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XXVI

Hyunjin

—No puedo creer que se hayan tomado a golpes. —masculló Felix mientras pasaba un algodón húmedo con alcohol por mi rostro, limpiando la sangre de mis heridas—. Y luego, yo soy el adolescente inmaduro, claro.

—En mi defensa, él comenzó —musité, arrepintiéndome al instante cuando el castaño me dirigió una mirada fulminante. Le dí mi mejor expresión de cachorrito abandonado—. ¿Lo siento?

—Intenta otra cosa —susurró Jisung mientras columpiaba sus pies, sentado sobre la isla—, eso no te está funcionando.

Lo miré con los ojos estrechados, intentando trasmitirle todo mi fastidio.

El hermano de Felix aun me miraba con odio desde la sala, como si pudiese lanzarme dagas con sus ojos y asesinarme al instante. Y es que, si no hubiera sido porque la abuela de Felix nos arrojó un balde de agua helada encima, aun estaríamos peleando como perros rabiosos. Debía admitir que el chico tenia buenos movimientos, mi mandíbula latía de manera extraña gracias a él.

Le sonreí a Felix—. ¿Mi sonrisa sigue siendo seductora o Ralph el demoledor la destruyó?

Pude ver como el castaño intentaba ocultar la sonrisa que tiró de sus labios sin mucho éxito.

Sacudió la cabeza suavemente—. No le digas así a mi hermano —se acercó más, limpiando el pequeño corte en mi labio y susurró: — Tu sonrisa sigue igual, no te preocupes.

—¿Sigo siendo sexy?

El niño rio—. Eres tan egocéntrico.

—Amas que sea egocéntrico —me jacté, guiñándole un ojo—. No contestaste a mi pregunta.

—Si, sigues siendo sexy. —aseguró.

Sonriendo, me acerqué a él y uní nuestros labios brevemente antes de alejarme y mirarlo a los ojos. Dios, era precioso. No había una jodida manera en que lo dejará ir nuevamente, aun si me exponía a que Ralph el demoledor volviera a golpearme como antes. Con mucho gusto aceptaría sus golpes si eso quería decir que tendría a Felix para mí.

—Dejen eso a menos que pretendan que otra pelea comience. —Felix se alejó de mí, dejándome ver a su abuela de pie en la puerta mirándonos con curiosidad.

—Lo siento, señora. —susurré.

—Está bien. —miró sobre su hombro un momento, el hermano de Felix había desaparecido de su lugar, pero sabía que no había ido muy lejos ya que podía escucharlo discutir con alguien. La mujer volvió a mirarme antes de hacer un gesto hacia la puerta trasera—. ¿Podemos hablar, joven?

—Hyunjin. —pedí—. Dígame Hyunjin.

—Hyunjin, un nombre muy bonito —aseguró mientras abría la puerta—. Sígueme, Hyunjin. ¡Felix haz té y Jisung, aléjate de las galletas o engordaras!

Jisung hizo mala cara, pero soltó el tazón de galletas que había estado comiendo y bajo de la isla. Felix me dio un guiño antes de hacerme un gesto para que siguiera a su abuela fuera, lo hice. Al menos ahora no corría el riesgo de que me golpearan, al menos eso esperaba. Si la abuela de Felix me golpeaba, mátenme. Por favor, péguenme un tiro.

La mujer, de brillante cabello café, se dirigió directamente a un juego de jardín bajo un árbol alejado de la casa y se sentó antes de hacerme un gesto para que copiara sus movimientos en la silla frente a ella. Una vez lo hice, me sonrió.

—Pues, la verdad no tengo ni idea de que decirte —confesó—. Personalmente pienso que Felix es lo suficientemente mayor para tomar sus propias decisiones y confío en la educación que le brindamos, por lo que sé que si te eligió como su pareja es porque vio algo en ti.

—¿No le preocupa mi fama? —pregunté aturdido.

Me miró con cuidado—. Tengo que decir que San tuvo un lenguaje bastante colorido al describirte —sonrió—. ¿Te preocupa a ti tu fama?

Me rasque la barbilla con nerviosismo antes de suspirar—. Me preocupa cómo va a afectar a Felix.

—¿Qué quieres decir?

—He cometido muchos errores, señora. —acepté—. Mi vida ha estado llena de excesos por mucho tiempo y no voy a negar nada de lo que su nieto le haya contado porque seguramente sea cierto. Y pienso, que, si él piensa de su propio hermano de esa forma solo porque está conmigo, ¿qué será de Felix cuando alguien de afuera lo sepa?

—¿Temes que le hagan daño?

—Moriría si le sucediera algo por mi culpa —admití. Una sonrisa pequeña se hizo lugar en mis labios—. Felix es mi centro, de alguna forma el enano se convirtió en todo lo que quiero. —suspiré, pasándome las manos por el rostro—. Sufro de depresión. Yo... perdí a alguien muy importante en mi vida hace unos años y casi pierdo mi mente. Quería morirme, intenté llevarlo a cabo.

—¿Intentaste suicidarte? —pregunto sorprendida. Asentí—. ¿Lix lo sabe?

Negué—. No, no se lo dije —me mordí la uña del pulgar—. El problema es que en ese momento no estaba perdiéndome solamente yo, sino que estaba arrastrando a toda mi familia conmigo. No quería eso, jamás lo quise. Así que decidí que aparentar era la mejor manera de luchar contra ello, aparentar estar bien para mis seres queridos. —suspiré—. No era feliz pero mi familia no se daba cuenta y estaba bien para mí. Entonces Felix apareció.

—¿Te enamoraste?

Sonreí—. Como un idiota. Su nieto es mi todo y moriría si me lo quitaran. —confesé—. Podría soportar las palizas de Ralph el demoledor todos los días si es necesario, pero no voy a dejar a Felix por nada, yo lo quiero y sé que él a mí. —la miré directamente—. Lo amo.

Ella sonrió suavemente—. ¿Sabes? Estoy viviendo un deja vú en este momento.

—¿A qué se refiere?

—Al padre de Felix —me sonrió—. Conozco a los chicos como tú, cariño. Puedes haber cometido muchos errores, pero cuando te enamoras, amas con todas tus fuerzas, defiendes lo tuyo con fiereza y proteges a tus seres queridos. Y eso, es exactamente lo que quiero para mi nieto.

—¿Eso quiere decir que...?

—Tú y Lix tienen mi bendición —aseguró—. Pero te voy a advertir de una cosa, lastímalo y lo que San te hizo será un chiste al lado de lo que te haré.

Sonreí—. No se preocupe, no le haré daño —prometí—. ¿Que pasara con Ralph?

—A San déjamelo a mi —me guiño un ojo—. Ese niño necesita un par de nalgadas para recordar quien es el mayor aquí.

Felix apareció en ese momento con dos tazas de té y nos miró con curiosidad mientras las dejaba sobre la mesa. Su abuela le guiñó un ojo antes de ponerse de pie y caminar a su lado, hacia la casa.

—Iré a esconder las galletas de Jisung antes de que se las coma todas y comience a llorar por estar gordo... otra vez. —anunció.

—Pero... —Felix la miró confundido—. ¿Qué pasa con el té?

—Bébetelo tú, cariño. —se dirigió a la casa sin mirar atrás.

Felix se giró a mirarme—. ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Qué te dijo?

Sonriendo, jale al castaño a mis brazos hasta que cayó sobre mi regazo—. Te amo. —susurré antes de tomar sus labios en un beso, sin dejarlo responder.

Sus bracitos rodearon mi cuello y supe que todo estaría bien ahora.


🍂 ᴺᵒˢ ˡᵉᵉᵐᵒˢ ˡᵘᵉᵍᵒ 🍂

ㅡ B Y B Y

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