenecía era el responsable y no podía dejar que te hicieran algo. Así que te tomé en brazos y escapé del hospital. Mi prioridad eras tú. Nos ocultamos en casa de un amigo unos días y conseguí documentos falsificados para ambos. Cambié mi apellido y todo este tiempo vivimos ocultos.
—¿Jensen no es tu apellido?—de todas las cosas que quería preguntar, eso fue lo primero.
—No, a mi amigo se le ocurrió por Harley Jensen, el cantante.
—¿Entonces cuál es tu verdadero apellido?
—Eso no voy a decírtelo, luego investigarás. Y mientras más sepas y más busques, más aumentas las posibilidades de que esa gente te encuentre. No sé si tengan interés en ti, pero prefiero no arriesgarme. Dieciocho años te he protegido y voy a mantenerlo así.
—Papá... no sé ni por dónde empezar. —Lo medité un rato, mi padre estaba listo para ser acribillado con mis preguntas, tal vez tendría que hacer uso de mi cuaderno e ir anotando como había hecho con Aaron. Me calmé un poco y fui por partes—. ¿Solo fui yo?
—¿A qué te refieres?
—¿Mi madre solo estaba embarazada de mí? ¿No había otro bebé?
—No, solo eras tú —respondió con seguridad.
Me pareció que decía la verdad. Eso quitaba la posibilidad de haber tenido a Tiago como mi hermano en ese universo.
—Y ese culto ¿Mi madre no te contó sobre lo que hacían?
—No demasiado. Adoraban a una deidad, un demonio, o alguna estupidez así. Sabes que esas cosas no existen. Lo que existe es la gente que cree en esas cosas y ellos son los peligrosos, porque hacen cualquier cosa por fanatismo.
— ¿Y mi madre no te hablaba de otras vidas, o cosas así? Sueños raros, ¿no veía a esos demonios? —era muy difícil hacer las preguntas correctas sin delatar demasiado. Por lo que mi padre contaba, lo que él llamaba un culto, bien podía ser algún proyecto como el de Transalterna o tratarse de gente portal como yo.
—¿De dónde sacas eso? La que hablaba de otra vida eras tú, de pequeña. Soñabas que tenías otros padres y que te llevaban a ver delfines los domingos. Incluso tenías hermanos imaginarios. Cosas de niños, era tu deseo de conocer el mar y tener una mejor familia. Lamento no haber cumplido con eso.
—Claro que no papá. Tienes razón, hiciste lo que tenías que hacer y fuiste el mejor padre. Y créeme que no necesito conocer el mar. —Lo tomé de la mano. No me gustaba haber sido engañada, mas entendía lo que él había hecho. Abandonado todo por mi seguridad—. Solo que tenía sueños raros de niña y no sé, pensé que tenía relación con eso, pero tienes razón, esas cosas no existen.
Había tanto por saber y mi padre no me podía dar todas las respuestas. Si mi madre había sido portal, o el grupo al que pertenecía su familia estaba relacionado, él no lo sabía y explicarle iba a ser demasiado e innecesario, de momento.
Le agradecí por lo que me había contado y regresé a mi habitación con la excusa de descansar. Tenía mucho por procesar y mucho por averiguar.
Tomé mi celular y el primer impulso que tuve fue llamar a Ian.
Supongo que escuchó el deje ligero de mi voz quebrada y sin pensarlo me avisó que iría a recogerme. Me sentí un poco culpable, por hacerle perder la tarde libre conmigo, otra vez, y al mismo tiempo feliz. Era la única persona con la que podía hablar de este tema y no dudaba dos veces en escucharme. Por fin no estaba sola.
Le avisé a mi padre que saldría a pensar un rato y como si las cosas no podrían ponerse peor, tuve que cruzarme con Mauro, el arrendatario, en la puerta. Intenté pasar por su lado ignorándolo cínicamente y el me detuvo agarrándome del brazo. Jalé con fuerza y lo empujé con mi otra mano.
—Tranquila muñeca. —Me ordenó con su resbalosa voz—. El reloj corre, ¿pensaste en mi oferta?
—No tengo nada que pensar. —Saqué el celular de la empresa y abrí mi cuenta—. Aquí tienes, por adelantado como siempre. —Marqué el monto y le mandé una transferencia. Su teléfono sonó. Lo sacó de su bolsillo y comprobó que el dinero de la renta ya estaba en su cuenta.
Soltó un bufido burlón, escribió algo y esta vez fue mi teléfono el que sonó, la transacción había sido rechazada.
—No quiero tu dinero —determinó—. Yo sí lo he pensado y vas a pagarme como la vez anterior.
—¿Estás demente?
—Por supuesto que no muñeca. El dinero no lo necesito. A ti por otro lado...
—¡Eres un maldito enfermo! Vas a aceptarme el pago.
—El único pago que voy a tener a es ti en mi cama, el sábado. O tú y tu padre estarán en la calle.
—No puedes desalojarnos. Te pagué mes adelantado. Y tenemos un contrato.—Mauro me causaba tanta repulsión que ya me estaba alterando, tenía miedo que mi padre me escuchara y saliese.
—De hecho, estuve revisando documentos y es curioso. Tu padre hizo un acuerdo verbal con mi madre que ya murió y no lo renovó conmigo. No hay ningún contrato.
"Diablos" pensé, cómo era posible que jamás nos hayamos preocupado de eso. La madre de Mauro fue una señora muy amable y honesta, que nunca nos causaba problemas. Era imposible creer que hubiese parido un engendro como ese.
—Entonces si no hay un contrato, no debo darte ninguna compensación por irme. Desalojaré en cuanto pueda —le respondí, segura que con eso le había quitado cualquier tipo de poder sobre mí. Él se aprovechaba porque sabía que sin dinero nuestras posibilidades de conseguir un nuevo hogar eran imposibles, lo que él no sabía era que mi situación financiera había cambiado. Notaba cómo aguantaba la rabia.
—Bien, váyanse lo antes posible, mientras tanto, le contaré a tu padre como fue que me pagaste esa vez. Seguro estará muy orgulloso de ser el padre de una puta. —Escupió. Solo la posibilidad de que mi padre se enterase me rompía el corazón. A él le iba a hacer mucho mal saber lo que había hecho por saldar nuestra deuda.
—Cuéntaselo. —Como en una vorágine borrosa, Mauro apareció acorralado contra la pared por Ian. Él tenía su ante brazo contra el cuello de Mauro, presionando lo suficiente para quitarle el aire y sus ojos saltasen con una expresión de horror. —Cuéntale a él y a la policía cómo obligaste a una chica de dieciséis años a tener sexo contigo.
—La policía no te hará caso. —Incluso con el aire entrando con dificultad a sus pulmones, Mauro pretendía ser insolente.
—Te hacen caso si tienes dinero y por suerte tengo mucho. El suficiente para hacerte desaparecer. —Cuando Ian lo amenazó tuve que intervenir. Justo unos de mis vecinos se asomaron al escuchar la pelea, e incluso Amanda salió a intervenir.
—¡Ian, déjalo! —le pedí. No se veía sarcástico y cínico como cuando había enfrentado a Steve o a Erick, esta vez estaba enojado en serio.
No me hizo caso, apretó más, el sujeto ya empezaba a lucir morado.
—¡Ya basta o voy a llamar a la policía! —Amanda gritó más fuerte. Ian empezó a aflojar. Mauro escapó en cuanto pudo.
—¡Te quiero fuera el sábado! —me gritó caminando apresurado al ascensor.
Otro problema. Al menos ya mi padre no tendría excusa para no querer mudarse.
Mis vecinos regresaron a su casa. Amanda me alejó de Ian, consternada.
—¿¡Qué diablos está mal contigo, muchacho?! —le reclamó.
—Ese tipo amenazaba a Sophie —explicó con calma.
—Amanda es cierto. Solo olvídalo.
—No cariño. Un chico así de violento... Debes tener cuidado. —Me acarició el cabello de forma maternal, yo la detuve, la tomé de las manos para calmarla.
—Solo fue un mal momento. Hablaremos luego ¿sí? ¿Acompañas a mi papá a comer? Creo que tardaré en regresar —le pedí. Ella asintió, sin dejar el gesto de preocupación. Le dirigió a Ian una mirada desdeñosa y regresó a su apartamento.
—Gracias por aparecer a tiempo. Como siempre —le dije, un tanto avergonzada.
—Voy a hacer desaparecer a ese tipo.
—No, Ian, no puedes matarlo. —Bajé la voz apretando desesperadamente el botón del asesor antes de ser descubiertos por alguien más.
—No dije que lo voy a matar, pequeña loca. —Regresó a su tono burlón de siempre. Su enojo parecía haberse esfumado. —Hay otras formas, solo déjamelo. ¿De qué querías hablar? ¿era algo que ver con ese tipo?
Con lo ocurrido ya había olvidado el tema principal. Subimos al ascensor y tomé aire para hablar.
—Investigué sobre mi madre.
—¿Encontraste algo?
—La asesinaron. Y no solo eso. Hay algo muy raro...—empecé a explicarle.
Caminamos hacia el puente mientras le contaba. Ese era uno de los pocos lugares bonitos del área donde vivía. Era de piedra gris y largo, adornado por farolas, por debajo pasaba un río muy sucio que desaparecía en un embovedado por el muro hacia el mar.
Nada que ver con el paisaje de Almarzanera, mas Ian y yo nos acomodamos contra la baranda para hablar, tal como Aaron y Maya lo hacían.
Él escuchó mi relato en completo silencio.
Cuando le narré todo lo que sabía, le expliqué mis conjeturas.
—Ian, la familia de mi madre estaba en una especie de culto. ¿Es posible que sean portales? ¿O tengan un proyecto como Transalterna?
—Un proyecto como el nuestro, no lo creo. Un culto relacionado con las dimensiones paralelas es posible. A lo largo del tiempo la gente ha adorado como divinidades a los entes interdimensionales, sobre todo a los deamon. Ellos no son como los otros. Son conscientes, y sí bien no hemos hablado con uno directamente, creemos que sí se han contactado con humanos de diferentes dimensiones y han traspasado los portales varias veces. Por eso muchos los adoran como a dioses o crean religiones y sectas a su alrededor.
—Tu padre me dijo que otros portales atribuyen a la magia el paso entre universos.
—La mayoría, sin embargo, no saben sobre los portales. Crean conjeturas en torno a los entes que se manifestaron de manera física.
—¿Y crees que tu padre o Solange sepan sobre este culto? gente de mucho poder y dinero de la ciudad está metida, seguro tu padre sabe algo.
—La gente de poder y dinero está metida en toda clase de cosas: Cultos, trata de personas, narcotráfico, prostitución, orgías sadomasoquistas... tu nómbralo. Tal vez mi padre sepa algo o Solange pueda averiguar. No es algo que les interese, pero si les decimos que esta gente está haciendo rituales para abrir portales, es posible que nos hagan caso.
—Eso sería de mucha ayuda. Necesito saber quién la mató, y si ella era portal y está del otro lado, son los únicos que pueden saber al respecto.
—Sophie... que este culto exista, adoren a un deamon o abran portales, no necesariamente significa que tu madre era portal como nosotros. No quiero ser pesimista, pero tampoco quiero que te ilusiones.
—Lo sé. —Asentí y dejé de mirarlo para desviar mi atención hacia el muro, que se divisaba a lo lejos—. Haya sido o no portal, necesito saber la verdad.
—Te ayudaré en lo que pueda.
—Gracias... por todo. Y perdóname.
—¿Por qué?
—Hoy era tu día libre y estás aquí escuchando mis problemas. Y en menos de dos semanas me has ayudado bastante. Con mi padre, con el trabajo, con lo de Mauro y ahora con esto, me sacas de problemas todo el tiempo y me siento un poco inútil.
—Todos tenemos días malos y necesitamos ayuda.
—Sí, pero tú eres muy lindo conmigo. Demasiado. No sé por qué te esfuerzas tanto...—Ian iba a responderme y lo interrumpí—. Ya sé, te gusta hacer cosas bonitas para las chicas bonitas.
—No, solo lo hago por ti. —Me acarició la mejilla con el dorso de su mano y se agachó para ir paulatinamente cortando la distancia entre nuestros labios.
Ya lo había besado varias veces, sin embargo, ese beso fue diferente: Tierno, pausado, con un agradable nudo en mi estómago deshaciéndose en pequeñas descargas eléctricas que recorrieron todo mi cuerpo.
***
Estuvimos juntos el resto del día. En la noche lo acompañé al estudio de tatuajes. Tenía un trabajo por hacer. Lo esperé leyendo un libro en mi celular, y cuando terminó de tatuarle un dragón en el brazo a un chico, tomamos juntos el tren hacia mi casa.
Era bastante tarde, papá de seguro dormía y caí en cuenta que el último tren de la noche era el que nos había llevado.
Le ofrecí a Ian quedarse a dormir en mi casa. Para que no tuviese que tomar un taxi hasta el área uno y él aceptó sin pensarlo.
Entramos en silencio a casa, para no despertar a mi papá. Y de la misma forma nos escabullimos hasta mi cuarto.
—Qué curioso, no se parece en nada al de Almarzanera —observó. Y era cierto. Mi habitación en Scielo 1 tenía una ventana que daba a otro edificio, por lo que debía tener las cortinas cerradas. Era bastante pequeño, solo entraba mi cama, una mesita, un armario pequeño y una cómoda; la decoración era algo ecléctica, entre morada y azul con diversos objetos en forma de gatos, como peluches, figuritas de porcelana y un par de cuadros. Nada elegante.
—Acá soy más libre de ser yo. Allá todo debe regirse bajo las normas de mi madre —le expliqué buscando una manta y una almohada en la parte inferior de mi ropero. Se las deposité en los brazos y él las tomó desconcertado.
—¿Y esto?
—Para que duermas en el sillón.
—¡¿En el sillón?! ¿Me vas a hacer dormir en el sillón? —se sorprendió.
—Obvio, ¿Dónde creías que ibas a dormir?
—Aquí, contigo.
—Mi cama es muy pequeña, no cabemos —señalé mirando hacia ella.
—Si nos juntamos mucho, sí —me dijo de forma sugerente, acercándose mucho a mi. Yo le sonreí con maldad, esta vez no se iba a salir con la suya.
—Oye, mi padre está durmiendo en la habitación de al lado, ten algo de decencia. —Lo empujé hacia afuera—. El baño está al final del pasillo. Buenas noches —le informé cerrándole la puerta en la cara.
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Bueno... ya saben mas cosas, ahora hay sectas metidas XD
Espero que les haya gustado! :D
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