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XIII

Maratón 2/3

Felix

—Oh vamos, Lix —Jsung saltó a mi alrededor como un perrito ansioso—. Debes decírmelo, vamos, dímelo. Soy tu mejor amigo, me lo merezco.

—Deja de fastidiar, Sunggie. —le dí un golpecito en la frente, apartándolo de mi camino.

—Haz estado toda la tonta semana pegado a tu celular, escribiéndote con alguien —hizo un puchero—. Merezco saber quién es, yo te cuento todo.

Hice una mueca. En eso él tenía razón, siempre nos habíamos contado absolutamente todo sin importar lo vergonzoso o tonto que fuera. Pero no quería decirle a Jisung que ahora era amigo de dos miembros de la banda de motociclistas de la que él estrictamente me había pedido que me alejara y que había estado comunicándome con ellos la última semana. A pesar de que no había visto a Hyunjin desde el día en que me pidió perdón, el chico me enviaba un mensaje diario para saber cómo estaba. Tampoco había podido detenerme en el bar a saludarlo, primero porque le había tomado cierto temor al lugar y segundo, Jisung se volvería totalmente loco si hiciera algo por el estilo.

Mirando nuevamente el rostro de mi mejor amigo, suspiré y abrí la boca para contarle, pero la voz suave de Miss Dougge me detuvo.

—Felix, necesito que hagas una demostración —pidió—. Jisung, tú vas después de él.

—¿Que? ¿Por qué? —se quejo—. No he hecho nada malo.

—Jisung, no estoy castigando, solo quiero ver lo que han estado ensayando —sonrió—. Sabes que debo repartir los papeles para la obra de este año y quiero estar segura.

—Yo quiero ser Tinkerbell. —pidió.

—Estás a dos segundos de que te ponga como Garfio —hizo un gesto con la mano, espantándolo—. Ahora, despeja el área para que Felix pueda hacer su demostración —una vez que el castaño se alejó, solté un suspiro de alivio—. Primera posición, Felix, muéstrame lo que tienes.

Colocándome en posición, tomé un respiro y esperé esta que la música comenzara fluir y dejé que guiara mis movimientos. El sonido suave del piano mezclándose con los violines y los instrumentos de aire me impulsaron a moverme mientras cerraba los ojos y me movía junto a los altos y bajos del sonido.

Hyunjin

—¿Crees que le agradara la sorpresa? —preguntó Seungmin por décimo octava vez, provocándome golpearlo.

—Le va a gustar, Seung. —lo calmé.

—Pero y si no, ¿qué tal si se enoja porque nos aparecimos así en su academia? —me miró con los ojos enormes en su rostro—. ¿Y si no me vuelve a hablar? No quiero tener que ser amigo de Minho, él me asusta.

—A todos nos asusta Minho, solo debes aprender a vivir con el temor —reí—. Ahora, o te calmas o te encierro en el maletero del auto.

—Pero... —pasando mi brazo por sus hombros, tape su boca con mi mano mientras lo arrastraba a través de la puerta de cristal.

La academia St. Mariah de Dollce era impresionante, tanto por fuera como por dentro. Los largos pasillos con pisos de linóleos me recordaron brevemente a mi tiempo en la secundaria. Si, llegué a la secundaria, no se sorprendan tanto. El que no me hubiese quedado dentro del edificio es una historia diferente.

—¿A dónde vamos ahora? —musité mirando a mi alrededor y visualizando las paredes de cristal que daban una vista sin obstrucciones a las clases que estaban siendo dictadas.

Seungmin mordió mi mano, recordándome que aún lo tenía sujeto—. No hagas eso —se limpió el rostro—. Y creo que su clase es al fondo, me dijo que su profesora tenía un nombre gracioso...

—¿Dick?

—No —negó, mirándome con curiosidad—. Eso no es bonito, Hyunjin.

—¿Que? —me encogí—. Tenía un profesor en secundaria que se llamaba de ese modo o tal vez yo era quien le decía de ese modo, no lo recuerdo.

Seungmin rodó los ojos—. ¿Por qué simplemente no le preguntamos a alguien?

—Hazlo tu —le di un empujoncito—. Presiento que a mí no me dirán nada, con todo eso de que soy un matón y mi aspecto.

—Está bien, espera aquí.

Apresurándose hacia un grupo de jóvenes sentado en un área aislada, hablo con ellos unos momentos antes de volver corriendo e indicarme que la clase quedaba al final del pasillo. Encaminándonos en esa dirección, aproveche el momento para observar las demás clases. Los primeros tres salones estaban llenos de pequeños niños y profesoras estresadas que parecían estar hablándole a la pared. Los otros dos que le siguieron eran de niños un poco más grandes y las tres últimas eran mayormente adolescentes. Era como ver el desenlace.

—Es esta. —Seungmin apuntó hacia la siguiente clase.

Ambos nos detuvimos de golpe al ver Felix a través del cristal. El castaño llevaba unos pantalones oscuros justos y una camiseta gris que le llegaba a medio muslo. La música flotaba por el lugar de forma suave, al igual que sus movimientos. Toda la gracia que Felix había demostrado cuando se movía a mi alrededor, parecía haber sido multiplicada y empaquetada en un precioso baile.

La forma en que su cuerpo se movía, como si simplemente flotara sobre el suelo de madera. Sus manos subieron sobre su cabeza mientras giraba, tan fácilmente como si no necesitara ningún esfuerzo para moverse. Como si la música fuera quien lo controlara.

—Wow. —susurró Seungmin a mi lado—. Él es bueno.

—Es el mejor de su clase. —respondí, recordando que el castaño me lo había dicho y yo lo había desestimado. Que equivocado había estado.

No sabía mucho sobre ballet ya que realmente jamás había llamado mi atención. Pero ver a Felix moverse de esa manera realmente logró que quisiera saber más sobre ello. La expresión de felicidad, con esa pequeña sonrisita tirando de sus labios hacia que pensaras que era la mejor cosa del mundo. El pequeño simplemente se veía precioso.

Bajando de las puntas de sus pies, Felix hizo un medio giro, moviendo sus manos con lentitud hasta la parte baja de abdomen y termino con una reverencia. Seungmin y yo nos miramos y sonreímos al mismo tiempo antes de comenzar a aplaudir y gritar como si estuviésemos en una cancha de futbol, al final de un campeonato y nuestro equipo anotara un gol en la hora. Si, exagerábamos, pero Felix se lo merecía.

El castaño levantó la mirada sorprendido, sus ojos ensanchándose cuando nos vio mientras un profundo rubor se extendía por su rostro. Diciendo algo, hizo un gesto hacia nosotros con una pequeña sonrisita tirando de sus labios. El chico rizado comenzó a caminar detrás de él, pero la mujer, que supuse que era la profesora, lo detuvo antes de hacerle un gesto hacia el centro de la habitación. Felix se volteó y habló con él unos segundos antes de que el más alto hiciera un puchero y se moviera al centro de la habitación. Felix camino hasta la puerta.

—Hey, ¿qué hacen aquí? —sonrió.

—Vinimos a invitarte un helado. —dijo Seungmin antes de hacer una seña hacia mi—. Hyunjin paga.

Miré al chico, intentando recordar el momento en que habíamos hecho ese trato, pero por alguna razón se me escapaba. Tal vez era el hecho de que jamás había accedido a ello.

—Oh, yo... no creo que pueda. —dió una mirada sobre su hombro donde el rizado ahora estaba moviéndose, varias miradas estaban puestas en nosotros—. Sung me mataría si dejo que se vaya a casa solo.

—Tráelo —pidió Seungmin—. Me encantaría conocerlo.

Felix hizo una mueca y no pude evitar sonreír.

—Jisung no tiene una buena impresión de los Fire Spirits —contesté por el castaño.

Seungmin me miró, sus ojos estrechándose—. ¿Qué hiciste?

—¿Por qué siempre piensas que hice algo?

—Oh no sé —ironizó—. Será que tienes la palabra culpable estampada en la frente.

Me refregué la zona—. ¿Jeongin estuvo jugando con los marcadores nuevamente?

—Es una forma de decir... —Seung suspiro y se volteo a mirar a Felix, quién ahora estaba intentando aguantar la risa—. ¿Me vas a dejar solo con él? ¿En serio? Cada segundo que paso en su presencia me mata un grupo de neuronas, para el final del día seré tan analfabestia como él.

Felix le dedico una sonrisa dulce antes de asentir—. Déjame preguntarle a Jisung.

Un momento después entró a la habitación y lo observé hablar con la profesora antes de dirigirse al rizado, una vez que este había terminado con su demostración. Hablaron por unos minutos en los que el más alto se limitó a sacudir la cabeza.

—Creo que no vendrá. —susurró Seungmin a mi lado, sin despegar la vista de ambos chicos.

—Tú solo espera —pedí—. El chico logró convencerme de ser su amigo, creo que es capaz de convencer al Grinch de que la navidad es buena.

—Que conste que tú mismo te has comparado con un animal ficticio, peludo, verde y totalmente amargado —me miró—. Y después me preguntan por qué pienso que eres tonto.

—Cierra el pico, Esquimal de Freezer. —siseé.

—No soy tan pequeño.

—Eres un enano —me burlé—. Tienes diecinueve y pareces de quince.

—Y tú tienes la inteligencia de un niño de dos. —me enseñó la lengua y le devolví el gesto.

—¿En serio crees que son peligrosos luego de ver eso? —la voz de Felix hizo que levantara la mirada para encontrarme con él y su amigo de pie en la puerta, mirándonos.

—Él empezó. —señale a Seungmin quien me señalo a mí.

—La verdad, los había imaginado más peligrosos y menos... infantiles. —musito el rizado mirándonos con curiosidad.

—¿Vienen? —Seungmin les sonrió, dándome un empujón para que me alejase de su lado, se lo devolví.

—¿Pueden parar con eso? —pidió Felix, riendo mientras intentaba mantener su bolsa sobre el hombro—. Iremos, pero tenemos clases en unas horas así que...

—Si, si, te traeremos a tiempo, lo prometo —me acerque a él y le quité su bolso, colgándomelo sobre mi propio hombro—. Yo llevo esto.

—Yo puedo llevar mis cosas, gracias.

—Puedes, pero yo no quiero que lo hagas, así que te aguantas. —me encogí de hombros mientras pasaba un brazo sobre sus hombros y lo arrastraba por el pasillo.

Jisung y Seungmin nos siguieron de cerca, la conversación entre ellos comenzó demasiado fácil. Para cuando llegamos a la puerta esos dos ya parecían viejos amigos. El sol nos recibió con una suave caricia cálida cuando dimos un paso fuera.

Acercándome al oído del castaño, susurré: — Estuviste fantástico ahí dentro, mío piccolo.

Sus ojos subieron a los míos—. Gracias. —sus mejillas se colorearon.

—Tengo que aceptarlo —dije—. Eres hermoso, pero cuando bailas... es simplemente maravilloso.

—¿Estas intentando meterte en mis pantalones nuevamente?

—Nah —negué—. Es la verdad, ¿acaso no sabes que eres hermoso?

—Cállate, idiota.

Reí, mirando su rostro rojo como un tomate. Así que el niño no sabía lo realmente lindo que era y eso, era una de las cosas que lo hacía tan impresionante.

Abriendo la puerta del acompañante, le hice una seña a Felix para que subiese. Solo Changbin y yo teníamos un auto además de la motocicleta, en momentos como estos agradecía haber comprado mi Jeep Compass a pesar de que no lo usaba mucho. Seungmin y Jisung subieron atrás mientras ponía los bolsos de los chicos en maletero y me trepaba al asiento del conductor.

Saliendo del estacionamiento, me dirigí directo a la carretera y a buscar una heladería. Hace demasiado tiempo que no entraba a una de esas cosas y la verdad no tenía ni la más pálida idea de dónde encontrar una. Felix se removió en su asiento por un momento, mirando sobre su hombro a su amigo quién charlaba animadamente con Seungmin.

Luego de media hora y más vueltas que un caracol, logré encontrar una heladería que tenía una pequeña terraza con sillas y sombrillas coloridas. Seungmin salto del auto apenas frené, siendo seguido por Jisung al instante.

—Creo que ellos se llevan bien. —musite mientras salía del auto y corría alrededor del mismo, abriéndole la puerta Felix.

—No soy una chica, Hyunjin, deja de comportarte como si fuese tu cita.

—Déjame ser caballeroso, bocón. —me queje—. Eres la única persona que ha recibido este tipo de tratos de mi parte, disfrútalo.

—¿Por qué eso no me sorprende?

Rodando los ojos, cerré la puerta y me encaminé a la entrada del local, siendo seguido de cerca por Felix. Apenas llegó a mi lado, pasé mi brazo sobre sus hombros nuevamente.

—¿No perderás tu reputación de chico malo si alguien te ve entrando a una heladería con una Hello Kitty pintada en la puerta?

—No —negué—. Siempre puedo decir que te traje aquí para poder conquistarte y acostarme contigo.

—No quiero que digas que me acosté contigo. —se quejó.

—¿Por qué no? —lo miré—. Serás codiciado luego de ello, piénsalo.

—Yo no quiero ser codiciado por nadie —frunció el ceño—. Me gusta ser ignorado.

Sonreí, acercándome a su rostro—. Créeme, mío piccolo, tu jamás pasas desapercibido en ningún lugar.

—Exageras.

—¿En serio? —le di un empujoncito hacia la puerta—. Entra allí y ve la reacción de las personas.

Felix me dio una mirada frustrada, pero hizo lo que le pedí, luego de un par de minutos entré detrás de él. El chico se pegó a mi costado como una lapa en cuanto cruce el umbral. Le sonreí con satisfacción cuando noté a un grupo de chicas al fondo y aun par de jóvenes mirando a Felix como si fuese la primera comida que veían en años.

—¿Qué me dices ahora?

El niño me lanzo una mirada sucia—. Gracias por hacerme consciente de algo que no quería saber.

—De nada.

Pasando mi brazo sobre su hombro, fulminé a las féminas al fondo con la mirada logrando que volviera a cuchichear entre ellas. Seungmin y Jisung ya estaban frente al mostrador esperando sus pedidos cuando entramos. Sumando lo que Felix y yo queríamos, esperamos unos minutos hasta que nos entregaron los helados antes de buscar una mesa.

Seungmin se sentó frente a mí con un helado que debería ser ilegal por la cantidad de azúcar que debía contener. Lo miré mal, sacándolo de su alcance cuando intentó hundir la cuchara en él.

—¿Qué haces?

—No vas a comerte esta cosa —afirme—. Chan me mataría si te enfermas por ser un glotón.

—Pero ya lo pagaste y yo lo quiero, dame. —intentó alcanzarlo, pero volví a alejarlo.

—¿Por qué no pediste algo básico como Felix o Jisung? —ellos habían elegido vainilla y frutilla respectivamente y ambos estaban mirándonos con diversión mientras Seungmin intentaba quitarme su helado.

—Porque yo quería ese —gruño—. Dame o le contaré a Felix como gritaste como una nena cuando Minho y Jeongin te ganaron jugando al futbol.

—Eso es mentira.

—Tuvimos que forzarte a pararte porque te negabas a seguir viviendo luego de eso. —sentí mis mejillas calientes—. Decías que la vida no tenía sentido en un universo en que Minho y Jeongin te ganaran en algo.

—Oh dios, ¿en serio hiciste eso? —rio Felix.

Lo miré mal—. No.

—Por supuesto que lo hizo —Seungmin me tomo desprevenido cuando me quito el helado de la mano—. Hyunjin es un rey del drama cuando le conviene.

Eso hizo que el castaño rompiera en carcajadas mientras su amigo intentaba contener la risa, aunque estaba fallando miserablemente. Comiéndome mi propio helado, intente eliminar el puchero de mi rostro.

Para cuando lo terminé, Seungmin aún estaba intentando comerse la bola de azúcar por la que había peleado y los tres seguían parloteando sin cesar. Rodando los ojos, me puse de pie y les dije que debía dar una vuelta. Apenas atravesé la puerta principal, sentí la mano de Felix aferrándose a mi brazo.

—¿A dónde vas? —preguntó.

—Por ahí —lo atraje hacia mi costado. Luego de caminar un par de cuadras en silencio, me di cuenta de que la zona se me hacía conocida y sonreí al notar que había estado allí muchas veces de pequeño—. Ven, quiero mostrarte algo.

Tomando la mano de Felix, lo guié entre la gente que caminaba por allí hasta llegar a una plaza cercana. Había estado allí muchas veces y siempre me quedaba atontado con la fuente que estaba en el medio del lugar. Era simple y sin mucha gracia, pero a su alrededor, sobre la cerca que la delimitaba había miles de candados con nombres grabados que representaban a cada pareja de enamorados que había llegado hasta allí.

—Wow, ¿qué es esto? —Felix observo los candados con los ojos enormes, soltando mi mano rodeo la fuente mientras observaba los coloridos candados—. Fuente de los candados —leyó en el cartel—. La leyenda de esta joven fuente dice que si se coloca un candado con las iniciales de dos personas que se aman, volverán juntas a visitarla y su amor vivirá por siempre...

—Solía leer ese cartel por horas cuando era pequeño —miré la placa de metal—. Siempre soñaba con poder traer aquí a la persona que más amara y que pondríamos un candado —le guiñé un ojo—. Pero como ya no creo en el amor eterno, no espero hacerlo nunca.

Felix me miró un segundo antes de volver a la fuente. Me quedé mirando hipnotizado como el agua caía dentro de la fuente de forma lenta, estaba tan profundo en mis pensamientos que la voz de Felix me sorprendió.

—Mira, compre un candado allí —señalo un pequeño puesto a pocos metros antes de enseñarme un marcador—, y la señora me presto esto.

—¿Y qué piensas hacer? ¿Poner nuestros nombres? —eleve una ceja—. Felix, cariño, sé que me amas, pero no seas tan evidente.

—Cierra la boca antes de que te ahogue en la fuente —gruño. Tomando un respiro, pareció llamar a su paz interior y volvió a mirarme—. La amistad también es un tipo de amor y aunque eres insoportable, yo quiero ser tu amigo por muchos años —comenzó a escribir en el candado—. Así que yo escribiré nuestras iniciales aquí y tú lo pondrás.

—No haré eso.

Me miró con ojos de cachorro, las lágrimas acumulándose en sus ojos miel—. ¿Por favor?

—Diablos, eres bueno —suspiré—. Bien, lo pondré.

—Eso siempre funciona —se secó el rostro antes de tenderme el candado. Lo miré por un segundo, notando que había algo escrito del otro lado, pero cuando fui a voltearlo la mano de Felix me lo impidió—. Si volvemos aquí juntos alguna vez, podrás leer el mensaje.

—¿Por qué no puedo hacerlo ahora?

—Porque no —negó—. Solo pon el candado, ¿sí? No leas el mensaje.

Poniendo los ojos en blanco, me acerque a la fuente y coloque el candado bajo la atenta mirada de Felix. El castaño me sonrió brillantemente cuando el metal hizo clic. Poniéndome de pie, miré una vez más a la fuente antes de sentir los dedos de Felix entrelazándose con los míos, el castaño me dió una sonrisa suave antes de jalarme para que volviéramos a la heladería.


🍂 ᴺᵒˢ ˡᵉᵉᵐᵒˢ ˡᵘᵉᵍᵒ 🍂

ㅡ B Y B Y

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