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Dos años de cambios

No se olviden de dejarme comentarios, los amo!!!

Dos años en Almarzanera y dos años en Scielo1, se sintieron cortos, por estar tan ocupada en ambas vidas.

Desde que había conocido a Ian y Aaron, que mis dos vidas habían cambiado por completo y no era un cambio para mal. Al final de cuentas empezaba a ser adulta conociendo más de mi misma, mis orígenes, mi familia y por otro lado, él me daba paz y estabilidad.

Arreglaba el papeleo en el laboratorio de Scielo1. Eso era lo único que odiaba del proyecto. Hacer informes. La biblioteca del lugar era muy agradable para trabajar. A veces solo iba ahí a leer, cuando podía escapar un rato de mis obligaciones.

—Sophie, ten—Lizzy, la pequeña bebé de Diana me sacó de mi concentración, estaba al lado de mi silla, pasándome una de las lapiceras que había en la entrada a la biblioteca.

—¡Ay, gracias!—le respondí. Y ella me devolvió la sonrisa que hizo brillar sus ojitos claros. Le faltaba un par de meses para cumplir dos años y ya caminaba por todo lado, repitiendo frases cortas y tocando todo.

Tras dedicarme la sonrisa caminó hacia Emily, quien también trabajaba en la misma mesa, en la computadora de junto.

Ella recibió la lapicera con una sonrisa nerviosa, definitivamente no sabía tratar con seres humanos pequeños.

—Lizzy, ven, no las distraigas—Diana apareció en la puerta y le extendió la mano. La niña caminó a tropezonas hacia ella y se despidió de mí y de Emily con su manita. Yo le devolví la despedida.

—Es tan hermosa, ¿no se te altera el útero cuando la ves? —le pregunté a Emily y ella me dedicó una expresión de horror, como si le hubiese sugerido matarla.

—¡No! Eso es una trampa ¿sabes? Verse así... adorables, para que te tengas uno y preservar la raza humana, pero yo no caigo en eso. —Explicó mantenido la misma expresión de horror.

—Si es una trampa, funciona.

—Por favor, no me digas que estás pensando tener uno. Terminará quitándote tiempo para todo lo que debes hacer.

— Puedo tener hijos en una dimensión y no en la otra. Así descanso de ellos.

—Terrible idea. Si tú y Ian se... reproducen —dijo con asco—. Asegúrense de planearlo al mismo tiempo en ambos lados, o nacerá con otra familia al azar en una de las dimensiones. O mejor no lo hagan o terminara siendo otro conejillo de indias del proyecto.

—Eso pensamos de Lizzy, pero tu padre cumplió su promesa y está fuera del proyecto.

—Porque no es portal. Tuvo suerte. En cambio tú e Ian, ambos portales, eso es una garantía segura de tener un hijo igual —dijo levantando sus cosas.

Recibimos una llamada al mismo tiempo. Un parásito había sido detectado en el área treinta y nueve. Como Ian, Sam y Daniel estaban en las cápsulas de monitoreo, Emily y yo fuimos solas.

El área treinta y nueve no era de las peores áreas de la ciudad, sin embargo, debido a la cantidad de comercios, que era muy concurrida.

Con mi aparato en mano fui detectando la energía del ente y fijándome en el mapa de la zona, un callejón estaba a solo una cuadra, el lugar perfecto donde esos seres se escondían. Miraba con concentración la ruta, cuando Emily me codeó el brazo. Me señaló hacia atrás con fastidio. Dos idiotas con la cabeza cubierta con capucha, caminando con los hombros encogidos, nos seguían.

Aceleramos un poco el paso, por supuesto ellos aceleraron también y ya nos pisaban los talones.

Al entrar al callejón, sentí la mano de uno acercarse a mi hombro, de inmediato, Emily lo tumbó al suelo, torciéndole la muñeca detrás de la espalda.

—Oye, oye, tranquila nena —el otro tipo, que era más alto, sacó una navaja y acercó la punta al rostro de Emily—. Suéltalo o tus lecciones de defensa personal no van a servirte de nada.

Con fastidio, Emily lo soltó, el tipo se incorporó de inmediato.

La alarma en mi aparato sonó, el ente estaba cerca, busqué con la mirada, todavía había luz del sol, así que noté la sombra haciéndose visible a la altura de un piso, pegado a la pared del edificio que daba por terminado el callejón.

—Hey, tú, hermosa. —El tipo al que Emily había tumbado llamó mi atención—. Suelta la mochila y lo que traigas en los bolsillos —me ordenó.

—Dejen las cosas contra la pared y divirtámonos un poco —añadió el otro, mirándome de pies a cabeza con un gesto lascivo.

—Es solo un nivel seis. Hazlo bajar con una bomba de sal para deshacernos de él —me sugirió Emily.

—¡Oigan! ¿Qué no escucharon? Dejen todo con calma, de aquí no van a escapar —el tipo alto volvió a insistir.

—¿Por qué siguen aquí? Largo —les dijo Emily, poniéndose a mi lado para ver al ente.

—No estamos jugando nenita —el sujeto se abalanzó hacia mi amiga, con su navaja en mano. Emily lo esquivó y yo me harté. Esos tipos no nos iban a dejar trabajar tranquilas. Abrí la mochila y saqué un revolver.

—Lárguense, estamos ocupadas —les dije apuntando con el arma. El primero se asustó, retrocedió un paso. El otro se envalentonó y caminó hacia mí. Grave error, ese movimiento brusco despertó al ente parásito. Sus ojos fueron abriéndose uno por uno y su boca llena de dientes puntiagudos también.

—Seguro es una pistola de juguete —fue lo último que bufó antes de caer al suelo, jalado por uno de los tentáculos del parasito, que tal como me había pasado la primera vez que me enfrenté a uno de esos seres, lo arrastró medio callejón hasta chocar con la pared. Gritó desesperado, queriendo luchar contra esa fuerza invisible que lo había capturado. Su compañero corrió aterrado, abandonándolo a su suerte.

Tomé de uno de los bolsillos de mi mochila una bomba de sal y le apunté directo al ojo. El ente se desprendió de la pared y cayó al suelo, retorciéndose como una culebrilla, todavía sujetando al tipo por los tobillos, arrastrándolo de un lado al otro como su fuese un trapo. Con el cuchillo de plata que también portaba en la mochila corté el tentáculo liberando al sujeto, quien no dudó un segundo en levantarse y escapar cojeando.

—Debiste dejar que se lo comiera —me reclamó Emily, quien observaba todo con las manos en los bolsillos.

—Estás loca, demasiado papeleo. Mejor ayúdame —le exigí.

Con parsimonia Emily se acercó a la criatura, le puso la mano encima y desapareció con ella, para dejarla en espacio interdimensiones.

—¿Vamos a comer? muero de hambre —me preguntó cuando reapareció, esta vez sin la criatura.

—Lo siento, no puedo. Tengo una de esas reuniones, ya sabes. Debo hacer lobbing y eso—le expliqué guardando mis armas en la mochila.

—¿Irá Ian?

—Si sale a tiempo de la cápsula, sí. Si yo sufro, él debe sufrir conmigo. Y sabes que ni loco se pierde una barra libre.

Justamente sonó mi teléfono. Le mostré el nombre del contacto a Emily y contesté.

—¡¿Dónde está tu padre?! No me digas que no irá, si no va lo mato. —Mi abuelo me dijo en cuanto le contesté. Se escuchaba alterado y nervioso—. Yo sigo de viaje y no llegaré, sabe que debe estar en mi representación...

—Papá irá. Seguro no te contesta porque ya sabes como es. Me aseguraré de que esté ahí—traté de calmarlo.

—Sophie, no sé si entienden la importancia de esto...

—Sí abuelo, lo entendemos. Yo estaré, y papá también. Hablaremos con quienes tenemos que hablar. Todo estará bien.

—Está bien —resopló más tranquilo—. Confío en ti, no en tu padre —añadió antes de colgarme.

Le mandé un mensaje a papá, reclamándole por hacer sufrir así a mi abuelo. En eso él tenía razón, mi padre era como un adolescente rebelde cuando se trataba del abuelo. Hacía lo que debía hacer, pero no de la forma en la que mi abuelo se lo pedía. Y es que, en el pasado año, mi padre había tomado el puesto de director de tecnología en la compañía familiar. Me repetía constantemente que lo odiaba, mas sus acciones demostraban todo lo contrario, le encantaba. Por fin veía a mi papá dedicándose a algo que disfrutaba, donde ponía todo su potencial y ganas. Después de haberse recuperado del cáncer, él también empezaba una nueva vida.

Me dirigí directo a su casa, que en teoría también era mía, aunque casi no dormía ahí. Pasaba la mayor parte del tiempo con Ian.

—Sophie, cariño. Te dejé tu vestido sobre la cama y no te preocupes, tu papá ya está listo. Espero que te diviertas mucho esta noche. —Me crucé con Amanda en la puerta. Ella seguía ayudándonos, siendo una especie de madre sustituta para mí y mi papá, sobre todo de papá, que pasaba tanto tiempo programando y dedicándose a mejorar la inteligencia artificial "Thaly", que se olvidaba hasta de comer.

Mi papá salió hacia la entrada con un elegante traje. Su cabello ya había crecido por completo tras las quimioterapias y había recuperado bastante peso. Era como la imagen que tenía de él cuando era niña y las maestras buscaban cualquier excusa para llamarlo a reunión.

—El abuelo está enloqueciendo —le dije.

—Que lo haga. Ya me repitió como diez veces lo que debo hacer, como si no supiera. Me tenía harto.

—Solo está nervioso. Sabes que se pone así cuando no está en control de algo.

— Thaly—le habló a su teléfono—, bloquea el número de mi padre.

—¡No! ¡No hagas eso! Sabes que solo cambiará de número.

—Que lo haga, ¿cuál es ya? ¿el once? —se preguntó con una maligna sonrisa. Siempre hacía eso, bloquear al abuelo y obligarlo a llamarlo desde otro número.

Negué con la cabeza y me metí a mi habitación para ponerme el vestido negro tipo coctel que había comprado para esa ocasión, me apretaba un poco del busto, ni modo, no podía conseguir otro y debía apurarme. Revisé mi teléfono por última vez. No había noticias de Ian, debía seguir en la cápsula. Los pasados días, él y sus hermanos pasaban casi todas las noches ahí. Muy pronto habría un eclipse lunar. Cuando eso ocurría, los portales se abrían con mayor facilidad, tendríamos una noche ocupada reparando desastres y también era una noche ideal para experimentar. Había sido durante un eclipse lunar que Ian había logrado hacer shifting a la dimensión T50, y en ese día había más posibilidad de nacimientos de portales. Ian y yo habíamos nacido durante uno veinte años atrás.

Salí de casa con papá, hacia el auto con chofer que nos esperaba y nos dirigimos al centro de Scielo1, para una cena de caridad, donde los mayores ejecutivos del país, así como altos mandatarios, estarían presentes. Nuestra misión, era conversar con el alcalde de Scielo1, necesitábamos una autorización para abrir una planta de energía renovable en el área ochenta. Conseguir una reunión con él, fuese quien fueses, era muy complicado, así que emboscarlo en una fiesta, un poco borracho, era la mejor oportunidad para conseguir una cita.

***

A mi papá lo rodeó gente de inmediato. Ya se había hecho conocido y muchas compañías pequeñas querían congraciarse con nosotros. Lo dejé a su suerte y me alejé. Me alejé todavía más cuando Arthur, el hijo mayor de Anthony Key me saludó. Desde que se había enterado que mi abuelo era el dueño de Galata, que me trataba como si fuéramos amigos de toda la vida, queriendo ganarse puntos conmigo, para convencerme de vender la compañía.

Me apoyé en la barra y divisé a papá, ya había interceptado al alcalde y le estaba hablando. Genial, era justo lo que debíamos hacer. El hombre no se veía incomodo o impaciente por irse, al contrario, sonreía al hablar, como si ya se conocieran. Tomé con satisfacción una copa de vino y un flash me encegueció. Arthur estaba a mi lado, posando para un fotógrafo y una periodista.

¿Cómo no lo había visto venir?

—¿Cuál es tu nombre? ¿para ponerlo en la página de sociales? —me preguntó la mujer.

—Ella es nada menos que mi cuñada. La señorita Sophie Cohen —Arthur explicó con una enorme sonrisa y mi nuevo apellido atrajo la atención de otro grupo de periodistas que esperaban cerca de la puerta de entrada.

—¿Cohen? —la mujer se emocionó.

—Sí, de esos Cohen —le recalcó con una falsa simpatía. Si no hubiese sido porque estaba rodeada que me habría escapado con descaro.

—¿Y dijo que es su cuñada? —El otro periodista le preguntó, con un camarógrafo que apuntó hacia mí. Mi noche acababa de joderse.

—Sí, Sophie es la novia de uno de mis hermanos menores.

—Oh, ¿entonces podemos pensar a futuro en una fusión de ambas compañías? —el periodista preguntó.

—No, son empresa no reinados, y mi novio, no está entre los hijos que manejan 3IE—recalqué, los periodistas se relamieron los labios al escuchar esa información. Arthur cambió su expresión un momento, luego volvió a sonreír, pasando su mano por su cabello rubio y corto.

—¿De qué hablas Sophie? Ian es dueño del veinte por ciento de las acciones de la compañía —dijo entre dientes, sin dejar de mirar a la cámara y rodearme con un brazo.

—¿Desde cuándo? —le pregunté también entre dientes.

—Desde hoy... cuando lo decidimos en la junta de esta mañana.

Los periodistas lo escucharon y nos atacaron con preguntas. Yo me dispensé y me abrí paso, dejando a Arthur responder solo. No sabía si era idiota o impulsivo, pero había firmado su sentencia frente al público por decir eso. No era mi problema, igual iba a ser muy divertido verlo arreglar el asunto frente a sus otros hermanos.

Se libró cuando alguien más entró al salón ganando la atención de toda la prensa. Sentí nauseas solo de verlo. Era la primera vez que lo tenía de cerca en persona: Franz Ayala, el Ministro de seguridad y también mi abuelo biológico.

Aprovechando que los periodistas habían perdido el interés en mí, quise alejarme. Irme de ahí si era posible. Lo más seguro era que no me reconociera nunca, mas no me sentía cómoda. Él era el causante de la muerte de mi madre y de mi hermano, él había jodido a mi familia por completo. Entonces caí en cuenta de que papá también estaba ahí, y que se encontraran no era bueno. Me fui a buscarlo por el salón, ya no estaba en el último lugar donde lo había visto. Y justo, como cuando llamas la desgracia con el pensamiento, me encontré casi de frente con ese sujeto.


*******

Weno... les gusta? ya estamos acabandooo


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