Love Story
Anthony P.V
Observando a Edwina tan frágil y deshecha al mencionar la anulación de su matrimonio, Anthony solo anhelaba abrazarla y mantenerla cerca para siempre. La amaba sinceramente, y lo que había expresado a Kate era la verdad. Había aprendido a amar a su dulce ángel, y no fue difícil, ¿cómo no amar a la mujer que estaba frente a él? A pesar de que sabía que su familia aún le guardaba rencor, especialmente su hermana mayor, quien aún creía que debió casarse con Kate. Ahora todo eso le parecía absurdo; pensó que amaba a Kate, sí, lo creyó de verdad, pero lo que ocurrió entre ellos fue solo pasión, algo similar a lo que sintió con Sienna: un deseo por lo prohibido. Realmente lamentaba haber lastimado a su pequeño ángel. No había mentido cuando mencionó que la luz que irradiaba en ella lo atrajo desde el primer momento que la conoció, con su timidez y sus dudas ante lo que sucedía entre ambos. Se sentía tan estúpido.
Acercándose a ella, la envolvió en un abrazo, deseando que eso bastara para silenciar las dudas y para que ella sintiera todo su cariño y amor en aquel gesto. Se separaron y él la besó; los labios de su esposa siempre serían un deleite para él. Ella suspiró y él la abrazó más fuerte, sosteniendo sus caderas. Después del beso, ambos se acomodaron en la cama; ella recostó su cabeza en su pecho, como solía hacer desde que compartían habitación de nuevo. Todo se sentía bien cuando estaban juntos de esa manera, abrazados, Edwina y él.
Al despertar, Anthony extendió la mano buscando a Edwina pero no la encontró a su lado. Se alarmó al darse cuenta de su ausencia. Se levantó apresuradamente, vistiéndose con lo primero que encontró. Antes de salir de su habitación, halló la carta de Edwina, y oh, se dio cuenta de que había cometido un grave error. Había pensado que al besarla ella comprendería cuánto la amaba, pero no fue así. Su corazón se contrajo al considerar que ella pudo haber malinterpretado su silencio. No elegiría a Kate, la elegiría a ella, y se lo repetiría una y mil veces. Mientras salía de su habitación, se prometió a sí mismo que la compensaría hasta el final de sus días.
—ANTHONY!—llamó Collin.
En silencio, Anthony rogó internamente para que la persona que gritaba no fuera Collin. No quería enfrentarse a su hermano en este momento, no necesitaba sus quejas sobre el cortejo de Benedict hacia Penélope. Recuperar a Edwina dependía de que resolviera la confusión creada por su silencio la noche anterior.
—Por favor, Collin, modera tu voz—susurró Anthony.
Collin lo miró con esa expresión que solía tener cuando se lastimaba cayendo de un árbol y le pedía ayuda para curarse. En su mente, Anthony rogaba a todos los dioses que su Winnie lo perdonara por no haber ido tras ella.
—Acompáñame, Collin—mencionó Anthony
Su hermano lo siguió en silencio, con la mirada abatida.
ººººº
Al entrar en su estudio, Anthony sonrió instantáneamente al ver los libros de Edwina colocados en la pequeña mesa. Recordaba que ella los había dejado allí las noches anteriores ; él estaba ocupado con asuntos parlamentarios y ella optó por acompañarlo. La sonrisa también surgió por el aroma agradable a lavanda que impregnaba la habitación. La estancia estaba más iluminada ahora.
—Anthony—al escuchar su nombre, volvió a mirar a su hermano.
—Siéntate, Collin, y comienza a hablar. No tengo mucho tiempo, por favor, sé breve—expresó Anthony, indicando su escasez de tiempo.
—Se va a casar, Anthony—mencionó Collin, refiriéndose a la boda de Penelope y Benedict.
—Lo sé—respondió Anthony.
—Con Benedict—agregó Collin.
—No veo el problema. Benedict es una persona honorable y realmente la ama. No tienes por qué preocuparte. Penelope es como una hermana menor para mí, Collin—susurró Anthony.
—Pero... pero...—Collin parecía abatido al notar que su hermano no lo ayudaría a recuperar a Penelope.
—Pero, ¿te has dado cuenta de que la amas?—concluyó Anthony por Collin.
—Lo hago..— dijo Collin, con desánimo.
—No me mires así, Collin. No voy a impedir su boda solo porque tú también la amas. Alguien me enseñó que si amas a alguien, también debes ser capaz de dejarla ir—reiteró Anthony.
—No quiero, Anthony... Yo la amo, sí, fui un tonto, lo acepto, pero creo poder reparar mi error—insistió Collin.
—No te dejaré hacerlo, Collin... Déjalos ser felices. Son felices. Benedict también es nuestro hermano. Nunca en mi vida he visto a Benedict y a Penélope sonreír tanto—expresó Anthony, perdiendo la calma.
—¿Por qué nunca me apoyas, Anthony? Tú tienes todo lo que has querido, eres Vizconde... No tienes problemas...—Collin se desahogó.
—No me hables de apoyo, Collin. Te he apoyado en todo lo que has deseado hacer, en todo. Te he dejado ir aun cuando te necesitaba en Londres. Lo hice porque eso te hacía feliz, lo he hecho con todos... Entiende que Penélope te amó, pero tú la lastimaste. Benedict hace lo CONTRARIO—respondió Anthony con vehemencia.
Collin lo miró sorprendido, nunca había sido testigo de tal tono de su hermano.
—Lo siento, no debí hablarte de esa manera..—
—No, Anthony, yo lo siento... Me duele, pero tengo que dejarla ir. Deseo con todo mi corazón que ellos sean felices. No te preocupes, no haré nada imprudente—aseguró Collin.
Al retirarse, Collin fue interceptado por Anthony, quien anhelaba la aprobación de su hermano para una idea en mente.
—Collin, necesito un favor...—
—Dime—respondió Collin.
—Deseo emprender un viaje con Edwina—
La mirada de Collin reflejó sorpresa, como si Anthony hubiera revelado algo inesperado.
—Qué?—preguntó Collin.
—Sí, deseo viajar con Edwina a donde ella desee... Dices que Grecia es un lugar hermoso, anhelo explorarlo. Sin embargo, necesito que alguien permanezca como cabeza de la familia. Me lo debes por haber incomodado a mi esposa, y también te servirá para comprender que la vida de un Vizconde no es tan sencilla...—
—¿Cuándo planeas partir?—
—Primero debo reconciliarme con mi esposa, pero te informaré. Antes de que Collin pudiera contestar—Anthony ya se había apresurado fuera de su estudio en busca de Charles, el mayordomo teniendo una idea de donde puede estar su esposa
ºººº
Perla P.V
Perla estaba recostada en el lecho al lado de su esposo, habiendo ambos retirado a descansar tras asegurar el bienestar de la joven Edwina. El ambiente reposaba en calma, mientras Harry acariciaba con suavidad los mechones de Perla, quien a su vez trazaba delicados diseños sobre la piel de su marido
Sin embargo, un estruendoso grito que resonó por toda la residencia los sobresaltó. Ese clamor urgente evocaba la presencia de Edwina, una voz familiar que Perla identificaba con precisión, perteneciente al más insensato individuo.
Al intentar incorporarse, Perla fue retenida por los brazos de su esposo.
—Por favor, no te vayas —susurró con ternura Harry.
—Mi querido Harry, necesito ir, Anthony Bridgerton se encuentra aquí y no deseo que Edwina sea perturbada por su presencia —expresó Perla, dirigiendo una mirada preocupada a su esposo, quien finalmente cedió tras besarla con afecto.
—Ve, yo me encargaré de asegurar el bienestar de Edwina —murmuró Harry, ya en pie y dispuesto a actuar.
Con un asentimiento, Perla abandonó la estancia, encaminándose hacia el salón principal, donde se encontraba el vizconde Bridgerton.
•••
En el salón de Ethan Palace, el vizconde Bridgerton se encontraba retenido por los sirvientes de los duques Cox. Al hacer su entrada, la duquesa Cox, ataviada en un vestido verde petróleo que otorgaba una apariencia majestuosa, provocó temor en sus criados, al notar la mirada pocas vista en su señora y que parecía despedazar al vizconde Bridgerton.
—Vizconde Bridgerton, ¿qué le sucede? ¿Acaso ha olvidado los modales? Esta es una residencia privada; no puede permitirse venir aquí y proferir gritos a su antojo. Debería considerarse afortunado de que no llame a Su Alteza, el Príncipe Friedrich, para informarle de su descortesía al irrumpir en mi hogar —declaró Perla con irritación.
—Necesito verla... Debo ver a Edwina —Anthony ignoraba las palabras de Perla, lo que solo avivó el fuego de su enojo.
—Parece que ni siquiera puede disculparse... Recuerde su lugar, soy una Duquesa y su posición es considerablemente inferior a la mía... Ahora, dicho esto, puede retirarse de mi propiedad. No deseo su presencia; de lo contrario, podría encontrarse en las mazmorras —susurró Perla con determinación.
Al darse la vuelta para marcharse, Perla fue detenida por Anthony, quien se arrodilló y la sujetó por las caderas, con una mirada desesperada, suplicando ver a Edwina.
—Te ruego, Perla... Permíteme verla. Ha habido un malentendido, déjame hablar con ella. Si ella pide que me vaya, lo haré —imploró Anthony.
Justo en ese momento, la voz suave de su esposo Harry se hizo presente, interrumpiendo la situación. Con sorpresa, Edwina estaba junto a él. Sin desear un escándalo, Harry instó a Perla a dejarlos hablar.
—Perla, permíteles hablar —susurró Harry.
—Pero... —balbuceó Perla, su voz apenas audible.
—No, mi amor, déjalos. Y Bridgerton, no vuelvas a tocarla de esa manera — añadió el duque Harry en tono más fuerte, dejando claro su postura frente a cualquier intento de tocar a su esposa contra su voluntad.
Con ese gesto, Harry condujo a Perla fuera del salón. Aunque no quería marcharse, la mirada de Edwina, cruzándose con la de su esposo, le indicó que así debía ser. Dejaron a los Vizcondes Bridgerton solos en la estancia.
—Todo estará bien, Perla. No te enojes conmigo. Edwina escuchó a Anthony y desea hablar con él. Mientras tanto, ¿qué te parece si planeamos algo...? ¿Te gustaría ir a Irlanda por mi cumpleaños? —susurró Harry a Perla, observándola con cariño.
Perla le miró y sonrió antes de responder—¿Acaso no debería ser yo quien lo planee?
—No, no deberías —respondió él, sonriéndole mientras le daba un beso en la frente.
••••
Edwina P.V
Al ver a Anthony rogar tan desesperadamente por ella, Edwina sintió un dolor profundo. Deseaba ver esa sonrisa que solo le dedicaba a ella, pero también se sentía herida. Pensó que Anthony le diría que no quería a Kate aquella noche, pero solo encontró silencio.
—Mi querido amor, te amo a ti, no a Kate... Lamento no haber respondido. Pensé que con ese beso te estaba demostrando mi amor sin necesidad de palabras, pero me equivoqué. Debería habértelo dicho claramente, te amo. No he amado a nadie como te amo a ti. Eres mi luz en la oscuridad, todo lo que siempre quise sin siquiera saberlo. Sentí un miedo abrumador al leer tu carta sobre el divorcio. Me descontrolé. Creo que tendré que disculparme cuando regrese por las blasfemias que grité, no estuvo bien. Estaba buscando desesperadamente a Charles para saber dónde estabas, pero no lo encontré. Cuando Jules sugirió que podrías estar aquí, quise venir lo más rápido posible, pero Collin irrumpió gritando y casi llorando debido al matrimonio de Penélope con Benedict, lo que me distrajo —declaró Anthony.
Edwina se sumió en el silencio por un momento, observando los ojos avellana de Anthony, buscando cualquier indicio de mentira, pero no halló ninguno. Percibió sinceridad y, por un breve instante, se sintió tonta por necesitar una confesión verbal de su esposo para asegurarse de su amor.
—También te amo, y por eso pensé que lo mejor era dejarte ir. Todo este asunto con Kate me ha dejado insegura. Siempre he dudado de tu amor por mí. ¿Cómo no hacerlo, Anthony? Hiciste un cortejo a pesar de estar comprometido con Kate, eso me hizo sentir insegura. Anoche, al no escucharte decir nada, supuse que esa era tu elección, que irías con Kate —explicó Edwina.
—Si queremos que esto prospere, debemos trabajar en nuestra confianza. Debo superar esta inseguridad, y tú debes expresar más tus sentimientos —continuó Edwina.
— ¿Pero...? —inquirió Anthony.
—Pero lo haremos, Anthony. Quiero cerrar este capítulo y no volver a tocarlo —afirmó firmemente Edwina.
—Estoy de acuerdo contigo, mi amor —confirmó Anthony.
—Ahora que aclaramos esto, ¿dónde está Collin? ¿Está bien? —susurró Edwina.
—No lo sé. Solo quería encontrarte... No lo habría dejado venir ni siquiera si lo hubiera sabido, no se ha disculpado debidamente contigo tampoco —explicó Anthony.
—Anthony, no seas rencoroso con tu hermano —protestó Edwina, causando una risa en Anthony.
—Entonces, ¿me perdonas? —preguntó él.
Ella sonrió suavemente mientras lo miraba, y él la atrajo hacia él, rodeándola con sus brazos y prometiéndole que compensaría todos sus errores.
—Mi amor, tal vez nos vayamos a Grecia... Nunca tuvimos una luna de miel, sé que siempre quisiste un romance como los de tus libros y también sé que te emociona viajar. Eres una pequeña alma curiosa... —susurró Anthony con cariño.
—Pero... no podemos dejar todo —murmuró Edwina confundida.
—No lo haremos. Colin se quedará a cargo —dijo Anthony, sonriéndole.
—¿Podemos confiar en que lo hará bien? —preguntó Edwina con dudas.
—Espero que sí, pero necesitamos ese tiempo, alejados de todo, disfrutando, conociéndonos... ¿Qué dices, esposa? —inquirió Anthony.
—Acepto, esposo —respondió Edwina.
••••
En la terraza de Ethan Palace, la duquesa Perla paseaba inquieta de un lado a otro, preocupada por Edwina. Observó a su esposo recostado en un mueble, absorto en la lectura de un libro; ella lo encontró hermoso en sus pensamientos.
—¿No te parece que están tardando mucho? —preguntó Perla, interrumpiendo la lectura de Harry, quien rió dejando su libro a un lado.
—Querida Perla, si algo hubiera ocurrido, ella habría gritado. Todo está bien —murmuró Harry.
—Es cierto, desearía que estuvieran juntos, pero él la lastimó... Si tú me hubieras hecho eso, no estarías aquí conmigo —comentó Perla.
Harry se apresuró a responder, pero se detuvo al ver salir a la pareja Bridgerton cogidos de la mano, sonriendo como verdaderos enamorados. Mientras su esposa suspiraba con fastidio, él solo observaba a la pareja. Edwina sonreía ampliamente y Anthony, a quien nunca había visto sonreír de esa manera, lo hacía ahora.
—Duquesa Cox —murmuró Anthony.
Perla suspiró, sabía que Edwina había perdonado a ese tonto.
—¿Lo perdonaste? Jóvenes enamorados tienen que serlo —negó con la cabeza Perla.
—Fue muy convincente —dijo Edwina.
—Claro, claro —murmuró con sarcasmo Perla—. Ahora que han arreglado sus problemas... ¿Cómo ven una boda? —propuso.
—¿Una boda? —preguntaron sorprendidos los vizcondes.
La duquesa asintió, volteando a mirar a su esposo mientras sonreía. Se arrodilló y miró a su marido, quien estaba tan sorprendido como los Vizcondes.
—¿Ella está...? —preguntó Edwina, sorprendida por la propuesta de matrimonio.
—Sí, Winnie —asintió Anthony, atónito ante la propuesta de la duquesa Perla.
La pareja Bridgerton nunca dejaba de sorprenderse con los Cox. Eran un matrimonio sólido y amoroso que desafiaba los estereotipos.
—Mi amor, Harry... Te conocí a los 21, te odiaba en aquel momento. Me enamoré de ti a los 22, a los 23 estaba tan orgullosa de ti. A los 24, me deslumbraste y me rompiste el corazón. A los 25, no podía estar más orgullosa. A los 26, no podía imaginar una vida sin ti. A los 27 nos casamos y te dije por primera vez que te amaba. A los 28, casi muero al verte luchar en la guerra, casi te pierdo... Pronto tendremos 30, amor. Han sido 3 años de matrimonio y jamás me arrepentiré de estar contigo. Sé que amas el mar y el sol, mientras yo prefiero el frío y la nieve... Pero en fin, Harry Cox, ¿te casarías conmigo otra vez?—
Edwina, que había dejado de creer en cuentos de hadas, volvía a hacerlo.
—Cariño, ¿no estamos ya casados? —murmuró Harry, causando que Perla rodara los ojos, enfadada en el suelo. Sabía que ya estaban casados, pero quería renovar votos.
—Eres un idiota —susurró Anthony.
—No soy idiota, Anthony. Sé a qué se refiere mi esposa, pero me encanta fastidiarla... Te amo, cariño, y por supuesto que acepto —respondió Harry, finalmente aceptando el deseo de Perla de renovar sus votos.
Anthony tomó la mano de Edwina, dispuesto a brindarles un momento de privacidad a los Duques. Sin embargo, ambos fueron sorprendidos cuando la pareja anunció un regalo para ellos.
—Noah, mi hermano, adora el sol y el mar, similar a ti, Edwina. Siempre me recuerdas a la pureza y la fortaleza a la vez. Son escasas las personas que pueden apreciar el arte de tal manera que cuando leen algo, sienten lo que los personajes expresan. Cuando te vi tímida en un rincón debido a ese idiota al que amas, me molestó ver a un ser tan luminoso rendirse tan fácilmente. Luego, vi a este idiota presente sentir celos por Fred y pensé que debía intervenir, darles un empujón. Cuando las cosas parecían complicarse, pensé que me había equivocado, pero después los vi mirarse siendo tontos el uno con el otro... En resumen, sigan apoyándose mutuamente, a pesar de todo. Si están juntos, eso es lo único que importa al final del día... Edwina, eres como una hermana para nosotros, por eso queremos que seas feliz, y si Anthony es la persona que te hace feliz, los demás deben aceptarlo. Este viaje es un regalo de bodas, ese lugar es mágico y sé que lo disfrutarán. Tenemos una casa en Grecia que es suya por el tiempo que quieran pasar allí—expresó Perla y Harry.
—No sé qué decir —murmuró Edwina.
—Aceptenlo —dijo Harry riendo.
—Gracias, muchas gracias a ambos... Gracias por su apoyo, por estar ahí cuando más lo necesitaba. También quisiera agradecer a Friedrich; gracias por acogerme en su pequeña familia —agradeció Edwina.
—Friedrich se casó, no te molestes con él... Ni siquiera nos lo mencionó, pero Rose lo cautivó tanto que todo sucedió muy rápido —comentó Perla.
—Bien, ahora que todo está resuelto, pueden retirarse de mi propiedad. Quiero hacer sentir bien a mi esposa —dijo Harry en un tono sugerente, lo que provocó risas entre los Vizcondes.
••••
Hola a todos...Gracias a los que votan y en serio les agradeceria si comentaran, porque no se si lo que escribo es lo suficientemente bueno, espero que lo sea
Psta: Faltan 3 capítulos a lo mucho, están escritos pero los estoy revisando porque quiero darle un cierre correcto
T.P.W.K
ALL LOVE
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