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Capítulo 2: The Gang

—Muy bien niños, antes de empezar, primero debo de anunciarles un mérito muy importante. — informó Blanca con una amplía sonrisa a su clase.

Yut Lung levantó sus espesas pestañas con lentitud, como el aleteo de las alas de mariposas, posando sus ojos rasgados ante su profesor y captando su atención de inmediato.

—Debo felicitar a un alumno por haber obtenido la nota completa en el último parcial. Yo y mis colegas maestros estamos muy felices por él. ¡Fue el único quien sacó un diez!

Yut Lung escuchó en su mente su propio bufido interno. Por supuesto hablaba sobre él. Siempre ha sido el mejor de la clase, nadie ha podido batir su perfección en los estudios, y tampoco en los aspectos de la belleza ni elegancia. Esos pobres enclenques que se hacen llamar sus compañeros eran unos idiotas.

—Por favor, ponte de pie... — Yut Lung reflexionó sus rodillas, listo para pararse y recibir la ovación. — ... ¡Eiji!

—¡¿Qué?! —bramó Yut Lung de forma gutural. Giró su rostro para ver el osado que le arrebató su gloria certera.

Los demás niños estaban sorprendidos de gran manera, incluso el propio Eiji estaba perplejo. Se levantó de su asiento con dubitación mientras se rascaba su nuca y su rostro ardía un poco. La clase le aplaudió junto con Blanca, cuyos aplausos predominaban, como si fuera el maestro de una orquesta.

Sin embargo, Yut Lung lo ubicó de inmediato. Ese "farsante" era quien Shorter siempre lo incluía en el grupo cuando había recreo. Nunca le tomó de su presencia importa hasta hoy. Con su mirada clavada en el rostro del japonés, Yut Lung se sintió celoso que pensó que iba a estallar de cólera.

A la hora de salida, lo iba a confrontar a él y su estúpida modestia. Ese niño apenas podía hablar y escribir inglés. Debe de haber un truco que él estaba usando para ser el más tonto de la clase al más listo en poco tiempo. ¡Debía haber un error!

*

Sonó la campana indicando el final de la jornada escolar y Yut Lung fue uno de los primeros en salir. Con aura negra y manos empuñadas caminó en el pasillo con furia. Los demás niños se hacían a un lado, temiendo a que el chino los golpeara.

Rápidamente estuvo en el umbral de la puerta y ya había varios niños yendo a sus casas o padres recogiendolos. Con su ceño fruncido se compuso su pequeña coleta y buscó con la mirada a un conglomerado de niños en específico.

No tardó en ubicar un niño con corte de cresta y con gafas de sol. Ahí se encontraba un risueño Shorter Wong. Yut Lung suspiró con molestia al verlo con Sonny y Lao, otros niños chinos de la escuela, mayores que ellos pero, al fin y al cabo, paisanos. Ellos estaban debajo de un árbol, junto con sus bicicletas.

Se dirigió hacia ellos con elegancia, siempre buscando la sombra. No quería quemarse por el sol, su piel era tan delicada como la seda que después ardía al rojo vivo. No quería parecer un camarón.

¡Saben, ese Cain me copió! ¡Yo fui el primer niño de esta escuela en usar lentes oscuros y BAM! ¡Luego él también llevó unos puestos! — gritó Shorter en mandarín, indignado mientras que Sonny y Lao asistían. —¡Es mi estilo, hermano! ¡¿Él cree que puede imitarme?! — alzó su mirada. —¡Oh, hey Yut Lung... Woaaa! ¿Y esa cara?

El aludido tenía su rostro arrugado. Sonny y Lao arquearon una ceja.

¿Qué sucedió Yut Lung? ¿Alguien te molestó? —preguntó Sonny.

—¿O... fastidiaste a alguien...? — agregó Lao al notar que el rostro del menor no denotaba aflicción.

Las fosas nasales de Yut Lung se contraían y dilataban por la evidente furia. Su rostro estaba teñido de rojo fuego mientras veía a Shorter con intensidad.

Ese niño... Eiji Okumura, ¡¿por qué se junta con nosotros si no es chino?!

Lao observó con asombro la cabellera de Yut Lung se crispaba como un gato erizo, listo para atacar. Por su parte, Sonny rió un poco.

Oh vamos, pero si antes no te molestaba su presencia. Simplemente lo ignorabas. — explicó Sonny.

Sí, Yut Lung, no seas cruel con el chico... —murmuró Shorter, sintiéndose regañado por un niño de primero primaria, dos años menor que él. —. Poder Asia, Yut Lung. No podemos dejar a un lado a Eiji como los demás. Que sea japonés no es motivo de no juntarse con él.

—Es un buen chico — dijo Lao. —. Sing parece agradarle cuando juega con él.

Yut Lung rodó sus ojos. El hermanito de Lao se lleva bien con cualquiera, el enano tenía apenas cinco años. Con cualquier dulce que le regales y Sing ya era tu mejor amigo.

En eso, Shorter frunció su ceño. —¿A qué viene la pregunta, Yut Lung? ¿Qué le hiciste al chico?

El aludido jadeó, indignado. ¿Acaso asumen que él fastidió a ese mocoso japonés?

Antes de que Yut Lung pudiera responderle con groserías, escuchó unos pasos rápidos dirigiéndose hacia ellos.

Giró su cabeza e inmediatamente vio al niño con odio. Eiji corría, risueño, con su examen marcado con un perfecto diez en sus manos.

—¡Muchachos! ¡Muchachos, miren! — gritó Eiji, jadeante pero conservando su amplia sonrisa.

Sonny, Shorter y Lao sonrieron ante el buen ánimo del japonés. Yut Lung lo vio de pies a cabeza, con desprecio.

Shorter, con un manoteo, lo saludó. —¡Hey, Eiji! ¡¿Qué onda?!

Cuando el japonés se percató que estaba tan escasos centímetros de ellos, juntó ambas piernas y dio un zanco para luego ubicarse cara a cara con Shorter, Lao y Sonny. Sin embargo, Eiji no calculó muy bien su salto, ocasionando que le diera la espalda a Yut Lung. Eso no le importó a Eiji pero al chino estaba que humeaba de ira.

—¡Esta vez sí saqué un diez en el examen! —sonrió entre dientes, dejando ver que sus dientes frontales estaban creciendo un poco.

Sonny y Shorter se abalanzaron hacia Eiji, casi golpeando a Yut Lung por el impulso mientras que Lao le dio una palmada en el hombro.

Yut Lung tuvo que dar unos pasos hacia atrás para no ser arrollado. Contempló la escena con molestia.

—¿Hola?, aquí estoy —masculló.—. La carne de burro no es transparente, Okumura.

Eiji se tensó ante la voz rezongona. Observó de quién se trataba y claramente se sorprendió al percatarse que era nada más y nada menos que Yut Lung. Él estaba en su clase y ni ahí o cuando se juntaba con los otros chinos le dirigía la palabra.

—Ay, lo siento, Yut Lung — parpadeó. —... pero veo que tienes dos piernas para moverte y así que no te quejes, burro.

Shorter jadeó ante la réplica y el rostro anonadado del menor. Lao y Sonny contuvieron sus risas, a veces ese niño japonés era brutal.

¡Ohhh! En tu cara, Yut Lung — bramó Shorter en mandarín. —. ¡Por diva!

Eiji levantó sus cejas simpáticamente cuando notó la mutación del rostro de Yut Lung que reflejó estupefacción a uno insultado, coloreado de un rojo intenso.

¡A correr! — exclamó Eiji en japonés luego de ver que el chino partió sus labios con ímpetu en aras de ofender.

El japonés se despidió despepitado y sus piernitas sintieron una oleada de adrenalina para salir huyendo.

—¡¡Okumura!! — emitió un alarido Yut Lung. Los otros chinos rieron.

Eiji corrió hacia la calle a dirección a la vieja biblioteca. Hoy posiblemente veía a Ash, gracias a él fue que pudo triunfar en el examen.

Ya hacía casi tres meses que se ven y Eiji podía decir con certeza que Ash era su amigo en "secreto". Increíblemente nadie sabía sobre su existencia. Eiji al principio le pareció raro que el rubio tampoco iba a ninguna escuela pero después entendió que existen en Estados Unidos los home schooling, la educación en un contexto estrictamente en el hogar, o al menos eso le hizo entender Ash tras varias trabas de explicárselo.

El japonés estaba tan absorto en sus pensamientos que no notó que Nadia, con su bicicleta, lo saludó y él ni encuenta.

—¡Eiji! — llamó la china con suavidad. —. ¿Otra vez no irás con nosotros?

El aludido paró en secó y giró su rostro iluminado al ver la hermana de Shorter. —¡Nadia! ¡Lo siento, tengo prisa! ¡Debo ir a estudiar!

La chica parpadeó unas cuantas veces antes de resoplar. —¿En serio? ¡Pero si los exámenes acabaron recientemente!

Con orgullo, Eiji alzó su precioso examen con nota completa, sonrió y empezó a bailar. —¡Estos nenes no aparecen solos, Nadia! — dio una risita. —¡Adiós!

Nadia sonrió mientras negaba con su cabeza. Era bueno ver a Eiji más animado. Desde que lo conoció era un niño cohibido, siempre tartamudeando. Sin embargo, desde que Shorter lo acogió a su grupo y las idas a la biblioteca, había cambiado su personalidad. Realmente era otro.

Suspiró antes de pedalear con destino a la escuela de su hermano. El tramo fue corto y no tardó mucho en que Shorter y compañía llegaran a ella en sus bicicletas, a excepción de Yut Lung que caminó.

—¡¡Nadia!! ¡¿Cómo estuvo tu día?!! — preguntó Sonny con sosiego, empujado a Shorter a un lado, evitando que saludara a la china.

Lao frunció su ceño. Desde que tenía memoria, Sonny tenía cierta atracción en Nadia. Cada cuanto tenía oportunidad le recalcaba que era un amor imposible puesto que Nadia ya estaba en secundaria, y no se fijaría en un crío. Además, aún si crecieran, él era muy feo para ella.

Shorter manifestó su molestia con un gruñido y Yut Lung los vio con aburrimiento. Se podía vislumbrar los corazones reflejados en los ojos de Sonny.

Sin embargo, a Nadia no le tomó importancia y sonrió cortésmente. —Mi día estuvo pesado pero no me quejo. — observó a Shorter y luego a los demás de reojo. —.¿Eiji siempre ha sido un estudiante modelo? Me dijo que iría a la biblioteca de nuevo.

Yut Lung se agitó. —¿Biblioteca, cuál biblioteca? — cuestionó rápidamente. —. ¿Ese tonto va a una?

Silencio, Yut Lung — regañó Nadia. —. El hecho que esté en primero primaria teniendo nueve no es fácil para él. Es digno de admirar su esfuerzo.

El aludido dejó de escuchar a Nadia tras estar perdido en sus pensamientos. Yut Lung tenía la sospecha que alguien estaba ayudando a Eiji a mejorar, no tenía pruebas pero ponía en tela de juicio que el japonés haya sido tan autodidacta como para mejorar tan pronto.

Iba a descubrir esta fachada.

—Por cierto, Lao — la mirada de Nadia se suavizó. —, mi padre me llamó para decirte que Sing está en el restaurante y se quedarán ustedes dos a dormir.

Lao tensó la quijada. Cuando Sing visitaba de a sorpresa con los Wongs significaba que sus padres tuvieron otra pelea fuerte en casa. Últimamente se habían tornado más frecuentes y violentas.

Shorter lo observó con angustia y Sonny le dio una palmada en el hombro. Yut Lung solamente permaneció callado.

No te preocupes, Lao — consoló Shorter. —. Jugaremos Mario Kart. ¡Tengo un nuevo control, así no lo conectamos y se lo damos a Sing para que piense que está jugando!

Lao bufó y sonrió levemente. —Gracias pero no puedo, tengo que hacer un trabajo grupal con Sonny.

—No me importa ir a la casa de Nadia. — agregó con evidente alegría.

¡Hey, también es mi casa! — lloriqueó Shorter.

Lao lo vio con recelo.

Nadia carcajeó. Esos niños eran más interesantes y graciosos que sus propios compañeros. —¿Quieres pasar el rato con nosotros, Yut Lung?

El niño suspiró. —No puedo. Sé que me extrañaran pero hoy es un día especial para mí para no ir.

Shorter rió. —¿Qué? ¿Día de spa?

—Shorter. — Nadia lo regañó y su hermano hizo un puchero.

—Muchísimo mejor que eso, cabeza hueca. — arremetió Yut Lung con veneno en sus palabras.

Con aura de triunfador, el menor dio media vuelta y comenzó a caminar.

—¿No quieres un aventón, Yut Lung? —preguntó Shorter con un alarido.

Sus mejillas se sonrojaron. —¡No!

Era un secreto a voces entre ellos. Yut Lung no sabía manejar bicicleta y le daba pena subirse a una.

Nunca quiso aprender, todo el tiempo se la pasaba estudiando para ser el mejor y, en un futuro no muy lejano, conseguir una beca. A sus siete años no comprendía bien en qué consistía pero, al escuchar que le pagarían sus estudios era explicación suficiente para él. Ahora, Eiji Okumura era un obstáculo para alcanzar su meta.

Sin embargo, hoy para Yut Lung no era de estudio. Necesitaba hacer algo más importante.

*

A pesar que había presentado mejoras en los estudios, el profesor Blanca le siguió exigiendo los resúmenes de los libros leídos para que no perdiera el hábito de la lectura.

Si hubiera estado solo, Eiji no hubiera sido tan perseverante. Mas fue lo contrario, tenía a Ash a auxiliarlo. ¡Hasta ya le gustaba leer cuando él estaba presente! Aunque se ponía gruñón cuando Ash se burlaba de su acento o no pronunciaba correctamente una palabra.

No sabía mucho de él, no obstante, rápidamente se convirtió en su amigo, con actitudes raras, pero al fin y al cabo el niño rubio parecía estar a gusto con su compañía.

Habían días que, cuando estudiaban juntos, Ash le cuestionaba sobre los temas de sus clases con vehemencia. Eiji tenía la sensación que él nunca vio eso con su tutor en virtud por el fulgor que sus ojos irradiaban cuando él terminaba de explicar.

Ash era un niño extraño, nunca se iba a cansar de decir lo mismo.

Eiji, ya estando dentro de la biblioteca, sacó un libro semi delgado con portada llamativa, en uno de los estantes de la biblioteca. Cuando leyó el cautivador título, frunció levemente su entrecejo.

—Las Crónicas de Narnia: el león, la bruja y el ropero... — alzó sus cejas. —. ¡Cómo en la película!

Eiji jadeó y cerró su boca de inmediato. Se recordó que estaba dentro de una biblioteca. Estiró su cuello y ladeó su cabeza para ver si había molestado a alguien.

Observó a la bibliotecaria, quien con el tiempo conoció que su nombre era Samantha Collins, dormida. Ni siquiera se inmutó por su grito.

No había absolutamente nadie.

Como todo estaba tan callado, Eiji pudo escuchar la puerta abrirse. Esperanzado que fuera Ash, el japonés se acercó a la entrada, a escondidas, para ahorrarse la vergüenza si resultaba no ser él.

El rostro de Eiji se iluminó cuando notó que ahí estaba Ash en el umbral de la puerta. Llevaba consigo, de nuevo, el característico suéter holgado de siempre, que le cubrían las manos, solo que esta vez, tenía el zipper hasta arriba y no podía verse su cuello. Su pantalón flojo y los mismos zapatos Converse. Eiji se preguntó si Ash era de una familia de escasos recursos porque casi siempre llevaba el mismo atuendo cuando lo veía. No importaba si había mucho calor, Ash nunca se quitaba su suéter.

Iba a llamarlo hasta que se dio cuenta que Ash estaba acompañado con un hombre que Eiji jamás había visto. Era un señor mayor, sin cabello, con un bigote blanco y portaba un bastón. Estaba vestido de manera elegante si lo comparaba con Ash. Eiji estaba tan absorto viéndolos, en especial al niño rubio porque se le notaba ansioso.

Eiji se disponía a presentarse ante el adulto mas sus acciones quedaron en simples deseos. Observó con ojos bien abiertos cuando ese hombre acunó la cara de Ash y le depositó un extenso beso en sus labios. Ash estaba quieto todo el tiempo, el único movimiento que hizo fue sostenerse en los antebrazos de aquel hombre mientras se paraba de puntillas.

Cuando el ósculo finalizó, Ash desvió la mirada y se retorcía en donde estaba. Eiji no pudo escuchar lo que decían pero solamente presenció que el hombre mayor le espetó sobre algo y Ash asintió, sin vida en sus ojos.

Al momento que se fue el señor, Ash respiró erráticamente por unos segundos y se adentró a la biblioteca, cojeando.

El japonés dio zancos hasta donde encontró el libro e intentó actuar con naturalidad. Tenía la sensación que él vio algo que no debía. Él sabía perfectamente que los besos solamente se daban en los cachetes para saludar, en la boca se daban si dos personas eran pareja. En la mente de Eiji realmente no cuadraba lo que su mamá le enseñó. Cuando él repetía, antes de salir a la escuela, las instrucciones de su mamá sobre que el cuerpo era sagrado, pero él no mencionaba los labios y su mamá tampoco le corregía. Estados Unidos aún era muy nuevo para él y algunas costumbres eran realmente bizarras. No quería sentirse fuera de lugar si no sabía si lo que acababa de presenciar era común.

—Hola Eiji.

Se sobresaltó que dejó caer el libro. —¡¡Ash!! — estaba tan absorto en sus pensamientos que no lo escuchó acercarse.

El aludido alzó una ceja y observó como Eiji levantaba el libro con torpeza. —¿Qué tienes, eh?, estás muy estúpido hoy.

Eiji no podía ocultarlo, la duda le carcomía. —O-Oye Ash... ese señor de afuera, ¿quién era? —quiso iniciar con algo no tan obvio, según su perspectiva.

Lo que no contó el japonés era la respuesta involuntaria del rubio: su cuerpo se tensó y sus ojos se dilataron

—¿A-Ah...? — musitó Ash, pálido.

Pensando que dijo algo malo y meterse en donde no debía, Eiji se sintió apenado. —¡¡Es que siempre vienes solo y... vi que te habló antes de irse!! — se reservó la parte del beso. —Solamente me pareció extraño...

Eiji vio que Ash bajó su mirada con nerviosismo. —Él es... —tragó saliva. —, él es mi... a-abuelo.

—¿Tu abuelo dices? — Eiji frunció suavemente. No parecía ser un señor simpático. Hubo un aura extraño en él que le causaba cierto repelús y no sabía la razón.

Ash asintió. De un momento a otro, el comportamiento del rubio era cuitado, la chispa que lo identificaba se apagó de repente.

Algo no estaba bien, Eiji lo podía sentir pero se frustró al no saber que era. Posiblemente eso debía hablarlo con sus padres lo sucedido sin incluir al rubio. Por otra extraña razón, Ash le rogó que no le dijera a nadie, absolutamente a nadie, sobre él; le hizo jurar que su amistad era un secreto.

Y Eiji, como todo hombre de palabra, pero confundido a la vez, se lo prometió.

En eso, Eiji vio que Ash seguía cabizbajo y tímido mientras sus manos, sutilmente, una se rascaba sus glúteos y la otra sus partes íntimas.

—¡A-Ash, no! No lo hagas en público, es grosero —regañó Eiji, agarrando la mano del aludido. —. No es la primera vez que te veo haciendo eso, ¿te bañas bien?

Repentinamente, el rubio alzó su rostro y lo observó furioso. Empujó a Eiji sin mucha fuerza, ocasionando que sus mangas se corrieran levemente, mostrando sus muñecas con costras y ligeramente moradas. El japonés jadeó al verlo. Ya de ver esas hematomas siempre en el mismo lugar, definitivamente sd convenció que no era por jugar rudo.

—¡Mierda, por supuesto que sí, tonto! — gritó Ash mientras Eiji dio un paso para atrás. Luego se relajó y reflejó un rostro afligido. —¿Huelo mal, Eiji?

Eiji gruñó. Ash realmente no era normal.

—No, para nada — musitó el japonés. Gracias al nacimiento de su hermana, aprendió a ser paciente con los demás. Como vio que Ash no de calmaba, rodó sus ojos. —¡Ay, mejor no hablemos de eso! Ayúdame en hacer mi tarea.

Del poco tiempo que lo conoce, Eiji sabía que haciendo deberes, por alguna razón Ash se ponía feliz.

Dicho y hecho, Ash sonrió ampliamente, cambiando su humor bruscamente. —¡Sí! — dio una pequeña carcajada.

Eiji también sonrió, este era la faceta de Ash que le agradaba. Quería ver a ese Ash contento, a ese Ash que era gustoso para hablar, quería conocerlo mejor pero, luego de frecuentar la biblioteca estos meses, sentía una espinita que algo feo pasaba con él. —¡Ash, debes también ver esto!

El japonés corrió hacia la mesa favorita de ambos junto con el libro en sus manos. Ash le siguió con curiosidad.

Eiji puso su mochila sobre la mesa y la abrió con ímpetu. Ash observó cada movimiento errático de las manos del moreno hasta que elevó una hoja de papel.

—¿Eso es...? —preguntó Ash, siseando tras sentarse en la silla con mera dificultad.

Sonrió. —¡Saqué un diez en el examen, Ash!

—¡¡¿Con la refrigeradora?!! — exhaló su pregunta, refiriéndose al profesor Blanca, y Eiji asintió. —¡Déjame ver!

Le arrebató el papel de las manos y lo examinó a toda velocidad. Gradualmente Ash se le dibujó una tierna sonrisa en su rostro.

—¡Tenías razón sobre los verbos en tiempo pasado, Ash! ¡Que suerte que te hice caso!

Ash sonrió de oreja a oreja. —¡Ajá! Te lo dije... — extendió su palma. —¿Y mi dulce?

Fue una suerte que pasó al mini market y tuvo el suficiente dinero para comprar. No pensó que iba a gastar pero Ash merecía un premio. —Espera.

De repente, Eiji sacó una bolsita de ositos de goma y se lo dio a un confundido Ash.

—Son... muchos...

Eiji sonrió. —Son tuyos.

El rubio le dio un respingo. —¿Qué... de verdad?

—¡Sí!

Ash los recibió, vacilante. Sus mejillas se ruborizaron y vio los dulces con ternura. Luego abrió la bolsita y respiró profundo.

—Gracias, Eiji...

El moreno no pudo evitar sonreír ampliamente. Sin embargo, su alegría se transformó en sorpresa cuando Ash le ofreció compartir los ositos de goma con él. Un sentimiento cálido brotó en sus adentros. Eiji solamente agarró dos y obligó a Ash a que comiera el resto.

Claramente Eiji vio el sublime fulgor en las expresiones de Ash al masticar la dulzura de las gomitas.

—Aún con esa notaza... todavía debo de hacer los ensayos de los libros.

Ash parpadeó. —Esa refri es exigente... — dijo con la boca llena. — .¿Cuál libro escogiste hoy?

—Este. — se lo pasó a Ash.

El rubio inclinó su cabeza hacia el libro mientras se metía otro osito en su boca. Leyó el título con el ceño fruncido y notó que su contenido consistía en más de cien páginas. Iba a hacer un desafío para Eiji en leerlo pero podía asegurar que ha mejorado bastante. Además, la letra era grande, así que no vio problema.

—Que nombre tan largo — murmuró Ash. —. No había visto ese libro por aquí.

Eiji partió sus labios, anonadado. —¿No has visto la película?

Ash frunció sus labios y dirigió su mirada al suelo. —N-no...

De nuevo, esa alteración en su humor tan drástico.

—Ay, no te preocupes. Ya sabrás de que se trata.

Sin más, Eiji comenzó a leer con fluidez. Fueron pocas las veces que Ash tuvo que corregirle, lo cual se alegró Ash por él. Ambos estaban tan metidos en la trama hacia ese mundo mágico que Eiji leía capítulo tras capítulo, guiándose con su índice para no perderse entre las líneas. Hacía pausa solamente al sentir su boca seca y tomaba un poco de agua que guardaba en su mochila.

Sin embargo, ese buen ambiente fue interrumpido por un fuerte jadeo proveniente de Ash cuando Eiji leyó en voz alta por primera vez el nombre "Aslan".

Eiji apartó su vista de las letras para vislumbrar al rubio. El pobre niño temblaba y su respiración se tornó irregular.

—¡¿Qué sucede?! — preguntó Eiji, aturdido por la reacción de Ash.

El aludido tardó en responder. Solamente movía sus labios, buscando salir de su shock. —¿Leíste bien...?

—Pfff, por supuesto que sí. No quiero adelantarme ni nada en la historia pero... Aslan es el nombre del león que salva a todos. — Eiji se dio cuenta que dijo un gran spoiler. Exhaló con fuerza mientras se dio una manada en su frente. — ¡Rayos! — se expresó en japonés.

No obstante, Ash no lo escuchó debido a la angustia en su ser que lo reflejaba en su rostro. —A-Aslan... ¿A-Aslan es el bueno?

Eiji, confundido, asintió. —Aslan es un héroe aquí.

El japonés no estaba listo cuando la primera lágrimas cayó en aquellos ojos verdes. No creyó estar como piedra ante el sollozo de Ash, que luego se sumaron muchos más.

Eiji jadeó para salir de su sorpresa. Fue entonces que notó a Ash cubrirse su rostro lleno de lágrimas con sus manos. Sus llantos eran deplorables, emitidos con pesar que Eiji no aguantó más. Desde que lo conoce, Ash nunca ha llorado frente de él.

Lo único que se le ocurrió a Eiji fue abrazarlo fuertemente. Al principio Ash dio un quejido e intentó zafarse pero el japonés no lo dejó.

Esto no era una simple rabieta.

—E-Eiji. — masculló Ash, estresado que no se lo podía sacar de encima.

El aludido se frustró. —¡Estás triste, lo puedo escuchar!

Ash alzó su rostro lloroso y le dio escalofríos al ver a Eiji gimotear también.

—¿Eh...?

Las facciones de Ash no daban cabida lo atónito que estaba.

Eiji hipó. —Mi mamá dice que si quieres llorar, solo hazlo... hazlo...Ash.

Ash no lo podía entender, ¿por qué Eiji lloraba también? ¿Era porque él estaba llorando?

No le importó. Poco a poco fue perdiéndose en la pureza de aquel abrazo. A pesar de sentirse asqueado, Ash rodeó sus brazos alrededor del cuerpo del mayor.

Sí estaba compungido pero con Eiji a su lado se sentía consolado.

Ya no avanzaron con el libro. Eiji no estaba seguro si iban a continuar con la saga. Estuvieron abrazados hasta que dieron quince minutos para las seis de la tarde. El japonés atrajo más a Ash a él, sabía que ya era momento de partir.

—Ash... ¿puedo preguntar qué tienes? — susurró Eiji.

El aludido negó con su cabeza, hundiendo más su frente en el pecho de Eiji. —No... no te lo puedo decir...

Rápidamente sintió su camiseta húmeda por nuevas lágrimas de los ojos del rubio. —Entonces... ¿te veré mañana?

Eiji tuvo que deshacer del abrazo debido a que Ash alzó su rostro para verlo. Esbozó una sonrisa mientras una rebelde lágrima se deslizaba en su mejilla. —Trataré...

Era increíble que en tan poco tiempo ellos eran tan cercanos. Incluso el mismo Eiji estaba desconcertado en poder compartir momentos como ese.

Entonces velozmente llegó a la conclusión, después de haber llorado junto con él, que Ash no era extraño, de verdad algo malo le pasaba.

Luego, se secaron las lágrimas y guardaron las cosas de Eiji. Ash tenía la manía de dejar todo limpio, pulcro y dejar todo ordenado. Hasta hacía que Eiji metiera siempre los libros en el lugar donde los encontró, para así no causar molestias a la anciana bibliotecaria que debió haberse jubilado desde hace años.

Eiji se angustió al momento cuando llegó la hora de decir adiós.

—Ash... cuídate. — lo observó con ojos preocupados.

El niño bajó la mirada y asintió. —Terminaremos el libro esta semana —alzó su vista con incertidumbre, por lo que asustó más a Eiji. — . Nos vemos, E-Eiji.

Estuvo ensimismado viendo la silueta del japonés hasta que se dispuso a marcharse a toda velocidad.

Por su parte, el corazón de Eiji dependía de un hilo al ver a Ash alejarse.

*

Eiji estaba sentado en el sofá viendo un partido de baseball junto con su padre después de cenar. Su madre estaba dando pecho a su hermana y no se encontraba con ellos.

El japonés intuyó que su padre era una persona más seria de tratar porque su mamá se pondría histérica si le cuenta sobre lo de hoy. No quería causar problemas.

Papá...

El aludido no despegó su mirada de la pantalla. — ¿Mhmm?

Eiji lo vio con detenimiento aún si su atención estaba por otro lado. —¿Es normal ver... a un hombre y a un niño... besarse en los labios?

El papá de Eiji se tensó y observó a su hijo. —¿Qué? ¿En dónde viste eso, Eiji?

E-En la escuela... — mintió. —, vi a un niño despedirse de su abuelo con un beso en la boca.

Evidentemente, su padre se relajó. —Ah, eso... — asintió. —, en algunas familias se saludan y despiden a través de un beso en los labios, Eiji. Es... su cultura.

—¿En serio?

Consciente de las lecciones de su esposa con su hijo acerca de las agresiones, decidió ser el punto de inflexión en esa enseñanza y no ser tan radical.

—Sí, hijo. Hay que ser tolerantes al respecto. Sé que no se ve bien... pero solo ignoralo.

Eiji asintió. Confiaba mucho en su padre, entonces, ¿por qué se sentía aturdido en tan solo pensar en ese apasionante beso? Como solía ver en las películas. Y no solo eso, la forma en cómo lloró Ash, aun estaba grabado en su mente.

Escuchaba una vocecita en su cabeza en que había algo mal, eso lo mantenía intranquilo.

Suspiró mientras se desparramaba en el sofá. Quiso distraerse en ver la televisión nuevamente, esperanzado que Ash estuviera bien. No ha querido inmiscuirse en su vida privada pero creyó que ya era conveniente en saber más sobre él.

*

Con un largo suspiro, quitó el seguro de la perilla de la puerta de su apartamento en Chinatown, siendo casi media noche. Para Xin Qian, los martes eran agotadores, teniendo que quedarse hasta tarde. Lo ventajoso era que le pagaban taxi y las horas extras pero estar frente a una máquina de coser era desgastante debido a que le pagaban por cada pieza asignada.

Incluso su larga trenza estaba ya deshecha y su cabello grasiento.

Cuando entró a su casa, notó que una luz tenue iluminaba la cocina. Dejó sus llaves, cartera y chaqueta en una mesilla y se dirigió hacia allá.

El apartamento no era muy espacioso, así que llegó pronto a su destino. Grande fue su sorpresa tras exteriorizarlo con un ahogado jadeo al deslumbrar a su hijo risueño, sentado en la mesa, con un pequeño cupcake de sabor red velvet, en su centro estaba incrustado una pequeña vela encendida.

Feliz cumpleaños, madre. — susurró Yut Lung, manteniendo su sonrisa.

Ella suspiró, cubriéndose la boca con su mano y olvidándose que estaba agotada. Se le pasó por su mente que hoy era su cumpleaños. —Yut Lung, ¿qué...? Deberías estar dormido...

El niño quiso replicarle con el mismo argumento pero se lo tragó. Su madre no necesitaba un regaño, sabía perfectamente que los sacrificios y esfuerzos que ella hacía eran por él. Desde que abandonaron a su padre y huyeron de sus hermanos mayores en China cuando él tenía cinco años de edad, la vida para ella no fue fácil, en especial por ser una madre soltera de dieciocho años.

Aún así, Yut Lung tenía ropa, un techo para vivir y, a pesar ser escasa, tenía comida. Cuando fue consciente de ello, gracias a su profesor Blanca en apoyar a su madre en conectarla en su actual trabajo y en explicarle un poco mejor sobre las circunstancias que estaban atravesando, él decidió ser el mejor hijo para ella. Por su mamá, haría cualquier cosa.

Asimismo, ellos no estaban solos, en Chinatown era una gran comunidad que ayudaba su gente. La familia Wong también les tendió una mano, más al saber que él estudiaba en la misma escuela que su hijo.

La vida era dura para la perspectiva de Yut Lung, y posiblemente no entendía muy bien los problemas, pero estaba seguro que su situación mejoraba de a poco.

Si quiero ser doctor en un futuro, debo acostumbrarme a desvelarme — sonrió débilmente. —. ¿No te gustó mi sorpresa, madre? — se maldijo en sus adentros por no haber escogido el cupcake sabor naranja.

Xin Qian corrió a su hijo y lo abrazó fuertemente. Peligrosas lágrimas se avecinaron en derramarse de sus ojos tras sentir tibieza en sus adentros.

Me encantó... —murmuró en el cuero cabelludo de Yut Lung. Al momento de sentir que su abrazo fue correspondido por él, Xin Qian sonrió. —. Gracias, mi hombrecito... me hiciste muy feliz.

Yut Lung curvó sus labios para arriba, dejando sentir el calor corporal de su madre confortar su pequeño cuerpo. Al estar a su lado, se sentía protegido y amado.

*

NOTAS DE LA AUTORA

1. A continuación, los grados de los niños, a pesar que no lo mencioné directamente algunos, para evitar confusión más adelante: 

Yut lung y Eiji: primero primaria.

Shorter: tercero primaria

Sonny y Lao: cuarto primaria. 

Sing: pre escolar. 

Nadia: primero básico. 

Sonny no es un OCC, en realidad aparece brevemente en la serie como la persona que advirtió a Shorter en no meterse con la mafia de los Lees.  Aquí les dejo una imagen para que refresquen la memoria sino se recuerdan. 

2. En esta historia, Yut Lung solo conoce el amor, he dicho QwQ. Además, Xin Qian significa feliz y hermosa en mandarín.

3. Lamento la demora y por lo sad de este capítulo T_T. ¿Por qué siempre la tristeza me persigue? No se preocupen, no siempre será así TwT.

4. Creo que muchos sabrán más o menos que está sucede con Ash hasta este punto de la historia (y me dolió escribirlo, por cierto waaa TwT por eso también la tardanza). Recalco, en ningún momento estoy fomentado el morbo y no es mi intención hacerlo. Si es algo fuerte lo que está pasando (y lo que pasará) y de una vez diré que no voy a romantizar nada. Esto sucede en nuestra sociedad, y lamentablemente está pasando ahora mismo. Asimismo, recuerden que este fanfic gira alrededor de la perspectiva de los niños y ellos (incluyo a todos) no entienden bien lo que pasa en su entorno. Ya sabrán que vendrá después, solo pido entendimiento fjsljfsfdslk. 

5. ¡Muchísimas gracias por el apoyo que le han dado a esta historia! En serio, son los mejores para sufrir conmigo en esta travesía xD ¡Nos vemos hasta la próxima! :D

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