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EXTRA 2

El rubio acarició la mejilla del joven que se encontraba plácidamente dormido, recostado en su hombro con su respiración tranquila, en calma, su pecho subiendo y bajando lentamente.

Es tan hermoso... pensó.

Sintió la suave piel de su rostro bajo sus dedos, palpó el contorno de sus labios con delicadeza, tan tímidamente como si de una pieza de porcelana se tratase.

¿Qué había hecho para merecer a semejante ángel a su lado?

Una sonrisa asaltó sus labios cuando los recuerdos de la noche anterior se colaron entre sus pensamientos. Era el primer día de su nueva vida, aún era demasiado pronto, apenas llevaba un día, por no decir horas, con el total y absoluto derecho de poder llamar "novio" al chico dormido junto a él, pero no podía evitarlo, su corazón iba a explotar y la simple sensación le encantaba.

Se sentía vivo... sentía que volvía a ser un adolescente de diecisiete años, y vaya que era increíble.

El castaño abrió los ojos despacio, encontrándose con una mirada azulina, unos ojos como el cielo que le observaban con cariño.

—Buenos días... —comentó Seokjin con una sonrisa.

—Buenos días, chico bonito —le contestó Namjoon.

—¿En qué pensabas mirándome tan fijamente? —preguntó el castaño, está vez con una sonrisa boba pegada al rostro.

—En la suerte que tengo de poder tener a alguien tan hermoso a mi lado —respondió el rubio.

•••••

FLASH BACK

Namjoon avanzó entre las personas que, despreocupadas del mundo a su alrededor, se limitaban a seguir y disfrutar el ritmo de la música que retumbaba y amenazaba con tirar los cristales.

Llegó a la barra principal y se encontró justamente con lo que estaba buscando. Bogum estaba sentado en un taburete junto a cierto castaño.

Con una sonrisa coqueta caminó hasta los dos hombres.

Buenas noches saludó el rubio.

Hola dijo Seokjin.

Que bueno tenerte por aquí amigo dijo Minhoo, luego miró a Seokjin—. Como no quiero hacer mal tercio me iré desde ahora le guiñó un ojo—. Pidan lo que quieran dicho aquello se levantó del taburete y caminó alejándose de la barra.

¿Cómo va todo? preguntó el mayor en tono casual, tomando asiento al lado del castaño.

Pues... bien, supongo... respondió éste.

De que estaba algo extrañado, lo estaba. Con todo lo sucedido en los últimos días con Hani y su intento de asesinar a Taehyung, no había tenido tiempo de estar con el mayor. Todo se había quedado el la última platica que tuvieron sobre el inicio de sus trámites de divorcio.

Te estaba buscando... llamé pero no respondías comentó Namjoon. El castaño frunció el ceño y rebuscó en sus bolsillos sacando su móvil, el mismo estaba apagado.

Al parecer me quedé sin batería dijo el menor.

Quería hablar contigo sobre algo... es importante.

Por supuesto... sin saber por qué, Seokjin sintió como los nervios empezaban a taladrar su estómago.

Pero no aquí... si aún no has cenado, me gustaría invitarte, podría prepararte algo en mi departamento...

Me parece bien aceptó el castaño. Namjoon se puso de pie y extendió una mano hacia el menor, quien no puso negativas y se dejó guiar a través del gentío.

Salieron del edificio y llegaron hasta donde el auto del mayor se encontraba aparcado. En ese momento Namjoon vio la oportunidad perfecta para hacer lo estaba deseando desde hace rato cuando el apareció ante su vista.

Le empujó contra el auto, llevó una mano a su cintura, la otra se posó detrás de su nuca sujetándole fuertemente para acto seguido unir sus labios.

Aprovechó un jadeo que escapó de los labios del menor para invadir su cavidad bucal, probando el sabor del alcohol directo del paladar ajeno.

Seokjin rodeó el cuello del rubio con sus brazos, disfrutando con todo su ser de la maravillosa sensación de aquellos esponjosos labios moviéndose con maestría contra los suyos.

Ya no estoy con Hwasa... dijo el rubio rompiendo el beso.

¿Qué? preguntó el castaño jadeante, perdiéndose en la mirada contraria.

Los trámites del divorcio ya finalizaron... no había encontrado el momento indicado para decirte todo lo que ha pasado en los últimos días... volvió a besarle de forma fugaz—. Soy un hombre totalmente libre... libre y tuyo, sin nada de por medio...

El castaño sonrió ante las palabras dichas por el mayor, volvió a estampar sus labios sobre los contrarios, esta vez sin poder controlar todos los sentimientos que en ese instante se desbordaban dentro de su pecho.

No te imaginas... habló Seokjin separándose apenas un centímetro—. Como necesitaba escuchar eso...

Ya te lo había dicho, chico bonito otro fugaz beso—. Es contigo con quien quiero estar...

Dicho aquello y después unos cuantos besos más, ambos subieron al auto y el rubio lo puso en marcha. El camino se les hizo eterno, quizás por la emoción del momento o por las ansias que cargaban, tal vez por ambas.

En cuanto llegaron al departamento, entraron al mismo a paso torpe. Namjoon no perdió la oportunidad de tomar al menor entre sus brazos y levantarlo haciendo que quedara sujeto con las piernas a su cintura.

Me imagino que la invitación a cenar queda declinada... comentó el castaño.

Si no te molesta, prefiero pasar directamente al postre... Seokjin negó con la cabeza.

No me molesta en lo absoluto... y sujetando el rostro del rubio con ambas manos volvió a atacar sus labios.

Namjoon continuó con su camino hasta llegar a su habitación donde al dar con el filo del colchón se dejó caer en este, quedando con el castaño encima suyo.

Seokjin abandonó los labios del rubio, para descender por su mandíbula y parar en su cuello donde repartió besos húmedos, ganando jadeos por parte del contrario como recompensa.

Se incorporó y se sacó la polera por encima de la cabeza, dejando su torso desnudo a la vista del rubio, quien elevó una de sus manos hasta el plano abdomen para poder acariciarlo, ascendió hasta su pecho, se mordió el labio inferior, jamás se cansaría de sentir aquella ardiente piel bajo su palma.

Ahora quien se inclinó hacia delante fue el rubio, empujando al castaño para dejarlo debajo suyo y así poder recorrerlo a punta de besos. Su lengua se paseó por todo su pecho, deteniéndose en uno de sus pezones, chupando y mordiendo, los gemidos de Seokjin no se hicieron esperar.

Nam... gimió necesitado.

El rubio no se hizo del rogar, él también estaba al límite. Poco a poco, una por una, las prendas de vestir se vieron siendo esparcidas por toda la habitación.

Ven aquí, chico bonito... pidió el rubio. Rápidamente fue hasta la mesilla de noche y buscó dentro del primer cajón, tomó el pequeño frasco de lubricante y vertió un poco sobre sus dedos—. Date la vuelta...

Seokjin obedeció cada indicación del mayor, un jadeo escapó de sus labios cuando sintió al primer intruso en su interior, luego otro le hizo compañía y al poco tiempo terminó con tres dedos invadiendo su interior.

Namjoon acariciaba la espalda del castaño, mientras se deleitaba con los gemidos que este dejaba escapar.

Creo que ya es suficiente... dijo el rubio retirando sus dedos. Sujetó al castaño de su cintura y tiró de él para dejarlo a orillas de la cama.

Aprovechó para liberar su erección, y posicionarse detrás del castaño, volvió a acariciarlo suavemente y se inclinó para dejar pequeños besos sobre su espalda.

No sé si es el momento adecuado para preguntar, pero... ¿Serías mi novio, Seokjin? No espero una negativa como respuesta el castaño sonrió ante las palabras del mayor, miró por encima de su hombro y de forma sugerente restregó su trasero contra su erección.

Primero fóllame... después veremos... Namjoon sonrió ante aquella descarada actitud.

Entonces... con una mano guió su miembro hasta la entrada del chico—, tendré que hacer bien mi trabajo, chico bonito.

De una estocada penetró al castaño, arrancándole un fuerte gemido, esperó unos cuantos segundos antes de empezar a moverse. Con ambas manos sujetó las caderas del menor y empezó un ligero vaivén que poco a poco fue adquiriendo consistencia.

¿Te gusta? Quiero escucharte, chico bonito... demandó el rubio con voz ronca.

Si... m-me gusta... ¡Joder si! Seokjin se deshizo en gemidos, aferrado a las sábanas, mientras el rubio cada vez más le empujaba al borde de la locura, la más placentera.

En aquella habitación sólo eran audibles los gemidos y gritos de ambos, en perfecta armonía con el sonido que producían sus pieles al chocar.

Más... Nam... Namjoon...

El rubio acató el pedido del castaño, por un momento salió de él, con un ágil movimiento le obligó a ponerse de espaldas contra la cama y se posicionó entre sus piernas, para volver a embestirlo casi al instante.

En una de aquellas embestidas tocó el punto del castaño haciéndole gritar, volvió a hacerlo, y no hubo vuelta atrás, golpeó aquel punto una y otra vez con embestidas rápidas y certeras.

Eres... tan precioso... dijo el rubio, se inclinó y tomó los labios contrarios entre los suyos, sus embestidas se hicieron más rápidas, el castaño estaba al borde, lo sabía—. Vamos chico bonito... ahora...

El castaño se corrió sin poder soportarlo más, en medio de gemidos y gritando frases sin sentido, Namjoon llegó al límite en cuanto las paredes del castaño se contrajeron, apretando aún más su miembro, sin más su orgasmo explotó llenándolo todo.

Se desplomó sobre el menor, con el rostro enterrado en su cuello, podía sentir como su corazón latía desbocado.

Si... Si quiero ser tu novio... dijo Seokjin. Pudo sentir la sonrisa del rubio contra su piel.

Me alegra escuchar eso...

FIN DEL FLASH BACK

•••••

—No digas tonterías... —habló el castaño sonriente, el enamoramiento era más que evidente en su mirada—. En todo caso yo debería de decir aquello... —se incorporó, no sin antes dejar un fugaz beso sobre el pecho del rubio, miró al rededor de la habitación, los rayos del sol se filtraban por las cortinas—. ¿Qué hora es?

—Las... diez y treinta y ocho —respondió Namjoon observando el reloj que descansaba sobre la mesilla de noche—. Hoy tengo hasta el medio día libre, podemos...

—¡Mierda! —le interrumpió el castaño con cara de espanto—. ¡Se suponía que a las nueve en punto tenía un examen!

Se lanzó de la cama y se metió al cuarto de baño, claro, tropezando y cayendo en el proceso.

Namjoon no pudo evitar soltar un par de risas ante aquella situación. Seokjin era alguien muy maduro, pero también, en pocas ocasiones, muy infantil. Amaba todas y cada una de sus facetas.

Aquella mañana no fue única, aún les quedaban muchas más por vivir. Tenían toda una vida para construirla juntos.

Y ya lo habían hecho desde antes, desde el primer momento en que ambas miradas se cruzaron por primera vez, aunque no lo supieran en aquel entonces.

Aquella mañana sólo fue un comienzo oficial, para lo que ya estaba destinado a ser.

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