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—¿Mi prometido? —preguntó incrédulo. Se suponía que llegaría unos días antes de su cumpleaños, no en tres meses antes.
—Como escuchas, hijo mío. Kim NamJoon es tu prometido y estoy seguro que se llevarán muy bien. El Joven posee nuestra sangre, un pariente algo lejano y digno de mi bello tesoro —le sonrió a su hijo el cual seguía sin poder analizar bien la situación.
—Un gusto conocerle, príncipe —hizo un reverencia—. Me alegra poder tener esta gran oportunidad.
—Uh, igualmente —respondió más forzado que sincero. No mentiría, el joven era hermoso, bastante varonil y al momento de sonreírle le mostró unos cautivadores hoyuelos, sin embargo, algo dentro de él se negaba a la idea de estar con él el resto de su vida.
La madre de SeokJin la cual sonreía desde lejos, notó la sonrisa incomoda que yacía en el rostro de su hijo. Sabía que quizá le tomaría tiempo para asimilar la noticia, ya que todo había sucedido de manera abrumadora, nunca le avisaron que conocería a su futuro esposo y debía estar en una clase de trance.
—Amado mío ¿no cree que sería mejor dejar que Jinnie descanse? Estoy segura que esto le ha tomado por sorpresa y necesita digerirlo.
—Pero tiene que conocer a su prometido —opuso.
—Lo sé, pero podrías organizar una cena esta noche —miró a Nam—. No se lo tome a mal, joven. Solo mi niño necesita procesar todo esto.
—Por mi no hay problema, su alteza.
—Gracias, ¿ves amor? No hay problemas.
—Está bien. Puedes retirarte a tus aposentos, hijo.
—Gracias, padre. En la noche nos vemos.
SeokJin se despidió con unas reverencias y salió apurado de esos aposentos. Quería estar solo así que fue al lugar en donde siempre se encontraba con JungKook. El había pedido que le dieran días libres, pero ciertas veces se arrepentía porque extrañaba mucho al joven. Quería tenerlo a su lado, poder contarle lo que había hecho en sus clases o de la música nueva que había tocado en su violín. Quería tocarle, abrazarlo y decirle que se quedara a su lado. No obstante, ahora nunca podría decirle todas esas cosas. Su relación con Jeon no podía sobrepasar las barreras amistosas, y eso le había caído como un balde de agua en su cuerpo. Entristeciéndolo y desilusionándolo.
[...]
—Estúpido. JungKook. Lo odio –decía entre cortado JiMin al cargar con esfuerzo los sacos de harina.
Siguió tirando, pero le costaba tanto avanzar. Quería matar a Jeon por irse. El chico que estaba antes de JungKook por algunas razones desconocidas para él, dejó el palacio y ahora él tenía que remplazarlo. Lastimando sus pequeñas y delicadas manos, que pesar de ser un simple sirviente lucían tan suaves y delicadas.
—ya no puedo más —se quejaba casi llorando de la frustración. Agotado tomó una decisión, algo de drama no le vendría mal ¿verdad? Pensó antes de mirar a su alrededor y no notar a nadie—. Qué más da. Adiós mundo vil y cruel.
Fue lo que dijo antes de tirarse al piso junto con el saco de harina. Cerró sus ojos y relajó su cuerpo, por fin algo de descanso.
—¿Se encuentra bien? —oyó una voz preguntar.
Abrió sus ojos y levantó su cabeza. El hombre se caminó hacia él y se agachó a su lado.
—¿Necesita que llame a algún medico? —preguntó ahora más cerca de él, JiMin sintió su cara enrojecer. El chico estaba muy cerca de él y el hecho de que fuera malditamente apuesto no ayudaba.
—Y-yo e-estoy bien —murmuró sonrojado.
—¿Está seguro? ¿Por qué yacía en el suelo entonces? ¿No se ha desmayado?
JiMin volvió a negar sonrojado. Era apuesto y amable ¿acaso se podía enamorar de alguien en un par de segundos?
—Me encuentro en perfecto estado, sólo estaba algo cansado —murmuró bajito y tímido. El desconocido sonrió ante la repuesta, mostrándole unos hermosos hoyuelos de los cuales JiMin quiso tocar con su dedo, pero se contuvo—. Lo siento si le hice preocuparse.
—Está bien —el extraño le ofreció su mano, la cual JiMin agarró siendo gran ayuda al momento de levantarse del frío suelo—. No tienes porqué disculparte... ¿cuál es su nombre?
—S-soy JiMin.
—Lindo, le viene con usted.
JiMin se sonrojó mucho más al escuchar tal halago, ¿acaso ese desconocido quería provocarle algún infarto a su corazón? Porque juraba que no podía estar latiendo más rápido.
—Y-Yo me t-tengo que ir, necesito terminar de dejar estos sacos a la cocina.
—¿Necesita ayuda?
—Yo puedo solo.
—¿Seguro? Se veía algo cansado recostando en el suelo hace unos momentos.
—Le aseguro que me encuentro bien, solo es que los sacos suelen ser algo pesados, pero al fin y al cabo es mi trabajo.
—Déjeme que le ayude —insistió.
—B-bueno —aceptó rendido, mirando para diferentes lugares porque se sentía muy nervioso para mirar al hombre directamente a sus ojos.
NamJoon le ayudó a levantar el saco de harina que había tirado junto con su cuerpo y le ayudó a arrástralo por los largos pasillos del palacio.
—De verdad que está pesado ¿cómo es que le dan esta tarea a usted? Se nota que su cuerpo es delgado y no posee mucha fuerza. Deberían darle este trabajo a alguien con más cuerpo.
—¿Está diciendo que no útil para esto? —sonó un ofendido.
—¡No! Claro que no —negó apresurado para explicar—, se ha malentendido mis palabras. Me refiero que parece ser alguien tan frágil y delicado que no podría mandarle hacer algún trabajo, por el contrario le cuidaría y le mantendría cómodo. No me gusta cuando se aprovechan de las personas mandándole hacer trabajos que están afuera de sus alcances. No digo que no sirva, pero por lo menos le hubiera mando algo de ayuda, podría ser perjudicial para su salud cargar con tanto peso por usted solo. Su columna podría dañarse.
—Está exagerando, pero muchas gracias por su preocupación —agradeció otorgándole una sonrisa sincera, la cual lograba que sus ojos se formaran en una línea. Y no sabía el efecto que causó en el hombre que acababa de conocer—. En el siguiente pasillo se encuentra la conocina.
—Estos pasillos parecen no tener fin.
—Lo sé, créame —rio despacio—. Por cierto, no le he preguntado su nombre.
—Mis disculpas, he olvidado presentarme. Mi nombre es NamJoon.
—Usted no es un nuevo empleado ¿verdad?
—No, yo vengo de invitado.
—Oh, lo suponía. Un empleado común no tiene esas sedas tan bellas de ropa y es triste que la haya ensuciado para ayudarme.
—No se preocupe, no es grave que se haya ensuciado. Es solo un poco de harina, se podrá lavar.
—Si usted lo dice... es mejor que me deje hasta aquí —lo detuvo unos metros antes de llegar a la cocina—. Gracias por todo, pero es mejor que no le vean, yo puedo cargar esto por mi solo por un par de metros.
—Pero puedo llevarlo hasta el final.
—No, podrían despedirme si llegan a enterarse que le hice cargar un saco de harina.
—Yo me ofrecí.
—Lo sé, pero es mi trabajo y no creo que se lo tomen a bien.
—Está bien, le comprendo.
—Estaré a su servicio si se le ofrece algo.
—Con gusto aceptaré su servicio JiMin.
[...]
—BaekHyun
—¿Si su majestad?
—Dígale a Momo y JiMin que vengan a mis aposentos.
—Como ordene su majestad.
SeokJin observó a Baek marcharse y soltó un largo y cansador suspiro. Tendría que contarles a sus amigos que su prometido ya yacía en el palacio y que seguramente sería obligado a interactuar con él, ya que debía conocerle un poco antes de unir sus vidas en un matrimonio. Ni siquiera quería que fuera de noche, porque tendría que ir a esa cena organizada por sus padres y lo peor es que el tiempo avanzaba rápido, como si quisiera burlarse de él.
—¿Qué ha pasado? Sé que cuando nos llama de la nada es porque ha ocurrido algo -la voz femenina lo sacó de sus pensamientos.
—Lo siento, Momo. Sólo quería desahogarme.
—No se disculpe, sólo cuéntenos sus problemas.
—Exactamente, por algo somos sus amigos —interpuso JiMin—. Ahora ¡cuéntenos!
—Mi prometido ha llegado al palacio.
—¡¿Qué?! —soltaron ambos amigos al unísono.
—Como escuchan, ya conocí a mi prometido.
—Pero ¿por qué se ha adelantado? Se supone que llegaría unos días antes de su cumpleaños.
—No lo sé, simplemente llegó. No parece un mal hombre, es apuesto y amable.
—Y a pesar de ello usted no parece muy feliz.
—Creo que no estaba preparado para la noticia. Y tenía una pequeña ilusión con JungKook.
—¿Entonces no volverá a verse con JungKook?
—No, volveré a verlo, pero tampoco intentaré ir algo más allá de una amistad. Aparte ni siquiera sé si es homosexual.
—Yo sigo creyendo que deberías intentarlo, siempre te veías feliz y sonriente cuando volvías de estar con él. Deberías intentarlo, podríamos ayudarte —propuso el rubio, queriendo ayudar a su mejor amigo.
—No, sería una falta de respeto de mi parte. No sería justo para NamJoon.
JiMin al escuchar el nombre quedó paralizado.
—¿NamJoon?
—Ajá así es como se llama.Y por lo que tengo entendido Llegó hoy.
—Oh bueno... yo espero que pueda solucionar todo. Y si decide no hacer nada al respecto y respetar la decisión de su padre lo apoyaré —le dijo con una sonrisa, a pesar de que estaba lejos de estar feliz.
Admitía que había tenido un flechazo con NamJoon, pero para su triste suerte estaba lejos de poder hacer algo. Nunca podría competir por el amor del joven morocho. Su amigo poseía una belleza tan enorme que llegaba ser increíble que alguien de así hermosos existiera. Su amigo era talentoso. Su amigo pertenecía a la realeza y tenía un brillante futuro en sus manos. El sólo era Park JiMiN, sirviente de un palacio. Con un largo futuro de arduo trabajo.
Había sido muy iluso de su parte creer que podría volver a ver a NamJoon y empezar a conocerlo. Claramente nunca se podría fijar en él, no teniendo a su amigo como prometido. Y él tampoco podría intentar nada porque estaba lejos de querer traicionar a su príncipe.
Todo eso partía su corazón. Había encontrado con a alguien con el que sintió un "clic" a primer momento, pero nunca podría tenerlo.
Se viene un poquito de drama, pero así bien poquito :3 hay que empezar despacio antes de tirarle la bomba>:3 pero descuiden que queda mucho para llegar al clímax de la historia.
Perdón por cualquer error o falta de ortografía y muchas gracias por darse el tiempo de leer esta historia.
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