La habitación estaba impregnada de un ambiente denso, casi palpable, donde las memorias y el nerviosismo se entrelazaban con el aroma a alcohol. Dos mujeres se encontraban sentadas en el suelo, rodeadas de cartas desparramadas y vasos vacíos, con sus cuerpos vulnerables y expuestos tanto física como emocionalmente.

Mina, con el corazón acelerado, miraba a quien había sabido ser su novia alguna vez. La luz tenue de la lámpara creaba sombras juguetonas en la piel tatuada, realzando su figura y belleza. En un instante, todo el rencor que había acumulado en los últimos años parecía desvanecerse.

—No puedo creer que hayamos llegado a esto —musitó, mientras sus ojos brillaban con una mezcla de sentimientos.

Chaeyoung sonrió con complicidad, acercándose un poco más a ella.

—Quizás esto es lo que necesitábamos para recordar lo que éramos.

—Yo...

—Lo que aún podemos ser.

A pesar del alcohol en sus sistemas, sus corazones latían al unísono, recordando los momentos compartidos en el pasado: las risas, las lágrimas y aquellas noches llenas de promesas no cumplidas. Era como si el tiempo se hubiera detenido y cualquier barrera entre ellas se desvaneciera.

Mina sintió cómo una oleada de nostalgia la invadía mientras recordaba los días felices junto su primer amor, la persona que la conocía y comprendía en un nivel que nadie más podía. La misma que también le había causado dolor al traicionarla.

—Chaeyoung… —dijo Mina con voz temblorosa cuando la susodicha se acercó a sus labios— No sé si deberíamos estar haciendo esto. Jeonjun… él…

—Él no está aquí —interrumpió Son con suavidad— y tú tampoco pareces estar muy segura de lo que sientes por ese hombre ahora mismo.

Un escalofrío recorrió la espalda de la contraria al escuchar esas palabras. No era cierto, se negaba a cuestionar su relación con Jeonjun. La propuesta de matrimonio había sido un momento hermoso hasta...

—No quieres casarte con él.

Mina bajó la vista.

¿Por qué tenía que ser así? Chaeyoung había estropeado todo y y ahora se atrevía a decir tal cosa. Lo correcto era echarla, sí, echarla del apartamento y de su vida para siempre, pero... Esa mirada, esa mirada felina la tenía presa del pasado, sin noción ni voluntad de lo que hacía ni de sí misma. Era como si los últimos acontecimientos la estuvieran poniendo frente a sus propios sentimientos no resueltos.

Sus manos se tocaron.

Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad, Jeonjun estaba conduciendo hacia el edificio donde Mina con una mezcla de nerviosismo y determinación. Luego de la discusión de aquella noche afuera del bar, reflexionó y no podía dejar pasar más tiempo sin disculparse. Su corazón latía rápido; sabía que había sido egoísta y no quería perderla.

Al llegar, subió las escaleras rápidamente y llegó a la puerta del departamento. Usó la llave que Mina le había dado tiempo atrás y al entrar notó los zapatos de Mina alineados en la entrada. Una sonrisa se dibujó automáticamente en su rostro.

—Mina —llamó suavemente mientras avanzaba hacia el dormitorio—. Estoy aquí para hablar contigo.

Sin embargo, cuando entró en la habitación y vio un bulto tapado con sábanas en la cama, su corazón dio un vuelco. Se sentó al borde del lecho y comenzó a disculparse.

—Lo siento mucho por lo que pasó... no debí haber dicho esas cosas... —comenzó a hablar sinceramente mientras miraba hacia abajo— Tampoco fue mi intención responder con algo hiriente a tu mensaje. Necesitaba tiempo a solas para pensar, pero no significa que no confíe en ti. Solo quiero entenderte mejor... y que tú también confíes en mí.

Justo en ese momento, la figura bajo las sábanas se destapó lentamente revelando a una desconocida desnuda y dormida allí. Pocos segundos le tomó reconocer a la mujer que había besado a su novia aquella noche en el bar. El mundo pareció detenerse para Jeonjun; su mente trataba de procesar lo imposible ante sus ojos. ¿Qué significaba eso?

El shock lo paralizó por un instante hasta que escuchó pasos detrás de él. Al voltear, vio aparecer a Mina saliendo del baño envuelta en una bata de baño blanca, aún despeinada por el sueño pero con una mirada atónita al verlo allí.

El silencio se volvió ensordecedor mientras las tres miradas se cruzaban: Jeonjun estaba atónito por la escena inesperada; Mina estaba llena de confusión y dolor; y una semidormida Chaeyoung parecía completamente ajena al caos alrededor suyo.

—¿Qué… qué está pasando aquí? —preguntó el hombre finalmente, su voz temblando entre incredulidad y furia.

Su novia intentó encontrar palabras adecuadas pero solo logró balbucear algo incomprensible mientras miraba entre ambas personas. Su corazón se hundía al darse cuenta de lo que había hecho. Había complicado todo.

Son despertó completamente confundida por la tensión palpable en el aire; parpadeó varias veces antes de darse cuenta del escenario frente a ella. Su expresión pasó rápidamente del sueño a la alarma cuando notó las miradas dirigidas hacia ella.

—Yo... —comenzó a decir mientras trataba de cubrirse con las sábanas— No es lo que parece... —Bajó la mirada mientras trataba de formular algo coherente. Sabía que cualquier palabra podría empeorar las cosas o tal vez aclarar algo más profundo entre los tres.

Jeonjun tomó aire profundamente tratando de calmarse mientras miraba a su prometida buscando respuestas también en su rostro. Sin embargo, ella parecía tan perdida como la otra mujer.

El ambiente era tenso; cada segundo se sentía como una eternidad mientras esperaban que alguien diera alguna explicación o declaración.

Finalmente fue Jeonjun quien volvió a romper el silencio.

—Yo solo quería disculparme… no sabía… —su voz era suave pero llena de frustración— ¿Qué significa esto? —preguntó con voz firme pero quebrada—Mina, ¿por qué está ella aquí?

Las palabras quedaron flotando en el aire como si fueran hojas arrastradas por el viento. Mina no sabía qué decir, solo sintió que una ola de emociones chocaban dentro de ella: tristeza, traición e incluso amor todavía latente hacia la persona que se supone debía detestar.