❪PRELUDIO❫
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TRAITOR
preludio!
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❝Ahora, nuestras mentes son como el humo, pero pronto serán como el fuego.❞ — Dante Alighieri.
𝑻 𝑹 𝑨 𝑰 𝑻 𝑶 𝑹 : 𝑬 𝑳 𝑷 𝑹 𝑬 𝑳 𝑼 𝑫 𝑰 𝑶
10 años.
HABÍA ALGO EN ESE MOMENTO QUE HACÍA SENTIR UN CLARO SENTIMIENTO DE AHOGO TAN, pero tan profundo. Un sentimiento tan abrumador que ni siquiera un simple humano podía discernir, ese sentimiento de angustia, ese sentimiento de ahogo constante, sintiendo como su garganta se cierra con un nudo y no permite que la respiración fluya, no permite el acceso al oxígeno y simplemente provoca la sensación de perecer, como una flor que se marchita por la falta de luz o de agua — una sensación terrible. Ella continuó hundiéndose, queriendo sentir el fondo con sus dedos, observando como el mundo fluye por encima de ella y el tiempo pasa sin que ella aparezca o intervenga. Aquellos momentos bajo el agua eran los mejores, uno siempre estaba con uno mismo y nadie más, aumentando más y más su resistencia para estar bajo el agua. Charlotte Harmon podía jurar que parecía un pez, un pez diminuto y bonito de cabellos pelirrojos que podía tranquilamente hundirse, camuflarse y ser otro ser más del agua.
Era un sentimiento muy liberador.
(Pero siendo sinceros, era más que probable que alguno de sus amigos se tirase de clavado para ver de rescatarla de un posible ahogamiento.)
Ella realmente esperó que alguna de sus amigas bajase allí con ella para "rescatarla", pero eso no fue lo que pasó. Charlotte miró hacia la superficie y observó que alguien sí que se había tirado de clavado, dirigiéndose a ella con gran habilidad.
No era una chica.
Era un chico.
A primera vez, podía juzgar que el muchacho tenía un tono de piel similar a la piel pálida de ella, su cabello corto, radiante y juzgando por la luz sería de un rubio, se movía en ondas por el agua. Ella pudo discernir que los orbes azules de aquel muchacho parecían que brillaban, justo como los de ella y por un segundo todo pareció mágico. Solo se encontraban ellos dos, en el agua profunda y tormentosa donde reinaba el silencio entre ellos dos — un simple contacto mutuo.
Y eso era perfecto.
El muchacho se acercó a ella, tomándola de sus brazos con las claras intenciones de llevarla a la superficie para poder consumir oxigeno como cualquier persona que debe respirar después de contener la respiración por tanto tiempo — pero algo sorprendió al joven rubio y eso era la genuina sonrisa que Charlotte esbozó con su boca debajo del agua. Ella se impulsó con sus piernas hacia arriba, llevando al joven junto a ella y se movió ágilmente hasta la superficie para poder tomar una bocanada de aire, entrando así en contacto con el mundo exterior de los vivos. Charlotte parpadeó un par de veces, intentando de acostumbrar su vista a la luz que irradiaba del sol aquel día de verano en Baltimore. Sus orbes azules se fijaron en la figura que tenía delante de ella, quien aún no le había soltado los brazos, pero ella no se quejó de su agarre, ya que este era casi suave.
—¡Casi nos matas de un susto, Char!—exclamó Gina, una de sus amigas, desde arriba de la piedra—. ¡Menos mal que Leon y los chicos estaban aquí!
Charlotte soltó una carcajada antes de mirar al muchacho—Yo no pedí que me rescaten.
Él la soltó, intentando de no hacer notable su sonrojo—Huh, tus amigas estaban preocupadas y los chicos me tiraron al agua, así que...
La muchacha de cabellos pelirrojos negó lentamente con la cabeza—Está bien, ellas simplemente son melodramáticas—ladeó su cabeza hacia la roca donde el resto del grupo los miraba—. ¿Superé mi récord?
Anya levantó el dedo pulgar a modo afirmativo antes de bajarse un poco los lentes de sol—Lograste agregar 2 minutos más de lo esperado, ya van 5 minutos completos.
—Suena bien para mí—espetó ella antes de mirar al muchacho y guiñarle un ojo, dispuesta a alejarse—. Gracias por recordarme que aún necesito oxígeno.
Charlotte se dispuso a nadar hasta la orilla, saliendo en su traje de baño enterizo de color negro, dispuesta a escalar la roca otra vez para reunirse con su grupo. El muchacho de cabellos rubios mojados miró en silencio a la pelirroja, quien escalaba con habilidad la gran roca y sonrió de lado, dispuesto a hacer lo mismo que ella. Charlotte lo vio escalar con algunas dificultades y que sus amigos estaban haciendo chistes sobre él, no obstante, ella se encogió de hombros y le tendió una mano al muchacho — siempre inclinándose a su lado más culto y abnegado proveniente de las enseñanzas de su madre.
Leon Kennedy aceptó aquella mano.
La sonrisa de la pelirroja aún divagaba en su mente.
Él se preguntó si la había visto antes en la escuela, a pesar de que ella podría ser un año menor que él y llegó a la conclusión de que tal vez ella era nueva. Tuvo razón en eso, principalmente, ya que Charlotte había sido transferida hacía casi un año gracias al empleo de su padre según lo que Gina le había contado sobre la muchacha Harmon y su alegría era incomparable con las almas que rondaban en la escuela. Los dos fueron los últimos en irse en aquella pequeña bahía que se encontraba en el bosque, Gina le guiñó el ojo a Charlotte antes de irse y ella no lo entendió, pero decidió quedarse con él para admirar el cielo adornado de colores naranjas y rosas, juntando a las nubes como si fuese una pintura renacentista. Era dulce y delicado al mismo tiempo, hasta incluso ella apreciaba el silencio.
—¿Qué hacías allí sentada bajo al agua?—preguntó el rubio mirándola con curiosidad.
Ella miraba al frente cuando respondió—Intentaba pensar y resistir.
—Estabas casi sin oxígeno.
—Eso no es verdad.
—Yo creo que sí.
—Que no.
—De acuerdo, lo siento—se disculpó el rubio ladeando su cabeza hacia ella—. Nunca se me dio bien nadar.
—La practica hace a la perfección—añadió ella mirando al rubio—. Solo eso.
—¿Tú crees?
Charlotte ladeó su cabeza a un costado—Podría enseñarte, si quieres.
—Los chicos podrían reírse de mí, ¿sabes?
—No deberían importarte sus opiniones, solamente lo que tú decides hacer—señaló ella con obstinación, algo que él veía poco en las chicas—. Ellos son los cobardes que no se atreven a hacer lo que tú haces—le tendió una mano al joven—. Entonces...¿tenemos un trato?
Leon tenía dos opciones en aquel momento: hundirse en el barco de la vergüenza y ser como el resto de sus amigos, personas quienes juzgaban constantemente como lo hacían las chicas o simplemente tomar la mano de la pelirroja y literalmente saltar de la roca para poder ser un chico completamente diferente. Él creyó que no tenía nada que perder con intentarlo y simplemente tomó su mano, emocionando a la muchacha.
Lo que menos esperó fue que ella lo arrastrase con él al agua.
Burbujas flotaron entre ellos.
Charlotte sentía genuina y simple felicidad.
(Ella nunca soltó su mano.)
Los dos terminaron flotando en el agua, sus cabezas en la superficie y moviéndose para mantenerse a flote; el sol se ponía en el horizonte más y más lejos, escondiéndose entre los árboles de ese bosque y provocando que el cielo se pusiese más oscuro. Charlotte le dio un firme apretón a la mano del rubio.
—Charlotte Harmon—se presentó ella.
—Leon Scott Kennedy.
Charlotte nunca olvidó esa tarde, donde encontró a la persona que se convertiría en su mejor amigo. Mareena Harmon aún no le creyó durante los primeros días, pero ver a su hija integrarse más y más con otros chicos realmente la alivió — así dejándola vivir en su propio mundo, con sus reglas y con su coraje dorado alojado en su pecho. Entre risas, entre tardes que se convertían en noches estrelladas, Charlotte nunca se había imaginado que encontraría a una persona que tuviese un espíritu tan curioso como el de ella, algunas veces pensó que simplemente se trataba de un sueño o un amigo imaginario, pero era todo lo contrario. Ella recordó la vez en la que su compañero le había preguntado por qué sus amigas la llamaban "Char", la pelirroja le miró con confusión aquella tarde fría de invierno pasados dos años de que se habían conocido.
—¿Por qué lo preguntas?
—No lo sé, parece un nombre raro—declaró Leon acomodándose su suéter tejido a mano—. Esto pica.
Charlotte soltó una carcajada y Leon podía apreciar como sus labios se ensanchaban de manera involuntaria. Luego de un momento, las carcajadas cesaron y los dos se vieron envueltos por un silencio muy cómo entre ellos, algo que no todos los amigos tenían. La pelirroja tomó un sorbo de chocolate caliente y se acomodó mejor en el fuerte de almohadas que los dos habían armado — su espacio secreto. Tal vez ella nunca se había preocupado de la razón por la cual sus amigas la llamaban "Char" y tal vez a ella no debería importarle en absoluto, pero Leon sí que le daba importancia, ya que ese nombre no era digno para llamar a su mejor amiga.
—Yo tampoco lo sé—respondió finalmente ella—. ¿Debería cambiarme el nombre?
Esta vez fue el turno de Leon de reír y ella alzó una ceja ante la reacción.
(Después de todo, eso sí que era gracioso.)
—No, huh, no deberías cambiarte de nombre.
—¿Entonces?
—Ellas no saben ponerte un sobrenombre.
Charlotte lo miró con diversión—¿Y tú sí lo sabes?
Leon asintió.
—Pues dime.
—¿Qué tal "Lottie"?
—¿Lottie?
—Ajá.
—Es estúpido.
—¿Qué?¡No lo es!
—Que sí. ¿Por qué lo elegiste?
—Por que la gente extraordinaria lo lleva.
Charlotte permaneció con sus manos en la taza con chocolate, aún humeante y posiblemente quemando sus manos, pero ella siguió callada; digiriendo las palabras que su mejor amigo había mencionado. Charlotte era un nombre normal para una muchacha que era normal, pero Leon hizo que ese nombre sea más que eso y con intenciones claramente inocentes en ello — la sonrisa que esbozó ella era muy satisfecha y cordial. Nadie la había hecho sentir así: extraordinaria.
—De acuerdo—sentenció ella antes de asentir.
—¿Qué?
—Creo que "Lottie" me agrada.
—¡Lo sabía!
—Lottie...—pensó ella antes de hacer una mueca convincente—. Me queda.
—Definitivamente te queda.
Ambos rieron al coincidir.
Mareena había conocido a Leon el mismo invierno cuando ambos habían empezado a verse más seguido, ella aún titubeante sobre las relaciones que mantenía su hija en un principio — tal como toda madre tiene durante los primeros pasos de un bebé o incluso cuando pasan a las millones de etapas que posee la adolescencia. Leon Kennedy demostró ser una muy buena influencia para su hija y a pesar de que al principio él se sentía bastante intimidado por Mare Harmon, Leon aprendió muchísimas cosas de ella junto con Lottie. Su madre era literalmente una tempestad en la naturaleza que ardía entre las llamas del fuego, su energía era casi similar a la de su mejor amiga y allí Leon se dio cuenta de cómo era el espíritu de la pelirroja, la simple cordialidad y su humildad venían de ella — se sintió agradecido conforme pasaban los años y él ya no tenía miedo sobre lo que dijesen los demás. En cierta forma, Mare Harmon se sentía eternamente agradecida con el destino por la gran compañía que tenía su hija (hasta incluso su mejor amiga) en su vida loca e incierta, así que ella se encargaría de acompañarla durante todo el proceso y este iba a ser uno bastante sinuoso.
Cuando Charlotte le contó sobre lo del sobrenombre, Mare le miró de manera muy cálida.
—Él dijo que era para gente extraordinaria, ¿entiendes?
Mare no podía estar más de acuerdo.
—¿Eso significa que tú eres extraordinaria?
—Claro que sí.
Charlotte se sentía extraordinaria y también, en lo muy profundo de su ser, sabía que Leon también era extraordinario.
—Él también lo es, ¿sabes?
Él también era extraordinario para ella.
—Me imagino—respondió su madre.
Mare nunca olvidó el brillo que tenía su hija en los ojos aquella noche. Tal vez, él podría ser el indicado, solo tal vez, ella confiaría plenamente en el proceso.
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17 años.
Era completamente palpable e incluso complicado entender los sentimientos de una mujer, según Leon, sin embargo, todos estos sentimientos tenían una lógica y además de todo él era un humano — sus sentimientos no eran limitados solo por ser un chico, todo lo contrario: él también podía sentir cada uno de esos sentimientos, desde felicidad hasta la amargura más dura del mundo. Eso lo aprendió junto a Lottie durante aquellos 7 años de amistad que compartían de manera mutua. La adolescencia era una etapa donde ellos aprendieron muchísimas cosas: confianza, dolores menstruales (Leon aprendió demasiadas cosas de eso), sonrisas y la crueldad de la vida hacia uno mismo, además de los placeres de la misma, pero aquello era un ámbito más que privado de cada uno de los dos. Lottie se vio envuelta en muchas fortunas y también pocos infortunios en sus años en la preparatoria, viviendo su adolescencia en carne propia — siendo la mejor amiga y también consejera para Leon quien tuvo un par de novias durante el proceso, en cuanto a su mejor amiga; ella no estaba interesada demasiado en los chicos, recordó tener un novio que resultó ser un grano en el culo (Leon aún quería romperle la nariz, por cierto) y se enfocó a buscar su verdadera vocación: su dote natural de ser una buena samaritana en el sentido de mostrar un espíritu empático y enfocado a ayudar a los demás, por un momento ella pensó en ser bombero.
Leon le dijo que eso realmente era una estupidez.
Ella le pisoteó el pie.
Tal vez, él se lo merecía.
—¿Entonces qué debería ser?—le preguntó ella esa vez.
—Podrías ser doctora.
Charlotte le miró de manera inexpresiva—¿Cómo doctora o enfermera?
—Doctora, definitivamente doctora—señaló este alzando ambas manos—. Una neurocirujana.
—Pensé que ibas a decir Pediatra.
—Tú solo quieres estar con el doctor Ross de ER, ¿verdad?
Leon también sabía que el crush inalcanzable de Lottie era George Clooney, era imposible de ignorar y eso realmente le divertía.
—No lo hagas tan evidente.
—Tú eres la que babea por él, no yo.
—Entonces, ¿alguna sugerencia?—preguntó ella cruzándose de brazos.
Leon se quedó en silencio por un momento, entrando en un modo pensativo sobre cual podría ser la vocación perfecta para ella: ser una cirujana podía acercarse bastante al "propósito" que tenía ella con la vida misma, hasta incluyendo su fuerte sentimiento de justicia y el de proteger a las personas constantemente (él se incluía entre esas personas, por supuesto), además de que ambos tenían mucha adrenalina que gastar por el resto de sus vidas y así que decidió por algo aún más arriesgado.
—Podrías ser detective o incluso policía.
Charlotte soltó una carcajada.
¿Ella?¿Una policía?
—¿Hablas en serio?
—Hablo muy en serio.
Ella hizo una mueca, intentando de convencerse a sí misma y Leon se encogió de hombros, esperando una respuesta por parte de la pelirroja — tal vez, en ese momento, Leon se dio cuenta de que había metido la pata e intentó decir otra cosa para corregir su error, pero Lottie tomó su mano y este era un toque tan suave.
—Tú no me dejarías sola en eso, ¿verdad?—preguntó ella con aquel brillo en los ojos.
Leon negó.
—Digamos que te estoy arrastrando a hacer eso—dijo él intentando de suprimir una carcajada.
—De acuerdo, estoy dentro—respondió ella.
Eso sí que había descolocado a Leon—Diablos, Lottie, ¿es en serio?
Ella asintió.
Él definitivamente no merecía tener a una compañera como ella.
Leon sintió como ese recuerdo era tan lejano, teniendo en cuenta de que había pasado hacía varios meses, ambos ya estaban a punto de graduarse en la preparatoria y el último año era más que caótico para ellos. Caótico en todos los sentidos, hasta incluso emocionalmente para Lottie y eso lo comprendió una noche cuando él la había invitado a su usual noche de películas de viernes. La pelirroja estaba demasiado callada para su gusto y no mostraba interés en la película, su mirada perdida y abrumada al mismo tiempo — Leon le había preguntado si todo estaba bien y ella le respondió la respuesta por defecto que haría cualquier persona que no estaba bien: "Sí, estoy bien". Lottie se encogió más en el sillón y mantuvo su mirada en la pantalla, percatándose que Leon ya la estaba mirando.
Había algo malo con su amiga y él, siendo igual de obstinado que ella, no pararía hasta saber la razón.
Él pausó la película.
—¿Por qué la detuviste?—preguntó ella de manera apagada.
—No estás prestándole atención a la película.
—Sí que lo hago.
—Lottie, algo no anda bien contigo hoy—replicó el rubio mirándole desde su asiento en el sillón que compartían ambos y ella se encogió más—. Puedes contármelo...
Charlotte respiró muy hondo, intentando evitar el picor que sentían sus ojos.
Ella recordó las discusiones por la mañana, el llanto por la tarde y los gritos por la noche. Ella recordó los pocos momentos que veía a sus padres sonreír, pero también los momentos de tensión entre ellos. Le resultó inevitable no sentirse más angustiada que antes. Las palabras que su madre dijo aquella misma mañana fueron como una daga en su corazón: "Harold, quiero el maldito divorcio. Se acabó."
Se acabó.
¿Así se suponía que las almas gemelas realmente se separaban?¿Con odio?¿Con rabia y recelo?
Charlotte no logró evitar soltar una lágrima al volver a recordar aquellas palabras. Dolían demasiado.
—Hey, hey—añadió el rubio acercándose rápidamente a ella, quitándole la manta para poder envolver su cuerpo con sus brazos, dejando que la cabeza de la pelirroja se recueste sobre su pecho y él la apretó contra si mismo. Lottie, en ese momento, supo que ella ya no debía formar más muros, por que estos se caían a pedazos y ella se permitió aquel momento de debilidad como todo humano.
Ella lloró.
Lloró y lloró.
(Y eso le rompió el corazón a Leon.)
Él la estrechó más y la acunó entre sus brazos con fuerza, intentando de proteger a un ángel de todos los pecados del mundo de los vivos. Leon apoyó su nariz contra el cabello largo de Lottie, aspirando su aroma: una mezcla de lavanda y frambuesas que era algo tan característico de ella. Él la sostuvo mientras ella temblaba y sollozaba, derrumbándose frente a él como una niña de cinco años. Era inevitable, era crudo e infalible. Leon esperaría a que ella se calmara para poder escucharla, ya que eso era lo que hacían los mejores amigos como todas las veces que ella lo escuchó a él cuando estuvo enojado o triste con algo.
Lottie se calmó y de forma muy lenta alzó su mirada para encontrarse con otro par de ojos azules.
—¿Mejor?—preguntó él de manera suave y la acomodó para que ella colocase su cabeza en su hombro—. No es necesario que lo digas ahora, pero me gustaría saber qué fue lo provocó esto.
—Mi madre quiere separarse de mi padre.
—Oh.
Eso no era noticia para él, ya que estuvo presente en algunos acontecimientos de dramas familiares y Mare siempre supo que él podía llevarse a Lottie para no involucrarla en ello — Leon siempre lo hizo sin dudar.
—¿Por qué?—preguntó ella.
—Algunas parejas no pueden llevarse bien, Lottie—respondió Leon acariciando el brazo de la pelirroja—. Eso es todo y tú no tienes la culpa.
—Mi madre dijo que él era su alma gemela—sollozó ella sintiendo más lágrimas amargas correr por sus mejillas—. Las almas gemelas están juntas por siempre. No lo entiendo...
—¿Qué es lo que no entiendes?—preguntó él ladeando su cabeza para mirarla.
—¿Acaso me pasará lo mismo a mí?—añadió Lottie con angustia—. ¿No podré tener un alma gemela?
Ella estaba a punto de rendirse, eso era lo que pasaba.
—¿Qué?—declaró Leon mirándole con más molestia que pena—. No digas esas cosas, Lottie.
—¿Y si realmente no existen?
—Charlotte.
Eso fue la única cosa que la calló por completo.
Ella le sostuvo la mirada.
—No renuncies a algo que puede pasarte y hacerse realidad, allá afuera hay miles de personas que viven con sus almas gemelas y pueden pasar todos los obstáculos posibles—dijo él con clara terquedad y confianza—. Como también están las personas que se rinden en el camino y se alejan por que es demasiado. Nunca digas eso otra vez, Charlotte, porque ahí afuera hay alguien hecho para ti que te está buscando y diablos, él sería muy afortunado de tenerte en su vida.
Lottie sonrió de lado antes de asentir y volvió a hundir su cabeza en el cuello de Leon, sintiéndose a salvo en aquel capullo formado por brazos y mantas, hasta que los dos se quedaron dormidos.
Leon tenía razón: alguien estaría buscando a Lottie para ser su alma gemela.
(O, tal vez, su alma gemela realmente estaba cerca de ella.)
Lottie se sentía muy emocionada por lo que vendría en los próximos años.
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