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Capítulo 8: One step closer

Xin Qian abrió la puerta del viernes por la mañana luego de haber escuchado el timbre sonar dos veces. 

—¡Buenos días, señora Lee! — dijo Shorter con una sonrisa. 

—¡Buenos días! — dijeron el resto, entusiasmados. 

Primero, Xin Qian parpadeó unas cuantas veces. Enfrente a la entrada estaban los mismos niños de siempre: Shorter, Sonny, Lao y Sing. A ella le pareció raro ver a un nuevo niño asiático, cuyo nombre no recuerda, y que también todos estaban reunidos; generalmente todos se encuentran en un punto en común para irse a la escuela junto con su supervisión. Además, venía siendo muy temprano.  A penas eran las seis y media de la mañana y Yut Lung no se había despertado. Xin Qian lo atribuyó por aquella pesadilla que tuvo anoche. 

Sin embargo, no cuestionó mucho dichas actitudes por los rostros iluminados de los niños. 

—Vaya, miren nada más — sonrió ampliamente. —, están tan emocionados en ir a la escuela que hacen ver a Yut Lung como un haragán. 

Eiji frunció un poco el ceño. —¿Qué dijo? — jaló suavemente la manga a Shorter. 

Eso no pasó por desapercibido a Xin Qian. —Ay, disculpa... pensé que eras chino... emmm... 

—Eiji Okumura — sonrió, luciendo sus dientes nuevos y permanentes. Luego sacudió su cabeza al darse cuenta del error; los chinos también se presentaban a sí mismos como los japoneses. —, mi nombre es Okumura Eiji. Mucho gusto, es un placer conocerla, señora Lee. — hizo una media reverencia. 

La china emitió una pequeña risa. Ese niño era un encanto. —¿Esperan a Yut Lung? 

Sing dio un saltito. En una de sus manos llevaba sus carritos. —¡Y a Doradito! 

Ella levantó una ceja. —¿A quién? 

De inmediato, Shorter y Lao le taparon la boca al menor.  Todos quedaron petrificados. 

—E-Es un nuevo amiguito de Sing... ya sabes de la escuela — explicó Sonny, con una sonrisa temblorosa. —. ¿En dónde más haría amigos el bebé? 

Xin Qian no dejó de verlos raro. Entonces, Shorter decidió que era hora de actuar. 

—Con su permiso, señora Lee, ¿podemos pasar? 

Su sonrisa regresó dibujada en su rostro. —Por supuesto, pasen. 

Todos los niños entraron amontonados y se dirigieron aglomerados hacia la habitación del chino. Sin importarles que Yut Lung estuviera despierto, abrieron la puerta de golpe y la cerraron rápidamente. 

Xin Qian solamente negó su cabeza con una sonrisa divertida y rehizo sus quehaceres.

Por otro lado, al encontrarse solos dentro del cuarto, ellos se percataron de una escena muy particular: Yut Lung seguía durmiendo, y a kilómetros se notaba que se estaba haciendo el dormido, mientras que el armario estaba medio abierto y sin señales que Ash saliera. 

—¡China! — Sing fue el primero en moverse hacia la cama. Los demás analizaron el panorama con más detenimiento. —¡Levántate, traje mis hot wheels!

Como si fuera una señal de alerta, el aludido se levantó aún amodorrado, dejando a Sing lejos de él. Su cabello era un desastre como una jungla negra viviente, pero estaba a salvo de la saliva del preescolar. —¿Por qué están aquí? Que molestos...

—Tú ya sabes la razón. — contestó Shorter, en mandarín.

Antes que alguien pudiera agregar algo más o Yut Lung apelar, Ash asomó su cabeza con suma precaución. Poseyó ojos cansados y un poco temorosos, mas se calmó considerablemente tras ver que los chicos estaban ahí realmente y no eran un producto de su imaginación.

—H-Hey... — musitó Ash, con una timidez atípica en su voz.

Shorter, Lao y Sonny se relajaron un poco.

—Hey, Ash... — murmuró Shorter. 

—Parece que Yut Lung te trató bien... — comentó Sonny, molestando al aludido por el sarcasmo. 

Entonces, de reojo, Ash y Yut Lung se vieron con las caras largas. No habían tenido la oportunidad de hablar lo que pasó la noche anterior. 

—Ash. 

No obstante, el rubio no pudo evitar ignorar a todos ante la voz del japonés. Las caras del resto estaban iluminadas al verlo nuevamente en persona, pero no era mismo resplandor acogedor como el de Eiji. 

El japonés rápidamente acortó la distancia entre ellos. Lo primero que hizo fue darle un abrazo al rubio. —Estás bien... — expresó con suavidad Eiji

Ash le sorprendió un poco la muestra de afecto tan abierta. Sin embargo, tras sentir la tibieza envuelta en los brazos de Eiji, engendró un sentimiento profundo de abrigo en su ser. Pasó la noche afuera de los aposentos de Dino y estaba a salvo. Eiji y los demás también.

Entonces, sin importarle nada más que seguir disfrutando el genuino cariño que alguna vez olvidó en su vida, Ash rodeó sus brazos en el torso de Eiji y escondió su rostro sobre ese cabello rebelde y azabache. 

El momento tierno fue abruptamente interrumpido cuando Sing dio saltos delante de Ash y Eiji.

—¡Doradito, Doradito! — rió felizmente. —. Mira, mira, mis hot wheels.

Ash sonrió ante el entusiasmo. —Son muy bonitos... — y era verdad. Hacía mucho que él no tenía juguetes. 

No obstante, los otros niños estaban aturdidos y el rubio no entendía la razón.

Shorter y Lao corrieron hacia el menor y cubrieron su boca.

Yut Lung rodó sus ojos y se dejó caer su cuerpo sobre su cama de forma melodramática. Era un hecho que estaba rodeado de idiotas. 

—¡¿No le dijeron a Sing que debe estar callado?! —expresó Sonny con voz baja, torciendo sus dedos en señal de estrés.

Lao bajó la mirada y se sonrojó. —N-No...

De ahí, Ash palideció. Esperaba que la mamá de Yut Lung no haya escuchado. Más que eso, esperaba que no le haya dicho a nadie.

—Ustedes sí que son inútiles — comentó Yut Lung luego de haberse incorporado. —. A ver mocoso, escucha — Sing ladeó su cabeza, con su rostro colmado de curiosidad. —. No debes mencionar a Doradito más que a nosotros... — dijo, despacio. —; es nuestro secreto. 

Sing inclinó su rostro a un lado. —¿Qué es un secreto? 

Yut Lung gruñó por pura frustración y se dio un coscorrón. Ya había declarado a Sing como causa perdida y su propia perdición.

Shorter suspiró, intentado mantener la calma.— Un secreto, Sing, es saber algo y decir nada a nadie, por ejemplo a tu mamá, a mis papás, la mamá de Yut Lung o a ninguno de tus maestros. Es como cuando tienes una paleta y la guardas para no compartirla con nadie ni decirles a nadie que tienes una.

El preescolar frunció el entrecejo. —Tener secreto es ser egoísta. Eso es malo...

—¡Pero hay secretos buenos! — se metió Eiji en la charla. —. Y en no decir nada sobre Ash, emmm, digo, Doradito, lo hará muy feliz.

Ash forzó una sonrisa. —S-Sí, bebé Sing. Me harías el niño más feliz del mundo si no dijeras a nadie más sobre mí...

El menor se mordió el labio inferior y asintió, no muy convencido.

—Sabes, Sing. Si lo haces, serás un niño bueno... — dijo Sonny, luego de una pausa. —. Te daremos un premio si mantienes el secreto. 

Los ojitos de Sing se abrieron en par en par. —¿En serio? 

Yut Lung suspiró. De plano toda su mesada se iría en dulces y juguetes para mantener sobornado al mocoso. —Sí, sí... lo que más desees. — dijo, desinteresadamente. 

Sing sonrió ampliamente. —Deseo volver a mi casa, como era antes, y que papá y mamá estén juntos otra vez. 

—Ayy... — expresó Shorter, ocultando su pésame. 

El menor aún seguía viendo esperanzado a los demás niños. Nadie se atrevió a responderle o replicarlo, todos los niños portaban un semblante angustiado. Sing todavía era muy joven como para entender bien la situación. Su padre no iba a volver,  pronto estaría en prisión y su madre aún estaba traumatizada por la relación tóxica que sostuvieron. 

Para la perspectiva de Sing, solamente quería dar amor a sus padres y sentir que la estaba recibiendo, tenía la fe que todo esto era un mal entendido. Extrañaba todo lo bueno: su cama, el jardín lleno de flores, la cocina inundada de olores exquisitos, la risa de sus padres cuando no estaban peleando y lo relajado que se veía Lao en momentos de corta paz. Quería todo eso de regreso. 

—Sing... — murmuró Sonny, dejando a medio camino sus palabras tras ser interrumpido. 

—¡Por supuesto, Sing! — Lao sonrió tembloroso. —. Tendrás todo eso si eres un buen niño y guardas el secreto... 

En eso, Sing empezó a bailar de pura emoción. Los demás niños miraron a Lao de manera taciturna. 

A pesar de no saber mucho acerca de la vida del grupo, Ash pudo intuir lo que pasaba entre ambos hermanos. Una vez Eiji le comentó que los padres de ellos siempre discutían y ya no supo más, hasta ese momento. 

—¡Bueno, pero eso ya no será un problema! — expresó Shorter.  —. Solo esperen que mi plan funcione y será pan comido. 

Tanto Sonny, Yut Lung, Eiji y Ash se mostraron sorprendidos. 

—¿Qué plan? — frunció el ceño Sonny. 

—¿El de ir a Canadá...? — preguntó Eiji, temoroso. 

—No, eso queda pendiente en estructurarlo... — sonrió de oreja a oreja y bajó con su dedo sus gafas de sol. Al tener sus ojos al descubierto, guiñó su ojo derecho —. Confíen en mí, si funciona, entonces todo será muchísimo más fácil. 

Yut Lung se encaminó hacia Shorter. Se puso tan cerca de su rostro que, tan solo por un pequeño empujón, sus narices rozarían. —¿Qué tienes en mente? — entrecerró sus ojos. 

—Solo esperen y verán — dio una pequeña carcajada. Luego desvió la mirada hacia Ash. —. Te quiero listo, Ash. Ya verás qué haremos después de clase. 

El aludido parpadeó. Eiji, inconscientemente, se acercó a él para cubrirlo con su cuerpo y ser un bloqueo de las miradas de los demás. 

—¡Jugaremos a los carritos! — gritó Sing, emocionado. 

—¡Claro que sí! — respondió Shorter con el mismo entusiasmo. 

Los demás solo suspiraron. Shorter de verdad estaba poniendo mucho empeño en idear una viable solución, pero era preocupante que ellos dependieran mucho de sus planes estrafalarios y más cuando fue bebé Sing quien le dio la idea. 

*

—No seas así, Shorter. ¿Cuál es el famoso plan? 

—Argh, no se los puedo decir así nada más. Esperen después de clase. 

—¿Después de clases? ¿Y qué pasará con la hermosa Nadia? 

—Estás muy enamorado de ella, ¿verdad? 

—Dicen que el amor hace tonta a la gente... pero a Sonny lo dejó muy idiota. 

—¡Hey! 

—¡Jajaja, tonto, tonto!

—¿Tú también, Sing?

—Hermano, en serio... ella no te hará caso. 

—Primero por feo, segundo por ser menor que ella, tercero... 

—¡Qué importa eso! Con Nadia ya platiqué y nos dejará en paz solo por hoy porque ella quiere ir a pasear con sus amigas. Negociamos. Cuando tenga mi celular será diferente. 

—¿Y qué brillante plan es? Si es sacarlo de mi apartamento, lo apoyo totalmente. 

—¡Yut Lung! 

—¡Cállate, Okumura! No sabes lo mucho que sufrí con él... 

—¡Cállanse los dos! Eiji, recuerda, si el profesor Blanca te cuestiona sobre Ash, dile que fue un juego, nada más... no sabemos si podremos confiar en él. 

—D-De acuerdo... 

—Tus papás no te molestarán hoy porque creen que tienes un gran proyecto.  

—¡¿Qué?! ¿No estaba castigo Eiji? 

—Pues... 

—Ay, inventé algo para que lo dejen en paz. 

—¡¿Qué tú que...?! 

—Arg, no importa ya eso...

—¡¿Cómo que no?!

—Sing, para nuestro plan, ¡tú serás el actor principal! 

—¿Yo? ¿Qué es acdor princioal?

—¡Oigan, no me ignoren! ¡Shorter, nos meterás en problemas! 

—Sonny, de todos modos moriremos todos...

—¿Yut Lung, tú también? ¡Lao, di algo! 

—... 

—¡LAO! 

Tras seguirlos tres cuadras, en su patrullaje de rutina dentro del auto policial, Marvin rió guturalmente. Esos niños eran tan ingenuos que no se preocuparon en seguir con su fachada del otro día; estaban tan concentrados en su conversación que no notaron que un vehículo los seguía y él pudo escuchar todo. Ni siquiera la mamá del niño con coleta, quien los dejó cerca de la escuela, se dio cuenta. Verdaderamente, esos chinos sí sabían español, eran amigos de Eiji Okumura y, además, mencionaron el nombre de Ash. 

Ya pudo aprender el nombre de ellos: Shorter, Sonny, Yut Lung, Sing y Lao. 

Todo encajó tan rápido que Marvin quiso reírse de su miserable existencia. No obstante, decidió jugar un poco más antes de averiguar en donde se encontraba Ash. 

Tenía curiosidad sobre el alcance de esos niños y de su ingenio. Asimismo, tenía ganas de divertirse un poco antes de sabotear sus planes. 

Posiblemente, papa Dino quisiera otros cinco niños asiáticos para negociar. 

*

Blanca, durante todo el período del día, observó a Eiji muy tenso. Las primeras clases de la mañana, Yut Lung le susurró al oído y el japonés intentaba tranquilizarse; cuando llegó el recreo, el grupito de siempre se juntó para jugar y después, en los últimos cursos, Eiji y Yut Lung prepararon sus pertenecias casi de inmediato. Solamente tenían lo necesario afuera y procuraban ser muy pulcros, como si quisiesen agarrar sus mochilas e irse volando cuando sonara la campana. 

No había tenido tiempo en conversar con Eiji de lo sucedido ayer. Era como si el muchacho lo estaba eludiendo, ni siquiera hizo contacto visual con él. Dichas actitudes le parecieron muy extrañas a Blanca. Eiji era un alumno que siempre estaba atento a las explicaciones, ahora estaba distraído. 

Aún así, el profesor Blanca decidió encararlo antes de salida. 

Dicho y hecho, cuando el timbre resonó en toda la escuela, lo detuvo velozmente. 

—Eiji, espera — dijo Blanca, tocando su hombro. —. Necesito hablar contigo. 

El profesor notó el rostro ansioso de Yut Lung; se había congelado en el umbral de la puerta. 

—¿Qué pasa, profesor Blanca? — musitó. 

El aludido esperó a que todos los alumnos se fueran. Yut Lung vaciló en sus pasos pero rápidamente comprendió las intenciones de su maestro. Entonces se fue, sin poder hablar antes con el japonés. 

Cuando se hallaron solos, Blanca cerró la puerta. —Eiji, sobre el asunto de tu amigo, ¿qué dijeron tus padres luego de ir a la comisaría? 

Desde su perspectiva, el niño estaba pensándolo demasiado, se mordió el labio inferior y forzó una sonrisa. —Estoy castigado por eso, profesor. 

Blanca se quedó sin aliento. —Entonces debo hablar con tus padres en privado... 

—¡No se moleste! — balbuceó sin dejar de terminar a su maestro hablar. —. Creo que es lo justo. 

—¿Eiji?

Bajó la mirada, avergonzado. —Vera, profesor Blanca... y-yo les mentí a todos... 

Alzó sus cejas y no moduló su voz. —¡¿Qué?! 

Eiji levantó sus párpados y procuró mantener sus ojos clavados en Blanca. —Mi amigo de la biblioteca... no existe — dio una reverencia. —. Perdón por haber causado muchos problemas. Solo quería atención. 

Blanca procesó el sonido de las palabras de su alumno y frunció el ceño. 

Eiji estaba mintiendo y pretendió enrendarlo a él también. Todo era un engaño, pero la duda era por qué lo hacía. 

—Eiji, ¿estás seguro de lo dices? 

El niño suspiró. —Lo siento... 

—Esta bien, Eiji... sabes que puedes confiar en mí. 

Aún con ese aliento, el rostro del japonés permaneció compungido. 

*

Shorter, Lao y Sing entraron en puntillas al local de prendas femenina junto con un grupo de señoras. 

Las mujeres tomaron su propio rumbo mientras que los niños se escondieron detrás de los estantes con blusas colgadas. 

—Ok, Sing... Ya sabes que hacer. — susurró Shorter en mandarín. 

El menor asintió emocionado. Lao, por su parte, estaba vacilante. 

—¿Estás seguro de que va a funcionar? — su voz era constreñida. 

—Of course... — forzó sonar su perfecto inglés. 

Lao suspiró. No había vuelta atrás para arrepentirse. —Bueno... 

Shorter sonrió. —De acuerdo, bebé Sing, es tu turno —le dio un empujoncito. —. Llora, llora con ganas. 

Sing sonrió ampliamente antes de salir de su escondite. Pronto, sus lloriqueos estruendosos irrumpieron la atención de todos los presentes, en especial de las trabajadoras. 

Las mujeres se amontonaron a Sing, pensando que era un nene perdido. Todas se veían las caras mientras que Sing balbuceaba y su rostro se tornaba rojo de angustia. 

—Mi vida... pobrecito. — una mujer se puso de cuclillas. —. ¿Te perdiste? ¿Dónde está tu mamá? 

Las empleadas buscaban a una mujer asiática y, al no encontrarla, preguntaban a las demás clientas, aunque fue infructuoso. 

Fue entonces que comenzó su plan. 

El hermano del chino suspiró nuevamente. Sing era muy convincente, sería un buen actor. —¿Cuál de todos estos te gusta? 

Shorter tronó sus nudillos. —Esos de por ahí. 

Al cabo de tres minutos, los niños arrebataron con todo lo que pudieron, se lo metieron a la mochila y salieron de la dichada tienda, procurando en hacer el menor ruido posible. Las mujeres estaban tan concentradas en Sing que ni notaron sus presencias y la falta de prendas. 

Una vez fuera, Shorter alzó su dedo pulgar a los otros niños escondidos detrás de un árbol. 

En eso, Yut Lung exhaló, frustrado. Con paso elegante entró al local. Rápidamente un aura de pura angustia chocó en su rostro y sus oídos le dolieron por los alaridos del preescolar. 

Era mejor terminar con eso de una vez. 

—¡Sing, mocoso, cierra la boca! — expresó en mandarín. A pesar que fue pesado con el pequeño, el rostro de Yut Lung mostraba preocupación. Fue una verdadera suerte que ninguna de las presentes entendía lo que él dijo. 

No obstante, Sing no se ofendió, al contrario, se mostró feliz al ver a Yut Lung. —¡China! — corrió hacia él y lo envolvió fuertemente entre sus bracitos. 

Todas las mujeres se conmovieron y suspiraron de ternura. 

Yut Lung arrugó su rostro para formar una falsa sonrisa. —Con que aquí estabas bebé... no vuelvas a separarte de mí. — lo abrazó también. 

Una de las clientas se relajó. —¡Gracias a Dios pudo este pequeño encontrarse con su hermana! 

Como respuesta, a Yut Lung le dio un tic nervioso en el ojo. Ya no era gracioso que lo confundieran con una chica. —S-Sí... uhhh, lo encontré con buenas personas. 

—Pero no te confíes, hermosa... hay mucha gente mala allá afuera. Así que ten cuidado. 

En un santiamén, el rostro de Yut Lung se tornó serio. —Sí... lo sé, señora. 

*

Ash se sobresaltó al escuchar ruido afueras del apartamento. Rápidamente dejó la escoba en su lugar y se fue corriendo a encerrarse en el closet. 

Desde que la mamá de Yut Lung y él se fueron, el rubio quiso de corazón retribuirles por su amabilidad, a pesar que Xin Qian no sabía de su existencia y Yut Lung era un amargado con él. Entonces se le ocurrió hacer pequeños quehaceres para mantener el lugar más limpio y acogedor y que no llamara tanto la atención: limpio los muebles y el baño (ya que él también lo usó), sacudió los sillones, regó las flores e hizo la limpieza. 

—¡¡Robaste, Shorter!! ¡¡Eres un estúpido y usaste a Sing como cómplice!! 

—Pero yo fui un niño bueno... 

Ash suspiró aliviado al percatarse que eran los muchachos y salió del armario, confiado. 

—Hola... — su mirada se iluminó al verlos, pero ellos estaban estresados.

Eiji, cuando lo vio, aceleró sus pasos y lo abrazó fuertemente. —¡Ash! — el aludido lo rodeó con sus brazos de la misma manera. —. ¿Estás bien? ¿Has comido algo? 

—Eiji... —susurró Ash entre el sudadero de su amigo y respiró profundo. Pudo oler un poco a sudor pero eso no contrarrestó ese aroma dulce, característico en él. —. Estoy bien, comí un poco de lo que Yut Lung me permitió tocar. 

—Que bueno, hermano. Ya te sientes cómodo aquí. —sonrió Shorter. 

Sonny y Lao suspiraron. Yut Lung examinó su casa y notó que estaba un poco más limpia. Por lo menos Ash servía como sirvienta. 

Por su parte, Sing corrió hacia Ash y, antes de que él pudiera responder, empezó a saltar. —¡Doradito, traje mis carritos y regalos para tú! 

—Para ti. —corrigió Lao, mas Sing estaba al borde de la emoción que no le hizo caso. 

Ash parpadeó. Los únicos regalos que ha recibido durante todo este tiempo han sido de Eiji. Por lo mismo, quedó ensimismado viéndolo, pensando y esperando a que él le diera una bolsa de dulces. 

Eiji al sentirse observado, no se puso tímido, al contrario, sintió su corazón palpitar de alegría y esbozó una sonrisa cálida a Ash. 

—¡Es algo que te sacará de apuros! — gritó Shorter mientras dejó caer su mochila al suelo y la abrió con frenesí. —. ¡Ta da! ¡Con esto vas a saborear tu libertad!

Yut Lung suspiró después de masajear sus sienes con sus dedos; Eiji forzó sentirse bien con ello; Lao estaba inexpresivo y Sonny estaba al borde de la histeria, nuevamente. 

Ash quedó mudo por un buen rato, observando el vestido alzada por Shorter. —¿Qué...? 

—¡Yo sé... yo sé que es shockeante! Tan solo piénsalo... — dijo Shorter, acercándose a Ash. —, la gente mala están buscando a un niño rubio perdido, no a una niña... 

—¡Es una estúpida idea! — gritó Sonny, como décima vez en el día. —. ¡Le mentiste a Nadia, a tus padres, a los padres de Eiji,  robaste en un almacén y nos hiciste cómplices! — le faltó el aire. Se percató que solo él era el único ofendido. —¡¿Acaso nadie piensa lo mismo?! 

Yut Lung rodó sus ojos. —Una estúpida idea solamente pudo haber vendido de una persona estúpida —comentó pedante. —. Así que no estoy sorprendido. 

Shorter frunció el ceño. —Oye... 

—Bueno... no suena tan mal la idea... —agregó Lao, ganándose más alaridos de Sonny. 

Eiji se mordió el labio inferior. —A mí nadie me dijo nada hasta que ibamos de camino al apartamento... 

Todos concordaron que Eiji era un ser de luz, transparente e ingenuo para mentir. Así que no lo incluyeron en el plan. 

—Sí... en serio, hermano. Solo pensar que Ash está solo y no poder salir a jugar, me duele... —dijo Shorter, con voz constreñida. —. Me pongo en su lugar... me volvería loco. Además, los otros planes aún no las hemos planificado bien... 

Sonny masculló. —Aún así, si le pones vestido, sus facciones lo delatarían. 

Shorter dio una risita. —No te preocupes, también tome una peluca del maniquí. — expresó mientras mostraba una de color castaño oscuro, con flequillo recto y con corte hasta la mandíbula. 

—¡Ay, carajo! — maldijo Sonny en mandarín. 

Sing estaba aburrido que empezó a sacarse los mocos. 

Por otro lado, Eiji observó a Shorter con leve desdén para luego suavizar su expresión hacia Ash. —No haremos nada si no quieres hacerlo, Ash — palpó su hombro. —. Es tu decisión. 

Ash bajó la mirada hacia el suelo. Todavía estaba abrumado de los eventos que pasaron el día anterior, el miedo de ser descubiertos aún era palpable. No obstante, el deseo de salir sin ataduras, sin condiciones, que el aire le pegue en su rostro y su corazón se agite de diversión era mayor que sus temores. Añoraba desde hace tiempo ese sentimiento que lo ha encerrado desde que su hermano se fue: el querer jugar. 

—No te preocupes — sonrió, con cierto sonrojo en sus mejillas. —. Sí quiero ir... 

Eiji se sorprendió; Yut Lung suspiró al igual que Lao; Sonny gruñó frustrado; y Sing y Shorter celebraron. 

—¡¿Entonces te pondrás... eso?! — señaló Sonny el vestido y la peluca, acojonado. 

Ash dirigió su mirada al techo. —No es la primera vez que uso ropa de niña... y actuar como una. 

De repente, hubo un silencio incómodo dentro de la habitación. Todos tenían una cara de shock y de susto, incluso Sing. El rubio no tenía idea del por qué esa reacción reacia en los chicos. 

Yut Lung abrió varias veces sus labios pero era difícil para él decir algo tenaz. 

—¡B-B-Bueno! ¡Miremos si te q-q-queda! — dijo Shorter, tratando de salir del aturdimiento. 

Cuando dejaron las prendas a Ash, los demás se fueron de la habitación para darle un poco de privacidad. 

Lao sacudió su cabeza. —Qué raro... — murmuró en mandarín. 

Eiji, Shorter y Sonny no quisieron pensar más en eso. Sus mentes estaban enfocadas en salir a correr al parque. 

*

A las tres de la tarde de ese día, Blanca se reunió con Max en una cafetería local. 

El semblante del hombre de pelo castaño era relajado, sin la intriga sobre qué era lo que aquel maestro quería hablarle. 

Cuando ordenaron café para ambos, dio inicio a la conversación. 

—Señor Blanca, sabe que soy periodista... así que vamos al grano. ¿Por qué quiere hablar conmigo urgentemente? 

El aludido suspiró. Tan solo esperaba que esto diera resultado. —Señor Lobo, me imagino que usted es un ferviente creyente de la intuición; cuando presiente que algo está fuera, se siente incómodo. 

Max y Blanca fueron interrumpidos al momento que su pedido fue entregado. Agradecieron a la mesera y la conversación continuó. 

—Eso le pasó a usted — dio un sorbo a su café. —. ¿Eso que tiene que ver conmigo? 

El cuerpo corpulento de Blanca se inclinó, acercándose más a Max. Sus ojos negros se conectaron rápidamente con los azules del castaño. 

—Lo que le voy a contar es algo muy delicado y debe ser tratado con prudencia. 

Max dejó su bebida a un lado, y observó a Blanca con seriedad. Ese tipo hablaba en serio, su aura era pesada pero no abrumaba. —¿Qué es? 

Fue ahí que Blanca se soltó. Le contó sobre Eiji desde que fue su alumno, sus actitudes espontáneas y ocurrentes propias de un niño, las idas a la biblioteca, el mejoramiento de sus calificaciones hasta concluir con su desgarradora confesión sobre su amigo, de lo ocurrido con el oficial de policía y lo injusto que fueron sus padres. Concluyó con lo que le dijo hoy en clase, en cómo él negó todo pero a la vez, en su rostro, aún gritaba auxilio por sus facciones. 

Max escuchó atento, e incluso llegó a fruncir el ceño de lo explícito que fue Blanca en algunos detalles, en especial en la forma, color y área de los golpes que describió del amiguito de su alumno, así como se rascaba sus partes íntimas o que su abuelo lo besó de manera indecorosa . Lo que más le llamó la atención fue el actuar del policía, mas no se sorprendió mucho porque el sistema de prevención de algunos oficiales era basura. Y consideraba de algunos porque sabía que pocos sí se esforzaban en su deber, como su adorada Jessica. 

—Entiendo y a la vez no, señor Blanca — dijo Max luego que el profesor terminara de hablar. —. A mí me parece que todo esto fue una negligencia que se salió de control... y abuso infantil... 

—Es que ahí va mi intuición... —suspiró y le susurró. —. Ese policía, cuando supo que todo eso pasó con ese niño dentro de esa biblioteca, se alarmó y trató la manera de desvanecer la denuncia. Solo porque lo obligue tomó acción de sus deberes. Yo... presiento que sabe algo...

—¿Al menos sabe el nombre de ese policía? — preguntó antes de tomar lo último de su café. 

—Sí, su nombre en la placa era Marvin. 

Blanca estuvo estupefacto cuando Max escupió el líquido café a un lado de la mesa. Se empezó a ahogar pero rápidamente se tranquilizó. En un santiamén, el castaño lo vio con ojos plagados de zozobra. 

—¿No me está tomando el pelo? — Max se frotó su frente en su mano. —. Sí habla en serio... mierda. 

—¿Señor Lobo? 

El susodicho refunfuñó. —De haber sabido, jamás lo hubiera citado en un lugar público... —tragó saliva. —. Vámonos. 

Para no levantar sospechas, Max y Blanca hablaron de otra cosa, de manera amena, pagaron el pedido y se fueron a encerrar en el auto de Blanca.

Cuando se hallaron solos, Max pudo deshacerse de la fachada alegre y despreocupado de su rostro; la reemplazó con una expresión de atemorizado. 

Como si hubiera sido una enfermedad, Blanca se contagió del pavor de Max. —¿Sabe algo... no es verdad? — preguntó, casi sin aliento. 

Max inhaló y exhaló con fuerza, hasta comenzó a sudar. —Ellos... están aquí... — luego penetró con la mirada al maestro. —. ¿Acaso ese Marvin no mencionó a un tal Dino Golzine? — se sobresaltó. —. ¿O él será el... "abuelo" que su alumno menciona? 

Poco a poco, el miedo se apoderó de Blanca. —¿De qué está hablando? 

Intentó calmarse sin éxito. —Hace años, cuando trabajaba en la CNM... le eché un ojo a las irregularidades financieras del jefe de Policía de esta ciudad, Dino Golzine. Eran sumas exorbitantes que no habían sido declarado al fisco... lo cual me pareció extraño. 

Blanca tragó saliva. —¿Qué...? 

—Lo primero que pasó por mi mente fue lavado de dinero, así que investigué sobre su procedencia. Realmente creí que iba ser una primicia en cadena nacional y los rantings iban salir disparados, pero... la realidad fue otra... 

El pelo negro supo de inmediato el resto de la historia. —¿Lo despidieron? 

Max se vio angustiado, lo reflejó en sus facciones. Entonces asintió. —Retuvieron mi investigación... pero a grandes rasgos pude ubicar ciertas personas de renombre y otras no tanto... — alzó su mirada. —. Marvin Crosby estaba en esa lista, en ese entonces, era cadete de policía. 

—Si no pudieron darle una causa justificada de despido y demandar a la empresa será infructuoso... ellos saben sobre esa red de corrupción. 

—Sí... los están cubriendo, eso es obvio — Max arrugó su rostro. —, pero la pregunta es: ¿de qué? 

Para Blanca, supo que todo era muy extraño, jamás creyó algo tan grande, muy fuera de su alcance. Un escalofríos recorrió su espina dorsal; eso significaba que Eiji estaba en peligro. Ese hombre, Marvin, estaba demasiado al pendiente en el niño luego de haber "ido" a la biblioteca. 

—Mi alumno... y el niño de la biblioteca... 

Max se desplomó del asiento del copiloto. Ya se habían complicado la situación. —Me temo que ellos... o alguien está abusando de ese niño y no quieren que sepa. 

Estaba decidido, luego de la larga conmoción entre ambos hombres, Max iba a investigar nuevamente, por su cuenta, en lo ínfimo. Debían de averiguar quién era ese niño de la biblioteca. Tal vez él tenía las ansiadas respuestas de esa organización criminal. 

N/A: Aproveché en escribir durante esta semana no estaba tan cargada para mí. Para ustedes tienen una nueva actualización, así que todos ganan (wink wink) ;D 

La trama se va a desenvolver de a poquito, recuerden que aún son niños y a veces son impulsivos al igual que sus decisiones. Max ya entró en el juego, y Blanca también entrará más de lleno. Solamente ese spoiler daré xD no sé ustedes, pero escribir la escena entre ellos dos me pareció genial y quedé frustrada con Yoshida porque jamás, en Banana Fish, estos dos personajes se hablaron xDDDDDD No los shipeo (aún xD) pero necesito más de ellos QwQ

Espero tener el próximo capítulo, este fue calmado (como el anterior), pero don't worry, ya van a empeorar xD.

¡Nos vemos! :D 

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