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51

El castaño tocó la puerta un par de veces y entró luego de escuchar un suave "adelante".

Ingresó en la habitación, encontrándose con su mejor amigo, tenía una bandeja frente a él, con lo que parecía ser sopa, éste inmediatamente la hizo a un lado.

—Jin... —dijo el pelinegro. El mencionado se acercó a la camilla a paso rápido, y con delicadeza abrazó al menor, como si fuera una hoja que pudiese quebrarse con cualquier toque.

—Tenía tanto miedo... —dijo el castaño separándose de Taehyung, para mirarle con ojos cristalizados, de los cuales no tardaron en salir un par de lágrimas—. No te imaginas lo agradecido que estoy de que estés vivo... —un sollozo se escapó de su garganta.

—Por supuesto que estoy vivo, no podría morir ahora, sé que no podrías vivir sin mi... —aunque sus palabras fueron en broma, no pudo evitar que su voz saliera temblorosa y que sus ojos se cristalizaran.

—Tienes razón —respondió Seokjin con una pequeña sonrisa, mientras se limpiaba las lágrimas con el dorso de su mano—. Eres mi mejor amigo, mi vida sería una mierda sin ti... disculpa no haber venido ayer, la universidad me robó todo el día...

—No te preocupes... —el pelinegro hizo una pausa—. Respecto a eso ¿alg...

—Está bien —le interrumpió el castaño—. Namjoon y yo nos encargamos de todo el papeleo en rectoría, tienes un mes de licencia médica.

—Oh... de acuerdo...

—¿Como te sientes? —preguntó Seokjin.

—Obviando el hecho de que siento como si un tren de carga me hubiese pasado por encima... estoy bien.

—Esa maldita loca... y tú, estúpido, Namjoon me contó todo, no puedo creer hayas hecho algo tan arriesgado.

—Ya está hecho... lo importante es que estoy vivo y que Namjoon y Jungkook no resultaron heridos... ¿Qué pasó con Hani? Namjoon... él también disparó su arma...

—Por desgracia sigue viva, será internada en un sanatorio...

—¿Un sanatorio? Pero ella...

—Padece de un trastorno... al final si era una psicópata...

—Ahora todo tiene sentido... cuando estuve con ella sentí tanta lastima... Está tan obsesionada con Jungkook... tan hundida en su egoísmo, es increíble.

—Ya no volverá a hacerle daño a nadie.

—Un corazón no debería tener espacio para tanto odio...

—No debería... Pero por suerte existen corazones como el tuyo —esta vez el castaño habló con una sonrisa, se percató de la bandeja que estaba junto al pelinegro—. Termina tu almuerzo —dijo señalando la bandeja, Taehyung hizo una mueca de asco.

—No creo que pueda soportar un bocado más de esa cosa insípida... ni siquiera tengo tanta hambre.

—Nada de eso —el castaño negó con la cabeza y se estiró para poder tomar el tazón junto a la cuchara de plástico—. Abre la boca...

—Pero...

Seokjin no le dejó hablar, de imprevisto metió la cuchara con un poco de caldo en la boca del menor, y éste tragó con desagrado.

—Buen chico... —comentó el castaño complacido.

•••••

Los días transcurrieron de forma rápida, en un abrir y cerrar de ojos los mismos se vieron transformados en semanas y esas semanas, no tardaron en convertirse en meses.

Taehyung se encontraba sentado en una cafetería, junto al cristal, observado a las personas que iban y venían, los autos que transitaban.

Cerró sus ojos por un momento. Su vida había cambiado tanto en tan poco tiempo, nunca pensó que podría llegar a creerse a si mismo como una persona feliz.

Pero en verdad lo era, después de tantas cosas, por fin lo era.

Vivir con Jungkook durante todo ese tiempo, no podía simplemente expresarlo con palabras, el azabache se tomaba muy en serio eso de hacerle sonreír cada día, tenían sus altibajos, como todo el mundo, pero al final del día, era simplemte maravilloso.

Después de toda una vida prácticamente sólo, había encontrado una familia, los padres de Jungkook le trataban como si fuese un hijo más, con el paso del tiempo había entablado una muy buena amistad con Hwasa y Namjoon, ambos fueron un gran apoyo para él.

Principalmente el rubio, y ahora mucho más, siendo oficialmente el novio de su mejor amigo, se alegraba mucho por ese par.

Que bien se sentía la genuina felicidad...

—Taehyung... —una voz le llamó, sacándole de sus pensamientos.

—Hola... —saludó el pelinegro en voz baja.

—No sabes lo feliz que me hizo tu llamada —dijo su padre, tomando asiento frente a él—. No he sabido nada de ti en mucho tiempo... fui a buscarte a tu departamento pero me dijeron que ya no vivías allí...

—Si... Ahora vivo con Jungkook, somos novios.

—¿Qué? Digo... —se corrigió rápidamente—. Ya veo... ¿Por qué querías verme, Taehyung?

—Verás... hace un par de meses me encontré con alguien, muy importante... —sonrió ante el recuerdo de aquel momento—. Esa persona me dijo que debía pasar página y empezar de nuevo... Creo que tenía razón.

—¿Qué quieres decir? —preguntó el mayor algo confundido.

—Quiero dejar el pasado atrás... de nada me sirve seguir guardando rencor... Ya no más... lo que quiero decir es... que te perdono, por todo... Si es posible, me gustaría que... —se calló de repente, buscando las palabras adecuadas, aún le era difícil—. No estoy diciendo que de la noche a la mañana seremos padre e hijo con todo lleno de amor y color rosa... aún necesito tiempo... sólo quiero que sepas que no te odio... y si alguna vez me invitas un café o si quieres hablar, yo aceptaré sin problemas... Padre.

El mayor no fue capaz de expresar palabra alguna, un nudo se había formado en su garganta. Sus ojos se transformaron en un par de pequeñas cataratas, por las cuales lágrimas saladas corrían libremente.

—Dilo de nuevo... —dijo finalmente—. Lo último que dijiste... Por favor...

—Padre... —repitió Taehyung con la voz entrecortada.

—Otra vez...

—Padre... —las lágrimas brillaron en sus ojos.

—De nuevo, por favor...

—Padre... —esta vez las lágrimas mojaron su rostro.

El mayor tomó las manos de Taehyung por encima de la mesa, con fuerza, como si quisiera jamás soltarle.

—Hijo... mi hijo... Daría mi vida, si eso sirviera para evitar que hayas sufrido tanto en estos años...

—Eso ya no importa papá... el pasado ya no sirve de nada...

—Si lo hace, fui un mal padre, tu madre debe odiarme desde donde quiera que esté —el menor negó con la cabeza.

—Mamá está bien y nos cuida, ella jamás te odiaría.

—Le daré motivos para no hacerlo... Quiero enmendar mis errores... Siempre que lo necesites estaré aquí para ti, no pienso presionarte, tampoco tengo mucho que ofrecer... Pero siempre estaré aquí para ti... como no lo hice en tanto tiempo... Sé que eso no es suficiente para...

—Lo es —le interrumpió el menor—. Es más que suficiente... papá.

Papá... hacía años que no pronunciaba aquella palabra, el sólo pensar en ella taladraba dolorosamente en su corazón.

Pero ahora... Ahora sentía que le quitaba un gran peso de encima.

•••••

—¿En serio, Jungkook? —preguntó el pelinegro alzando una ceja con incredulidad.

—Muy en serio, date la vuelta —pidió el azabache.

—Esto es estúpido, de todas formas voy a ver lo que sea que hayas hecho... —habló Taehyung mientras se daba la vuelta, permitiendo que el mayor le colocara un pañuelo, impidiendo así, su visión.

—Tienes razón pero así es más romántico —respondió Jungkook en tono de broma.

—Tus sorpresas exceden el romanticismo, la última vez medio París te vio hacer el papel de loco enamorado... La verdad, no sé qué esperar de ti...

El azabache sólo rió, tomó la mano del menor y empezó a caminar guiándolo hacia la entrada de la residencia.

Estaban en la casa de la playa, el sol ya se había ocultado dando paso al inicio del anochecer.

Con cuidado el azabache le ayudó a entrar, una vez dentro cerró la puerta tras su espalda.

—Huele a... ¿Vainilla? —dijo Taehyung, respiró profundo—. Mm... Si es vainilla... Ahora si que tengo curiosidad...

Jungkook ayudó al pelinegro a dar unos cuantos pasos más, luego se alejó de él.

—Bien, puedes quitarte el pañuelo... —así lo hizo, rápidamente descubrió sus ojos, y cuando estos se acostumbraron a la tenue iluminación, observó todo con la boca abierta.

—Kook... Esto... esto es...

—Sorpresa, dulzura —dijo Jungkook con voz suave y una sonrisa.

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