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CAPÍTULO 15

RYDER

—Gracias por la cena —digo cuando terminamos de recoger.

—De nada. ¿Quieres que veamos una película?

—¿No tienes que trabajar?

—Sí...

—¿Y no piensas ir?

—Scarlett ha estado sustituyéndome toda la semana. Necesita trabajo y Dustin le ha dicho que si le demuestra que sabe bailar, lo de camarera podrá ir aprendiéndolo poco a poco. Así que llevo enseñándole los bailes toda la semana.

—Llevas toda la semana aquí metida, Alexis. Y cuando no estás aquí estás en clase.

—Bueno, cuando me iba a casa la llamaba para que viniera media hora antes de irse a trabajar y así ensayar los pasos de esa noche.

—¿Y hoy?

—Hoy no...

—Oye, si es por mí puedes decirle que venga aquí.

—¿No te importa?

—Alexis, por Dios —digo poniendo los ojos en blanco.

—Vale —sonríe cogiendo su teléfono—. Le voy a mandar un mensaje.

Nos sentamos en el sofá y veo cómo teclea en su móvil. Hacemos un poco de zapping y a los pocos minutos tocan el timbre. Me levanto y voy hacia la puerta. No miro por la mirilla, suponiendo que será ella.

—Hola... —saluda con timidez.

—Hola, Scarlett. Pasa —le dedico una sonrisa y me hago a un lado.

—Gracias por dejarnos ensayar aquí —dice mientras entra en el salón.

—De gracias nada. Es lo menos que podía hacer.

—¡Scar! —exclama Alexis bajando las escaleras.

—¡Hola!

—¿Cómo va todo por el club?

—Muy bien. Dustin dice que ya casi le tengo el truco cogido.

—¡Qué bien!

—Sí, y también me ha dicho que te diga que cuando tu vuelvas ensayaremos para que los bailes queden ajustados con una más.

—Ya...

—¿Qué pasa?

—Nada. No es nada —dice fingiendo. Le pasa algo—. Ven, vamos a empezar.

Entro en el salón detrás de ellas y me siento en el sofá. Apoyo un brazo en el respaldo y me enciendo un cigarro con la otra mano. Le doy una calada y las miro.

—¿Piensas quedarte ahí? —pregunta Scarlett.

—¿Algún problema?

—Bueno... me da vergüenza.

—Scar, por favor, no me jodas. Si bailas delante de decenas de tíos —le dice Alexis.

—Sí, pero no me fijo en ninguno en concreto...

—Bueno, pues tómatelo como un ensayo extra. Venga. Dale, Ry.

Aprieto el botón del play y la música empieza a sonar. En cuanto reconozco la canción, la paro y las dos me miran.

—¿Qué pasa? —Scarlett me mira y luego mira a Alexis.

—¿Ahora bailáis esto?

—Sí —la gatita se cruza de brazos y suspira—. ¿Por qué? Dustin dice que los tíos llevan tiempo pidiéndole que bailemos este tipo de música.

—Ese Dustin es un poco cerdo, me parece a mí.

—Venga, Ryder. No tenemos mucho tiempo, dale.

El reggaetón comienza de nuevo y a medida que voy viendo el baile, me voy imaginando ese jodido bar lleno de tíos babosos, desnudando a mi gatita con los ojos. No, imposible. Cuando acaba y me pide que la ponga de nuevo, le digo que no.

—¿Podemos dejar los prejuicios para cuando Scar se vaya, por favor? Tiene que ensayar un poco más.

—No pienso dejar que bailes esto —digo levantándome y apagando el cigarro de mala hostia.

—No es asunto tuyo —me desafía.

—Oye... no os preocupéis, de todas formas yo tengo que irme ya —dice Scarlett con vergüenza.

Después de que Alexis me fulmine con la mirada y la acompañe a la puerta, vuelve y se planta frente a mí con las manos apoyadas en sus caderas. Está esperando una explicación. Sí, pues a ver que cojones de explicación le doy cuando ni yo mismo me entiendo.

—¿No piensas decir nada?

—¿Qué quieres que diga?

—¿Qué acaba de pasar? ¿A qué coño ha venido eso?

—Ya te lo he dicho. Eso no es bailar, eso es... Dios —bufo cogiendo otro cigarro.

—Soy bailarina, Ryder. Camarera y bailarina en un club donde los hombres no solo pagan por beber, sino también por ver un show.

—¡No, si un show desde luego que ven! ¡Por no contar las pajas que se hacen cuando llegan a sus casas!

ALEXIS

—¡Ese no es mi problema!

—¡Pues debería!

—¡Prefiero ganarme la vida bailando que no vendiendo armas a la gente! —golpe bajo. Mierda.

—Bien —asiente y lanza el mechero que tiene en la mano sobre la mesa—. Puedes ganarte la vida como te de la puta gana —pasa por mi lado y sube las escaleras.

—Ry... Joder.

Subo al cuarto de invitados y abro la cama. No tengo pijama ni nada y ya no son horas para ir a mi apartamento y volver, así que me quedo solo con la camiseta de tirantes y las bragas, y me meto en la cama. Tengo que avisar a Luke, ya casi son las doce de la noche.

Yo— Luke, sé que no te va a hacer gracia, pero voy aquedarme unos días en casa de Ryder. Su padre se marcha y me ha pedido que nole deje solo. No te preocupes, estoy bien.
Luke— Ni de coña te vas a quedar ahí. Voy a buscarte.
Yo— ¡Ni se te ocurra! Te prometo que mañana voy a vertepero por favor, ahora no vengas.
Luke— Alexis, el mejor amigo de ese tipo ha muerto de unputo balazo. ¿De verdad esperas que me quede tan tranquilo mirando cómo te pasalo mismo?
Yo— No puedo dejarle solo, Luke...
Luke— ¿Por qué? No le debes nada.
Yo— Ya lo sé, pero no puedo.
Luke— No voy a discutir contigo por mensaje. Quiero quemañana en cuanto salgas de clase, vengas aquí.
Yo— Te lo prometo. Buenas noches, te quiero.
Luke— Te quiero.

A la una de madrugada aún sigo despierta. Creo que no voy a ser capaz de dormirme estando enfadada con Ryder. Me levanto y voy despacio hasta su puerta, la abro y escucho unos segundos intentando descifrar si está despierto o dormido. Lo veo tumbado boca arriba, totalmente destapado y en ropa interior. Con la cabeza descansando sobre sus brazos, los cuales están flexionados tras ella.

—¿Qué pasa, Alexis?

—¿Puedo pasar?

—Sí —dice sin mirarme.

—¿No puedes dormir? —le pregunto.

—Por lo que veo tú tampoco.

—No... —me acerco para sentarme a los pies de la cama.

—¿Por qué?

—No me gusta estar mal contigo —suspira cómo si se quitara un peso de encima y se sienta, mirándome.

—Lo que has dicho antes es cierto. Este negocio es una trampa mortal. Si lo hubiese dejado cuando él me lo dijo...

—Para. Ry, no fue culpa tuya. Tienes que aceptarlo de una vez —le interrumpo.

—Supongo que ya da igual. Oye, gracias por quedarte. En realidad no sé ni por qué estás haciendo todo esto por mí.

—Bueno, no lo sé...

—¿Tanto te cuesta admitirlo? —pregunta con tono divertido.

—¿Admitir que?

—Que te gusto.

—Cállate —digo riendo y empujándole para que caiga. Tira de mí y hace que me tumbe sobre él.

—En serio, gracias —dice en tono bajo, mirando mis ojos y después mis labios.

—De nada.

—¿Te quedas conmigo?

—Ry... la última vez que dormimos juntos...

—Prometo que mantendré las manos quietas.

—Está bien —me giro y siento cómo se acerca y me abraza por detrás.

—De todas formas, aquella noche empezaste tú —susurra en mi oreja.

—No puedo controlar lo que sueño... y menos si te acercas tanto...

—¿Quieres que me aleje?

—No...

—Eso imaginaba. Descansa, Alexis.

Me da un beso en el cuello y apoya la cabeza junto a la mía. No sé por qué, pero su respiración me relaja. Me tranquiliza saber que está aquí y no en ninguna otra parte, haciendo Dios sabe qué.

Por suerte, hoy ya es viernes. Mi despertador suena a las siete y media y juro que lo lanzaría contra la pared, si no fuera porque el móvil me costó muchas noches de trabajo.

—Apaga ese trasto del demonio —murmura Ryder desde el otro lado de la cama.

No sé en qué momento hemos terminado así tumbados, pero al parecer hemos dormido abrazados toda la noche.

—Se me ha dormido el brazo —lloriquea cuando me incorporo para coger el teléfono.

—Venga, deja de quejarte y levántate —digo destapándole.

—Déjame, loca. Quiero dormir.

—Ya has dormido suficiente. Tienes que ir a clase, hace una semana que faltas.

—No pienso ir. Así que mejor será que no pierdas el tiempo —se pone boca arriba para ver cómo me visto.

—Deja de mirarme así.

—¿Cómo? —pregunta divertido.

—Así —digo señalándole.

—No te miro de ninguna manera.

—Lo que tú digas. ¡Tira para la ducha si no quieres que te tire yo a ti una jarra de agua encima!

—No tienes cojones —me reta con una sonrisa.

Río mientras retrocedo hacia el baño, sin dejar de mirarle. Se levanta y camina lentamente hacia mí.

—Gatita —me advierte.

—¿Qué tengo que hacer para que te metas en la ducha y vengas conmigo a la universidad? —pregunto desde la puerta del baño.

—Ducharte conmigo —dice con seriedad, mirándome fijamente.

—Estás colocado si piensas que me voy a meter contigo en la ducha.

—Entonces me vuelvo a la cama —chasquea la lengua y me guiña un ojo.

—Tú sabrás. Son tus estudios, no los míos —digo mientras cojo mi móvil del cuarto de invitados. Cuando me giro para salir, está apoyado en el marco de la puerta— ¿Qué?

—Dime por qué te interesa tanto que vaya a clase y lo haré.

—Porque es importante que te gradúes.

—¿Por qué te importa que me gradúe?

—Para que puedas encontrar un trabajo.

—¿Por qué te importa que encuentre un trabajo?

—Para que puedas hacer tu vida —resoplo. Me está poniendo nerviosa.

—Y... —camina despacio— ¿Por qué te interesa tanto que pueda hacer mi vida?

—¡Porque me importas, joder! Eres un pesado —digo cuando veo que le he dicho lo que quería escuchar.

Sonríe con suficiencia y aparta mi pelo con suavidad, acercándose a mi oído.

—¿Ves como no era tan difícil? —susurra. Me da un beso en la comisura de los labios y se aleja sonriendo— Vamos a clase.

RYDER

Después de salir de la ducha y ponerme un pantalón de chándal y una sudadera, bajo a la cocina y observo cómo termina de preparar el desayuno.

—Gracias.

—De nada.

—¿A qué hora acabas las clases? —le pregunto antes de darle un bocado a la tostada.

—Hoy a las dos y media.

—Yo a las dos. ¿Te espero y volvemos juntos?

—No. Bueno, es que tengo que ir a ver a Luke...

—Ya. Imagino que no le habrá hecho ninguna gracia que te quedes aquí.

—Pues no... ninguna.

—Ya —asiento—. Vale.

Después de lavarme los dientes, nos despedimos y cada uno cogemos nuestro coche. Antes de arrancar, toca la ventanilla y la bajo para ver que quiere.

—Oye, si en algún momento te agobias o quieres salir corriendo, llámame y nos iremos juntos, ¿de acuerdo?

—Claro —respondo con una pequeña sonrisa. Me la devuelve y va hacia su coche. Adoro a esta chica... demasiado, joder.

Cuando llego al aparcamiento, necesito respirar varias veces y cerrar los ojos unos segundos. Demasiados recuerdos. No sé cómo coño voy a ser capaz de aguantar en clase.

Me pongo la capucha de la sudadera y camino por los pasillos con la cabeza agachada. No quiero que nadie me hable ni me pregunte nada. Me siento atrás del todo en clase y rezo para que la clase pase deprisa.

Dos horas después, mi cuerpo necesita un cigarro. Saco mi móvil mientras camino hacia la salida y veo un mensaje de Whatsapp.

Alexis— ¿Cómo vas? Espero que tus clases estén siendo másdivertidas que las mías. ¡Creo que voy a morir de aburrimiento!Yo— Bueno... demasiados recuerdos, pero tengo queacostumbrarme. Anda, no seas tan quejica y presta atención. Alexis— Quejica dice... Te recuerdo que me ha costado un buenrato convencerte para venir a clase.Yo— En realidad, tenía pensado venir. Solo quería quereconocieras que te gusto. Alexis— ¡Serás cabrón! Y no te emociones, que yo no hereconocido nada, eh.Yo— Bueno... lo has hecho pero con otras palabras. Alexis— Bah, no tienes ni idea.Yo— Sabes que sí. ¿Por qué te cuesta tanto admitirlo?Alexis— ¿Y a ti?Yo— Perdona, pero yo hace tiempo que te dije que eresmía. Solo que no acabas de asumirlo.Alexis— ¡Ya te he dicho que no soy de nadie!

YoLo que tú digas, gatita.

Alexis— Que te den.

Yo— Oye, más le vale a ese profesor no ponerte una mano encima, eh.

Alexis— Una no, dos.

Yo— ¿Quieres que irrumpa en tu clase y le reviente la cara? Porque es lo que haré si me entero de que ha vuelto a tocarte.

Alexis ¿Estás celoso?

Yo— ¿Qué parte de "eres mía" no entiende tu preciosa cabecita, gatita?

Alexis— ¿Y tú? Porque dices que yo soy tuya, pero tú eres de todas.

Yo— Dejaré de serlo en el momento que tú me lo pidas. Alexis— No creo que a Emily le hiciera mucha gracia...Yo— Jajaja, eso era lo que te pasaba ayer, eh. Em essolo una amiga. Alexis— Ya...

ALEXIS

¿Cómo narices he acabado yo metida en esto? Hace nada ni siquiera me planteaba estar cerca o a solas con él, y ahora estoy metida de lleno en todo su mundo. En su casa. En su cama. Mierda.

Luke me abre la puerta con muy mala cara. Joder, está enfadado de verdad. Le doy un abrazo y me lo devuelve con mucha fuerza.

—Mierda, Lexi. Dime que te vas a quedar aquí —dice contra mi pelo mientras me abraza.

—No puedo, Luke.

—¿¡Pero por qué!? En serio, no lo entiendo... —se separa y camina hacia el sofá.

—Soy la única que consigue hacerle olvidar. No pensar en... todo lo que ha pasado.

—Está muy enganchado a ti. Y tú a él —dice mirándome con seriedad.

—No.

—¡Por favor, Alexis! ¡Mírate!

—¿¡Bueno, y si es así, que pasa!?

—Lo sabía —murmura negando con la cabeza.

—Luke, no me va a pasar nada. Necesito que creas en eso porque no puedo estar bien sabiendo que estás preocupado todo el tiempo.

—Pues lo siento, pero no puedes pedirme que esté tranquilo sabiendo que estás viviendo con ese tío. ¡Dios, si tú eres la anti-armas! ¡La anti-violencia! ¡Y vas y te metes con el tío más violento y peligroso de la jodida ciudad! Parece un puto chiste... —pasa las manos por su pelo y camina hacia el sofá.

—Ya lo sé, ¿vale? No lo tenía planeado. Simplemente ha pasado.

—Ya. Ha pasado. En fin... tú sabrás lo que haces.

—Para —digo sentándome a su lado.

—¿Qué?

—No hagas eso.

—¿El qué?

—Esto que estás haciendo. Parece que te estás despidiendo.

—Yo no me despido. Eres tú la que se marcha.

—Me marcho solo unos días. En cuanto su padre vuelva...

—Sabes perfectamente que no me estoy refiriendo a eso —me interrumpe.

Restriego mi cara con las manos y me apoyo en las rodillas. Mierda, claro que sé a lo que se refiere. Entre nosotros siempre ha habido ese vínculo especial que no sabría explicar. Ese "algo" que nadie más puede entender. Y lo estamos perdiendo. Es como si sintiera que en cuanto cruce esa puerta, se romperá para siempre. Pero, joder, ¿tengo que elegir entre ellos dos?

—No me hagas elegir.

—No lo estoy haciendo.

—¿No puedo teneros a los dos?

—No —dice mirándome fijamente y apretando la mandíbula.

—¿Por qué?

—Porque yo no quiero tener nada que ver con asesinos.

—Él no es un asesino —comienzo a enfadarme.

—¿No? Cuando llegues a su casa pregúntale si alguna vez ha matado a alguien.

—No necesito hacerlo, sé que no. Y si así fuera... Joder —me callo porque en realidad no sé ni que decir.

—Exacto. No conoces una puta mierda de él y mira lo metida que estás.

—Yo... no sé qué decir —siento un nudo en la garganta—. No quiero que nada cambie entre nosotros, Luke.

—Eso es imposible —dice sin molestarse en apartar la vista de la televisión.

—¿¡Puedes mirarme, por favor!? Odio cuando haces esto.

—¿El qué?

—¡Fingir que todo te da igual!

—¿¡Y qué coño se supone que debo hacer!? —apaga la televisión y se levanta— ¿¡Ponerme como un loco y decirte que lo único de lo que tengo ganas ahora mismo es de darle una puta paliza a ese cabrón!?

—No... solo...

—¿¡Qué!? ¿¡Solo, qué!?

—No me grites, por favor... —digo sin poder aguantar más las lágrimas.

—Joder —se arrodilla frente a mí y tira de mis brazos para que le abrace—. Lo siento, me mata verte llorar. Joder, no puedo soportar ver cómo te largas sin poder hacer nada para evitarlo.

—Pero es que es lo que intento que entiendas —digo mientras dejo que seque mis lágrimas con sus pulgares—. Que no me voy a ninguna parte. Sigo estando aquí. Y sí, sé a lo que te refieres, sé que no es cuestión de dónde pase la noche. Sé que es cuestión de esto —me señalo a mí y luego a él.

—Alex, sabes de sobra que por mucho que sigas viviendo aquí, en cuanto empieces algo serio con ese tipo... todo va a ser diferente.

—No. Lo primero, que no tengo ninguna intención de empezar nada con él. Y lo segundo, aunque así fuera, no permitirá que nada me separara de ti.

—Él lo hará —dice con tristeza.

—No le dejaré —sujeto su cara para que me mire a los ojos—. No le dejaré —repito.

—Prométemelo.

—Te lo prometo —vuelvo a abrazarle y me da un beso en la cabeza antes de soltarme—. Tengo que ir a mi apartamento a por algo de ropa y a darme una ducha. ¿Por qué no vienes y preparas algo de comida?

—Vale, vamos.

Después de salir de la ducha y de sacar una maleta, vuelvo al salón y veo a Luke cocinando.

—¿Qué vamos a comer?

—Me ha llamado tu jefe —dice ignorándome—. ¿De dónde ha sacado mi número?

—Se lo di yo por si tenía que localizarme por algo y yo no respondía.

—Dice que ha estado llamándote y no le coges.

—Ya...

—¿Qué pasa? ¿No has ido a trabajar?

—No desde la semana pasada.

—¿Y se puede saber por qué?

—Scarlett necesita un trabajo y ha estado yendo por mí, para que Dustin vea si sabe bailar y contratarla.

—¿Y qué va a pasar contigo?

—Bueno... es complicado. Yo, es decir, a mí me gusta este trabajo pero desde lo que pasó con Aiden... no estoy segura de querer volver.

—¿Aiden es el amigo de Black?

—Sí.

—¿Y eso por qué? ¿Qué tiene que ver? —se inclina apoyando los codos en la barra de la cocina.

—Pues que no me hace gracia tener que ver a Ronnie todos los días.

—¿Carver?

—Sí.

—¿Qué pasa con él?

—¿Cómo que...? Fue él —digo levantando las cejas.

—¿Qué?

—Él fue el que disparó a Aiden. Pensé que lo sabías.

—Pues no. No quiero que vuelvas ahí.

—Ni yo quiero volver. Pero... es mi trabajo.

—Eres buena, podrás encontrar trabajo en otro sitio.

—No lo sé. Tengo que pensarlo.

—¿Y qué piensas hacer hasta que lo decidas?

—¿Seguir evitando a Dustin? —digodibujando una pequeña sonrisa.

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