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45

La música quizás estaba demasiado alta pero a nadie le importaba, estaban muy ocupados siguiendo su ritmo en el centro de la sala de estar donde había sido colocada una improvisada pista de baile.

Aquella noche era para celebrar que Jungkook y Taehyung por fin eran novios oficialmente.

—Me hubieras dicho que esta era la razón por la cual dejaste de trabajar en el club —dijo Bogum acercándose a Taehyung mientras le ofrecía una cerveza.

—La verdad ésta no fue la razón —respondió Taehyung aceptado la bebida—. Digamos que hubieron fallos técnicos...

—Te lo voy a perdonar porque ahora eres mi cuñado —comentó el castaño con una sonrisa—. Bienvenido a la familia.

—Gracias —respondió el pelinegro, imitando la sonrisa del castaño.

—¡Taehyung! —ambos chicos se giraron en busca de la procedencia de aquella voz—. ¡Vamos a bailar!

Hwasa se acercó al menor y le tomó del brazo tirando de él para arrastrarlo hasta el centro donde la mayoría bailaba.

—Ah ya que... —suspiró Bogum divertido, dándole un último trago a su cerveza para después seguir a los otros dos e integrarse al grupo que disfrutaba la música.

Se suponía que en un principio sería una "pequeña celebración", pero terminaron sumándose muchas personas. Amigos de Jungkook, de Namjoon, Bogum y Hwasa también habían invitado a varias personas, sin contar amigos en común que Taehyung y Seokjin tenían la universidad. Aquella gran casa terminó convirtiéndose en una especie de improvisado club nocturno.

Taehyung y Hwasa empezaron a bailar y la verdad, lucían demasiado bien. Taehyung era un gran bailarín y Hwasa no se quedaba atrás.

Ambos se girando, pegando sus respectivas espaldas, los demás lanzaron un grito dándoles un poco de espacio para poder apreciar mejor el pequeño espectáculo que se había iniciado. Se movían de forma bastante sincronizada para ser algo improvisado.

Jungkook miraba toda la escena desde la improvisada barra que se había puesto al lado de las escaleras, en compañía de Namjoon y su hermano, Hongjoong.

Taehyung era perfectamente consciente de ello, podía sentir la mirada del azabache insistentemente pegada a su cuerpo, y lo corroboró al mirar justo en su dirección, haciendo que sus miradas se encontraran.

—¿Segura de que puedes superarme? —le preguntó Taehyung a Hwasa, dándose la vuelta para poder mirarla a la cara.

—¿Y te atreves a preguntarlo? Mira como lo hago —dijo la pelinegra. Acto seguido se alejó del menor unos cuantos pasos, y empezó a mover sus caderas mientras llevaba sus manos hasta su cabeza de forma sensual, enredado los dedos en su propio pelo.

Taehyung no se quedó atrás, él también sabía como mover las caderas. Mordía sus labios, su lengua traviesa se asomaba de vez en cuando, se echaba el pelo hacia atrás, sus manos se movían con gracia, de vez en cuando rozaba su entrepierna a propósito, cada movimiento bajo la atenta mirada de Jungkook. Taehyung lo sabía, por eso le miraba a la cara y le guiñaba un ojo mientras sonreía.

Puto infierno...

—Quiere que lo folle... me lo está pidiendo a gritos... —soltó el azabache con voz ronca sin despegar los ojos del pelinegro. Namjoon y Hongjoong le miraron con una ceja alzada.

—Estás mal amigo mío... —dijo el menor de los Kim.

—Mal y desesperado por sexo... —continuó el mayor.

Jungkook les ignoró a ambos. Solo podía concentrarse en el chico que se movía tan descaradamente a tan sólo unos metros de él.

Tomó lo poco que quedaba en su vaso y dejándolo totalmente vacío sobre la superficie de madera e ignorando olímpicamente a sus dos amigos, caminó en dirección hasta donde los demás bailaban.

Con una sonrisa de superioridad avanzó a través de las personas y como si fuera lo más casual se pegó al chico, empezando a seguir su ritmo sin ningún problema. Con esto dándole fin a la función que había empezado. Hwasa sólo sonrió y se hizo a un lado, dejándose arrastrar por un chico pelirrojo que se había acercado a ella para sujetarle por la cintura.

—¿Qué crees que haces dulzura? —preguntó Jungkook, hablando al oído del menor, con la voz más ronca y profunda de lo normal. Taehyung cerró los ojos por un segundo, disfrutando del delicioso escalofrío que aquellas simples palabras habían enviado por todo su cuerpo.

—¿Tú que crees? —preguntó de vuelta el pelinegro mientras se mordía el labio inferior. Gesto que fue a parar directo a la entrepierna del azabache. Sus pantalones ya le estaban empezando a apretar.

—Estás jugando con fuego, pequeño... —dijo Jungkook, y suspiró cuando la mano del menor descendió disimuladamente por su torso hasta llegar a tocar su, ya muy despierto, miembro—. Te puedes quemar...

—¿Y qué si eso es lo que quiero? —Taehyung le miró directo a los ojos, dando un aprentón en la erección del azabache—. Muestráme que tanto puede arder...

J... O... D... E... R...

El poco autocontrol que Jungkook poseía en ese momento, se fue por el retrete para jamás volver. Tomó la mano del pelinegro apartándola bruscamente de sus pantalones, para acto seguido empezar a arrastrarle en dirección a las escaleras, sin el más mínimo disimulo o discreción. Subieron los escalones hasta perderse de vista.

Aunque claro, alguien siguió con la mirada cada paso que dieron. Seokjin negó sonriendo pícaro mientras observaba como la pareja se desvanecía en el segundo piso.

—Deberíamos seguir sus pasos... —dijo alguien a sus espaldas. El castaño dió un respingo y se giró para encontrarse con una intensa mirada azul.

—No creo que sea lo más apropiado en estos momentos... —respondió el menor.

—¿Por qué? —preguntó el rubio, acercándose más al contrario, invadiendo su espacio.

—Pues... —¿Pues qué? Seokjin la verdad no sabía que decir, si había algo que en realidad quería, era estar con Namjoon. Desde que habían regresado de París no habían tenido oportunidad de siquiera compartir un mísero beso—. Esto... estamos en casa de Jungkook —habló apresurado—. Es de mala educación follar en casas ajenas.

—Te has vuelto muy directo, chico bonito —Namjoon alzó ambas cejas, luego habló en tono burlón—. ¿Cómo sabes que yo me refería a follar? Que pervertido pequeño... —el rostro del castaño se puso tan rojo que rivalizaría con un tómate.

—No quise decir eso... Yo...

—Vamos a un lugar más apartado —le interrumpió el rubio. Seokjin simplemente se dejó guiar por un pasillo conjunto al mismo que llevaba a la cocina.

Namjoon abrió la segunda puerta, al parecer para el castaño, era una de las habitaciones para invitados. En cuanto la misma se volvió a cerrar, un fuerte ruido seco se escuchó. El sonido que un cuerpo hacía al ser empujado contra una superficie de madera.

Seokjin jadeó cuando el rubio le empotró contra la puerta, cosa que Namjoon aprovechó al atacar su boca e introducir su lengua en la misma. El castaño recibió el beso gustoso, extrañando la sensación tan placentera que aquella acción le propinaba.

Namjoon le alzó, sujetando sus glúteos, el castaño entendió y se trepó al rubio, rodeándole la cintura con sus piernas.

El mayor inmediatamente se giró para caminar hasta la cama, donde depositó al castaño para acto seguido posicionarse sobre el, perfectamente encajado entre sus piernas.

Sus labios fueron a parar al cuello más joven, donde dejaron mordidas y chupetones que más tarde se convertirían en notorias marcas rojas.

—Mmm... Nam... —gimió el castaño cuando el mayor coló sus manos por debajo de su camisa.

—No sabes la falta que me hizo escucharte gemir de esa forma... —dijo el rubio seductoramente.

El castaño iba a hacer un intento por responder a aquello con alguna oración coherente, pero el sonido de la puerta siendo abierta, sirvió de interrupción.

Una pelinegra y un chico de cabellera roja habían irrumpido en la habitación, besándose con intensidad sin reparar en su alrededor.

Namjoon y Seokjin se separaron, o bueno, éste último empujó al primero quitándoselo de encima.

El castaño reconoció a la pareja, eran Hwasa y el pelirrojo con el que la había visto bailar hace rato.

—Disculpen... —habló Namjoon, con un fuerte carraspeo de garganta para llamar la atención de los otros dos, que se aproximaban a la cama, muy absortos en la tarea de comerse la boca mutuamente.

Se separaron. La pelinegra abrió un poco los ojos, evidentemente algo sorprendida, el pelirrojo soltó una pequeña risa.

—Pensaba que estabas con tu hermano... —dijo Hwasa.

—Tu lo has dicho, estaba —respondió Namjoon, esta vez en un tono más jovial.

—Yo creo que me mejor me voy... —comentó Seokjin, ya con intenciones de bajar de la cama, pero el rubio no le dejó.

—No, nosotros somos quienes deben irse —dijo la pelinegra.

—Lamentamos la interrupción —esta vez habló el pelirrojo, aún abrazado a la cintura de la pelinegra—. Te recuerdo del club... —esta vez habló refiriéndose a Seokjin—. Mino, es un placer, llámame cuando te canses de este rubio teñido —le guiñó un ojo. El castaño no pudo evitar el rojo que subió a su rostro.

—La única que debe llamarte soy yo —dijo Hwasa, dándole un leve golpe en el pecho—. Además... Namjoon no lo quiere compartir, créeme, ya lo intenté varias veces.

—Ya la escuchaste, no comparto... —habló el rubio—. ¿Pueden...? Estamos algo ocupados aquí...

—No lo maltrates mucho... —dijo la pelinegra en broma, sin esperar respuesta Mino empezó a caminar llevándosela consigo.

—¡Diviertanse! —gritó el pelirrojo antes de cerrar la puerta luego de salir.

Namjoon bufó, sin ningún rastro de enfado, más bien divertido. Se giró para encarar al castaño, intentó volver a acercarse a él pero este se apartó.

El castaño ya no se encontraba sonrojado, en cambio, dicho sonrojo había sido reemplazado por un ceño fruncido y una mandíbula tensa.

—¿Qué pasa, chico bonito? —preguntó el rubio extrañado.

—¿Dices que no me compartes? ¿Entonces por qué yo si tengo que compartirte con ella? —Seokjin devolvió la pregunta, notablemente incómodo y molesto.

Mirando insistentemente a los ojos contrarios, rogando por una respuesta que, no estaba muy seguro de querer escuchar, por lo menos no en ese momento. 

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