06. Ausencia.
👁️🗨️ A c t u a l m e n t e 🔎
El celular vibraba insistentemente en mi mano. 180 mensajes sin leer, la mayoría de los chicos. Sabía que estaban preocupados, pero la soledad me abrumaba. Necesitaba a alguien en quien confiar, alguien que pudiera entenderme, y solo había una persona que podía hacerlo: Jungkook. Marqué su número sin pensarlo, no sabía qué decir, había estado ignorando sus mensajes y llamadas estos días, el pitido del teléfono me ponía nervioso y mi corazón se paró cuando sentí una respiración del otro lado de la línea.
—Hola— susurré, sin saber muy bien qué decir. —¿Podríamos salir a dar un paseo? Te necesito. Y al fin, escuché su voz, un bálsamo para mi alma.
—Tae, al fin contestas. Me tenías tan preocupado No sabes lo asustado que estaba, creí que te había pasado algo malo; te fui a buscar, tu madre siempre me decía que estabas durmiendo. — Soltó una reprimenda cariñosa, aunque llena de alivio; podía sentirlo en su voz.
— Lo siento...— Fue lo único que pude decir; la culpa me carcomía. Si no hubiera invitado a jimin, nada de esto habría ocurrido.
—Está bien...— Suspiró; se escuchó un ruido del otro lado. —Me estoy cambiando, llego en diez minutos.
Una sonrisa alivió la tensión en mi rostro. Lo extrañaba, y sabía que él también estaba pasando por un mal momento. Solo respondí un "Aquí te espero" antes de colgar.
Me levanté de la cama con prisa y me dirigí al baño. Necesitaba salir de esa habitación; me sofocaba, y Jungkook era el único que podía hacerme respirar. Una vez presentable, bajé las escaleras; parecía que habían pasado meses desde que usé mis piernas, estas dolían con cada paso. Mi madre, sentada en la sala leyendo el periódico, levantó la vista, sorprendida.
—¡Dios mío, Taehyung! ¿Estás bien, cariño? — Jadeó, la preocupación grabada en sus ojos. Asentí con la cabeza. — ¿Quieres algo de comer? No has comido en días— preguntó, su voz llena de tristeza.
—No tengo hambre, mamá...— murmuré, mi voz apenas audible. Mi madre hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas; sus ojos se clavaron en los míos con una mezcla de tristeza y comprensión, asintiendo lentamente. —Tae... sobre Jim...— intentó decir, pero la interrumpí.
—¡Mamá! No lo nombres, por favor. — supliqué. —Él se ha ido, no va a volver, lo entiendo— mi voz tembló.
—Cariño, la gente que amamos nunca se va, siempre nos acompaña, aunque tal vez no de la forma que uno desearía— intento explicarme.
Pero mis sentimientos negativos eran más fuertes que yo; no podía aceptar sus palabras. Porque aún no podía superar el hecho de que él ya no estaba con nosotros.
— Bueno, Jimin no, a él lo mataron. — gruñí molesto. —¡Él está muerto!
Le di la espalda y salí de casa, dando un portazo. La culpa por herir a mi madre me carcomía; sabía que ella siempre había estado ahí para mí. Pero la furia que sentía cada vez que se mencionaba a Jimin era incontrolable. Sumido en mis pensamientos, el bocinazo de un coche me sobresaltó. Al levantar la vista, vi a Jungkook junto a su Dodge Charger. Su mirada era intensa, una mezcla de preocupación y algo más que no lograba descifrar. Solo una mirada de él logró destrozarme. Corrí hacia sus brazos. Él no tardó en rodearme y cubrirme con su cuerpo, un abrazo reconfortante, su cuerpo tan cálido como lo recordaba. Me dejó llorar en su hombro mientras me daba pequeñas palmadas en la espalda y susurraba cosas casi inaudibles. Cuando logré calmarme, me limpió las lágrimas y me regaló una débil sonrisa; podía ver sus ojos rojos y trasnochados.
—Vamos a Beddys— susurró, mientras abría la puerta del copiloto. — Compremos algo de comer— sugirió, regalándome una sonrisa. Solo asentí.
El auto estaba como siempre; su olor me traía tantos recuerdos, recuerdos junto a él, recuerdos junto a Jimin. No pude controlar la pequeña lágrima que se me escapó. Durante el camino, reinaba el silencio, solo se escuchaba la música de fondo; sabía que me estaba dando mi espacio. Yo miraba el paisaje por la ventana, trataba de despejarme. Todo parecía igual, pero un poco más gris. Tal vez era solo mi percepción, pero sentía que Jimin también se había llevado los colores del lugar.
Finalmente, llegamos a Beddys, una pequeña cafetería donde solíamos pasar la mayoría de nuestro tiempo libre. Ahora no se sentía tan acogedora; algo había cambiado.
Jungkook me dirigió a nuestra mesa, la última a la izquierda, donde teníamos la mejor vista. — ¿Lo extrañas? — murmuré en voz baja. Él asintió con pesar y tragó saliva; podía ver que también era difícil para él.
— No hubo un minuto del día en el que no lo extrañara, en que no me acordara de él— susurró, bajando la cabeza. Parecía estar luchando con sus emociones y con el nudo en la garganta. Y eso me sorprendió; en mis tres años de conocerlo, jamás lo había visto llorar, solo el día que nos encontramos en el bosque y ahora, que parecía estar a punto de quebrarse.
Extendí mis manos; el solo sentir su piel hizo que me estremeciera. Entrelacé nuestros dedos y levanté la vista; sus ojos llorosos me hicieron temblar.
— No puedo explicar con palabras el dolor que siento, Tae...— pude ver cómo se le escapaban las lágrimas, y lo peor fue ver que no hacía nada para ocultarlas; me había dejado verlo destrozado. Lo entendía; sentía exactamente lo mismo, pero de nuevo me di cuenta de que había sido demasiado egoísta. Durante todo este tiempo, solo me preocupé por cómo me sentía; nunca me detuve a pensar en los demás, especialmente en Jungkook. Si yo me sentía de esta forma, no entendía cómo podía sentirse él; básicamente, habían nacido y crecido juntos. Jimin era su mejor amigo, tanto que varias veces llegó a decir que era como un hermano revoltoso.
Apreté sus manos para llamar su atención. —Lo siento mucho, Kook— mi voz casi inaudible.
—Está bien. —se encogió de hombros, secándose las lágrimas con los puños de su abrigo. — Voy a estar bien— susurró, una casi afirmación para sí mismo; podía ver cómo trataba de controlarse. —¿Qué pedirás? — preguntó, cambiando de tema.
—No... no pediré nada—respondí; sentía un nudo en el estómago, todo lo que intenté comer había terminado siendo botado.
—Tae...— se quejó molesto; sabía que se iba a poner en modo padre, pero no podía enojarse, sabía que estaba igual y solo fingía.
—No tengo hambre. — Me observó por un segundo y levantó una ceja con molestia.
—Puedo notar que no has comido en días. —soltó molesto, mientras apretaba mis manos.
—Lo hice... — Mentí; no me acordaba cuándo había sido la última vez que había ingerido un bocado.
—No, no lo hiciste, no me mientas. — reprochó molesto; era imposible hablar con él cuando se ponía de este modo. Se puso de pie. —Iré a comprarte algo de comer.
— Jungkook, no tengo hambre. — repetí, pero fue en vano. Solo caminó hasta el mostrador, pidiéndole a la mujer dos chocolates calientes y un trozo de tarta.
Cuando se ponía serio, era imposible contradecirlo, y en este momento tampoco tenía fuerzas para discutir con él.
Después de unos minutos, regresó a la mesa y sonrió fingidamente, colocando las dos tazas sobre la mesa. Suspiré derrotado; sabía que tendría que comer o, de lo contrario, me tendría ahí todo el día, y tampoco quería hacerlo sentir mal.
—¿Quién crees que lo hizo? — solté de repente, mientras tomaba un sorbo de mi chocolate caliente; él solo me miró extrañado.
—¿Hacer qué? — preguntó confundido, mientras tomaba un trago de su chocolate. Observé cómo arrugó su nariz al tragar; al parecer, era la primera comida de ambos.
—¿Quién crees que lo mató? — volví a insistir; necesitaba hablar de ello con alguien. Jungkook se encogió de hombros pensativo, haciendo rodar su taza entre sus manos.
— Realmente no tengo idea—Por fin contestó con un suspiro. — La policía está trabajando, pero pasaron días y aún no tienen ni una pista; realmente no sé qué pensar.
—No creo que estén haciendo bien su trabajo; siento que van por el lado incorrecto— confesé. Cruzamos una mirada cómplice; ambos creíamos lo mismo.
Revolví mi cabello frustrado, mientras él soltó un corto suspiro; estábamos en cero.
—Sé lo que quieres decir, también lo he pensado— habló, llamando mi atención. Descansaba su barbilla en la palma de su mano y cerraba los ojos.
Hice lo mismo; esa era nuestra manera de concentrarnos y pensar. Y en ese instante, algo golpeó mi mente. ¿Qué pasa si fue él?, ¿Qué pasa si le hizo algo? La idea me heló la sangre; una profunda depresión me invadió. Apreté los ojos con fuerza y puse mi cabeza sobre la fría mesa. No tenía pruebas, pero él siempre había sido casi un enemigo silencioso; era la única persona que se me venía a la mente. Aunque tal vez eran solo especulaciones mías. Jungkook pareció no notar mi desconcentración. Después de terminar y de algunas pequeñas charlas, le pedí que me llevara de nuevo a mi casa. El alivio que había sentido con Jungkook se desvaneció en el camino de regreso.
Fue alrededor de las seis de la tarde cuando regresamos. Me despedí, no sin antes prometerle que iba a ponerme en contacto con todos y que iba a contestar a sus mensajes. Me quedé parado en mi puerta, viendo cómo desaparecía al doblar la esquina, y cuando su auto desapareció, entré y me dejé caer en el sofá.
Permanecí allí por un tiempo, sin hacer nada, con la mente en blanco; tenía demasiados pensamientos malos. Pasé los dedos fríos por mi cabello lleno de nudos, apartándolo torpemente de mi rostro. Una profunda tristeza me envolvió, un peso insoportable en el pecho. El regreso a casa solo acentuó el vacío, la desesperanza. No había solución. Estiré mi cuerpo y me puse de pie. Aún había un poco de luz, así que decidí salir y dar un paseo, el primero en días.
Me quité la chaqueta antes de salir, teniendo en cuenta que el clima estaba bastante bien. Caminé lentamente por las calles vacías del pequeño pueblo, donde el frío invierno pintaba las casas blancas con un halo grisáceo, y los jardines, a pesar de la estación, aún conservaban algunas flores resistentes. Era un buen lugar para vivir.
Mis pasos me llevaron casi por inercia hacia el cementerio, abrí la gran puerta negra y caminé hacia adentro sin detenerme en la tumba de Jimin. En cambio, aceleré el ritmo y comencé a correr hacia el bosque, sin preocuparme por lo que iba a suceder; no tenía miedo, ni ansiedad; el frío helado me quemaba el rostro y se sentía bien. Mis emociones cambiaron en un instante; sentí un impulso de estar con Jimin. Le quería tanto que no podía dejar de pensar en querer estar con él, incluso si eso significaba...
Después de pasar entre los últimos árboles altos del bosque, un laberinto de ramas oscuras y retorcidas que parecían susurrar secretos al viento, subí por encima de la pequeña valla de madera, rota en varios puntos, que impedía el paso. Corrí hacia la colina llena de hierbas altas y silvestres, forzando mis piernas doloridas a correr más rápido de lo que mi cuerpo aguantaba. Al llegar a la cima, pude ver la vía del tren; si no estuvieran allí, solo se vería como un gran patio verde bajo el cielo gris. Mirar ese lugar solo me trajo más recuerdos que compartí junto a Jimin, recuerdos que la charla con Jungkook no había logrado borrar, recuerdos que me seguían atormentando. La desesperanza me inundó, y caí de rodillas en el suelo rocoso, rompiendo en llanto.
—Jimin... — susurré su nombre, con un dolor desgarrador al no recibir respuesta. Las lágrimas corrían por mi rostro, mi cuerpo temblaba por el frío que se colaba hasta mis huesos.
Me levanté como impulsado por una fuerza ajena a mi voluntad, caminé hasta llegar a las vías y me recosté entre ellas, en el mismo lugar donde solíamos sentarnos con Jimin, cuando aún no funcionaban. Sabía que pronto iba a pasar, que de esta manera significativa me reuniría con él. El tren llegaría pronto, me llevaría lejos, me liberaría de este dolor insoportable, me llevaría donde mi mejor amigo estuviera. La suave brisa fría soplaba en contra de mi rostro, y pequeñas gotas de agua comenzaron a caer sobre mí, al principio leves, pero cada vez con más intensidad, hasta que sentí mi cuerpo totalmente empapado. Al parecer, el cielo también lloraba.
Mi camisa blanca se pegaba a mi cuerpo. Podía sentir las vías vibrar, el tren se acercaba y podía escuchar el ruido del motor cada vez más cerca. Mis pensamientos se llenaron de todas las experiencias que había tenido en mi vida, los momentos felices y los infelices. El rostro de mis amigos, los ojos de Jungkook, la calidez de su cuerpo y el sabor de sus labios, todo pasó por mi cabeza como si fueran flashes. Sentí una extraña paz invadirme, una aceptación de lo inevitable. Estaba listo para enfrentar lo desconocido, para explorar lo que yacía más allá de la vida terrenal.
👁️🗨️ Narrado por Jimin🩸
El desespero y la impotencia me invadieron mientras observaba el cuerpo inerte de Taehyung en las vías del tren. Sus zapatos, gastados y mojados por la lluvia torrencial, parecían aferrarse a los rieles como si suplicaran por un milagro. Mis palabras salieron en un grito desgarrador, rogando que reconsiderara su decisión de acabar con su vida.
—¡Por favor, Tae! —supliqué, con lágrimas mezclados con la lluvia en mi rostro. Su respuesta fue un susurro apenas audible, una sonrisa triste en medio de la tormenta. Una sonrisa que me rompía el alma.
— Jimin, espérame —murmuró. La frustración se apoderó de mí, un torrente de rabia e impotencia que me hizo gritar: — ¡Maldición, Taehyung! ¡Quítate de las malditas vías! ¡No puedes hacer esto!
El sonido del silbato del tren resonaba en la distancia, un sonido agudo y penetrante que atravesaba el ruido de la lluvia intensa, un presagio de la tragedia inminente.
Desesperadamente, repetí su nombre una vez más, esperando que esta vez pudiera escucharme y cambiar de opinión. —Tae... Taehyung... —susurré, mi voz quebrada por el dolor. Pero mis palabras quedaron sin respuesta, perdidas en el viento y la lluvia, tan insignificantes como mi propia capacidad para detenerlo.
Me sentí impotente, incapaz de hacer algo para ayudarlo. Esta vez, no podría salvarlo. El destino había decidido su trágico final y yo me quedé allí, con el corazón destrozado, lamentando mi incapacidad para cambiar su destino, para alcanzarlo y alejarlo de este mundo, no lo quería a mi lado, no de esa forma.
¡Hola Traitors! Me gustaría empezar diciendo, que espero lograrán entender las perspectivas, creo que era necesario mostrar ambos lados de la secuencia, creo que fue bastante fácil de entender, pero el formato les resuelto confuso pueden decirme en comentarios por favor.
Se que en este momento tendrán muchas dudas, ¿Qué fue lo que pasó con Jimin?, si podrá comunicarse con el o salvarlo, tendrán mil millones de dudas y para aclararlas tendrán que seguir leyendo.
Como siempre, me despido.
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
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