Capítulo 3: Because everyone has issues and struggles
Con el cabello pegado en su cabeza por la humedad, Shorter no le dio tiempo en aplicar gel ante el llamado de sus padres un jueves por la mañana. Se encontró a Nadia en el camino y la cuestionó con la mirada, para saber si ella sabía algo al respecto. La china negó con su cabeza mientras se dirigían hacia el comedor.
De inmediato vieron al señor y la señora Wong, cuyos semblantes eran serenos. Un ligero temblor recorrió en la espina dorsal de Shorter, pensando sobre alguna travesura que ha cometido como para que sus padres portaran esos rostros.
—Niños, hay algo que debemos decirles — habló suavemente el señor Wong. —, sientensen.
Nadia frunció levemente su ceño y se sentó con cuidado sobre la silla. Shorter la imitó, vacilante, mentalizándose para la regañada de su vida por la actitud tan estoica de sus progenitores.
—¿Qué sucede, padre? —preguntó Nadia, preocupada.
El señor Wong suspiró y pasó una mano en su calvicie mientras que su esposa palpó su hombro próximo a ella.
La reacción de sus padres asustó más a Shorter que palideció.
—Cariño... — dijo con dulzura la señora Wong.
El aludido asintió. Por un breve instante estaba ensimismado viendo el suelo y luego levantó la mirada con pesar, observando fijamente a sus hijos. —Los padres de Lao y Sing se van a divorciar.
Shorter quedó en shock. Estuvo unos segundos asimilando que estaba a salvo de un castigo pero después comprendió la oración de su papá.
Nadia estaba igual de anonadada. Dio un vistazo a su hermano, quienes compartieron una mirada preocupada.
—¿Qué...? ¿Por qué? —preguntó Shorter, casi tartamudeando.
Lo que único que sabía Shorter acerca del divorcio era que el padre y la madre ya no se querían, vivían separados y el padre no podía visitarlos por una tal orden de restricción.. Los padres de Lao y Sing siempre fueron buenos con su hermana y él, incluso les hablaba amables y se comportaban como una linda familia que desbordaba de amor, en especial a sus hijos. ¿Por qué el cambio tan brusco? ¿Fue todo eso mentira?
—Porque... ellos ya no pueden estar juntos, Shorter. Por eso...necesitan vivir por separado ahora. — explicó su madre.
El niño mordió su labio inferior. Sabía que el estado de ánimo de Lao decayó en los últimos días y Sing y él dormían más seguido a su casa. ¿Acaso ya no los querían?
—¿Y qué hay de Lao y Sing? —cuestionó Nadia, con voz temblorosa. — ¿Están bien? ¿No les ha pasado nada malo?
Shorter levantó una ceja ante la actitud de Nadia. ¿Acaso ella sabía algo que él no?
—¿Nada malo...? — Shorter percibió el rostro compungido de su hermana.
—Ellos están a salvo. Solamente estuvieron unas horas en la estación de policía con la oficial Jessica, ¿la recuerdas? — explicó el señor Wong.
Nadia asintió, más tranquila.
Por su parte, Shorter cerró sus ojos fuertemente. Todos hablaban como si en código se trataba. —No entiendo. — cruzó sus brazos.
Nadia y la señora Wong lo vieron con aflicción.
No obstante, el señor Wong sonrió débilmente. —Hijo, si te lo explicara, no tienes edad para comprenderlo con totalidad — captó la atención del susodicho. —. Lao y Sing son tus amigos, ¿verdad?
—Sí. — respondió rápidamente.
—Entonces debes de apoyarlos en esta fase difícil que están atravesando — toda su atención se concentró en Shorter. —. Tus amigos te necesitan más que nunca, Shorter. ¿Eres capaz de apoyarlos?
El chico sonrió de oreja a oreja. Aunque no tenía el panorama muy claro, si necesitaban de su auxilio, aún si fuera una pizca de la misma, estaría gustoso en brindarla. —Ay, eso nunca lo dudes.
Satisfecho con la respuesta, el señor Wong no quiso ahondar el tema delicado con su hijo.
—A partir de hoy, Mei Mei, la madre de Sing y Lao, junto con ellos, se quedarán aquí hasta que ella pueda estabilizarse de todo esto. —agregó la madre rápidamente.
La señora Wong de por sí estaba preocupada por todo. Si Mei Mei siempre fue ama de casa, dependió mucho de su ruin marido. La aceptación de la violencia familiar fue dura y la separación será aún más, teniendo a su custodia temporal a sus hijos hasta que un juez lo hiciere firme. Tan solo esperaba que los problemas se solucionaran de un pestañazo.
Lo único bueno que podía hallar en su situación es que no estaba sola tras recibir amparo con los Wongs. Tras la orden de restricción del padre de Lao y Sing, podía respirar un poco más tranquila.
—¡¿En serio?! — exclamó Nadia.
El señor Wong asintió. —Se quedarán en el cuarto de huéspedes, así que exijo hospitalidad por parte de los dos — espetó, con timbre de voz serio. — . Estaremos algo apretados pero es temporal.
Nadia lo observó estupefacta mientras que Shorter suspiró. Realmente no podían oponerse. Todo lo que decían sus padres era ley. A penas el día acababa de iniciar y ya estaba agotado.
*
Eiji abrió sus ojos en par en par al escuchar la alarma. Sentía sus ojos irritados y rojos tras no poder dormir casi toda la noche. El japonés gruñó y se tapó con su sábana todo su cuerpo mientras resonaba las sonoras campanillas de su nuevo reloj electrónico de muñeca que marcaba las seis de la mañana.
A media noche su hermanita Ayumi lloró casi sin parar, desvelando a sus padres, a sus vecinos y a él. Se calló a las tres de la mañana y Eiji solamente pudo dormir muy poco. No se había ni salido de su cama pero podía sentir el vértigo invadir su ser y un palpitante dolorcito de cabeza.
No quería ir a la escuela, posiblemente sus padres le permitirían excusarse por esa eventualidad que pasó en la noche. Sin embargo, Eiji se iba a obligar a sí mismo de asistir, no por el récord estudiantil o no querer perderse alguna lección importa; era por Ash. Si se quedaba en casa, sus padres no permitirían a que él fuera a la biblioteca solo. Lo acompañarían y verían al rubio.
Pensando nuevamente en su promesa que le hizo a Ash, no dejaría que nadie sepa de él.
Aunque en sus adentros Eiji no podía evitar sentirse angustiado. Han pasado dos días que fue testigo de esa despedida de beso y su corazón palpitaba a mil por hora de miedo.
Realmente no podía ignorarlo como le dijo su padre. Eiji era mayor que Ash, sabía que esa aflicción que sentía no era por nada. Había algo que lo carcomía en su mente y corazón y ese algo le estaba dañando a Ash.
¿Qué era? Su vida ha sido tan inocente que no podía pensar en nada terrible. Lo más que podía imaginar era que a Ash no lo trataban bien en casa, que le pegaban, era evidente y Eiji quería darse un porrazo por asimilarlo tan tarde.
Tampoco quería preocupar a sus padres. Suficiente tenían que lidiar con Ayumi. Su madre siempre le ha dicho que busque un adulto de confianza cuando tenga dificultades que un niño no puede resolver.
La pregunta del millón era a quién.
Inesperadamente, y para molestia de Eiji, Ayumi comenzó a llorar a viva voz dentro del apartamento.
—¡¿En serio?! —masculló Eiji, patenado sus sábanas. —. ¡¡¿Por qué no se calla?!!
De inmediato, Eiji sintió rabia como si fuego líquido recorría dentro de sus venas.
Rápidamente salió de la cama sin pretensión de hacerla, se cambió, tomó su mochila y su reloj de muñeca y abrió la puerta.
Todo el apartamento era un caos. Ayumi lloraba y sus padres estaban intentando todo para consolarla.
—¿Hola, señor McLuhan? Habla el señor Toshiro Okumura... estoy apenado por esto pero necesito el día libre hoy... mi bebé no ha parado de llorar. Quisiera llevarla con un doctor...
Naomi arrullaba a Ayumi en sus brazos con su ceño fruncido, dando una mirada fulminante a su marido debido a que ella, desde anoche, sugirió ir al hospital pero él se negó. Ayumi ha sido de aquellas bebés que es difícil que se duerman de noche, así que Toshiro no le vio nada extraño el comportamiento de su hija hasta cuando empezó a amanecer.
A veces, el papá de Eiji podía ser descuidado y dejado.
Eiji, tras ver que sus padres estaban ocupados como para darse cuenta de su presencia, suspiró por medio de la nariz, cansado.
Para no molestarlos, Eiji se dirigió a la puerta y quitó el seguro del cerrojo.
—Ya me voy a la escuela. — musitó Eiji antes de salir.
No recibió respuesta alguna y eso rompió su corazón. Estaban tan ocupados con la bebé que no notaron que se fue.
A camino a la escuela, Eiji emprendió su viaje a paso lento y con la cabeza cabizbaja mientras lagrimeó efímeramente.
*
Cuando Eiji llegó a la escuela eran las seis y cuarto de la mañana y no había ningún alma. Las puertas estaban cerradas y él estaba sentado solito, apoyando su espalda en la pared de concreto. Había ciertas personas caminado hacia el otro lado de la calle, ignorándolo completamente.
Eiji cerró sus ojos al momento que su estómago gruñó. Tal vez no fue muy buena idea irse sin comer, regresar de nuevo a su casa le iba a tomar tiempo y la tiendita donde acostumbraba a comprar no estaba abierta aún.
Realmente no era su día.
—Oh. No te había visto por aquí antes. ¿Estás bien, niño?
Eiji dio un respingo tras esa voz varonil que lo sacó de sus propios pensamientos. Alzó su mirada al pertenecedor de la voz y palideció.
A su lado se hallaba el "abuelo de Ash."
Al japonés se le secó la boca en un santiamén y su cuerpo entero se tensó. No veía a Ash por ninguna parte y esa sonrisa que esbozaba el anciano, en vez de tranquilizarlo, le dio pánico.
Había un aura en aquel hombre que no podía fiarse, sumando a los golpes y actitud de Ash cuando lo mencionaban.
Y aquel beso. Ese asqueroso beso con Ash...
—Y-Yo... —Eiji tartamudeó y su estómago hizo ruido otra vez.
El anciano sonrió y sacó unas galletas de su bolsillo. —Ten, tienes hambre. Hasta aquí puedo escuchar — rió con simpatía. —. Se los iba a dar a mi nieto como recompensa... son sus favoritas.
Eiji emitió un jadeo ahogado y suave. La manera en como recalcó el premio fue aterrador. Lo peor de todo es que sabía que estaba hablando de Ash.
—No... gracias.
Las enseñanzas de su madre le estaban gritando en su mente y se maldijo a sí mismo por ser educado en estas circunstancias.
Eiji quería huir pero no estaba seguro si Ash estaba cerca. Ese señor realmente le daba mala espina que sentía que iba a temblar del miedo.
—¿Oh? ¿Tienes frío? — el japonés dio un grito interno al percatarse que, al final, comenzó a temblar. —Mi auto está en la otra cuadra, puedes calentarte ahí mientras abren las puertas de tu escuela.
El anciano quiso tomarlo del brazo pero Eiji pudo reaccionar. Sus ojos rasgados se dilataron mientras era se paró, aturdido. No quería que lo tocara.
—¿Qué hace?
Eiji sudó frío y exhaló. Giró su rostro y vio un grupo de asiáticos, confundidos viéndolos.
Estupefactos estaban Nadia, Sonny y Shorter en sus bicicletas. El japonés pudo identificar al pequeño Sing con su triciclo y Yut Lung con una mujer de trenza larga que nunca había visto.
—¡Edji! ¡Eiji! —balbuceó Sing al verlo.
El aludido no notó la pequeña sonrisa que se le dibujó en el rostro del anciano.
—¿Hay algún problema? —preguntó Xin Qian, la madre de Yut Lung.
El japonés se puso enfrente de ellos, intentando actuar con naturalidad.
—N-Ninguno... —mintió Eiji, rápidamente. —. El señor solamente me quería ayudar.
El japonés tragó saliva con rigidez. Sabía que ese hombre no era de buenas intenciones pero si se llegaba a enojar podía tomar repercusiones contra Ash, o al menos eso creyó.
—Pues gracias... — habló Xin Qian. Era la primera vez que lo veía y no le causaba confianza. Aún así, le pareció extraño que las puertas no estuvieran abiertas. Posiblemente el guardián se retrasó.
Él sonrió. —Un placer. Nos vemos...
La madre de Yut Lung observó cómo el señor caminó hacia la otra cuadra, perdiéndose de su vista.
Shorter pedaleó hacia Eiji, quien claramente estaba aún tieso.
—¿Eiji...? — lo llamó, preocupado. —¿Seguro que estás bien?
Rápidamente los demás niños se acercaron a él, formando un círculo.
—S-Sí... — Eiji no pudo evitar tener sus ojos lloroso. —. S-Sí...
Todos, incluso Yut Lung, se alarmaron.
—¡Pero sí estás llorando! — gritó Sonny.
—¿Te hizo daño, Eiji? — preguntó Nadia, angustiada.
Sonny frunció el ceño ante la voz miserable de la china. —¡Golpearé ese vejete! ¡No debió ir lejos!
—N-No, Sonny —le cortó la valentía al muchacho. —. No causes problemas.
Eiji bajó su rostro. Él también quiso golpear al anciano, porque sabía karate, pero no tuvo el coraje. Su mente solamente pensaba en Ash y todo lo que ha pasado. Quería verlo, quería hablar con Ash y saber que todo estaba bien.
—Nene... — Xin Qian se puso de cuclillas y sostuvo los hombros de Eiji. —. ¿Qué pasa? ¿Ese hombre te asustó?
La presión de su pecho no se iba. Eiji no quería causar una escena.
Entonces, negó con su cabeza. Observó a Shorter y a Yut Lung.—Solo... es que... hay problemas... e-en mi casa... — sus labios temblaron.
Shorter jadeó, incrédulo. El quien menos pensó en tener malas experiencias en el hogar era del buen japonés. El niño positivo y alegre. Ese característico fulgor no estaba presente. —Ay, hermano...
Sin más, Shorter lo abrazó y Eiji procuró no llorar debido a que no quería preocuparlos más. Ese señor estaba tan insistente. ¿Qué pretendía hacer?
La madre de Yut Lung acarició los cabellos del japonés. Nadia veía la escena con pena, Yut Lung se mordió el labio inferior mientras que Sing los veía, confundido.
Por su parte, Sonny suspiró. Primero, la noticia de la separación de los padres de Lao y Sing, luego Lao no quiso salir del cuarto prestado de la familia Wong por sucumbirse en la depresión y ahora la situación de Eiji.
¿Acaso todo iba mal en peor con todos?
*
Blanca parpadeó y una sonrisa llena de empatía se dibujó en su faz mientras atendía la llamada telefónica.
—Sí, sí señora Okumura. Eiji está aquí — vio de soslayo la ventana contigua, teniendo una imagen directa de los niños jugando antes de que sonara la campana para iniciar la hora escolar. —. Sí, siempre estuvo con sus amiguitos, incluso está con ellos ahora... — Blanca asintió. —. No se preocupe, hablaré con Eiji sobre lo ocurrido, se pondrá contento al saber que su hermanita no tiene nada malo —pudo escuchar la apenada voz temblorosa de la japonesa. —. Tranquila, él está bien. Le sugiero que hablen con él para que este evento no se repita.
Cuando Blanca terminó de hablar, suspiró hondamente. Aún en la lejanía, el semblante de Eiji no se veía bien.
¿Qué habrá pasado realmente?
Por otro lado, en el patio de juegos, Shorter, Yut Lung y Sonny estaban con Eiji.
El japonés estaba sentado, comiendo lentamente unas galletas llena de babas que el pequeño le regaló para levantarle el ánimo. Mientras que los demás vieron la escena con ternura, Yut Lung le dio náuseas al presenciar cómo las bacterias se amalgamaban por cada mordisco en la cavidad de Eiji.
Si Yut Lung hubiera sido Eiji, ya esas galletas estuvieran en la profundidad del bote de basura.
—¿En serio te las comerás todas esas... cosas? — Yut Lung eruptó asqueado.
A Eiji le brillaron los ojos cada vez que tragaba y apaciguaba su hambre. Eran las mejores galletas que ha comido.
—Sí. — contestó Eiji, con la boca llena.
Shorter rió. — ¡¡Pero si tú deberías saber cómo se siente las babas, Yut Lung!! ¡¡Sing le encanta chuparte tu cabello!!
Sonny bufó y observó a Yut Lung. Se había ofendido. —Hey...
—¡¡No lo digas como si fuera algo bueno!! — bramó Yut Lung, interrumpiendo los intentos de son de paz de Sonny. — ¡¡Es repugnante!!
Shorter sonrió de oreja a oreja. —Creo que eso ha mantenido tu cabello tan lindo.
—¿Qué? — exclamó Sonny, asombrado.
Eiji dejó de comer por unos instantes mientras su boquita permaneció abierta.
Yut Lung arrugó su cara y estaba rojo como el tomate. ¡Se las iba a pagar!
Con un manotazo, Yut Lung logró deshacerse de la galleta que comía el japonés. Eiji no se inmutó pero sí Sonny y Shorter, en especial el último, debido a que el chino menor arrebató su mochila e indagó sus adentros hasta que sacó una bolsa de pastelitos de frijoles rojos dulces.
—¡Hey, Yut Lung! — alegó Shorter.
Indignado, Yut Lung le obsequió la bolsa al japonés. —¡Tu familia tiene un restaurante! Comida siempre tienes. —habló en mandarín. —.¡Tenías esto y no se lo querías dar al enclenque de Okumura!
Shorter se sintió mal. Le iba a dárselo a Eiji pero él estaba tan pasmado comiendo la galleta gustosamente que vaciló en hacerlo.
—¿Puedo comerlas? — preguntó Eiji a Shorter.
—Sí. — contestó sin más.
Sonny quiso reirse. No podía creer que ellos actuaran como si nada. Aunque se aliviaba un poco en notar que Eiji estaba más tranquilo, incluso esbozó una pequeña sonrisa ante las niñerias de Shorter y de Yut Lung.
—Sonny...
El aludido bajó su mirada y se encontró con los ojos delicados de Eiji. —¿Qué pasa?
—¿Y Lao? ¿Por qué el bebé Sing estaba con ustedes?
Shorter y Yut Lung ladearon su rostro al mayor. Sonny tragó saliva ante las miradas afiladas de los niños como si pudieran ver su alma.
—Pues... Eiji, la familia de Lao... — se rascó la nuca. — .Ay, como decirlo... ellos se están divorciando, ¿sabes lo que es?
Sorprendido, Eiji asintió. Cuando los conoció, parecían ser unas personas que desbordaban cariño. —¿Ya no se... aman?
—No... — agregó Shorter. —. Ellos se están quedando en mi casa y... Lao está muy triste.
A Eiji jamás se hubiera imaginado tal cosa. Varias situaciones estaban cambiando en su vida, tanto intrínseca y extrínsecamente, que era difícil de asimilarlo. Sentía pena por Lao, después de clases le compraría su dulce favorito.
Sonny suspiró. —Hey, Eiji... ya sabes, yo soy como el hermano mayor entre ustedes... — el chino fue testigo en la manera en como la expresión del japonés mutó de incertidumbre a una calmada. —. Si tienes algún problema, puedes confiar en mí o los demás...
—Sonny... —murmuró Eiji, conmovido.
—¡Es que, chico, me preocupaste hace rato!
Shorter dilató sus fosas nasales mientras concordaba con Sonny.
—Perdón. —bajó la mirada Eiji.
En eso, Yut Lung resopló. —Pues, tragate tus disculpas.
—¡Hey! —regañó Sonny.
Se defendió el menor. —¡Pero sí es su culpa! Siempre sonriendo como si no le pasara nada. Idiota. Zopenco. Creído. Rata come babas.
—¡Ya entendió! — gritó Shorter, cubriendole la boca a Yut Lung.
Eiji observó a Yut Lung. En vez de ofenderse, sintió que él le abrió los ojos. Se estaba angustiado con el tema de Ash y con lo que pasó en casa y no estaba haciendo nada para solucionarlo. Era como los tontos problemas matemáticos, como una vez le dijo Ash, ¡siempre hay una fórmula para resolverlos!
Cada uno de los presentes se estaban alegando mutuamente pero se detuvieron ante la risita tierna de Eiji. Prestaron toda su atención al japonés mientras que él sonrió ampliamente.
—Tienes razón, Yut Lung...
—¿La tengo?
—¿La tiene? — preguntó Shorter.
—¡Sí! — emitió un gorjeo. —¡Eres un genio!
Yut Lung alzó su rostro con orgullo y curvó sus labios hacia arriba. —Lo sé.
Shorter lo veía raro, Sonny sintió una gotita de sudor deslizarse en su sien y Eiji tenía un fulgor hermoso en sus ojos en virtud que, gracias al chino, se le iluminó el sendero que debía de tomar ahora.
De repente, sonó la alarma indicando que eran las ocho en punto. Varios niños gritaron de emoción y se dirigieron a sus salones de clase.
Yut Lung y Sonny trotaron hacia el pasillo. Antes de que Shorter pudiera moverse, Eiji lo detuvo y le entregó algunos pastelitos que no se comió y ni pretendía hacerlo. El pelo pincho sintió una tibieza en sus adentros y abrazó al japonés.
—Recuerda, somos amigos, ¿sí? No estés triste.
—Lo sé. —sonrió Eiji. Esa calidez que experimentaba por el apoyo de los chicos esperaba que Ash también lo experimentaba cuando estaban juntos.
—No le digas a nadie sobre lo de Lao... es un secreto aún.
Eiji inhaló entrecortado y su rostro se tornó sereno. —De acuerdo...
—¡¡Okumura, muevete!! ¡¡Harás que el profesor Blanca nos dé un reporte!! — gritó Yut Lung a todo pulmón desde el corredor.
Ambos niños rieron y corrieron hacia adentro mientras las maestras también los apuraron. Tras ver que no faltaba nadie, una de las profesoras cerró la puerta con fuerza.
*
Eiji se sobresaltó al sonar nuevamente la campana, indicando la hora de salida. Dejó sus lápices dentro de su estuche y observó al profesor Blanca sonreír.
—¡Ahh! ¡Parece que veremos los infinitivos y gerundios luego! ¡Nos vemos mañana!
Hubo un conglomerado en el umbral de la puerta, con risas y palabras cargadas de alegría por parte de los niños.
Eiji se paró y se encontró con su maestro a su lado. Blanca fue veloz.
—Eiji, necesito hablarte sobre algo. — susurró con voz suave.
Él asintió. Buscó con la mirada a Yut Lung y le gritó cuando lo halló. —¡No me esperes! ¡Ve con Shorter y Sonny!
Yut Lung dio una pausa en su andar al escucharlo. Echó un vistazo a Eiji, torció sus ojos y caminó sin remordimiento. De todos modos no lo iba a esperar.
Por su parte, Blanca sonrió tras percatarse el timbre de voz más animada del chico. Sin embargo, sus ojos aún estaban rojos por la falta de sueño. Lo podía decir debido a que Eiji estaba cabeceando casi toda la lección.
—Oww, ya te están creciendo los dientes, Eiji.
El aludido sonrió ampliamente, dejando entrever sus nuevas perlas. ¡Al fin alguien que lo notaba! —¡¿Verdad?!
Blanca dio una pequeña carcajada. Se colocó de cuclillas y palpó el hombro de Eiji. —Solo mírate, estás creciendo tanto física como mentalmente en poco tiempo. Debes sentirse orgulloso de ti mismo.
Eiji se sonrojó un poco. —Gracias, profesor.
En eso, Blanca se comportó sereno. Era hora de platicar con él.
—Recibí una llamada de tu madre esta mañana, Eiji — se dio cuenta que el japonés se crispó. —. Sé que hiciste en tu casa y eso está mal.
Eiji, ante el regaño, inclinó su cabeza. —¿Me castigara?
—¿Yo? no... —el niño se relajó. —. Posiblemente tus padres sí.
El japonés masculló en su idioma natal, bajito. Blanca solamente negó con la cabeza. —Lo bueno es que tu hermanita está bien, solamente tuvo cólicos. ¡Nada grave!
—Oh... está bien. —quisiera o no, Eiji aún estaba sentido con Ayumi por hacer tanto relajo.
Blanca pudo percibir la molestia entrelazadas en sus palabras. No lo pasó por alto. —¿Eiji, está todo bien en casa? — no le respondió. —. Soy tu maestro. También es mi deber saber si te ocurre algo malo. No importa que tan pequeña o grande que sea... puedo ayudarte.
Eiji alzó su mirada. Supo que la mamá de Yut Lung fue ayudada por su profesor y ahora ya estaba bien. Quizá, Blanca no estaba mintiendo. Quizá él podía ampararlo mejor que sus padres. Él sabrá que hacer para ayudar a Ash.
¿Por qué no pensó en él antes?
—De hecho... profesor Blanca, hay algo que debo contarle. ¡No es de mí! Es sobre... un amigo. Él... creo que necesita ayuda...
Blanca se sorprendió ante el cambio de actitud de Eiji. Estaba sereno hablándole, sin darle cabida a algún pensamiento que lo identificara con alguna broma. Aunque no estaba seguro si ese "amigo" era Eiji o era relacionada a otra persona. Aún así, decidió seguirle el juego y ser todo oídos.
—Dime, entonces, qué le pasa a ese amigo.
Eiji respiró profundo. No estaba listo en revelar la identidad de Ash, y no estaba seguro si lo haría, pero de verdad necesitaban hacer algo con él.
NOTAS DE LA AUTORA
¡Uhhh, lamento el retraso pero aquí está! Sé que lo corte en una parte importante (ñaca ñaca). A partir de este capítulo en adelante, Blanca será un personaje activo dentro de la trama.
De a poquito a poquito, Eiji se ha percatado sobre la situación de Ash. Sin embargo, no tendrá ni idea que le está pasando realmente. ¿Alguien tiene alguna teoría? :v
Ash no apareció (en su lugar fue otro ser desagradable kfjsdklfj aunque no nos olvidemos del bebé Sing ♥) pero lo hará en el próximo capítulo. No se preocupen, ya los misterios dentro de la historia (y aparecerán personajes nuevos también :3)
No tengo más que agregar más que gracias por el apoyo a este fic ♥
¡Nos vemos hasta la próxima!
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