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—Eso es todo por hoy jóvenes, la próxima semana espero que ya tengan los grupos formados y la primera parte del proyecto lista para exponer... Pasen feliz resto del día.
Dicha la última palabra por el hombre de cabellos castaños, todos los presentes en el salón empezaron a guardar sus respectivas pertenencias y entre pláticas el salón se fue quedando vacío.
Taehyung tomó su mochila y colgándosela del brazo salió del aula que prácticamente ya se encontraba sin estudiantes.
Caminó por el corredor y se detuvo frente al salón de su castaño amigo, en espera de que este también saliera. En cuanto lo vió cruzar la puerta sonrió y este en respuesta puso los ojos en blanco.
—¿Cuándo piensas dejar de sonreír como retrasado? —preguntó el mayor acercándose al pelinegro y empezando a andar a su lado—. Ya pasó una semana ¿sabes? Me estás asustando.
—No seas pesado... —dijo el menor riendo—. Déjame ser feliz.
—Puedes serlo... pero no te pases —comentó el castaño burlón—. ¿Cómo estuvo tu primera noche viviendo con Jungkook?
—Estuvo... bien —respondió Taehyung—. Es extraño, me había acostumbrado a mi departamento y fue un regalo de mi abuela... Pero no me sentía tan bien desde... hace mucho —el castaño correspondió la sonrisa de su amigo, la misma había estado presente desde siete días atrás, cuando había regresado del viaje a París en compañía de su ahora novio oficial, Jeon Jungkook. Le había tomado sólo cuatro días mover sus cosas a la casa del azabache, y ya estaba perfectamente instalado allí, incluso Hwasa había sugerido una fiesta para celebrar la ocasión ese mismo fin de semana, todos había estado más que de acuerdo.
Ambos se detuvieron al pie de las escaleras que llevaban al segundo piso.
—Aquí te dejo, debo asistir a una cátedra sobre Pedagogía Social —dijo Seokjin ya subiendo al primer escalón—. Te diría que te veo en la noche para cenar juntos pero... —con una sonrisa pícara y un juego sugerente de cejas el castaño se dió la vuelta para subir las escaleras.
—¡Idiota! —le gritó el pelinegro quien sólo recibió una carcajada en respuesta.
Riendo y negando repetidas veces, Taehyung se encaminó a la salida del campus.
Mientras esperaba, ya en la calle, observó la hora en su móvil, aún faltaban unos veinte minutos para el almuerzo.
Podría llegar a tiempo a la empresa y encontrase con Jungkook para tomar algo.
Como ya era costumbre entre ellos.
•••••
La pelinegra giró el pomo de la puerta y abrió la misma, ingresando a la oficina sin molestarse en avisar, como siempre lo hacía.
Jungkook levantó la vista de los documentos que tenía en mano, prestandole atención a la recién llegada.
—¿A qué se debe tu maravillosa presencia en mi humilde lugar de trabajo? —preguntó el azabache en tono de broma.
—Aparte de iluminar tu día... —habló la joven bromista, pero luego serenó su expresión, avanzando hasta el escritorio del azabache para tomar asiento frente a él—. Necesito hablar contigo... sobre Taehyung.
Todo rastro de humor se esfumó, la sonrisa en el rostro del mayor fue reemplazada por una mueca tensa, cuando Hwasa utilizaba una expresión tan seria, era porque el asunto debía ser realmente importante.
—¿Qué ocurre?
—Lo primero es que no debería decirte esto... pero en fin, necesito que una vez termine de hablar no vayas a hacer nada estúpido ni impulsivo ¿Entiendes? —Jungkook frunció el ceño.
—¿Qué mierda está pasando, Hwasa?
—Es Hani, eso creo...
—¿Qué? —el cuerpo del azabache se tensó en cuestión de segundos.
—Cuando estábamos en París... sucedió algo en el centro comercial... la cosa es que Taehyung me contó que se sentía perseguido, observado... Me dijo que un día por un segundo pudo ver a Hani observándolo desde el otro lado de la calle, también lo hizo una noche que se había quedado a dormir contigo, me dijo que la había visto en la entrada de la habitación... No le había dicho nada a nadie porque no quiere preocuparnos, y me hizo prometer que no te diría nada.
—¡Maldita sea! —el azabache se levantó y rodeó el escritorio.
—¿A dónde crees que vas? —le detuvo la pelinegra poniéndose frente a él.
—¡Voy a matar a esa perra loca, ya me tiene harto!
—¡¿No escuchaste nada de lo que dije?!
—Es que no lo entiendes... ¡Hani está loca! Es capaz de cualquier cosa, está enferma.
—Todos lo sabemos, per...
—Estoy hablando literalmente, Hwasa —le interrumpió el azabache—. Chung Ha me mostró unos informes... Yo le había pedido que investigara a Hani, pero cuando perdió al bebé, decidí dejarlo ahí, así que le dije que ya no hacía falta que siguiera pero hace unos días me mostró unos informes... Hani padece Trastorno disocial de la personalidad, desde hace años...
—¿Qué? Yo siempre supe que era una loca...
—Dejé pasar lo de las escaleras... pero esta vez no pienso permitir que vuelva a intentar dañar a Taehyung.
—No actúes impulsivamente, justamente eso es lo que Taehyung teme... Además, no tenemos prueba de que haya hecho algo aún, si vas y la enfrentas sólo lograrás provocarla.
—No voy a quedarme sin hacer nada —replicó Jungkook.
—Y no lo harás, pero debes mantener la cabeza fría.
El azabache se pasó las manos por el pelo, peinándolo hacia atrás, luciendo frustrado. Se dió la vuelta y fue hasta el escritorio para tomar el teléfono.
—Chung Ha, quiero a Hoseok aquí en la oficina ¡ahora! —no se preocupó en recibir respuesta, cortó la llamada con algo de brusquedad.
—¿Qué piensas hacer? Le prometí a Taehyung que no te diría nada, no hagas nada estúpido —dijo la menor.
—Taehyung no se enterará de nada, y yo no me quedaré de brazos cruzados... —un par de toques en la puerta detuvieron la conversación—. Adelante.
Un hombre de cabellera negra entró en la oficina, portando un traje totalmente negro.
—¿Qué necesita, señor? —preguntó el joven. Apenas era unos años mayor que Jungkook, y se encontraba en la posición de jefe de su equipo de seguridad desde que este había empezado a trabajar en la empresa.
Y no sólo en el ámbito de seguridad, también había cubierto varios trapos sucios del azabache bajo la alfombra, después de Namjoon y su padre, Hoseok era el hombre en quien más confiaba Jungkook.
—Necesito que te encargues de la seguridad de Taehyung, personalmente —dijo el azabache con voz severa—. Necesito que te conviertas en su sombra, pero sin que él se entere, debes ser invisible.
—¿Puedo preguntar que está pasando? Le noto alterado, señor —respondió Hoseok.
—Hani está rondando... No quiero que se acerque a Taehyung... también quiero que te encargues de cambiar todas las cerraduras de mi casa.
—Entiendo... —respondió el pelinegro—. Hoy mismo enviaré alguien a su casa para resolver lo de las cerraduras.
—Está bien, por f... —nuevamente se volvieron a escuchar toques en la puerta, interrumpiendo al azabache—. Adelante.
Dicho esto, la puerta se abrió y Taehyung se adentró en la oficina. La pequeña sonrisa que estaba en su rostro abandonó el mismo, era imposible no notar la tensión, si hasta se podía cortar con un cuchillo. Jungkook estaba rígido y Hwasa visiblemente incómoda.
Miró por un segundo al hombre vestido de negro, ya le había visto antes, sabía que trabajaba para Jungkook.
—¿Ocurre algo? —preguntó Taehyung, rompiendo el silencio.
—No pasa nada... —respondió Jungkook, intentando lucir calmado—. ¿Necesitas algo, dulzura? ¿Por qué estás aquí?
—Solo pasaba porque es hora del almuerzo... pero si estás ocupado no importa, me iré...
—No, de hecho, yo ya estaba por salir, incluso pensaba llamarte, Hwasa y Hoseok también se iban.
—Es cierto —corroboró la pelinegra—. De hecho estoy algo ocupada y no puedo seguir perdiendo tiempo... ¿Nos vamos? —la pregunta fue para el pelinegro mayor y éste asintió.
—Te la encargo mucho, Hoseok —dijo Jungkook.
El aludido hizo una reverencia a modo de respuesta y se encaminó a la puerta.
—Bueno... Nos vemos más tarde —habló Hwasa, y no salió sin antes dedicarle una mirada al azabache de "por favor no metas la pata".
Cuando ambos se vieron solos, el primero en hablar fue Taehyung.
—¿De verdad todo está bien? Los noté algo... tensos...
Jungkook no emitió palabra alguna, se acercó al pelinegro, le sujetó por la cintura y se inclinó para juntar sus labios. En cuanto Taehyung entre abrió un poco la boca, la lengua contraria le invadió, enredándose con la suya de forma desesperada y demandante.
Un gemido casi inaudible quiso escaparse de su garganta pero fue tomado por el azabache, Taehyung llevó sus manos hasta su cuello, y fue ascendiendo hasta poder enredarlas en su cabello.
Se separaron momentos después, rogando por oxígeno.
—Te amo —fue lo único que dijo el azabache. Taehyung acarició su mejilla.
—Yo también... ¿Qué ocurre, Jungkook? —el mayor negó con la cabeza.
—Vamos a almorzar, estoy hambriento.
Dicho esto, tomó la mano del pelinegro para llevarlo consigo fuera de la oficina.
Taehyung frunció el ceño, pero decidió no volver a preguntar, conocía a Jungkook, no le diría nada.
Ahora estaba empezando a sentirse preocupado, aquella espina en el pecho estaba volviendo a molestarle.
¿Qué demonios estaba pasando?
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