xxii. raptaron a la chica equivocada
NOSTALGIA OSCURA,
capitulo veintidós: raptaron a la chica equivocada!
Bilbao, Norte de España — 10 horas después.
CHARLOTTE NUNCA SE IMAGINÓ QUE TERMINARÍA EN ESPAÑA, menos en una misión de rescate como la que le habían encomendado a ella y a su mejor amigo, pero, aun así, allí estaban ellos. El Secretario de Defensa Wilson había sido muy claro con sus instrucciones, así que ni bien salieron de la habitación de Ashely Graham, los dos se volvieron a dirigir a su apartamento compartido. Charlotte sentía un gran nudo en la garganta cuando cruzó el umbral de su propia casa, encontrándose con Munchkin caminando hacia ellos para darles una cálida bienvenida restregando su cuerpo en los pantalones planchados que vestían los agentes federales. La pelirroja le sonrió con ternura antes de agarrarlo, llevándoselo a su habitación para así poder cambiar de vestimenta. Se quitó el rodete reglamentario de manera estrepitosa, al mismo tiempo que se sacaba la chaqueta y la camisa con corbata, quedándose en un simple sostén. Munch empezó a olisquear la mochila que contenía la ropa para la hija del presidente con curiosidad, hasta que tuvo que apartarse al ver que Lottie empezó a tirar sus prendas de ropa por la cama.
—¡Tenemos treinta minutos!—exclamó Leon en la habitación de al lado—. Dejaré a Munch con la vecina.
—Sí, sí, ya sé—espetó la pelirroja quitándose los pantalones y miró a Munch—. Tu dueño es muy impaciente, ¿no es así?
Munch simplemente se recostó, mirando fijamente a Charlotte.
—Tomaré eso como un sí.
La pelirroja procedió a rebuscar en su armario un pantalón cómodo para poder llevar a un terreno en el cual empezaría a hacer mucho frío, topándose con un pantalón cargo color gris oscuro y no dudó en ponérselo, buscando algo para la parte superior que fuese ligero pero abrigado. Tarareó una canción en silencio hasta que halló una polera de color negro, la cual estaba estilizada a su cintura y a su espalda, marcando mejor aquellas curvas femeninas que aún conservaba. Procedió a buscar sus arneses, colocándoselos en sus dos piernas, en la zona del muslo y luego un arnés para sus hombros, el cual dejaba espacio para una magnum que ella tenía guardada. Colocado ágilmente sobre sus hombros, ella guardó el arma de gran calibre allí. Se relamió los labios antes de ponerse unas botas negras y se sentó en la cama suavemente, sin ánimos de espantar al gato, quien estaba recostado en el suave edredón. Charlotte se vio abatida por sus pensamientos mientras que se ponía las botas.
Al menos, hasta que la voz de Leon la quitó del trance en el que se encontraba—Dudo que vaya a hacer tanto frío, Lottie.
Ella ladeó su cabeza en dirección al rubio, quien permanecía mirándola desde el umbral de su habitación, vestido de pies a cabeza en color gris, justo como ella. A diferencia que tenía parte de su cinturón con arnés en una pierna, pero el resto, los dos iban vestidos de la misma manera.
—No quiero agarrar un resfrío—respondió Lottie terminando de atar sus cordones para ponerse de pie—. Además, creo que en esa zona ya empezaron las lloviznas, así que quiero hacer esto rápido.
—Y lo haremos, será pan comido—sentenció Kennedy con confianza y observó la cantidad de utensilios que su mejor amiga estaba poniendo en su cinturón—. Huh, ¿llevarás un gancho?
—¿Tú no?
—Lottie, esto es una misión de rescate—añadió el rubio rodando los ojos—. No una misión de infiltración. Dudo que necesites eso, estaremos bien.
—Últimamente te veo muy confiado, ¿está todo bien por ahí?
Leon alzó una ceja—¿A qué viene eso?
—A que te encuentro de mejor humor desde que empezamos con todo esto—respondió Lottie caminando hacia él—. Te veo más...optimista.
—¿Por qué no deberíamos?
—Puede que esto sea peligroso—declaró la pelirroja, defendiendo todo tipo de intuición ante las misiones y no pensó que sus palabras podrían llegar a ser tan crudas, no fue su intención—. Muy peligroso. Debemos mantenernos alerta, esto ya no es un juego.
Leon permaneció en silencio durante toda esa oración, él ciertamente confiaba en sus intuiciones y en las intuiciones que tenía su mejor amiga, cosa que nunca terminó por traicionarlo durante los años que pasaron juntos — sin embargo, él se sentía confiado que ir a buscar a la hija del presidente a un pueblo rural de España parecería ser como una visita al parque. Si ambos estaban juntos, ellos podrían combatir todo tipo de amenazas, ellos podrían combatir al maldito mundo si hiciese falta. Kennedy asintió, pero permaneció allí observando como su mejor amiga buscaba algo abrigado en su armario.
—¿Qué llevarás puesto tú?—le preguntó Lottie con la mirada en el armario, eligiendo qué ponerse.
—Llevaré la chaqueta de cuero que me regalaste por mi cumpleaños—respondió Leon esbozando una sonrisa de lado, Charlotte bufó en voz baja, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban y logró pasar desapercibido—. ¿Llevarás la tuya?
Charlotte asintió, sacando su chaqueta de cuero de color beige y peluche blanco por dentro, tenía unas marcas más oscuras que el color original a sus costados, pero la hacía una chaqueta completamente auténtica. Leon se la regaló gracias al aniversario del día en que se conocieron los dos, el cual fue un gesto muy emotivo para Lottie (además de sentirse culpable por no haberle regalado nada a Kennedy), así que decidió regalarle una chaqueta para su vigésimo sexto cumpleaños cuando terminaron el entrenamiento del Servicio Secreto. Era un pequeño gesto creado por ambos y eso fue suficiente para empezar a crear un agujero negro que engullía a Lottie lentamente, haciéndola caer por él y solo él, luego de haberse enfrentado a la traición de Dalton, ella decidió dejarlo de lado y simplemente enfocarse en su amistad con Kennedy, la cual creció como un parásito hasta que ella se vio enamorada una vez más.
¿Acaso ella sería capaz de sobrevivir a su rechazo?
¿Sería capaz de respirar si él no la amaba?
Entonces, eso ella se lo guardaría.
Tal vez, lo enterraría, si eso podía mantenerlo a su lado.
Había veces en las que debía escuchar el consejo (de los verdaderos) que le dio Dalton Bauer a ella: el compás moral. Sus palabras habían sido más que claras: "Lottie, nadie puede predecir las consecuencias del siguiente movimiento. Solo te guías por la información que tienes o tu intuición. Es como una especie de compás moral, algunas de tus decisiones se guían a través de tu razón y otras a través de tu corazón, donde crees que es lo correcto."
Ella odió que su difunto amante tuviese la razón.
Pero decidió ir por el lado más lógico: permanecería callada.
—Todavía me cuesta creer que nuestra primera asignación sea ir a buscarla a otro país—dijo ella antes de chasquear la lengua—. De verdad que esto es una mierda. ¿Qué diablos tiene de bueno secuestrar a una colegiala?
—Corrección: Colegiala que es la hija del líder de este país.
Charlotte le sacó la lengua.
—Veintisiete años y sigues siendo inmadura, niña flama.
—Tú un idiota.
—Pero me quieres.
—Lamentablemente—gruñó la pelirroja colocándose su chaqueta de cuero—. ¿Nos vamos?
Lottie salió del apartamento dejándole un mensaje en el buzón de voz a su madre, quien debería estar en el trabajo en aquel momento y prefirió no insistir. Ella le garantizó que volvería a casa y que iría a verla cuando terminase, además de que Leon le interrumpió gritándole a Mare que ellos irían a patear traseros. También le dejó un mensaje a Sherry, quien lo recibió a forma de email. Dejaron al cachorro minino en la casa de la vecina que tenían al frente, una señora de aspecto noble y agradable quien recibió a Munchkin con caricias, diciéndoles al dúo de agentes que estaban dejando a su gato en buenas manos.
Al alejarse del complejo, Lottie miró el armamento que había llevado él y se preocupó por un momento: Leon Kennedy no se llevó el gancho como Lottie se lo dijo y ella creyó que eso podría estar bien. Un auto los llevó al aeropuerto, con un jet privado que despegó rápidamente en dirección al norte de España, en Bilbao. Allí aterrizaron siendo recibidos por las fuerzas conjuntas españolas, quienes hablaban demasiado bien su idioma, ellos entendían poco y nada cuando hablaban en español, pero los dos agentes americanos lograron comprender bastante bien.
El capitán de la estación se giró para mirarlos—Los llevaremos a la comisaría para que puedan armarse y una escolta de policías los llevará a la ubicación.
Leon y Charlotte asintieron, siguiendo lentamente al capitán de la estación, quien los subió a un auto y los llevó en dirección a la comisaría. Los recibió una recepcionista muy amigable, señalándoles el lugar por donde se encontraba la armería y ellos fueron a investigarla, buscando algo que pudiesen necesitar. Lottie no se sorprendió cuando llegaron y no vieron nada de armas, a excepción de dos pistolas reglamentarias y cartuchos. La pelirroja caminó hacia las armas y guardó una para Ashley en su mochila junto con la ropa.
—Pensé que no necesitaríamos más armas—le dijo Leon mirándola de lado.
—Esta arma no es para mí, es para Ashley—respondió Charlotte cerrando la mochila.
—Dudo que sea legal darle un arma a la hija del presidente.
—Ashley tiene la edad que teníamos cuando entramos a la academia de policías—espetó la pelirroja cruzándose de brazos—. Ahora mismo, el objetivo no tiene nada para defenderse, yo le estoy dando esa oportunidad.
—El objetivo no tiene nada de experiencia en defensa o en armas.
Charlotte sonrió—Pues se la daremos. Además, ninguna hija de la familia presidencial tiene experiencia en combate u armas, Ashley podría marcar la historia.
—Ashley ya marcó la historia siendo la primera persona perteneciente a la familia presidencial quien fue secuestrada—dijo Leon ladeando su cabeza hacia la pelirroja, quien tuvo que sofocar una carcajada ante el título que ya se había formado para la pobre universitaria—. De todas formas, si esto fue algo planeado, debe de haber alguien que proporcionó la información.
—¿Quién más sabe de esto?
—Solo lo sabe un grupo muy reducido, es mejor para no levantar sospechas—añadió Kennedy mirándola fijamente a través de un mechón rubio que tenía cruzado en el medio. Ella, de manera suave, se lo apartó del rostro—. Si hay un infiltrado entre nosotros, la idea sería atraparlo, no ahuyentarlo.
—Están esperando a que algo lo haga salir de su madriguera—replicó ella asintiendo.
—Lo hará, créeme. Rescataremos a Ashley lo más rápido posible, eso pondrá nervioso al infiltrado.
Charlotte lo miró en silencio, estando tan cerca de él, pero tan lejos al mismo tiempo. Donde ella podía mantenerle la mirada solo a él, sin esperar nada a cambio con aquella intimidad creada entre ellos. Instintivamente, ella se relamió los labios, volviendo a sentir aquel nudo en su garganta, avisándole que algo andaba mal — tal vez se había mareado en el vuelo o su periodo estaba a punto de venir, como todos los malditos meses del año, entonces, lo ignoró. Alguien golpeó la puerta y los dos agentes se giraron, topándose con un policía que vestía de uniforme algo desarreglado. Era alto y un poco delgado, llevaba unos anteojos, los cuales ocultaban orbes de color marrón, acompañados de piel pálida y cabello que se encontraba escondido en una gorra.
—Vale, compañeros, ¿estáis listos para la acción?—preguntó este con una sonrisa.
Los dos agentes asintieron, recogiendo sus cosas para luego seguir al policía quien los condujo hacia un auto, donde otro oficial los estaba esperando. Este los ojeó a los dos, quienes se encontraban lado a lado, antes de soltar una maldición en su idioma. Leon y Charlotte se miraron de manera inexpresiva, antes de caminar en dirección al auto para subirse silenciosamente y quedarse en los asientos de atrás. Los dos policías permanecieron hablando un poco, subiéndose poco después, para encender el motor y abandonar la estación rumbo a la última ubicación conocida.
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Dormir en un auto siempre fue incómodo para Charlotte. Al menos el hombro de Leon era una buena almohada para mantenerla descansando por una buena hora, hasta que entraron a una calle con tierra y el cielo empezó a ponerse gris por la tormenta. Eso fue lo que despertó a Charlotte de su inquieto sueño y soltó un gruñido antes de espabilarse. Leon bufó en voz baja y codeó su espalda un poco, haciendo que su mejor amiga le mirase de reojo, previo a enderezarse en su asiento. Le iba a preguntar cuanto se había perdido, pero el rubio negó con la cabeza, señalando el único camino que estaban recorriendo. La pelirroja miró en dirección a la ventana, hallándose envuelta en un lugar cubierto de árboles que estaban perdiendo sus hojas, una bruma color gris y el cielo nublado, anunciando una posible tormenta.
Ella empezó a juntar su cabello pelirrojo para hacerse una trenza ajustada, al mismo tiempo que escuchaba hablar a los dos policías.
—¡Coño, tío!—se quejó el policía piloto—. ¿Por qué siempre cojo el palo más corto?
El copiloto miró a los agentes—¿Qué hay de vosotros?¿Quiénes sois realmente? Anda, cuéntennos.
Leon miró a su amiga de reojo, esperando a que ella respondiese algo, pero Charlotte continuó haciendo su trenza.
—Estáis muy lejos de casa, vaqueros...—canturreó el copiloto otra vez, de manera insistente—. Además, colega, tienes a una mujer a tu lado—miró a Charlotte—. Sin ofender, señorita, no solemos tener mujeres en este tipo de casos.
—Joder, ya empezamos—se quejó su compañero.
—Una razón más para que más mujeres se enlisten a ser agentes, entonces—murmuró Lottie atando la banda elástica en su cabello.
—Supongo que así rompen el hielo por aquí—declaró Leon escéptico ante la charla—. Igualmente, ya tienen una idea de qué hacemos y por qué estamos aquí. Nuestra misión es encontrar a la hija del Presidente.
—¿Qué?—preguntó el copiloto y soltó una carcajada—. ¿Ustedes dos solitos? No me lo creo.
—Pues créetelo, tío—espetó la pelirroja acomodándose en su lugar, sus orbes azules creando agujeros en el asiento del copiloto—. Seguro que ustedes no habrán venido solo para cantar Cumbayá alrededor de una fogata, ¿no?—los policías no respondieron y ella rodó los ojos—. Creo que estoy confirmando esa teoría.
—¿Estás de coña, tía?—le preguntó el mismo oficial—. Es una orden del jefe en persona...desde luego, no hemos venido de picnic.
—Entonces contamos con ustedes.
Siguieron moviéndose por un par de kilómetros más, al menos hasta que el copiloto empezó a quejarse de que quería ir al baño. Lottie soltó un suspiro antes de quitarse el cinturón y ponerse de nuevo contra el hombro del rubio, quien terminó pasando su brazo por la cintura, manteniendo a la pelirroja cerca. Charlotte se acomodó mejor mientras que Leon alzaba su mano para declinar un cigarrillo que el policía piloto les ofrecía a ambos y bajó la ventanilla para encenderse uno. El aire frío y gélido del lugar inundó la camioneta en la que iban en cuestión de segundos, haciendo que Harmon temblase un poco y terminase por abrocharse su chaqueta de cuero. A Leon no le molestó el frío, si no el olor a nicotina que emanaba del cigarrillo del policía y escucharon una queja del policía que estaba siendo el copiloto.
—¡Joder, tío! Qué frío hace de repente—exclamó este—. ¡Me estoy congelando!
—¿Ya terminaste de mear, colega? Tenemos un camino que seguir.
—Vale, vale, ya voy—respondió el mismo policía y Charlotte lo vio caminar en dirección a la camioneta, sin antes detenerse para mirar sobre su hombro, terminando por negar con la cabeza y metiéndose—. Perdona por haber tardado.
El vehículo continuó su rumbo establecido y ellos esperaron con impaciencia a los dos policías que seguían haciendo estupideces o intentando de mantener una charla con los dos agentes americanos. Lottie podía perderse en la cantidad de árboles grises y oscuros que se encontraban rodeándolos a su alrededor, haciendo que el entorno se vuelva más sombrío que antes, más tenebroso. Leon le dio un ligero apretón en su brazo, claramente sintiendo aquella inquietud en su mejor amiga y ella lo miró, orbes azules contra otros, chocándose en la batalla donde uno ganaba. La pelirroja llegó a añorar aquellos momentos donde solo estaban ellos dos y nadie más.
Pero duraban muy, muy poco.
Y ella quería que durasen un poco más, al menos.
El auto pasó por un puente antes de detenerse a un costado, donde los dos policías pusieron el freno de mano y eso alertó a los dos agentes, quienes fijaron su mirada hacia un camino.
—Este camino debe llevar al pueblo—anunció el piloto.
—De acuerdo—espetó Charlotte quitándose el cinturón de seguridad—. Iremos a echar un vistazo.
El motor del vehículo se apagó, siguiendo con un gruñido del copiloto—Nosotros nos quedaremos en el coche. No queremos coger ningún ticket de aparcamiento por aquí...
Leon miró incómodo a Lottie antes de voltear a ver a los dos policías—Sí, claro...tickets de aparcamiento...
—¡Les deseo buena suerte!
Los dos salieron del auto rápidamente, juntándose en el camino.
—Dios santo, ¿quién mierda son esos tipos?—murmuró Leon a su mejor amiga.
—Mejor ni preguntes—le dijo Lottie al rubio.
Repentinamente, un pequeño pitido empezó a sonar en el cinturón de Lottie y ella supo en ese momento de que se trataba de su comunicador. La pelirroja lo sacó rápidamente, abriéndolo para responder la llamada en pantalla, donde la imagen de una mujer que sería su soporte entre el gobierno durante las operaciones en cubierto. Ninguno de los dos tuvo la oportunidad de trabajar con un operativo de la FOS, pero esta operación de rescate requería tanto conocimiento como el que tenían en ese preciso instante: el cual era poco. La mujer que apareció en la pantalla podía ser al menos unos dos o tres años mayor que Lottie y Leon, luciendo un traje con camisa abierta y una chaqueta oscura, con su cabello peinado perfectamente en un rodete y llevaba anteojos de un color caoba sobre sus ojos.
—Leon, Charlotte, espero que puedan oírme—anunció ella de manera profesional—. Soy Ingrid Hunnigan, seré su contacto en esta misión.
—Te escuchamos fuerte y claro—espetó Leon mirando a Hunnigan—. Por tu voz, pareces más joven de lo que esperaba.
Charlotte le pegó un codazo en las costillas, disimuladamente, sacando un pequeño gruñido por parte de él.
—Lamento eso, Hunnigan, lo mantendré a raya con sus estupideces—se disculpó Charlotte con una sonrisa—. Es un placer conocerte. ¿Así que el nombre del objetivo es Ashley Graham?
Ingrid asintió—Exacto. Es la hija del Presidente, así que intenta que tu compañero se comporte bien con ella.
—Lo haré con gusto, señora.
Kennedy bufó en voz alta—Sean quienes sean, raptaron a la chica equivocada.
—¿Tienes algún tipo de información que pueda servirnos?—le preguntó Lottie.
—Lo siento, no por ahora, pero intentaré conseguir más información sobre el grupo por mi parte—negó ella—. Si tienen problemas, no duden en contactarme, los tengo bajo estricta vigilancia.
—Eso es un sinónimo de "hey, sin presiones"—replicó Leon al lado de Lottie.
—Estupendo, Hunnigan, te contactaremos si es necesario—dijo Charlotte sonriéndole a la mujer al otro lado—. Corto y cierro—al cortar la llamada, ella fulminó a Leon con la mirada, quien le dijo un "¿Qué?"—. Ya escuchaste a Hunnigan. Compórtate, ¿sí?
—Malhumorada—gruñó el rubio.
Los dos miraron en dirección al camino, donde se escuchaban a varios cuervos rondando por allí y decidieron adentrarse a través de los árboles donde sus hojas se encontraban esparcidas en el suelo. A lo lejos, se toparon con una casa vieja, con al menos dos pisos, sencilla y terrorífica al mismo tiempo, dejando una penumbra casi sombría por las sombras duras que ocultaban algo dentro. Lottie se detuvo al ver movimiento dentro e instintivamente se llevó la mano a la pierna izquierda, donde descansaba su arma, mientras que Leon sacó la suya para tenerla a mano. El dúo se acercó lentamente hacia el porche de la casa, recibidos por escaleras chirriantes y una puerta que estaba abierta de par en par, invitando a cualquier desconocido a la humilde morada.
Ellos entraron y escucharon el ruido de madera quemándose.
Brasas.
¿Acaso había alguien allí?
El corredor que daba a la entrada los condujo a un comedor simple, donde estaba un hombre de aspecto algo sucio, degenerado, acomodando las brasas en el fuego creado en la chimenea — sin percatarse de que había dos invitados inadvertidos en su casa. Los dos mejores amigos se miraron entre ellos, antes de que Kennedy guardase el arma, dispuesto a hacer contacto con el desconocido.
—Huh, disculpe, ¿señor?
Él se acercó hasta el hombre, Lottie permaneciendo en su lugar al ver que Leon sacó la fotografía de la muchacha que buscaban. El desconocido se giró, mostrando su rostro demacrado a Leon, haciendo que la pelirroja se paralizase ante la expresión sombría que este llevaba. No era una mutación, si no que era algo más interno dentro del hombre — cosa que no parecía ser nada bueno para la situación.
—Me preguntaba si reconoce a la chica de la foto—espetó Leon profesionalmente mostrándole la foto.
La respuesta del hombre fue tan, pero tan hostil, que Lottie no se esperó ver que este casi ataca a Leon con su hacha. El rubio lo esquivó sin problemas, provocando que la pelirroja sacase su arma rápidamente, apuntando en dirección al hombre avanzando lentamente con su hacha hacia ellos. Parecía estar infectado, moviéndose de manera rara, como si fuese controlado por algo más.
¿Qué diablos estaba sucediendo?
—¡Quieto!—exclamó Harmon apuntando con su arma, pero el hombre no obedecía—. ¡He dicho que quieto!
El hombre los volvió a atacar otra vez y los dos se separaron, haciendo que el hombre se vuelva más violento hacia ellos — hasta que no tuvieron más opción que disparar, dejando que el hombre cayese sin vida a sus pies. Lottie se acercó para quitarle el hacha y lo movió un poco de su lugar, confirmando que claramente se encontraba muerto.
—No me jodas—espetó Leon mirando el cadáver—. ¿Qué es esto?
—¿Me lo preguntas a mi?—le dijo Lottie.
El ruido de un camión fue la única cosa que los hizo soltar un respingo, mostrando una sombra gigante que pasó rápidamente por un lado, dirigido al camino por donde ellos habían venido y fue acompañado por un gran estruendo que hizo que los dos corriesen a la ventana. Cualquier rastro del vehículo que los trajo allí, ya no estaba.
—Ugh, esto es una mierda—sentenció Leon en un gruñido.
—Contactaré a Hunnigan.
—Creo que esa es una muy buena idea.
La pelirroja volvió a sacar su comunicador, pidiendo entablar contacto con la operadora que los ayudaría y la figura de Hunnigan no tardó en aparecer en la pantalla — mostrando una expresión tranquila.
—Charlotte, ¿cómo va todo por ahí?
—Llámame Lottie, si quieres, Hunnigan. "Charlotte" me suena muy formal—se explicó la pelirroja antes de mirar el cadáver—. Huh, aquí la situación no es muy buena.
—¿Y eso es por...?
Leon se puso al lado de la pelirroja—Había un local que se puso hostil y nos estaba dando problemas. No tuvimos más opción que neutralizarlo.
—Y juzgando por el gran camión que pasó por delante, debe de haber algunos más por esta área—dijo Harmon mirando a la mujer castaña.
—¿Alguno de los dos está herido?—inquirió la operante alternando su mirada en los dos y ellos negaron—. De acuerdo, lo mejor que pueden hacer es salir de ahí y dirigirse al pueblo de inmediato. Hagan todo lo que sea necesario para poner a salvo al objetivo y sus vidas.
—Entendido, señora—asintió Leon y Charlotte cortó—. ¿Qué crees que es esto?
—Esa persona no era un zombie, su rostro no estaba demacrado—replicó la pelirroja observando el cuerpo—. Pero parecía que algo lo estaba controlando por dentro. Lo que me preocupa es cuantos más están como este hombre.
—¡Ahí están!—exclamó alguien desde afuera.
Charlotte y Leon sacaron sus armas, mirando a través de las ventanas que más locales hostiles venían por ellos.
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