Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo III

     A la mañana siguiente, Jackson se despertó en su habitación con un terrible dolor de cabeza. Los rayos del sol que se colaban por la ventana, iluminaban la estancia lo suficiente como para dejarle ver el desastre del día anterior. Maldiciendo por la jaqueca, se levantó de la cama con intenciones de dirigirse hacia el baño pero se percató del bulto con forma femenina en su cama. Confundido, alzó la sábana y una melena de cabello castaño lo saludó y avistó la cara soñolienta de su dueña.

     —¿Qué hora es? —preguntó Catherine con un bostezo.

     —Son las 7:00am, ¿Qué haces aquí? McCarthy.

     —¿No te acuerdas? —le pregunto con fingida decepción—. Anoche me llamaste y pediste que viniera, decías que era algo urgente. Y yo, como la preocupada chica que soy, vine corriendo para acá, pero debí imaginar que solo querías esto —señaló con la mirada su cuerpo cubierto por las sábanas— llegue y en cuanto me viste uff, me dejaste sin palabras,  debo admitir que fue algo...

     —Lamento lo ocurrido —el detective carraspeo sin saber qué más decir para que no siguiera y la escuchó reír

     —No te preocupes —se levantó de y dejó caer por “accidente” la sábana que la cubría. Luego caminó hacia una esquina en donde se encontraba su ropa tirada y se agachó lentamente a recogerla— ¿Disfrutas de la vista? 

     Jackson no dijo nada y apartó la mirada. Una sonrisa maliciosa se formó en los labios de Catherine y cuando terminó de vestirse, recogió su bolso y se despidió de Jackson con un beso en los labios.

     Cuando ella salió de la habitación Jackson por fin pudo respirar con tranquilidad y avanzó hacia el baño para asearse. Cuando estuvo listo, buscó en su clóset una caja de zapatos y sacó de ella un revólver. Al salir de su casa recordó que ya no tenía auto y caminó hasta la estación del metro más cercana y se montó en el que lo dejará más cerca del hospital. Al llegar a la parada, una llamada entrante hizo vibrar su celular y él al ver de quién era contestó de mala gana.

     —¿Qué quieres?

     —Solo te llamo porque no quiero que te agarren desprevenido, asuntos internos quiere hablar contigo.

     —¿Y qué quieren las serpientes de mi ahora? —salió de la estación del metro y se subió a un taxi.

     —Sabes bien el por qué, no te desaparezcas.

     —No lo haré —colgó y se recostó del asiento—. Lléveme al Robinson Memorial.

     Llegando al hospital, le pagó al chófer al apearse del vehículo y caminó hacia la entrada en donde lo estaba esperando un muchacho de no más de veinte años con la capucha subida.

     —¿Qué carajos haces aquí? —preguntó Jackson al reconocerlo y tomándolo por el brazo se lo llevó a un lugar con menos gente.

     —Vine a advertirte —replicó el muchacho al momento de quitar el agarre de su brazo— escuche rumores, es de lo único que se habla en las calles, tu compañero no está a salvo aquí.

     —¿Qué quieres decir con eso? 

     —Tienes que sacar a Martín del hospital antes de que sea tarde —miró por sobre su hombro como si temiera que alguien lo estuviera vigilando— ustedes dos no son muy queridos...

     —Me tiene sin cuidado lo que tengas que decirme —lo empujó contra  la pared—, si quieren hacerle daño a mi compañero que vengan, aquí los esperaré.

     —Solo cumplo con advertirte —se rascó la cabeza— ¿tienes algo que darme? Me parece que esta información vale.

     —Solo si yo soy quien la busca —río—, tú fuiste el que se acercó a mí.

     —Vamos hombre,  sabes que me arriesgó el pellejo al hablarte.

     —Eso no lo puedo negar —hurgó en su chaqueta y sacó un billete de 50 dólares—. Nunca me has dado información errónea, toma.

     El chico le arrancó el billete de las manos y se lo metió en uno de los bolsillos de la chaqueta.

     —¿Solo eso? que tacaño.

     —No seas codicioso que hoy no ha sido mi día. Esto te bastará para que te drogues por un tiempo, ahora largo de aquí.

      Cuando el muchacho le dio la espalda y se perdió entre los peatones de la calle, Jackson entró al hospital dirigiéndose a la habitación de cuidados intensivos cavilando en lo que le habían dicho. Cuando se paró en el umbral de la puerta vio que Caren estaba dormida, recortada del respaldo de una silla con un libro en su regazo y a Nathalie dibujando en el suelo. Ésta última al darse cuenta de su presencia se levantó enérgicamente con una sonrisa  y corrió hacia él. 

     —Tío Jack.

     Jackson  extendió  su  brazo  para  revolverle el cabello, haciéndola reír.

     —Hasta que por fin te dignas a venir —habló Caren cuando se percató de que él estaba en la habitación.

     —Estuve ocupado —hizo a un lado a Nathalie y caminó hacia el ventana en donde observó con pesar que su compañero seguía en las mismas condiciones.

     —Ya me imagino en que. 

     Insinuó Caren y Jackson volteó para regalarle una sonrisa cansada.

     —¿Cómo estás? —le preguntó y vio como Caren frunció el ceño.

     —Mal ¿Cómo quieres que esté? Todo esto es tú culpa, eres un imán de desgracias.

     —Estos son los peligros de nuestro trabajo, lo sabes bien, —miró a Martín una última vez y se dirigió a la puerta— tengo que hablar contigo pero no aquí —señalo a Nathalie con la mirada y  ambos salieron de la habitación.

     —¿Qué es lo que quieres? —preguntó Caren cruzando los brazos.

     Jackson, cerciorándose de que no había nadie cerca comenzó hablar.

     —Hay que cambiar a Martín de hospital. Tengo sospechas de que quieren hacerle daño. Tenemos que sacarlo cuanto antes.

     —¿P-pero cómo? ¿A dónde lo llevamos? Sería lo mismo si lo internamos en otro hospital.

     —De eso me encargaré yo —alzo la vista y vio por encima del hombro de Caren, como Nathalie había arrastrado una silla y miraba a su padre— quiero que vayas a tu casa y recojas tus cosas y las de la niña y vengas lo más rápido aquí.

     —Pero... —intentó hablar pero Jackson la interrumpió

     —No es momento para que me lleves la  contraria, haz lo que te digo.

     —No pienso abandonar a Martín.

     —Sé que no lo harás, por eso llevarás a Nathalie a casa de tu madre, Martín me comentó que tienen tiempo sin ir.

     —No me gusta la idea de dejarla con esa señora.

     —No tienes opción, es eso, o quedarse conmigo.

     Eso fue lo único que tuvo que decirle para que ella aceptara lo que le planteaba. Cuando regresaron a la habitación Caren le comunicó a Nathalie que iba a salir un momento y la niña solo asintió sin mucho interés y recogió su cuaderno para ir a sentarse en una esquina.

     —¿Qué dibujas? —pregunto Jackson y ella le enseño unos trazos que parecían ser dos policías persiguiendo a unos ladrones— te  está quedando muy bonito.

      Ella le sonrío ante el cumplido y hundió la vista de nuevo en su libreta. Mientras que Jackson se acomodaba en el asiento, de vez en cuando tiraba la vista al reloj colgado de la pared y se dio cuenta de  que había pasado hora y media desde que Caren salió. Enfrascado en sus cavilaciones, se quedó viendo  un punto fijo en la pared hasta que sacó su celular y realizó una llamada.

     —Debe ser mi día de suerte, dos llamadas en menos de 24 horas.

     Escuchó el tono burlón con el que habló Catherine y no pudo evitar voltear los ojos.

     —Solo quiero un favor, necesito que ingreses un nombre en el sistema y me mandes la información.

     —¿Y qué me darás a cambio?

     —Siempre de interesada, ¿Qué te parece un café?

     —Mmm suena tentador.

      Rio un poco y Jackson comenzó a impacientarse.

     —¿Una cena entonces? O qué sé, ¿Me ayudaras?

     —Si me lo pides así, ¿Cómo negarme?, Dame el nombre.

     —Dimitri Posklavot, es todo.

     —Ok, cuando termine te llamaré.

     Colgó y Jackson cerró los ojos por unos momentos y cuando los abrió de nuevo vio que Nathalie estaba acostada a su lado con la cabeza recostada sobre su muslo y a Caren, esta última estaba mirando a través del ventanal a Martín.

     —Te quedaste dormido —le reprochó.

     —Solo fue por un momento —dijo y sintió su celular vibrar— O’Neill, ¿Quién habla?

     —¿Tienes el celular apagado o qué? —Respondió molesta Catherine— ya tengo lo que me pediste, envié toda la información que conseguí por mensaje, te deberá llegar en cualquier momento, me debes una cena, adiós. 

     Colgando la llamada  un mensaje llegó y Jackson leyó su contenido.

     “Dimitri Posklavot, nacido el 8 de junio de 1977  en Stalingrado, Rusia. Emigró al país a la edad de 11 años y desde entonces ha tenido problemas con la ley. Tiene varios cargos por agresión, posesión ilegal de armas de fuego y distribución de heroína. También es sospechoso en al menos,  dos homicidios sin resolver”

     «Eres toda una joya —pensó el detective y siguió leyendo hasta llegar a una parte en donde aparece una imagen— ¡Demonios!». 

     Luego de leer por completo el mensaje llamó a la estación.

     —Sargento Price, Precinto 9th ¿Cuál es el motivo de su llamada?

     —Price, habla Jackson. Necesito saber si aún está en custodia el hombre que ingresó en las celdas hace dos días.

     —Sí, aún sigue detenido. El tipo es toda una fiera, le arrancó la oreja a otro detenido. Lo tuve que mandar a aislar.

     —Bien, mantenlo separado del resto hasta mi llegada.

     —Si sabes que yo no soy quien recibe las órdenes ¿Verdad?

     —Te debo una —colgó la llamada y le habló a Caren—. Necesito tu auto.

     —¿Qué? ¿Estás loco? No te pienso dar mis llaves.

     —Solo hazlo ¿Quieres? 

     Cuando llegó a la comisaría se dirigió directo a las celdas con la mirada fija al suelo tratando de no prestarle atención a los dos pares de ojos que se posaron sobre él. 

     —Llegas tarde —dijo el sargento Price cruzando los brazos.

     —¿Dónde está? 

     —¿Acaso eres sordo? Te he dicho que llegas tarde, ya no está.

     —¿Y a donde se lo llevaron?

     —Pregúntaselo al capitán, después de que llamaste, asuntos internos vino y se lo llevaron —respondió.

     Jackson al oírlo le dio la espalda y caminó enfurecido  hacia la oficina del capitán. 

     —¿Por qué asuntos internos se llevó a mi sospechoso?

     Preguntó cerrando la puerta de un portazo y el capitán quien estaba leyendo unos documentos alzó la mirada.

    —Te recuerdo que estás suspendido, por si lo olvidaste.

     —No, no lo he olvidado —Jackson se paró al frente del escritorio y lo señaló con la mano— lo que quiero que me diga es ¿por qué las serpientes están metidas en esto?

     —Toma asiento —le ordenó en un tono de voz cansado y sacó un expediente de un cajón y se lo entregó a Jackson— el nombre de tu sospechoso es Dimitri Posklavot.

     —Ya lo sabía —le devuelve el expediente después de ojearlo levemente— por eso vine.

     —¿Si? No me digas, pues claro que lo sabías. McCarthy es una buena investigadora, tan buena que le hizo una llamada a la persona equivocada.

     —Espere yo no le...

     —Ahorra tus mentiras que necesitarás en otro lado, ahora cállate y escúchame. Luego de que le hubieras pedido a McCarthy que te investigará, aún ella sabiendo que tú estabas suspendido, ingresó el nombre que le diste al sistema pero el archivo estaba bloqueado por la oficina del fiscal. Así que adivina a quién llamó.

     —No, no, no, no puede ser que haya sido tan estúpida.

     —Es joven y aún le falta experiencia. Cuando su contacto consiguió la información, minutos después asuntos internos llamó a mi oficina y me preguntó por qué pedimos abrir el archivo y yo tuve que negarlo todo.

     —Como siempre.

     —Nadie dura en este puesto sin mentir, además, no tenía idea de lo que me hablaban. Si hubiera sabido no me habrían tomado desprevenido. Una hora después las serpientes tocaron la puerta de mi oficina con una orden firmada por el fiscal y me informaron que ese tal Dimitri ya no era mi detenido.

     —¿Y así no más? —preguntó y se tocó el cuello en donde aún se le veía la marca de la soga—. Ese imbécil trató de asesinarme, además, trabaja para ese desgraciado.

     —¿Crees que no lo sé? Ese imbécil hizo un trato, lo que sea que les haya dado, funcionó.

     Jackson golpeó el escritorio diciendo una grosería al mismo tiempo en que alguien entró  en la oficina.

     —¿Mal momento?

     —No, llegaste justo a tiempo —respondió Jackson caminando hacia esta persona y la empujó contra la puerta haciendo que ésta cerrase— ¿se puede saber que es todo esto? Tu llamada está mañana, las serpientes que se llevan a mi sospechoso...

     —¡Detective O’Neill! Suélteme o me veré obligado a arrestarlo por agresión.

     —Ya quisiera ver eso, Richard.

     —Suéltalo en este instante o llamaré para que te encierren en las celdas —dijo el capitán y Jackson lo soltó.

     —Es un placer verte otra vez, Jackson—Dijo Richard después que se acomodó la corbata y le extendió un sobre al capitán.

     —¿Qué es esto? —lo abrió y vio con sorpresa que era una cita.

     —Es para ambos, dentro de dos días, no falten —sin decir nada más, dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta pero antes de salir se detuvo—. Saludos a tu compañero, espero que mejore.

     Jackson sabiendo que era una provocación, lo ignoró tratando de aguantar las ganas de ahorcarlo con sus propias manos. Volvió a sentarse frente al escritorio y le pidió un vaso de whisky al capitán.

     —Es  temprano como para que empieces a beber —le sirvió el trago.

     —No es para mí, es para usted. Necesito un favor, es Martin...

***

     —¿Estás seguro de esto? —preguntó Caren a Jackson y este asintió.

     —No hay otra forma —miró a unos de los enfermeros para darle la señal de que ya estaba todo listo y se montó en la ambulancia— recuerda el plan.

     La ambulancia arrancó y se perdió en el tráfico. Caren, quien aún seguía en el estacionamiento mirando a la nada, sintió como la helada brisa le revolvía los cabellos y se montó en su auto. A pocas cuadras del hospital se detuvo en un semáforo en rojo y vio con cierto pánico como una furgoneta estaba detrás de ella. Con el pulso descontrolado, no espero a que el semáforo diera luz verde y pisó el acelerador a fondo, dobló a la derecha en el siguiente cruce y al ver que la furgoneta aún estaba detrás de ella, buscó su celular y le marcó a Jackson.

     —Me están siguiendo.

     —Ya era tiempo, no entres en pánico, ve a donde acordamos —le dijo y se dirigió a alguien más mientras seguía en la línea— ¡Demonios, acelera! Te llamo luego... 

     Se cortó la llamada y Caren lanzó el teléfono en el asiento del copiloto.

     «Maldito seas Jackson, ¿Por qué me dejas convencer de esto? —se lamentó al momento que la furgoneta aceleró y se adelantó bloqueando el paso—».

***

     Al colgar la llamada, Jackson le gritó al conductor que apresurara la marcha y que tomará la 8va y Rosmond al ver que los estaban siguiendo dos furgonetas negras sin matrícula.

     —Llegó la hora señores 

Les dijo a  los hombres que estaban junto a él en la ambulancia y el conductor giró bruscamente tomando un desvío hacia la calle Redskins. Cuando las furgonetas doblaron en la calle antes mencionada, se vieron bloqueadas por una barricada de la policía. Al ver que era una trampa cuando intentaron  dar marcha atrás pero varias patrullas les bloquearon la huida. Jackson al bajarse de la ambulancia, le pidió un megáfono a uno de los oficiales y les habló a los hombres dentro de las furgonetas.

—Están rodeados, salgan todos con las manos donde podamos verlas y les garantizo que nadie resultara herido — miró a los oficiales a su alrededor y se sintió confiado— miren a su alrededor, hay más de 20 oficiales bloqueando los extremos de ambas calles, salgan con las manos donde podamos verlas, no lo volveré a repetir.

     No vio movimiento e hizo un gesto con su mano. Cuatro oficiales avanzaron hacia las furgonetas,  pero cuando estaban a 3 metros de distancia los vehículos explotaron dejando a los oficiales heridos.

     «Mierda».

***

     Al tener el paso bloqueado, Caren frenó bruscamente y miró con terror como dos hombres armados salieron de la furgoneta y le gritaron que se bajara. El miedo la paralizó y se apoderó de ella pero sabiendo que no iba a poder cubrirse de las balas si intentaba dar reversa, descendió del auto. Uno de ellos le gruñó unas palabras en un idioma que ella no entendió y la asió por el brazo haciéndola caminar casi a rastras hacia la furgoneta. Cuando estaban a punto de montarla se escuchó el sonido de tres disparos. Caren exaltada, se agachó  y vio con alivio como el detective que iba escondido en los asientos de atrás de su auto estaba delante de ella tratando de hablarle.

     Al ver que ella no respondía, el detective revisó la furgoneta para cerciorarse de que no había alguien más  e hizo una  llamada. Luego volvió a hablarle a Caren.

     —Tenemos que irnos señora.

     Le extendió su mano para que ella se levantara y fueron de regreso al auto en donde el detective se sentó en el asiento del conductor. 

     —No me ha dicho su nombre —dijo Caren después de recuperarse del susto que pasó.

     —Marcus, me llamo Marcus.

      Ninguno de los dos volvió a dirigirse la palabra durante el trayecto a la estación. Al llegar, Caren se bajó del auto y observó que había más movimiento de lo normal en la comisaría. Caminó a paso apurado y logró visualizar Jackson quien estaba siendo reprendido por el capitán Montgomery, quien según a su parecer, estaba furioso. El capitán al verla acercarse, suavizó sus expresiones y le hizo una seña a Jackson para que volteara.

     —¿Qué sucedió? — le preguntó a ambos.

     —Qué te lo diga él. Tengo que arreglar este desastre —se alejó de ellos y se perdió entre los oficiales que estaban afuera.

     —¿Qué ha pasado? —volvió a preguntar.

     Jackson le regaló una sonrisa cansada y Caren observó cómo  estaba cubierto de ceniza.

     —Nada de lo que tengas que preocuparte. Vámonos, te llevaré con Nathalie.

     —Primero quiero verlo.

     —No sería buena idea. Mañana a primera hora te llevaré.

     —Ahora.

     Habló en un tono que daba a entender que no aceptaba un no como respuesta y Jackson no tuvo más remedio que hacerle caso. Caren hizo ademán de ir hacia su auto pero Jackson la asió del brazo suavemente.

     —No podemos ir en tu auto, sería arriesgado.

      —¿Pero en que iremos? —preguntó al momento de que un auto se estacionó al frente de ellos y vio que quién estaba conduciendo era el Dectetive Marcus.

     —Suban —le dijo éste y ambos se montaron en la parte de atrás.

     Recorrieron la ciudad y cuando Jackson estaba seguro que no los seguían le dijo al detective Marcus condujera rumbo al hospital. Al llegar, el detective Marcus le entregó las llaves del auto a Jackson.

     —Quiero que me  lo devuelvas intacto.

     —Lo haré, no te preocupes —dijo Jackson y vio como el detective Marcus se subió la capucha y se alejó—. Vamos —le dijo luego a Caren y ambos entraron al hospital por la parte del estacionamiento donde había menos personas. Al entrar, una enfermera joven los estaba esperando y Jackson la reconoció.

     —Es por aquí —les dijo y ellos la siguieron hasta un ascensor y subieron a la tercera planta que estaba desocupada por motivos de remodelación. 

     Cuando el elevador abrió sus puertas, Caren salió disparada hacia una de las habitaciones mientras que Jackson y  la enfermera le seguían a paso lento. Al entrar a la habitación se encontraron con Caren sentada al lado de Martín y Jackson miró hacia la enfermera.

     —¿Puedes darnos un momento? 

     La enfermera asintió y Jackson caminó hacia Caren.

     —No creas que las cosas han cambiado entre tú y yo —dijo cuándo lo sintió detrás de ella.

     —No me hago ilusiones.

     —¿Crees que lo hemos engañado? —preguntó con la voz temblorosa

     —Espero que sí, porque no sé qué haremos si se entera que nunca salió de aquí.

     —También espero eso —le tomó la mano a Martín y empezó a llorar—. Yo también espero eso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro