Capítulo 7: Friend or foe?
Estaba sudando a mares luego de la llamada telefónica con su jefe. Cuando finalmente pronunció el meollo en el cual estaban envueltos, con una voz fúnebre, lo citó a sus aposentos de forma inmediata.
La ubicación de la morada nada más la sabían ellos dos. Aslan, por su parte, la conocía pero no a totalidad. Cada vez que Dino lo dejaba y lo traía a la biblioteca, le forzaba colocar un antifaz. Era una forma de dominación hacia el niño que ellos sometían: la incertidumbre, el miedo y la desolación en saber que no había salida .
Pero ahora, todo se fue al carajo.
Al momento que la puerta se abrió por completo y apareció un señor de avanzada edad, sin cabello, con un bigote espeso y blanco y que utilizaba un bastón para apoyarse, Marvin se petrificó por su expresión: no estaba contento al verlo.
—Entra. — ordenó contundentemente.
Con pasos cortos y torpes entró como pudo. La puerta se cerró de golpe y Marvin notó rápidamente algunos objetos dejados sobre el fino mesón de la sala: cinta adhesiva, pañuelos, lazos, una bolsa de basura negra, guantes y droga.
¿Acaso papa Dino quería secuestrar a alguien?
Sacó la última conclusión de sus pensamientos. Eso no importaba ahora. —Papa... Ash no está —tragó saliva al ver la mirada filosa del mayor. —. Asimismo, un niño ya sabe sobre él y su maltrato... llegó a denunciar, junto con su padres y maestro...
El policía estaba petrificado ante la falta de reacción de Dino. Lo único que apreciaba era la contracción de las fosas nasales del viejo y como su rostro se tornaba colorado de ira.
En un abrir y cerrar de ojos, la insólita y pesada calma murió.
Dino alzó su bastón y pegó un golpe directo hacia el rostro de Marvin, emitiendo un crujido por el impacto. —¡¡Idiota!!
Marvin alzó sus brazos para amortiguar las palizas y evitar seguir siendo mascado. Hilitos de sangre salieron de su nariz y cuero cabelludo. —L-Lo siento, papa... —gimió con dolor. —. No tengo idea como es que supieron de su existencia.
Sin embargo, el aludido gruñón y dejó su bastón caer al suelo. —¡Estúpido, bueno para nada! No puedo dejar ningún recado en vigilar a ese niño durante tus patrullajes mientras yo no estoy.
Hacía ya cuatro meses que Dino le ordenó a Marvin que mantuviera un ojo en el niño.También fue ahí que Ash tuvo el derecho de salir durante 3 o 4 horas al día para luego seguir con el protocolo establecido de ida y regreso a casa. Eran las noches y las mañanas, antes de ir a la biblioteca, que comenzaba la diversión de los adultos y jugaban con el niño rubio.
El motivo de esa libertad concedida para Ash aún era desconocido para Marvin, pero él nunca se atrevió a preguntar.
—P-Pero sé el nombre del niño denunciante... y al parecer sus padres son unos inmigrantes imbéciles —sonrió, en tan solo recordarlo. —. Hice creer a su hijo como mentiroso, carente de atención de sus progenitores, y se lo tragaron enterito.
Dino frunció el ceño, poniéndole más atención al relato. Esa información era fundamental para determinar el siguiente movimiento.
—¿Y quién es ese niño?
—Es un asiático... su nombre es Eiji...
El nombre timbró en la mente de Dino, transportandolo en los eventos de esa mañana. Pudo conectar una posible relación entre Ash, él y la biblioteca. Era la única forma en cómo ellos se conocieron sin que nadie se enterara.
Y pensar que ese mismo niño tenía planeado secuestrarlo durante los próximos días. Tenía ganas de probar la carne asiática.
Por su parte, Marvin se desubicó cuando Dino comenzó a reír, de la nada, como maniático.
Luego de haberse reído por unos minutos, observó, ensimismado, al policía. —¿Fuiste a la biblioteca?
Parpadeó velozmente. —S-Sí, no estaba Ash... —pausó para divagar en sus recuerdos. —. Solo estaban cinco niños asiáticos dentro... — musitó las últimas dos palabras. —. ¿Será esto una trampa?
Dino caminó hacia la ventana, observando las otras casas residenciales. —Hay una escuela cerca de la biblioteca... — sonrió entre dientes. —. Si son los mismos niños que vi durante esta mañana junto con el pequeño Eiji — su sonrisa se volvió placentera. —. Deben estar involucrados en todo esto...
—¿Tendrán a Ash?
—Quien sabe... — Dino suspiró con optimismo. —. Ash sabe que no puede huir. Si sale del condado, alguien lo verá y lo traerá a la policía — mantuvo su sonrisa. —. Déjalo que disfrute su iluso sensación de libertad... él regresará a mí. De lo contrario, lo traeré a la fuerza.
Marvin sintió escalofríos. La forma de hablar de papa Dino mutó; era cínica, sin chispa de empatía. Prácticamente, ellos pertenecían a una red de corrupción y trata de menores, uno de los más encubiertos de Estados Unidos. La mayoría de los integrantes eran funcionarios públicos de alta jerarquía y parte de grupos criminales. Una vez que tenían la vista a un niño, niña o adolescente, ya no había vuelta atrás.
Desaparecen a menores de edad sin dejar rastro, muchos de ellos se les extraían sus órganos para el mercado negro, otros eran prostituidos y, los que corrían con mejor suerte, generalmente bebés, eran adoptados por familias que pagaban su adopción ilegal.
Sin embargo, con Ash era un poco distinto. Él fungía las últimas dos opciones, era la puta adoptiva de Dino, su mascota más preciada que a veces compartía con otros a cambio de un buen manojo de billetes.
Y, por lo que sonaba las palabras del propio Dino, quería darle un hermanito a Ash... ese era Eiji.
—Mañana iré a dar una vuelta a la escuela, papa... daré en donde viven esos niños...
Dino se mostró satisfecho.
*
Shorter inhaló, contuvo su respiración hasta contar hasta tres, y exhaló con profundidad. Aún sentía la tensión en sus hombros.
—A ver si entendí — el pelo pincho giró su rostro hacia los presentes. Yut Lung se había sentado en una silla, procesando lo que Ash, a secas, se ha confesado; Lao estaba en un leve shock al igual que Sonny; Eiji y Ash estaban sentados en el suelo, agarrados de la mano en muestra de apoyo mutuo mientras que Sing estaba sentado en el regazo de ellos dos. —. Tu abuelo no es tu verdadero abuelo; te hace cosas horribles, a parte de golpearte, no solo a ti sino que a otros niños; no puedes pedir ayuda porque él era el jefe de la estación de la policía y otros agentes también son malos, como el regordete que vimos hace rato; el policía cebo de cerdo no tomó mucho caso a Eiji y hoy en la mañana el viejo cara de huevo de tu "abuelo" se comportó meloso con Eiji también...
—Ellos ya saben quien es Eiji... — concluyó Lao, manteniendo la calma. Luego dirigió su mirada a un asustado aludido. Cuando Ash habló sobre Dino, Eiji comentó lo que le había dicho en aquel extraño encuentro con él. —. ¿Pero por qué te ofreció ir a su auto? ¿No podía comprar un dulce en la tienda de frente?
Sonny suspiró. —Yo tampoco entiendo qué pasa... —pestañó y volteó su rostro al rubio. —. ¿De verdad no tienes a nadie que pueda recorgerte? ¿Algún familiar o alguien?
Ash tembló un poco y bajó su mirada, avergonzado, con ganas de llorar. —N-No... — musitó. Podía sentir cómo las miradas de los presentes se clavaban a su persona. Entonces, Sing simplemente se desparramó encima de Ash, dándole un abrazo, mientras que Eiji le dio un apretón a sus manos entrelazadas.
—¿Y qué clase de cosas te han hecho para que te quedarás tieso como un animal muerto en la biblioteca? Pareció que habías visto al diablo mismo. — preguntó Yut Lung, con una chispa de curiosidad en su voz.
Eiji jadeó, horrorizado. —¡Yut Lung! ¡No lo atormentes!
El aludido refunfuñó y giró su rostro, ofendido.
No obstante, Shorter también tenía todavía la espinilla de angustia por este nuevo niño. Entonces, alzó la voz, indignado y observando a Ash. —. ¡¿Y tampoco entiendo por qué quieres regresar con ese "abuelo"?! — se revolvió sus cabellos. —. ¡Ay, necesitamos un apodo para él!
—Cara de huevo me gusta. — Sing sonrió, dando un saltito estando aún sentado en las piernas de Ash y Eiji.
Sonny asintió. —Tengo una mejor — sonrió entre dientes. —, ¿qué les parece si lo llamamos testículo, ¡ayyy, no me golpees!
Lao le había proporcionado una tundra. —¡No enfrente de Sing, idiota! — le alegó, a regañadientes, en mandarín.
Sing solamente les sonrió cálidamente.
Por su parte, Yut Lung negó con la cabeza. Esos niños no tenían clase. —Qué importa eso — llamó al orden. —, tenemos un grave problema ahora — señaló a Ash. —. ¿Qué hacemos con él? Ni la policía, adultos, maestros u otros niños podemos confiar.
Shorter tronó su cuello tras balancearlo en círculos de media luna. Aún se sentía estresado. —Estamos solos en esto, ¿eh?
A Eiji le tembló el labio inferior. Inconscientemente enterró sus uñas en el dorso de Ash. —Es mi culpa... — gimió con sutileza.
Ash lo vio compungido, sin importarle el latente dolor sobre su piel. —Eiji, claro que no... y-yo te dije que no dijeras nada a nadie sobre mí...
La conciencia aún le carcomía, como si se tratase veneno que corrompía todo a su paso. —P-Pero debí de darme cuenta antes... ¡fui un tonto! —gruñó. Los demás lo vieron con confusión.
—¿De qué hablas? — preguntó Sonny.
Eiji negó con la cabeza. Las vívidas imágenes de aquel día rondaron en el cajón de sus recuerdos. —Ese beso, ¡argh, lo vi, Ash! ¡Vi a ese anciano darte el beso! ¡Debí haber hecho algo antes!
El rubio dejó de respirar por un momento y palideció. De inmediato supo a qué se refería; un escalofríos recorrió su cuerpo. —N-No... pero si tú no. Eso no debiste de ver...
Eiji denotó que Ash estaba sumamente avergonzado. Al apreciar la manera en cómo su rostro se rompía en agonía, su corazón se oprimió. —Ash... — susurró.
—¿Beso? — frunció el ceño Lao.
—¿Qué tiene de malo los besos? — pregunto Sing, pensando en los que les daba su mamá.
Todo era muy extraño para los niños, en especial para Sing. Solamente observaba los rostros largos de los demás, como si hubieran comido el peor plato del mundo: la sopa de pavo real.
Tras ver las miradas anonadadas de Ash y Eiji en que al parecer iba ser un trance eterno, Yut Lung se molestó. —A ver, alguien que confiese de qué hablan — su voz sonó cascarrabias y sus ojos en forma de almendra se posaron en aquellos dos niños. —. Ya tenemos suficiente con todo este secretismo. Si Eiji hubiera sido honesto con nosotros desde el inicio, ¡no estaríamos en problemas! ¡¿Así que es?!
—Yut Lung... — Shorter se acercó con pasos suaves hacia él. Llamó su atención al darle una palmada en uno de sus hombros y negó con la cabeza. —. No los presiones. Se ven muy asustados como para decir algo — sonrió luego de haberle hablado en mandarín. —. Déjalos.
Ante el amable regaño del mayor, el aludido desvío su mirada ante el resto. Por su modo de hablar y por su rostro llena de empatía, Yut Lung cedió a la petición. Shorter podía ser un idiota, pero sabía cómo lidiar con los problemas de los demás y que se sintieran cómodos. Si Shorter le dijo todo aquello era por alguna razón, algo que tal vez ni él y los demás han captado.
—Nadie ha respondido a mi pregunta — agregó Yut Lung, más amable, tratando de no estresar más a Ash y a Eiji. —, ¿qué hacemos con él? — señaló al rubio.
Sing se meneó, mascullando, frunciendo su rostro en señal de aburrimiento y de paso aplastando más a Eiji y a Ash. Su pequeña cabeza golpeó los rostros de los niños, pero ambos amigos fueron tolerantes con el pequeño. —Hay que adoptarlo...
—Sing. — alzó la voz Lao. El preescolar chilló porque los demás niños solo hablaban y no jugaban.
Ash sonrió suavemente ante el berrinche de Sing mientras que Eiji se sintió aliviado, un poco, por haber visto una expresión genuina en las facciones del rubio.
En eso, Shorter chasqueó los dedos. —¡Eso es! — curvó sus labios hacia arriba. —¡Sing, eres un genio!
El niño rió divertidamente.
—Shorter Wong, ¿qué estás pensando? — inquirió Yut Lung, con sus ojos entrecerrados. No confiaba en el juicio de esa sonrisa estúpida en su rostro.
Relamió sus labios y los vio con ansiedad contenida. —Ash es huérfano, no podemos confiar en nadie porque estamos rodeados de gente mala... ¡¡¡pero...!!!
Yut Lung tuvo que cubrir sus oídos por lo agudo de la voz de Shorter. —¡Dilo ya, tonto!
Shorter aplaudió y señaló hacia arriba.
—¿Qué? ¿Se lo mandamos a Dios de regreso? — gruñó Sonny.
Ash tragó saliva dramáticamente. Lo sabía, lo querían matar.
El pelo pincho arrugó su cara. —No, idiota — esbozó de nuevo la sonrisa de oreja a oreja. —. Canadá...
Yut Lung iba a explotar de la risa. Lao, Sonny, Ash y Eiji lo observaron raro.
—¡JA! — Yut Lung emitió un sonido gutural. —¿Sabes qué está lejos, verdad?
—¡¿Cómo irá solo?! — gritó Eiji, luego de considerar la idea tan descabellada.
—No lo hará. — Shorter mantuvo su sonrisa.
Los niños pusieron cara de poker.
—¿Qué quieres decir? — murmuró Ash. Ese niño hablaba en serio.
Shorter relajó sus hombros. —Estás vacaciones, mi familia visitará a unos primos que viven en Richmond, cerca de Vancouver — no pudo evitar que su sonrisa creciera ante las expresiones desubicadas de los niños. —. Si puedo llevarlo, como Sonny, en mi mochila y eludir a migración; ¡la hicimos! — dio una carcajada triunfal. —. ¡Iremos a la policía canadiense y le contamos todo lo que Ash vivió! Los de por allá son más amables, de seguro si nos escucharan, en especial si es un niño blanco. Al final, una familia canadiense lo adoptará y listo.
Hubo un silencio abrumador. Shorter esperó pacientemente ante cualquier réplica, apelación o modificación a su plan maestro.
—¡¡Estás demente!! — gritó Sonny.
Eiji, Yut Lung y Lao abrieron su boca para gritarle también a Shorter. Sin embargo, Ash se puso de pie, dejando a un lado a Sing con delicadeza.
—¿Cuándo es ese viaje? — preguntó Ash, esperanzado en su interior. Dino y sus hombres eran poderosos en Estados Unidos y los otros países subdesarrollados. Se sentía confiado que en Canadá no podrían tocarlo.
Si lograba ir allá, sería libre definitivamente.
—¡¡Ash!! — Eiji estaba incrédulo. Su voz se rajó más ante ese fulgor naciente en aquellos hermosos ojos verdes.
El caucásico no quiso verlo, Eiji estaría a salvo si se alejaba de él. Dino lo quería a él y no a su querido amigo. Aunque le doliera, debía de emprender ese viaje, no había otra salida.
Shorter juzgó la postura del rubio delante de él. Ash estaba seguro de hacerlo. —Dentro de un mes.
Lao vaciló ante la seriedad de la conversación entre ambos chicos. —C-Creo que hay otra opción...
Los presentes ladearon su rostro hacia él.
Eiji exhaló con dificultad. —¿Cuál, Lao?
El chino cerró sus ojos con fuerza. —Hubo una policía que nos ayudó hasta el cansancio con respecto al divorcio de mis padres... protegió mucho a mamá durante ese proceso...
Sing alzó sus cejas. —¿Nana Jessica?
—S-Sí, ella...
—Denegado. Ni lo pienses. — comentó Ash, reacio.
—Hey, al menos considerenlo... — alegó Lao. —. Posiblemente no todos los policías sean parte de este plan... malvado. — argumentó, no estando muy seguro como describir la organización de trata de personas de Dino.
Shorter lo pensó. —Cierto... ella siempre estuvo ahí con ustedes, incluso si no estaba en su hora de trabajo.
—¿Y eso qué? Crees que porque es amable no puede hacer cosas malas en secreto — el rostro de Ash mutó. Sus facciones eran difíciles de describir para los niños, se veía asustado, triste y enojado al mismo tiempo. Incluso llegó a temblar. —. Todos son los adultos son así... son falsos y solo te quieren tocar...
Todos los asiáticos no ocultaron su completo shock.
La respiración de Ash se tornó irregularidad, ocasionando que Eiji lo envolviera con sus brazos para tranquilizarlo. —Sí existen esa clase de adultos, Ash...
El aludido jaló con tantas fuerzas la ropa de Eiji, al punto de escucharse los hilos estirarse. —¡¿Si existen entonces por qué no estuvieron ahí cuando más los necesite?! — jadeó, sintiéndose hiperventilado. — ¿Dónde están ahora? Ni mi familia me quiere... ¿qué da otro adulto? Ella debe ser igual al resto.
Ash estaba temblando en tan solo recordar en lo que tuvo que pasar, dichos recuerdos le estaban nublando la mente. Los chicos cayeron en un silencio corrosivo se adueñó del lugar.
—Mi papá también...
Los presentes se aturdieron, inclusive Ash, ante los balbuceos de Sing. Su voz estaba quebrada y sus mocos saliendo de sus fosas nasales.
Lao inmediatamente se acercó a su hermanito y se lo llevó en brazos. —Sing.
—Nana Jessica cuidó de nosotros porque papá no quería... — el pequeño se sintió triste porque el rubio habló mal de su heroína. —. Nana Jessica es buena, nana Jessica puede cuidarte... no ir a Canadá.
Aún con esas palabras casi inteligibles por sus lloriqueos, fueron suficientes para que Ash reaccionara. La pureza del preescolar en depositarle su confianza en un oficial, abrumó a Ash. No sabía exactamente los detalles de lo que pasó entre la familia de ambos chinos, pero la convicción en demostrarle que era de fiar la agente, hizo que vacilara un poco en seguir gritando. Asimismo pasó con Eiji, trató de ayudarlo lo mejor que pudo y los demás niños, a pesar que fueron entrometidos, tenían buenas intenciones.
De repente, Ash empezó a sentirse mal. Había hecho llorar a un niño pequeño y bajarle la moral a todos, a sus salvadores.
—Ash... — la voz de Eiji fue tan suave, que el aludido tuvo que confirmar si le estaban hablando tras dirigir su mirada hacia él. —, sé que estás triste por todo esto... pero déjanos ayudarte...
—Existe una tercera salida — interrumpió Yut Lung. Agraciado, se dirigió hacia la puerta y la abrió por completa. Su mirada estaba clavada en Ash. —. Te marchas de aquí y no vuelvas.
La estupefacción reinó en los sentidos de Eiji. Con la adrenalina al máximo, salió corriendo hacia el chino y cerró la puerta de un portazo.
Los demás niños encogieron sus hombros y sus nervios estaban de punta. Sucedió tan rápido que no se esperaban una disputa entre Eiji y Yut Lung.
—¡No seas idiota! ¡Ash se queda! — expresó a viva voz. —. ¡¿Cómo puedes decir eso?!
Yut Lung oscureció su rostro. Ese niño era un verdadero idiota. —¡¿A él como se le ocurre hacer llorar al mocoso de Sing?! — lo señaló pero no despegó su mirar en el japonés. —. ¡Además, él no está colaborando con nosotros en posibles soluciones para salvarle el trasero, pero si él no quiere, perfecto...! —ahora giró sus orbes negros hacia el rubio. —. ¡Hasta nunca! — expresó en mandarín.
Por primera vez luego de mucho tiempo, Sonny intentó calmar las aguas con su suave voz. —Ya, ya, niños... no nos alteremos. Hoy fue un día espantoso, lo sé, pero gritandonos no arreglará nada.
Sin embargo, su intento en mantener el orden fue en vano. Sing seguía llorando, Lao lo consolaba, y Eiji y Yut Lung todavía tenían un duelo de miradas.
—Vamos... escúchenme... — habló de nuevo Sonny, solo que más frustrado. —. Soy el mayor aquí...
Shorter tenía los ojos fuertemente cerrados para pensar en un mejor plan que los anteriores.
El caos estalló como un disparo de bala, pero disipó rápidamente como el humo que queda en la boca de la pistola al momento que Ash se acercó al pequeño Sing.
—Lo siento — su voz era tan leve como un susurro. —. ¿Nana Jessica es importante para ti?. No lo sabía... perdón por haber hablado mal de ella.
El asombro estaba dibujado detalladamente en los rostros de todos los asiáticos. Eiji fue el único quien pudo salir del trance para sonreír tiernamente. Una de las virtudes de Ash era su compasión a otros, no le gustaba ver sufrir a nadie de cierto modo, a pesar de que él ha sido transgredido de muchas maneras.
Por ese arrepentimiento sincero, Sing pudo dejar de llorar. —Nana Jessica buena — frunció el ceño. —. Recuerdalo.
Ash estuvo vacilante en responder, así que no lo hizo. El miedo en confiar en un adulto y policía estaba latente.
Por su parte, Lao vio con recelo al rubio. Ese destello de desconfianza en los ojos del chino fue percibido por Sonny rápidamente.
—¡Creo que no debemos precipitarnos! — gritó Sonny, con cierto temblor en su voz. —. Debemos de idear un buen plan durante estos días, si lo hacemos a la carrera, no va a funcionar.
Shorter suspiró, tenía dolor de cabeza. —Sonny tiene razón. Ahora que ya tenemos dos planes, hay que pensar bien cómo llevarlos a cabo.
—Por el momento, no hay que confiar en nadie; debemos de proceder con cautela — comentó Lao. —. Ni Jessica, ni nuestros padres. Hasta que no decidamos, con la mente fría, que hacer, este será nuestro secreto...
Los niños asintieron, sintiendo el peso de la responsabilidad y la incógnita de lo que se avecina. No se imaginaban que se iban a enfrentar algo muchísimo más grande de lo que se imaginaban.
Con un poco de entusiasmo, Eiji agregó. —Sí, y posiblemente podemos pensar en otro más adelante. — todos compartían el mismo sentimiento de furor a excepción de Ash. Él era el único que estaba incómodo por todo esto.
Yut Lung ladeó su cabeza, semi asintiendo. Tenían razón. —Pronto llegará mi mamá y ustedes deben irse — dijo con cierta aura de superioridad. —. ¿A dónde irá el idiota ese? — apuntó su dedo al rubio.
Shorter, Sonny y Lao lo vieron extrañado.
—¿Qué dices, Yut Lung? Si Ash se quedará contigo.
Gritaron al unísono Yut Lung y Ash. —¡¡¿Qué?!!
Lao parpadeó. —Pensé que sí estábamos en la misma sintonía — notó a Yut Lung ponerse pálido. —. Fuiste el primero en ofrecer su hogar para esconderlo.
—¡Porque ese policía nos estaba persiguiendo, y estábamos cerca!
Shorter se rascó su nuca. Se estaba preparando en lidiar a una diva furiosa. —Sí, lo sabemos pero, Yut Lung, ese policía cerdo puede estar rondando cerca. ¿Y si nos atrapa teniendo a Ash dentro de una mochila o con nosotros?
El color de piel de Yut Lung mutó a un color rojo de ira. Producto de ello, le empezó a dar un tic nervioso en el ojo.
—Además, no te ofendas Yut Lung, prácticamente vives solo la mayor parte del tiempo. Tu mamá llega casi a dormir al apartamento — dijo Sonny, tratando de sonar razonable. —. Con Shorter están sus padres, la hermosa de Nadia, y ahora están Lao y Sing con su mamá. La mamá de Eiji es ama de casa y está su hermana también...
Yut Lung lo señaló con un dedo acusador. —¿Y qué hay de ti, zopenco?
—Ay, vamos Yut Lung — rió con nerviosismo. —. Tengo otros dos hermanos pequeños... ¿crees que tengo algún chance de esconderlo?
El aludido gruñó.
Eiji acortó la poca distancia entre ellos, por lo cual apreció mejor las facciones llenas de frustración del chino. —Por favor, Yut Lung... — susurró. —. Te lo pido como amigo.
Yut Lung arrugó su rostro. ¿Desde cuándo el torpe japonés y él eran amigos? Se iba a negar nuevamente hasta que se fijó en aquel destello en los ojos de Eiji, implorando por misericordia. Luego desvió la mirada a sus compatriotas chinos: su cara plagada de expectativa los delataba por su aura de ansiedad; casi al borde de la desesperación, el niño giró su rostro a Ash, quien portaba unos ojos pavorosos.
—¡¡Argh, de acuerdo!! — alzó la voz hasta rasgar sus cuerdas bucales. —. ¡¡Pero vivirá dentro del closet!!
—¡¡Sí!! ¡La China adoptó al Doradito! — corrió Sing en círculos, alrededor de la sala.
Shorter sonrió de oreja a oreja, mientras que Sonny y Lao suspiraron.
Eiji, de repente, abrazó a Yut Lung con fuerza, haciendo que el chino chillara por el apretón. —¡Gracias, gracias, gracias!
—¡Ahh, Okumura, basta!
Shorter aprovechó ese momento y se unió al apapacho, enojando más a Yut Lung. —¡Sabía que ahí dentro había un corazón de oro!
Él se sonrojó. —¡Cállate, inútil!
Ash bajó la mirada ante los alegres alaridos de ellos. Una oleada de miedo en su cuerpo lo hizo estremecer al notar que casi eran las seis de la tarde. Cuando Dino note que no estaba en la biblioteca, el caos se desatará rápidamente a proporciones hostiles.
¿Realmente esos niños podrían engañar a Dino taly como ellos aseguran? Sus planes futuros desbordan confianza que a Ash le asustaba. Aún así, decidió fiarse de ellos, en virtud que Eiji estaba ahí y porque los chinos arriesgaron su pellejo para salvarlo de una violación segura.
Después del gran bullicio que siguió con la conversación, Yut Lung ofreció un paquete de galletas con cuatro unidades para todos, por lo que se ganó una nueva alegadera por parte de los niños.
En eso, Eiji aprovechó a acercarse a Ash, quien no se había movido de la esquina en donde lo encontró sentado al llegar.
Cuando el rubio se dio cuenta de la presencia del japonés, alzó su mirada con cierto pesar.
—¿Ash, te encuentras bien?
Eiji se sentó a su lado, con la esperanza que al menos estuviera más calmado luego que ahora Ash tenía un refugio, un plan, una esperanza de salir de su infierno.
—Ahora que lo pienso, Eiji... —suspiró y escondió su rostro en sus rodillas flexionadas. —. Creo que tú también mereces una disculpa.
Parpadeó. —¿Qué? Pero si no hiciste nada malo...
Sin embargo, el rubio no se inmutó de su posición fetal. Canalizó sus pensamientos para evitar llorar en el proceso. —Eres mi amigo, Eiji... el primero que hice... — murmuró, casi inaudible. —. Nunca pensé en que te iba caer bien, tanto para preocuparte por mí... — levantó su rostro sonrojado de vergüenza. —. Tenía miedo a que otras personas se enteraran de todo esto... que tú te dieras cuenta, pensé que no lo entenderías... al final, hice que te angustiaras mucho...
Desde que conoció a Ash, era un niño intrépido, malcriado y simpático. Siempre eludió los malos pensamientos hasta ese día que leyeron Narnia. A partir de ahí, Eiji conoció otra faceta de su amigo, uno frágil que hacía su corazón romper. Aún le sorprendía en seguir descubriendo esa vulnerabilidad y también cada vez que apreciaba esas emociones a flor de piel, se convencía que Ash necesitaba ayuda urgentemente.
Sin decir nada todavía, Eiji tomó una de las manos de Ash y la alzó, ocasionando que la holgada manga se deslizara sobre la maltratada piel. El rubio se atrevió a ver al japonés a los ojos, con una mirada precaria.
Eiji se juró a sí mismo que Ash nunca más debía de pasar por el abuso denuevo. Esta vez, iba ser más listo y lo iba proteger. — No estoy enojado, Ash... — sonrió de lado, luciendo sus nuevos dientes frontales. —. Es más, estoy contento en que estás aquí ahora con nosotros. Siempre tuve el sueño que conocieras a los chicos — aún con esas circunstancias desfavorables para ellos, Eiji obligó mantener su sonrisa para aliviar el dolor en los ojos de Ash.—. Al final, todo salió bien. Así que, de hoy en adelante, no más secretos.
Ash estudió las facciones de Eiji. Su rostro estaba impregnado de pura inocencia, lo cual lo relajaba. Todo en Eiji era sincero: su voz, sus expresiones, sus movimientos, hasta sus ojos. Desbordaban tanta paz que Ash sabía que podía confiar plenamente en él.
Con una sonrisa tierna, Ash asintió. —Sabes, cuando te estaba esperando en la biblioteca, casi termino el segundo libro de las Crónicas de Narnia.
Eiji se sorprendió. —¿De verdad?
—Ajá — luego, la sonrisa de Ash se amplió y se ruborizó levemente. —, me di cuenta que el nombre no es tan malo después de todo — emitió una risita. —. Si quieres, puedes ahora llamarme así: Aslan.
El japonés parpadeó varias veces. No comprendió en su totalidad lo que quiso decir Ash. Sin embargo, la manera tan reconfortante en como se expresó, Eiji se contuvo en agobiarlo con preguntas. Mientras Ash estuviera bien, nada más le importaba.
Él solamente dio un apretón entre sus dedos entrelazados con los de Ash, y le regaló otra sonrisa dulce.
*
Dos horas después, Shorter, Lao y Sing ingresaron lo más callado posible dentro de la casa de los Wong.
Casi que entrando de puntillas, los tres entraron luego de haber dejado a Sonny a su casa y a Eiji en el complejo de apartamentos. Al chino no fue recriminado, pero el japonés no corrió con la misma suerte. Sus padres lo regañaron como locos al verlo. Los demás niños abogaron por él, lo cual solamente ayudó a apaciguar un poco lo tenso del ambiente.
Eiji continuaba castigado, pero Shorter tenía el plan perfecto para hacerlo salir de su casa mañana.
Sin embargo, ahora se avecinaba la prueba de fuego para los chicos, tratar de eludir al matrimonio Wong y a la madre de Lao y Sing.
—¡Shorter Wong!
Misión fallida.
El aludido giró su rostro. En la sala estaba sus padres, Nadia, y la madre de Lao y Sing. Todos portaban un rostro de pocos amigos.
—Papá, mamá... hola a todos... — dijo el pelo pincho con sonrisa torcida.
Shorter enfocó la mirada a sus cómplices y de igual manera ellos estaban petrificados. Ni siquiera la sonrisa tierna de Sing podría suavizar ese descontento en el aire.
El padre de Shorter frunció su labios, evitando estallar la ira contenida en sus adentros. —¡¿Dónde carajos estaban?! ¡¿Por qué no esperaron a Nadia después de la escuela?! ¡¡Ella estuvo como loca buscándolos!!
Si así estaba su papá, no podía ria imaginar Shorter como la estaría pasando Eiji con sus padres tras salir sin permiso estando castigado. Bueno, por lo menos lo defendieron diciendo que tenían una tarea importante que hacer. La suerte estaban con ellos porque los padres de Eiji no hicieron ninguna pregunta. Ni siquiera ellos cursaban el mismo grado que Eiji, ¡qué menudo meollo!
Sin embargo, ¿ahora quién podrá defenderlos?
De repente, ante esas situaciones de alto riesgo, a Shorter se le prendió el foco. —E-Eso debería preguntar yo, padre... — observó a su hermana, con falsa preocupación mientras se tocaba su nariz. —. Nosotros no encontramos a Nadia en el lugar de siempre...
—¡¿Qué?! — emitió un alarido la china.
Lao le siguió el juego al otro chino, tras ver la estupefacción tallada perfectamente en la faz de Nadia. —S-Sí... la buscamos por todos lados... incluso fuimos a su escuela para saber qué había pasado — tragó saliva. —. Hasta el bebé Sing lloró de la pena.
La madre de Lao, Mei Mei, y el matrimonio Wong relajaron sus facciones. Nadia simplemente los observó con ojos filosos.
—Ay, mis niños... — murmuró Mei Mei, yendo con sus hijos para abrazarlos protectoramente.
Sing rió divertidamente mientras enterraba su rostro en el pecho de su madre. Lao le devolvió el abrazo.
Entre apapachos, Sing susurró en el oído de Mei Mei. —Mamá, ¿puedo llevar mis hot wheels a la escuela?
Ella parpadeó. — ¿Por qué?
—Hice un nuevo amigo, se llama Doradito, y quiero jugar con él mañana. — el rostro de Sing se iluminó.
Su madre giró su rostro hacia Lao.
—A-Ah, sí... es un niño rubio que pude divisar. — dijo Lao algo nervioso, pero cayó en cuenta que en realidad no estaba mintiendo del todo.
Mei Mei suspiró. —Solo si no pierdes tus carritos.
Sing jadeó, el contentamiento era casi palpable en su rostro. —¡Gracias mamá!
Luego de una larga pausa, los padres de Shorter y Nadia se vieron los rostros
—Entonces, ¿dónde estabas Nadia? — inquirió la señora Wong, confundida.
Ella jadeó, levemente ofendida. —¡Dónde siempre los espero!
El señor Wong arrugó su rostro.
El niño caminó hacia su padre, sacudiendo su camiseta. —Sabes papá, todo esto no hubiera pasado si Nadia y yo hubiéramos tenido un celular... — comentó Shorter, con malicia.
—¿Qué? — alzó sus cejas el susodicho.
La china entrecerró sus ojos. Claramente eso era una vil mentira, mas Nadia quiso aprovecharse de la situación a su favor también. —¿Viste, papá? Es lo que te pedí hace semanas. ¿Verdad que son necesarios?
El jefe del hogar estaba atónito. No creyó que esos aparatos de moda fueran necesarios en el diario vivir. Los tiempos cambiaban y, al parecer, ellos también debían hacerlo. El mundo ya era más peligroso que antes. —Está bien. Lo voy a pensar... — debía averiguar en dónde podía comprar dos celulares a precio económico.
Nadia y Shorter sonrieron ampliamente.
—Bueno, al parecer todo esto fue un malentendido — dijo la señora Wong con una sonrisa. —. ¿Quién tiene hambre?
Los niños levantaron la mano alegremente. Fueron a la cocina corriendo para servirse su comida.
Por su parte, Nadia vio a Shorter con sospecha. No podía recriminarlo enfrente de todos, aún. Algo malo hicieron que no quieren contar. Era obvio, Shorter cuando miente él palpa su nariz con un dedo.
Shorter no se inmutó con la mirada fulminante de su hermana. Simplemente se acercó a Lao y a Sing con una sonrisa. —¿Vieron como se zafé de bonito? —bufó. —. No se preocupen, lo tengo todo controlado.
Lao no ocultó su asombro. —¿Tienes un nuevo plan? — murmuró.
Shorter amplió su sonrisa entre dientes. —A corto plazo, sí... ya lo verán. Tenemos que hablar con Sonny mañana.
Sing y Lao formaron sus boquitas en forma de "O".
*
Tras tres golpecitos en la puerta, Yut Lung giró su rostro desde la silla del escritorio donde estaba sentado.
—Adelante, mamá.
Xin Qian abrió la puerta lentamente, con cuatro baos en un plato. —¿Te he desconcentrado? — preguntó al ver varios libros abiertos sobre el escritorio.
—No, para nada, mamá — respondió suavemente y con una linda sonrisa. —. Voy a empezar ahora.
—Mi niño... — dijo tras dejar el plato en una esquina de la mesa y después le dio un beso en su frente. —. Me sorprendió cuando me pediste comida para llevar en tu cuarto mientras estudias... — sonrió entre dientes. —. Eso significa que estás en crecimiento, serás todo un galán cuando seas adolescente.
Rápidamente se ruborizó hasta la puntilla de las orejas. —¡Mamá!
—Está bien, te dejo estudiando. — dio una pequeña carcajada.
Yut Lung suspiró profundo luego que su mamá cerró la puerta y sus pasos se escucharon a la lejanía. Ella ya no lo iba a molestar dentro de un rato hasta que lo mandara dormir dentro de dos horas.
—Puedes salir ya. — comandó, con voz cansada.
Pasó cuatro segundos antes que Ash saliera del closet. Con respiración irregular, ojos saltones producto del miedo y los pasos temblorosos, se acercó a Yut Lung, en alerta por cualquier indicio que la puerta se abriera.
El chino por segunda ocasión suspiró. —Ella no entrará, te lo aseguro.
El rubio asintió, sintiéndose menos tranquilo. —¿Qué es eso? — musitó al ver los baos. Jamás había visto algo parecido.
—Comida — respondió secamente el niño. —. Así que no seas melindroso y te lo tragas — cruzó los brazos. —, mi mamá los cocinó con mucho esfuerzo. Si intentas escupirlo, te saco a patadas de mi apartamento.
Yut Lung pensó que, al amenazarlo, el niño rubio se asustaría y abandonaría su hogar en un santiamén.
Sin embargo, resultó todo lo contrario. Ash lamió sus labios y quedó ensimismado viendo, con deseo, a los baos. Cuando atrajo uno hacia su boca, sintió que su paladar se perdía en una travesía de sabor desconocida. Estaba tan delicioso que masticó más de lo que podían tragar, ocasionando que sus mejillas se rellenaran de masa de arroz.
—Exishito... — murmuró como pudo mientras se llevaba otro bao a la boca.
Yut Lung encogió sus hombros, giró su rostro a un lado y lo alzó ofendido. —Maleducado.
Todo esto era una molestia. Maldijo en su mentea Ash por estar en codependencia con él, maldijo a los demás chinos, a excepción de bebé Sing, por no haber hallado una mejor solución y maldijo a Eiji por el simple hecho de ser Eiji.
—Oye, ¿qué estás viendo?
Salió rápidamente de sus pensamientos y notó que Ash había asomado hacia sus estudios. Entonces, una chispa de curiosidad sintió Yut Lung en sus adentros. Posiblemente ese niño rubio era algo culto tras verse realmente muy interesado en lo que hacía. No era como el idiota de Shorter que aún le costaba la tabla del nueve o Eiji que no puede pronunciar bien el número tres.
—Álgebra — el timbre de voz de Yut Lung se profundizó, haciéndose sonar inteligente. —. Soy muy avanzado en mi clase, así que lo puedo entender perfectamente.
Ash repasó cada problema matemático en su mente. Palpó su mentón con su pulgar mientras asentía por cada respuesta correcta que resolvía. Luego, de repente, se detuvo y señaló una en particular.
—Esta está mala.
Yut Lung casi se atragantó con su propia saliva. —¡¿Qué?! — gruñó al recordar que debía mantener silencio. —. Por supuesto que no. —reclamó entre dientes. Su mirada era de fuego e ira hacia Ash.
No obstante, Ash no se dejó intimidar. —Hazla de nuevo, hiciste mal la operación.
Yut Lung, con el ceño fruncido, revisó dicho problema y, efectivamente, él estaba mal. Sin embargo, eso no lo iba admitir en voz alta. —¿Y tú cómo sabes? Ni siquiera vas a la escuela.
Ash parpadeó, un sentimiento oprimido experimentó en su pecho. —Por mi cuenta... así como tú lo haces. No creo que tengas un tutor o te lo están enseñando en la escuela.
—¿Por qué lo dices?
—Si te lo hubieran dado en clases, Eiji hubiera venido a quejarse conmigo antes. — esbozó una sonrisa torcida.
Yut Lung se percató de inmediato. Ash era un cerebrito; tal vez no era tan malo conservarlo dentro de su closet después de todo.
*
Muy tarde en la noche, Yut Lung se sobresaltó de su cama y jadeó fuertemente ante los gritos desesperados provenientes dentro del armario. Eran tan desgarradores que le truncaron su sueño de golpe.
—C-Cálmate... — intentó consolar Yut Lung a Ash. El rubio no respondió ni salió de donde estaba. Simplemente se escuchó sollozos amortiguados, que subsidian rápidamente.
El chino se dispuso a ir hacia él, hasta que pasos agitados interrumpieron sus buenas intenciones.
Xin Qian abrió la puerta de golpe, su respiración era irregular y exhaló entrecortado en el umbral. —¡Yut Lung, mi niño! — sonó desesperada.
El aludido no supo qué decir o hacer. A pesar que aún estaba oscuro, Yut Lung se percató que su madre corrió hacia él, lo buscó entre la oscuridad y lo envolvió en sus brazos con ímpetu.
La china estaba tan horrorizada por aquel llanto que no pudo dejar de temblar. —Todo está bien, Yut Lung... — susurró Xin Qian en el oído de su hijo mientras se meneaba hacia adelante y atrás junto con él. —. No fue real, solo soñaste algo feo... estás bien. Estás a salvo.
Yut Lung tenía sentimientos encontrados. Ya no podía escuchar los gemidos de angustia dentro del closet.
—Mamá...
Xin Qian lo abrazó con más fuerza. —Mamá se quedará a dormir contigo. Está bien... no hay nada que temer, mi tesoro.
En ese momento, Yut Lung clavó su vista a su armario. Su corazón se estrujó hasta sentir dolor tras percatarse que ese niño, Ash, realmente estaba solo. ¿Qué habrá soñado para que gritara de esa manera? ¿Cuántas veces ha llorado así sin que lo consuelen? Lo peor de todo es que posiblemente Ash ya sabía cómo ahogar sus sollozos sin causar molestias, aún si todavía se sentía roto por dentro.
Ahora entendió un poco por qué él buscaba cariño con cualquiera; ahora comprendió ligeramente la razón de Eiji en ir a la biblioteca.
Eiji podía ser muchas cosas que le causaban repelús, pero al final era un niño dulce y leal que siempre estaba ahí de metido cuando él consideraba que alguien estaba triste. Tal vez por eso, Ash y él eran cercanos.
Yut Lung bajó sus párpados y le devolvió el abrazo a su madre. Debían de buscar una solución lo más pronto posible.
*
Necesitaba un respiro. Ir a una fiesta nocturna iba ser un cambio de aire radical. Estaba en una encrucijada y no sabía cómo proceder con respecto a su alumno Eiji.
Blanca alzó la vista ante el club nocturno no muy lejos de donde estaba. Ya se podía escuchar el bullicio de la música y sentir su retumbar en su pecho.
Tomaría una cerveza y posiblemente bailaría para disminuir su preocupación. Estaba seguro que ese niño Ash estaba siendo abusado, que sí existía. Por el actuar de aquel agente policíaco, seguramente encubrió los hechos. La pregunta era a quién estaba protegiendo: ¿a él mismo, otras personas involucradas o ambas? Si así ofició Marvin, entonces posiblemente no iba a confiar con los demás.
Blanca masajeó sus sienes con sus dedos. Él era un simple maestro, aún extranjero en las tierras estadounidenses. Todavía no contaba con su ciudadanía, si se mentía con la policía y la telaraña de marufias, él sería inculpado con el primer error. Sería conveniente para ellos, jugarían con la propia xenofobia de la gente para aumentar el temor público.
—¡Por favor, Jessica! Debe de haber un caso, ¡una primicia!
—¡Argh, eres molesto! ¿Sabías eso?
—¡Jessica!
El profesor puso toda su atención ante aquellas dos voces en la cercanía: eran un hombre y una mujer. Un ligero temblor sintió en sus adentros. Rápidamente pudo ubicar a la fémina, ya la había visto antes en la escuela, cuando el caso de los hermanos Soo Ling estaba latente. A pesar que ellos no fueron sus alumnos, siempre veía a la oficial cerca de ellos.
Sin embargo, también se le hacía familiar aquel hombre que estaba con ella. Tenía la noción de haberlo visto en algún lado.
—¡Ya dije que no! No quiero meterme en problemas de nuevo por ayudarte, Max.
Blanca elevó sus cejas en señal de sorpresa. El hombre frente a él era Max Lobo, periodista y ex presentador de noticias a nivel nacional sobre la coyuntura de la actualidad. Recordaba que veía sus programas luego de una ardua jornada laboral. Fue una completa incógnita la cancelación de su programa. Aunque Blanca creyó que posiblemente era porque él era un periodista sin escrúpulos.
Casi hipnotizado, el pelo negro se acercó a ellos, interrumpiéndo la acalorada discusión.
Ambos notaron su presencia y lo vieron de reojo. Jesicca fue la primera en hablar.
—Un momento... yo te conozco de alguna parte. —entrecerró sus ojos.
Blanca sonrió. —Soy Blanca, profesor de la escuela primaria M & W Smith. La he visto de lejos por un alumno con problemas intrafamiliares.
Ella cascheó sus dedos. —¡Con razón! Sabía que te había visto de alguna parte — curvó sus labios hacia arriba. —. ¿Y cómo están Lao y Sing?
—Por los que tengo conocimiento, Sing aún sigue el preescolar; en cambio, su hermano Lao, puedo decir que está estable. Él es amigo de unos de mis alumnos, así que puedo asegurar ese hecho.
Jessica suspiró. —Me alegra que ellos estén bien... aún son niños... me daba mucha pena que ellos no encontraran el apoyo necesario para sobrellevar la hostil separación de sus padres.
Era evidente que la mujer quería dejar pintado a Max en la charla. Mas Blanca tomó la iniciativa de entablar una pequeña conversación con el hombre.
—¿Max Lobo, cierto?
El aludido se mostró un poco exaltado tras ser reconocido. —Exactamente, él mismo.
Blanca exhaló. —Yo veía su programa entre semana luego del trabajo. Debo decir que su trabajo es impecable.
Max sacó levemente su labio inferior y frunció su labio superior mientras que su mirada la conectó hacia la nada. —Gracias, gracias...
—Me fascinó aquel reportaje sobre esa droga exótica, con efectos secundarios exorbitantes... el BANANA FISH.
—¿Qué? ¿Lo pudo ver? Si ese reportaje solo lo transmitieron una vez, más o menos a las tres de la mañana.
—Digamos que... fue una joya que encontré durante mis insomnios.
Ambos hombres hablaron sin cesar, siendo Jessica la ignorada del grupo. Blanca intentaba de endulzarle el oído a Max sobre los logros, muy buen merecidos, sobre su carrera.
Si alguien podría ayudar al niño Ash y a Eijj, ese era Max. Él era ese tipo de personas que no descansan hasta hallar la verdad.
Entre plática y plática, Blanca pudo obtener la tarjeta de presentación de Max. Casi se rió en su cara cuando notó que él había tachado con tinta azul que era presentador en la cadena de noticias de CNM.
Blanca tuvo que irse del lugar porque, definitivamente, Jessica y Max estaban teniendo una cita.
Mañana, ese era el día que iba a llegar la ansiosa primicia que Max tanto buscaba.
N/A: ¡Perdonen la tardanza! Se me complicó un poco en escribir estas semanas, pero al fin pude terminar este capítulo :')
Otra cuestión que se complicó fue la trama xD Yo, si fuera lector/lectora me preocuparía que pasará después. Ahora que Dino ya empezará a moverse, de igual manera los chicos, Blanca, Jessica y, como nuevo personaje de la historia, Max.
Estoy ansiosa en escribir los siguientes capítulos. Ya se viene lo shido para sufrir lo sad :D
¿Qué creen que pasará? Solo deben de saber que habrá tensión y muchoooo drama xD.
¡Espero que lo hayan disfrutado! ¡Nos vemos hasta la próxima!
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