XII
Maratón 1/3
Hyunjin
—¿Por qué sonries?
Chan me miró con el ceño fruncido mientras dejaba su teléfono sobre la mesa, prestándome total atención. Ignorándolo completamente, me dirigí al refrigerador y saque el jugo, dándole un mirada antes de devolverlo a la heladera. Seguramente Minho ya había colocado su apestosa boca allí, no tenia intenciones de tragarme su saliva. Volteandome, me deje caer en la silla frente a Chan.
—¿Por qué sonríe? —Minho se detuvo un momento en la puerta de la cocina, mirándome con curiosidad.
—No tengo idea —Chan se encogió de hombros—. Preguntale.
—¿Por qué sonríes?
—Por que soy feliz. —contesté, riendo.
—Oh mierda, ¿Changbin estuvo jugando con los medicamentos de nuevo?—Chan se puso de pie y me obligo a mirarlo, analizando mis ojos—. Te dije que nunca aceptes nada de ese estúpido.
—Hey, que yo no le he dado nada al mocoso —Changbin levantó las manos intentando parecer inocente cuando entro a la cocina y fue directo al refrigerador—. Lo que tiene es algo más básico que el efecto de una droga.
—¿Tu sabes lo que le sucede?
—Tengo mis hipotesis. —se encogió de hombros mientras sacaba las sobras de la comida y hacia su camino al microondas—. Pero prefiero que él lo diga.
Seungmin entro dando tumbos a la cocina en ese momento y me levante de un salto, atrapando al pequeño chico en mis brazos antes de girarlo. Seungmin comenzó a gritar en el momento que sus pies dejaron el suelo—. Gracias, gracias, gracias —besé su mejilla sonoramente—. Creo que hasta comienzo a quererte, cuñadito.
—Suéltalo, Hyunjin. —gruñó Chan desde el otro lado, sonando más a un perro rabioso que a una persona.
—Dios, eres un maldito celoso, hermano —me reí mientras dejaba al chico en sus pies nuevamente.
—¿Por qué tanta alegria? —Seungmin me miró, elevando una ceja—. ¿Qué hiciste?
—Llama a tu amigo y pregúntale. —le guiñé un ojo mientras volvia a sentarme.
Seungmin me miró por un momento antes de salir disparado de la cocina, el sonido de sus pies en la escalera resonó por toda la casa. Chan miró de mi a la puerta por un segundo, como si intentase adivinar que era lo que habia sucedido antes de sacudir la cabeza.
—¿Jeongin ya despertó? —preguntó.
—Sep —Minho fue quien contesto, gracias a dios el chico hoy llevaba unos patalones de chandal aunque el usar camisetas aún se le hacia dificil. Al menos era un avance—. Dijo que tomaria una ducha pero seguramente ya esté... aquí.
Señaló a Jeongin mientras este cruzaba el umbral de la puerta. El castaño miró a su alrededor un momento antes de caminar hasta nosotros y sentarse en la mesa sin decir una palabra. Cuando me voltee a ver a Chan me di cuenta de el porque de su acción. Bang tenía la expresión que ponia cuando teniamos problemas. Su mandibula estaba apretada fuertemente, como si quisiera romper algo. Su ceño fruncido y sus ojos parecian lanzar dagas con solo una mirada. Su celular ahora estaba en su mano y por la mirada que le dio, este habia sido el proveedor de malas noticias.
—¿Que sucedió? —me atreví a preguntar, en un tono bajo.
—Problemas en Five Stars.
Pasandome una mano por el rostro, sentí toda mi anterior alegria desaparecer con un poof. Five Stars era uno de los clubes nocturnos más conocidos de California. Se encontraba en el centro de la ciudad, por lo que los fines de semana se convertia en el mayor centro de entretenimiento para los jóvenes. A pesar de que habia abierto las puertas hace más o menos cinco años, habia ganado tanta popularidad que, basicamente, habia aplastado a los demas pubs.
Muy pocas personas sabian que el local realmente nos pertenecia a Chan y a mi, ya que con nuestra fama seguramente nadia se atreveria a asistir allí. A pesar de que pasabamos nuestras noches vagando por el lugar, nos asegurabamos de que nadie lo supiera. El gran problema era que al ser propietarios, debiamos dar la cara cuando habia una disputa. Por lo general, estas comenzaban gracias a otro propietario enojado.
Miré a mi hermano—. Dime que el problema es con Dom. —rogué.
Negó—. Jerry Holmes.
—Oh mierda santa —Minho se dejo caer en el otro lado de la mesa, su usual sonrisa totalmente desaparecida—. Ese tipo es un real hijo de perra.
—Preguntaselo a Bin —hice un gesto sobre mi hombro—. Fue él quien termino con una navaja enterrada en su pierna la última vez que nos enfrentamos con Holmes.
Jerry Holmes era el dueño de The Boss, el bar que quedaba a unas seis cuadras del nuestro. El lugar era un burdel o al menos así era como me gustaba catalogarlo. El servicio era malo y el barman ni siquiera sabia hacer un trago, sin contar con el hecho de que el local apestaba. Aun así, antes de que Five Stars abriera sus puertas, era el bar más concurrido.
Ahora que sus ganancias estaban bajando, Holmes se entretenia planeando estrategias para fastidiarnos. Habiamos tenido varios desacuerdos con dueños de los locales proximos y la mayoria de las veces estos retrocedian con la cola entre las patas cuando se enteraban que los Fire Spirit eran quienes estaban a cargo. El problema con Jerry Holmes era que era el hijo de perra más sucio que habia conocido. Por lo general nuestras "disputas" se basaban en una pelea callejera con sus guarda espaldas, hiriendolos lo suficiente para que saliesen corriendo. El problema era que cuando se curaban, venian por más. Si me preguntaban a mi, los tipos tenian una vena masoquista del tamaño de Europa.
—¿Cual fue el problema esta vez? —Changbin preguntó mientras se sentaba a mi lado.
—Envio a un par de sus matones a comenzar una pelea a Five Stars. —Chan sonrió—. No sé ustedes pero yo creo que nuestro amigo Jerry se merece una visita de los Fire Spirit.
Salimos de casa ni bien el sol cayó. La noche era silenciosa y fría y el sonido de los motores llenando el ambiente fue realmente bienvenido. Mi Triumph thruxton ronroneo como un gatito cuando aceleré a fondo y salí detrás de las luces de Chan. Seungmin había protestado por horas cuando le dijimos que lo dejariamos con Tony, diciendo que no le gustaba quedarse en el bar en las noches pero era demasiado nuevo en todo como para llevarlo con nosotros y Chan seria capaz de destruir un par de ciudades si el niño recibía un rasguño, por lo que finalmente cedió involuntariamente. Bien, lo admito, lo obligamos a ceder encerrandolo en el baño del bar.
La brisa humeda de la noche de California nos recibió como vidrios azotando nuestra piel mientras acelerabamos por las calles de la ciudad. Holmes era un gran pomposo que vivía en una de las mejores zonas, con una bonita casa de dos pisos y más sistemas de seguridad que la casa presidencial. Una desgracia para él que lo que Minho ignoraba de leyes sociales, lo sabia en tecnologia. El chico no tardó ni dos segundos en desconfigurar las alarmas, dejando la casa totalmente desprotegida.
—Changbin, Jeongin, puerta trasera —pidio Chan, logrando que los nombrados asintieran antes de salir corriendo para rodear la casa—. Hyunjin, tú, Minho y yo entramos por la principal. Mantengan sus armas al alcance pero por el amor de Jesús, no le disparen a nadie si no es necesario. Solo queremos asustarlos.
—Tú le quitas la diversión a todo. —se quejo Minho mientras corriamos a la puerta principal y la abriamos, el golpe resonó en toda la casa.
Dos tipos salieron a recibirnos pero bastaron un par de golpes y una patada en las pelotas para vencerlos. Hey, yo nunca juego limpio y nadie dijo que los golpes bajos no se valian.
La casa era enorme, decorada en tonos cremas y bordo, como si fuese algun tipo de palacio antiguo. El recibidor tanto como el pasillo al despacho estaba forrado con cuadros horribles que parecian mover sus ojos, siguiendonos, cuando caminabamos frente a ellos. Simplemente horrible. La alfombra gris en el suelo parecia haber sido recien colocada al igual que los muebles que se esparcian aquí y allá.
Chan guió el camino por el pasillo, como si ya conociese el lugar y entró al despacho. Holmes ni siquiera tuvo tiempo de decir pío antes de que mi hermano lo arrojara al suelo de un puñetazo.
—Hey, Jerry —Bang le dio una sonrisa falsa—. Supongo que te alegras de vernos, ya que estas tan empecinado en llamar nuestra atención. Pues bien, aquí nos tienes.
—Hijos de perra. —jadeó, limpiandose la sangre de la boca.
Apoyandome en una de las paredes, me cruce de brazos y miré el intercambio de miradas asesinas. Holmes no podia tener más de treinta años, con el cabello castaño oscuro bien recortado y ojos azules que eran tan frios como el hielo. El tipo ni siquiera debia querer a su madre, si es que tenia una. Tenía la hipótesis de que habia nacido de una vaca pero según Changbin, ni ellas darian a luz a una cosa tan fea.
—Que falta de educación —Chris chasqueo la lengua antes de mirarme—. ¿Que crees que debemos hacer, hermanito?
Sonreí—. Creo que alguien deberia enseñarle modales.
Holmes se puso de pie e intento huir por la puerta, Minho y yo nos miramos con diversión cuando el tipo volvió con Changbin y Jeongin detrás de él. Era gracioso ver como su piel habia palidecido, estaba tan blanco como una hoja de papel y si no me equivocaba estaba temblando.
Bin negó, mirandolo con desaprobación—. ¿Acaso nadie te enseño que abandonar a tus invitados es de mala educacion?
—Creo que deberias enseñarle la lección —dijo Minho dejándose caer en un sofa mientras observaba la escena—. El tipo parece haber sido criado por un animal.
Jeongin pasó a mi lado directo hacia los muebles con costosa vajilla. Rodeé los ojos cuando el castaño forzo la cerradura y comenzó a sacar las cosas, dandoles una mirada antes de dejaralas caer con una mueca.
—¡Deja eso, jodido marica! —el grito de Holmes a traveso el aire.
Jeongin se volteo, con un plato blanco y dorado en la mano y miró al tipo con una ceja alzada—. Oh lo siento, era la vajilla de tu mamá —y el plato cayó justo un momento antes de que el castaño tirara el mueble entero al suelo, destrozandolo—. Opss, el marica olvido lavar el lubricante de sus manos, lo siento.
Holmes refunfuño algún otro insulto descriminador pero un movimiento a un lado de la puerta llamo más mi atención. Impulsandome lejos de la pared, escuché el segundo puñetazo de la noche caer sobre el rostro del tipo mientras salia al pasillo. Mis ojos se encontraron de golpe con la pequeña figura acurrucada en un rincón, aferrándose a un gatito de peluche mientras me miraba con los ojos enormes.
—Hey, dulzura —dije suavemente, dando un par de pasos más cerca—. ¿Qué haces aquí?
La niña apartó los brillantes rizos rubios de su rostro y miró de la puerta a mi—. El ruido me desperto —su voz era dulce, pequeñita. Le sonrei mientras me agachaba frente a ella—. ¿Tú quien eres?
—Yo... soy un amigo de tu papi —respondí —. Mi nombre es Hyunjin, ¿tu como te llamas?
—Nicky. —me tendió la mano y la acepte.
—Tu papi esta ocupado ahora, Nicky —hice una mueca cuando escuche los golpes dentro de la habitación —.¿Porque no vuelves a tu habitación y te acuestas?
Ella parpadeó, sus ojos oscuros mirandome con curiosidad antes de que una sonrisa se extendiera por su pequeño rostro—. ¿Quieres ver mi habitación? —se puso de pie de un salto—. Te enseñaré mi casita de muñecas y mis muñecos de Nemo, ven.
La pequeña salió disparada hacia la escalera, deteniendose en el primer escalón para mirarme sobre su hombro y hacerme un seña para que la siguiera. Mirando nuevamente las puertas del despacho, medité mis opciones, esta parecia ser la unica manera de evitarle una imagen sangrienta de su padre a la pequeña y conciendo a mi hermano, tardaría bastante. Soltando un suspiro derrotado, seguí a la niña, recibiendo una dulce sonrisa de su parte.
Los pasillos de la segunda planta no eran muy distintos a los de abajo, solo que aquí los cuadros parecian haber sido quitados. Por suerte, ya que tener ojos siguiendote hasta tu propia habitación debia ser escalofriante.
La pequeña manito aferrandose a la mia logró que bajara la mirada de las paredes para ver como Nicky me sonreia. La niña era preciosa, algo que me parecia extraño ya que llevaba los genes de Holmes. Debería ser tan fea como su padre pero no era así y esperaba que con el tiempo no siguiera los pasos del hombre.
Deteniendose en una puerta con grandes estrellas brillantes, Nicky dijo:— Es aquí —empujo la puerta—. Mira, Seulgi pintó eso para mi, ¿no es bonito?
Miré hacia donde su dedito apuntaba, encontrandome con un bonito paisaje de un bosque en la pared opuesta, la cosa hasta tenia cervatillos corriendo y todo —. Es muy bonito —acepté, la miré de nuevo—. ¿Quien es Seulgi?
—Es mi nana —dijo, trepandose a la cama de brillantes acolchados rosa—. Ella siempre me cuida — tomando una muñeca de trapo, acaricio su cabello y me miró—. ¿Ustedes van a lastimar a mi papi?
—No, cariño, nosotros...
—Si lo hacen, golpeenlo fuerte —me detuve ante su declaración. Maldicion, la niña no podia tener más de cuatro años.
—¿Porque dices eso?
—Él es malo —parpadeo hacia mi—. Él golpeaba a mamá, por eso ella se fué.
Si, eso no me extrañaba. Sentandome a los pies de la cama, miré a la pequeña quien ahora estaba peinando su muñeca y me sonreia dulcemente—. ¿Nicky, tu papá te pega? —pregunté suavemente. Si el hijo de perra lo hacia, iría abajo y dejaria que Minho le diera un tiro en la cabeza.
Ella frunció el ceño un momento antes de negar—. No —parecio pensarlo un momento antes de encogerse de hombros—. Yo no lo veo nunca, Seulgi dice que es mejor asi.
—Supongo que si —murmuré—. ¿Seulgi te trata bien?
—Si, ella es como mi mamá —aseguró. Levantando su muñeca, me la enseño—. Ella es Meghan y este de aquí —me enseñó su gatito—, es Felix.
Hablando de coincidencias—. Felix, ¿eh? —tome el peluche mirando sus feos ojos oscuros sin vida, totalmente opuestos a los de mi pequeño—. Yo tengo un amigo que se llama de ese modo.
—¿En serio?
—Si.
Ella rió suavemente—. Entonces es muy cariñoso, este Felix si lo es.
—Si, él es cariñoso —acepté antes de agregar:— Y muy bocón, también.
Nicky comenzó a hablarme de como de cariñosos eran sus muñecos y de porque cada uno llevaban un nombre unico, por que todos eran especiales para ella. También me contó como su papá llevaba hombres malos a la casa y le gritaba si ella entraba a su despacho cuando estaban hablando. Parecia que Holmes mantenia a su hija encerrada, ya que yo no tenia ni idea de que tuviese una.
Luego de lo que me parecieron horas, Nicky al fin pareció cansarse de escucharse hablar a si misma y calló rendida ante el sueño. Colocando sus peluches cerca, la tape con el acolchado y cedí a la tentación de besar su suave cabello rubio antes de caminar hasta la puerta. Aferrando el pomo en mi mano, le di una última mirada y por un momento permití que mis recuerdos me inundaran, esos que hacia ya varios años que habia enterado.
Una lagrima solitaria corrió por mi mejilla al darme cuenta de que mi pequeña Hanni tendría su misma edad si no me la hubiesen arrancado.
Secando la humedad, sacudí la cabeza y salí de la habitación.
🍂 ᴺᵒˢ ˡᵉᵉᵐᵒˢ ˡᵘᵉᵍᵒ 🍂
ㅡ B Y B Y
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