Alguien en quién confiar
Scielo 1 día del eclipse 12:00 pm
"Críptido nivel seis detectado"
El sonido de la alarma me hizo despertar de un sobre salto. Me incorporé en la cama. Busqué a mi lado. Ian no estaba. El sol penetraba las cortinas, lo que indicaba que ya era de día. Tomé mi teléfono corporativo. Tenía muchas llamadas perdidas de Solange y me fijé en la hora. Ya era el medio día. Había dormido toda la mañana en Scielo1.
Me levanté para apagar la alarma y recapitulé lo ocurrido en Almarzanera antes de desvanecerme.
Mi padre era miembro del Círculo, él y mi madre habían sabido todo ese tiempo que yo era portal, ellos eran los responsables de la muerte de mi madre en Scielo1 y lo peor, si lo que mi padre decía era verdad, Anthony Key y la gente de su proyecto, eran quienes habían asesinado a los niños portal de Almarzanera y Scielo1.
Podía ser una mentira, podía ser que no, ¿Ian lo sabía? Todo era confuso, demasiado, no sabía en quién confiar.
En el proyecto Transalterna definitivamente no y en el Círculo.... ¿Cómo podía confiar en ese circo de dementes?
Estaba sola.
Mi teléfono sonó, era la quinta llamada de Solange. Contesté, nerviosa.
—Sophie, ven al laboratorio y dinos donde está Maya —habló seria. Lo sabía. Maya se había desmayado, por alguna droga que su padre le había puesto en la bebida y de seguro la habían intentado localizar.
—No... no puedo ir —le respondí.
—Sophie, es una orden. Ven al laboratorio ahora.
—¿Para qué? —le respondí con otra pregunta, puse el alta voz y comencé a vestirme. Mi ente me daba vueltas presintiendo que algo pasaba.
—No me obligues a mandar a alguien a buscarte.
—¿Es una amenaza? —le pregunté.
Abrí el armario, en la parte de abajo Ian y yo teníamos nuestras mochilas listas. Verifiqué que mi arma estuviese cargada y caminé hacia la pared que conectaba con el cuarto vacío antes del ascensor. Aaron me siguió, tener a mi ente a mi lado hubiese sido bueno, mas no había forma de sacarlo del apartamento.
Me costó ver el velo. Ya con la práctica, teletransportarme me salía tan natural como respirar, por algún motivo, en ese momento, me sentía pesada. Me mantuve al teléfono con Solange, dándole largas para escapar.
—Tú sabes qué está pasando y te necesitamos en el laboratorio.
—Quiero hablar con Ian —le exigí.
—Está en una cámara, con su padre. Sabes que hoy es un día importante, las cosas van a salirse de control si no estás aquí.
—¿Si no voy qué va a pasar? ¿Me matarás? ¿como mataron a mi hermano? ¿Como mataron a siete niños inocentes? —solté, y esperé su respuesta. Ya me encontraba lejos de la torre de 3IE y me dirigí a la estación de trenes. Necesitaba alejarme lo más posible.
Solange se mantuvo en silencio.
—No sé de qué tonterías hablas —dijo.
—Lo sabes bien, siempre lo supiste. Secuestraron y mataron los niños portal de Almarzanera. ¿Eso harán conmigo ahora? ¿No me hallaron hace años y se esperaron al momento oportuno?
—Sophie escúchame, hablemos de esto, las cosas no son como crees. Los del Círculo te están llenando la cabeza y van a usarte. Solo nosotros podemos protegerte —Solange cambió su tono de voz al verse descubierta.
—Ellos dicen lo mismo de ustedes ¿a quién debo creer?
—A las únicas personas que te hemos hablado con razón y sentido. El Círculo es peligroso. Esta noche pueden crear el principio del fin en ambas dimensiones, por eso quisimos detenerlos a tiempo. Así que ven ahora.
—No, solo fui una marioneta de ambos. Están tan dementes como ellos. —Le corté y lancé el teléfono en un basurero a la entrada de la estación.
Me metí hasta el fondo del vagón en el tren y con dificultad me teletransporté fuera de él.
Los del proyecto localizarían el celular y si revisaban las cámaras de seguridad, pensarían que tomé el tren. Caminé a paso apresurado siguiendo las vías hacia el centro comercial del área cinco. El sitio era enorme. Tenía depósitos muy grandes en el sótano y pensé que ese sería un buen lugar para ocultarme mientras descifraba qué hacer.
Me metí al lugar, camuflada entre la multitud que ingresaba a hacer compras, bajé por las escaleras de emergencia y cuando quise transportarme hacia un depósito no lo logré. Estaba muy cansada, como si hubiese corrido una maratón. Intenté ver el velo, no aparecía, me sentía igual que antes, cuando mis poderes estaban bloqueados. Sin duda le estaban haciendo algo al cuerpo de Maya al otro lado.
Me senté en las escaleras de emergencia, oculté mi rostro en mis rodillas y respiré profundo.
Almarzanera, día del eclipse 3:30 a.m.
Ya no estaba sentada, me encontraba echada, con los brazos tan pesados como sacos de arena y todo era oscuridad a mi alrededor.
¿Me había desmayado de nuevo?
Al frente mío vislumbré una luz. Parecía una ventana cuadrada y pequeña.
—Maya, Maya —escuché en susurros.
¿Maya? ¿Estaba de regreso en Almarzanera?
Con las piernas flaqueando llegué a la ventana, me di cuenta que mi brazo izquierdo dolía, como si me hubiesen inyectado algo.
La luz lastimó mis ojos un momento y tras aclimatarme, noté que se trataba de una puerta con una ventana y rejas de metal. Mi madre estaba del otro lado, pasándome una botella de agua.
—¿Mamá? Dónde estoy.
—Lo siento Maya, pero no hay otra forma. Haz lo que debes hacer, por favor. Y te prometo que acabará pronto.
—¿Qué debo hacer? ¡no entiendo nada!
—Eres nuestro puente entre esta dimensión y la otra. Hoy cerraremos el Círculo e iniciaremos el Estado Utópico.
—Deja de hablar de eso del Estado Utópico, ni entiendo qué es. Pensé que no podría hacer nada con el Círculo por ser impura o algo así.
—Tu proceso de purificación estuvo fuera de lo convencional. Estás lista.
—¡¿Lista para qué?!—reclamé. Me estaba sofocando. Ese lugar pequeño donde me encontraba era muy caliente. Intenté teletransportarme y como me pasaba en Scielo1, no lo conseguí. Me percaté entonces que llevaba un vestido corto y delgado, también iba descalza, sobre un suelo de piedra. Miré hacia abajo, la luz entraba por la rendija de puerta y noté una línea de sal.
—Sé buena niña y haz lo que debes, por favor —mi madre me dijo con tono suplicante.
—Mamá, aquí estabas. Tenemos mucho que hacer. La luna de sangre estará en su punto máximo justo a la media noche. —La voz de mi hermana Coral se fue acercando y de pronto la vi a través de las rejas, con un vestido de terciopelo rojo, muy entallado de arriba y suelto de abajo, mi madre llevaba uno igual.
—¡Coral! ¿Qué es todo esto? —le exigí saber.
—Hermana. Es la luna de sangre. Hoy es el inicio del Estado Utópico y se logrará gracias a ti. No sabes cómo te envidio —exclamó con una sonrisa—. Mamá vamos a prepáranos. Deja a Maya descansar.
—No, por favor, mamá déjame ir —le supliqué entre jadeos, el sofoco era absoluto, casi no respiraba, caí de rodillas tratando de sostenerme de la puerta de mi prisión y todo cambió de repente.
Scielo1 día del eclipse, 14:35 P.M.
—Señorita, ¿se encuentra bien? —alguien tocó mi hombro. Levanté la vista, seguía en las escaleras del centro comercial. Uno de los guardias de seguridad me miraba preocupado.
De nuevo me encontraba en Scielo1. No estaba viviendo días enteros en cada dimensión como me sucedía siempre. Perdía el conocimiento y saltaba de una a la otra.
—Sí, sí—le respondí levantándome con su ayuda.
—¿Quiere que llame a alguien?
—No, gracias —me solté de su agarre y escapé escaleras arriba.
Tenía miedo de ir a casa de papá, o de mi abuelo. Tanto los del proyecto o los del Círculo, me seguirían allí y pondría en peligro a mi familia. Necesitaba que ese salto de una dimensión a otra parase, necesitaba mis poderes de regreso y solo había alguien que podría ayudarme.
Esta vez sí tomé el tren hacia el área donde vivía antes.
Subí por el ascensor de mi viejo edificio y caminé directo a tocar repetidas veces el timbre del apartamento de Amanda. Ella me abrió casi de inmediato, como si esperara tras la puerta.
—Sophie cariño, presentía que vendrías, lo sabía —me abrazó. Lo necesitaba, en verdad necesitaba un abrazo y alguien en quien confiar—, pasa.
Pocas veces había ingresado a su apartamento. Normalmente era Amanda quien estaba en mi casa, ayudándonos a papá y a mí.
—Amanda necesito tu ayuda. No tengo tiempo de explicar, ¿recuerdas cuando me hacías eso de los chacras en mi cumpleaños? ¿para que no tuviera pesadillas? Necesito que lo hagas a la inversa.
—Cariño, ese sello que te puse se rompió hace mucho. Yo te advertí.
—De alguna manera lo tengo de nuevo y necesito que lo retires.
Tomé asiento el sillón de su sala, la cual, como la última vez que recordaba, estaba llena de diversas chucherías. Atrapa sueños colgados del techo, un estante con libros esotéricos y otro con botellas con diferentes líquidos.
—Bueno —lo meditó—, No he pensado en hacer eso a la inversa. Supongo que podemos intentarlo. Siéntate y relájate. Tu energía se está alborotada, estás muy desequilibrada y nada de lo que haga saldrá bien si no estás en calma. —Me acarició el rostro. Junto a mi había una mesita con incienso, lo encendió y caminó a la cocina—. Iré por algunos implementes, respira el incienso y tranquilízate —me volvió a pedir desde la puerta de la cocina.
Le hice caso, inhalé el aroma, era cierto, necesitaba calmarme. Por lo menos no tenía migraña, sin embargo, sentía nauseas, es más, iba a vomitar. Corrí hacia el baño y tras vaciar mi estómago me sentí mucho mejor.
Regresaba a la sala cuando escuché a Amanda hablar con alguien. Me asomé sin ser percibida hacia la cocina. Ella ponía a hervir una caldeara con agua y hablaba por teléfono.
—Sí, vino aquí como te dije. Le retendré hasta que vengan.
Retrocedí un paso.
—Sophie, cariño, puedo sentirte. Regresa al sillón—colgó su celular y se dirigió a mi sin darse la vuelta.
Me apresuré a recoger mi mochila. Y quise salir de ahí.
—¡Sophie! —me gritó—. Obedéceme.
—¿Con quién hablabas? —le pregunté.
—Con la gente que va ayudarte. Llegarán en cualquier momento así que tranquila.
—Quiénes son.
—Cariño—volvió a ablandar su tono—. Estás en peligro, y yo siempre me he encargado de cuidarte. Siempre. Confía en mi ahora.
—¿Me has cuidado siempre? ¿Eres parte del Círculo? —la interrogué.
—Soy parte de tu familia. Nosotros jamás te abandonamos, estuvimos protegiéndote hasta que llegara este momento. Hasta que cumplieras tu misión.
—¿Qué misión? Amanda. Explícame de una vez.
—Por supuesto cariño, ya es el momento. Antes no estabas preparada, cuando cumpliste dieciocho mi labor era prepararte en este universo, mientras que el padre Vincenti estaba comisionado a hacerlo en la otra realidad. Todo pareció arruinarse cuando la gente de ese proyecto apareció, cuando usaron a ese chico para confundirte. Por suerte te mantuviste a salvo y esa experiencia sirvió para tu proceso de purificación.
—¡Me mentiste siempre! Mis padres al otro lado también, prefieren hacerme creer que estaba loca. Si quieres que confíe en ti, cuéntame la verdad, sin tantos rodeos. ¿De qué misión hablan?
Me sonrió de la manera maternal y cariñosa de siempre. Se acercó a su estante y sacó un libro de cubierta roja, con el símbolo del Círculo en alto relieve, o la mitad de este. En Almarzanera, el símbolo era un semi círculo del lado derecho, este era del izquierdo.
—Los miembros del Círculo hemos sido los elegidos por los arcontes creadores del universo, que fueron expulsados hace milenios del mundo físico para dar paso a realidades mundanas. Sin embargo, está dicho que ellos van a regresar. Cuando el creador supremo de todos ellos, el Demiurgo regrese a gobernar, empezaremos la etapa del Estado Utópico. Como él no puede manifestarse de manera física en nuestra realidad, necesita un avatar y no pueden llegar a él si no es por medio de un puente. Los niños portales como tú. Hoy, durante la luna de sangre que precederá al eclipse, el velo será minúsculo. Si abres el portal en ese momento, en ambas dimensiones, en el mismo lugar, el Demiurgo podrá atravesarlo y tomar posesión de sus avatares. Tú eres la herramienta fundamental Sophie, por eso te protegimos tanto. Hace veinte años, tuvimos esa oportunidad, tu madre se preparó toda su vida para abrir el portal, pero fue disuadida de lo contrario. Por eso contigo decidimos no correr riesgos. —Amanda me pasó el libro, ahí parecía estar escrito lo que me contaba de manera más extensa. Había un dibujo a lápiz del supuesto Demiurgo, que lucía como dos serpientes con cabeza de león, unidas por la cola. En la siguiente página estaba otra ilustración, el símbolo del Círculo. El que miraba a la derecha y el que miraba a la izquierda, y abajo, la unión de ambos, formando un circulo completo.
—Amanda, no. Estás equivocada. Este es un ente, un deamon. Nada bueno sale de traerlos a nuestra dimensión. Son el tipo de entes inter dimensionales más peligrosos.
—¿Quién te dijo eso? ¿Tu novio? ¿o su padre? Él solo odia lo que no puede controlar. Como todo esto va más allá de su comprensión, quiso destruirnos. Matando a nuestros niños portal para que este día no llegara. Cuando te encontró se nos hizo extraño que no te asesinara, luego entendimos que le convenía tenerte de su lado. Disuadirte de cumplir tu misión.
—¿Por qué crees que voy a cumplir con ella? Anthony Key es un asesino mentiroso, pero en esto tiene razón. No voy a hacerlo. —Me levanté del sillón.
—Natalia dijo lo mismo, la dejamos ir para que encontrara su camino de purificación y demostró no ser digna. Pero tú no tienes otra opción.
—Amanda, voy a salir caminando de aquí, antes que la gente a la que llamaste venga, y no hay forma en la que me obligues a cumplir esa idea descabellada. Solo son una secta, adoradora de un ente interdimensional al que no le importan y al que no comprenden.
—No voy a convencerte de nada, cariño. Lo verás con tus propios ojos. Maya ya está donde debe, y tú sigues. Tus dos cuerpos físicos deben estar en la misma posición geográfica durante la luna de sangre para abrir el portal.
Lancé el libro al suelo, Amanda ni se inmutó. Tomé mi mochila y la colgué de mi hombro.
—Estás demente Amanda —le dije y me dirigía a la puerta, cuando giré la perilla me di cuenta que estaba con llave. No podía quedarme más tiempo, saqué el arma de mi mochila y le apunté directamente—. Abre la puerta, no estoy jugando.
—¿Vas a dispararme Sophie? —no cambiaba su tono meloso. Era como si no me tomara en serio.
Me di la vuelta y apunté el arma hacia cerradura de la puerta y disparé. El ruido retumbó en todo el edificio y la puerta se abrió.
—Sophie, si amas a tu papá, como sé que lo amas, no vas a irte.
Sudé frío y con lentitud volteé hacia ella. Buscó algo en su celular y dirigió la pantalla hacia mí. Era un video de mi papá Nicolás, trabajando en su casa.
—¿Dónde está? ¿qué le hicieron?
—Sigue donde lo ves, es una grabación en tiempo real. Mantengámoslo fuera de todo esto ¿sí? Le tengo mucho aprecio, no quiero que lo lastimen. Así que si quieres a tu papá vivo para ser testigo Estado Utópico, vas a sentarte en el sillón y a relajarte como te ordené.
Mi mochila se deslizó por mi hombro hacia el suelo y bajé el arma. Tal vez fueron los nervios o la impresión, tal vez el incienso que seguía inhalando, que me hicieron volver a perder el conocimiento.
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