Capítulo 26: Inseguridad
El tiempo no le daba tregua a nadie, mucho menos a las parejas enamoradas. Cuando quisieron darse cuenta, ya llevaban semanas saliendo y junto con eso llegaban las responsabilidades, deberes e inseguridades. Tanto Tayler como Lucas se vieron en la obligación de ponerle ciertos límites y parámetros a la relación. Aún no eran novios, mucho menos alfa y omega, y tampoco consideraban demasiado relevante darle el título al vínculo cuando la realidad era que sus lobos se habían reconocido y enlazado hace mucho tiempo.
Sin embargo, poco a poco la inseguridad comenzó a calar en el pecho del pequeño omega. Al principio todo era color de rosas, se paseaban tomados de la mano por todos lados, se marcaban mutuamente con sus aromas y permitía que Lucas besara sus ricitos con cariño desbordando por sus poros. No obstante, tal vez por su propia inseguridad o el miedo que le corría producto de la ansiedad, Tayler se fue alejando poco a poco, dejando al alfa que amaba confundido y dolido en partes iguales.
—Les juro que no tengo idea de que sucede —Lucas se encontraba en el sofá, rodeado por los aromas de sus padres y una manta cubriendo sus regazos— no entiendo si hice algo que lo ofendiera, si fui un mal alfa o porque se alejó así de repente.
—Cariño, estoy seguro de que no eres un mal alfa —Harry lo abrazó contra su pecho como cuando apenas era un cachorrito recibiendo sus primeros atisbos de amor familiar— confío en que hicimos un buen trabajo contigo... tal vez, ¿deberías hablar con Tayler?
—No creo que quiera verme en este momento —Lucas suspiró mientras se hundí todavía más en el calor de su padre— le dejé miles de mensajes y llamadas, pero no respondió a ninguna de ellas, incluso me dejó en visto.
Ambos alfas mayores intercambiaron una mueca por sobre el cabello oscuro de su hijo. Ninguno de ellos podía saber como funcionaba la fisionomía de un omega, si es que por ahí venía la cosa, o que pensaba el otro niño. Apenas lo habían conocido hace años, seguramente ahora era una persona totalmente diferente, por lo que no podían dar una opinión demasiado fundada.
—Yo creo que papá tiene razón —intervino Louis— lo mejor es que hables con el omega, demuéstrale que le interesas y que eres capaz de manejar y resolver la situación. Tal vez solo está asustado.
—¡¿Asustado de mí?! —Lucas chilló a punto de largarse a llorar.
—Claro que no, cachorro—rodó los ojos con cariño— de la situación. Es un mundo totalmente nuevo para él, quizá solo necesita un pequeño empujón que le recuerde que sigues teniendo el mismo corazón que cuando estaban en la casa hogar.
—Aw... eso fue muy tierno, alfa —Harry soltó un chillido de pura ternura antes de besar con suavidad los labios de su alfa, todo esto manteniendo la cabeza de su hijo en su pecho.
Louis se sonrojó de sobremanera, pero permitió que su alfita lo llenara de diminutos besitos en sobre su rostro mientras las risitas acuosas de su cachorro le llenaban los oídos.
—Está bien, intentaré interceptarlo en el trabajo y hablar con él —Lucas se recompuso levemente.
—No seas brusco, Lucas, no queremos que se asuste aún más.
—Claro que no. Gracias, papás, siempre saben que decir —besó ambas mejillas antes de ponerse de pie y regresar a su habitación en un vil intento de concentrarse en su tarea.
No pudo parar de pensar en los bonitos ojos oscuros o en los cabellos tan cenizos que incluso podrían llegar a pasar por los de un ángel. Tuvo que esperar durante dos días fuera de la oficina del superior de Tayler intentando dar con él de "forma casual", pero el omega no se apareció hasta mediados de semana.
Al principio le dirigió una mirada pasmada, trémulo, haciendo que el lobo en el pecho del alfa se retorciera en su lugar y chillara tan agudo que si alguien más podría haber oído el dolor que desprendía, hubiesen sentido pena por él. Sin embargo, ese sentimiento poco a poco fue disipándose de las orbes del menor mientras tomaba disimuladamente inspiraciones del aroma avellanado.
—Estuve escribiéndote, incluso llamando, pero nunca recibí respuesta... —Lucas rascó su nuca de manera nerviosa como solía hacer su pa Louis— lamento si hice algo que te hiciera sentir incomodo o mal, pensé que estas semanas estaban siendo igual de agradables para ti como lo fueron para mí.
Tayler se suavizó aún más ante la declaración del morena. Para nada tiene que ver contigo, el problema soy yo, pensó en medio de una laguna emocional.
—No, Luqui, no es eso... no tienes que culparte —Tayler avanzó dos pasos más, acortando la distancia casi abismal que los separaba— entre en celo el fin de semana, por eso no respondí durante esos días ni vine a la oficina, pero sí creo que tenemos una charla pendiente.
El lobo del alfa rugió ante la mención del celo, imaginándose al pequeño cuerpo temblando, aclamando por algo o alguien, sus piernas temblando y llorando por un alivio a su calor... tuvo que dejar de imaginarse ese tipo de cosas si no quería asustar todavía más al muchacho.
—Creo que una charla está bien...
—¿Estás libre a la hora del almuerzo? Podemos ir al café que fuimos en la primera cita.
—Claro, esperaré por ti en la recepción.
La mañana pasó tan agitada como siempre, su padre lo tuvo corriendo por todas las áreas llevando y trayendo contratos por firmar, café y más copias. Harry lo estaba explotando y ni siquiera podía acusarlo con su pa Louis porque este simplemente reía antes de besar su mejilla y seguir como si nada.
Con total sinceridad, no quería que la hora del almuerzo llegara. Tenía miedo de enfrentarse a las palabras osadas del menor o, incluso peor, a un rechazo amable. Sacudió se cabeza de lado a lado cuando sus piernas, sin consentimiento, lo habían llevado al hall principal.
Mientras aguardaba por la llegada de su acompañante, una compañera del trabajo, Melissa, se acercó a preguntarle un par de cosas referidas a una resolución que no estaba logrando redactar. Él la ayudó como solía hacer con la mayoría de las personas que llegaban en su búsqueda. Para nada sintió el aroma florar impregnándose en su ropa, menos la mano inoportuna de la omega en su antebrazo ni la risa pequeña que le brotó cuando Melissa expresó lo mucho que el CEO le exigía.
Fue cuando un diminuto carraspeo detrás suyo retumbó en sus oídos que salió de la burbuja en la que se había inmerso producto de su propia desesperación por querer dilatar el momento del almuerzo. Ambos detuvieron su conversación, elevaron la vista del escrito y se giraron ante el llamado de atención. Allí se encontraba Tayler con las mejillas sonrojadas y un pequeño ceño fruncido que intentaba disimular sin mucho éxito.
—¿Estás listo? sino puedo esperar fuera a que acabes... —el omega preguntó intentando que el temblor en su voz no fuera evidente.
—Tay, omega, ya acabamos aquí, ¿o no, Melissa?
—Claro, me quedó mucho más claro. Gracias por la ayuda, Lucas.
—No hay de que. ¿Vamos, Tay?
El omega apenas le dirigió un asentimiento antes de echarse a andar por delante suyo. Lucas frunció el ceño, pero lo siguió sin muchos cuestionamientos. Incluso ignoró increíblemente el aroma picante que Tayler empezaba a desprender.
Llegaron al café en medio un silencio incomodo y espeso entre ellos. Tayler apenas lo miró cuando le abrió la puerta y tomó la misma mesa que habían elegido tiempo atrás. Ambos suspiraron al mismo tiempo, ¿por qué de repente se sentían como desconocidos si pasaron semanas siendo inseparables? incluso había pensado llevarlo a cenar a su casa.
—Lo siento, lamento no ser el alfa que esperabas —se decidió por comenzar con el final de la historia lo más rápido.
—Pero... ¿Qué dices? eres el mejor alfa que alguien podría pedir.
Ambos estaban confundidos, demasiado inmersos en sus propias ideas que no dejaban entrar las del otro.
—Yo pensé que te había decepcionado o algo así, te alejaste de repente, sin explicaciones y mi lobo se sintió tan herido...
—No fue por ti, Lucas, ni por tu alfa, yo soy el que debería sentir miedo por no ser el omega que te mereces... mírame, nadie me enseñó como ser el omega adecuado para un alfa de tu porte, de tu nivel —los ojitos de Tayler se llenaron de lágrimas sin siquiera controlarlo— soy celoso, impulsivo y carezco de la elegancia que la pareja de un futuro CEO debería tener. Me dio miedo y me alejé porque es la única forma que aprendí de esquivar el golpe.
Lucas enmudeció de repente, centrando todos sus sentidos en el latir acelerado del corazón del omega, las manos pálidas temblando sobre la mesa y las feromonas desoladas encontrando refugio en su propia piel. No lo pensó mucho cuando se levantó, rodeó la mesa y se arrodillo a un lado de la silla de Tayler. Tomó sus manos con delicadeza y besó cada dorso con cuidado. Besó y besó hasta que dejó de sentirlas temblar junto con la respiración del menor.
—Oh, Tay... ojalá hubiese sabido antes que te sentías de esa manera —empezó despacio sin dejar de sostenerle la mirada— sin embargo, no tienes porque. Desde que tenía nueve años y mi lobo apenas se comunicaba conmigo sabía que tendría un único trabajo de por vida, el cuidar del frágil pero valiente corazoncito del niño que se acurrucaba todas las noches conmigo. Nunca quise a nadie más, aún si existía la posibilidad de nunca más reencontrarnos, sabía que mi lobo nunca iba a querer proteger y cuidar a nadie más. Eres mi omega, aunque nunca hayamos puesto un título, mi corazón ya estaba tomado.
Tayler sollozó con los labios apretados antes de lanzarse a sus brazos, sin importarle las miradas curiosas de su alrededor o cualquier otra cosa que no fuera sentir el calor del que ahora sabía era su alfa.
—No tienes que cambiar nada de ti, ángel, tienes a mi lobo y a mi amarrados de por vida. Sin embargo, si lo que quieres es sentirte más seguro, te prometo que trabajaremos en ello. Siempre puedes recibir ayuda profesional y me encargaré de día a día recordarte lo mucho que te pertenezco.
—Gracias, alfa, gracias por aceptarme —Tayler se acurrucó en su glándula aromática en busca de ser marcado con su aroma.
—Hago mucho más que aceptarte, ángel. Gracias a ti por darme una oportunidad.
Estuvieron un tiempo más abrazados hasta que el hambre picó en ambos. La camarera les trajo sus platos y comieron con miradas cargadas de sentimientos y manos entrelazadas.
—¿Te gustaría ir a cenar a mi casa el viernes en la noche con mis padres? —soltó Lucas de repente, sintiendo enseguida el ruido sordo del tenedor del menor.
Les esperaban muchas experiencias juntos.
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diosss HOLA lamento siempre desaparecer sin el porque, pero están pasando muchas cosas, más que nada los estudios y poca inspiración. Espero que les haya gustado este capítulo!!
gracias por seguir a mi lado, pese a todo. Aprecio tanto todo el apoyo.
cuídense y nos leemos pronto ❤️
A.
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