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05. El día que lo conocí.

👁️‍🗨️ P a s a d o  🔎

👁️‍🗨️ P a s a d o 🔎

El sonido de los pájaros, las hojas amarillentas, el viento frío anunciando el otoño... respire profundamente, llenando mis pulmones con el aire helado. Apoyé la espalda contra el viejo roble, desnudo y solitario. Cerré los ojos, intentando calmar la tormenta en mi mente, pero al abrirlos, solo encontré mi propia soledad. Mis manos, aún aferradas con temor al cuchillo.

Aunque me había mudado, dejando todo atrás, mi pasado me persigue. Cada vez que cerraba los ojos, revivía los golpes, los insultos, el eco de la violencia. Mi cuerpo temblaba, sin saber si por el frío o por el miedo que sentía.

Anhelaba la libertad de los pájaros que volaban entre las ramas desnudas, la paz que me era negada. Quería liberarme del dolor, del miedo que me oprimía.

Mordí mis labios con fuerza hasta que brotaron dos gotas de sangre. Contuve el grito que quería escapar de mi garganta. Tenía que aguantar. Tomé el cuchillo, robado de mi cocina horas antes, y lo acerqué a mi muñeca. Mis manos temblaron al sentir el frío metal contra mi piel.

Dos voces resonaban en mi cabeza: una, suplicante, me urgía a poner fin a mi sufrimiento; la otra, dulce y firme, me gritaba que no lo hiciera.

De repente, una voz profunda interrumpió mis pensamientos, haciéndome dar un salto de sorpresa.

—No hagas eso.— dijo una voz con firmeza.

Abrí los ojos lentamente. Un chico de cabello rubio, piel clara y ojos avellana me observaba con atención. —¿Quién eres tú para decirme qué hacer?— respondí con rudeza, a la defensiva.

—Sé que eres más fuerte de lo que crees— Se agachó frente a mí.

—No me conoces, no sabes ni puta cosa de mí— susurré, la voz temblorosa, luchando por mantener la compostura.

—Sé que no quieres hacerlo.— aseguró, deslizando la mano hacia la mía para apartar el cuchillo, pero lo aparté bruscamente.

—Aléjate de mí— advertí, presionando el cuchillo contra mi muñeca. Mis labios y mi cuerpo temblaba.

—Por favor, no lo hagas.— sus ojos marrones, profundos y penetrantes, buscaban los míos. —Solo dame el cuchillo.

—¡No!— grité, las lágrimas amenazando con brotar.

El chico se encogió de hombros y se sentó en la hierba seca, en silencio, no entendía que trataba de hacer.

—Mírame...— habló con suavidad, intentando calmarme. —Dime una razón por la cual quieras quitarte la vida.

—Yo... yo...— las palabras se atascaron en mi garganta. —No te contaré mis sentimientos, no te conozco. Podrías ser un asesino.

— ¿Luzco como un asesino?— preguntó. Negué con la cabeza. Parecía un chico bueno, pero la desconfianza seguía presente.

—Pero podrías serlo.— murmuré. Rió levemente, antes de que su rostro volviera a la seriedad.

—. Vamos, dime, tienes que tener una gran razón para querer hacerte eso— hizo una pausa, buscando las palabras correctas. —¿Murió algún familiar?—, preguntó. Negué con la cabeza. —¿Alguien abusó de ti?, ¿Te hicieron daño?

Un escalofrío recorrió mi cuerpo ante su pregunta.

—No es nada, no tengo ganas de hablar contigo.

—Pero, ¿estás seguro de que deseas quitarte la vida?— preguntó.

Escondí mi cara entre mis rodillas, sentía los ojos arder. Los apreté con fuerza, intentando contener las lágrimas, pero fue en vano. Mis mejillas empezaron a empaparse. Mi largo cabello era un escudo, ocultando mi rostro de la mirada ajena. No quería que un desconocido me viera llorar.

—Soy tan patético— murmuré, sintiendo la aspereza del suelo bajo mis rodillas, el olor a tierra mojada y el distante murmullo del tráfico.

Sentí cómo se movía y se acomodaba a mi lado. Puso su brazo alrededor de mi cintura y me atrajo hacia él. El movimiento me sobresaltó, y aproveché ese instante de distracción para soltar el cuchillo.

—No, no lo eres— susurró, mientras frotaba suavemente mi espalda.

Mi cuerpo tembló al sentir su toque, pero su mano era cálida y él desprendía una aura tan tranquila que, finalmente, no pude controlar mi llanto y terminé llorando en su pecho.

Cuando pude calmarme, limpié mis lágrimas con el dorso de la mano; el frío del aire contra mi piel fue un pequeño consuelo en el silencio que seguía. Él nunca dijo nada, solo acarició mi espalda y me consoló.

— ¿Cómo te llamas?— preguntó, mientras se alejaba, dándome espacio. Agradecí el gesto; no quería que viera mi rostro rojo.

—Taehyung— murmuré, mientras limpiaba las lágrimas secas con el puño de mi abrigo.

—Yo soy Jimin, Park Jimin— contestó con una sonrisa, mientras extendía su mano.

Dudé un momento. Era un desconocido, un testigo involuntario de mi más profunda desesperación... pero su sonrisa, por alguna razón, reconfortaba a mi aturdido corazón. Con miedo, moví mi mano hacia la suya y, cuando logramos estrecharlas, un grito silencioso en mi interior resonó: "No quiero morir".

Y por primera vez en mucho tiempo, estuve de acuerdo con esa voz. Ya no quería morir, ya no. Quería vivir y quería saber más sobre el chico que tenía enfrente.

Después de estrechar nuestras manos, sentí un peso levantarse de mis hombros; sentí que podía respirar de nuevo. Miré a Jimin, con curiosidad y esperanza en mis ojos.

—Jimin, ¿qué te trajo hacia mí?— le pregunté.

Jimin suspiró y me miró con sinceridad en sus ojos.

—Yo también pasé por momentos difíciles en mi vida. Luché contra mis propios demonios y sentí esa oscuridad que te consume— contestó—. Pero a lo largo del camino, aprendí que la vida tiene mucho más que ofrecer, incluso en los momentos más oscuros. Cuando te vi a lo lejos, algo me dijo que tenía que ayudarte, así que por eso me acerqué.

Sus palabras resonaron en mi corazón. Era reconfortante saber que no estaba solo en esto y que había alguien que entendía mi dolor. Quería saber más sobre su historia, sobre cómo había superado sus propios demonios.

— ¿Te importaría compartir tu historia conmigo?— pregunté con cautela.

Él sonrió suavemente y asintió.

Jimin me acompañó hasta la puerta de mi casa; su principal preocupación era asegurarse de que llegara a salvo y no me desviara del camino. Durante el viaje, reinaba un silencio que, sin embargo, no era incómodo. No sé cómo explicarlo, pero Jimin era una de esas personas que no necesitaban palabras para transmitir una sensación de bienestar. Sus ojos, su sonrisa, su cuerpo... todo emanaba una tranquilidad que me envolvía. Era reconfortante tener a alguien así a mi lado, alguien cuya simple presencia era suficiente para hacerme sentir en paz.

Al llegar a casa, Jimin me prometió que volvería mañana por la tarde para tomar un helado juntos. Sin embargo, intuía que su visita tenía un propósito más profundo: asegurarse de que estaba bien, de que seguía vivo.

Esa noche, la oscuridad me envolvió como una pesada manta. El tic-tac del reloj resonaba en mis oídos, marcando el tiempo que me separaba de la posible llegada de Jimin. La excitación se mezclaba con un miedo paralizante. ¿Y si no venía? ¿Si todo había sido una ilusión mía? Intenté calmar mi mente, pero las imágenes de su rostro, su sonrisa, se entremezclaban con la oscura posibilidad de su ausencia. Una pequeña llama de esperanza, sin embargo, se negaba a apagarse, "Vendrá, tranquilo" me repetí hasta el cansancio.

El habitual piar de los pájaros contra mi ventana se vio interrumpido por un golpe en mi ventana que me hizo sobresaltar. Curioso, asomándome cautelosamente mi cabeza. El sol matutino pintaba el cielo con tenues tonos rosados y anaranjados, azotó mi rostro mientras respiraba hondo. De repente, algo suave rozó mi mejilla. Miré hacia abajo y vi a Jimin, envuelto en un grueso abrigo de lana color marrón oscuro que contrastaba con el blanco níveo de su bufanda tejida. Sus ojos, brillantes se encontraron con los míos.

—Oh, lo siento— Balbuceó, apenado, pude ver tus mejillas teñirse de rojo.

— ¿Qué haces aquí?— Jadeé sorprendido, sintiendo cómo mi corazón se acelera, "Si vino, lo hizo."

—Solo... no podía dormir— murmuró nervioso, apartando una hebra de cabello que el viento había desprendido de su frente.

— ¿Por qué?— pregunté, intrigado por saber qué lo había llevado a venir tan temprano.

—Estaba preocupado por ti. Sé que quedé en venir más tarde, pero soy demasiado ansioso. Quería asegurarme de que...— Jimin agachó la cabeza, jugando nerviosamente con sus manos. —Estaba vivo— completé la frase, una sonrisa nerviosa dibujándose en mis labios.

Él levantó la cabeza y me sonrió, una expresión cálida que disipaba parte de mi ansiedad. —Sí— comentó en voz baja, mientras se frotaba los brazos para combatir el frío.

—Espera...— exclamé, llamando su atención. —Voy a bajar—. Oí una leve protesta, pero ya era demasiado tarde. Me puse un abrigo rápidamente y bajé las escaleras de dos en dos. Al llegar a la puerta, me miré en el pequeño espejo que había allí; mi pelo estaba hecho un desastre. Lo acomodé con torpeza antes de abrir la puerta. —Hola— dije tímidamente.

—No era necesario— contestó. —Yo solo venía a calmar mi mente. Regresaré en la tarde.

Una mezcla de alivio y emoción me invadió al verlo allí, frente a mi puerta.

—Ya estás aquí, y hace demasiado frío. Entra— insistí, aunque al principio se negó. Finalmente, tras mi insistencia, Jimin asintió y entró.

Mis padres ya estaban trabajando, así que lo invité a desayunar. La mañana voló mientras reíamos y hablábamos sin parar, compartiendo historias y confidencias. La luz del sol, a pesar del viento, entraba por la ventana, pintando la habitación con tonos cálidos mientras el aroma a café recién hecho llenaba el aire, era algo que nunca iba a olvidar.

Jimin tuvo que irse cuando su madre lo llamó, pero no sin antes recordarme que volvería por la tarde. Desde ese día, sus visitas se hicieron cada vez más frecuentes. Al principio, nos veíamos dos veces por semana, pero pronto ese ritmo se aceleró, y nos veíamos con mucha más frecuencia. Incluso visité su casa varias veces, donde conocí a su madre y a su hermana, Ji Ae, tan amables como él. Su madre me contó que su padre había fallecido en un accidente cuando eran pequeños. Al escuchar eso, comprendí la tristeza que Jimin había compartido conmigo, la razón de su mal momento.

Unos meses después, Jimin volvió a sorprenderme. Llegó un día acompañado de un amigo, Jungkook. Desde el primer instante, su presencia fue impactante. Era extremadamente atractivo, con una magnética personalidad que irradiaba una energía cautivadora. No pude negar la chispa que sentí al verlo, una sensación que parecía recíproca, porque una tensión palpable se instaló entre nosotros desde ese momento. Jimin me explicó que se conocían desde los ocho años, que eran mejores amigos.

Pronto, los tres nos volvimos inseparables. Solo nos separábamos para ir a clase, ya que yo seguía estudiando en una escuela fuera del pueblo. La idea de cambiar de instituto me daba vueltas en la cabeza, pero el miedo al cambio me ponía nervioso. Sin embargo, Jimin y Jungkook no cejaron en su insistencia. Me apoyaron, me animaron, hasta que, finalmente, al final del año, lograron convencer a mi madre. Recuerdo la alegría inmensa que sentí al obtener su aprobación. La perspectiva de integrarme en su instituto, de conocer a sus otros amigos, me llenaba de emoción y nerviosismo.

El día que empecé en el instituto, Jungkook vino a recogerme en su coche. El viaje fue una mezcla de risas y conversaciones, mientras escuchábamos música de fondo. Jungkook me contó cómo había conocido al resto de sus amigos en cuarto de secundaria: Hoseok, Namjoon y Seokjin. Me describió cada uno de ellos, sus personalidades tan diferentes, y cómo, a pesar de sus contrastes, habían formado un grupo sólido, donde salían, se apoyaban y la pasaban bien. Esa tarde, al conocerlos, comprendí perfectamente lo que me había contado. Eran personas únicas, con personalidades vibrantes. No dudaron en aceptarme en su círculo.

Y así, gracias a Jimin, mi mejor amigo, mi persona, encontré mi lugar. Él, que me había salvado en mi peor momento, me había dado la felicidad que tanto anhelaba.

¡Hola, Traitors! Espero que este capítulo haya aclarado la relación entre Taehyung y Jimin y el dolor que ambos están pasando. ¡Gracias por seguir leyendo y por su apoyo!

¿Qué creen que les deparará el futuro a Taehyung y Jimin? ¡Compartan sus teorías en los comentarios! Los próximos capítulos serán intensos... ¡prepárense!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

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