xx. lo que uno menos espera
MEMORIAS PERDIDAS,
capitulo veinte: lo que uno menos espera!
Arlington, Virginia — 5 meses después.
LOTTIE SABÍA QUE ESTABA OCURRIENDO ALGO RARO CON EL CAPITÁN DALTON BAUER. Solamente que ella no sabía exactamente de qué se trataba o qué rol jugaba ella en todo ese cálculo matemático donde entraban ella y él. Luego de preparar su informe sobre la operación para detener a Javier Hidalgo, ella decidió preguntar si podía tomarse un par de días libres para poder mantenerse serena con sus propios pensamientos, encontrarse con su madre y cambiar de aire con el trabajo. Ella se sorprendió cuando Adam Benford les había dicho a Leon y a ella que podían tomárselos, con la única condición de volver el lunes a primera hora y así lo hicieron. Charlotte nunca había sentido tanto dolor al escribir un maldito informe en su vida, cargado con tanta negatividad acerca del objetivo y poniendo en claro que las únicas víctimas cercanas habían sido su mujer y su hija, las únicas personas cercanas a él estaban muertas por su culpa y por su ambición.
A pesar de que él quería curar a Manuela.
A pesar de las buenas intenciones.
Manuela Hidalgo no merecía morir.
Al entregar el informe, ella buscó a Dalton, buscando aquella primera cercanía que él le había dado antes. Cuando ella se fue, solo Leon parecía ser la única persona que la escuchaba y su madre también lo hizo. Era como un destello, esos días prácticamente pasaron como un tren a toda velocidad y parecía irreconocible cómo todo podía pasar tan rápido. Volver fue como si algo ya no estuviese en su espalda, una especie de vacío rodeándolos a ambos y allí fue cuando Lottie empezó a ver algo raro en Dalton. Tal vez podría llegar a ser la intuición femenina ante los tratos de un hombre (cosa que su madre siempre le dijo) o simplemente había algo mal en ello. ¿Podría haber sido ligado a su trabajo como médico en genética?
Todo empezó de manera lenta, de manera paulatina.
Casi como si fuese una bomba de tiempo.
Charlotte no lo vio por una semana entera, pero creyó que se trataba de muchas reuniones con miembros de los altos mandos que respondían al presidente. Eso se trataba de algo estándar, algo rutinario y hasta incluso ella podía comprenderlo.
Luego, él fue a buscarla.
—Lo lamento, princesa—se disculpó Dalton, sonando mil veces más cansado que ella y la pelirroja simplemente asintió—. Los superiores tenían más preguntas de las que habíamos anticipado.
El semblante de Harmon reflejó la misma decepción que sentía Dalton—Eso ya ni me sorprende, viniendo del gobierno.
—Créeme, son implacables—asintió el capitán Bauer sin un ápice de duda—. Con lo que llegó al centro de investigación, parece que su curiosidad se vio potenciada. Admitiré que la mía también se potenció.
—Espero que las intenciones del gobierno sean gratas—sentenció ella cruzándose de brazos.
Dalton, completamente apacible, posó ambas manos en los hombros de la pelirroja, quien le sostuvo la mirada durante todo ese tiempo. Su mirada transmitía seguridad, como también transmitía un sentimiento de serenidad, algo que confortó a Lottie de mil maneras — a pesar de que eso sea un sentimiento desconocido. La pelirroja se relamió los labios, pidiendo en silencio que todo aquello sea simple curiosidad de niño y no un tipo de curiosidad lleno de avaricia y ambición incontrolada. Charlotte no estaba para encontrarse a otra persona que actuaba tal como su padre en aquellas épocas de adolescencia hasta que Mare decidió divorciarse. La pelirroja sabía que, también, la mirada de Dalton podía transmitir confianza en aquellos momentos que parecía o buscaban ser tensos para ella — y el castaño le preguntó lo siguiente:
—¿Confías en mí, Harmon?
Dalton Bauer era bueno.
(Dalton Bauer, a pesar de cómo se conocieron, demostró ser bueno.)
Sus intenciones eran buenas.
¿Acaso ella tenía algo que temer?
Para nada.
—Confío en ti y en tu juicio, Dalton—respondió ella de manera impetuosa, sin más preámbulos y ciegamente.
—Entonces sabrás que tengo todo bajo control—asintió el castaño convenciéndola finalmente con sus palabras—. Y además he logrado aislarme un poco del laboratorio para distraerme contigo.
Harmon le alzó una ceja, curiosa—¿Lo dices por que verdaderamente soy una distracción o porque realmente quieres verme?
—Porque realmente quería verte—enunció el castaño sin pudor alguno.
Charlotte se podía conformar con eso.
Hasta que finalmente, todo eso parecía haber cambiado radicalmente. Ella siempre buscaba algo más, a pesar de estar encerrada en un gran complejo custodiado las veinticuatro horas del día en las cuatro paredes que la confinaban a entrenamiento y posiblemente a misiones. Charlotte fue desplegada a varias misiones después, sabiendo que había logrado su aptitud luego de lo ocurrido en la operación Javier. Ella, de cierto modo, lo extrañaba y más cuando se trataban de misiones compartidas con su mejor amigo. Parecían ser una muy buena distracción, para luego llegar a la base y encontrarse con diversas notas de Dalton diciéndole las típicas líneas de una novela romántica. La pelirroja llegó a apreciarlas y las guardó en un libro que le dio su madre cuando fueron a Baltimore después de volver de Sudamérica. Charlotte no supuso que esas notas tardarían muy poco, hasta el punto que no llegaron más.
No se decepcionó por ello.
Dalton debe de tener una explicación, que no cunda el pánico, se dijo a sí misma.
Al visitar al centro médico, donde Krauser se encontraba haciendo rehabilitación, ella lo encontró en la sección de investigación — gritándole a los científicos por no hacer bien su trabajo. Detrás de él había imágenes pegadas en una pizarra sobre diferentes cepas a nivel microscópico y demasiados cálculos que Charlotte no parecía entender. A un lado se encontraba un depósito lleno de restos de armas bio-orgánicas, cosa que paralizó momentáneamente a la pelirroja. Dalton se lo veía bastante estresado en su traje encapsulado y presurizado frente a las probetas, tachando con marcas las mismas. Ella se fue de allí cuando un guardia le dijo que no tenía permitido el poder estar allí así que se excusó para volver a la sección de rehabilitación para poder animar a Krauser junto a Leon.
Y lo que ocurría con Leon, era otra cosa.
Una cosa muy distinta si de demonios hablásemos: alguien poco deseado había hecho una aparición de las tinieblas luego de haber sufrido una caída larga en NEST luego de que la madre de Sherry Birkin confesase que se trataba de una mercenaria.
Ada Wong había vuelto a aparecer.
Un par de informantes habían dado un reporte sobre una mujer que vestía de color rojo, de rasgos asiáticos y con el clickeo de tacones contra el suelo de pavimento en muchas misiones. Según Leon y juzgando por la información que daban los diferentes recursos esparcidos por todo el mundo bajo las ordenes del presidente: Ada Wong trabajaba para el responsable de la cuartada hecha en la mansión Spencer, el mismísimo Albert Wesker. Ella recordó que Claire les había contado de ello, obviamente viniendo del testimonio de su hermano mayor, Chris. De todas formas, Charlotte tenía el mero presentimiento de que aquella perra no había muerto del todo.
Maldita espía, pensó ella.
Leon, oh pobre novato, él tenía un gran conflicto interno.
Sin embargo, él no antepondría sus sentimientos confusos por el bien de la misión, ni siquiera ella — los cuales iban dirigidos hacia Dalton. Los meses pasaron, donde Charlotte se dio cuenta de que Dalton se estaba alejando de ella poco a poco y que su trabajo estaba siendo puesto muy adelante que su relación con ella, que ya ni siquiera se veían como se acostumbraba y ese hecho, o al menos llegar a cierta conclusión, terminó por desconcertar a Charlotte Harmon por completo. Eso la llevó hacia donde se encontraba ahora, en ese preciso instante donde tenía a Leon Kennedy mirando por la ventana de su habitación y estaba escuchando su más grande monólogo sin decir palabra alguna.
—No lo entiendo—dijo Charlotte sentada en su cama, su espalda se encontraba posada sobre la pared; su cabello pelirrojo caía libremente por sus hombros—. Si él quería alejarse de mí, me lo habría dicho. ¿Por qué no me lo dijo?
—¿Realmente piensas que tengo la respuesta a esa pregunta?—preguntó Leon alzando una ceja.
—No eres una mujer, lo sé, pero eres un hombre—declaró la pelirroja obviando un dato muy verdadero—. Así que dime cómo piensan los hombres.
—Dijiste que estaba dentro de una investigación, una investigación grande—dijo el rubio haciendo un gesto enfatizando su punto—. Una investigación estresante, larga y que no le permite verte. ¿Te ha contado de qué se trata?
—Me ha dicho que el día que fuimos a ver a Krauser le llegó un resto de la mutación de Javier Hidalgo y que le pidieron a él que la estudiase—respondió Lottie encogiéndose de hombros antes de repasar el comportamiento de Dalton—. Una vez fui a buscarlo a la sección de investigación y pude verlo gritándole a varios científicos.
Leon bufó—Entonces el hecho de que está estresado juega en tu contra.
—Cállate—acotó la pelirroja señalándolo y bajó la mano lentamente, recordando lo que también había visto en ese día—. Entonces...había algo más allí. No solo tenían restos de la mutación de Javier, había otros...de otras misiones.
Los orbes azules de Leon miraron fijamente los de Charlotte—No me jodas, Lottie. ¿Es en serio?
—Sí, hablo en serio—respondió ella al asentir—. Él me dijo que confiase, que el gobierno estaba haciendo sus propias preguntas y buscaban indagar más en el asunto.
—Entonces eso significa que él simplemente está dentro de una investigación y que está estresado por dicha investigación—le replanteó el rubio—. Ya volverá a hablarte.
—¿Lo dices en serio?
—¿Confías en él, Charlotte?
Charlotte asintió, manteniéndole la mirada—¿Cómo no lo haría? Él me salvó la vida cuando Javier nos lanzó por el gran canal.
La mirada de Leon Kennedy se volvió completamente escéptica, ya confirmando sus teorías acerca de los modos de Dalton hacia su mejor amiga — hasta llegar al punto de que la pelirroja soltase una gran mentira frente a su cara. Charlotte se mostró bastante confundida al ver el rotundo cambio de humor que llevaba su mejor amigo hacia ella. Leon era un persona franca y directa de situaciones si se hablaba, nunca le gustó mentir cuando tenía la verdad frente a sus mismísimos ojos.
—¿Por qué me miras así?—preguntó la pelirroja.
—¿Acaso crees que ese idiota fue quien te salvó cuando caímos por el canal?—contraatacó él con veneno en su lengua.
—Huh, él lo hizo.
—No, no lo hizo—respondió él tajante.
Charlotte ya no sentía agrado alguno sobre el tono que utilizaba Leon con ella—¿Y qué te hace pensar eso?
—¡Porque yo fui quien te salvó, no él!—exclamó el rubio estallando de ira—. ¡Él se quedó sentado, inmóvil, mientras yo intentaba devolverte la vida!¡Dalton Bauer no te salvó la vida!—se detuvo por un momento, realizando que había dicho demasiado y con un semblante muy demandante para su propio gusto. El rubio respiró hondo antes de mirar a Charlotte otra vez—. Cuando teníamos diez, ¿recuerdas? Tú caíste de la roca y casi te ahogas.
Lottie permaneció en silencio, intentando asimilar las palabras de Leon, recordando lo que había ocurrido hacía 14 años.
Leon Kennedy había salvado a Charlotte.
—Lamento decepcionarte, Lottie, pero él no fue quien te salvó de la muerte.
Las palabras de Dalton Bauer habían resonado en su mente.
Soy un hombre honesto, Charlotte, y eso se aplica hasta las promesas que puedo hacer.
Eso no era digno de una persona honesta.
Y ella le creyó durante todo ese tiempo.
¿Con qué más le había mentido?
—Soy una idiota—se reprochó a ella misma antes de levantarse de la cama—. Tengo que hablar con él.
—Espera, espera—la interrumpió Leon poniendo ambos pies en el suelo—. No fue mi intención decirlo de esa forma. Pero...
—Pero eso me dio una buena idea de los mentirosos que me encontraré en estos pasillos y que eso podría llegar a lastimarme mucho—sentenció ella antes de salir corriendo por el pasillo, dejando a Leon solo.
Charlotte estaba enfadadísima, sabiendo que tal vez su vida no podría estar mejor en las manos del capitán Dalton Bauer, si no que la podría haber llevado a su propia tumba. Ella debió intuirlo, debió pensarlo. ¿Cómo se le había ocurrido tal cosa?¿Cómo se había creído tan vil mentira? Ella había confiado ciegamente en sus palabras, solo por un simple vínculo emocional que ambos compartían y que ella se dejó llevar. La pelirroja fue a la sección de investigación, esperando encontrárselo allí, pero el guardia le dijo que abandonó la sección para despegar a una misión que partiría pronto. Harmon salió corriendo hacia las plataformas de aterrizaje, con el corazón desbocado y con las miles de lágrimas que estaría a punto de soltar si llegaba a escuchar otra mentira más.
Entonces, allí lo vio, de pie junto con Krauser.
Y le dieron tantas ganas de matarlo.
—¡Bauer!—exclamó ella con todas las fuerzas.
Él se giró, confundido al ver a la pelirroja allí—¿Lottie?
Cuando se acercó, Charlotte puso su distancia, mirándole con un semblante serio y lleno de dolor.
—Lo siento, no he podido verte en estos días y...
—Meses, Dalton, han pasado meses desde la última vez que nos vimos—declaró la pelirroja con estruendosa crudeza—. No me has dirigido la palabra, ni dejado una nota como solías hacerlo. Y...sé lo que pasó realmente ese día en la misión en Sudamérica.
Dalton le miró con preocupación, apoyando ambas manos en sus caderas, incitándola a seguir.
—Tú no fuiste quien me salvó mientras me ahogaba—añadió ella con franqueza—. Leon lo hizo.
Y ahí ella supo que le había quitado la máscara de salvador.
—De acuerdo, él lo hizo, ¿y qué?
—¿Cómo tienes la audacia de mentirme en la cara, Dalton?—espetó Charlotte cruzándose de brazos—. ¿Después de nuestro tiempo juntos?¿Cómo...?¿Cómo puedes traicionar así mi confianza?
—No tengo tiempo para esto, Charlotte.
—Oh, ahora lo estás evadiendo—atacó ella con indiferencia—. De acuerdo, está bien. Entonces creo que no tengo más tiempo para nosotros, si no te quedas aquí para pelear por tu maldito honor.
—Mi maldito honor está allí—señaló el helicóptero que lo esperaba encendido.
El corazón y la confianza de Charlotte se partieron en trizas instantáneamente. Dalton ahí comprendió su error.
—Espera, yo...
—No, no lo hagas. Tu investigación importa más que nosotros, lo entiendo.
Dalton chasqueó su lengua, algo desesperado—Puedes venir con nosotros y ver lo que hay más allá de esas cosas majestuosas.
Cosas majestuosas, así llamaba él a las BOWs.
—Jugar a Dios nunca se le da bien a nadie—replicó la pelirroja negando con la cabeza—. No cometas el mismo error que Javier.
—Ya no hay vuelta atrás para eso.
Charlotte Harmon lo miró de manera escéptica—Entonces aquí terminó lo nuestro, Bauer.
Dalton no habló más, hasta que ella se retiró por su propia cuenta, dejándolo solo y humillado frente al resto. Él se dio cuenta de que la había perdido para siempre y que todo había sido culpa de su mejor amigo, por entrometerse en lo que tenían ellos dos.
Si él no podía tenerla, nadie más podría.
Y él se subió al helicóptero, el cual ascendió rápidamente hacia el cielo, alejándose de la base.
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Charlotte Harmon no lloró aquella noche, o al menos lo intentó.
Pero se sentía...triste.
Sentía un gran vacío en su pecho, mientras miraba a las estrellas por la ventana, sentada en la cama de su mejor amigo. Leon no se encontraba dentro de la habitación cuando ella volvió, completamente destrozada y abatida por un simple desamor que ella tuvo que arrancar desde la médula sin anestesia. Charlotte simplemente se sentó en la ventana para ver como pasaban las horas, observando a los cadetes ir y venir en todo el predio como si se tratase de un día simple y corriente. La pelirroja, súbitamente, se encontró absorta con sus pensamientos, intentando buscar alguna manera de mantener su corazón roto unido por un tiempo más: ya habían sido dos hombres que se lo habían roto en su vida; uno fue su padre, a quién ella creía amar con tanto por su amor hasta que este amor se fue disipando en humo para revelar una cara completamente diferente. El otro había sido la persona que ocupaba su lugar de amante, de quien realmente podría llegar a tener algo genuino, pero terminó siendo una traición escéptica ante sus ojos — absolutamente implacable.
Ella cayó por ellos.
Y ellos finalmente la destruyeron.
La pregunta era: ¿quién diablos iba a ser el siguiente?
Lottie apoyó ambos brazos en el borde de la ventana, recostándose en estos, mientras observaba el paisaje tan lúcido y apagado de Arlington, donde Dalton y ella lo admiraron una noche. Aquello ya no tenía más sentido, aquello había terminado por enterrarse muy por debajo de Charlotte Harmon y terminaría enterrado en los malditos confines del infierno luego de cometer tal pecado. Escuchó una puerta abrirse a sus espaldas, pero ella no se giró, ni siquiera se inmutó, solo continuó con su mirada al frente — la habitación completamente a oscuras. Leon Kennedy estaba parado en el umbral, encontrándose con la grata (y completamente querida) sorpresa de tener a Charlotte a salvo en su habitación. El rubio entró para cerrar la puerta a sus espaldas, acercándose lentamente hacia ella para no perturbar su paz interior (o como ella lo llama: el duelo interno de pensamientos).
—Tenías razón—dijo ella sin mirarlo siquiera.
Leon se detuvo en sus pasos, mirando la silueta oscura de su compañera, algo desconcertado por sus primeras palabras.
—¿Razón de qué?—inquirió el rubio tomando pasos lentos hacia ella, llegando hasta su cama para poder sentarse junto a su mejor amiga.
—Sobre Dalton, Leon—replicó Lottie con la mirada al frente—. Tenías razón. La única persona con quien pensaba que tendría una maldita oportunidad resultó ser un impostor, un narcisista.
—¿Y fuiste a buscarlo?—preguntó Kennedy con curiosidad—. ¿Hablaron?
—Resulta que estaba a punto de ser desplegado a una misión con Jack Krauser cuando lo encontré—respondió Harmon ahora dirigiendo su mirada a él, observando como la luz de la luna provocaba sombras duras en su rostro, justo como lo hacía en el rostro de ella—. Decía que su verdadero honor estaba en la misión y no en nosotros, ni siquiera intentó desmentir lo que dijo sobre salvarme, solo se enfocó en su misión. Así que hice lo mejor para ambos: terminé lo nuestro.
—Espera, ¿qué?—acotó Kennedy sorprendido.
—Eso fue lo que hice, terminé con él—sentenció ella girando todo su cuerpo hacia él—. No voy a dejar que ningún idiota me manipule o me mienta. Quiero que mi alma gemela me quiera y sé que Dalton no lo hará.
—Así que, terminaste con él...—espetó Leon asintiendo con la cabeza, asimilando el momento—. No esperaba...
Charlotte alzó una ceja—¿No esperabas que te tomase en serio?
—Huh, en realidad pensaba lo contrario.
—Soy una mujer de acción—añadió ella cruzándose de brazos.
Leon soltó una carcajada que al parecer había sido contenida por algunos momentos, Charlotte le miró con esa misma ceja alzada, hasta que también ella empezó a reír también. Ambos se vieron encontrados en una simple carcajada, llena de sarcasmo, de humor y posiblemente de lágrimas para evitar sucumbir a aquella oscuridad que tanto había en sus vidas; era jovial, era propio de ellos, era único de ellos. Se sumieron en ese momento, riendo como unos locos, como si estuviesen solos en el mundo, con un pie en el mundo de los vivos y con otro a punto de caer en un abismo gigante y negro, que los tragaría como la tierra se traga a los muertos una vez que estos abandonan el mundo.
Ella apoyó la cabeza en el hombro de Leon, su risa muriendo junto con lo que parecía ser su último amor.
Y su risa también fue bajando hasta que él se quedó en silencio.
Charlotte soltó un sollozo.
Ella juró que no lloraría.
(Aun así, a pesar de sus mejores esfuerzos y sus grandes intenciones, decidió sucumbir a su más mísera tristeza.)
Ella lloró.
Lloró y lloró.
¿Cómo podría ser capaz de juntar todos aquellos pedazos por su cuenta?
Leon posó la mano izquierda en su espalda, mientras que hundía su nariz en el cabello y se mantenía en completo silencio. Lottie sollozó sin pudor alguno, queriendo borrar aquellas caricias de su cuerpo, aquellas palabras que persiguió de manera tan ciega y aquella fe que le había dado al capitán Dalton Bauer desde un principio. Ella lloró por el dolor que le dejaba una traición, pero también por la cantidad de desamor que había en aquellas promesas que eran falsas a sus oídos. Logró conciliar el sueño finalmente en sus brazos, como lo había hecho muchas veces a lo largo de su vida y aquel abrazo se había sentido tan bien, muy diferente de los que daba Dalton o incluso su madre. Y ella se hundió en eso, se hundió en aquel sentimiento de contención y se permitió descansar luego de tanto tiempo de incertidumbre.
Luego, ellos fueron desplegados a una misión en Nuevo México.
Lograron aislar la amenaza y la destruyeron, volviendo de nuevo a su hogar sanos y salvos. Charlotte llamó a su madre, le dijo que estaba bien y permaneció con una mirada neutra y profesional como la que llevaba su compañero. Ambos vivieron, volviendo a su hogar con músculos adoloridos, con heridas que dejarán cicatrices en su mente y con el dolor de la victoria que viene con la muerte. Harmon sentía que el recuerdo de Dalton Bauer era tan lejano que ya ni siquiera sentía su aroma en ella, ya no sentía nada de él — como si se lo habría tragado la tierra. Cuando ambos se asearon, quitándose la sangre seca con el agua caliente y penetrante; se pusieron sus uniformes antes de reportarse al agente Benford, quien los esperaba pacientemente allí. Al menos, eso era lo que reflejaba su figura, pero su semblante se encontraba entre una mezcla de pánico y absoluta sorpresa. Charlotte se acomodó el rodete lo mejor que pudo, sin embargo, Adam hizo un gesto distraído con su mano, indicándole a la pelirroja que no se preocupase por su aspecto.
—He visto que han llegado sanos y salvos—señaló el agente federal—. Me alegra saberlo.
—¿Por qué tan agitado, Adam?—le preguntó Charlotte al hombre de cabellos rubios.
—No he tenido un buen día y la razón por la que estoy aquí es por que ustedes también están involucrados—respondió Benford cruzándose de brazos.
Leon y Charlotte se quedaron paralizados en su lugar.
—Te dije que se darían cuenta—dijo Leon mirando a su mejor amiga de reojo.
—¡Cállate!—espetó Harmon dándole un codazo al rubio.
Leon fulminó a la pelirroja—Yo te lo advertí.
—Solo desarmamos el arma y la volvimos a armar como nos enseñaron, si él se dañó la mano no es nuestra culpa—masculló la pelirroja mirando de reojo a Leon antes de sonreírle a Adam—. ¿Qué?
—Luego los citaré a analizar eso en profundidad—añadió el rubio sin pudor alguno y señaló el ascensor—. Pero no es a que los llamé hoy. Acompáñenme.
Los tres agentes caminaron hacia el ascensor y entraron, colocando uno de los pisos superiores donde se encontraban las salas de operaciones, la sección de FOS se abrió ante ellos, donde muchísimos operadores especiales para misiones de campo se encontraban asistiendo a miles de agentes federales en sus misiones. Leon y Charlotte nunca llegaron a necesitar ayuda de algún operador especial en sus misiones, así que eso era algo nuevo para ellos, luego de hacer misiones con dos contactos al principio y al fin. Adam los lideró hacia una habitación donde se encontraban varios miembros de la unidad y estaba la imagen de algo encendido fuego en varias pantallas.
—¿Alguien puede decirme qué diablos fue lo que pasó?—preguntó Adam antes de pasarse una mano por el rostro.
—Al parecer fue un desperfecto técnico con el helicóptero—anunció uno de los operadores—. Empezamos a escuchar interferencia en las señales hasta que el agente Dalton declaró expresamente que algo no andaba bien—señaló la pantalla con el helicóptero prendido fuego—. Tardamos un poco en encontrar una imagen satelital completa, pero los encontramos. Al parecer...ugh, mierda, al parecer el fuego consumió los cuerpos del piloto y de los agentes Bauer y Krauser. Eran los tres que estaban en ese helicóptero.
Charlotte soltó un respingo.
¿Dalton Bauer había muerto?
—No me jodas...—murmuró ella.
—Los refuerzos están llegando en este momento—anunció otro operador, señalando al helicóptero que estaba a punto de aterrizar—. Águila 5, puede proseguir al lugar del accidente.
—Aquí Águila 5, estamos acercándonos a los escombros—anunció el agente al otro lado—. Intentaremos hacer reconocimiento de cuerpos.
Charlotte y Leon miraron de manera expectante la pantalla, donde los agentes apagaban las llamas con un extintor, ella intentó calmar su respiración ante todo el asunto — ya que, después de todo, Dalton y Krauser fueron sus compañeros de equipo. A pesar de que las cosas terminaron mal con Dalton, Lottie no le deseaba la muerte y esperó estar tan equivocada. Cuando las llamas se apagaron, los agentes se acercaron más, rebuscando entre el humo y el monóxido de carbono que salía, dejando a la habitación en completo silencio.
El sonido del reloj era el único que marcaba los segundos.
Tick.
Tock.
Tick.
Tock.
—Águila 5, aquí Benford, necesito que me digan algo—dijo el agente rubio en pánico—. ¿Qué es lo que ven?
—Señor, hemos confirmado tres cuerpos—sentenció el agente al otro lado de los comunicadores—. El piloto Marble junto con dos cuerpos que contienen chapas de identificación. Dalton Bauer y Jack Krauser. Lo lamento señor, tenemos a tres agentes muertos en acción.
Charlotte apretó sus labios muy fuerte y Leon tomó su mano, dándole un firme apretón.
Dalton y Jack estaban muertos.
¿Y ahora qué?
—¡Mierda!—bramó Benford golpeando la mesa, antes de mirar al operador del FOS—. Quiero un reporte detallado de esto en mi escritorio a primera hora. Pueden retirarse todos—los dos agentes más jóvenes estaban a punto de moverse, pero Adam los detuvo—. Ustedes quédense.
Cuando estuvieron solos, Adam los miró a ambos.
—Realmente lo lamento, chicos—dijo él luego de soltar un fuerte suspiro—. Dalton y Krauser eran buenos soldados.
Charlotte bajó la cabeza.
—Sí, lo eran—replicó Leon con tristeza.
—No cometan su error—espetó el agente Benford.
Harmon levantó la mirada.
Tal vez, eso era lo que uno menos espera.
No cometerían ese error ni aunque quisieran, entonces, volvían a ser ellos dos. Ellos dos contra el mundo.
FIN DEL ACTO DOS!
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