Dos días después en Japón
Como cada sábado, Deidara y Daisuke estaban en casa de sus padres; mientras Sasuke estaba trabajando en la empresa Uchiha. Ya era algo tarde y su madre se había disculpado para atender una llamada; mientras que su padre y su hijo jugaban en el jardín y él los miraba.
—Kyaaaaaa— el gritó se escuchó por toda la mansión.
Los tres miraron a la casa y salieron corriendo —¿Qué pasa?— preguntaron al ver a Kushina brincar en uno de los sillones de la sala.
—Itachi-kun regreso a Japón— dijo Kushina feliz.
—¿Sabe algo de Naruto?— cuestionó esperanzado Minato.
—No. Mikoto dijo que Itachi está aquí en Japón y quiere vernos en dos horas— dijo feliz. De verdad se había encariñado con Itachi; por Naruto sabía que se llevaban muy bien, pero en el último año su hijo parecía tener cierto brillo cuando hablaba del pelinegro.
—Esperemos a que él tenga noticias de Naruto— dijo Minato.
—Sí— dijo recordando que su hijo tenía dos meses sin comunicarse, sólo sabían de él por Itachi.
Deidara estaba estático en su lugar. Itachi... Su Itachi regresaba a casa —Yo...— su teléfono sonó —Sasuke... Sí, mi madre lo dijo..... Por supuesto. Allí te veo.
—¿Vas a ir?— preguntaron el rubio y la pelirroja.
—Por supuesto— dijo sonriendo —Tengo que recibir a mi cuñado.
—Deidara no creo que sea bueno que vayas— dijo Minato viendo que su hijo fruncía el ceño.
—Iré quieran o no, Sasuke me invitó. Vamos cariño— dijo tomando la mano de su hijo.
—Sólo espero que Itachi no se enojé— dijo Kushina viendo como su hijo salía de la mansión.
—No lo creo. Él nos dijo que ya dejó de amarlo y, ahora tiene a otra persona a la que ama y que nunca la dejaría— comentó Minato.
—Sólo quiero que Itachi-kun sea feliz— dijo Kushina.
Por su parte en Uchiha Corp, Mikoto radiaba de felicidad. Su hijo al fin regresaba a casa, pero eso de que le mandaría la dirección no le gustó. Creía que viviría con ellos.
—Esto no puede mejorar— dijo Fugaku sonriendo.
—¿Era hora, no? Se tardó muchos años— dijo Sasuke.
—Mira Sasuke, no quiero que arruines el regreso de mi hijo así que compórtate. No sé porque quiere verlos, por mí no les diría nada— dijo Mikoto mientras se cruzaba de brazos y hacía un puchero.
—Yo también soy tú hijo sabes— comentó.
—Por supuesto. Pero tú estás aquí y no te fuiste por 5 años porqué tú hermano te traiciono y se casó con la persona que amabas— dijo enojada y Sasuke frunció el ceño —Además... Itachi ya conoció a alguien. Espero que ella venga con él— dijo feliz.
—¿Tiene a alguien?— cuestionó parándose recto.
—"Mamá estoy en Japón, los espero en dos horas en la dirección que le voy a enviar. Les presentaré a mi pareja" eso fue lo que me dijo— dijo feliz.
—Espero que mi hijo sea feliz— dijo Fugaku. Tal vez una boda se avecinaba.
—Bueno los dejo. Me voy a comprar un lindo vestido— dijo feliz —Les envío la dirección, Fugaku, amor, pasa a recogerme donde te diga— le dio un beso en los labios y a Sasuke un en la mejillas, y salió dando sal—titos.
—Mamá da miedo— dijo Sasuke.
—No lo niego. Está feliz— dijo sonriendo.
——————————Dos horas después ————————
Arribaron a la dirección indicada y sólo veían una larga barda hasta que encontraron el portón —Buenas noches ¿En qué puedo ayudarlos?— dijo una voz a través del intercomunicador.
—Buenas noches. Itachi Uchiha nos mandó a llamar— dijo Fugaku.
—Bienvenidos a la residencia Uchiha— el portón se abrió y los tres autos entraron. Siguiendo el sendero, lo primero que vieron fue un hermoso jardín, el cual se extendía a lo largo del sendero y al final había una casa más pequeña que la mansión Uchiha, pero aun así se veía grande. La fachada era con cristales, dándole un toque espectacular.
—Hermosa— pensaron –Wohhh es genial— dijo el pequeño Daisuke.
La puerta se abrió y mostró a una mujer de mediana edad —Buenas noche. Pasen, Itachi—sama los Espera.
Los Uchiha y Namikaze siguieron a la mujer. Entraron a la casa y vieron un hermoso recibidor, seguido por una impecable sala en color chocolate —Les puedo ofrecer algo.
—No, gracias. ¿Mi hijo?— cuestionó Fugaku.
—En unos minutos viene— dijo y se retiró. Observaban atreves del cristal y podían apreciar otro hermoso jardín y la alberca.
—Siento la demora— dijo sonriendo.
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