xii. agentes modelo
MEMORIAS PERDIDAS,
capitulo doce: agentes modelo!
Arlington, Virginia, Estados Unidos — Año 2002
CHARLOTTE HARMON SABÍA PERFECTAMENTE QUE NO PODRÍAN TENER LA CUSTODIA DE SHERRY BIRKIN POR MUCHO TIEMPO, más cuando el capitán Dalton Bauer había pedido autorización para empezar a enviarlos a misiones para contener incidentes donde se involucraban todo tipo de actos terroristas: principalmente los que estaban relacionados a brotes víricos donde ocurrían más tragedias que fortunas. Charlotte sentía profunda rabia, teniendo en cuenta los hechos que habían ocurrido en los últimos años: el incidente de Raccoon, la guerra donde Estados Unidos estaba participando en Penamstán y cómo Umbrella continuaba operando como si nada en terreno de pruebas limpio y listo para crear más catástrofes. Parecía irremediablemente inevitable no pensar en ello y más estando en lo que serían las primeras líneas de batalla — la pelirroja sintió su sangre hervir en sus venas cuando Benford les comentó que Sherry había pasado a un complejo completamente asegurado, donde recibiría la educación que merecía y estaría completamente a salvo.
Sherry ya se había acostumbrado tanto a la presencia de Leon y Charlotte, tanto que ella consideraba a los ex novatos como figuras paternas propias, versiones mejores a sus padres biológicos.
A pesar de simplemente extrañarlos, Leon y Charlotte tomaron su lugar rápidamente.
(Y eso le dolió a Charlotte cuando les dijeron que ella se separaría de ellos.)
—Esto debe ser una puta broma—sentenció la pelirroja con molestia mientras miraba a Adam Benford parado frente a ella—. No pueden hacerlo.
—Podemos y lo haremos, agente Harmon—declaró el hombre cruzándose de brazos—. Con uno de los miembros de Umbrella, como Sherry lo describe: "Albert Wesker", no debemos estar ciegos ante un posible ataque que provoque el peligro de la niña.
—Estará bien con nosotros, señor—dijo Leon de manera apacible—. Podemos protegerla, somos los mejores.
Adam Benford sabía perfectamente eso.
Sin embargo, él no podía autorizar ese mandato y más con Umbrella buscando a la niña Birkin.
—Lo siento, agente Kennedy—respondió Benford estridentemente, haciendo su declaración más imponente que antes—. Pero no cederé ante ese pedido.
Charlotte se mordió el labio, buscando de alguna manera no llorar. Sherry Birkin era una simple niña inocente, una niña inocente que no se merecía nada de eso y aún así, ella sentía que le estaban dando la espalda a la niña.
—¿Al menos nos dejarán visitarla?—preguntó Harmon intentando de controlar el timbre de su voz, buscando no quebrarse ante semejante hombre que atraía todo tipo de autoridad.
La expresión de Benford se suavizó un poco, solo un poco.
—Eso lo veremos, Harmon—replicó Adam asintiendo—. Ustedes deberán hacer un par de tiempo en misiones para poder permitirles dicho poder.
Charlotte se permitió aceptar esa condición y con ello, pasaron los meses. El 2001 fue medido por el tiempo que hubo entre el entrenamiento proporcionado por la unidad de agentes en conjunto con la tutela del capitán Bauer y luego por las misiones que se dieron en diferentes lugares de todo Estados Unidos. Había veces que Leon y ella salían en direcciones completamente contrarias, separándose por días y sin contacto entre ellos. O incluso donde Charlotte permanecía en entrenamiento y Leon se separaba de ella para poder irse a la otra punta del país; o viceversa. Hasta incluso había veces donde los dos partían a un mismo destino como equipo para poder combatir los eventos aislados de la manera más silenciosa posible.
Allí, durante ese tiempo, ambos habían creado una especie de reputación.
Ellos eran buenos en su trabajo.
Demasiado buenos, diría Charlotte.
Y entonces ella se dio cuenta el por qué Dalton los había enviado a misiones acabados los 8 meses de entrenamientos: siempre había alguna extensión para poder mejorar habilidades, las cuales muchos soldados y cadetes las tomaban para poder ser eficientes en su trabajo. Harmon entendió después que Dalton lo había hecho por simple castigo en un principio, a pesar de haber hecho las paces luego del séptimo mes de tener a la pelirroja furiosa en la cuadrilla, siendo la única mujer graduándose hasta la fecha. ¿Quién iba a decirlo? Charlotte Harmon nunca se rendiría ante los prejuicios de un hombre y mucho menos de un inglés arrogante e increíblemente atractivo a primera vista, con muchísima más experiencia que ella buscaba de manera indirecta. Dalton Bauer se mostraba completamente orgulloso de su trabajo y eso podía verse plasmado en su rostro con una sonrisa de satisfacción al ver a una cadete de cabellos pelirrojos vistiendo como una maldita militar.
Charlotte consideró un gran logro el poder hacer un rodete perfecto.
Diablos, ya era hora.
Y cuando terminaron los 8 meses, empezaron las misiones.
La pelirroja nunca creyó que reviviría sus pesadillas una vez más, por los siguientes días y hasta incluso los siguientes meses. Parecía como si su mente estuviese metida en un disco rayado, repitiéndose una y otra y otra vez, indudablemente haciendo que grandes dolores de cabeza sucumbiesen en su inconsciente para poder atormentarla. Verán, Charlotte sentía que a sus 24 años de edad era imposible llegar a tener un ataque de pánico, pero eso sí que era un dolor de cabeza. Ella recordó que le faltaba el aire, que se sentía desorientada y más estando en un lugar que no era seguro, donde ella simplemente debía dormir por un par de horas. Charlotte estaba completamente sola, dejando que las lágrimas empapasen sus mejillas y que la única cosa que la protegía eran sus propias rodillas.
Ella estuvo sola durante su primera vez.
Leon estuvo junto a ella cuando ocurrió la segunda y eso le recordó cuando el teniente Branagh intentó atacarla, donde su mejor amiga había perdido los estribos y estaba hiperventilando. El rubio de cabellos cortos agarró tan fuerte a la pelirroja, estrechándola contra su cuerpo en una especie de capullo; como si fuese una mariposa, donde los dos podían estar seguros y ella podía sentirse sin miedo. Kennedy sintió tanto miedo al verla pasar por esa situación otra vez y eso definitivamente era de esperarse luego de haber pasado tanto tiempo recluidos en unas cuatro paredes completamente aseguradas.
Ver a un infectado fue demasiado difícil para ellos.
Sin embargo, disparar no fue tan difícil.
Acababan con una vida, claro, pero ¿qué vida había que salvar si ya no había una?
Adam les comentó que había alguien que estaba visitando a Sherry, alguien conocido para ella y los dos agentes federales no dudaron en mirarse entre ellos. ¿Un familiar cercano, quizá? Benford no les dijo nada más del asunto, pero les dijo que pronto podrían comunicarse con sus familias y coordinar algún punto de encuentro. Charlotte se preguntó si podrían volver a Baltimore para poder ver a su madre y tranquilizarla de alguna manera sobre todo el asunto.
—De acuerdo—señaló Benford luego de una conferencia—. Les daré un día, solo uno.
Charlotte sonrió de lado—Es lo justo y necesario, señor. Gracias.
A finales del año 2001, ellos les habían permitido poder ir a hacer contacto con sus familias. El caos de Raccoon City, en cierto modo, había dejado de hablarse, en conjunto con la guerra librada en Penamstán, todo como si fuese algo efímero y el viento terminase por llevárselo para no verlo nunca más. Nadie declaró sobrevivientes de dicho incidente, solamente una gran explosión y cómo el cielo parecía el maldito infierno viviente. Leon y Charlotte se dirigieron hacia el área de Baltimore, con la única condición de volver el día siguiente para poder ser enviados a otra misión. El camino fue silencioso al menos desde la primera media hora, ya que el viaje era simplemente de unos cincuenta y cinco minutos.
—¿Irás a ver a tu padre?—le preguntó Charlotte a Leon y percibió cómo el rubio se tensaba.
Mala, mala idea preguntar, idiota, se maldijo a sí misma mientras apretaba los dientes.
—No—respondió Leon antes de tragar saliva—. Iremos directamente a la casa de tu madre y le contaremos lo necesario, recuerda que no debemos ponerla en peligro.
—Eso ya lo sé, baboso—dijo Harmon rodando los ojos—. Aunque no tengo ni idea de cómo llegue a reaccionar cuando nos vea.
—Estará aliviada, Lottie—señaló Kennedy mirándole por el rabillo del ojo—. Hace mucho que no escucha de ti, luego de esa repentina llamada diciéndole que no podrías contactarte con ella por los siguientes meses.
—Al menos hasta que las aguas se calmasen.
—Y pasaron dos años antes de que nos permitiesen salir—añadió él sonriendo de lado—. Estamos vivos, después de todo, no creo que sea lo mismo que el capitán Bauer o yo fuese para entregarle una bandera de los Estados Unidos declarando que eres simplemente una agente muerta en acción.
—Mi madre te mataría, posiblemente.
—Y me enterraría en tu jardín, para ser honestos.
Charlotte soltó una carcajada—Mi madre es tétrica, ¿verdad?
—Nah.
Para cuando llegaron a Baltimore, Leon se tomó el tiempo de recorrer la ciudad, dirigiéndose luego hacia el barrio donde su mejor amiga solía vivir y se dio cuenta que la casa no había cambiado en nada. El auto de Mare Harmon estaba estacionado y eso podía significar que la dueña se encontraba en casa. Charlotte se sintió nerviosa por un segundo y se tomó un momento para poder mantener la calma, intentando de volver a retomar el control de sus acciones. Leon posó su mano encima de la de ella, dándole un firme apretón para asegurarle que todo saldría bien y eso fue suficiente incentivo para poder permitirle a Harmon salir del auto. Los dos se acercaron a la propiedad y escucharon un pequeño canto que provenía desde atrás, así que Charlotte arrastró a Leon hacia la puerta trasera, donde se encontraron a Mare Harmon cosechando un par de flores.
Charlotte no tardó en sentirse abrumada.
Su madre se encontraba un poco más vieja, pero seguía siendo eternamente hermosa.
Dios, ella la había extrañado muchísimo.
—Hola, Mare—dijo Leon al ver que a su amiga le faltaban las palabras.
Mare se tensó, ladeando su mirada hacia las voces, encontrándose con los dos jóvenes que había visto crecer durante muchos años. Aquellos jóvenes que se habían despedido una mañana para marcharse rumbo a Raccoon City, donde una tragedia terminaría separándolos como si se tratase de un castigo divino. Mareena Harmon se puso de pie, llevando una falda larga y una remera de mangas largas con cuello de tortuga. Su sombrero remarcaba muy bien su cabello y cómo sus orbes claros miraban con tanta emoción a los dos muchachos. Ella no tardó en correr a abrazarlos, acogiéndolos entre sus brazos como si fuesen simples figuras de humo — con el miedo de que ellos se esfumasen pronto.
Lottie soltó un sollozo antes de abrazar a su madre con fuerza.
—Dios mío, están bien—sollozó Mare aliviada—. Están bien. Están a salvo.
Charlotte suspiró, contenta—Estamos vivos, mamá.
—Estuve tan preocupada por ustedes...—declaró Harmon apretando más su agarre en ellos.
—También te extrañamos, Mare—le dijo Leon.
Ella les preparó el almuerzo mientras que los bombardeaba de preguntas; sobre el cómo, el cuándo, y el dónde y el simple porqué. Charlotte le dijo que no podían decirle mucho, pero le contaron cómo salieron de la ciudad con una cantidad grande de problemas, mencionaron parte de su custodia compartida con la niña que rescataron y que ya eran agentes federales que formaban parte de misiones. Mareena juró no decirle de aquello a nadie, siendo la única fuente confiable para poder tranquilizarla al menos por un tiempo, ya diciéndole cómo serían las cosas de aquel momento en adelante.
Eventualmente, ella preguntaría por Harold.
—¿Él murió allí, verdad?
Charlotte dejó el vaso con agua a un lado, mirando a su mejor amigo de lado.
¿Piensas que disfruto tener el corazón roto después de haber matado al hombre que me creó con mis propias manos?
Hacía mucho que ella no pensaba en Harold Harmon.
—Él está muerto, mamá—respondió la pelirroja, sin dar más detalles sobre el cómo—. Estaba infectado cuando llegamos, era demasiado tarde.
Mare dejó el tema, sabiendo que podría llegar a ser duro para su hija contarlo y Leon procedió a preguntarle qué estuvo haciendo durante todo ese tiempo que permanecieron incomunicados. De todas formas, Lottie agradeció la intromisión mientras terminaba su plato de comida. La tarde con Mare fue apacible, casi reconfortante luego de tantos momentos oscuros, hasta que llegó la noche donde Charlotte y Leon tuvieron que dormir en la antigua habitación de Charlotte.
—Esta habitación huele demasiado a chica.
—Es por qué está limpia, ¿sabes?—le recriminó la pelirroja pasando por su lado.
—¡Oye! Soy pulcro.
—Cuando te conviene.
Leon rodó los ojos y se acostó en la cama, Charlotte a su lado, ambos tapados con el edredón. Se sumieron en un silencio cómodo entre ambos, dejando que las pocas luces que podrían entrar en la habitación sean las de la calle. Inconscientemente, la pelirroja buscó la mano de Leon por debajo de las sábanas y la tomó, dándole un ligero apretón. Los dos cayeron en un profundo sueño, sabiendo que al día siguiente debían partir para Arlington otra vez así continuaban con su nueva vida.
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Jack Krauser literalmente parecía una versión blanca del coronel John Matrix de la película Comando y Charlotte tuvo que tragarse una gran carcajada cuando Benford les dijo que lo encontrasen en el pabellón de entrenamientos que se encontraba en el gran complejo del Departamento de Defensa. En cuanto llegaron, se encontraron con Dalton hablándole de manera animada y distinguieron a un hombre de estatura un poco alta a la de Leon, de cabellos rubios cortos y peinados a la perfección, vestido con armamento militar de la misma manera que Bauer y una piel bastante pálida como la de Charlotte. Dalton los vio llegar y sonrió de lado al ver a la pelirroja preparada.
—Vaya, vaya, los agentes modelo ya están aquí—señaló este aplaudiendo.
—Mejor tarde que nunca—añadió Charlotte con diversión.
—Benford los retuvo demasiado tiempo, no me sorprende—comentó el castaño y señaló con su brazo al rubio—. Muchachos, les presento al soldado de clase diez de la unidad SOCOM, Jack Krauser.
Leon le estrechó su mano primero y luego fue Charlotte.
—Jack, ellos son los agentes de quienes te hablaba—los presentó Bauer—. Él es Leon Kennedy y ella es Charlotte Harmon, ambos son agentes de la unidad USSTRATCOM y parecen ser los niños mimados del gobierno.
—Creía que tú eras el niño mimado, Dalton—murmuró Harmon rodando los ojos, provocando que Krauser soltase una carcajada amarga.
Dalton alzó ambas cejas—Lo era, Charlotte, ahora tú y tu amiguito me quitaron el puesto.
Charlotte le guiñó el ojo—Era de esperarse. ¿Se puede saber por qué está aquí, agente Krauser?
—Tu unidad pidió ayuda a la mía en un tema que resultó ser algo delicado entre las líneas enemigas—respondió el soldado rubio cruzándose de brazos—. Algo sobre un terrorista que trabajaba con un tal Albert Wesker, al menos eso fue lo que dijo el informante.
—Javier Hidalgo—sentenció el propio Leon—. Aún no nos dieron el informe completo.
—Por que primero quería presentarles a su nuevo compañero—añadió Dalton rodando los ojos.
Charlotte alzó una ceja—¿Seremos solo tres?
—Ah, no, cuatro—replicó Bauer antes de esbozar una sonrisa de lado—. Yo me uniré a ustedes.
—¿No tenemos poder de voto aquí?
—Juzgando por el tono de tu capitán, Harmon—le dijo Jack inclinándose un poco hacia la pelirroja—. Dudo de que esto se trate de una democracia, me huele más a dictadura.
—Así es, Krauser—sentenció el castaño—. Esto definitivamente no se trae a debate.
Charlotte y Leon simplemente se encogieron de hombros, siguiendo con la charla donde Krauser les decía que ellos contarían con una mano extra para poder llevar los asuntos del negocio que tenía el terrorista Hidalgo a un fin — así pudiendo romper otro lazo más para Umbrella. No tardaron nada en recibir un informe anónimo que declaraba que había una nueva variante del virus que habían visto en Raccoon City: parte del Virus T y la inmunidad de la muchacha Birkin, el Virus G. Encontrarse con una nueva variante parecía una casualidad demasiado accidental como para ser real, pero eso tendría sentido teniendo en cuenta las actividades que realizaba el gran mercader Javier Hidalgo al respecto.
Aún había varios cabos que atar.
Mientras tanto, Leon y Charlotte continuaron entrenando, esta vez junto a Krauser; quien demostró ser un soldado muchísimo más intenso que Dalton, hasta incluso el propio Dalton lo admitía entre dientes.
—¿Ahora entiendes lo que tuve que pasar estando bajo tu mando?—le dijo Charlotte mientras hacían sentadillas.
Dalton gruñó en voz baja.
—Increíble, el capitán Dalton Bauer me está dando la razón.
Leon bufó en voz baja—Creo que el capitán Dalton Bauer te está ignorando.
—Alguien que me entiende—murmuró Dalton bajando un poco más en su sentadilla.
Charlotte le enseñó el dedo medio—Púdrete.
—Se supone que habíamos acordado una tregua, Harmon.
—¿Y se supone que yo no debo molestarte?
—Exactamente. Hasta tu amigo lo entiende.
Charlotte rodó los ojos—Demasiada testosterona presente en un lugar donde hay muy poco estrógeno.
Dalton no tardó en sentirse decepcionado cuando ella se alejó de ellos, pidiéndole a Krauser si podía cambiar de ejercicio, el soldado se lo concedió al ver a Bauer y Leon detrás de ella aún haciendo el ejercicio. Esa misma noche, Charlotte se estaba preparando para ponerse el pijama e irse a dormir, retirándose por la noche para tener un sueño pleno — al menos hasta que alguien decidió golpear su puerta suavemente. La pelirroja miró de manera inexpresiva hacia la puerta, debatiendo si Leon estaba al otro lado para pedirle pasta de dientes o simplemente por que olvidó la llave de su cuarto compartido. Cuando la persona volvió a insistir, ella se acercó rápidamente para desbloquear la puerta y abrirla de par en par.
Lo que más le sorprendió fue ver a Dalton frente a ella, aún vestido en su uniforme.
—Si estás buscando a Leon, él está terminando su ronda de limpieza.
Dalton chasqueó su lengua—En realidad, vine por ti.
Oh.
Charlotte se sentía tan confundida.
—¿Estoy en problemas?—le preguntó la pelirroja.
—¿Qué? Por supuesto que no, Charlotte—le respondió Dalton—. Vine a disculparme, huh, por mi comportamiento de esta tarde—Charlotte le miró con una ceja alzada—. Y vengo a reforzar nuestra tregua.
Lottie se cruzó de brazos, esbozando una sonrisa socarrona—¿Cómo piensas hacer eso, capitán Guapo?
—¿Capitán Guapo?¿Acaso tienes un sobrenombre para mi?
—Así es cómo te llamaban en la cuadrilla.
—No me esperaba menos—negó con la cabeza antes de volver a fijar su mirada en Lottie—. Tengo una petaca de tequila entre mis efectos personales, sin abrir, un regalo de mi madre quien en realidad se lo robó a mi padre. Es una larga historia.
Charlotte se lo pensó por un momento, decidir separar un poco sus pensamientos del trabajo, de su relación con Leon y enfocarse en buscar algo nuevo. Así que aceptó, conociendo un lado del capitán Bauer que ella nunca había visto en ámbito de entrenamiento, sin pensar de que se trataba de un agente de alto rango a comparación de ella. Dalton era un hombre muy ambicioso, pero esa ambición era diferente a la de su padre y ella lo percibía por que Dalton resultó ser una persona muy humilde y con un gran espíritu de justicia.
Además de ser demasiado bueno en la cama.
Charlotte no tardó en morderse el labio al recordarlo. Diablos, ¿Cuándo fue la última vez que se acostó con alguien? A pesar de que ella era buena con la abstinencia, eso no significaba que ella no tuviera la necesidad de saciar aquel apetito sexual, además, sin rencores, ¿verdad?
Solo sexo.
Para Charlotte fue muy reconfortante y placentero, para Dalton, fue como encontrarse a una maldita diosa griega que cayó literalmente como un ángel caído a sus brazos. Dalton y ella permanecieron extremadamente callados ante eso. Krauser no era nada estúpido y Leon tenía una ligera sospecha, pero decidió no decir nada. Mientras más buscaban pistas sobre Javier, más se frustraban al no encontrarlas y el entrenamiento de Krauser evitaba que la pelirroja durmiese con tranquilidad. Una mañana, ellos se dirigieron hacia el ascensor que los llevaría hacia el pabellón para efectuar su calentamiento matutino con Dalton y Krauser. Cuando se abrieron las puertas, se encontraron con una mujer de espaldas a ellos, con uniforme militar y cabello rubio acomodado de manera perfecta.
—¿Debería sorprenderme el hecho de que no has dormido bien por dos noches?—preguntó Leon a Lottie de reojo.
—El entrenamiento me cansará hasta el punto de desmayarme—respondió ella de manera cansada pero segura—. Estoy bien, Leon.
—Jack está preocupado por ti.
Eso, en cierta forma, no era cierto.
Harmon rodó los ojos—Krauser no se preocupa por nadie.
La mujer que estaba enfrente se tensó un poco, pero Charlotte decidió no darle tanta importancia, más que la actitud interrogatorio que su compañero tenía aquella mañana. La rubia vestida con uniforme militar ladeó su mirada al muchacho rubio cuando el silencio se formó en la sala y miró de reojo a Leon Kennedy.
—Gracias—dijo ella con simpleza.
Los dos agentes se miraron entre ellos, confundidos.
Leon frunció el ceño—Huh...¿disculpe?
—Les estoy agradeciendo por habernos ayudado a encontrar a Claire Redfield—respondió la rubia antes de girarse, mirando a los dos cadetes, quienes le miraron atónitos—. Creo que el rubio es algo nuevo para ustedes.
Era increíble.
Joy Williams, después de varios años, estaba parada frente a ellos.
Charlotte Harmon sonrió de lado—¿Oficial Williams?
—Ya dejé de ser oficial Williams hace mucho tiempo—dijo Joy sonriendo de lado—. Estoy con otra misión ahora, pero como sé que ustedes fueron quienes contactaron a Chris, él acudió a mí.
—¿Claire está...?—preguntó Leon.
—Claire está sana y salva—acotó la rubia colocando sus manos a sus costados—. Empezó en una organización llamada TerraSave, se fundó hace unos meses y ella pensó que podía darles una mano.
—No volvimos a verte después de lo que ocurrió en Raccoon—dijo Charlotte cruzándose de brazos—. La unidad de STARS fue disuelta.
Joy negó con la cabeza—Ocurrieron demasiadas cosas, pero yo no fui la única que sufrió de un infierno como ustedes lo hicieron junto a Claire. ¿Cómo terminaron aquí?
Charlotte y Leon intercambiaron miradas, donde Joy pudo descifrar de que se trataba de algo demasiado complicado como para explicar en tres minutos. La rubia lo comprendió, ellos dos habían pasado por una pesadilla interminable donde muy pocos lograron salir y ella le hizo una seña con su mano para indicarles que todo estaba bien, que ella no necesitaba explicaciones.
—¿Qué viniste a hacer aquí?—preguntó Charlotte con curiosidad.
—Hay un proyecto para una organización especializada en el Bioterrorismo y limpieza de armas Bio-Orgánicas—respondió Joy relajando sus hombros un poco—. Un conocido me debe un favor y veremos si puede mover los hilos suficientes para aprobar el proyecto. Aún hay cabos sueltos con un virus.
—¿Cuál virus?—preguntó Leon de manera cordial.
—Lo hemos visto en la isla donde mantenían a Claire cautiva—declaró Joy cruzándose de brazos—. El Virus T-Verónica. Si los están entrenando bajo este régimen, es mejor que sean conscientes de esto, porque es un virus muy peligroso.
Charlotte asintió—Lo tendremos muy en cuenta, Joy.
Las puertas del ascensor se abrieron detrás de ellos y los jóvenes miraron a la muchacha vestida de uniforme militar. Joy chasqueó su lengua—Espero que nos volvamos a ver en otras circunstancias. Vayan a entrenar.
Ellos simplemente asintieron, despidiéndose de ella antes de proseguir en el pasillo, dejándola atrás. El dúo de agentes procedió a continuar hasta la entrada donde indicaba el inicio del pabellón de entrenamiento, encontrándose con varios cadetes ya haciendo ejercicio con otros instructores — Charlotte no tardó en encontrar a Krauser y a Dalton esperándolos, ambos con expresiones sombrías. Al apresurar el paso, ellos se vieron junto a los dos militares en tiempo récord, así atrayendo su atención.
—Llegan tarde—acusó Jack.
Charlotte levantó ambas manos—Nos encontramos a una vieja amiga en el camino, relájate.
—¿Sucede algo?—preguntó Leon.
—Tenemos una nueva pista que podría llevarnos al paradero de Javier—dijo Dalton antes de sonreír de lado—. Partiremos esta noche.
Leon alzó una ceja—¿A dónde diablos iremos?
—A Sudamérica, camarada.
Charlotte y Leon se miraron, sabiendo que deberían empacar para un nuevo infierno.
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