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Capítulo 22: no todo lo que brilla es oro

El tiempo no perdonaba a nadie ni a nada y Harry lo descubrió un día cuando preparaba el desayuno tranquilamente y un alfa de casi metro ochenta y cinco, musculatura que tranquilamente podía competir con la de él y penetrantes ojos verdes lo abrazó por la espalda. 

Al principio se sobresaltó cuando los tatuajes de su alfa no aparecieron en su campo de visión, mucho menos la piel acaramelada ni el aroma de siempre, pero su lobo se tranquilizó visiblemente cuando la avellana lo cubrió de pies a cabeza. Recibió un beso en su mejilla y luego su cintura fue dejada en libertad. 

—Buenos días, papi —saludó una voz cantarina, pero un tanto grave. 

—Buenos días, cachorro, ¿cómo dormiste? 

—Bien, aunque estoy hambriento. 

Harry rio suavemente antes de dejar el desayuno delante de su cachorro ya no tan cachorro. 

—¿Irás con papá a la universidad o prefieres que yo te deje antes de ir a la oficina? 

—Papá dijo que me llevaría porque le queda de camino. 

—De acuerdo. Come, amor. 

Lucas ya no era el pequeño niño de mirada perdida y herida que alguna vez encontraron en el orfanato. Mucho menos era ese cachorro que se dejaba hundir en sus propios pensamientos y apenas hablaba. Ahora era un adolescente de 19 años, alegre, parlanchín y sumamente protector con sus padres, mucha más con su papi Harry. Cursaba sus primeros años de la carrera de finanzas y tecnología, decidido a seguir los legados en la empresa familiar. Podría decirse que era un joven pleno y feliz

—Buenos días —Louis apareció con su corbata a medio anudar, besó los labios de su pareja y tomó el termo de café y comida que siempre era preparado para él debido a su rechazo hacia el desayuno— ¿Estás listo para irnos, cachorro?

—Solo lavo mis dientes y busco mis cosas arriba. No me tardo. 

Harry suspiró sin siquiera notarlo cuando la figura de su hijo desapareció escaleras arriba.

—No quiero que siga creciendo, alfa —murmuró mientras sus torpes dedos intentaban recrear ese nudo que tantas otras veces había realizado— parece que fue ayer cuando llegó a casa. 

—Lo sé, mi amor —Louis besó sus labios apenas y luego se trasladó a su marca, en donde dejó repetidas lamidas— es parte de la vida, no podemos evitarlo, solo acompañarlo.

—¡Papá, estoy listo! adiós, papi, nos vemos en la noche.

—Adiós, mi cachorro, que tengas un lindo día. 

Ambos alfas terminaron de reunir sus cosas, besaron la mejilla del rizado y salieron. Harry se demoró un par de minutos más poniendo el lavavajillas y prácticamente dejando todo listo para que le primero que llegara calentara la comida. Esa había sido su rutina desde hace años y la amaba. 

Lucas fue dejado en la puerta de su universidad luego de haberse despedido de su papá y de haber arreglado el retorno a casa. En medio de un suspiro, se encaminó a la puerta de ingreso principal. Si bien podría decirse que contaba con cierto grado de "popularidad" por lo reconocidos que eran sus padres a raíz de sus trabajos, a él nunca le había gustado demasiado la atención, mucho menos cuando se acercaban por conveniencia. La única persona que realmente estimaba dentro de toda la masa de estudiantes era a Cris, un alfa de risa contagiosa y carisma incomparable; y oh Clarissa, su bonita y ruidosa novia. 

—¡Buenos días, mi amor! —chilló la omega tan cerca de su rostro que incluso llegó a marearlo con su esencia florar— ¿ese que te trajo era tu papá? 

—Hola, cariño, estoy bien ¿y tú? —murmuró cuando pudo recomponerse con su tono de voz casual— y sí, ese era mi papá Louis. 

—Ya veo... —Clarissa tomó su mano, clavándole accidentalmente dos de sus uñas esculpidas y comenzó a caminar en dirección al salón que le tocaba. 

Todas las mañanas era así, Lucas acompañaba a Clarissa a cualquiera de sus clases, ya que la omega estudiaba comunicación digital, y luego el recorría todo el resto del campus para llegar a la suya. A veces llegaba tarde y otras ni siquiera entraba, pero la omega se había negado rotundamente cuando él le había propuesto que fuera sola a su clase y que luego podían encontrarse en el horario del almuerzo. 

Con total sinceridad, Lucas no recordaba el porque seguía manteniendo su relación con ella, tal vez por comodidad o incluso por costumbre. Todavía no se la había presentado a sus padres y eso que llevaban casi medio año de noviazgo. Clarissa no perdía ocasión en reclamarle, por lo que estaba decidido a que ese fin de semana la llevaría a almorzar a su casa. Su papi Harry seguro estaría entusiasmado, desde hace tiempo que no llevaba a nadie a la casa, ni siquiera amigos, y es que desde que había presentado su celo a tan temprana edad, su lobo se había vuelto más y más territorial y protector; con el pasar del tiempo había aprendido a controlarlo, pero todavía gruñía y jadeaba disgustado cuando encontraba aromas diferentes. 

Sus clases transcurrieron sin mucho que decir, Cris lo había invitado a una fiesta que se haría el fin de semana siguiente en la casa de una de las fraternidades, la cual aceptó. Luego se encargaría de preguntarle a sus padres y de convencer a Clarissa para que los acompañara. 

Se encontró a su novia peinando su larga cabellera oscura delante de un espejito que guardaba con recelo en su bolso de mano brilloso. A un lado, su mejor amiga, Luna, aguardaba por ella. Ambas mascaban chicle de forma ruidosa y se reían de quien sabe que cosa. 

—Hola, cariño —saludó apenas llegó con un pequeño beso en su frente— y hola Luna, ¿cómo estás? 

Algo pareció encenderse dentro de Luna porque la chica no tardó en enroscar su dedo en uno de sus lacios cabellos y dirigirle una mirada seductora junto con feromonas dulzonas. 

—Definitivamente no mejor que tú, Luqui. 

—Oye, es mi novio, estúpida, consigue el propio —Clarissa la fulminó con la mirada antes de devolverle el saludo al alfa. Lucas nunca diría que ese par tenían una relación demasiada extraña

—Quiera preguntarte si estas libre el sábado, me gustaría que vengas a almorzar a mi casa y que conocieras a mis padres.

—¡Claro que sí, mi amor! amaría conocer a mis suegritos. Estaré allí. 

Y Lucas ignoró por completo el jadeo disgustado que su lobo lanzó cuando el aroma de la omega lo cubrió de pies a cabeza. 

El fin de semana llegó cuando menos se lo esperaba y por supuesto que su papi Harry prácticamente se había internado en la cocina para preparar una cena digna. Por más que él había hablado con sus padres y les había dicho que no había nada de que preocuparse, ambos alfas querían dar una buena impresión. 

Ayudó a su papá Lou a poner la mesa justo como su papi les había indicado, incluso sacaron la vajilla de ocasiones especiales.

No iba a negar que él también estaba nervioso, necesitaba que sus padres aceptaran a Clarissa para que su lobo se tranquilizara un poco. 

—Esa debe ser Clari, iré a abrir —informó cuando el timbre retumbó.

En la puerta de entrada aguardaba su novia en un pequeño vestido rojo y zapatos de tacón a juego. Ambos lucían muy bien en su cuerpo y no tardó en alagarla. 

La chica sonrió en grande y ambos se dispusieron a ingresar. Todo iba bien, su papá Louis había salido a presentarse con la chica y a informarles que tomaran asiento mientras él ayudaba a terminar en la cocina. Grande fue la sorpresa de la omega cuando de allí emergieron dos alfas, uno mucho más "afeminado" que el otro. 

Clarissa no puedo disimular la mueca de repugnancia que le cruzó los rasgos y mucho menos las feromonas amargas que salieron disparadas. Rebajó con la mirada a ambos alfas antes de girarse con brusquedad para centrarse en el alfa menor. 

—Buenas tardes, mucho gusto, yo soy Ha... —Harry iba a presentarse cuando el grito de la chica lo desconcertó. 

—¡¿Ambos son alfas?! —chilló con obvio desagrado— ¿me estás diciendo que mi novio es hijo de un par de fenómenos?   

—¡Clarissa! ¿qué sucede contigo? —Lucas se puso de pie con el ceño completamente fruncido, ya sintiendo a su lobo removerse en su interior.

—¡No! ¿qué sucede contigo? ¿con ustedes? —la chica igualó su posición— ¿eres acaso el verdadero hijo de alguno de ellos? 

—No te permito que hables así de mi familia —Lucas bramó entre dientes.

Apenas desvió su mirada, se encontró con su papi Harry siendo abrazado y reconfortado con pequeñas palabras y muestras de amor de su papá Louis. Su corazón se partió en miles de pedazos. 

—La que no te permite nada soy yo. ¡Son unos fenómenos! —Clarissa iba a seguir escupiendo veneno cuando Lucas la tomó del brazo con más fuerza de la que le hubiese gustado y la arrastró sin cuidado por el comedor y sala de estar.

—Escúchame y hazlo con mucha atención porque será la única vez que lo diga. Lo nuestro se termina aquí, no permitiré que me insultes, ni a mi, ni a mis padres. Ellos se merecen que traiga a alguien que los respete y que valga la pena y definitivamente tú no das con el papel. No te quiero volver a ver, Clarissa. 

—Prometo que toda la universidad se enterara de esto, Lucas, nadie quiere a un rarito adoptado como amigo y mucho menos como novio. 

—¡Fuera de aquí! —Louis llegó por detrás de su hijo, abrió la puerta con brusquedad y se apartó para que la omega pasara. Si Lucas daba miedito enojado, Louis podía llegar a ser mucho peor— eres mayor de edad jovencita y no dudes que usaré mi poder contra ti si te atreves a difamar a mi hijo creando bazofia. Vete. 

Clarissa se fue sin siquiera dudarlo, sintiéndose intimidada por las feromonas de ambos alfas. Sus tacones repiqueteando en la acera fue lo último que se escuchó junto con las respiraciones erráticas de ambos alfas y los sollozos lejanos de Harry. 

—Lo siento tanto, papá, nunca pensé que Clarissa llegara a reaccionar así, ella era tan... no lo sé —murmuró con su mirada en el suelo y el repentino nudo formándose en su garganta por el arrepentimiento de haber llevado a una mujer así a su casa y a su vez la leve tristeza de haber terminado con una relación a la que ya le había agarrado cariño— simplemente lo siento. 

—Está bien, cachorro, entendemos que a veces el amor puede cegarnos y no dejarnos ver el verdadero ser e intenciones de las personas —Louis lo abrazó mientras liberaba feromonas— tú sabrás decidir que hacer con esa niña, pero no la quiero en la casa. Te altera a ti y altera a mi alfita. 

—Lo sé, no dejaré que algo así pase de nuevo. Iré con papi, quiero asegurarme de que esté bien. 

Y al final de día se la pasaron acurrucados en la cama de los mayores mientras un par de películas se reproducían en la televisión, todos abrazados y apretujados entre ellos. Lucas no cambiaría por nada ni nadie la relación y el amor que le tenía a sus padres y si tenía que enfrentarse a mil Clarissas para reafirmarlo, sin dudas lo haría. 

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Lucas ya es un alfa grande pero en el fondo de nuestros corazones siempre tendrá nueve años 😭😭😭😭. 

Encontré inspiración, pero necesito MÁS, siempre más. 

atención a mi muro porque estaré subiendo NOTICIONES!!! 

nos leemos pronto❤️

A. 

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