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Capítulo 48 | Bienvenidos a casa

𝑴𝒂𝒅𝒅𝒐𝒙

—Cállate, Levi —murmuro mientras me masajeo la sien con la yema de mis dedos—. No hagas un drama de esto.

Mi padre sostiene el volante como si su vida dependiera de ello, lo hace con tanta fuerza que sus nudillos ahora están blancos. No ha dejado de gritar y de maldecir en voz baja desde que salimos del depósito.

Creo que la razón de que lo sostenga de esa forma es para contenerse, grita y maldice pero no se que esta pensando que la mejor perspectiva ahora es regañarme como una niña, prohibirme pisar la empresa de nuevo, salir de casa, mandarme vivir a una isla sin conexión para que nadie se me pudiera acercar ni yo pudiera tener contacto con otro ser humano por mi violencia e impulsividad.

Sabe que no puede hacer y decir todo eso, así que se limita a maldecir en voz baja, en murmullos imperceptibles pero que al estar a su lado escucho a la perfección.

Y yo necesito de toda mi fuerza de voluntad para no poner los ojos en blanco.

—No puedo creer que lo hicieras —masculla en voz baja mientras pisa el acelerador con fuerza.

Cierro los ojos intento calmarme. Siento la adrenalina aún corriendo por mi sistema.

—Tampoco me detuviste —murmuro.

—¿Tienes idea de cómo se vería eso? —la ira en su voz se expande por todo el espacio cerrado del interior del coche—. No puedo detenerte ni impedirte que hagas nada porque se supone que como hija del jefe sabes cómo comportarte ¡Porque llevas mi apellido!

—Lo haces sonar como si hablaras de la realeza.

—Hablo en serio, Maddox —su voz es tan filosa que puede cortar el aire, como si este fuera algo denso—. No hacemos las cosas así. Lo sabes.

Por supuesto que estaba molesto.

En cuanto el disparo resonó por todo el lugar hubo un instante de quietud y de silencio, nadie se movió. Ni siquiera yo, que me encontraba en cuclillas frente al cuerpo inerte de Luc, sin poder dejar de verlo. Mientras sus palabras resonaban una y otra vez en mi mente.

El mal te respira en la nuca cuando te vas a dormir con él.

Cierro los ojos con fuerza.

Me importaba poco como se hacían las cosas en Draghi, eso estaba a punto de cambiar si era necesario porque todos los planes habían cambiado.

Fue solo un segundo de puro silencio, al segundo siguiente todos estaban en movimiento. Yo permanecí en cuclillas pero vi cómo llevaban el cuerpo de Luc lejos y sentí unas manos fuertes rodear mis hombros. Cuando miré de soslayo me encontré con la expresión neutra de Matthews, pero intenté buscar a Max y fue en vano. Algo en mi vista estaba nublado, solo podía ver siluetas negras que no dejaban de moverse.

Matthews me dijo al oído que me moviera, debíamos salir antes de que llegara la policía y en ese momento reaccioné. Me obligué a enviar las señales correspondientes a mis extremidades, avancé entre el desastre y el caos que nadie intentaba arreglar, solo preparar para que la fachada no levantara sospechas.

Debe ser un enfrentamiento, un operativo de South que salió muy mal, así debe verse. Así que nuestros hombres deben desaparecer, al igual que yo.

Caminé a paso seguro y firme, con la vista fija hacia adelante sin distraerme en buscar a Jace o Max, tampoco a Matthews, que se quedó rezagado para terminar de dejar todo listo. Cuando llego al exterior me recibe el amanecer, el sol asoma sus rayos a lo lejos, al final del agua aparece la claridad del día que se avecina.

No sabía con exactitud qué hora era y ya había olvidado a qué hora comenzó todo esto, solo sabía que era la madrugada. Al parecer nos llevó más tiempo de lo pactado por la claridad del día. Ya no avanzo por la oscuridad, ahora los rayos del sol me acompañan, mientras bañan de luz cada rincón de aquel horripilante lugar, también tocan mi piel.

Bajo la vista y me encuentro con mis manos llenas de sangre.

Cuando estoy a punto de abrir la puerta del copiloto del coche de Matthews algo me detiene. Algo no, mi padre. Me tomó del brazo y me llevó hacia su coche mientras maldice por lo bajo.

Y no deja de maldecir en todo el trayecto hasta casa.

Lo escucho con los ojos cerrados, no importa lo que diga, el creerá que estuvo mal haber hecho lo que hice y quizás en algún punto tenga razón, pero no iba a permitir que saliera ileso, que se quedara allí respirando... no lo necesitábamos con vida.

De seguro lo que hice estaba mal, muy mal. Pero no me arrepentía en absoluto.

No cuando aún tengo problemas para dormir, no cuando mis pesadillas giran en torno a él apareciendo en una calle oscura y llevándome lejos, no cuando escucho su voz, su risa mientras su padre me torturaba. Luc estuvo presente, viendo todo lo que me hicieron. No podría seguir adelante a sabiendas de que aún respira y vive su vida.

Aunque lo haya dejado herido... eso no era suficiente.

Así como tampoco lo era esto. Necesitábamos encontrar a South. Necesitaba encontrarlo cuanto antes pero al escapar todo se volvía más complicado. Esta vez no tendríamos tanta suerte, esta vez deberíamos hacer las cosas diferente y quizás me tomaría meses... no importaba. Estaba decidida.

Planearía la venganza perfecta y luego la llevaría a cabo sin ningún tipo de error, aunque eso me llevara mucho tiempo. Lo haría.

El golpe sordo de la puerta al cerrarse me trae de vuelta a la realidad, abro los ojos para ver a mi padre abandonar el coche de forma furiosa y lo sigo, conteniendo el impulso que me lleva a pedirle que no exagere. Cuando estoy a punto de abrir la puerta me detengo al ver el espejo retrovisor, toda mi piel se eriza al ver mi rostro reflejado. Un rostro lleno de sangre salpicada.

Como la noche de Nueva York.

Trago saliva y abandono el coche.

Me quedo mirando a Matthews, que se encuentra apoyado en su BMW sin apartar la vista de mi rostro. Mi padre pasa por su lado y escucho que le hace una pregunta en voz baja, pero no logro comprender. Solo veo que él asiente y mi padre también, con un deje de alivio.

—Hablaremos en el despacho —no me mira pero se que se dirige hacia mi.

Evito poner los ojos en blanco, hasta que recuerdo que me da la espalda y no puede verme, así que lo hago.

—¿Es necesario? —murmuro mientras camino detrás de él y noto la presencia de Matthews que nos sigue.

—Tenemos que hablar para ver cómo resultó todo y como seguir a partir de aquí, así que...

—¿Es necesario todo este drama?

Mi cabeza choca con su espalda tensa porque se detiene al oírme, se da la vuelta despacio y debo dar un paso hacia atrás por la intensidad con la que me mira. Mi espalda choca contra un cuerpo duro y trago saliva al darme cuenta que es Matthews.

—Ahora no estoy de humor para tus bromas, Maddox.

Es lo último que dice antes de darse la vuelta y abrir la puerta para entrar a casa, aprieto los puños a mis costados conteniendo la ira.

Yo soy impulsiva si, pero él está haciendo un drama completamente innecesario.

Siento las manos de Matthews cerrarse sobre las mías y por un instante su tacto me sorprende para luego hacer que me relaje. Pero luego recuerdo lo que ocurrió y lo que hizo, así que me deshago de sus manos con brusquedad.

—No te me acerques —le digo entre dientes por encima de mi hombro y noto como se tensa por mi reacción.

Entro a mi casa siguiendo a mi padre hacia la cocina.

—Comprendo lo que debiste sentir cuando lo viste pero...

—No. —digo entre dientes—. No lo comprendes. Ese es el maldito problema —lo veo apoyar ambas manos sobre la isla de la cocina y hago lo mismo enfrentándolo. La sangre en mis manos aun sigue fresca y dejo una mancha en el mármol de la cocina—. Si esperas que me disculpe por haber hecho lo que hice lamento decirte que no lo haré. No me arrepiento. Es alguien detestable menos en el mundo.

—No lo haces por justicia social, Maddox. Sino por ti.

—Lo hago por mi, correcto —me acerco a él y elevo mi tono de voz—. ¿Eso me vuelve egoísta? ¡Bien! ¡Lo soy! ¡Soy la persona más egoísta del mundo por asesinar a quien me secuestró y observó como me torturaban! ¿Soy impulsiva por disparar sin preguntar? Sí, lo soy. Pero no iba a dejar que siguiera respirando un segundo más.

—¡Así no hacemos las cosas!

—¡Y una mierda! Soy una Salvatore y las cosas se harán como yo quiera.

Niega con un movimiento efusivo. Cierra lo ojos y baja la vista hacia el mármol de la isla, clavo mis ojos en su perfil sin apartarlos.

—Entiéndelo, Levi. No puedes ser bueno con todos, no eres el maldito Robin Hood —me dedica una mirada de soslayo cargada de intensidad—. Y Luc no iba a hablar porque no sabía nada.

—¡Eso no lo sabes!

—¡Lo sé y tú también lo sabes! —grito—. ¡Pero te importa más mantener a personas con vida, creer que puedes arreglar su vida y darles otra oportunidad que arriesgarte! No. Funciona. Así.

—¡Eres tú quien se arriesga!

—¡De eso se trata nuestra vida, Levi! Hazte a la idea, tu quisiste que formara parte de esto ¿o lo olvidas?

Se da la vuelta por completo para enfrentarme, lo que me obliga a inclinar la cabeza hacia atrás para sostener su mirada brillante de enojo. Cuadro mis hombros dispuesta a mostrarme firme y no ceder en absoluto con lo que digo, pero antes de que él pueda responder una voz nos sorprende a todos.

—Bienvenidos a casa.

Nos giramos en dirección a la dueña de la voz y no puedo evitar separar los labios de la sorpresa, formo una mueca de confusión con ellos.

Si había algo que faltaba para coronar esta día, era su presencia apareciendo brillante como la estrella sobre un árbol de navidad.

—¿Nora?

Mi madre nos observa con una ceja alzada, los brazos cruzados a la altura del pecho y con el hombro derecho apoyado sobre el umbral de la puerta de la cocina. Matthews está sobre una de las paredes observando al piso y no necesito más señal que esa.

—Nora —mi padre no tiene voz, habla en un murmullo bajo, su expresión se relaja de forma casi inmediata y noto que el brillo de sus ojos ahora es diferente—. ¿Qué haces aquí?

Resulta extraño la reacción de él pero luego recuerdo que debe ser la primera vez que se ven en más de diez años, quizás desde que yo nací. Aunque no tengo datos precisos ni nadie me dijo lo que ocurrió entre ellos, no conservo recuerdos de Nora con nosotros, solo mi padre y yo.

Pero con todo lo que descubrí en el último mes, al parecer hay más cosas en su historia que yo ni siquiera tengo idea.

—¿Qué hago aquí? —repite con ironía mientras avanza, los tacones de diseñador hacen ruido en el porcelanato del piso y cierro los ojos cuando siento que se acerca—. La pregunta es ¿Por qué Maddox está llena de sangre? —trago saliva—. Y también ¿de que carajos están hablando?

—Nora, podemos explicarte...

—Por supuesto que lo harán, Levi —se detiene frente a ambos y nos dirige una mirada cargada mientras inhala y luego deja escapar todo el aire, clava sus ojos en mí—. Al parecer debemos ponernos al día, cielo —me sonríe y luego se dirige a mi padre completamente seria—. Pero antes tenemos que hablar.

—De acuerdo, puedes esperar a que...

—A mi no me haces esperar. A tu despacho —lo interrumpe seria y se acerca un paso—. Ahora.

Veo como mi padre traga saliva con fuerza antes de caminar, mi madre lo sigue y juntos abandonan la cocina. Escucho desde ahí el ruido de sus tacones contra el piso y luego contra la escalera.

Suelto el aire en mis pulmones despacio y busco la mirada de Matthews. Esta serio pero sus ojos están sobre mí.

—¿Trabajas para mi padre o para Nora?

Le pregunto de forma desafiante pero él no se deja intimidar, abandona la pared donde estaba apoyado y se acerca decidido.

—Trabajo para ti.

—¿Ah si?

—Sí, pero es tu madre. Se merece saber lo que ocurre y creo que te vendría bien tenerla cerca, podría ayudarle para...

—Tu siempre creyendo saber lo que necesito —niego con un suspiro—. ¿Eso pensabas cuando me dejaste en aquel auto esposada? ¿Pensabas que me vendría bien?

—Intento protegerte, Maddox...

—Me esposaste —digo con voz seca y noto como toda mi piel se eriza ante el recuerdo—. Decidiste por mí, era mi plan pero más allá de eso, me pasaste por encima. ¿Y dices que trabajas para mí?

Baja la vista y aprovecho ese momento para pasar por su lado pero me detiene con su mano rodeando mi brazo, es en ese momento que recuerdo que está herido pero se ha hecho una venda improvisada. Aún así está lleno de sangre.

Como yo.

—Me tenían esposada —digo en voz baja sin alejarme, viendo como su mano llena de sangre se cierra alrededor de mi antebrazo salpicado por gotas de sangre que no son mías—. Cuando me torturaban, me esposaban y me colgaban de un arnés desde el techo, mis pies quedaban suspendidos a centímetros del suelo.

Noto como todo su cuerpo se tensa al escucharme. Es la primera vez que hablo sobre lo que me hicieron, a excepción de Penny, a quien tampoco le di muchos detalles.

—Maddox...

—Me esposaron. Igual que tu lo hiciste.

—No, espera...

—Y me tuvieron encerrada al igual que tú —alzo la vista para verlo, la ira aparece de nuevo como un punto negro detrás de mis ojos y lo nubla todo—. Preferiste dejarme encerrada sin dudarlo. —otra vez estaba siendo impulsiva, pero estaba tan enojada que no me resistí a darle el ultimo golpe, ese que sabría lo dejaría en la lona—. ¿Sabes cual es la diferencia entre Max y tú? Que él jamás decidiría por mi. 

Sus labios están entreabiertos por la sorpresa, sus ojos me recorren, buscan una señal en mi expresión que delate si de verdad estoy enojada o aún me queda algo de compasión.

No me queda nada.

Me acerco un paso, debido a la diferencia de altura el debe bajar la cabeza pero logro hablar cerca de sus labios con un tono tan filoso que puedo sentir como me corta el solo pronunciar las palabras.

—No vuelvas a decidir por mí, jamás.

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