Capítulo 13: empezando a construir nuevos recuerdos
Había pasado una semana desde que Lucas vivía con ellos y Louis cada vez confirmaba más que ese cachorro era suyo. Situaciones como la de ese momento en dónde veía a los dos amores de su vida dormir juntos y apachurrados, se lo aseguraban.
Muy lentamente, y con todo el amor y precaución del mundo, acarició un par de veces con la punta de su dedo índice la delicada curvatura de la nariz de Lucas, la cual se frunció con gracia y besó la frente de su alfita. Después de repetir este proceso un par de veces más, incapaz de dejar de hacerlo, retiró la manta que cubría su regazo y se puso de pie lo más silencioso posible.
Con la intención de ir preparar un buen desayuno para su familia, realizó su rutina de higiene y luego de abrigarse con un gran sweater de lana y unos pantalones de algodón bajó a la cocina.
Todo con buena música es mejor, y en la casa Tomlinson-Styles no podía faltar nunca, por lo que mientras que los panqueques chillaban en la sarten, una hermosa melodía llenaba la espaciosa cocina.
Louis balanceaba sus caderas a la vez que tarareaba y preparaba todo. La mesa terminó a rebosar de fruta, jugo, cereal, té, café, panqueques y miles de opciones para decorarlos.
Cuando iba a ir por los amores de su vida, dos alfas igual de despeinados y pisando el final de sus pantalones de pijamas irrumpieron en la cocina.
Ambos tenían la misma expresión de desconcierto y adormilada, fregando sus ojos para intentar despertarse. Era increíble lo mimetizados que estaban en tan solo una semana que incluso lo sorprendió.
—Oh... mis dulces alfas despertaron —Louis se acercó a ambos con una gran sonrisa— ¿Quieren desayunar algo?
Harry asintió antes de dejarse caer sobre el pecho del mayor en busca de la dosis diaria de mimos.
Como buen alfa, Louis concedió caricias en sus cabellos y pequeños besos repartidos entre su rostro, labios y marca. Incluso creyó escuchar un pequeño ronroneo por parte del rizado que hizo que sonriera con incluso más fuerza.
Para ellos ya era normal que Harry despertara mimoso y un tanto desorientado, se mantenía así por unos minutos hasta que el desayuno era depositado frente a él junto a un beso o muchos cariñitos en la ducha.
Sin embargo, ahora tenía a dos personitas las cuales despertar con la misma táctica.
Lucas se interpuso entre ellos con uno de sus deditos pulgares entre sus labios y la otra mano estirada en su dirección.
Fue cargado, haciendo que Harry refunfuñara un poco pero se acomodara del otro lado. Apoyó su cabeza en el cuello del mayor y pestañeó con pesadez cuando la madera lo cubrió.
Louis retiró su dedito con delicadeza, ya que esto podría causar mal formaciones en sus dientes ya definitivos y paladar, y besó sus cabellos como había hecho anteriormente.
—Vengan, preparé panqueques. Puedes agregarles lo que quieras —indicó hacia Lucas, quien solo miraba con curiosidad como Harry atiborraba su propio panqueque con chocolate y crema.
Aún con la timidez presente estiró una de sus manitos por la mesa y tomó la miel para luego rociar todo el panqueque sobre su plato. Riendo en el proceso, continuó con algunas rodajas de banana y una cucharada de crema como toque final.
Harry le sonrió en grande y revolvió sus cabellos completamente enredados.
Se sumergieron en una conversación sobre si los panqueques podrían ser comidos todo o el tiempo o solo en ocasiones especiales.
—Ni siquiera es una comida completa, Hazzy —argumentó Louis a la vez que cortaba otro trozo de su desayuno y lo llevaba a su boca.
—Claro que sí. Si pudiese, eliminaría todas las otras comidas y viviría a base de panqueques —refunfuñó como un niño pequeño haciendo que Lucas riera levemente.
—Creo que yo también quiero panqueques para el resto de las comidas... —acotó Lucas con las mejillas manchadas de miel.
—¿Ahora conspiran contra mí? —gruñó juguetón fingiendo indignación.
Harry asintió reiteradas veces para luego dejar un beso con sabor a fresas y chocolate.
Terminaron de desayunar en relativa calma, las manos de Louis y Harry unidas sobre la mesa bajo la atenta mirada de Lucas. Todavía no podía concebir que el amor verdadero existiera, que dos personas llegaran a amarse tanto como le daba la impresión de que los alfas en la mesa lo hacían.
—Lobito, en casa todos tenemos pequeñas tareas que debemos hacer para que las cosas se mantengan en orden —Louis le dijo con una sonrisa ladeada— una de las tuyas será ayudar a Hazzy a recoger la mesa, ¿te parece bien?
Lucas asintió, de igual forma en el orfanato debían hacer los quehaceres, desde juntar cosas hasta trapear. Supuestamente de esa clase de cosas debían encargarse los empleados del lugar pero al negarse a hacerlo le adjudicaban todas las tareas a los niños más grandes.
—¿Debo trapear? —murmuró Lucas con un poco de tristeza en su voz, odiaba que sus manitos dolieran por pasarse horas fregando pisos.
—Oh no, claro que no —la tierna sonrisa de Louis pasó a ser una mueca de incomodidad— de esas cosas nos encargamos nosotros o Lucy, una chica que nos ayuda cuando tenemos mucho trabajo. Tus tareas son cosas acorde a tu edad, van a ayudarte a crear buenos hábitos, amor.
—En el orfanato debíamos hacer muchas cosas, mis manitos dolían...
Louis dirigió su mirada preocupada a Harry y apretó su mano con un poco de fuerza.
El menor de la pareja corrió un poco su silla hacia atrás y ayudó a Lucas para que se sentara en su regazo. Una vez estuvo cómodo, lo abrazó con fuerza y se meció un poco de adelante hacia atrás.
—Aquí tus manitos no van a doler nunca más, lobito —consoló Harry con voz suave a lo que su pareja asintió— de las cosas de adultos nos encargamos nosotros, tú solo debes hacer tareas pequeñitas, como ordenar tus juguetes, recoger tus zapatos, la mesa, y jugar mucho.
La declaración pareció tranquilizar de sobremanera a Lucas porque enseguida volvió a sonreír, besó la mejilla de Harry y bajó de la silla de un salto.
Ambos adultos se quedaron pasmados por la repentina muestra de afecto del más pequeño, Harry con una mano sobre su propia mejilla y Louis con una dulce sonrisa.
—¿Juntamos para ir a jugar? —les preguntó con las mejillas sonrojadas pero rebotando sobre la punta de sus pies descalzos con ansiedad.
—¡Claro que sí! —el abogado rió levemente antes de ponerse de pie— iré a cambiarme mientras ustedes se encargan de esto.
Louis desapareció bajo la mirada de ambos. Juntaron lo sobrante en diferentes contenedores de plástico con tapa, porque ellos no desechaban nada de comida que podría consumirse luego, más bien la guardaban en el refrigerador y cuando tenían ganas la consumían; luego, llenaron el lavavajillas explicando paso a paso como hacerlo para que la siguiente ocasión Lucas pudiera hacerlo por su cuenta, limpiaron la mesa y por último Harry barrió algunas migajas perdidas.
—Listos, vayamos a cambiarte y luego vemos a que jugar —indicó el mayor.
Antes de que siquiera pudiera terminar la frase, Lucas ya corría despavorido por la casa con pequeñas risitas escapando de sus labios.
Decidieron que el día se prestaba para salir a dar un paseo, ya que el sol brillaba con fervor y el frío poco a poco iba desapareciendo para dar lugar a la primavera.
Empacaron sándwiches, los suficientes, un poco de fruta, algunos snacks y limonada en una linda canasta, un mantel y lo necesario para un lindo pícnic.
Cuando todo estuvo listo, incluso ellos enfundados en sus chaquetas, emprendieron camino a un parque cercano el cual siempre estuvo destinado a ser testigo de la que sería su familia.
En ese lugar, años atrás, cuando apenas estaban en secundaria, un Louis adolescente a punto de ingresar a la universidad le había pedido a un muy tímido Harry que fuera su novio. Luego, había presenciado infinidad de citas y noches en vela. Era su lugar, y ahora lo querían compartir con su cachorro.
Llegaron a un área verde inmensa y decidieron armar el pícnic justo al lado del que era su árbol, aquel donde habían tallado sus iniciales. Louis acarició la corteza con cariño destilando en su mirada y sintió un beso en su mejilla que lo hizo revivir cada recuerdo.
Pusieron el mantel, sacaron la comida y acomodaron todo. Degustaron los sándwiches y luego se recostaron para sentir el sol en sus rostros.
Unos minutos después, Lucas y Harry decidieron que era demasiado por lo que se levantaron y empezaron a correr por el césped. Se perseguían mutuamente causando escandalosas risas en el niño y unas tantas en el alfa mayor.
Louis tomó varias fotos de ambos desde donde estaba, inmortalizando algo que esperaba fuera para siempre.
—¡Acaba de comer, alfita, lo harás vomitar! —llamó la atención del alfa cuando vio como cargaba a Lucas y lo hacía girar en el aire.
—¿Vamos por Lou? —conspiraron entre sonrisas maliciosas.
Louis desde su lugar no pudo escuchar lo que ambos planeaban pero desde luego que no era nada bueno.
Frunció el ceño cuando los visualizó corriendo en su dirección y pronto tuvo dos cuerpos sobre él, uno más pequeño que el otro pero definitivamente igual de cálidos.
—¿Qué hacen? —se carcajeó intentando apartarlos.
—¡Cosquillas! —chilló Lucas antes de atacar a Louis.
Todo se convirtió en un caos de risas, cosquillas y cabellos rizados. Y por más que Louis estuviera muriendo por la falta de aire y el calambre en su abdomen, no encontraría otra forma más linda para hacerlo.
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buenoooo nueva actualización!!!
espero que estén disfrutando de la historia y los nuevos recuerdos de esta pequeña familia 😭
que tengan linda semana, cuidense y sean felices!
nos leemos pronto ❤️
A.
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