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VI

Hyunjin

—¿Qué se supone que estás haciendo?

La voz de Changbim logró que saltara sobre mi trasero, cayendo del sofá y golpeando mi cabeza contra la punta de la mesa ratona. Sentándome, froté el punto de dolor y miré mal al castaño. Si el chico seguía apareciéndose de ese modo seguro iba a morir joven. Siempre había tenido la mala costumbre de sorprenderme, un día iba a lograr su cometido y me iba a dar un sincope por su culpa.

—Voy a ponerte una campana de iglesia en el cuello, a ver si así haces algún jodido sonido cuando entras a una habitación. —me quejé.

Saltando sobre el respaldo del sofá, movió su gran cuerpo hasta que estuvo sentado y me miró—. ¿Qué estabas haciendo?

—Rascándome las naranjas —respondí mientras metía la mano bajo el sofá, buscando mi celular que había volado de mi mano cuando había tocado el suelo—. ¿Por qué estas fastidiándome?

—¿Te molesté? —hizo un gesto falsamente sorprendido—. Lo siento, jamás fue mi intención molestar a su majestad.

—Ese es el respeto que he estado pidiendo —señalé—. Sigue diciéndome "su majestad" y tal vez no te golpee.

Se rió, colocando los codos en sus rodillas antes de descansar su barbilla en la palma de sus manos. Era extraño ver a un hombre tan grande como él en esa posición, daba una imagen de montaña sonriente que estaba a punto de golpearte, si eso tenía algún sentido. Su sonrisa se hizo más grande cuanto más tiempo me miraba, hasta que finalmente logró incomodarme.

—¿Por qué me miras así?

—Aleluya, ha ocurrido un milagro —coloque la tapa de mi celular y lo encendí, rezando para que el chat con Felix no se hubiese perdido—. ¿Qué ha traído a nosotros tremendo suceso?

—Un día vas a morderte la lengua, Hyunjin, y tu propio veneno será el que te mate. —aseguró.

Lo miré alzando una ceja—. ¿Me estas tratando de víbora, plebeyo?

—Siempre has sido venenoso, enano. —se burló, logrando que me arrojara sobre él y comenzara a golpearlo.

—¿Ustedes siempre tienes que estar golpeándose? —la voz tímida y dulce de Seungmin logró que me detuviera para mirarlo.

El chico era físicamente de la misma complexión que Felix, delgado y pequeño de estatura. Aunque tenia la impresión de que la apariencia de Seungmin no se debía a genética, si no a años de malos tratos. Su cabello había sido recortado recientemente y ahora se acomodaba en un peinado al viento dejando su rostro descubierto. Sus ojos castaños tenían forma de almendras y era demasiado jodidamente pálido para su bienestar. El chico podía participar en una película de vampiros sin maquillaje.

—Hey, Minnie, ¿Qué te ha traído a... la sala? —pregunté.

—No me digas Minnie —se quejó suavemente—. Pensé que había sucedido algo, te escuché gritar y...

—Pensaste que uno de estos malditos desconsiderados al fin había obtenido su venganza —terminé por él mientras me ponía de pie—. No te preocupes, cuñadito, soy demasiado bonito como para que me maten.

—No me digas... —rodó los ojos—. Contigo no se puede hablar, eres un idiota.

—Hey, eres la segunda persona que me dice eso en el día —sonreí—. Tal vez tú y Felix deberían hacerse amigos —lo pensé un segundo—. Pensándolo bien, esa seria una buena idea. Si tu fueras su amigo, hablarías cosas buenas de mi y Felix dejaría de pensar que soy un gigolo, cosa que soy pero no tiene porque restregármelo en la cara.

Seungmin inclinó la cabeza, mirándome con curiosidad—. ¿Quién es Felix? ¿Y por qué piensa que eres un gigolo?

—Porque le ofreció amablemente sus servicios. —respondió Changbin por mi.

—No estoy entendiendo nada. —frunció el ceño, pareciendo confundido como el infierno.

—Yo te lo explico, cuñadito —caminé hacia él, colocando un brazo sobre sus hombros—. Tu serás la llave para que pueda entrar en la cama de Felix.

—No voy a ayudarte a acostarte con un chico. —se zafó de mi brazo.

—Porque eso esta mal —chilló. La verdad era la primera vez que el chico alzaba la voz—. El sexo sin amor
es igual de satisfactorio que chupar la tapa de una lata.

Bien, ahora era yo quien no entendía—. ¿Eh?

Sus ojos rodaron antes de mirarme como si fuese estúpido—. Cuando tienes sexo con personas por las que no sientes nada, solo estas haciendo más grande el vacío en tu interior.

—¿Eh?

—El sexo sin amor no llenara la falta de amor que tienes.

ㅡ¿Eh?

—¡Que dejes jodidamente de acostarte con todo lo que se mueve y pienses en buscarte un maldita pareja permanente antes de que te pierdas en tu puta soledad! —gritó, logrando que diera un salto hacia atrás y lo mirara sorprendido. Sus mejillas se sonrojaron y bajo la mirada—. Lo siento.

Sonreí dándole un pequeño golpe en el pecho—. Y yo que pensaba que no podías hablar más alto que un murmullo.

Me miró—. ¿Acaso escuchaste algo de lo que te dije?

—Por supuesto. —asentí, mi celular sonó dentro de mi bolsillo y lo saque tan rápido que pensé que se caería de mi mano—. Sana esta libre esta noche, tendré sexo finalmente.

Seungmin golpeó su mano contra su frente antes de girarse hacia Changbin—. ¿Cómo rayos lo soportan?

—Ignóralo —aconsejó—. Es lo que todos hacemos. Hyunjin es un caso perdido, terminara solo como un perrito sarnoso al que nadie quiere.

—Buscas el amor en los lugares equivocados —musito Seungmin, mirándome de forma extraña—. Espero que algún día choques con alguien que realmente te vea a ti y no a todas tus equivocaciones porque si no sucede, la soledad te comerá de a poco y Changbin tendrá razón.

Dicho eso, se volteo y subió las escaleras, dejándome sintiéndome como una real basura.




Felix


El sonido insistente de mi celular logró que abriera finalmente los ojos y mirara a mi alrededor. Mi habitación seguía en penumbras y la noche aún dominaba el exterior. Frunciendo el ceño, hice que Jisung rodara fuera de mi cuerpo y busque a tientas mi celular. El chico se había auto invitado a mi casa y por alguna razón extraña, paso de estar durmiendo en el suelo a tener sus asquerosos pies en mi rostro.

—Uhhh —se quejo—. Bésame, Matt.

Rodee los ojos al darme cuenta de que el idiota estaba soñando nuevamente con Matt Bomer, esa era una de las cosas que odiaba de las pijamadas con Han. El chico solía besar almohadas diciendo el nombre de algún actor mientras pedía más. Era jodidamente extraño.

Una vez logré tomar mi celular, miré la pantalla con los ojos estrechados. Mi visión estaba demasiado borrosa como para poder leer las letras por lo que, en un intento de no despertar a Jisung, me lleve el aparato al oído.

—¿Hola?

—Pensé que no ibas a atenderme —la voz flotó arrastrándose por el auricular.

—¿Hyunjin? —musité.

—¡Recuerdas mi nombre! —chilló, logrando que apartara el aparato de mi oído—. Y yo que pensaba que no te importaba.

—¿Qué hora es?

Enderezándome sobre la cama, miré el reloj despertado sobre mi mesa de luz y gemí—. Son las cuatro de la mañana, jodido gigolo, ¿Qué rayos quieres?

—Uh, veo que ya estas despierto —rió—. Eres tan odioso—. Por eso creo que eres tan lindo —rió tontamente, logrando que mi cerebro registrara realmente su voz y me diera cuenta de que el chico estaba probablemente borracho—. Eres la única persona que me ha rechazado en muchos años.

—Bien por mi —salí de la cama lentamente, deslizándome hasta el baño y cerrando la puerta detrás de mí en un intento de no despertar a Jisung—. ¿Cuánto has bebido?

—No lo sé —chasqueo los labios—. Lo suficiente.

—¿Lo suficiente para qué?

—Para olvidar que soy una mierda.

Eso me dejo en shock, mi boca se abrió y se cerró pero realmente no tenia nada que decir. No lo conocía realmente.

—¿Crees en cuentos de hadas, Felix? —el cambio repentino me confundió pero lo agradecí mentalmente.

—Lo hacía.

—¿Por qué dejaste de hacerlo?

Me senté en la tapa cerrada del inodoro—. No lo sé, crecí.

—Aún no.

Fruncí el ceño—. ¿Aún no que?

—Aun no crezcas —pidió, su voz fue tan suave que la tristeza en ella llegó hasta mi—. Tu no debes dejar de creer, no todavía.

—¿Por qué no, Hyunjin?

—Por que tu eres un príncipe y tendrás un bonito castillo y te casaras con un rey que te ame mucho.

Bien, estaba oficialmente confundido—. ¿A qué viene todo esto? ¿Acaso es un intento desesperado de llegar a mis pantalones? Porque si es así, yo...

—¿Y sabes que pasara conmigo cuando eso suceda? —siguió sin prestarme atención—. Yo observaré como eres feliz, mientras me quedo con mi soledad porque soy un puto gigolo que no se tiene ni una pizca de auto respeto.

—¿Por qué tú no puedes tener un príncipe? —me sorprendió que la pregunta se me saliera pero no podía devolverlas.

—Por que perdí esa oportunidad —respondió—. Por que perdí la esperanza de que alguien me salve de mi mismo.

Tragué con fuerza—. ¿Qué pasa si yo quiero ayudarte?

—Probablemente te arrastré conmigo —susurró—. No lo hagas.

—¿Y si aun así quiero arriesgarme?

—Me aferraré a ti con todas mis fuerzas. —afirmó y por alguna razón sonreí.


🍂 ᴺᵒˢ ˡᵉᵉᵐᵒˢ ˡᵘᵉᵍᵒ 🍂

ㅡ B Y B Y

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