La atmósfera en el apartamento se había vuelto irrespirable. Jeonjun, con el corazón hecho trizas, salió dando un portazo, dejando al par de mujeres en un silencio sepulcral.
Una profunda sensación de culpa y miedo corría por las venas de la pelinegra. ¿Qué había hecho? ¿Por qué había dejado que las cosas llegaran tan lejos?

—Lo siento —dijo Son en un susurro apenas audible entre los ecos de la confusión que llenaban la habitación.

Mina se vistió rápidamente, su mente girando como una tormenta.

—¿Qué voy a hacer? No puedo creer que esto haya pasado —dijo atándose el cabello en un moño deshecho. La rabia y la culpa se entrelazaban dentro de ella, haciéndola sentir cada vez más ansiosa.

—Lo sé —respondió la otra, levantándose con torpeza y cubriéndose con una manta—. Pero no podemos evitar lo que aún sentimos. Nuestro amor sigue vivo, es real y lo sabes —Sus ojos reflejaban un tumulto de emociones; deseo, cariño y una pizca de esperanza.

—¿Real? ¿Y qué hay de Jeonjun? Él no merece que lo traicione. Te dije antes que no podía hacerle esto —Su voz temblaba al recordar la mirada herida de su novio .

Son dio un paso hacia ella, intentando cerrar la brecha emocional que se había creado entre ambas.

—Mina, yo... no quería que esto pasara de esta forma. Pero no puedes negar que aún existe algo entre nosotras.

Aunque la pelinegra se esmerara en negarlo era verdad, había algo reconfortante en estar cerca de su ex nuevamente. Esa conexión que habían compartido era difícil de ignorar. Pero en ese momento, la traición pesaba más que cualquier sentimiento antiguo.

—Debo ir tras él —dijo finalmente—. No puedo dejarlo así.

—Está bien. Solo... ten cuidado.

Y sin más, salió del departamento con prisa, sintiendo cómo cada paso resonaba como un tambor en su corazón. Mientras corría hacia la casa de Jeonjun, su mente se llenaba de recuerdos. ¿Dónde quedaría todo ahora?

Al llegar, encontró algunas de sus cosas personales esparcidas por la vereda: un libro que le había regalado a su novio y una bufanda que él siempre decía le quedaba bien. La imagen le rompió el corazón mientras recogía los objetos del suelo y los guardaba en su bolso.

—Jeonjun —Llamó al entrar a la casa con cautela. La puerta estaba entreabierta y el silencio era abrumador. No había rastro del chico amable y comprensivo que conocía; solo quedaba la sombra de alguien que se sentía traicionado.

Lo encontró sentado en el sofá, con la cabeza entre las manos y los ojos cerrados como si quisiera borrar todo lo que había sucedido esa noche. Sus músculos estaban tensos y su respiración irregular; era evidente que estaba lidiando con una tormenta interna.

—Jeonjun... —comenzó Mina, pero él levantó la vista rápidamente con una mezcla de ira y dolor en sus ojos.

—No quiero escuchar nada —Interrumpió él bruscamente, su voz temblando con emoción reprimida—. No sé cómo pudiste hacerme esto.

Mina sintió que las palabras se le atoraban en la garganta; sabía que tenía razón para estar así pero aún así deseaba poder explicarse.

—No quería lastimarte —dijo intentando contener las lágrimas—. Fue un error...

—¿Un error? ¡Dormir con tu exnovia es mucho más que un error! —Se puso de pie abruptamente, como si necesitara moverse para liberar toda la tensión acumulada dentro de él.

—Lo sé... sé que te fallé —Admitió mientras luchaba contra sus propias lágrimas—. Pero lo siento tanto...

Jeonjun dio un paso atrás como si las palabras fueran dagas arrojadas contra él.

—¿Alguna vez me amaste realmente? —preguntó con voz quebrada.

Su pregunta golpeó a contraria como un rayo; no podía responder sin ser honesta consigo misma y eso era lo más aterrador de todo.

—Yo... sí te amo —empezó a decir mientras las lágrimas caían por su rostro—. Pero creo que también tengo sentimientos por Chaeyoung.

El silencio se hizo pesado entre ambos mientras el hombre procesaba sus palabras. Finalmente dejó escapar una risa amarga antes de hablar otra vez.

—Te amé incondicionalmente... pero parece que eso no fue suficiente.

—Por favor... —Suplicó mientras daba un paso hacia adelante.

—¡No! ¡No esperes que te perdone porque te sientes mal ahora —Su voz era fuerte pero también mostraba fragilidad; estaba claro que estaba sufriendo.

Mina sintió cómo su corazón se rompía aún más al ver el dolor reflejado en los ojos del hombre.

—Te prometo que haré todo lo posible para arreglar esto —dijo con desesperación.

—No sé si sea suficiente —Con esas palabras, Jeonjun comenzó a caminar hacia la puerta. La abrió y se colocó a un costado—. Vete.

—Está bien. Respetaré cualquier decisión que tomes —dijo mirándolo a los ojos antes de salir por la puerta principal.

Mientras miraba la casa desde el exterior, comprendió que tal vez nunca volverían a ser lo que eran antes; tal vez todo se había roto completamente.

La noche caía lentamente sobre la ciudad mientras Mina enfrentaba la nueva realidad: había perdido no solo a Jeonjun sino también parte de sí misma en esta confusión emocional entre dos amores contradictorios.