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XXV

Felix

—Si no me sueltas, no podré llegar a mi casa. —reí entre dientes.

Aferrándose a mi cintura con sus brazos, Hyunjin pegó su cuerpo al mío totalmente y comenzó a caminar por la calle. Su rostro estaba enterrado en mi cuello, besándolo sin descanso, lo que me tenía preocupado ya que al estar caminando de espaldas no podía ver el camino y el moreno estaba demasiado ocupado para prestarle atención al mismo.

Tomando un mechón de su oscuro cabello en un puño, le di un tirón para que se alejase. Una idea terrible ya que eso solo me ganó un rugido y que el chico me mordiera el cuello suavemente. Había descubierto que a Hyunjin le encantaba morderme, como si al dejar una huella en mi piel pudiese marcarme o algo parecido. No me molestaba, no realmente, sus mordidas no eran dolorosas. Y, además, siempre que sus dientes aparecían, seguidamente aparecían sus suaves labios y eso era increíble.

—Hyunjin, alguien podría... ahh —gemí—. ¡No hagas eso!

—¿El qué? —preguntó inocentemente antes de volver a morder la piel detrás de mi oreja, un escalofrió recorrió mi cuerpo con la sensación—. Punto caliente, ¿eh?

—El único caliente aquí eres tu —reí—, suéltame que alguien podría vernos y nos meteríamos en un lío.

—Si se atreven a meterse contigo, rodaran cabezas.

Suspiré cuando sus labios se movieron a mi mejilla, llegando finalmente a mi boca. Sus manos se movieron a mi culo, apretándolo mientras me levantaba y me obligaba a rodear su cintura con mis piernas. Estábamos haciendo un espectáculo público y el chico no parecía tener ningún inconveniente en ello. Dios, me arrepentiría de eso luego. Cuando saliese de casa y todos mis vecinos se me quedaran mirando como si hubiese tenido sexo loco en sus jardines delanteros.

Me separé de su boca, intentando detenerle, pero sus labios me siguieron, comenzando un segundo beso. Bien, un par de besitos no le harían mal a nadie. No era nada de otro mundo, la nieta de nuestra vecina se enrollaba con su novio en el jardín trasero de su casa, que nosotros nos besáramos en la calle no era peor que eso, ¿verdad?

El sonido de un motor acercándose logró que abriera los ojos de golpe. El atisbo de color azul hizo que mis alarmas se encendieran como las luces de un faro. Usando mi destreza de bailarín, me zafé de los brazos de Hyunjin y caí al suelo sobre la punta de mis pies, escondiendo mi rostro en su camiseta en el momento justo en que la camioneta azul de la vigilancia comunal llegaba a nuestro lado.

—Jóvenes. —reconocí la voz como la del señor Hyo-Jong, quién vivía al final de la cuadra y era amigo de mi abuela. Mierda, joder, maldición, esto era malo—. Les voy a pedir que dejen las demostraciones de afecto para un lugar más privado, los niños podrían verlos.

Ugh.

¡Qué vergonzoso! Dios, alguien que me pegue un tiro, por favor. -pensé sintiendo mi rostro en llamas.

—Señor Kim —la voz de Hyunjin ya no era tan dulce—. Siempre es un placer verlo, Tony le manda saludos.

La forma en la que dijo la última palabra logró que levantara la mirada. El rostro del hombre se había puesto tan pálido que podía personificar al fantasma de la opera sin necesidad de maquillaje. Asintiendo enfáticamente, el hombre mayor le hizo un gesto al conductor, quien también parecía ser uno de los vecinos, y se marcharon por la cuadra.

Me quedé mirando como la camioneta doblaba la siguiente cuadra y desaparecía por ella antes de girarme hacia Hyunjin, quien sonreía inocentemente.

Fruncí el ceño.

—¿Que fué eso?

—Nada —me guiñó un ojo—. Solo digamos que ser un Fire Spirit tiene sus ventajas.

—Presiento que tu abusas de esas ventajas, ¿me equivoco?

—Solo aprovecho la fama que me he creado —se encogió de hombros antes de pasar un brazo sobre mis hombros y comenzar a caminar en dirección a mi casa—. Si la vida te da limones, haz limonada. Si la vida te da una mala fama, aprovéchala.

Rodé los ojos, escuchándolo reír.

En el momento en que mi casa quedo a la vista, me giré hacia Hyunjin. Este miró la casa con una mirada decepcionada antes de volver a mirarme.

—No quiero dejarte todavía —confeso, besando mi nariz de forma tierna—. ¿Puedo entrar a hurtadillas?

—Mh-hm —negué—. Nos meteremos en problemas si te atrapan.

—Diré que estaba buscando a mi perrito perdido.

Me tuve que reír de eso.

—Eso no tiene sentido.

—Lo tiene para mí. —aseguró, besándome de nuevo—. Di que sí, vamos, piccolo, sé que tú también quieres que vaya.

—Mi familia está allí, Hyunjin —le recordé—. Y no creo que tengan una buena impresión de tu "fama" —hice comillas con mis dedos.

—Pero... —hizo un puchero con sus labios, se veía tan tierno que ese gesto debería ser ilegal. Movió sus pestañas hacia mi—. ¿Por favor?

—Eres un problema, Bang. —reí—. Si te atrapan, sal corriendo.

Asintió con emoción.

Escondiéndonos detrás de los arbustos, Hyunjin me ayudo a saltar sobre la cerca de mi casa antes de hacerlo detrás de mí. El jardín trasero estaba totalmente despejado por lo que los dos corrimos el corto trecho hasta la puerta trasera. Metiendo mi cabeza en el hueco de la misma, me asegure de que la cocina estuviese vacía antes de hacerle un gesto a Hyunjin para que entrara.

Intentando no hacer ningún sonido, cruzamos la cocina, pero en el momento en que íbamos a correr hacia las escaleras el sonido de pasos inundo el lugar.

—¡Debajo de la isla! —susurré, apuntando a la misma mientras empujaba al chico debajo del mostrador. Por suerte, la cosa estaba cubierta del lado de la sala que era por donde apareció mi abuela—. Hey, abuela.

—Felix —colocó una mano en su corazón cuando me vio con los codos apoyados sobre el mármol y la cabeza entre mis manos—, me asustaste, cariño. No sabía que habías vuelto de la academia.

¿Academia? ¿Qué academ...? Oh sí, eso era lo que les había dicho, cierto.

Sonriendo, asentí suavemente—. Sí, practique un rato, pero termine aburriéndome de estar solo.

—Tú jamás has soportado estar mucho tiempo solo, ya me extrañaba que tardaras tanto.

Moví mi cabeza afirmativamente. En el momento justo en que la abuela tomo lo que había venido a buscar y se giraba para irse, fue cuando sentí las manos de Hyunjin subiendo mi camiseta y besando mi abdomen, sobre la línea donde comenzaba mi pantalón.

Gemí suavemente y la cabeza de la abuela se giró hacia mí.

—¿Estás bien, cariño? —preguntó con gesto preocupado.

Asentí, sintiendo otro beso siendo colocado en mi piel junto con la suave y tibia respiración del moreno.

—Bien —me obligue a decir, viendo que la mujer no parecía convencida—. Es solo que me duelen un poco los músculos por la práctica.

—Oh cariño, ¿quieres que te pase alguna crema o...?

—¡No! —me aclaré la garganta cuando sus ojos se abrieron, sorprendidos—. No es necesario, abuela, pero gracias. Solo me acostaré un rato e intentaré descansar.

Ella me miró por unos segundos, evaluándome, mientras los besos seguían cayendo sobre mi piel e intentaba mantener mi sonrisa. Luego de unos momentos, suspiro y dijo: — Está bien, cariño, llámame si necesitas cualquier cosa.

—Lo haré.

Dicho eso, se giró y se perdió en el pasillo hacia su habitación. Me quede mirando el camino que había tomado por unos segundos, asegurándome de que no volvería antes de poner mis manos abiertas sobre el mármol, alejándome un paso y mirando al moreno con el ceño fruncido. Este me sonrió picaronamente.

—¿En que estabas pensando? —chille, viéndolo salir—. Casi nos atrapan.

—No pude resistirme, lo siento.

Sacudiendo la cabeza, tome su mano y lo arrastre por la sala hasta las escaleras, subiéndolas de a dos escalones en un intento de llegar más rápido. El segundo piso estaba vació por lo que no tuvimos ningún otro inconveniente para llegar a mi habitación.

Una vez dentro, cerré la puerta y solté un suspiro de alivio.

—¿Metiendo hombres en tu habitación, Lee? —dando un salto, me voltee para observar a Jisung acostado en mi cama mirando una revista. Chasqueó la lengua hacia mí, negando con la cabeza—. Cada vez te vuelves más atrevido, Felix. Y eso me encanta, ¿qué hacen?

—¿Cómo rayos entraste aquí?

—Dah. Por la puerta —dijo con tono obvio. Dejó la revista a un lado y se sentó en la cama—. Crecí aquí dentro, a nadie se le hizo extraño que entrara sin golpear y me encerrara en tu habitación —se encogió de hombros antes de hacer un gesto hacia Hyunjin —. ¿Cómo lo metiste aquí?

—De contrabando.

—Cool —se mordió la uña del pulgar—. Lee Felix metiéndose en problemas, esto es algo épico, debo anotarlo en el diario.

—¿Tienes un diario? —Hyunjin lo miró con curiosidad.

Jisung sonrió.

—¡Qué va! —negó—. Felix tiene un diario.

—No tengo un diario —me defendí cuando Hyunjin se giró hacia mí con una sonrisa burlona—. Sung escribe esa cosa haciéndose pasar por mí, pero no es mío.

—Es como una biografía —acepto el rizado—. Cuando Felix sea un bailarín famoso, me llenaré los bolsillos vendiendo esa cosa.

—Hey —me queje—, tú solo me quieres porque piensas que puedes ganar dinero a mi costa.

Hyunjin rio, sentándose en la silla de mi escritorio me jaló a su regazo—. No te preocupes, piccolo, siempre me tendrás a mí.

—Uh, siempre tendré problemas gratis.

—Te los compensaré todos cuando estemos solos. —susurró en mi oído, mordiendo mi lóbulo y haciéndome reír tontamente—. Además, le estas tomando el gusto los problemas.

—Seré un rebelde para cuando la semana terminé.

Movió sus cejas hacia mí, acercandose y dejando un suave beso en mis labios—. Serás mi pequeño rebelde, entonces.

Me quedé mirando su rostro como un tonto. Sus ojos brillaban más que nunca, de un profundo tono ámbar y rodeados de espesas pestañas que los resaltaban a un más. Su sonrisa perfecta, solamente dirigida a mí me hacía sentir mareado y como si fuese la persona más especial del mundo.

—Oww —la voz de Jisung arruino el momento. Cuando lo miré estaba sonriendo brillantemente—. Ustedes dos son preciosos juntos, ¿quién diría que serias tú el que terminaría saliendo con un transgresor de la ley? Siempre pensé que sería yo quien terminaría metiéndome en ese tipo de situaciones.

—Hasta a mí me sorprende —acepté, dejando un beso en la mejilla de Hyunjin antes de mirarlo a los ojos—. Pero no me arrepiento.

—Pues, que bueno que digas eso —me congele por un momento antes de que mi cabeza girara hacia la puerta, la cual ahora estaba abierta y mostraba a un ceñudo San parado en el umbral—. Tienes mucho que explicar, Felix.

—S-sannie. —susurré sorprendido.

Jisung fue quien reaccionó primero, saltando de la cama como si tuviese un resorte en el trasero y saltando hacia mi hermano, colgándose de su pecho como al mejor estilo koala—. ¡San, siempre es un gusto verte! —chilló.

—Bájate, botoncito —pidió, su voz tenía un borde dulce, aunque su mirada dura no se había apartado de Hyunjin —. Ahora.

—No me digas "botoncito" —se quejó mientras se escurría de su cuerpo y volvía a sentarse en mi cama—. Y deja de mirar al chico así que no esa expresión no te favorece. Te llenaras de arrugas si frunces el ceño y...

—Jisung —lo detuve—, no es momento para tus consejos de belleza.

—Lo siento. —murmuró, oprimiendo sus labios juntos.

Poniéndome de pie, di un par de pasos tambaleantes hacia mi hermano mirándolo como un cachorro herido, intentando alegar a su lado de hermano mayor que solía enternecerse con esa mirada.

—Puedo explicarlo, San. —aseguré.

Me miró, sus ojos fulminándome—. Esperaba muchísimo más de tí, Felix—retrocedí ante su tono duro—. ¿Metiendo tipos de este modo dentro de tu habitación? Te hemos dado absolutamente todo, ¿y de esta manera nos pagas? ¿Comportándote como una zorra?

Mis ojos se llenaron de lágrimas ante la mirada de reproche en su rostro. Mierda, nunca antes había decepcionado a San y ver su mirada estaba destruyéndome. El cuerpo de Hyunjin se pegó al mío en un segundo y sus brazos me rodearon, tirándome a su pecho cuando las lágrimas comenzaron a caer.

—No le hables así. —gruñó, su pecho vibro bajo mi mejilla.

—Tú no te metas en esto —San dio un par de pasos más cerca y supe que todo esto me explotaría en la cara pronto.

—¡Me meto todo lo que quiera cuando le estas faltando el respeto a mi pareja!

—¿Tu pareja? —rugió—. Es mi hermanito del que hablas, imbécil, no voy a permitir que él este con alguien como tú. Conozco tu fama.

—San, por favor, detente. —rogué.

—¿Acaso conoces a este tipo, Felix? —me miró—. Es uno de los mayores mujeriegos que California ha conocido. Él no te quiere, cariño, seguramente solo está buscando la forma de meterse en tus pantalones antes de dejarte.

—Él no es así. —lo defendí.

—¿Y tú como lo sabes? —su voz se parecía cada vez más a el rugido de algún animal salvaje—. ¿Acaso tu...?

Intenté esconder el rubor en mi rostro, pero al parecer no lo logré. Antes de que me diera cuanta, San había avanzado lo suficiente para arrancarme de los brazos de Hyunjin y lanzar un puñetazo hacia el moreno. Grité cuando caí sobre mi culo, viendo como ambos se enredaban a los golpes en el suelo de mi habitación.

¡Esto estaba muy mal!


🍂 ᴺᵒˢ ˡᵉᵉᵐᵒˢ ˡᵘᵉᵍᵒ 🍂

ㅡ B Y B Y

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