RYDER
Después de comer recogemos entre todos y nos tiramos en el sofá hasta las seis.
—Bueno, chavales. Es hora de mover el culo —me levanto y le doy una pequeña patada en el pie a Max para que despierte.
—Sí, vamos ya porque entre que colgamos los putos adornos y todo, nos dan las nueve.
A las siete llegamos a la casa del lago, la cual mis abuelos le dejaron a mi padre en herencia. Tiene dos pisos, sin contar la azotea, dónde hay una terraza gigante y está a cien metros del lago. Aparcamos los dos coches en la puerta y entre todos sacamos las bebidas y las vamos metiendo en la gigantesca nevera de la cocina.
Cuando terminamos de colgar todos los adornos de Halloween y de colocar sofás, sillones y demás contra las paredes, comenzamos a prepararnos.
—Sí, señor —dice Aiden mirándose al espejo—. Esta noche van a chorrear.
Todos reímos mientras terminamos de vestirnos. Los disfraces son de bombero, aunque cada uno con cosas diferentes. El mío tiene los típicos pantalones amarillos, una camiseta blanca de tirante ancho, y unos tirantes negros que suben desde la parte trasera del pantalón, haciendo una equis, hasta la delantera. Además del gorro y una manguera de juguete.
21:00
Comienzan a llegar los coches y las camionetas. Jeff y Roland se encargan de decir a la gente donde tienen que aparcar para que no se convierta todo en un caos.
21:50
Las bebidas corren de un lado para otro y el tercer barril de cerveza ya está casi vacío. Ha venido mucha gente de la universidad, pero también colegas de la calle, camareras y demás...
—Menudos disfraces que os habéis buscado —dice Emily mientras me observa servirle una copa.
—¿Te gusta? —pregunto con una sonrisa.
—Sabes que sí. Pero me gusta más lo que sé que hay debajo —se acerca lentamente.
—Si eres buena, puede que después te enseñe la caseta del lago —digo guiñándole un ojo y dándole la copa.
—Lo seré.
Se da la vuelta y se pone a bailar con Carly y Grace. Veo a Aiden tonteando con Kelsey en un rincón.
22:30
Cuando empiezo a pensar que Alexis no va a venir, la veo entrar por la puerta junto con su amiga y más chicas. También con chicos. Cojo el chupito de tequila que Trevor tiene en la mano, y me lo tomo de un trago.
—¡Eh, tío! —se queja. Pero le ignoro.
La analizo de arriba abajo según me acerco a ella, pero se me ocurre una idea mejor así que retrocedo para que no me vea. Ese disfraz de colegiala que lleva dispara mis putas fantasías y solo consigue que las ganas de follarla aumenten. Y sé, con seguridad, que no dejaré que se marche sin hacerlo.
22:56
Desde la cocina veo cómo me busca con la mirada disimuladamente mientras ese cabrón tontea con ella de manera descarada. Alexis ríe con y no aparta su mano cuando él la coloca en su cintura. Vale, esto ya no.
—Te toca, colega —me dice Carter.
Me coloco frente a la chica que está tumbada y solo con un pequeño tanga de biquini sobre la isla de la cocina. Le sonrío apartando la vista de Alexis unos segundos. Después de que Carter eche un poco de tequila en su ombligo, recorro con mi lengua sus tetas cogiendo la sal, bebo el tequila, y cojo el limón de sus labios. Vuelvo a levantar la vista y alcanzo a ver cómo Alexis le dice algo a su amiga y desaparece por el pasillo.
ALEXIS
23:05
No he visto a Ryder desde que he llegado pero sí a sus amigos. Sé que debe estar enfadado por lo que le dije en el coche pero, joder, si se piensa que por haberme regalado un orgasmo, va a conseguir algo más de mí, lo lleva claro. Puede que me ponga mucho... demasiado... pero si antes ya tenía claro que no me convenía ni me interesaba tener nada que ver con alguien tan peligroso como él, ahora que sé que incluso va armado... mucho menos. Dios sabe la mierda que carga en su espalda.
Salgo del baño, después de refrescarme y de retocarme el maquillaje, y me tropiezo con mis propios pies. Cuando ya veo mi nariz aplastada contra el suelo, unas manos fuertes y tatuadas me sujetan.
—¿Ya estas borracha, gatita?
—No estoy borracha —digo sin poder dejar de mirarle de arriba abajo.
—¿Tú no conoces la palabra disimulo, verdad? —pregunta sonriendo con una ceja levantada.
—¿A qué te refieres?
—A que me acabas de desnudar con la mirada, preciosa.
—¿Y qué quieres que haga? Joder, te vistes así... pues es lógico que te mire.
—¿Por qué? —pregunta divertido.
—Porque estas increíble con ese disfraz.
—Veo que el alcohol te suelta la lengua —se acerca mientras yo retrocedo.
—No lo suficiente como para besarte —digo mientras le miro desde abajo.
Debe sacarme una cabeza por lo menos. Así que a su lado me siento bastante intimidada. Aunque la verdad es que no me intimida su tamaño, más bien es todo él. Su mirada penetrante bajo tantas pestañas, y su mandíbula perfectamente definida. Esa vena que resalta en su cuello cuando ríe con ganas o cuando está verdaderamente enfadado, como ayer por la noche. Cada uno de sus tatuajes, que forman unas mangas largas en sus brazos y manos. Su tono de voz... ronco. Oscuro. Todo en él grita peligro. Hace saltar todas las alarmas que una chica responsable e inteligente debe tener. Pero, maldita sea, por esos labios pasaría la eternidad en el infierno.
RYDER
—Siempre un paso por delante, Alexis —digo negando con la cabeza—. ¿Quién ha dicho que quiera besarte?
—Que te jodan, Ryder —se separa de la pared y se aleja.
La sujeto por la muñeca para tirar de ella hasta mi habitación y cierro la puerta apretándola contra ella.
—Lo que quiero es meter las manos por dentro de esta camisita de colegiala que llevas y sentir tus pezones de nuevo —susurro contra su oreja—.Acariciar tus muslos y hundir mis dedos en ese coño que sé con seguridad que está chorreando en este momento. Lo que quiero, Alexis, es follarte.
Me empuja con ambas manos para que me aleje pero su mirada me pide todo lo contrario. Sé que ha bebido lo suficiente como para perder la vergüenza y vencer el orgullo. Lo suficiente como para dejarse llevar. Sin dejar de mirarme, lleva las manos hasta su pelo y se suelta las dos coletitas que lleva, dejando que el pelo ondulado caiga sobre sus hombros. Se desabrocha muy despacio los botones de la camisa y la abre un poco, dejando a la vista su sujetador pero sin llegar a quitársela. Se acerca al pequeño banco que hay a los pies de la cama y se sienta. Abre las piernas, despacio, y sin dejar de mirarme comienza a subir las manos por sus muslos.
—Tengo veintiún años, Ryder. A ver cuando te enteras de que no necesito a nadie para darme placer —dice mientras llega con una mano hasta sus bragas.
Se acaricia por encima unos segundos y cuando creo que me está vacilando y que va a parar, mete la mano por dentro y veo cómo muerde su labio a medida que introduce un dedo en ella.
ALEXIS
Estoy harta de que me acorrale y me hable así solo para ponerme cachonda. Veo en sus ojos el mismo deseo y lujuria que debía tener yo anoche en su cama, así que no voy a parar ahora.
Camina despacio y apoya las manos en los reposabrazos del banco, quedando muy cerca de mí, inclinado pero sin llegar a tocarme. Sus labios a pocos centímetros de los míos. Su respiración caliente y sus ojos traviesos devorándome. No dejo que perciba mi nerviosismo. No voy a darle ese placer, más bien voy a concentrarme en darme placer a mí misma.
Subo hasta mi clítoris y lo presiono, haciendo círculos perezosos sobre él. Entreabro un poco la boca, gimiendo. Observo que su mandíbula no podría estar más apretada. Cuando gimo de nuevo, cierra los ojos y suelta un suspiro profundo. Puedo ver el bulto que esconde bajo el pantalón de bombero y lo cierto es que lo que más me apetece ahora mismo es que me llene con él. Pero debo ser fuerte.
Aumento el ritmo de mis dedos cuando noto que el orgasmo se acerca. Estoy a segundos de alcanzarlo pero entonces, sujeta con fuerza mi muñeca y me obliga a sacar la mano, despacio. Acerco instintivamente mi otra mano para continuar pero también me la sujeta. Aprieto los muslos, tratando de buscar fricción, pero no es suficiente.
—Ya que no me dejas comerte el coño, déjame ver cómo sabes.
Lleva mi mano hasta su boca y se mete mis dedos chupándolos y recorriéndolos con la lengua. Vuelve a cerrar los ojos unos segundos hasta que los saca y se relame.
—Tal y como imaginaba, gatita. Deliciosa. ¿Qué te pasa? —pregunta cuando intento forcejear para que me suelte— Oh, perdona. ¿Pensaste que iba a dejar que te corrieras en mi cara sin dejarme hacer nada?
Tira de mis manos para que me levante y bordea el banco, tirándome sobre la cama. Se acerca, recostándose sobre mí a medida que yo retrocedo hasta que ya no me queda colchón. Sujeta mis muñecas con una mano y con la otra mano me abre las piernas. De un tirón arranca mis bragas, sorprendiéndome y haciéndome gemir sin querer.
—Ahora tienes dos opciones, Alexis. Dejarme que te folle de una puta vez, o pedirme que pare y pasarte el resto de la noche empapada.
—Podría continuar donde lo he dejado en cuanto te fueras —digo mirándole fijamente.
—Podrías. Pero eso no es lo que quieres. ¿Verdad, gatita? —dice acariciando mi clítoris de repente con su pulgar.
Arqueo la espalda sin poder evitarlo y aprieto los labios para ahogar un gemido.
—Lo que quieres es que me deshaga de este disfraz que te ha puesto cachonda en cuanto me has visto. Lo que quieres es sentir mi polla, tan profundo que apenas tardes unos segundos en correrte. ¿Me equivoco?
Muevo las caderas en círculos para aumentar el ritmo de su pulgar, pero cuando de nuevo estoy a punto de correrme, se detiene.
—Dime, Alexis. ¿Me equivoco?
—¿Qué es lo que quieres, Ryder? Por el amor de Dios... —lloriqueo mirándole a los ojos.
RYDER
—¿Y tú? ¿Qué quieres, gatita? Vamos, dilo —murmuro sobre su cuello.
—Por favor... hazlo ya. No lo soporto más... —suplica moviendo las piernas.
—Dime qué es lo que quieres y te lo daré.
—Correrme, Ryder. Lo necesito ya. Me estas matando.
Con una sonrisa de satisfacción me pongo de pié y suelto los tirantes del pantalón. Me los bajo al mismo tiempo que los bóxers y me coloco un condón. Condón que había guardado en la mesilla de noche horas antes. Me recuesto sobre ella y sin más juegos, flexiono una de sus piernas para rodear mi cintura. Un mundo nuevo se abre en mi mente cuando sus músculos internos abrazan mi polla a medida que entra y sale.
—Dios, sí —digo cuando comienza a jadear mucho más deprisa y alto.
—¡Joder! —exclama ella al mismo tiempo.
Mueve las caderas hacia adelante y atrás para obligarme a aumentar la velocidad, y aprieta mi cuerpo con sus piernas. En apenas unos minutos sus jadeos inundan la habitación mientras se corre. En cuanto noto cómo sus músculos presionan mi polla, ahora con más intensidad que antes, me corro también. Aunque de manera más silenciosa que ella, ya que ha añadido una razón más para que la llame gatita...
Cuando la respiración se ha normalizado un poco, me empuja para quitarme de encima y se levanta. Sin mirarme se baja la falda para colocársela bien y se abrocha la camisa. Yo me subo los pantalones y tiro el condón a la papelera que hay bajo el escritorio.
—¿Qué te pasa ahora? —le pregunto cuando la escucho murmurar para ella misma.
—Déjame en paz. Te dije que no te acercaras a mí y mira lo que ha pasado —dice mientras se hace las coletitas de nuevo.
—Perdona, pero tú has querido esto tanto como yo, preciosa —digo acercándome a ella y mirándola en el espejo.
—Porque me has puesto cachonda y estoy borracha.
—Muy fácilmente te pones tu cachonda, entonces.
—Que te jodan —dice abriendo la puerta de la habitación—. Me debes unas bragas.
ALEXIS
23:27
Vuelvo a la planta inferior y me encuentro con Scarlett, completamente borracha y besándose con un chico contra una ventana.
—¿Quién es ese?
—Creo que se llama Carter —dice Lindsay.
—¿Dónde estabas, Lexi? —Brent rodea mi cintura con sus brazos.
—Esta casa es enorme, he tardado quince minutos en dar con el baño —río.
—Creo que en dos años de carrera esta es la segunda noche que salimos juntos de fiesta.
—Sí. La primera fue en aquella casa... —digo dando un trago de su vaso.
—Me sorprende que lo recuerdes. Fuiste una niña muy traviesa aquella noche —dice contra mi oído mientras bailamos—. ¿También vas a serlo hoy? —me separa un segundo para sacar una pequeña bolsita transparente de su pantalón.
—No, Brent. Aquel día se me fue la cabeza, no se ni por qué lo hice. Y tú tampoco deberías. Parece mentira que estudies medicina —me suelto de sus brazos.
—Vamos, Lexi, no te enfades.
—¿Vas a hacerlo? —le pregunto apartándome más.
—Si no quieres que lo haga, no lo haré.
—Promételo.
—Baila conmigo.
—Cuando lo prometas.
—Lo prometo —dice tendiéndome una mano.
Tira de mí mientras saca la lengua y pone caras para que sonría. No puedo evitar estallar en una carcajada y bailar junto a él. La música electrónica comienza a sonar fuerte en los altavoces, y todos saltamos y bailamos como si se nos fuera la vida en ello. De vez en cuando, Brent me aprieta un poco contra él y me da besos en el cuello. Inocentes besos.
01:45
—¡Voy a por algo para beber! —le grito a Scarlett que ya ha dejado a su ligue de esta noche.
—¡Tráeme una cerveza!
—¿¡Que!? —pregunto acercándome más. La música está tan alta que es imposible escuchar nada.
—¡Que me traigas una cerveza!
Asiento con la cabeza mientras miro a Brent y le saco la lengua cuando me guiña un ojo.
RYDER
La veo acercarse hacia la cocina y sé que no me ha visto aun. Está agitada y veo cómo la piel sobre sus pechos y escote, brilla por el sudor. Coge dos vasos y sirve cerveza sin dejar de mover el culo y la cabeza con la música.
—¿Quién es ese tío que no para de tocar lo que es mío? —se sobresalta al escuchar mi voz contra su oreja y uno de los vasos se le cae al suelo.
—¿¡Eres gilipollas!? —exclama mientras lo coge y vuelve a llenarlo.
—¿Quién es? —repito.
—¿¡A ti que cojones te importa!? Apártate —dice empujándome al pasar.
La sigo con la mirada, veo como le daun vaso a Scarlett y ella le da un trago al suyo. El hijo de puta tira de ellay se pega mucho a su cuerpo. Le dice algo al oído y los dos ríen. De repente,Alexis gira la cabeza y nuestros ojos se encuentran. Baja la mirada hasta mipuño que ahora está apretando el vaso de plástico, y percibo un atisbo de maliciay diversión en su mirada antes de girarse y lanzarse contra la boca del tío.
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