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XVI


Hyunjin


-Lix -susurré, pasando mi índice por sus labios suavemente. El castaño chupó la punta de mi dedo dentro de su boca, pero por lo demás no pareció inmutarse. Sonreí-. Hey, piccolo, abre esos ojitos para mí, vamos.

-Mmm... no fue mi culpa...mmm. -balbuceó, volteándose sobre sí mismo y dándome la espalda.

Había despertado hacia un par de minutos gracias a que el castaño me había arrojado fuera de la cama de un rodillazo. El niño era un revoltoso cuando dormía. Supuse que al no poder abrir esa ingeniosa boca que poseía mientras estaba inconsciente, su cuerpo quemaba esa hiperactividad pateando todo lo que encontraba a su alcance. Sería tierno, si una de esas patadas no hubiese impactado en mis piernas antes de que se revolviera y me arrojara fuera, empujándome con sus rodillas.

Mirando sobre mi hombro, me dí cuenta de que afuera aún estaba oscuro y según el despertador de Felix eran apenas las 2:06am. Lo que me dejaba dos opciones, dormir en el suelo lo que restaba de la noche o encontrar la manera de subir nuevamente a la cama. Como contestando a mi pregunta interna, el castaño se revolvió nuevamente, quedando cruzado en la pequeña cama con las sabanas enredadas en sus muslos.

-¿Felix? -volví a intentarlo, pero el niño parecía estar profundamente dormido.

Soltando un suspiró, recurrí a mi última opción. Tomando al niño, lo empuje suavemente a un lado antes de acostarme y atraerlo sobre mi cuerpo, dejándolo acostado sobre mi pecho. Felix se removió sobre mi pecho unos segundos antes de que su rostro cayera en el hueco de mi cuello y se quedara quieto.

Cerrando mis ojos, intenté volver a dormir, pero la sensación de Felix moviéndose nuevamente logró que volviera a abrirlo. Apartando el rostro del niño de mi cuello, recurrí a lo que mi madre hacia cuando quería despertarnos de pequeños. Comencé a dejar besos húmedos y sonoros por todo su rostro y no pude evitar reír cuando Felix se quejó bajito y sus ojos se movieron, abriéndose.

-¿Qué pasa? -murmuró con voz somnolienta antes de mirar a su alrededor y abrir más los ojos-. Oh mierda, ¿me trepe sobre ti mientras dormía?

-No, yo te coloque ahí.

Sus ojos se estrecharon-. ¿Por qué hiciste eso?

-Porque si estoy debajo de ti, corro menos riesgos de que me patees fuera.

-Yo no me muevo cuando duermo. -aseguró.

-Parecía que las hormigas te estaban atacando, piccolo -reí-. Y no quiero ser malo, pero alguien te tiene que advertir que tienes una extraña costumbre de chupar cosas mientras duermes.

-¿Que? -su voz salió aguda cuando chilló-. ¿De qué rayos estás hablando?

Moví mis cejas hacia él-. No te preocupes, es algo útil si me aburro en las noches.

-Tu no acercaste tu cosa a mi boca, ¿verdad? -gruño-. Eres un cerdo, Bang.

No pude contener la carcajada mientras lo rodeaba con mis brazos, evitando que se bajara de mi cuerpo. Se revolvió unos segundos, intentando escapar, pero no lo deje ir. Una vez me calmé, lo miré.

-No te preocupes, piccolo, solo chupaste mi dedo -me miró-. Aunque si me vuelves a patear, no respondo de mis actos.

-Estas a dos segundos de que te eche fuera.

-Solo estoy bromeando -aseguré. Y era cierto, jamás sería capaz de hacer una cosa tan sucia como abusar de alguien que estuviese inconsciente. Podía comportarme como una zorra, pero no era un hijo de puta sin escrúpulos-. Yo siempre te protegeré, te lo prometí y eso incluye no lastimarte. Jamás te haría daño.

-La gente lastima a otros sin darse cuenta -se encogió de hombros-. Está bien.

-Para mí no. -negué-. Yo siempre cumplo con mis promesas.

Inclinó la cabeza a un lado, su cabello lacio cayó sobre sus ojos y no resistí el impulso de elevar la mano y alejarlo. Una sonrisa suave se hizo lugar en sus bonitos labios, su rostro iluminado por la luz de la luna que entraba por la ventana me hacía recordar a los cuentos de hadas que mi madre me contaba de pequeño. Su mano se apoyó en mi pecho y sabía que podía sentir el latido de mi corazón en su palma. Su mirada se concentró en ese punto un momento antes de que subiera.

-¿Por qué presiento que tu necesidad de cuidarme tiene que ver con algo que te sucedió antes?

Acaricié su mejilla con mis nudillos-. Eres muy perceptivo, ¿sabes?

-Supongo -susurró apoyándose en la caricia-. Tú eres un enigma para mí, solo quiero entenderte.

-¿Cómo es eso? -fruncí el ceño.

-Eres tan dulce, Hyunjin. Me tocas como si fuese algo precioso, me haces temblar cuando me besas y pareces una persona ruda, pero conmigo eres tan suave -suspiró-. Me atacaste cuando intenté acercarme la primera vez, pero luego, me mostraste otro lado de ti totalmente opuesto. No entiendo... como puedes ser ambas personas a la vez. Como puedes ser tan rudo y desagradable y a la vez dulce y cariñoso.

-No soy ambas personas, Felix.

-¿Entonces quién eres? -me miró.

Nuestros ojos se encontraron en la oscuridad, siendo iluminados solo por una tenue luz-. Soy lo que tú ves. Contigo puedo ser yo mismo, por eso eres tan importante. Hace tanto tiempo que no quería cuidar de alguien como quiero cuidar de tí y no sé a qué se debe, pero tú me haces sentir humano nuevamente, hiciste que recordara que tengo un corazón y lo más gracioso es que lo único que tuviste que hacer es contestarme con esa lengua filosa que tienes.

-¿Entonces es una máscara?

-Diría que es un disfraz completo. -bromee.

Sonrió suavemente antes de fruncir las cejas-. Nuevamente -susurró-. ¿Cuándo perdiste tu humanidad entonces, Jinnie?

-Deberías ser periodista, vas al maldito hueso -reí entre dientes antes de colar mis manos bajo su camiseta, acariciando la piel de su cadera y abdomen. Por primera vez en mucho tiempo estaba tocando a alguien solo porque me daba comodidad hacerlo y no porque quisiera tener sexo, eso era realmente extraño.

-¿Hyunjin? -susurró.

Tomé aire y lo solté lentamente-. Tenía diecinueve años -musité-. Se llamaba Minju. Nos conocimos en una fiesta, me llamó la atención desde que la vi. Era bonita, tenía el cabello largo y rubio y los ojos azules más impresionantes que había visto en mucho tiempo -me mordí el labio-. Pensé que estaba enamorado, creí que la amaba realmente.

-¿Qué sucedió? -presionó cuando me detuve.

Me encogí de hombros-. Estuvimos juntos un tiempo, pero lo nuestro no funcionaba. Éramos jóvenes y torpes, no sabíamos lo que queríamos realmente -cerré los ojos un momento, intentando detener las lágrimas-. Estábamos de acuerdo en separarnos, rehacer nuestras vidas sin rencores, pero como siempre, todo tenía que complicarse en el peor momento -lo miré-. Estaba embarazada.

Me detuve por un momento, intentando que mi voz no se quebrara.

-El embarazo fue horrible. Min pasó la mayor parte del mismo en un hospital, ambos habíamos decidido llegar hasta el final. El bebé era inocente después de todo -sentí una lágrima deslizarse por mi mejilla-. Hanni nació de cinco meses. Dios, era tan pequeñita, Lix -mis manos se deslizaron por su piel, como si su calor pudiese tranquilizarme-. Era demasiado pequeña, demasiado frágil. Los doctores no nos dieron esperanzas, solo dijeron que debíamos esperar. -un sollozo se me escapo y Felix automáticamente me abrazo, me aferré a él-. Murió en mis brazos, Felix, solo tenía tres días, solo pude tenerla tres días.

Llorando en su hombro, recordé todos esos meses en el hospital. Recordé el dolor en el rostro de Minju cuando le dije lo que había sucedido, su llanto aun resonaba en mis oídos mientras pedía ver a nuestra bebé por última vez. La imagen del pequeño ataúd, el dolor sordo, todo estaba volviendo. Y las últimas palabras de Min parecían dagas en mi pecho: "Te amo, Hyunjin, pero no puedo estar a tu lado. Me lastima verte y recordarla".

-Sabes que tu no tuviste la culpa, ¿verdad? -susurró en mi oído.

-Lo sé -acepté-. Pero me sentí tan impotente viendo como mi pequeña hija se iba y yo no podía hacer nada. Yo debía protegerla, Felix, se supone que los padres deben proteger a sus hijos de todo y no pude cuidarla.

-No fue tu culpa, Hyunjin -levantó la cabeza y me miró directamente, limpiando mis mejillas con sus deditos. Las lágrimas también corrían por su rostro-. Tu bebé ahora es un ángel. Ella no estaba lista para este mundo aun, por eso le devolvieron sus alitas y volvió a ser un angelito. Estoy seguro de que ella te amaba, aunque era pequeñita ella lo hacía y siempre lo hará, porque siempre estará en tu corazón, pero no puedes culparte por eso, ella no querría que su papá sufriera por ella de esta forma, ¿no crees?

-Yo no llegué a ser su papá, Felix, solo fueron tres...

-Tres días -terminó por mi-. Tu eres su papá, Hyunjin, porque tu estuviste con ella siempre. Ella sabía que tú estabas allí para ella, no dudes de ello. Estoy seguro de que ella te está cuidando desde donde este, como tú la cuidaste a ella mientras estuvo aquí.

Mirando sus ojos, ví que él en verdad creía sus palabras y deseé con todas mis fuerzas también poder hacerlo. Cerrando los ojos, me acerqué a él y uní nuestros labios, sintiendo ese calor en el pecho que hacia demasiado tiempo que no sentía.

-No sé qué somos, ni que rayos estoy haciendo en este momento -susurré contra sus labios-. Pero lo que sé es que tú me haces sentir vivo y no quiero perderte. No voy a perderte como las perdí a ellas, voy a protegerte con mi vida si es necesario, solo... prométeme que tu no me dejaras.

Felix me miró directamente, las lágrimas brillando en sus mejillas-. Nunca, Hyunjin.

🍂 ᴺᵒˢ ˡᵉᵉᵐᵒˢ ˡᵘᵉᵍᵒ 🍂

ㅡ B Y B Y

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