Prólogo
No sabía cómo, cuándo o por qué..
No sabía cómo demonios había terminado atado a una maldita silla con su padre enfrente en las mismas condiciones.
No podía ver la gran cosa, pues la luz era escasa al estar en un lugar sin ventanas y solo con un diminuto traga luz en el techo.
Tanto él como su padre se encontraban en silencio, tratando de escuchar más allá de las sucias y delgadas paredes de pintura desgastada, sin embargo no había nada más que silencio..
Solo silencio hasta que la puerta se abrió rechinando debido a la falta de aceite en las bisagras, dejando ver así la silueta de un hombre que al parecer no era muy alto pero si algo robusto.
—Vaya... Pero si he logrado atrapar a padre e hijo, que maravilla. —Aquel hombre se burló cerrando la puerta tras su espalda, acercándose a una de las paredes y así, encendiendo una luz de bombilla amarilla. Fastidiosa.
Así fue que se dio a conocer el rostro del imbécil que había osado retenerlos en un tipo de secuestro premeditado.
Se trataba nada más y nada menos que de Park Seungso, Alfa que era jefe total de la mafia del norte de Busan.
—Es un placer tenerlos aquí conmigo, caballeros. —Extendió una sonrisa ladina mientras se acercaba a ambos.
—¿Qué demonios quieres, Park? Tu voz me produce náuseas. —El Min mayor habló irritado, tal como si no le interesara la situación en sí, sino más bien la persona que le hablaba.
—Hay muchas cosas que quiero, Min; dinero, mujeres, drogas... —Contaba con sus dedos—. Pero la que más quiero ahora, es a ti muerto.
—Carajo, Seungso, ¿Es por qué mis hombres se acostaron con tu mujer? —Correspondiendo a la sonrisa ajena imitó la mueca esta vez—. No volverá a pasar, tienes mi palabra.
Park con agilidad caminó hasta estar tras él, desenfundando su arma y apuntando tras su cabeza.
—Tienes putas agallas, Jaesung, pero bien sabes que esa no es la razón. —Gruñó apretando el arma entre sus cabellos—. Una traición en la mafia se paga con muerte, agradece que sea con balas y no con tortura.
—No sé de qué mierda estás hablando pero yo no robé ni mierda, Park, has mejor tu tarea al investigar. —El susodicho apretó los dientes apunto de golpearlo con el mango de la pistola.
La voz del otro chico lo interrumpió.
—No se atreva. —Esta vez fue el turno de Yoongi para hablar, un tono tosco y bajo mientras miraba al otro hombre con desprecio.
Seungso se recompuso y volvió a su posición.
—Oh, pero si es el pequeño Min defendiendo a su papito, ¿En serio crees que no me atrevo, niñito? —Esta vez quitó el seguro y sonrió con aires de grandeza.
Las feromonas de los tres alfas allí encerrados eran fuertes y concentradas, tan amargas como el café doble sin azúcar, no obstante ninguno emitió palabra alguna después de eso, solo un crudo silencio que era tan gélido como el mismo hielo.
Nuevamente Park cortó con aquello tras empezar a reír como maníaco, apretando la Beretta en su diestra y contra la cabeza ajena.
—Anda, di unas últimas palabras para mi y para tu retoño, Min. —Se enderezó y con postura elegante esperó.
Mientras Yoongi forcejeaba por liberarse de forma salvaje y brusca, su padre le sonreía con cariño y orgullo, como si fuera su bien más preciado y, de alguna forma, así era.
Sabía que no saldría de allí con vida por más que la verdad saliera de su boca.
—Hijo... Estoy orgulloso del hombre y Alfa que hoy en día eres, se que más adelante serás un gran jefe.. —Sonrió con complicidad a su hijo y guiñó un ojo en su dirección con picardía—. Espero que vengues mi muerte de manera inteligente.
Eso bastó para que Seungso tirara del gatillo, arrebatando en un instante la vida de Min Jaesun, derramando su sangre en su ropa y rostro, así como también gran parte del cuerpo de su hijo que con ojos furiosos y lágrimas de impotencia y dolor en ellos miraba la escena actual frente a sí.
Creando rencor, odio y sed de venganza en su tierno corazón.
—Jefe, debemos irnos, la gente de Min se acerca por el este, no tenemos mucho tiempo para escapar. —habló uno de los hombres tras la puerta.
El Alfa asintió con su cabeza y sonrió divertido, despidiéndose con su mano del chico que pronto estuvo solo en la habitación, solo con el cuerpo inerte de su padre frente a él.
—¡JURÓ VENGANZA CONTRA TI, PARK! VOY A HACER DE TU VIDA UN MALDITO INFIERNO —Con toda sus fuerzas gritó, aún cuando lo dejaron solo y encendían sus autos fuera de donde estaba.
La ira lo consumió, provocando llanto en sus ojos, gritos desgarradores de su garganta y movimientos bruscos en su cuerpo que lo hicieron caer de la silla a la que seguía atado.
No podía aguantar las ganas de matar a aquel hombre y luego devorarlo en su forma animal.
Entre su crisis recordó las palabras de su padre y mientras el llanto fluía por sus mejillas empezó a reír, primero levemente y luego a carcajadas fuertes que hicieron arder su garganta.
Sabía lo que haría, pero era cuestión de esperar y ser inteligente.
Después de todo la venganza era un platillo que se servía frío.
—Haré que ese hijo de puta se arrepienta de lo que hizo el resto de su mísera vida. —Esbozando una sonrisa esperó tirado en el suelo a que los hombres de su ahora difunto padre llegaran.
El destino traía trágicas cosas, pero no para el que realmente las merecía.
-Moon.
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