viii. confianzas ciegas
LA CAÍDA,
capitulo ocho: confianzas ciegas!
LA CORPORACIÓN UMBRELLA NO ERA PARA NADA DESCONOCIDA A OÍDOS DE CHARLOTTE HARMON, realmente había escuchado sobre esta desde que su padre entró en la industria cuando ella tenía diez años, en un centro que se encontraba en Annapolis — a 35 minutos de viaje en auto por día. Podía decirse que Charlotte veía muy poco a su padre luego de los primeros 10 meses dentro de la empresa multinacional dedicada a la medicina farmacéutica y cosmética. Su madre no era tan fan de las cosas y siempre decidió utilizar otras cremas, ya que los productos de Umbrella nunca le hicieron bien a su piel. Charlotte sabía perfectamente que su padre era un científico químico de gran prestigio por sus notas en la universidad durante sus años como estudiante y ella se sintió feliz al ver que todo su esfuerzo había sido recompensado con un trabajo de esa magnitud como lo era la Corporación Umbrella.
Sin embargo, Harold Harmon era un hombre bastante ambicioso.
(Allí fue cuando la pelirroja se había dado cuenta que eso lo había heredado de él.)
Había veces que la ambición podía llevarte a lados inesperados, tanto buenos como también malos — la ambición siempre fue algo que perturbaba a Charlotte, en el sentido de que uno siempre era fuerte con sus deseos, pero si no los dejas ir en orden de conseguirlos y sigues presionando y presionando, últimamente aquello podía traerte tantas desdichas como fortunas. Finalmente, ella concluyó que la ambición de la investigación de su padre en Umbrella fue la cosa que terminó separándolo de la cosa que él consideraba más importante en su vida: su propia familia. Su ambición, su avaricia y su obsesión por aquella investigación era más que una simple cena familiar entre los tres o de escuchar de los triunfos de su hija o de consolarla cuando un chico le rompía el corazón — ese había sido el trabajo de Mareena (y de Leon, en parte).
Y Charlotte lo odió por ello.
Mucho, mucho.
Pero claro, el destino había decidido armar su jugada: enviar a su padre a Raccoon City para poder terminar su investigación en un cuartel mejor equipado del que tenía, para que luego su hija terminase siendo transferida junto con su mejor amigo a la comisaría de la misma ciudad y que luego hubiese un brote vírico donde ella se suponía que tendría su primer día como oficial, así logrando saber de una mujer quien aclamaba de ser del FBI que su padre podría ser uno de los responsables de aquel desastre — eso sí que sería el colmo. No obstante, la noche lluviosa no había terminado y los dos oficiales de policía novatos siguieron a la mujer con tapado color claro por una zona que daba a las alcantarillas donde se supondría que encontrarían a una de las responsables: Annette Birkin.
¿Acaso esa no se trataba de la madre de Sherry?
La agente del FBI no buscaba a su padre y la pelirroja no sabía si eso era algo bueno o malo.
Aun así, los condujo hacia la supuesta entrada donde se encontraba el laboratorio secreto de Umbrella perteneciente a dicha científica y responsable de provocar aquel desastre — todo debajo de la típica tapadera de una empresa farmacéutica la cual estaba dedicada a la fabricación de productos cosméticos e insumos médicos para el bien. En realidad, todos terminaban siendo unos hipócritas y eso Charlotte lo sabía muy bien: una fachada del bien para ocultar trapos sucios y secretos que ni siquiera eran capaces de enterrar con una pala entre la tierra marchita. Ni siquiera los cadetes del RPD sabían sobre el sistema de alcantarillado que tenía la corporación farmacéutica justo debajo de sus narices, haciendo aquella corrupción más y más peligrosa. Así que, ahí estaban ellos: buscando a Annette Birkin.
Charlotte deseó, muy por adentro, que su padre estuviese muerto.
La pelirroja se lanzó hacia el agua que había en las alcantarillas, siendo salpicada por miles de baterías y un mal olor que provocó que hiciese una mueca de asco.
—Esto sí que es una mierda—gruñó la pelirroja de mala gana—. ¿Vas a venir conmigo, idiota?
Leon la miró desde arriba, con aire divertido—No creo que sea una buena idea.
Charlotte le levantó el dedo medio y Ada no tardó en rodar los ojos a través de sus lentes oscuros.
—¿Segura que es por aquí?—le preguntó el rubio.
—Me temo que sí—se lamentó la agente de cabellos negros.
—Perfecto—señaló la pelirroja—. Es solo agua sucia. ¿Qué más puede pasar?
Repentinamente, un temblor sacudió el suelo y Charlotte sacó su arma instantáneamente, recordando que no muy atrás se encontraron con algo gigante vagando por las alcantarillas. Les indicó a sus compañeros que permaneciesen en su posición mientras ella iba a investigar y de manera casi rápida, una bestia salió del agua, soltando un aullido con una gran mandíbula. Charlotte dudaba que eso fuese un maldito cocodrilo convencional. Leon intentó bajar, pero Ada le agarró por los hombros, negándole con la cabeza.
Harmon negó lentamente con la cabeza—No me jodas.
—¡Lottie!—exclamó Leon encima de ella—. ¡Sal de ahí!¡CORRE!
Diablos, sí que lo haré, pensó la pelirroja.
Ella se echó a correr por el lado contrario por donde vino el monstruo, sabiendo perfectamente que este estaba persiguiéndola casi a la misma velocidad a la que ella corría. La pelirroja intentó de mantener una respiración medida para no quedarse sin aliento y sus músculos literalmente la quemaban por el esfuerzo, pero su propia necesidad de permanecer con vida era más que suficiente para mantener sus piernas andando a una gran velocidad.
—¡Oh, mierda!—exclamó la pelirroja.
Charlotte corrió con más fuerza y vigor, ya respirando de manera agitada ante el peligro que estaba pisándole los talones para poder comérsela de un bocado. No escuchaba a nadie, ni siquiera a Leon quien estaba siguiéndole el paso junto con la agente del FBI — no, ella simplemente escuchaba a su intuición y a sus ganas de salir viva de aquella ciudad del infierno. Se corrió a un lado para esquivar una mordida que lanzó el gran lagarto mutado y prosiguió con su carrera, sintiendo que su cabello se pegaba a los costados de su rostro, dando a ver que había un par de mechones sueltos cerca de su campo de visión.
Corre, corre, se dijo a sí misma.
Corre.
¡Corre!
Ella no se detuvo.
Cuando el cocodrilo mutado intentó morderla otra vez, ella se corrió y descubrió que había una bajada gigante a sus anchas, dejándole una salida viable para poder reencontrarse con Kennedy. Ella saltó, soltando un grito antes de deslizarse por más agua sucia y terminar en otro camino, mientras que el cocodrilo se había quedado atascado en un tubo de líquido inflamable. Charlotte sonrió con absoluto triunfo antes de sacar su arma y apuntar hacia el enemigo.
—¡Que te vaya bien, lagarto asqueroso!
Apretó el gatillo.
Algo explotó y ella se protegió como pudo del impacto. El cadáver del cocodrilo se movió con la corriente hacia ella, revelando que simplemente le había explotado la cabeza y Charlotte se dio cuenta de que había manchones de sangre empapándola entera junto con la suciedad que había en las alcantarillas. Ella se mordió el labio antes de guardar su arma y buscó alguna salida.
—¡Lottie!—exclamó Leon y ella dirigió su mirada hacia arriba, encontrándose con los dos—. ¿Estás bien?
—Creo que tendré que estar en un baño por más de una hora—declaró la pelirroja y levantó su pulgar con cansancio—. Pero estoy en una pieza, rubio teñido.
Leon Kennedy rodó los ojos mientras que Ada le bajaba la escalera para que ella pudiese subir. El muchacho de cabellos rubios le tendió una mano para ayudarla y los dos se dispusieron a seguir a Ada. Charlotte volvió a sacar su arma mientras caminaba hacia adelante, buscando encontrar su aliento para normalizar su respiración y Leon se encontraba a su lado.
—¿Cómo huelo?—le preguntó Charlotte a su mejor amigo.
—¿Quieres escuchar mi sincera opinión, niña flama?
—Nada te detuvo antes, rubio teñido.
—Hueles peor que yo luego de un entrenamiento—se quejó el rubio mirándola por el rabillo del ojo—. Mare te mataría si te viese así ahora.
—Gracias a Dios a que ella no está aquí.
—No será que no les avisé—les advirtió la mujer de cabello negro ladeando su cabeza a un costado—. Pero veo talento en esa pequeña escena que hiciste, Harmon.
Charlotte apretó los labios asintió.
—Dijiste que el virus transforma a la gente, no a los reptiles—añadió Leon mirando fijamente a Ada.
—Correcto e incorrecto al mismo tiempo—se excusó Ada mirando al frente mientras caminaba—. No sabía que podía llegar a esas alturas. Me impresiona ver a tu compañera en una sola pieza.
Entraron a un pasillo que los llevó a un ascensor y estos bajaban rápidamente un par de pisos más abajo, dando a ver de qué se trataba de algo más grande. Charlotte se preguntaba cómo aquella mujer sabía dónde estaban las entradas y las salidas de aquel lugar, alimentando así su indeseable sospecha hacia la mujer de cabellos cortos — mientras que Leon le miraba con absoluta fascinación, como si ella fuese una gran espía que podría acabar con aquella misión en un abrir y cerrar de ojos.
—Entonces, a ver—declaró Kennedy al lado de Charlotte—. ¿Umbrella vende a estas cosas como esa a quién?¿A nuestro ejército?¿A otros países?
Ada, recargada sobre la pared, le negó con la cabeza—No venden a los monstruos, si no que venden los virus que los transforman. Y Annette es quien crea los virus—miró a Charlotte—. Ese cocodrilo era peligroso. Annette es aún peor.
Charlotte apretó los labios ante la mención de Birkin.
¿Acaso la madre de Sherry sería capaz de algo así?
Deseó que Claire haya encontrado a esa niña y esté buscando algún medio para poder sacarla de allí.
Las puertas del ascensor se abrieron y eso les permitió el paso a una habitación con un poco de maquinaria que ellos no conseguían reconocer. Charlotte inspeccionó la habitación con su arma y descubrió que alguien estuvo allí de manera reciente, el trío continuó por una puerta de reja y se aseguró una posición en la puerta, donde Leon entró primero — una mujer de al menos unos 40 años, de cabello rubio recogido en una coleta baja y vestida con un guardapolvo, miraba curiosamente un cadáver que había sido efectuado hacía muy poco.
—Sin duda, esto es cosa de William—se dijo a si misma, con profesionalismo.
Charlotte y Leon levantaron sus armas—¡Identifíquese!
Ada sacó su arma, apuntándole a la rubia—Annette Birkin.
¿Aquella mujer era realmente la madre de Sherry?
—¿Es a quien buscamos?—le preguntó Leon a Ada.
—No hay tiempo—volvió a murmurar la científica—. Hay que eliminarlo.
La agente del FBI dio un paso al frente—¿Dónde está el virus G?
Annette le miró de manera seria antes de bufar en voz alta, su mirada chocando con la de la pelinegra—Huh, eso no va a pasar, querida.
—¡Conteste, doctora!
—¿O qué?
(A Charlotte no le gustaba a dónde se dirigía todo esto.)
La mujer Birkin soltó un encendedor encima del cuerpo, prendiéndolo fuego antes de salir corriendo, siendo seguida por la agente del FBI y Leon exclamando su nombre. Charlotte bufó antes de seguirlo antes de que se escuchasen disparos y cuando menos se lo esperó, Leon fue quien se interpuso entre la bala que disparó Annette y Ada, corriéndola a un lado. La pelirroja gritó su nombre antes de dispararle a la científica, quien se recluía detrás de una puerta que terminó bloqueándoles el paso a ellos.
—¡Nunca conseguirán el virus G!—exclamó Annette por última vez.
Charlotte se acercó a Leon, guardando su arma para poder verificar la herida que había empezado a sangrar desde su hombro.
—No esperaba eso de una científica—declaró Ada quitándose los anteojos—. ¿Está bien?
La pelirroja le miró de manera inexpresiva, dejando en claro que el rubio no estaba nada bien y la sangre que manchaba parte de su uniforme le daba a entender de que se trataba de una herida muy seria.
—Déjame y váyanse—les dijo el rubio sin aliento—. Deténganla antes de que se escape...D-Deténgan...
Y simplemente se desmayó.
—¿Leon?—dijo Charlotte y tomó su rostro entre las manos—. No, no, no. Despierta—le palmeó la cara un poco—. Leon...mierda.
Ella empezó a abrirle el chaleco, dispuesta a encontrar el punto donde se encontraba la herida provocada por la bala. Ada le miró de manera escéptica, antes de sacarse el tapado que guardaba su figura, la cual llevaba un vestido de color rojo carmesí y una funda que se encontraba en una liga en un brazo.
—Cúbrelo con esto—le ordenó la mujer con rasgos asiáticos.
—¿Irás detrás de Annette?
Ada asintió—Tú solamente intenta salvarle la vida y luego búsquenme.
Charlotte asintió y la mujer asiática apretó sus labios antes de salir corriendo por el pasillo con su arma. La pelirroja se puso manos a la obra y empezó a quitarle la parte superior del uniforme a su compañero. La idea era extraer la bala de la mejor manera posible y vendarla para aplicar un torniquete, así logrando parar la hemorragia. Rebuscó en sus bolsillos algunas vendas, pero recordó que las había dejado en la comisaría y decidió rebuscar en los bolsillos de la chaqueta que llevaba Ada, sorpresivamente encontrándose con su credencial del FBI.
Ella lo abrió, observando con atención cada detalle.
Esa mujer se llamaba Ada Wong.
Y la pelirroja se permitió ver el documento con más claridad, descubriendo una cosa tan minuciosa en la credencial: una superposición en la firma.
Aquella credencial era falsa.
Ada Wong no era del FBI.
Sin embargo, Charlotte cerró la boca y se dispuso a curar a su mejor amigo.
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Harmon salió en busca de Claire Redfield.
Tardó al menos unos treinta minutos en curar las heridas de su mejor amigo, quien permanecía inconsciente, pero respirando de manera normal y respondiendo bien ante las administraciones que le hizo su compañera. El torniquete que le aplicó fue hecho de manera perfecta y el rubio se quejaba en voz baja soltando quejidos de dolor mientras ella se ocupaba de quitarle la camisa de mangas cortas que él llevaba. Se sonrojó de manera vergonzosa cuando vio su pecho desnudo y negó rápidamente con la cabeza antes de limpiar la herida luego de extraer la bala con el cuchillo.
No babees, se reprochó a sí misma.
—Considero que ese movimiento fue valiente y completamente estúpido—le dijo la pelirroja mientras rodeaba su torso con un pedazo de tela—. Y todo por una mujer que no es quien dijo que es...¿Acaso estás...?
¿Él estaba enamorándose de la agente del FBI?
Leon soltó un gruñido antes de arquear la espalda, permitiéndole a su mejor amiga rodearlo mejor y ajustar el vendaje.
—Ada...—susurró él y Charlotte no pudo sentir tanta decepción, tanto enojo.
No, tú no eres así, se dijo a sí misma.
Charlotte era una chica de corazón dorado, altruista y siempre deseando lo mejor para todos; ella no debería sentir envidia o celos, o incluso sentirse pequeña frente a una mujer completamente envuelta en una misión profesional, llegando un vestido ajustado y tacones que podrían ser letales según su filo. Ella no debería sentir eso, ella debería estar feliz por ver a su amigo con vida, y tal vez encontrándose con un nuevo amor en su vida — sin que sea la propia Charlotte. En cuanto logró vendarlo, procuró dejarlo con la camisa cerrada y otro vendaje para asegurar el anterior, así colocándole el chaleco del RPD de vuelta junto con sus armas. Utilizó el tapado que le dio Wong a ella antes de retirarse en busca de Annette y en ese momento, su radio pitó.
—Aquí Harmon—respondió ella.
La voz de Claire tembló—¿Lottie?
—Dios santo, Claire. ¿Qué pasó?
—Estoy en las alcantarillas, Sherry no estaba en el orfanato—respondió la menor de los Redfield con voz temblorosa—. ¿Dónde estás tú?
—¿Qué?¿Cómo que Sherry no estaba en orfanato?—le preguntó la pelirroja tensa—. ¿Dónde está el jefe Irons?
—El bastardo está muerto, lo vi agonizar antes de que algo consumiese sus órganos internos—declaró Claire con furia contenida—. Busqué a Sherry allí y no estaba, había mucha sangre.
—De acuerdo, nos encontraremos en un punto medio.
—¿Cómo están tú y Leon?
—Leon recibió un disparo de una de las posibles responsables de todo esto—añadió Charlotte mirando al rubio—. Annette Birkin.
—Ella podría ser la madre de Sherry. Iré hacia ustedes.
Lottie negó con la cabeza—Leon está en un lugar seguro y está dormido, no le pasará nada mientras yo voy a buscarte.
—De acuerdo, ten cuidado. Corto.
La pelirroja se agachó frente al rubio, quien estaba con rastros de sangre seca y suciedad, pasando una mano de manera delicada para apartarle un mechón rubio sucio del rostro. Sus orbes azules viajaron desde sus ojos cerrados hacia sus labios y ella se acercó un poco para poder tocar la frente de su amigo con la de ella. Solo podía robarle un beso, solo uno, pero apretó sus ojos antes de dejarle un beso en la frente del rubio, poniéndose de pie al instante. Dejó a su compañero solo mientras ella se decidió vagar por los pasillos que le daban a las alcantarillas.
Había mucho silencio.
Y demasiado mal olor.
Charlotte agradeció mentalmente por no tener comida alojada en su estómago.
—El peor primer día—masculló la pelirroja.
Avanzó hacia una parte que conectaba con otra parte del alcantarillado y pasó por debajo de una cascada de agua sucia que terminó mojándola, logrando sacarle un gruñido de exasperación antes de continuar por el camino lleno de agua sucia y basura tirada. Caminó por unos diez minutos más, chequeando su radio si Leon despertaba y se encontraba desorientado o por si Claire estaba en algún aprieto. Sin embargo, escuchó un gemido ahogado entre el silencio y levantó su arma para poder dirigirse hacia el ruido. Sus pasos fueron lentos, pausados, escuchando de manera minuciosa de donde provenía aquel lloriqueo y giró en una esquina para encontrarse con una puerta junto a unas escaleras.
El lloriqueo provenía de una niña.
Cabello rubio.
Vestida de blanco.
Y aquel listón rojo adornando su cabello.
—¿Sherry?—preguntó Harmon acercándose rápidamente—. Eh, Sherry. Soy Charlotte, ¿me recuerdas?
—¿Charlotte?—inquirió la niña mirándole con los ojos enrojecidos.
—¿Cómo has llegado hasta aquí?
—N-No...No lo sé.
—¿Claire sabe que estás aquí?
La niña negó antes de retraerse soltando un sollozo, algo andaba mal con la niña. Charlotte le indicó que se voltease, colocándose de espaldas a la escalera y así pudo ver su rostro, donde una línea de venas rojas le decoraba parte del rostro. La pelirroja soltó un respingo al verla tan débil y la niña abrió sus ojos, dejando que uno esté de color amarillo a diferencia de su orbe azul que estaba sano.
Sherry estaba infectada.
—Mierda—masculló la pelirroja.
Una voz femenina se escuchó a lo lejos—¡Lottie!¡¿Estás aquí?!
Charlotte sacó su arma sin antes cargar a Sherry con un brazo, dejando que esta soltase un quejido de dolor y se agarró del cuello de la pelirroja. Ella empezó a caminar muy despacio, volviendo por el mismo lugar por donde pasó antes y escuchó una explosión lejana y otra cerca, donde había humo que terminaba por salir de uno de los conductos. El agarre que tenía Charlotte en su arma era casi infalible, sus nudillos estaban a puntos de volverse blancos por el gran agarre que la oficial hacía. Sherry se mantenía pegada a ella, temblando de vez en cuando ante pequeños espasmos que producía su cuerpo. Escuchó otra explosión que trajo más humo y la pelirroja decidió acercarse más, encontrándose a Claire Redfield recargando un lanzagranadas como si fuese recargar una pistola convencional.
—Así que eras tú la del alboroto...—exclamó la pelirroja.
—Oh, por el amor de Dios, eres tú...—declaró la muchacha de chaqueta rojiza y su mirada se fijó en la niña que tenía en brazos—. ¿Sherry?¿Cómo...?
—La encontré unos metros más atrás—dijo Harmon dejando que Claire la revisase—. Debemos buscar algo para ayudarla ya.
—Tú te encontraste con otra Birkin, ¿verdad?
Charlotte asintió—Annette. Una científica de Umbrella.
—Mamá...—farfulló la niña—. Quiero a mi mamá.
Entonces, las sospechas de Charlotte se confirmaron: Annette Birkin era la madre de Sherry.
—¿Y esa mujer anda suelta?—espetó Claire ofendida—. Debemos encontrarla, si ella es una científica, tendrá algo para curar a su hija.
—Entonces iremos a buscar a Leon y a la super agente del FBI—dijo la pelirroja mirándole de reojo—. Ve al frente mientras que yo iré detrás junto a Sherry.
Claire negó, antes de colgarse el arma al hombro—No, cargaré a Sherry mientras tú tomas el frente.
Charlotte sonrió de lado, entregándole a la niña en brazos para luego mover sus hombros un poco e hizo ademán con su cabeza para que la siguiesen. A la pelirroja no le preocupó el silencio, pero era demasiado misterioso ver que no había muertos vivientes en las alcantarillas. Sin embargo, lo que más le preocupaba eran las verdaderas intenciones que tenía la mujer asiática con toda la operación y con la ayuda que les dio a los dos durante su inesperada estadía en la comisaría. ¿Quién diablos era realmente esa tal Ada Wong?
—Ya casi llegamos—anunció la pelirroja.
—¿Escuchaste eso, Sherry?—la animó Claire—. Pronto encontraremos a tu madre.
—¿Por qué...?¿Por qué hacen esto?—preguntó la niña de cabellos dorados.
Charlotte se detuvo en seco.
¿Por qué lo hacían?
¿Por qué diablos estaban ayudando a la hija de una posible responsable del brote vírico?
Tal vez, por intentar sobrevivir los que pudiesen.
Tal vez, porque todos eran víctimas de todo esto.
Y ellos debían salir con vida.
Charlotte se acercó a las dos chicas, corriendo un mechón de la frente de Sherry—Porque tú no tienes nada de culpa por esto. Por qué no mereces vivir esto que estamos viviendo.
Claire le esbozó una sonrisa, tomando su mano y dándole un firme apretón.
—Vamos.
Cuando llegaron al lugar donde Leon se encontraba dormido, él ya no estaba. El tapado fue la única evidencia de movimiento antes de que el muchacho de cabellos rubios desapareciese justo mientras ella buscaba a Claire.
—No me jodas—se quejó Charlotte.
—¿Se habrá ido a buscarte?—le preguntó Claire a sus espaldas.
—Nos dijo que fuésemos a buscar a Annette juntas con la agente Wong—dijo Harmon rodando los ojos—. Debe de estar buscándola hacia donde se fue la madre de Sherry.
—De acuerdo, vamos a buscarlos.
El trío de mujeres se adentró a los inconfundibles pasillos que revelaban toda una instalación de pruebas y maquinaria muy pesada, con puertas y escaleras que parecían interminables, además de un contenedor donde había desechos tóxicos y algunas partes que estaban prendidas fuego. Sin duda, Charlotte estaba intentando descifrar si eso era obra de la agente falsa del FBI o de su mejor amigo — sin duda, alguien con poca experiencia en explosivos justo como ella. Cuando continuaron, se encontraron con una de las puertas que daba a un pabellón donde se toparon con un gran ventanal y la pelirroja no dudó en acercarse para encontrarse en un depósito donde había mucha basura. Ella miró a un costado, encontrándose dos siluetas que estaban juntas.
Se trataba de Leon, claramente ayudando a la mujer de vestido carmesí.
—Genial—murmuró la pelirroja.
¿Cómo diablos iba a decirle sobre la credencial falsa?
Ella no tenía ni idea.
Pero primero, debían curar a Sherry.
—Los encontré—masculló la pelirroja antes de dirigirse a una puerta de salida, la cual daba a un balcón—. ¡Oye, maldito idiota!¡Gracias por esperarme!
Leon ayudó a Ada a ponerse de pie, dispuesto a cargarla para que no tocase su herida en la pierna y miró en dirección hacia donde se encontraba la pelirroja.
—¡Pensé que estabas con ella!
Claire apareció a su lado junto con Sherry—Debemos apurarnos, no creo que a Sherry le quede mucho tiempo.
Al reencontrarse con la pareja, Charlotte miró de mala gana a Ada, quien también estaba igual de sucia que la propia Harmon. Sin embargo, su vestido seguía intacto. Leon se acercó a las dos chicas que venían con él antes y fijó su mirada en Sherry.
—¿Ella está...infectada?
Claire asintió—Alguien la dejó en las alcantarillas y Charlotte la encontró.
—¿Y Irons?
—Muerto—le respondió Charlotte—. Debemos buscar un antídoto para Sherry. Supongo que debe estar en algún lugar de por aquí.
Ada se cruzó de brazos—Puede que estén hablando de NEST.
—¿NEST?
—Es un laboratorio que se encuentra a un viaje de tranvía—señaló la mujer asiática—. A 7 minutos de aquí. Probablemente encontremos el antídoto para la niña y las pruebas que necesito.
Leon asintió—De acuerdo, pues entonces, es hora de movernos.
Charlotte siguió a la asiática, quien empezó a caminar hacia el tranvía que los transportaría hacia NEST y Leon no pudo evitar no mirar a su compañera con la cabeza tan fría en ese momento cuando su mirada y la de Wong se encontraron.
(Él esperó que la noche realmente terminase pronto.)
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