
Capítulo 45 | El plan
𝑴𝒂𝒅𝒅𝒐𝒙
—Princesa, recuérdame no hacerte enojar —Jace deja escapar un silbido de sorpresa, dirijo mis ojos hacia él y se incorpora como un soldado frente a su general.
—Maddox...
La voz de mi padre es dulce pero no necesito dulzura ahora así que niego.
Hay pedazos de silla esparcidos por todo el piso a mi alrededor. Necesité de toda mi fuerza para provocar que ésta se haga añicos debido a su material, pero al parecer era la prueba irrefutable de mi impulsividad: de lo que lograba si me dejaba dominar por la ira.
Siempre tan impulsiva, Maddox.
Aunque lejos de sentirme mal, solo podía pensar en que necesitaba aliviarme nuevamente.
—Todo esto fue en vano ¿entonces? ¿No logramos nada? —mi tono de voz va en aumento mientras me giro para verlos a todos observando con una mezcla de sorpresa y temor—. ¿Lo único que conseguimos es una fotografía nítida del maldito que me secuestró? ¿¡Y ya!? ¡No sabemos a qué nos enfrentamos!
—Maddox, cálmate...
—¿¡Cómo somos la organización criminal más temida y respetada si no podemos encontrar a un solo hombre!?
No debería dirigir mi furia hacia mi padre pero en estos momentos no puedo pensar bien y él está frente a mi, enfrentándome, esperando que todo lo que tenga para decir recaiga en él.
—Se que luce como un callejón sin salida, pero seguiremos investigando, mia cara. Nadie más que yo quiere vengarse...
—¡Y una mierda, Levi! —lo interrumpo y el abre los ojos sorprendido, pero no me contengo, aclaro de una vez lo que parecen olvidar todos—: ¡Nadie más que yo quiere vengarse!
Remarco el pronombre personal que todos parecen querer obviar.
Porque están locos si piensan que dejaré mi venganza en otras manos que no sean las mías.
Levi permanece en silencio viendo mis ojos, sé que no reconoce a la hija que él vio crecer, se que está buscando un fragmento de aquella Maddox que no había usado nunca su arma para asesinar pero ella quedó en el pasado, pero mucho antes de ser secuestrada ella ya no existía.
—¿Ya terminaste con tu crisis?
Todos nos giramos hacia Will que luce... aburrido.
Mi sangre hierve, hace ebullición en mis venas y estoy a punto de lanzarme hacia él pero Matthews me lo impide.
—¿Disculpa? —digo entre dientes, conteniéndome por no buscar mi Mossberg.
—No eres la única a la que han secuestrado y torturado, princesa. —Trago saliva porque se que tiene razón, recuerdo perfectamente su expediente y se lo que le hicieron de niño, cuando era huérfano. Pero aún así sigo molesta y enojada. Él me mira un poco cansado, sorprendido pero serio, como si no tuviera ánimos de soportar mi crisis—. Pero no todos tienen la posibilidad de vengarse, piensa con la mente fría Maddox, no seas impulsiva. Aprovecha esta oportunidad.
—¿Qué oportunidad?
Su sonrisa se eleva hacia arriba.
—No sabemos su nombre, pero si donde estará en tres días.
No necesito ver a los demás, se que todos se encuentran igual de confundidos que yo. Siento a Matthews tensarse a mi lado, miró su perfil y noto que parece a punto de explotar, pero no se muy bien porqué: si de impaciencia o molestia. Quizás ambas.
—¿De qué demonios hablas, Will? —Su voz es fría y cortante.
—Si me dejasen terminar de hablar, podría decirles la verdadera noticia que quería darles.
Todos maldicen en voz baja pero el siguiente en hablar es Jace.
—Por favor, Will. Si no quieres que tu cabeza sea la próxima en hacerse añicos más te vale que hables.
Will se limita a rodar los ojos antes de girarse hacia su ordenador y teclear nuevamente, con toda la tranquilidad y calma que aún mantiene, como si nadie en esta habitación hubiera tenido una crisis y ataque de ira.
—Bien, como les decía antes de que la princesa nos sorprendiera con su actuación, el software que instalé en el sistema de seguridad me dio un aviso de donde se encontraba nuestro objetivo. Pero eso no es todo, porque como al gobierno le encanta tenernos controlados, no solo hay cámaras en las calles de la ciudad, sino en muchos lugares.
Todos observamos absortos la forma en que aparecen más y más códigos en la pantalla. La fotografía de mi secuestrador desaparece para dar lugar a una infinidad de pequeños rectángulos que ocupan las pantallas, como si Will ahora pudiera ver todas las cámaras de la ciudad. Selecciona una antes de establecer un código y mostrarnos una grabación que se encuentra en pausa.
—Para nuestra suerte, hay una cámara dentro del depósito, la grabación no es muy nítida, está claro que no la han actualizado en años. Pero luego de trabajar toda la noche en ella pude recuperar una parte con audio.
Un murmullo de sorpresa se extiende por toda la sala y miramos con mucha atención, a la espera de que suceda lo que ansiamos: el video comienza a reproducirse.
Al principio no se entiende muy bien qué sucede y lo que se escucha es ruido sobre más ruido que bloquea las palabras, pero luego de un minuto se logra apreciar la nitidez de la imagen. Todo mi cuerpo se tensa y la piel se eriza al ver en más detalle al hombre que me torturó pero concentro mi atención en las palabras, en lo que es importante.
Está hablando con otro hombre que podría tener su misma edad, pero se ve más atlético, de mayor altura y con rasgos muy diferentes. El cabello negro plomizo y lacio peinado hacia atrás, una nariz pequeña y no aparenta tener arrugas. Ambos hablan en inglés pero el otro tiene un acento particular, denotando que es extranjero aunque no pudiera averiguar de donde.
Lo que dicen es que se encontrarán en tres días para recibir el nuevo cargamento con la nueva mercancía para comercializar, la revisarán juntos y se la dividirán de acuerdo a lo pactado.
Pero hay una palabra que no logro comprender. Cuando la grabación termina todos permanecen en silencio, comienzo a verlos a cada uno: Jace y Will están serios, con los labios presionados en una fina línea, Matthews tiene los puños apretados a su costado y lo veo contenerse para no golpear algo, pero es mi padre quien parece a punto de estallar como una bomba atómica.
Un músculo de su mandíbula se tensa y arquea las cejas sin apartar a vista de la pantalla.
Esa palabra...
—¿De qué está hablando? —preguntó pero nadie responde, todos parecen absortos en el video pausado— ¿Cargamento de armas? ¿Es eso?
—South no comercializa armas —dice Will en voz baja.
—¿Drogas? —niega y yo me desespero— ¿Alguien podría decirme que sucede?
—Niñas —la voz de mi padre es filosa como una cuchilla—. El cargamento llegará desde Europa y son... niñas.
El mundo se detiene a mi alrededor y me quedo sin respiración, mis pulmones se vacían y la cabeza me da vueltas. Comienzo a negar porque esto se pone cada vez peor.
Draghi es una mafia. Es un hecho y nadie puede negarlo. Soy hija de un Salvatore, la princesa de la mafia y futura jefa, sobre mis hombros recae el peso de una organización delictiva que se codea con personas importantes de la sociedad, hacen negocios turbios y está repleta de oscuridad. Mi padre no es un santo, yo misma presencié una de sus venganzas con quince años, yo misma asesiné a un hombre por ponerme una mano encima y lo hice sin titubear, sin arrepentirme.
Pertenezco a una de las familias más temidas y respetadas de la ciudad, una organización que trafica armas, drogas y cosas turbias de la deep web.
Pero había algo que jamás soportaría, no solo yo, sino mi familia entera. Había límites que la mafia Draghi jamás cruzaría y era el de la prostitución. No había negocio que mi padre aborreciera más que aquel, y más cuando se involucraba la pedofilia y la trata de menores.
Trago saliva.
No nos enfrentamos a una mafia como la nuestra.
—¿Qué vamos a hacer? —murmura Will.
—Creo que está muy claro lo que vamos a hacer —respondo.
—No nos metemos con negocios que no nos incumben, Maddox. No es tan sencillo —me giro hacia Jace y lo veo sin dar crédito a lo que dice, él cierra los ojos y suspira—. No me malinterpretes, si estuviera en mis manos tomaría la decisión de actuar pero no es así.
Veo a Matthews, él habla pero no se dirige a mí.
—Levi.
Mi padre asiente.
El pánico me inunda.
—Díganme que haremos algo.
—No es tan sencillo —dice mi padre—, pero no es imposible. Solo que será complicado organizar un operativo para llevar a cabo en tres días.
—No estarás sugiriendo que esperemos ¿cierto? Porque es inaceptable...
—Maddox —me interrumpe Matthews pero no le doy la oportunidad.
—No. Quien sabe lo que pueda ocurrirle a esas niñas si no actuamos y ahora somos su única oportunidad. Lo que necesitemos hacer, lo haremos —dije con firmeza, todos me miraban a excepción de mi padre, que tenía los ojos fijos sobre la pantalla. Me acerco a él y lo tomó del brazo para obligarlo a verme—. Tu dijiste que yo estaba a cargo, que debían obedecerme.
—No es tan sencillo hija, no estoy listo para ponerte en peligro de nuevo.
—Yo decido si me pongo en peligro, Levi.
Sostiene mi mirada por un segundo antes de volver a ver la pantalla, lo escucho maldecir por lo bajo y comienza a negar de forma lenta, pero puedo ver en su expresión que lo está considerando y decido aferrarme a ese atisbo de esperanza. No permaneceré quieta mientras otros sufren. No mientras pueda evitarlo.
Sus ojos se posaron de nuevo en mí. Siento como me analiza con ellos.
—No será sencillo, Maddox.
—Lo sé.
—Hay muchas cosas que planear para llevar a cabo lo que dices en tres días.
—De acuerdo...
—Muchas personas con las que hablar y asegurarnos de estar equipados, no solo en cuanto a hombres sino en cuanto a armas.
—Lo haré. —Digo con seguridad—. Haré lo que haga falta, Levi.
Entrecierra los ojos solo un poco. Sé que aún no está convencido del todo pero que no se cierre ante mi idea es algo bueno.
—¿Ya te olvidaste de tu venganza?
Trago saliva.
—Ya no se trata de mi. —Dirijo mi atención de vuelta a la pantalla. El rostro de mi torturador vuelve a grabarse en mi mente—. Esto es por esas niñas. Por mí. Y por todos a los que ese maldito jodió.
Veo como mi padre sonríe.
—Entonces en marcha, tenemos una misión que planear.
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