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Capítulo 44 | Noticias

𝑴𝒂𝒅𝒅𝒐𝒙

Cuando llegamos al edificio del centro nos dirigimos a las oficinas de la última planta.

Es un lugar amplio y consta de siete pisos. En la planta baja nos reciben guardias de seguridad que trabajan para mi padre desde antes que yo naciera, son policías retirados y protegidos por los Salvatore desde siempre. El lobby es amplio, espacioso, con sofás individuales y de cuero negro, una mesa de entrada donde trabaja una recepcionista que supera en edad a Levi y que trabaja para la familia desde siempre. Toda la empresa funciona como una forma de engañar a la sociedad en general y cubrir la organización, pero todos los que trabajan tienen relación con mi padre y están al tanto de todo, al menos las personas más importantes, la mayoría incluso ha conocido a mi abuelo y son los primeros nombres que aprendí antes de conocer a Matthews.

En el último piso se encuentra el despacho de mi padre, al que solo han entrado personas de su confianza, y algunas oficinas. Entre ellas la sala de operación de Will, equipada con todo lo que necesita.

En cuanto Levi dijo que había noticias nos pusimos en marcha. No había tiempo para otra cosa, ni siquiera para quitarme esta ropa, lo único que importaba era ver qué era lo que había encontrado Will y cómo eso nos ayudaría.

Lo que él había encontrado de hecho era la clave de todo.

—Te escuchamos.

Fue mi padre quien habló con voz neutral pero yo pude distinguir un deje de expectación y nerviosismo en ella, Levi era bueno con su máscara pero yo lo conocía mejor que nadie.

En la sala junto a mi padre se encontraban Matthews, Jace y por supuesto Will, quien tenía por delante cinco pantallas demasiado grandes como para hacer daño mi vista. Debí entrecerrar los ojos para evitar que el brillo me cegara pero no pude apartarlos, temiendo perderme el descubrimiento. Pese a que en la pantalla no había más que códigos en números y letras que ni siquiera podía comprender.

Todos a excepción de Will estábamos parados, erguidos en nuestros lugares, de brazos cruzados y expectantes. Recorrí toda la sala con mis ojos y noté que efectivamente estaba equipada: había todo tipo de aparatos tecnológicos que tardaría años en entender cómo usarlos. Muchas cosas que hacen luces de colores y ruidos de motores encendidos, pero más grandes que los ordenadores de escritorio tradicionales.

Por el rabillo del ojo capté como Matthews se dejaba caer contra una mesa, apoyando ligeramente la cadera.

Otra vez, todo había terminado de mala manera. Podía sentir como su antiguo enojo regresaba y no tenía idea que hacer o decir esta vez para solucionarlo, aunque a decir verdad, sentía que no había algo que debía solucionar.

Si a él le molestaba que saliera con su hermano era su problema.

Aunque eso no quitaba el hecho de que me moleste que lo haga a un lado, este es su trabajo tanto como el de cualquiera. Ha estado en esta organización más tiempo que Jace y está a mi lado, presenciando una reunión que es totalmente confidencial.

—Gracias a la brillante idea de Maddox hemos conseguido algo —todos escuchamos atentos mientras Will habla y presiona teclas de forma rápida—. Al parecer, hace dos noches hubo movimiento en el lado oeste de la ciudad...

—Las calles de South —escucho a mi padre susurrar en voz lo suficientemente alta para que todos sepamos lo que dice.

Will asiente pero no aparta los ojos de su ordenador.

—Así es.

—¿Un cargamento? —pregunto yo.

Niega.

—Una reunión en Clearing, en un depósito que no está en los planos actuales de la ciudad, lo que indica que alguien paga para que se mantenga en secreto.

—Ahí es donde se reúne South —asumo.

—Exacto, princesa —es ahí cuando deja de teclear, lo veo exhalar una bocanada de aire y me mira, todo mi cuerpo se tensa al darme cuenta que me está haciendo una pregunta en silencio. Me está pidiendo permiso y me emociona el saber que me respeta lo suficiente para no mostrar algo que pueda dañarme, solo si yo acepto también. Así que me armo de valor, respiro hondo y muevo mi cabeza el señal de afirmación. Él hace lo mismo antes de regresar a teclear—. La cámara captó un parecido con el código que establecí en el programa de software y me dio un aviso.

De las cinco pantallas, la del medio es la más grande, la que nuclea todas. El resto están alrededor. Solo en una se muestra la cara de quien me torturó por días.

El ambiente a mi alrededor cambia, algo tenso se instala entre todos los que estamos presentes y se hace un silencio sepulcral. Nadie se mueve, nadie habla, parece que nadie respira.

Los ojos de Will se posan en mi rostro y puedo ver su mirada triste, su mueca en los labios de disculpa pero elevo una de las esquinas de mi boca para dedicarle una breve sonrisa tranquilizadora.

Está enseñando esa imagen porque yo se lo permití.

Y así es la única forma de obtener las respuestas que necesitamos.

De pronto, dos pares de ojos se suman y me observan. Pero no dicen nada.

Yo continúo viendo la imagen que me devuelve la pantalla, el hombre que me torturó tal como lo recuerdo: un poco mayor que Levi, o quizás solo llevó una peor vida que lo hizo envejecer más rápido, algunos mechones de cabello gris y los ojos negros brillantes como el ónix.

Ojos negros como el ónix.

Cierro los ojos un momento, algo afectada. Pero me obligo a mantener la compostura y los abro, haciéndome a la idea de que debo enfrentarlo.

Lo recuerdo a la perfección: cada marca de su rostro e incluso el tono de su voz estarán grabadas en mi memoria.

Pero es tal la intensidad que debo cerrar los ojos un momento de nuevo cuando a mi mente aparecen todos los recuerdos que he intentado borrar estas últimas semanas. Pero las marcas en mi piel y las que dejó en mi mente persisten, son más fuertes y ahora siento que estoy frente a una pintura, es como si viera los ojos de la Gioconda de Da Vinci: los ojos negros de South me persiguen sin descanso. Aunque la imagen esté quieta, su mirada está puesta en mí. Me habla. Me dice algo.

Mi corazón comienza a palpitar con fuerza, algo se nubla en mi vista y siento que puedo caer al piso en cualquier momento. De no ser por un par de brazos fuertes que me sostienen a tiempo, mis rodillas habrían impactado con el piso.

Parpadeó con rapidez y regreso a la realidad, alejándome un poco de Matthews que me mira serio.

—Estoy bien, no te preocupes —digo en voz baja pero se que me escucha porque asiente y se aleja, solo un poco. Respiro profundo, inhalo y exhalo tal como mi terapeuta me ha enseñado y me enfrento a mi padre, que no aparta la vista de la pantalla—. Lo conoces.

No es una pregunta. Tampoco una acusación. Solo es un hecho.

Levi asiente despacio y no aparta los ojos de la pantalla.

—Tenía la sospecha cuando vi el dibujo que hicieron en base a tu relato —dice en voz baja y lo veo cerrar los ojos antes de girarse hacia mí, el verde de su iris brilla por las lágrimas y separo los labios sorprendida—. Lo conozco, mia cara. Era mi amigo.

Trago saliva.

—También conoce a mamá —digo en voz baja y sus ojos se abren—. No lo mencioné porque no lo creí importante, pero mencionó a Nora mientras me... bueno, —presiono los labios antes de continuar—, supongo que comprenden.

—¿Y quien es?

Todos nos giramos para ver a Will que sigue en su silla, con el codo apoyado en el escritorio y el mentón descansando en su mano. Alzo una ceja en su dirección confundida, asumí que al tener una fotografía del jefe de la mafia enemiga sabría su nombre a la perfección.

—Porque, no los quiero desanimar, pero comparé la imagen con la base de datos del gobierno y nada. Incluso Maddox, quien no tiene antecedentes penales, aparece porque nos tienen a todos registrados. Él no está por ningún lado, ni siquiera con nombres falsos u otra apariencia, nada. Es como si no existiera.

—Es un fantasma —dice mi padre.

—Espera ¿y lo has relacionado con Luc?

Will hace una mueca antes de girar en su silla y vuelve a teclear, luego en la pantalla aparece la base de datos del gobierno, con los datos de Luc. Aunque lleva otro nombre.

—Luc es en realidad Kevin Lander —dice mientras vuelve a darse la vuelta—. Al igual que Maddox, está limpio. Sin antecedentes ni nada sospechoso, un alumno estrella de la universidad, un niño bien que se porta extremadamente bien diría yo.

Niego. Es imposible, nada de lo que dice tiene sentido.

—No, no puede ser. Tiene que tener alguna relación con él, dijo que era su hijo y fue él a quien vi por última vez. Luc me secuestró, es decir, Kevin lo hizo. O como sea que se llame —digo con impaciencia—. Es su hijo, estoy segura.

—No digo que no lo sea, solo que no hay registros que lo vinculen a él. Tampoco que lo involucren en algo sospechoso —suspira—. Para el mundo, Luc Bosh es Kevin Lander, quien fue adoptado a los cinco años y le cambiaron el nombre en el momento de la adopción.

Sigo negando con un gesto efusivo, veo a Jace quien está quieto observando la pantalla, Matthews está tenso mirando a mi padre y Levi no aparta los ojos. Me acerco hasta tomar su brazo con fuerza y hacer que me vea. En ese momento noto que comparten una mirada con Matthews y sigo sus ojos.

—¿Qué ocultan?

—Nada, mia cara...

—¡Levi!

—¡Te soy sincero, Maddox!

—Entonces dame una maldita explicación —levanto la voz—. Si fue tu amigo, dime quien es.

—Cuando yo lo conocí se hacía llamar Marcio Smith. Tenía dieciocho años la última vez que lo vi, por eso conoció a tu madre, porque en ese momento éramos pareja. Pero luego, de un día para el otro... desapareció. No supe más de él y cuando intenté buscarlo Mario Smith no era nadie.

—Era un fantasma —digo en voz baja— ¿Cómo es posible?

—En este mundo es totalmente posible, Maddox.

Me giro hacia Matthews.

Pero estoy en absoluta negación, no me importa si tiene o no sentido, si es algo lógico o no. Nada de eso me importa, porque de aceptar esa posibilidad entonces debo aceptar que estoy ante otro callejón sin salida.

Que no importa que sepamos todos como luce quien me secuestró y el jefe de la mafia enemiga, porque no tenemos idea de a quien nos enfrentamos.

Y darme cuenta de esa posibilidad me deja descolocada, me enfurece, mi cuerpo comienza a temblar y no importa cuantos ejercicios de respiración intente hacer, nada me calma. Ni siquiera la cercanía de mi padre o de Matthews.

Me hablan pero no puedo escucharlos, algo nubla mi vista, mis sentidos y mi mente, me alejó hasta tropezar con la mesa y luego con una silla plegable. Apoyo ambas manos sobre el respaldar de la silla y bajó la cabeza, cierro los ojos, intento concentrarme pero no lo logro.

Lo que nubla mis sentidos es la ira, el enojo, la furia. Un torbellino de emociones negativas que me pide a gritos salir pero se que si lo hago no habrá marcha atrás. Me repito mentalmente que debo calmarme, siento los ojos de todos sobre mí y debo parecer una desquiciada por estar en medio de un ataque que si bien comenzó siendo de pánico, ahora es un ataque de ira.

Nadie se acerca, sé que me tienen miedo. Puedo sentirlo, no están preocupados por mi sino por lo que pueda hacer en este estado, abro los ojos y veo a mi padre, tiene los labios apretados en una fina línea y se contiene de no acercarse. Miro a Matthews y separa los labios, quizás me habla pero no lo escucho.

En mi mente solo se escuchan los latidos de mi corazón acelerado y tengo frío porque recuerdo la celda, la habitación donde me mantuvieron cautiva, recuerdo la tortura, los gritos, los látigos, el filo de la cuchilla, lo recuerdo todo. Todo. Todo.

Me persigue. Me va a perseguir por siempre.

Cuando esté en un lugar cerrado, recordaré la celda. Cuando duerma, tendré pesadillas con la tortura. Recuerdo el olor a humedad de aquel encierro, la sangre, el hambre, la sed.

Los recuerdos me golpean.

Todo ocurre demasiado rápido para que alguien pueda preverlo o esperarlo.

No sé en qué momento sucede, pero lo siguiente que veo es la silla hacerse añicos cuando impacta contra la pared frente a mí.

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