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XV

Hyunjin

—¡Hyunjin! —la palma de la mano de Bang Chan chocó contra mi cabeza en un movimiento fluido.

Me froté la nuca, apartando la mirada de la pantalla de mi celular para mirar el rostro enojado de mi hermano a pocos centímetros del mío. Tragué sonoramente, dándome cuenta de que probablemente había hecho algo que hizo enojar al chico y que ahora recibiría algún tipo de castigo.

—¿Q-que? —musité.

—¿Qué estás haciendo? —su voz se escuchó tan tranquila que mi mirada se deslizo a la ventana sin mi consentimiento mientras hacía cuentas de cuanto tardaría en llegar a ella y lanzarme.

—Y-yo hablo con Felix —le enseñé el teléfono—. Por mensaje.

—¿Qué fue lo que te mande a hacer, Hyunjin?

Fruncí el ceño un segundo, intentando recordar que era lo que me había enviado a hacer. Recordaba estar en mi habitación, tirado en el suelo mientras hablaba con Felix sobre música, Chan entro y me gritó algo. Bajé a la cocina y prendí el horno, pero Felix me envió otro mensaje entonces le respondí y...

—¿C-cocinar? —aventuré.

Sus ojos se estrecharon—. ¿¡Entonces por qué rayos carbonizaste la cena!?

Mirando hacia la mesada, me di cuenta del pollo carbonizado que estaba dentro de una bandeja. Ahora recordaba haberlo metido al horno y haberlo olvidado allí. Miré a Chan.

—¿Comida francesa? —esta vez logré correr lejos antes de que la mano de mi hermano llegara a mí.

Escuché los pasos pesados de Chris seguirme mientras corría por el pasillo hacia la sala, salteando a Jeongin en el camino hacia la puerta de salida.

—¿Qué pasó? —preguntó Changbin cuando salté sobre el sofá donde él y Minho estaban acomodados.

—Quemé la cena. —chillé —. Me voy.

—Vamos contigo —gritaron a dúo mientras me seguían por la puerta, los miré sobre mi hombro y Minho se encogió—. Quemaste nuestra cena, vas a tener que invitarnos a comer.

—¡Par de interesados!

Abriendo la puerta principal, me arrojé fuera y corrí por las escaleras principales. Escuché mi celular chocar contra la grava cuando resbaló de mi mano, pero no tenía el coraje para detenerme a buscarlo, rebusque las llaves de mi auto y me trepe al asiento del conductor. Changbin y Minho se arrojaron dentro en el momento justo en que apretaba el acelerador y salía pitando de la cochera. Ví a Seungmin correr hacia Chan por el espejo retrovisor y recé para que el chico pudiese calmarlo, aunque aún así no iba a arriesgarme a volver por esa noche.

Minho se escurrió por entre los asientos, acomodándose en el lugar del copiloto y me miró.

—¿A dónde vamos?

—No sé, pero yo allá no vuelvo. —aseguré—. Chan está irritable.

—¿Él esta irritable? —Changbin pasó la cabeza entre los asientos y me miró—. Tú has hecho estupideces toda la semana.

—Eso no es cierto. —me defendí.

—Quemaste el desayuno.

—Dejaste el auto encendido toda la noche.

—Le pusiste detergente a la cena.

—Compraste mal los víveres.

—Te olvidaste de Seungmin en el supermercado.

—Culpaste a Seungmin de ser pequeño y fácil de perder de vista.

—Olvidaste llenar el tanque de tu motocicleta y tú y Seungmin tuvieron que caminar cinco kilómetros hasta casa porque no tenías carga en el celular.

—Y me compraste el tinte equivocado. —Minho señalo a su cabello, ahora de un tono anaranjado—. ¿Debemos seguir?

—Bien, he estado un tanto distraído, lo acepto. —farfullé.

—¿Un tanto? —Changbin elevó una ceja—. Has sido un zombie toda la semana, lo único que haces es enviarle mensajitos a tu piccolo.

—Están celoso, par de envidiosos. —me queje mientras apretaba el acelerador y me dirigía directamente al bar de Tony.

Teniendo en cuenta el nivel de irritación de Chan, debería pedirle asilo a Tony. El bar estaba a rebosar cuando estacioné en la puerta y me arroje fuera. Minho y Changbin me siguieron hasta la puerta, saludando a un par de personas que conocían mientras yo me dirigía directamente a la barra. Tony me sonrió cuando me vio.

—¡Hey, bambino! —saludo—. ¿Cómo estás?

—Mal —hice una mueca mientras me sentaba en un banco frente a él—. Quemé la cena y Chris quiere golpearme, no puedo volver a casa, ¿me brindas asilo?

—No.

—Grac... ¿eh?

—Te dije que no —negó—. No voy a dejarte dormir aquí.

—¿Por qué no? —gimotee.

—Hyunjin, incendiaste mis cortinas, rompiste una de las botellas de mi mejor Whisky escoces y rompiste una silla, y eso solo fue ayer —apuntó—. No voy a dejarte entrar a mi casa y menos aún, dejarte solo aquí.

—Pero...

—No. —sacudió la cabeza—. Busca otro lugar, no hay modo de que me convenzas.

—¿Vas a dejarme salir por esa puerta, a la noche llena de peligros para un chico tan sexy como yo, desamparado, con hambre e inocente? —moví mis pestañas hacia él.

—Si. —acepto.

—Eres un mal padre.

—Aunque me gustaría, no soy tu padre —rió—. Y si lo fuera, te estaría abriendo la puerta en este momento.

—¡Pues te vas a arrepentir si algo me sucede!

—Sabes manejarte mejor en un mano a mano que cualquiera de los tipos aquí dentro, eso no me preocupa.

Estreché los ojos hacia él mientras me ponía de pie y me dirigía a la puerta. Saliendo al exterior, me trepé a mi auto y aceleré, alejándome del bar. No tenía muchos amigos, acostarme con todo lo que se movía y luego abandonarlo en la mañana no te hace una persona popular de la buena manera por lo que como última opción me dirigí al único lugar que parecía ser probable que me dejaran pasar la noche.

El barrio donde Felix vivía apareció frente a mi auto y recé para que el chico me dejase quedarme ya que, de no ser así, tendría que dormir en mi auto. Estacionando a un par de casas de distancia, corrí los metros que me faltaban y salté la cerca, enganchando mi camiseta en la madera y cayendo de cabeza en los rosales.

—¿Puede salir algo peor?—gruñí mientras me desenredaba de las espinas y juntaba un par de piedras, antes de ir hasta la ventana de Felix y comenzar a tirarlas hacia la misma.

La cosa se abrió poco después y un confundido Felix me miró desde la misma. Su ceño se frunció mientras le hacía señas.

—¿Hyunjin? —susurró de manera fuerte—. ¿Qué rayos haces aquí?

—Necesito asilo.

—¿Que? ¿Estás loco? Ve a pedirle a uno de tus amigos.

—No puedo.

—Pues te jodes, por algo estas en la calle.

—¡Fue tu culpa! —contraataque.

—¿Mi culpa?

—¡Si! Eres demasiado lindo como para ignorarte y quemé la cena por hablar contigo y ahora mi hermano quiere mis huevos como reemplazo.

—Eres un idiota tan lindo —rodó los ojos antes de hacer una seña—. Espérame en la puerta trasera, voy a abrirla.

Corriendo en esa dirección, esperé unos minutos antes de que la puerta se abriera y Felix apareciera por ella. Llevaba un pijama celeste claro con estampado de motocicletas. Lo miré elevando una ceja.

—¿Lo compraste por alguna razón especial? —señalé a su ropa.

Sus mejillas se colorearon y frunció el ceño—. Cuida tus palabras o duermes en la calle.

—Tú no me dejaras afuera.

—¿Cómo sabes qué no?

—Me quieres demasiado para hacerlo. —reí mientras me inclinaba y lo atrapaba en un beso.

Sus labios se sentían como seda debajo de los míos y el sabor a menta, seguramente de su pasta de dientes, predominaba en su boca. Su pequeña figura se pegó a mi mientras se paraba en puntas de pies y me seguía el beso. Dios, era tan perfecto.

—Vamos dentro antes de que mi abuela salga con la escopeta. —susurró cuando me separé de él.

—¿En verdad tiene una escopeta? —besé cortamente sus labios una vez más.

—¿Quieres averiguarlo?

—No, creo que no.

Dejándome pasar, cerró la puerta y me guio por la casa, atravesando la cocina y jalándome por las escaleras hasta su habitación.

—Duermes en el suelo. —decreto.

—¿Que? ¿Por qué?

—Porque eres un mano larga y no confió en estar en la misma cama que tú y salir intacto.

—¡Pero yo quería cucharita!

—Hay un montón de cubiertos en la cocina, si quieres ve por una. —se dirigió a su closet y saco un par de cobijas, tendiéndomelas antes de buscar una almohada.

—¿En verdad vas a dejarme dormir en el suelo?

—¿En verdad crees que voy a dejarte dormir en la cama?

Hice un puchero—. Pero yo quería abrazarte.

—¿Felix? —la voz de una mujer provino del pasillo—. ¿Con quién hablas, cariño?

—Con... Jisung —grito el castaño—. Pero ya corté, siento haberte despertado, tía Sunmi.

—Está bien —contestó —. Ve a dormir, mañana debes levantarte temprano.

Unos segundos después, las pisadas se perdieron por el pasillo. Felix me miró.

—Deja de fastidiar y acuéstate en el suelo. —siseo.

Puse mala cara mientras arrojaba la almohada al suelo—. Bien.

Una vez acomodado, Felix apagó la luz y se dirigió a la cama, arrojándose sobre ella. Jamás había sido una persona que se rindiera fácilmente y mi meta era meterme a la cama con el chico como diera lugar. Revolviéndome bajo las sabanas, comencé a quejarme teatralmente.

—¿Qué te pasa? —preguntó.

—El suelo esta duro.

—Pon una cobija abajo.

—¡Pero hace frio! —chille—. Si pongo una abajo me voy a morir de hipotermia.

—Estás siendo dramático.

—Estás siendo malo.

—Te comportas como un bebé —me miró por el borde de la cama, su cabello disparado hacia todos lados—. Duérmete.

—Quiero subir allí contigo —hice un puchero—. Te fastidiaré toda la noche y no te dejaré dormir si no me dejas subir.

Me miró por unos segundos con el ceño fruncido, como si estuviese pensando en algo—. Vas a hacerlo realmente, ¿verdad?

—Toda la noche. —aseguré.

—Me metes mano y te corto las pelotas, Hyunjin. —gruño mientras se corría a un lado y me dejaba lugar.

—Me quedaré quieto. —prometí con una sonrisa enorme mientras me trepaba con él y lo atraía a mis brazos, enroscándome a su alrededor—. Buenas noches, Felix.

—Buenas noches, Hyunjin. —murmuró.

Cerrando los ojos, me deleite del suave calor que el cuerpo de Felix me brindaba mientras pensaba en las pocas veces que me había permitido hacer una cosa así. Por lo general, luego de tener sexo me iba, sin arrumacos ni nada parecido, pero Felix era distinto. Él había sido distinto desde el primer momento. Estaba seguro de que él sería mi diferencia, solo que me costaba admitirlo en voz alta.

La suave caricia de la respiración acompasada de Felix me dijo que el chico se había dormido y estaba a punto de hacer lo mismo cuando algo se me ocurrió.

—Mierda, deje a Minho y Changbin abandonados en el bar. —susurré para mí mismo.

Felix se removió en mi contra y apreté mis brazos a su alrededor, decidiendo que luego me preocuparía de esos dos. Ahora disfrutaría de la nueva sensación de dormir con alguien entre mis brazos... de dormir con Felix entre mis brazos.

🍂 ᴺᵒˢ ˡᵉᵉᵐᵒˢ ˡᵘᵉᵍᵒ 🍂

ㅡ B Y B Y

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