ix. engaños y contramedidas
LA CAÍDA,
capitulo nueve: engaños y contramedidas!
CHARLOTTE HARMON REALMENTE ESPERABA QUE SU PRIMER DÍA COMO OFICIAL DE POLICÍA FUESE DIFERENTE, de cualquier manera, pero diferente a todas esas pesadillas que lograrían despertarla las siguientes noches en adelante si es que ella sobrevivía a todo eso primero. Harmon intentaba preguntarse a sí misma cómo sería su primer día si las circunstancias fuesen distintas: ¿Acaso los hubieran recibido con aquel letrero?¿Con muchísimo regocijo y sonrisas?¿Empezarían su primera noche como policías estando de patrulla? Había tantas cosas que Charlotte podía imaginarse con tan solo un simple hecho y que este fuera el que les tocó le parecía algo injusto, pero claro, como su madre siempre le decía: las cosas pasan por algo. El maldito juego con el destino literalmente era una mierda y Charlotte empezó a odiarlo desde el minuto uno de entrar en la comisaría. Sin embargo, había otras cosas de las cuales preocuparse en el momento: como curar a Sherry del Virus G que al parecer fue invento de su madre, o buscar la muestra del virus para la presunta agente falsa del FBI Ada Wong.
La pelirroja debía admitir que la asiática sabía lo que hacía.
(Y por ello la detestó más, pasando a ser un aspecto más personal.)
El grupo pequeño la siguió por los pasillos hasta que llegaron a un tranvía que los llevaría al centro de operaciones de Umbrella: NEST. Sherry y Ada llevaban dos brazaletes que les permitió el acceso de manera instantánea al vehículo que se encargaría de llevarlos hasta el destino indicado. Así que, en cuanto entraron, Claire colocó el cuerpo frágil y cada vez más débil de Sherry Birkin en uno de los asientos mientras que Ada tomaba asiento en otro de manera opuesta. Charlotte se dirigió a los controles, teniendo en cuenta que había dos terminales; las cuales correspondían a una subida y una bajada — como ellos estaban arriba, ella debía bajar la palanca más cercana.
—Puede que no volvamos—añadió Ada en el profundo silencio que se había producido.
—Ya creo que es demasiado tarde para decir eso—declaró Charlotte de manera fría, sorprendiéndose a sí misma por el tono de molestia.
Charlotte bajó la palanca, sin rechistar.
El tranvía empezó a moverse.
La corta charla entre Leon y Ada fue un intercambio sutil, como si fuesen amigos de toda la vida, sobre como hundir a Umbrella. La pelirroja también tenía intenciones de machacar a la corporación con sus propias manos, pero ella no era del FBI, si no una simple cadete de policía y lo que estaba ocurriendo allí era un simple caso federal (a pesar de que sea falso). Cuando Ada le preguntó si él confiaba en ella, Charlotte cerró los ojos, esperando una respuesta sensata al menos. Sin embargo, ella no le dijo que la credencial de la asiática era completamente falsa y eso no le sorprendió cuando escuchó una respuesta afirmativa. Pero, y eso fue una absoluta sorpresa, ella le dijo que los dos podían ser la última esperanza para poder cerrar el caso y salvar la ciudad.
¿Acaso había realmente alguna esperanza para salvar Raccoon City?
Charlotte no se lo creía.
Pero continuaría jugando a ese jueguito, al menos hasta obtener respuestas de todo lo que ocurría a su alrededor.
Lo que ella no se esperó de todo ese discurso, es que la mujer de rasgos asiáticos terminase besando a Leon frente a ella. Y eso provocó que Harmon apretase los labios antes de girarse para mirar al frente, sofocando un posible bufido de frustración. Sentía su sangre hervir de mil maneras, completamente enojada consigo misma y por sus falsas esperanzas; claramente sintiendo la mirada triste de Claire sobre ella, porque, diablos, Claire no era una tonta: reconocía a una muchacha enamorada cuando la veía. Juzgando como la pelirroja hablaba sobre su mejor amigo mientras estaban en la comisaría, ella sabía que los sentimientos habían cambiado desde un tiempo al otro — sintiendo más que pena al ver que ese tipo de amor no podía ser correspondido.
Charlotte soltó una lágrima de manera silenciosa, parpadeando para que esta cayera rápido y salir desapercibida.
Ella no podía concentrarse en esos sentimientos negativos.
Ella no era una chica celosa, ella era altruista, ella le deseaba lo mejor a sus pares.
¿Pero por qué se sentía tan destrozada?
Cuando el tranvía se detuvo, ella fue la primera en salir, tomando a Sherry en brazos hasta llegar a la puerta principal junto a Claire. La muchacha de cabellos castaños rojizos le tocó el hombro suavemente, mirándole con una sonrisa sincera y Charlotte se la devolvió de manera triste, antes de que las puertas se abriesen frente a ellos.
Eso había sido hacía al menos una media hora.
Los pasillos de NEST eran demasiado oscuros para su parecer, además de estar equipados con tecnologías de última generación en cuanto a seguridad. Había un gran espacio conectado por puentes que se retraían para evitar el acceso a ciertas áreas, pero lograron acceder a dos de las mismas. Charlotte se movió en silencio por entre los pasillos junto a sus dos compañeros, quienes cuidaban la retaguardia mientras que avanzaban. Cuando llegaron a la zona botánica, encontraron un mapa que los llevaría al laboratorio donde creaban y buscaron alguna salida en específico — pero se encontraron con que debían actualizar el rango de sus brazaletes.
—Esto se está poniendo feo—señaló Claire rodando los ojos.
—Lo dudo—dijo Charlotte rodando los ojos.
Continuaron por la siguiente puerta y se encontraron con otro pasillo lleno de raíces junto con algunas enredaderas. El trío avanzó lentamente, iluminando el pasillo oscuro con las linternas mientras se encontraban esquivando las enredaderas que habían crecido en un entorno que parecía casi imposible teniendo en cuenta de que estaban bajo tierra. Repentinamente, escucharon un ruido gutural que los hizo paralizar y Leon se chocó con la espalda de Charlotte, logrando que la pelirroja lo fulmine con la mirada.
—Lo siento—susurró este.
Ella asintió antes de avanzar con más lentitud que antes, encontrándose con un infectado que estaba hecho de material orgánico, como si hubiese ocurrido una mezcla entre las enredaderas y las raíces que abundaban allí. Sin embargo, la pelirroja pudo divisar dientes en la zona de la cabeza, dando a entender de que simplemente se trataba de algo que los morderían si se acercaban demasiado. Además, pudieron divisar unos pequeños bulbos color amarillos saliendo de su piel.
¿Qué diablos había ocurrido allí?
—Oh, vamos—se quejó Charlotte antes de disparar.
—Ya creía yo que esto se encontraba demasiado silencioso—exclamó Leon por encima del fuego.
Avanzaron hacia otra puerta, la cual los alejó del infectado y terminó por conducirlos hacia un laboratorio que poseía un mecanismo de dispersión. Al activar el mecanismo, este dispersó un líquido que no produjo ningún efecto, dejando confundidos al trío que observaba la gran infraestructura de botánica que tenían en frente.
—Parece ser un invernadero—murmuró Charlotte y sacó un cartucho que se salió del compartimento—. Y esto debe ser un cartucho para dispersar líquidos, como un herbicida.
—Tendríamos que ver algo para ponerle—le dijo Leon antes de señalar otra puerta con la cabeza.
—Puede que algunas de las puertas estén bloqueadas—anunció Claire a sus espaldas y los dos policías se giraron encontrándose con un mapa iluminado por varias áreas—. Con estos códigos...huh, símbolos.
—Detesto los rompecabezas—señaló la pelirroja de manera inexpresiva—. Siempre lo hice, pero bien, lo intentaremos.
Definitivamente, ese había sido un largo rompecabezas.
Las habitaciones mostraban componentes químicos que el trío entendía poco y nada, o cómo serían sus reacciones si terminaban por mezclarlos. Charlotte miró las instrucciones, moviéndose de un lado al otro entre tantos lugares de aquel invernadero, también siendo sorprendidos por un par de infectados que lograron eliminar disparando aquellos bulbos que sobresalían — algo que no habían intentado antes y podía llegar a ser una gran ventaja si contaban con una buena puntería. Los pasillos que visitaron en otro subsuelo eran igual de oscuros que en los pisos superiores, decorados con sangre seca esparcida de manera violenta contra la superficie.
Charlotte permaneció en silencio durante todo el trayecto.
Había muchas cosas pasándole por la cabeza.
(Algo más intimo y personal de lo que ella pensaba.)
Tal vez, era mejor no hablar estando en situaciones tan peligrosas como lo eran en ese preciso momento.
En cuanto lograron enfriarlo, el trío se movió rápidamente a la zona donde debían sintetizarlo para poder conseguir el herbicida. Al poner el tubo, debían llenarlo a una cantidad precisa y Claire no logró conseguirlo en un principio, así concluyendo que sería un proceso más largo de lo que se esperaba. Charlotte se cruzó de brazos mientras miraba a la muchacha de cabellos castaños rojizos luchar contra la máquina que probablemente le haría quemar un circuito en la cabeza. Casi silenciosamente, Leon se posó a su lado, su hombro herido tocando levemente su hombro derecho y la pelirroja le miró de manera cansada.
—Ada me dijo que ella no fue quien me vendó el hombro—señaló el rubio mirándole de manera suave.
—Tu novia parecía estar en una especie de apuro por atrapar a Annette—le replicó Harmon alzando una ceja—. No podía dejarte así, te desangrarías. Y yo me quedaría sola en este mundo de mierda. Curarte fue lo correcto.
—Yo nunca mencioné que ella fuese mi novia.
—Pues eres muy poco disimulado con ello, Kennedy—Charlotte miró al frente—. Confías muy rápido en las personas.
—Tú también lo haces.
—Dejaré de hacerlo pronto, créeme.
—¿A qué viene todo esto?
—Yo...—respondió ella y luego apretó los labios, negando con la cabeza—. No es nada.
—¡Bingo!—exclamó Claire levantando ambas manos.
Charlotte se alejó de Leon, quien se le quedó mirando con el ceño fruncido y la pelirroja se acercó hacia la menor de los Redfield — quien intercambiaba su mirada entre los dos policías de manera tensa.
Harmon le sonrió—Dime que tú también eras una niña ñoña como yo en la preparatoria, Claire.
—Algo así, sí. La botánica siempre fue mi fuerte.
—De acuerdo, entonces démosles a las plantas algo para dormirlas—señaló la pelirroja caminando hacia la puerta—. Estaremos cometiendo un herbicidio pero creo que hemos cometido peores crímenes en toda la noche de lo que podríamos hacer en nuestras vidas.
Claire soltó una carcajada—Faltan las drogas y el sexo.
—Atención, se ha dispersado un tratamiento peligroso sin autorización.
—Lo que nos faltaba—murmuró Leon.
Al volver hacia el laboratorio principal, colocaron el tubo de dispersión y activaron el mecanismo para liberarlo, observando como toda planta se mojaba y algunas plantas perecían en el camino. Un ruido sordo se escuchó a un lado y Charlotte divisó un cuerpo que estaba tirado en el suelo cubierto con un traje enterizo de color amarillo junto con una máscara negra. Se miraron entre ellos antes de salir en su busca, encontrando que era una placa que se acoplaba a una de las pulseras ID que tenían. Repentinamente, el vidrio que daba a una parte del invernadero cuando accedieron se rompió en miles de pedazos y ellos se corrieron rápidamente, encontrándose al Tyrant que Ben había aclarado en una nota.
En ese momento, ellos sabían que estaban jodidos.
No podían perder el tiempo.
—¡Esto debe ser una puta broma!—exclamó Lottie antes de abrir fuego.
El gran Tyrant logró traspasar la ventana rota para empezar a seguirlos de cerca, sin más remedio que dejarles un poco de ventaja para poder correr hacia la salida más cercana. Sin embargo, las cosas fueron demasiado claras para Charlotte Harmon: debían eliminarlo o alguien debía quedarse para distraerlo mientras que el resto volvía a la planta central para acceder a la muestra del virus G y conseguir la cura para ayudar a Sherry. Leon definitivamente no podía quedarse teniendo en cuenta su hombro y Claire no podía dejar sola a Sherry.
Todo sea por salir de aquí, pensó la pelirroja.
—¡Claire!—exclamó Charlotte a la menor de los Redfield al doblar en una esquina—. ¡Váyanse!¡Busquen el antídoto para Sherry!—disparó en dirección al Tyrant—. ¡Yo lo mantendré ocupado!
—¡Claro que no!—exclamó Kennedy tomando el brazo de la pelirroja—. Nos vamos todos juntos.
Charlotte se soltó de su agarre, mirándole seriamente—No soy yo a quien necesitas. ¡Vete!
Leon estuvo a punto de insistir, pero Charlotte lo empujó hacia Claire antes de volverse para ir directamente hacia el enemigo, disparando de manera limpia con su escopeta.
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En cierta forma, ella debió hacerle caso a Leon para variar y eso lo concluyó cuando se le acabaron las balas de la escopeta. Sin dejarle más opción que ir a esconderse como si fuese una rata escurridiza, alejándose un poco al ver que podía mantenerlo quieto por un tiempo. Corrió por un pasillo para meterse en una de las puertas y se encerró allí, encontrándose con una oficina que se encontraba completamente en silencio. Lottie se recostó contra la pared para luego dejarse caer suavemente hacia el suelo, soltando un suspiro al no encontrarse dentro de otra amenaza por el momento.
Ella se sintió sola por un momento.
Muy, muy sola.
Esperó que Leon y Claire hayan encontrado la cura.
—Vaya forma de terminar tu primer día como policía, Charlotte—masculló ella, sintiendo una punzada en su abdomen bajo.
Sus ojos se abrieron, buscando la fuente de dónde se producía el dolor y se encontraron con una forma metálica un poco incrustado en su traje, traspasando el chaleco antibalas. La pelirroja soltó un quejido al quitárselo, poniéndole presión a la herida. El monstruo había rasgado una de las manchas de su uniforme, quitándole una de las coderas y había sangre que empezó a emanar de su nariz. Sus piernas también habían sufrido un par de cortes y estos sangraban a través de la fábrica color azul marino. Dolía demasiado, pero los pasos pesados que rondaban en el pasillo le indicaban que ella continuaba en peligro.
Se puso pesadamente de pie y su mirada azul se fijó en la única figura.
Creyó que estaba sola.
Definitivamente, no lo estaba.
Charlotte alzó su pistola, acercándose lentamente hacia la figura que terminó siendo un hombre, con cabellos pelirrojos algo desaturados y su cabeza baja; vestido con una bata de Umbrella, como miembro del cuerpo de investigadores. Se agachó frente a ese hombre, tomando la credencial en sus manos y cuando vio el nombre, su sangre se volvió fría y llena de violencia, sintiendo que su rostro se ensombrecía más y más ante el dolor que sentía, tanto emocional como físico.
Harold Brandon Harmon.
Aquel hombre postrado, sin vida y solitario, era el padre de Charlotte Harmon.
Ella se puso de pie, encontrando una carta encima de un montículo de papeles, llena de sangre seca y un poco arrugada. La tomó en sus manos, abriéndola rápidamente para encontrar una carta escrita con puño y letra, una tinta negra que fue manipulada de manera casi milimétrica y perfecta. El nombre "Charlotte" se encontraba enmarcado en su misma hoja, dando comienzo a lo que sería una penosa carta de despedida.
"Charlotte,
No sé si algún día podrás ver esto, o si alguien se digna a darte esta última carta, pero seguramente ya habré dejado el mundo de los vivos para ese entonces. Yo sé que no fui el mejor padre de todos, me di cuenta de eso mientras vivía agonizando con el trabajo y con esta infección que terminó eliminándonos uno a uno en este maldito laboratorio. Soy consciente de que fuiste transferida al Departamento de Policía de Raccoon City y no puedo detenerte de venir aquí, no lo lograría sin que me dieses un puñetazo en la cara primero, sin embargo, me di cuenta de que no has venido sola. Algo de lo cual me alegro fue que permitieses tener a ese mocoso rubio como tu amigo, me di cuenta muy tarde de lo importante que es él para ti y lo negué por muchísimo tiempo. Lamento no haberte apoyado con ello y lamento haberte partido el corazón. Pero él te cuidará bien, de alguna forma.
Hoy es 27 de septiembre, escribiéndote desde el lugar que pronto se convertirá en mi tumba. Charlotte, hagas lo que hagas, no vengas a Raccoon City. Ni sola, ni con Leon, o este lugar los comerá vivos. Si esto no llega a tiempo a ti, no dudes en darte la vuelta y volver a Baltimore con tu madre. Búscate otra transferencia en otro departamento junto con tu mejor amigo, no vengas a esta pesadilla del infierno. Sé que mi ambición terminó superando el limite con mi familia y para no destrozarlas a ambas decidí aceptar el divorcio de tu madre, oh, te juro que debía haber peleado más. Lo lamento, Charlotte, realmente lo lamento.
Te amo, mi cielo, siempre te amé, desde el día que apareciste en mi vida como un bebé llorón y baboso. Espero que algún día puedas perdonarme.
— Harold."
Ella apretó sus labios con tanta fuerza.
Sus lágrimas inundaron sus mejillas, resbalándose sin control entre tantos sentimientos. Charlotte se sentía rota, demasiado rota para su propio bien y morir un poco sonaba bien en ese momento — pero ella tenía palabras, palabras trabadas en su garganta y las reprimió con tanta violencia por mucho tiempo. Su padre era demasiadas cosas y ella se preguntó qué era lo que él esperaba con esa carta: ¿redención o simplemente pedir perdón por todos los estragos que causó?
Charlotte Harmon estaba furiosa.
Y rompió la carta.
Miró la figura inmóvil de su padre y volvió a agacharse, sintiendo que más lágrimas corrían por sus mejillas por el enojo.
—Eres un cobarde—sentenció ella mirándolo de manera fija, enojada, encabronada con él y con ella misma—. Un inútil, cobarde e insensible hombre. Una escoria que busca redimirse con una simple carta por que se dio cuenta muy tarde de las cosas que realmente valían en su vida—tomó sus hombros, sintiendo tanto odio en ella—. Llegaste tarde, ¿sabes? Llegaste muy tarde y eso, definitivamente eso, te hace un ser más cobarde. Te detesto, te odio. ¡Te odio!—soltó un sollozo—. ¡Eres una mierda!¡ERES UN MALDITO COBARDE!
Su corazón se caía a pedazos y no había nadie más allí para juntar sus piezas.
Debía juntarlas ella misma.
Como si fuese repentino, el cuerpo infectado de Harold se abalanzó sobre la pelirroja, soltando un chillido gutural con intenciones de morder carne fresca para poder asesinar y crear más muerte a su paso. Charlotte apretó los dientes antes de incrustarle su cuchillo, en la cabeza, quitándoselo de encima para rodar y terminar encima de él con su pistola en mano. Ella apuntó en dirección a la cabeza, la cual mostraba un hombre completamente demacrado, destruido y solitario.
—Ojalá te pudras en el infierno.
Disparó.
¡Boom!
Y ella se sintió más liviana.
Algo brusco abrió la puerta a sus espaldas, provocando que la pelirroja girase rápidamente. El Tyrant se plantó frente a ella y se dispuso a perseguirla por la oficina, logrando que ella decidiese irse al pasillo otra vez. Charlotte, definitivamente, debía volver con sus compañeros y lo haría en ese preciso momento. Corrió lo más rápido que pudo, estando herida y sangrante posiblemente dejando un rastro que terminaría delatándole al enemigo su posición. Subió la escalera y cruzó el invernadero otra, vez, dirigiéndose a la parte central para buscar el camino que la llevaría hacia el laboratorio donde se efectuaría la vacuna o la muestra.
El Tyrant no la siguió.
Gracias a Dios, pensó ella.
Cuando entró por la puerta, se encontró cuerpos de soldados camuflados en negó, cubiertos de heridas mortales y armas rotas. Ingresó a un espacio de descontaminación que sacó un chillido agonizante cuando el alcohol etílico dispersado entró en contacto con sus heridas expuestas, sacándole un escalofría a la pelirroja. Caminó hacia una plataforma que la condujo a otra habitación y allí se permitió caer al suelo.
—¡Lottie!—exclamó Leon corriendo hacia ella, volteándola—. Claire, necesito ayuda—inspeccionó su estado—. ¿En qué mierdas estabas pensando, eh?¿Lanzarte de esa manera a la boca del lobo?
—Tomaré eso como un gracias—le dijo la pelirroja y se levantó apoyando sus codos—. ¿Encontraron lo que buscábamos?
Claire sonrió—Lograste darnos el tiempo suficiente, Lottie.
—Bien, entonces no debemos perder el tiempo ganado—sentenció ella intentando de levantarse, pero Leon la detuvo colocándole una mano en el pecho, diciéndole silenciosamente que se tumbara en el suelo otra vez, dispuesto a quitarle el chaleco para cuidar las heridas que ella tenía en su cuerpo—. Claire, ve a curar a Sherry. Nosotros los alcanzaremos en el ascensor que hay en el centro.
—Los veré allí.
Leon limpió la herida y eso quitó un gruñido por parte de su mejor amiga, quien arqueó la espalda ante la sensación de dolor en su abdomen. El rubio apretó su mano antes de proseguir vendando la herida, colocando más vendas en su pierna y en su brazo. Charlotte soltó un par de lágrimas mientras que su mejor amigo se aseguraba de mantenerla en una pieza.
—Tranquila, ya está todo bien.
—Duele.
—Lo sé.
—Nuestro primer día como policías fue una gran mierda, Leon.
Leon soltó una carcajada entre dientes mientras le colocaba de nuevo el chaleco.
—Decir eso es quedarse corto, Lottie—le tendió una mano a la pelirroja—. Y no pienses decirme que me adelante con Claire, librarte de mí te costará caro.
—Tu novia asiática estaría en desacuerdo.
—Ada no es mi novia, Charlotte.
—¿Pero tú quieres?—le preguntó la pelirroja de pie—. Por que allá atrás vi a un perrito enamorado.
—Muy graciosa.
—Atención, detectada extracción no autorizada de virus de nivel 4. Iniciando cierre de instalaciones. La secuencia de autodestrucción comenzará tras completarse el cierre.
—No me jodas—mascullaron los dos.
Cuando volvieron por la plataforma, estaban a punto de ir por la puerta que daba a la salida y algo por encima de ellos se rompió; cayendo en el medio de la plataforma. Una gran bestia que tenía un brazo mutado gigante y parecía irreconocible. Leon y Charlotte alzaron sus armas de manera instantánea, manteniendo sus miradas fijas en el gran monstruo.
—¡¿Tú otra vez?!—exclamó Leon.
—¡Atrás!—farfulló una voz femenina, revelando a Annette Birkin, quien apuntaba una pistola en dirección al monstruo—. ¡Es mío!
Charlotte miró a Leon—¿Acaso es...?
—¿Esa cosa? Es el padre de Sherry, aparentemente—señaló Leon sin quitar su mirada del monstruo.
—Esto debe terminar ya—declaró Annette antes de disparar una bala ácida—. Lo siento, William. No me dejas elección.
El monstruo soltó un gruñido agonizante antes de caer rendido al suelo, junto con los escombros que formó. Annette apuntó otra vez antes de disparar y eso terminó derribándolo por completo, dejándolo quieto en el suelo. Los dos policías se acercaron, inspeccionando el cadáver del monstruo.
—¿Él es el padre de Sherry?¿Tú marido?—le preguntó Lottie.
La rubia apretó sus labios antes de negar—No tendría que haber pasado esto. ¡Todo esto es culpa de Umbrella!
—Annette, tú trabajas para Umbrella—señaló Charlotte el cuerpo mutado de lo que sería el padre de Sherry—. ¿Y no tienes nada que ver con esto?
—Sí, trabajo para Umbrella—respondió Birkin enojada—. ¡Pero esto no es lo que pretendíamos!
Leon se puso de pie, caminando hacia Annette—Dínoslo todo, desde el principio.
—Con la infección que salió de la ciudad, un equipo de Umbrella decidió retirar las cepas del Virus G. Mi marido, William, se resistió y lo eliminaron—respondió la científica mirando a los dos policías—. Pero cuando yo llegué, él estaba débil y colocándose una cepa que formaba parte de la investigación.
—Así que, tú también lo creaste—declaró el rubio.
—Creamos el Virus G, pero nunca quisimos....
—Intente justificarlo, doctora—reprochó la pelirroja—. Por que allí arriba es una masacre y una pesadilla con la cantidad de gente que terminó sucumbiendo a la infección.
El monstruo se levantó rápidamente, logrando que los dos policías soltasen un respingo y consiguió agarrar a la científica, apretándola para aplastar sus músculos, huesos y órganos. Charlotte disparó, rezando en silencio que soltase a la científica para que no deje a su hija sin una madre. Pero William terminó lanzando a la rubia contra una pared, cerca de la puerta de salida. Leon tironeó del brazo de Lottie para poder esquivar un golpe, observando como la grotesca figura que había delante de ellos ya ni siquiera era un ser humano — luces rojas iluminaron el entorno y la plataforma empezó a bajar.
—¡¿Qué es lo que haces?!—exclamó Leon a Annette.
Annette los miró desde un panel—¡No podemos dejar que escape!
Los dos saltaron por una baranda al suelo y la plataforma terminó por bajarse completamente, dejando al monstruo a la vista. Unos ojos se asomaron como bulbos contra su piel y Charlotte podía ver que eran puntos sensibles para el monstruo, así que empuñó su arma para poder empezar a disparar en aquella dirección. Los dos rodaron a lados opuestos al ver que William se acercaba como una estampida de rinocerontes hacia ellos, logrando esquivarlo de manera ágil. Charlotte esquivó un garrotazo que lanzó el monstruo mientras que Leon se encargó de dispararle en el ojo que había detrás. William encajó sus garras en un tanque de líquido inflamable y Charlotte disparó sin siquiera pensarlo, enviándola hacia atrás con el impacto.
Sintió un silbido muy leve.
Su cuerpo, demasiado cansado para luchar.
Ella debía levantarse.
—¡Lottie!—exclamó Leon mientras intentaba atraer la atención del monstruo con su arma.
Ella no podía morir allí.
La pelirroja se puso de pie, disparando en dirección a los ojos descubiertos que había en el cuerpo de William Birkin, deseando la muerte de aquella escoria que solo provocaría caos y destrucción. Cuando cargó con otro tanque, Leon disparó, poniendo a los dos a una distancia segura y el fuego envolvió al engendro que terminó por colapsar — así mostrando la parte de su pecho, la cual estaba llena de ojos pequeños. Cuando introdujeron las granadas que tenían, el corazón explotó, finalmente eliminando completamente al monstro y dejando cómo la destrucción que se encontraba entre ellos fuese su tumba. La pelirroja soltó un suspiro de alivio cuando el silencio abundó entre ellos y buscaron alguna forma para subir, encontrándose con un ascensor no muy lejos de allí.
Annette Birkin estaba agonizando cuando lograron alcanzarla.
Había sangre por todos lados.
Leon fue el primero en acercarse—Dios santo, esto no tiene muy buena pinta.
—Duele más, créanme—balbuceó Annette.
—Annette, sobre lo que dijiste—señaló Charlotte agachándose frente a la científica—. No estoy segura si podemos creerte.
—Sólo díganme que destruirán la muestra—rogó la rubia mirando a los policías.
—No, es una prueba—respondió Leon y Charlotte le miró de reojo—. Es para el FBI.
Birkin escupió un poco de sangre—¿D-De verdad...?¿De verdad crees a esa zorra?
Oh.
Annette también lo sabía.
—¿Qué quieres decir?—le preguntó Leon con molestia en su voz.
—No es del FBI—confirmó Annette negando con la cabeza, agonizando—. Es una maldita mercenaria. Va a venderlo. El Virus G irá al mejor postor.
Leon se puso de pie—Eso es mentira.
—Annette tiene razón, Leon.
Hubo silencio por su parte y Annette miró fijamente a Charlotte, quien se mantenía agachada. La pelirroja ladeó su cabeza a un costado, sus orbes azules enfocándose en los de Leon.
—Annette está diciendo la verdad—repitió ella, observando como el rubio la miraba enfadado—. Ada Wong no es una agente del FBI, es una impostora.
—Pruébalo.
—Ella me entregó su abrigo cuando te dispararon, utilicé parte de eso para vendarte y encontré sus credenciales—respondió Harmon poniéndose de pie bruscamente—. Son credenciales falsificadas, Leon. Ella no es del FBI y juzgando por su interés en la muestra, puedo llegar a creerle a una científica loca. Ella te mintió, Leon, nos mintió a los dos.
—No te creo.
—Entonces, averigüémoslo.
—Si el virus G llega a quien no debe...—sollozó Annette y soltó un gemido de agonía.
Y finalmente, ella quedó tendida en el suelo, sin vida.
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