04. Mi último aliento.
📍Aviso importante: Los siguientes capítulos alternarán entre el presente y el pasado, desde las perspectivas de Jimin y Taehyung. ¡Atención a los detalles.
Sentí una ráfaga de aire frío que me envolvía mientras yacía en el suelo, las lágrimas y el sudor empapaban mi visión, y mi energía parecía desvanecerse rápidamente. Me sentía cada vez más somnoliento, como si mi cuerpo se estuviera apagando. Una voz distante que gritaba — "¡Oh, Dios mío!" — se fue desvaneciendo, un eco lejano en la creciente oscuridad. El crujir de las ramas al acercarse alguien se convirtió en un susurro, un murmullo ininteligible. Intenté girar la cabeza, un esfuerzo que me desgarró el cuerpo, un dolor agudo que apenas percibí. Las imágenes se volvían borrosas, las formas se desdibujan, y la consciencia se escapaba como arena entre los dedos. Mi último aliento fue un suspiro imperceptible, una rendición silenciosa a la oscuridad que me envolvía.
Antes de cerrar los ojos, vi a mi madre en mi mente; su uniforme, impecable como siempre. A mi hermana mayor acostada en su cama. Un instante de calidez familiar, fugaz, antes de que la imagen de Taehyung tomará el protagonismo. Mi mejor amigo, de pelo castaño y una sonrisa perfecta.
Un torbellino de imágenes desfiló ante mí: Jungkook, con su aura magnética; Jin, con su elegancia; Namjoon, con su tranquila serenidad; y Hoseok, con su sonrisa amable. Eran recuerdos, destellos de momentos felices, risas y promesas. Un frío penetrante me atravesaba, mientras el peso de mi cuerpo se desvanecía. Luego, todo se volvió negro. No sabía si estaba muerto o simplemente me había quedado dormido, pero me sentía bien.
Al despertar, estaba en el suelo del hospital, acurrucado por el frío. El olor a lejía era intenso.
Cuando volví, me encontré en el suelo del hospital, acurrucado por el frío. Sentía una diferencia en mí, como si un gran peso hubiera sido levantado de mi cuerpo, haciéndome sentir ligero como una pluma. Sin embargo, también experimentaba una extraña sensación, como si mil alfileres estuvieran pinchando mi cuerpo; no me dolía, pero era molesto, una irritante cosquilla que me recorría la piel.
Me puse de pie, confundido por estar durmiendo en el suelo. Observé mi entorno: una pequeña habitación con paredes blancas. A mi izquierda, una cama larga con un gran bulto cubierto por una manta azul. Sentí curiosidad, pero antes de acercarme, la puerta se abrió.
Un hombre alto, de cabellos canosos y vestido con un delantal blanco, entró. Un doctor. Se posicionó frente a la cama, sosteniendo un gran tablero que hojeaba como si buscara algo. Lo acompañaban una mujer y una adolescente, sus figuras borrosas aún, envueltas en una silenciosa expectativa.
Las dos tenían el mismo cabello rubio y la misma piel bronceada. — Mamá... ¿Ji Ae? —murmuré, dando un paso hacia ellas. Pero parecían no verme, sumidas en un llanto silencioso. Mi hermana apretaba las manos con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos; su cuerpo temblaba. Parecía resistirse a mirar lo que había debajo de la manta, y me pregunté por qué la obligaban a presenciar semejante devastación.
Dirigí mi mirada hacia la cama, buscando una explicación a tanto sufrimiento. — ¡Mamá! ¡Mírame! ¿Por qué me ignoras? — exclamé, desesperado, moviendo mis brazos frente a su rostro empapado en lágrimas. Nada.
El doctor retiró la manta. Un chico, no mayor de diecisiete años, yacía allí. Su rostro estaba pálido, los labios destrozados, el cabello rubio manchado de sangre. Pequeños cortes y raspones surcaban su piel; su mejilla izquierda estaba muy hinchada.
El grito desgarrador de mi madre me heló la sangre. Ji Ae la sostenía, ambas llorando inconsolablemente.
Volví la mirada al chico en la cama, y la realidad me golpeó con la fuerza de un mazazo. — ¡No, no puede ser! — grité con todas mis fuerzas, esperando ser escuchado. Pero Ji Ae y mi madre seguían llorando mientras el doctor, con expresión apesadumbrada, les explicaba lo sucedido.
Esto no podía estar pasando. Debía ser un sueño. ¿Cómo era posible que estuviera viendo mi propio cuerpo? El pánico me invadió; las lágrimas nublaban mi vista, mi cuerpo temblaba incontrolablemente. — ¡Mamá! — grité mientras las veía alejarse. — ¡Ji Ae, por favor, vuelvan! — supliqué. Pero no me oían. Nadie podía.
Me había quedado atrapado en la tierra, como un alma en pena. — ¡Por favor! — grité con desesperación. — ¡Alguien que me ayude! — La confusión y la impotencia me paralizaban. Moviendo las piernas con frenética energía, corrí hacia la puerta más cercana, desesperado por escapar de aquella terrible realidad. Intenté agarrar la manija, pero mi mano la atravesó. No podía tocar nada. El pánico se apoderó de mí. ¿Qué había sucedido? ¿Qué era esto?
👁️🗨️ A c t u a l m e n t e 🩸
Con las manos en los bolsillos, caminé por la calle desierta hacia el hermoso parque al final de la carretera. Qué pena, pensé, era un día perfecto para disfrutar al aire libre, y la calle estaba completamente vacía. Observé el cielo, un azul brillante salpicado de nubes blancas... pero entonces, la pregunta me golpeó: Si estoy muerto, ¿no debería estar en el cielo o algo parecido? ¿O acaso me había quedado atrapado en la tierra?, ¿o me enviaran al infierno?, ¿había cometido alguna falta en vida?
Intenté empujar la pequeña puerta del parque, y caí a través de ella. Suspiré. Me tomará un tiempo acostumbrarme a esta nueva realidad. No podía sentarme en los columpios; los atravesaría. Así que me senté en el suelo, que, por alguna extraña razón, era lo único sólido en este mundo fantasmal.
— ¡Oh, por Dios! — Un grito resonó en el parque, pero lo ignoré. — ¡Es Park Jimin! — escuché a continuación.
Un escalofrío recorrió mi piel al oír mi nombre. Me levanté de golpe, frente a la persona que lo había mencionado.
Era un chico alto, fornido, con cabello negro y ojos expectantes que me miraban. Miré a mi alrededor, pensando que tal vez había alguien parecido a mí y él me había confundido, pero no había nadie más. Esto me desconcertó.
Observé al extraño, que seguía mirándome descaradamente. — ¿Puedes verme? — pregunté, nervioso. El chico abrió la boca para responder, pero fue interrumpido.
— Mingyu, te dije que no te acercaras a desconocidos, y mucho menos les hablaras — habló otro chico, apareciendo detrás del primero. Este era mucho más pequeño, de piel pálida y cabello negro; sus ojos color azabache, que destacaban bajo el sol, era precioso.
"Mingyu" se giró, frunciendo el ceño. — Yoongi, él está muerto, y nosotros también. No somos extraños si estamos muertos.
¿Ellos también estaban muertos? Eso significaba que había más personas aquí... con quienes podría hablar, tal vez incluso hacer amigos o encontrar alguna respuesta.
Yoongi atravesó las puertas, miró a Mingyu, y luego a mí, dedicándome una leve sonrisa forzada. — Lo siento mucho — susurró, con pena — Mingyu está un poco emocionado.
Los miré con extrañeza, sin entender. Se acercaron, murmurando entre ellos, y me esforcé por escuchar su conversación.
— Él es uno de tus amigos, muchas veces los vi juntos. — habló con entusiasmo. — Quiero decir... ¡esta es mi oportunidad de saber más de él! Antes solo podía fantasear con él mientras me duchaba...— Se quedó sin aliento, tapándose la boca con una mano.
— ¡No puedes decir eso! — se quejó Yoongi, visiblemente incómodo.
—Es la verdad, el solo hecho de pensar en él me pone feliz — echó la cabeza hacia atrás y sonrió, no entendía de qué hablaba.
Fruncí el ceño, confundido. Yoongi, visiblemente frustrado, se frotó la frente con expresión de fastidio. Luego, volviéndose hacia mí con una expresión seria, me preguntó:
—¿Por qué no te cambias? — señalando mi bata blanca manchada de sangre.
Bajé la mirada, avergonzado. — No sabía que podía hacerlo.
Mingyu, que parecía haber regresado a la realidad tras su momento de ensoñación, intervino: — Oh, claro que puedes cambiar de ropa. Te sugiero que no te pongas camisa, estoy seguro de que Yoongi hyung está deseando ver tu abdomen — Yoongi respondió golpeando a Mingyu. — ¡Eres un pervertido repugnante, me retiro! — exclamó, desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos.
Me quedé sorprendido. — ¿A dónde fue? — pregunté, desconcertado. — ¿Cómo hizo eso?
— Yoongi hyung tiene la costumbre de desaparecer así, aunque nunca me ha revelado cómo lo hace — contestó Mingyu encogiéndose de hombros.
Me di cuenta de que aún tenía mucho por descubrir en este extraño lugar, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para entender qué estaba sucediendo aquí y, sobre todo, qué había pasado conmigo.
¡Hola Traitors!, ¿Cómo están?
Supongo que por el momento están bastante confusos sobre que está pasando realmente, pero les prometo que todo será explicado más adelante, ustedes solo sigan leyendo.
¿A ustedes también le dolió el corazoncito al ver a la familia de Jimin así?
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
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