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Capítulo 21: mi cachorro ya no es tan cachorro

—¡Papá! ¡Papi!

Louis y Harry estaban preparando juntos la cena cuando el estrepitoso grito los obligó a alzar sus cabezas. Si bien Harry había estado todo el día con un presentimiento extraño en su pecho, lo había atribuido a su lobo y había dejado que pasara. Sin embargo, ahora entiende que se trató de nada más que un terrible error.

—Es Lucas, alfa, algo no anda bien —murmuró antes de soltar todo, apagar las hornallas encendidas y desplazarse en medio de grandes zancadas.

La presencia de su alfa detrás de su espalda lo hizo sentir un poco mejor. Mientras más subían las escaleras, más sentían la atmósfera pesada, cargada de un aroma característico pero mucho más presente. Su lobo lo desesperaba dentro de su pecho, jadeando y gruñendo por algo que no lograba entender del todo.

—¡Papás, vengan! —volvió a retumbar.

Empujaron al mismo tiempo la puerta de la recamara del menor de la familia y lo que vieron los dejó estupefactos. ¿Lucas había entrado en celo? eso era prácticamente imposible, apenas estaba llegando a los 11 años y se suponía que el promedio era alrededor de los 13.

Poco le importó a Harry cuando ya estaba arrodillándose a un lado de la pequeña cama. Con manos temblorosas corrió el flequillo plumoso que se pegaba a la frente contraria y presionó su palma allí. Lucas hervía en calentura y no dejaba de removerse y soltar diminutos jadeos y gruñidos culpa de las manos frías que palpaban preocupadas su rostro.

—Tranquilo, mi cachorrito, estamos aquí contigo —susurró antes de besar su frente repetidas veces— te ayudaremos, mi amor, no tengas miedo.

—Me duele, papi... —jadeó a cambio.

—Lo sé, cariño, lo sé. Haremos que deje de doler.

Louis ya estaba saliendo del cuarto para regresar a los pocos minutos con un cuenco lleno de agua fría y un par de toallas. Dejó todo sobre la mesita de noche y volvió a salir en busca de algo que hidratara a su cachorro.

No iba a mentir, estaba asustado, mucho a decir verdad, no era normal que un cachorro de esa edad estuviera atravesando un celo y mucho menos uno tan doloroso, pero intentaría que los síntomas aminoraran, luego calmaría a su alfita nervioso y llamaría al pediatra de Lucas para averiguar que estaba sucediendo.

—Ten, alfita, colócalo en su frente —le tendió una de las toallas ya escurridas.

—Lou, tengo miedo —murmuró el rizado mientras mordisqueaba las uñas de la mano que le había quedado libre.

—Yo igual, cariño... llamaré a su pediatra y averiguaremos que está sucediendo, pero debemos mantener la calma. Si Lucas siente a nuestros lobos enloquecidos, el suyo lo hará de igual forma. Ahora es más susceptible a los cambios y feromonas, tenemos que ser cuidadosos.

Lucas siguió removiéndose y lloriqueando un par de minutos más hasta que sus fuerzas parecieron aminorar. Sin embargo, nunca soltó la mano del alfa menor, buscando hasta inconsciente el apoyo que sabía que sus padres le brindaban.

Louis apresuró la comunicación con el pediatra que habían frecuentado desde que la adopción se había concretado. El beta prácticamente le exigió que llevaran al niño al consultorio lo más rápido posible, incluso si la medianoche se acercaba peligrosamente.

Sin perder tiempo, el mayor de la relación lo cargó entre sus brazos, sintiendo al instante la frente afiebrada del cachorro ir en busca de su aroma. Con toda la delicadeza del mundo lo depositó en los asientos traseros del vehículo y mientras Harry se sentaba a su lado para velar por su seguridad, él tomaba el asiento del conductor.

El escaso tráfico ayudó mucho a la intranquilidad de los alfas, pero el continuo jadeo y palabras inentendibles mantenía sus lobos revueltos.

En la puerta del consultorio un beta de bata y cabello revuelto aguardaba por su llegada. Enseguida los hizo pasar y pidió apresuradamente que dejaran el cuerpo inerte del menor sobre la camilla.

Utilizó varios tipos de artefactos para medir la presión, escuchar el ritmo cardíaco y revisar sus pupilas y garganta. Todo parecía ir de acuerdo a los síntomas comunes de un celo, incluso los colmillos empezaban a perforar las encías de Lucas.

Harry, mientras el médico caminaba de un lugar a otro reuniendo objetos y escribiendo datos, buscó consuelo entre los brazos de su alfa. Nunca quitó su mirada de su pequeño cachorro, y es que en su mente Lucas aún tenía mucho que aprender y crecer como para volverse un alfa completo.

Al poco tiempo, el médico inyectó algo en el brazo de Lucas y todos los síntomas aminoraran. Louis tuvo que ser detenido por las manos de su alfita en la cintura para contenerse de saltar sobre el beta y prácticamente despedazarlo por hacer sufrir de más a su cachorro.

—Bien, efectivamente se trata de su celo —comenzó a explicar cuando los adultos estuvieron sentados delante de su escritorio y Lucas descansaba tranquilamente sobre la camilla, ahora cubierto por una manta delgada— si bien no es normal que se presente antes de los 13 años, han habido casos que van en contra de esta regla. No hay nada de que preocuparse, solamente les recetaré algunos medicamentos que podrían serles útiles en caso de síntomas muy fuertes y el resto es el mismo procedimiento que se tiene en cualquier rutina.

Asintieron a casa palabra, sin embargo, todavía no estaban del todo conformes.

—Doctor, ¿está seguro de que es algo que sucede? ¿no le afectará en un futuro? —inquirió Harry preocupado.

El beta rio suavemente mientras asentía.

—Completamente seguro, señor. No le afectará en lo más mínimo en cuanto a su biología, lo que sí les recomendaría es que hablen con el niño y le expliquen lo que va a sucederle de ahora en más. Para algunos es un tema un tanto sensible.

—Sí... aunque ya hemos hablado con él de los celos y el proceso de crecer, creo que aún quedaron un par de detalles por resolver.

—Bien. Le suministré un calmante a Lucas. Ya pueden llevárselo, pero por favor vengan a consulta cuando el celo haya acabado, haremos unos chequeos generales para asegurarnos que todo está en orden en cuanto a hormonas.

Ambos alfas se pusieron de pie, estrecharon la mano del médico y posteriormente cargaron al nuevo alfa entre sus brazos.

Lucas durmió el resto de la noche sin problemas, incluso la mañana siguiente la pasó en relativa calma. Sin embargo, los síntomas regresaron a la tarde y se mantuvieron por lo menos por un día más.

Ellos se encargaron de cuidarlo, alimentarlo e hidratarlo. Lo bañaron en varias ocasiones para que su temperatura bajara y estuvieron a su lado en todo momento.

—Papi, no me gustó eso que se me hizo allá abajo —murmuró el alfita mientras jugaba nervioso con sus dedos.

—¿A qué te refieres, amor? —Harry peinaba sus rizos luego del último baño. 

—Ya sabes... 

—¿Hablas del nudo? —preguntó ya sabiendo por donde iba la conversación.

—Sí, eso... era molesto y dolía un poco. 

—Cariño, es normal. Deberás aprender a atenderte a ti mismo para que no duela. Verás, durante el celo gracias a las hormonas estamos sumamente excitados, por así decirlo, y por lo general pasmaos la rutina con otra persona para aliviar eso. Yo cuando era adolescente no quería pasar mi celo con nadie, lo consideraba algo especial, y sufrí mucho hasta que llegó papá y me ayudó. Hasta que no tengas o quieras pasar el celo con alguien, cosa que es sumamente respetable, cada vez que el nudo se forme deberás apretarlo con tu mano con suavidad, una mínima presión, y eso ayudará a que baje y deje de doler. 

Harry terminó su breve discurso con un atisbo de vergüenza bañando sus mejillas y su aroma acompañándolo. Si bien tenía el deber de explicarle a su hijo todos los cambios y procesos, pero nunca pensó que debería hacerlo tan temprano y mucho menos que se centrarían en algo como el nudo. 

—Sé lo que es el sexo, papi, lo aprendimos en la escuela, solo que me da miedo —Lucas fijó sus ojitos en los suyo por medio del espejo— ¿está mal?

—Para nada, cariño, lo harás cuando estés listo y encuentres a la persona correcta. Nadie puede obligarte a mantener relaciones sexuales con él o ella, ¿comprendes? prométeme que acudirás a mi o papá si algo así llega a suceder. Eres mi más grande tesoro y quiero que tengamos la confianza de hablar las cosas. 

—Lo haré, papi. Te amo. 

—Y yo a ti, mi amor, mucho.

Y si bien pasaron el resto de la tarde y parte de la noche despejando las dudas del cachorro en familia, Harry no habría preferido que hubiese sido de otra manera. Como le había dicho a Lucas, quería ser su más grande confidente y estaría ahí para su hijo ante cualquier conversación incomoda o tabú. Lo más importante era la seguridad y bienestar del alfita y quien mejor que él para explicarle. 

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okeeeyyyyy por fin pude encontrar un poquito de inspiración, si bien no sé por donde voy a encarar la historia de ahora en adelante sí que tengo claro que habrá saltos temporales para que no se vuelva tan repetitiva y monótona. 

Se aceptan recomendaciones o críticas constructivas :) ---> 

También estoy por publicar una fic sobre tribus y mandadas, así que atención a los anuncios del muro!  

gracias por todo el apoyo y cariño, lxs amo!! 

nos leemos pronto ❤️

A






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