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Capítulo 14: I lost you, I miss you, I love you

ADVERTENCIA: ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENAS VIOLENTAS, DISCRIMINATORIAS Y MENCIONES DE ABUSO INFANTIL Y TORTURA, MAS NO MENOSCABA LAS PAUTAS DE CONTENIDO EN WATTPAD. 

SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.

El olor vomitivo de fluidos y orines estaba suelto dentro del pequeño cuadro erróneamente llamado "una dulce habitación. "

Ash aún se recuperaba de la horrible experiencia que se suscitó no hace mucho. Sus manos estaban liberadas de sus ataduras pero sus ojos permanecían cegados por la envoltura de un antifaz destartalado. No estaba preparado de enfrentarse la suciedad de su entorno, ni tener que despejar la cama los desechos dejados para poder acostarse de una forma más cómoda posible.

—¿Ash, te encuentras bien?

El aludido sobresaltó por el llamado. Le tomó un tiempo en recuperar el aliento por lo abrumado que estaba. La voz varonil del otro lado de la pared hizo la misma pregunta, repitiendo su nombre suave pero insistente.

Tragó saliva y respiró profundo. Cerró sus manos hasta formar sus puños, haciendo temblar todo su cuerpo. No estaba seguro si era por frustración, miedo o ambos.

—Sí... Max. — musitó Ash, reconsiderando en contestar nuevamente por si él hombre no lo haya oído.

Max suspiró parcialmente aliviado. —No te angusties, Ash... saldremos de aquí pronto.

La voz del hombre se rajó. Cada vez que llegaba alguien o algunas gente de Dino de visita a su cuarto, Ash sentía tanta vergüenza que él escuchara todo del otro lado de la pared donde se hallaba cautivo. De la misma manera el niño pensaba que Max sentía igual cuando era golpeado o torturado.

No faltaba ni un día que Max le daba ánimos y reconfortación; se sentía patético que no podía hacer lo mismo por él al tener siempre la mente en blanco luego de oír los horrores y palabras soeces que penetran sus tímpanos provenientes de la otra habitación de al lado.

El pequeño tiene viva la memoria cuando vio a Max por primera vez. Ese día, al momento que los hombres de Dino irrumpieron el apartamento de Yut Lung y rápidamente lo hallaron en posición fetal dentro del armario, Max apareció de la nada. Intentó pelear sin éxito. Fue vapuleado frente a sus ojos y fueron llevados por ellos a la residencia de Dino. Al pobre niño se lo llevaron dentro de una bolsa, como si fuera una basura.

Ese solo fue el comienzo del tormento.

Ash no poseía ni la más mínima idea de quién era Max o, peor aún, por qué seguía con vida después de lo que pasó. Los únicos pensamientos permitidos sobre el hombre era sobre el contentamiento que sentía al tenerlo cerca, a pesar que no lo ha visto desde aquella vez que quiso salvarlo de ser secuestrado, casi no se acuerda de su rostro aquella vez en el parque con la "Refrigeradora". Tiene una figura vaga de cómo es su rostro.

El rubio frunció sus ojos cerrados, sintiendo el material del antifaz amoldarse en sus párpados. —¿Lo... Lo dices en serio?

El ruido sonoro de tela sufriendo fricción alertó a Ash. Supo de inmediato que Max se estaba arrastrando hacia la pared contigua de su recamara, y apoyó todo su peso ahí. Exhaló exhausto y comenzó a rascar la esquina. El rubio se quitó el antifaz rápidamente, parpadeando exasperado por la falta de adaptación de sus ojos de las penurias de su cuarto. Aún si estaba oscuro, Ash ubicó en donde Max estaba y se dirigió al sonido.

No recuerda cuándo ni cómo inició, pero Max un día hizo un pequeño orificio en la pared, uno tan sutil y apartado que ni el propio Dino se ha percatado del mismo.

En eso, Ash pudo tantear la zona y tocó unos objetos metálicos. Tomó uno de ellos y lo contornea: era una llave. Asombrado, el niño buscó las demás con sus dedos, eran cuatro llaves en total.

—Quizá no puedas verlas ahora, pero cada una tiene una seña — mencionó, susurrando. —. Una es para la puerta de tu habitación, otra del sótano y las otras dos sirven para abrir el seguro de la puerta de entrada.

—¿Max... cómo...? — el niño se tensó completamente.

Escuchó un bufido. — No recibí la tundra por nada... — pudo identificar gracia triunfal en sus sílabas. —, me di cuenta que Marvin lleva esas llaves a donde quiera — sin embargo, su voz se tornó seria —. Si debes escapar, debe ser mañana. Dudo mucho que no se percate pronto.

La sangre de Ash se heló. Recordó la gran trifulca armada en la mañana del día de hoy. Por primera vez desde su encierro, Max peleó a puño limpio y, quien tuvo la desdicha de recibir los moretones fue Marvin hasta ser noqueado. Varios hombres llegaron al auxilio del oficial y le propiciaron a Max la "golpiza de su vida".

¿Acaso Max vio una oportunidad de quitarle las llaves?

—¡Tú también vienes! — exclamó.

—No.

Chilló al borde de las lágrimas, la negación del hombre fue contundente. —Max...

—Aún si quisiera, no está la llave de mi habitación — un dolor punzante en su cabeza sintió. —. Escucha, Ash... — dijo, cansado pero procurando aliviar la angustia del niño. —, ambos hemos permanecido vivos porque somos fuertes... aunque tú lo eres más que yo... no sé si... podré seguirte...

El rubio se recostó sobre la pared, en total shock, llevándose las llaves sobre su pecho. Su cuerpo se deslizó sobre la pared, sollozando en silencio.

Esa confesión sentenció la prudencia en Ash, ahora se sentía desamparado.

Max fue su fina luz colada en su oscura vida, perderla como el contacto con sus amigos significaba su muerte.

La angustia que se filtró en sus sentidos fue breve debido al ser interrumpida un leve rascado a través del orificio. Max, con sus uñas, arañó la entrada del hoyo. Conservando la chispa de curiosidad, Ash introdujo dos deditos, esperando la entrega de otro objeto. No obstante, lo único que pudo sentir fue el dedo de Max encima de los suyos, palpando delicadamente con la yema de su dedo la piel tersa del menor. Este acto torpe de consuelo avivó el moribundo optimismo en Ash.

—M-Max... — dejó fluir sus lágrimas. Él todavía no ha desfallecido.

Con un largo suspiro, contestó. —Puedo ser un viejo como tu me llamas... pero aguantaré hasta el final, niño... ya lo verás.

El rubio esbozó una sonrisa triste, Max en ningún momento paró en brindarle caricias a sus dedos, aún si sus toques eran cada vez más lentos. —Vendré por ti, lo juro...

El hombre emitió una risa endeble. —Si es así... debes escucharme con atención... —murmuró, sintiendo que perdía la consciencia. —. Durante este tiempo, he sabido que Dino sale a las doce del medio día. Después de esa... — exhaló, faltándole el aire. —, no hay nada en la casa... debes salir rápido... ha-hay cámaras...

Ash oyó atentamente el plan de Max hasta que él se desmayó. El niño angustiarse, así que lo dejó descansar sin antes darle una última caricia tímida en el dedo de Max y desearle feliz noche.

Al día siguiente, la rutina dentro de la casa no cambió. El niño tuvo que soportar la humillación nuevamente, pero a Max no lo visitaron. No escuchar las maldiciones del castaño alertó mucho al niño.

Cuando llegó el momento de irse, el rubio tuvo problemas para movilizarse debido a que le dolía mucho su cuerpo, al punto de cojear un poco.

Llamó en repetidas ocasiones a Max antes de salir, él no contestó.

Ash quiso romper en lágrimas, pero las contuvo lo mejor que pudo y siguió con el plan. Ya estaba contra el reloj.

La adrenalina hizo a que Ash actuara eufórico, sentía su corazón salirse de su cuerpo y la circulación de la sangre le quemaba en su interior. Se olvidó de su dolor de inmediato, en especial cuando quitó los seguros de la puerta principal.

Los dos clicks resonaron en su mente y abrió la puerta lentamente.

Era la primera vez que veía el vecindario sin la supervisión de Dino.

Aún con el frío helado, salió corriendo lo más veloz que pudo al recordar sobre las cámaras instaladas en la casa.

Tan solo esperaba que los hombres de Dino o el mismo Dino no se hayan percatado de su ausencia o que él. Ser más rápido era vital en el éxito del plan .

Ash apresuró sus pasos y dio bocanadas de aire, exhalando su aliento en vapor. Aunado a que los soplidos gélido del ambiente penetraban sus huesos y no estar vestido adecuadamente, estaba tan aterrado estar en un espacio abierto y no saber a dónde ir. No conocía el exterior, las calles eran nuevas para él al igual que las personas caminando.

Algunos transeúntes lo observaron raro por lo agitado que Ash estaba, mas lo ignoraron y siguieron su rumbo. El niño tampoco quiso pedir auxilio a desconocidos. Él no confiaba en ningún adulto, tenía serios problemas personales en fiarse en uno. Además, no había ningún niño con quien hablar en las calles tampoco.

Se sentía tan solo a pesar de estar rodeado de personas.

Y así, continuó corriendo sin destino aparente por dos horas, sin notar que el auto de Dino, acompañado por Marvin, estaba detrás de él. Eso fue que, por accidente, él activó una alarma oculta dentro de la casa.

De alguna manera, Ash reconoció una calle que conllevaba al parque donde solían jugar con los chicos. Su corazón se encogió al recordarlos.

Evitó cruzar para allá y tomó otra ruta, sin saber que se estaba dirigiendo a su lugar seguro: la biblioteca.

*

El frío emanado de la corredera de la pistola siendo recorrida sobre su quijada, agobió a Eiji. Quiso mantener un perfil fuerte, aún si su cuerpo estaba reaccionando endeblemente. En sus brazos, Ash estaba agitado, su respiración irregular la sintió a través de sus prendas y el angelical rostro de su amigo continuaba oculta sobre su pecho.

Lo más agobiante no era la pistola frente a sus narices, era la cara llena de satisfacción que portaba Dino en ese momento.

—No tengo todo el día. — dijo con una voz suave, seria y gutural, se notaba que estaba conteniendo su retorcida emoción.

Eiji dio un paso hacia atrás y sus ojos se dilataron cuando la mano desocupada de Dino pretendía tocar su rostro y besar la cabellera de su amigo. —Aléjese.

Dino levantó una ceja. —Oh... — se mostró intrigado.

Por su parte, Ash se crispó por lo desafiante que estaba Eiji, aún en la posición en la cual se hallaban. Alzó su mirada compungida al japonés, pero éste simplemente lo abrazó con más fuerza y se inclinó para susurrarle en su pelo dorado. —. No dejaré que te dañe, A-As... Aslan.

No obstante, la convicción que destellaba fulgor en los ojos de Eiji provocó risa en Dino pero confusión en Ash. El aludido jadeó al ser llamado por aquel nombre que no estaba acostumbrado a escuchar, luego apretó su mandíbula y frunció preocupadamente sus labios y sus cejas. Le provocó un sentimiento agridulce porque su verdadero apelativo conllevaba un pasado todavía más desolado que la vida llevada con su sobrenombre "Ash." Sintiéndose vulnerable por el comportamiento protector de Eiji, el niño tenía ganas de llorar. Aún en la desdicha de ese momento y de lo que vendrán después, en virtud que de toda esperanza de ser salvados fue pulverizada, Ash estaba extrañamente feliz.

Después de todo ese tiempo, Eiji todavía le importaba su bienestar.

Esos pensamientos fueron abruptamente destajados cuando Dino se acercó a ellos y los forzó a separarse.

Eiji luchó contra él inútilmente al igual que Ash, pero Dino tenía más fuerza bruta. Inclusive, Ash enterró las uñas en el brazo de su amigo como medida desesperada.

—¡¡No!! — gritó Eiji asustado tras ver que Dino jaló de los cabellos a Ash y lo arrastró a su lado.

—¡Quieto o disparo! — Dino exclamó su ultimátum tras pegar la pistola en la sien de Ash.

Eiji se tensó. —¡¡Aslan!!

Él comenzó a llorar, viendo fijamente al japonés, tratando de mandarle un mensaje con sus ojos en que huyera. —E-Eiji...

Dino negó con su cabeza. —Me sorprende que aún recuerdes tu nombre — dijo mientras le dio un beso en la mejilla. Soltó los cabellos de Ash y los acarició con encanto. —. Niño malo... creo que debo de castigarte. — observó de soslayo a Eiji.

Eiji no se mostró tranquilo por el gesto de horror dibujado en el rostro de Ash. — N-No le haga daño, por favor... — flaqueció en la pronunciación de sus sílabas. — . Iré con usted, pero ya no lo lastime...

Ese fue un duro golpe para Ash, sollozó amargamente; Eiji estaba dispuesto a sacrificarse a ciegas por él. Si tan solo supiera que cosas terribles realiza Dino para su satisfacción personal y lucrativa. Quería decirle que se retractó mas era demasiado tarde, Dino poesía una sonrisa imborrable.

— Entonces, ven, Eiji — guardó su arma entre sus ropas. Cogió al rubio con una de sus fornidas manos y la sostuvo con un fuerte apretón. Ash hizo un mohín de dolor. —. Serás cogido por nuestra familia.

El japonés al no comprender las palabras de Dino redujo su reacción en un escalofríos. Tomó su brazo, debido a que aún portaba su bastón. Ash solo cerró sus ojos con pesar.

El hombre lo juntó más a su cuerpo, palpando la espalda de Eiji hasta su cintura, el chico sintió choques eléctricos en su interior.

Sin mediar palabra, los tres caminaron hacia la salida. Eiji giró su rostro, buscando la mirada y el auxilio de Charlie. Dijo su nombre de manera casi inaudible. — Charlie...

Ya una poza de sangre se había formado alrededor de él, inerte para la consternación de Eiji. Ash ni se atrevió a verlo.

— No hables con nadie — advirtió Dino, agarrando sin consideración la mano de Eiji y aprejuntadola. El japonés se quejó por el crujir de sus huesos. — , de lo contrario tendré que disparar a Ash.

Ambos chicos temblaron, como si la amenaza de Dino hubiese sido clavos penetrando sus corazones.

Cuando Dino abrió la puerta sin soltarse de Ash, una ráfaga de viento frío los envolvió enseguida. Lo mojado de las ropas de los niños por el orín les causó un respingo y sus cuerpos iniciaron a temblar.

Había una multitud de gente a pesar del clima, todos sumidos en su propio mundo. Cualquiera que los viera pensaría que era un abuelo feliz acompañado de su nieto y su amigo le estaba ayudando a andar. La escena parecía ser conmovedora a los ojos de terceros, fácil de engañar a un distraído. Lo malo es que todos los transeúntes lo estaban, sin prestar atención a las lágrimas frescas de Ash, posiblemente por ser regañado o hizo una estúpida rabieta; o el pavor reflejada en el rostro de Eiji, pidiendo auxilio con sus muecas.

Dino lo sabía, y le llenaba mucho esa indiferencia generalizada.

Eiji movía sus ojos frenético, buscando la mirada de alguien; que alguna persona notara que él no estaba vestido con las suficientes prendas porque las dejó atrás en la biblioteca o los moretones de Ash en su cuello y mejilla que lo cubría con un suéter  viejo y grande para él.

Simplemente, fue ignorado durante todo el trayecto. Mil y un terribles pensamientos coptaron su mente. De verdad, estaban a merced de Dino en pleno luz del día.

Era tanto su miedo que no se atrevía a gritarle a la gente que estaba siendo secuestrado. Ash estaba en pleno shock como para hacer algo. No querían terminar como Charlie.

Eiji le dio náuseas en recordar en el pelirrojo; debía pensar rápido. Realmente su existencia no podía acabar así. No podía abandonar a su familia, a su hermanita bebé, a sus amigos, maestros y a Ash.

¿Pero qué? Sus piernas no se detenían y su cerebro no colaboraba.

Las calles se tornaron más desoladas, y Eiji ya no podía identificar en dónde exactamente estaban. Quiso de ver de reojo a Ash pero el inflado estómago de Dino le cubría su vista, mas podía escuchar sus suaves jadeos llorosos.

A lo lejos, pudo ubicar un único automóvil negro con vidrios sin polarizar estacionado perfectamente a un costado de la acera. Las ventanas estaban subidas y empañadas, pero cuando se aproximaron más a él, el corazón de Eiji se detuvo.

La puerta del piloto se abrió, revelando a Marvin con su uniforme de policía.

—¡Vaya! Jamás pensé volverte a ver, Eiji — Marvin sonrió de una manera malévola, asustando a los niños. —. Será un placer tenerte en nuestra casa...

Eso fragmentó la voluntad de acero de Eiji. No tenía idea sobre los que podía hacer el señor calvo, pero con Marvin sí.

De repente, Ash emitió un pequeño quejido, deteniéndose de golpe y forcejeando del agarre de Dino.

Con lágrimas en los ojos, Ash empujaba con su mano libre el brazo de Dino. —N-No... ¡¡No!!

Esa desobediencia fue la chispa para que Dino le hirviera la sangre. —¡Ven acá! — masculló, enfurecido.

Marvin se bajó del auto, un tanto molesto. —¿Quieres una golpiza, eh? ¿Eso es lo que quieres?

Eiji se asustó, Dino se estaba tambaleando por la resistencia de Ash que no se percató que aflojó su agarre. Luego volteó a Marvin, quien peligrosamente acortaba la distancia entre ellos.

La adrenalina embistió el interior de Eiji. Dino no estaba en guardia y Marvin era gordo y lento. ¡Vio la oportunidad y la tomó porque él sabía karate!

Al momento que Dino logró recuperar el control sobre Ash, dio unos cuantos pasos hacia el frente; Eiji sigilosamente posicionó una de sus piernas entre la tibial anterior de Dino, cuya pierna necesitaba del bastón, la enroscó firmemente y con impulso, deslizó su pequeña pierna hacia atrás, con sus manos Eiji lo empujó con todas sus fuerzas.

La zancadilla desequilibró a Dino y no pudo incorporarse; cayó estruendoso, besando el asfalto helado. Su bastón se rajó en el proceso y liberó a Ash inconscientemente.

—¡¡Papa!! — bramó Marvin por lo sucedido, el viejo hombre le era difícil levantarse.

Entretanto, Ash se quedó en shock, jamás había contemplado a Dino en una condición tan vulnerable. Se veía tan insignificante y patético en el suelo; no se parecía nada a la pesadilla viviente que ha tenido la desfortuna de sufrir durante varios años.

De repente, el rubio sintió que nuevamente su muñeca era prisionera de un agarre, era desesperada pero sin el afán de hacerle daño.

Giró su rostro a un asustadizo Eiji, cuya eclipsable mirada reflejaba desasosiego. —¡¡Corre!! ¡¡Corre, Ash!!

El niño japonés lo haló violentamente, provocando que primero Ash cayera sobre sus rodillas y se arrastrara. Luego de ver el desastre que hizo, Eiji jadeó y levantó a su amigo por las axilas y lo obligó a mover sus piernas a toda velocidad tras agarrar su mano y nunca soltarla.

Dino gruñó ferozmente al ver ya desde la distancia la huida de los niños. Alzó su mirada a Marvin, quien aún trataba de ayudarlo. —¡¡Inútil, se escapan!! ¡¡Ve por ellos!!

El regordete hombre tragó saliva. —Papá...

—¡¡Si nos delatan, serás el primero quien mataré!! — lo tomó por la camisa y estrujó la tela con sus manos. Los puños de Dino oprimieron la manzana de Adán del oficial. —¡¡Atrapalos y traerlos ante mí!!

Marvin sacudió su cabeza; dejó al anciano a su suerte, preparó su arma y empezó a perseguirlos.

*

El frío viento rasgaba invisiblemente la piel de ambos niños, marcando un rojo intenso en sus rostros infantiles. Eiji corrió sin mirar atrás y sin rumbo, sentía sus pulmones explotar y su respiración era errática.

—¡¡Tenemos qué pedir... ayuda, Aslan!! — gritó, tragando mucho aire gélido. Asimismo observó las calles poblarse de a poco, significando que se estaban alejando de las peligrosas calles de Nueva York.

Antes de contestar, Ash sucumbió al cansancio y golpeó sus rodillas. —No... no... —. Sin embargo, se arrastró y pudo levantarse con dificultad.

Eiji paró en seco. Muchas personas en la acera los veían sin detener su andar, captando su atención a los niños por un rato hasta desaparecer.

—¡¿Estás bien?! — el japonés se hincó a la altura del rubio.

Ash asintió. La unión entre su mano y con la de Eiji le tejió la fortaleza necesaria para seguir levantarse. Además, Max seguía esperando ser rescatado, no podía rendirse todavía.

—No sé si alguien... — tragó saliva, observó a su alrededor con recelo, una mueca de ansiedad perfiló lo que sentía en su interior. —...no sé si hay hombres malos aquí...

Eiji rápidamente comprendió. El miedo excesivo de su amigo sobre los adultos, en gente desconocidos cobraba sentido ahora para él. No quería caer nuevamente en la trampa.

Con fervor, Eiji se puso de pie junto con Ash. Lo observó detenidamente; el rostro del niño no se veía saludable, sus ojos proyectaban el silencio calvario del año en que estuvieron separados. Se veía más miserable, comparándolo cuando lo vio por primera vez en la biblioteca.

—Entiendo... — sonrió suavemente, para tranquilizar los nervios y los suyos. Las imágenes del cuerpo ensangrentado de Charlie se proyectó en su mente. —, debemos seguir corriendo... ya se me ocurrirá algo en el camino...

La respiración de Ash se detuvo por un instante. Eiji había cambiado, se comportaba más como un hermano mayor, velando por su comodidad. ¿Fue por su culpa que Eiji tuvo que empezar a comportarse como un adulto?

Aún con esos pensamientos plagando su mente, Ash permitió que Eiji continuara corriendo. Chocaban contra las personas sin importarles nada y casi los automóviles los atropellan, pero ellos siguieron a toda velocidad.

Ash pensó qué iba a resistir el ritmo, mas varias fueron las veces en desplomarse en el suelo.

Eiji, cuando lo sentía, lo obligaba a proseguir. Todavía no estaban a salvo, solamente había pasado doce minutos desde que lograron huir.

—¡¡Vamos, Aslan!! — Eiji gritó, cerrando sus ojos. —. ¡¡Debemos seguir!!

Nuevamente, Ash intentó aferrarse a las exigencias de Eiji, pero comenzó a ver borroso. —¿Hacia dónde? E-Eiji... no — gimió frustrado. —; no... n-no aguanto más...

El aludido se angustió, Ash le habló de manera queda. Buscó con su mirada algún sitio en donde esconderse, descansar un rato y poder ordenar sus ideas. De inmediato ubicó el único lugar verde de un gigantesco complejo de apartamentos. Ahí estaba plantados árboles pequeños y unos cuantos arbustos frondosos todavía con sus hojas intactas.

—Ven.

Eiji tomó las manos de Ash con las suyas, después lo abrazó con delicadeza, caminando de lado hacia el pequeño jardín. El mayor procuró no pensar mucho en la cojera del menor.

Nadie les dijo nada cuando entraron y se escondieron entre los arbustos. La adrenalina se atenuó considerablemente en ambos chicos, respirando con más normalidad, aunque el viento helado les calaba hasta los huesos.

El primero en sentarse fue Eiji. Se acomodó de tal manera de sentirse cómodo al igual que Ash. Con sus piernas juntas y relajadas, le apartó un puesto cálido a su amigo para que entrara en calor. Pensando que se trataba de su hermanita bebé, Eiji, con suma delicadeza, amoldó a Ash sobre su regazo y sus brazos rodearon su frígido y enfermizo cuerpo.

Ash al principio se puso rígido, pero paulatinamente se fue acostumbrando al grato trato del japonés. Se sentía tan bien que dejó de temblar.

Eiji suspiró mientras hacía fricción con sus manos los brazos y la espalda del rubio. Por su parte, Ash se acurrucaba más a la fuente agradable de calor. Sus respiraciones se volvieron más regulares y el mundo lleno de caos desapareció entre ellos.

—Eiji... — murmuró Ash, aferrándose más a su amigo tras una oleada de dolor pasó por su cuerpo.

El mayor percibió el ligero castañeo de dientes en su amigo, bajó la mirada y, desde su perspectiva, pudo ver una fea marca alrededor de su cuello y varias hematomas adornando su blanquecina piel.

Con la yema de sus dedos tocó tímidamente ese sitio, como si tuviera temor de lastimarlo más. —¿Te duele? — preguntó Eiji.

Con ojos sutilmente llorosos, el menor asintió. —Un poco nada más...

En eso, Ash se meneó haciendo una mueca, ahí mismo proyectó la molestia en sus piernas y partes íntimas. Desde el día de su rapto, Eiji ha sido más perspicaz y observador. Poniendo en retrospectiva las veces que su amigo ha dado indicios de dolor o en el lugar donde se hallaban los golpes, era donde se localizaban los rincones sagrados del cuerpo de una persona, tal y como su madre le obligaba repetir cada mañana antes de ir a la escuela.

Entonces comenzó a cuestionarse varias cosas que no ha podido sacar a la luz: ¿Por qué alguien como Marvin o el "abuelo" son tan crueles para lastimar a Ash en esos lugares? No entendía las razones de un adulto en querer dañar las pompas o la salchicha de un niño; asimismo, no se atrevía a preguntar.

—No te preocupes, Ash... ¡digo Aslan! — exclamó Eiji, abrazándolo con más fuerza. —. Ya no te dejaré solo... aquí estoy. — las últimas sílabas las susurró sin estar consciente que Ash no las escuchó.

Un leve sonrojo enternecedor vislumbró las facciones de Ash. —Eiji... — le rodeó su cuello con sus brazos.

El japonés le revolvió los cabellos dorados de con su mejilla. Ash estaba ahí, era real. —Creo que sé quién nos podrá ayudar... — suspiró, cerrando sus ojos. —, ¿te recuerdas de la Refrigeradora?, la escuela debe seguir abierta a esta hora... esperemos encontrarlo ahí todavía...

Ash seguía asustado, pero accedió de todos modos al plan de Eiji. Luego de un rato, recuperaron un poco de sus fuerzas y prosiguieron escapando, sin antes de cerciorarse que Marvin no estuviera a la vista.

*

La campana tintineó al ser golpeada por el borde de la puerta abriéndose. Ibe la empujó con su cadera tras tener las manos ocupadas con material educativo.

—Ufff, por fin pude llegar, Charlie. Hace mucho frío afuera — habló animadamente Ibe, con una sonrisa en su rostro mientras daba unos pasos descuidados. —. Lo bueno es que aún es temprano...

Al no recibir respuesta, Ibe arqueó una ceja y escaneó de frente el lugar con sus ojos. No había nadie, solo las pertenecías de Eiji en una mesa de esquina junto a la ventana.

—¿Charlie? ¿Ei-chan?

Ibe ahogó sus palabras en su garganta al percatarse de un chapoteo sobre sus zapatos luego de haber caminado un poco. Bajó la mirada lentamente y sus ojos se dilataron de inmediato: había sangre regada en el suelo.

Instintivamente observó de soslayo el escritorio del bibliotecario y jadeó desgarradoramente, dejando caer el material educativo el charco de sangre.

Vio a Charlie sin vida.

Prisionero de su propio miedo y la incertidumbre, Ibe no se pudo mover; su cuerpo se tensó y dio bocanadas de aire. —E-Ei-chan... — murmuró recuperando un poco la movilidad. —. ¡¡Ei-chan!!

Lo buscó en toda la biblioteca, dejando sus pisadas rojas en cada rincón que pasó, mas no lo halló.

Su desespero fue crudo; como pudo sacó su celular y llamó al 911.

*

Shorter infló sus cachetes al ver a su hermana caminando lentamente hacia ellos. Los niños estaban sentados sobre la acera por un largo tiempo, esperándola.

El pelo pincho se paró con aires de ofendido. —¡¿Dónde carajos estabas, Nadia?! ¡Te llamé y no respondiste! — bufó. —. ¿Sabes que hace frío?

La chica suspiró. Hizo de vista gorda a todas las personas entrometidas, en especial quienes no los veían con buenos ojos por el bullicio de su hermano.

Asimismo, Nadia notó algunos padres todavía recogían a sus hijos y la escuela seguía abierta. No entendía la molestia de los niños.

—Mi escuela tiene buena señal y aún esperaba algún mensaje de Charlie. — le respondió secamente en inglés.

Nadia aprendió que, al estar en la calle, debía hablar el "idioma" americano. Ya ha tenido el mal sabor de boca de gente exigiéndole hablar inglés, así que para evitarse problemas, ella lo hace. Ni siquiera con sus amigas, algunas chinas, no hablan mandarín.

La cero tolerancia en cierto sector era real. Nadia incluso se sentía de lo peor cuando se percató que en la escuela primaria de su hermano se estaban dando esos casos. Niños blancos haciendo bullying a los niños inmigrantes era un lio entre los alumnos, a veces Nadia rogaba que Shorter y los demás no lo sufrieran.

Por eso mismo, Shorter animó a Eiji entrar al grupo de "Poder Asia", aunque Nadia no estaba segura si ellos también notaban el racismo que estaban atravesando o solamente lo catalogan como una molestadera.

Por su parte, Sonny observó las personas pasar, alejándose más en la conversación. Sing estaba aburrido, así que imitó a Sonny y ambos jugaron a contar cuánta gente estaba vestida de color negro.

—Si Eiji se fue hace media hora — comentó Lao.

Nadia frunció levemente el ceño. —Sí pero me preocupa que no me haya contestado ningún mensaje... él siempre lo hace...

Yut Lung rodó sus ojos. Nadia se había enamorado de un vago. —Posiblemente está con Okumura arreglando todo... digo, él no se ve que sea demasiado limpio.

Yut Lung se ganó la fulminante mirada de Nadia pero la ignoró por completo.

—¡Ahí está dos.. ! — gritó Sing, con una sonrisa, al ver dos niños correr hacia la escuela.

Sonny sonrió. —Es verdad...

Shorter le seguía alegando a Nadia y Yut Lung y Lao solamente los escuchaban.

Entretanto, Sonny y Sing seguían buscando con la mirada a los que portaban algo de color negro, sin darle la debida atención a los dos niños corriendo en la lejanía o las personas que se les quedaba viendo a esos dos.

Sin embargo, los chinos se tensaron cuando un grito sofocado se dirigió hacia ellos.

—¡Chicos!

Los niños se pusieron de pie. Shorter deslizó sus lentes de sol y entrecerró sus ojos a los personitas corriendo exhaustos.

—¿Es Eiji...?

Sonny y Lao se vieron los rostros.

—Sí, es él... — dijo sin aliento Lao. —¿Con quién...?

Nadia parpadeó rápidamente. Su corazón empezó a latir frenéticamente de repente. ¿Por qué él no estaba con Charlie?

Yut Lung jadeó horrorizado al reconocer al otro niño. —¡Es Ash!

Los demás gimieron de sorpresa.

—¡¿Qué?! — alzó la voz Shorter. —. ¡¡N-No es él...!!

Los ojos de Sing se abrieron desmesuradamente, llenos de fulgor, al notar una cabellera rubia detrás de Eiji. —¿Doradito? — exhaló angustiado. —¡¡Doradito!! — y corrió hacia ellos.

—¡Sing! — llamó su hermano.

La corrida del menor nutrió la voluntad de los demás en correr detrás de él. La distancia entre ellos y los otros niños se acortó en un santiamén.

Nadia se quedó parada en el mismo lugar, sin saber exactamente qué hacer.

Por su parte, Eiji y Ash se detuvieron cuando una turba de chinos iba por ellos. El japonés se apartó sutilmente sin antes darle una apretón de manos al rubio.

—¡¡¿ASH?!! — pegó grito al cielo Shorter.

El aludido les regaló una sonrisa torcida. Ellos se encontraban bien también.

El primero en abalanzarse fue Yut Lung. Le sostuvo con fuerza sus hombros, provocando que Ash emitiera un quejido, y lo examinó con su mirada: Ash se veía horrible, pero suficiente razón para que el chino aguantara sus lágrimas.

—¿Ash...? — Yut Lung frunció sus labios.

El de ojos verdes sacudió su cabeza. —No, en realidad me llamo Aslan... — dijo para molestarlo. Su emoción de verlo nuevamente hizo que se le olvidara que Marvin los estaba persiguiendo.

Entonces, Yut Lung lo sacudió con furia. —¡Eso qué importa, idiota! — comenzó a llorar, sin tener piedad del niño. —¡¡Eres el mismo parásito que conozco!! — le dio una última sacudida y lo abrazó con fuerza.

En eso, Sing quebró en lágrimas. —¡¡Doradito!! ¡¡Doradito, te encontraron, Doradito!! — rodeó sus bracitos en su pierna.

Ash no se resistió más. Como pudo, abrazó a Yut Lung y a Sing y lloró junto con ellos, recibiendo el calor emanado en sus cuerpos. Se sentía muy feliz.

A pesar del semblante deplorable de Ash, un sentimiento empático endulzó los corazones de los chinos.

Shorter, Lao y Sonny no quisieron deshacer ese abrazo, aunque ellos también querían mostrarle cariño a Ash. Entonces se amontonaron como pudieron, Eiji también se les unió.

No quisieron desprenderse de Ash, y los transeúntes tuvieron que rodear al tumulto de niños en la acera para poder seguir con su camino.

De manera callada los niños sollozaron brevemente, a excepción de Yut Lung y Sing quienes lloraban con sentimiento.

En eso, Nadia se aproximó a los niños, estupefacta. Ellos, al notar su presencia, se separaron un poco. Fue ahí cuando la china pudo ver mejor al rubio.

Nadia partió sus labios pero no emitió nada. Estaba ida en ver lo mal que estaba ese niño.

—¿Tú...? — vaciló la china, parpadeando un poco. —. ¿Tu eres Ash?

El aludido se cohibió y se escondió en el primero hombro que halló: el de Shorter.

—No te preocupes, bro — murmuró el pelo pincho con una sonrisa. —. Ella es Nadia, mi hermana mayor.

Ash exhaló suavemente. —¿Tu hermana? — la observó.

Nadia se le formó un nudo en su garganta; la mirada de aquel niño era temerosa pero mostraba una inocente curiosidad en ellos. Rápidamente recordó todas las ocasiones que sus padres, la oficial Jessica y el profesor Blanca hablaron con respecto a Ash: un niño abusado que necesitaba ayuda urgente.

Ella se hincó frente a Ash; con duda en sus movimientos, elevó sus manos hacia las heladas y rojizas mejillas de Ash y las finalmente las palpó de manera maternal. Jamás imaginó que Ash era un niño tan delicado y pequeño, con hermosas facciones. ¿Cómo alguien podría hacerle daño?

Antes de que Ash reaccionara por el dulce trato, Nadia se quitó su suéter de algodón y se lo puso al rubio, le quedaba enorme.

Los niños, asombrados, se quedaron quietos, la orquesta de plañidos de Yut Lung y Sing fue ignorado.

—No te angusties — Nadia sonrió con ternura. —, te ayudaremos...

Ash la vio con admiración. Ante la imagen angelical de la fémina, el corazón de Sonny palpitó.

—Nadia, el policía gordo nos estaba persiguiendo... — chilló Eiji, luego de recordar que aún estaban en peligro.

—¡¿Qué?! — alzó la voz Shorter.

Lao tragó saliva, Sonny palideció y Sing no tardó en abrazar a Ash otra vez.

Las lágrimas de Yut Lung cesaron de inmediato debido a que su ira las evaporó. —¡¡¿No me digas que es Marvin?!! — Eiji asintió, pavoroso. — ¡¡Idiota!! ¡¡Debiste decir eso de inmediato!!

—¡¿Y qué hacemos?! — preguntó Sonny, temblando.

—¡Hablar con la Refri, él sabrá qué hacer si Marvin viene! — sugirió Eiji, buscando la aprobación de los otros.

Ash casi cae por los violentos abrazos de Sing; él trata de consolarlo sin éxito.

La respiración de Nadia se tornó frenética. Algo sucedió en el lapso en que Eiji fue a la biblioteca hasta llegar corriendo con Ash. No quiso divagar en sus pensamientos lo que pasó, debía actuar rápido.

—La escuela sigue abierta y el profesor Blanca está adentro — observó a los niños. —. Hay que regresar a la escuela y entrar en calor... estaremos a salvo ahí.

Lao, Yut Lung y Shorter asintieron, empezando a caminar detrás de Nadia. Eiji, Sonny y Sing no se alejaron de Ash. Sin embargo, el pequeño niño blanco le dio un espasmo y se tropezó al suelo.

—¡¡Ash!! — exclamó Shorter, estando con él de inmediato.

Eiji y Sonny se arrodillaron y trataron de auxiliar a Ash, Sing se preocupó al igual que Yut Lung, Lao y Nadia.

—No "Ash", Shorter, es Aslan... — corrigió Eiji, mas nadie le prestó la debida atención.

Sonny le dio una palmadita en su espaldas. —¿Estás bien?

El susodicho cerró sus ojos, se sentía mareado. — Estoy cansado... — jadeó. No quería concentrarse en el dolor en su cuerpo.

—Doradito necesita una siesta, Lao. — mandó Sing, con el ceño fruncido y jalando a su hermano para que hiciera algo.

La adolescente de catorce años se dirigió hacia Ash, se puso de cuclillas y se volteó. —Vamos, te llevo.

Ash se apenó. —P-Pero...

Nadia giró su rostro y le sonrió. —No será molestia, es más, llegaremos más rápido si te cargo.

Ash bajó la mirada.

Por su parte, Yut Lung le tocó el cuero cabelludo con su dedo índice. —Nadia todavía levanta a Shorter, eso te debe de decir algo ya que él es un tremendo puerco.

—¡Oye! — gritó Shorter.

Los niños rieron un poco, liberando la tensión en Ash.

Para Ash, si los chicos confiaban en Nadia, entonces él también.

Con la ayuda de Eiji, Shorter y Sonny, el rubio pudo ponerse de pie. Caminó hacia la espalda de Nadia y rodeó sus pequeños bracitos en su cuello.

De inmediato, la adolescente lo acomodó y sostuvo los muslos del niño. Abrió levemente sus ojos al sentir los huesos de Ash, estaba extremadamente delgado.

—¡A moverse, rápido! — exclamó Shorter a los demás.

Los niños no se separaron de Nadia en ningún momento. La escuela estaba a treinta metros en donde se ubicaban y todavía había una multitud que atravesar.

Lao tenía la mano de Sing entre la suya, yendo detrás de todos, Shorter y Eiji estaba del lado izquierdo de Nadia y Sonny y Yut Lung en el otro extremo.

El viento frío sopló de repente, causando que ellos se detuvieron momentáneamente. Nadia y Eiji les dios escalofríos por no portar las prendas suficientes para calentarse, pero no les importó.

Ya estando a pocos metros de la escuela, podían sentir el alivio.

—¡ALTO AHÍ!

Todos se detuvieron en seco. Inconscientemente Ash enterró sus uñas en los hombros de Nadia al reconocer la voz.

El resto de los chicos se quedaron estáticos. Ahí estaba Marvin, sudoroso, jadeante y emitiendo un aura espeluznante.

Nadia se le quedó viendo, confundida.

En eso, Shorter jaló la blusa a su hermana. —Ese el oficial malo, quien le hizo daño a Eiji y a Ash... — dijo entre dientes en mandarín.

Los ojos de Nadia se abrieron de par en par. Rápidamente lo ubicó por las confesiones de los niños hace un año atrás. ¿Acaso él no estaba en otro condado? Su presencia ahí era más que obvia sus intenciones.

—¿Sí? — contestó Nadia de la forma más estoica posible, pero en realidad tenía un poco de temor.

Marvin sonrió y los chicos se horrorizaron. —Me temo debo llevarme a esos dos niños de ahí. — señaló a Eiji y a Ash.

Nadia maldijo. La escuela estaba a pocos metros, Ash ya no podía correr y los otros no podrán cargarlo o escapar. Era necesario llamar al profesor Blanca de inmediato.

Shorter, llevaté a Sing, Yut Lung y a Eiji, entren a la escuela y llamen a su maestro. — mandó Nadia en mandarín, ignorando completamente a Marvin, cuyo rostro se arrugó de enojo. Ella quería alejar a los más pequeños del grupo en este asunto.

El pelo largo jadeó. —¿Por qué?

—¡No iré, Nadia! ¡No te dejaré sola con ese maldito! — gritó Shorter.

¡Luego los alcanzo! ¡Necesito que se vayan ya! — gruñó Nadia, sintiéndose inpotente.

Marvin se acercó violentamente, haciendo que los niños se hicieran para atrás. —¡¿De qué estaban hablando, eh?! — bramó, llamando la atención de todos del lugar. —. ¡¡Hablen en inglés!! ¡¡Están faltando el respeto a la autoridad!!

Los murmullos comenzaron entre la gente, rodeándolos.

¡Vayan, ya! — imploró Nadia en mandarín.

Yut Lung entendió la magnitud del asunto. Cogió la mano de Sing y la de Eiji y los jaló bruscamente. —¡Shorter, ven!

El aludido negó. —¡Me quedo! — dijo con firmeza.

¡Shorter, haz caso! — gritó Nadia.

¡Shorter! — exclamó anonadado Sonny. Lao estaba en shock como la gente comenzó a grabar con sus celulares y no hacían nada.

—¡¡Entregalos!! ¡¡No lo hagas más difícil!! — elevó a voz Marvin, queriendo agarrar a Nadia.

No obstante, cuando pensaron que no se podía poner peor, algunas personas intolerantes se aglomeraron cerca de los niños.

—¡¡Niños insolentes!! — intervino un hombre blanco. —¡¡Este es América, hablen en inglés con el policía!!

Una señora se ofendió. —¡Son solo niños! ¡¿No ven lo asustados que están?! Tal vez no entienden.

—¡¡Qué regresen a China entonces si nos les gusta!!

—¡¡Cierra la boca, estúpido!!

Nadia tembló, esto se estaba descontrolando.

Cuando ella percibió que Marvin le quería quitar a Ash a la fuerza, lo bajó rápidamente. El rubio se asustó por la acción de la china; Shorter y Sonny lo abrazaron de inmediato.

Nadia suspiró angustiada. —Estoy aquí... no irás a ningún lado... —le dijo en el oído al rubio.

No había opción, tenía que confrotar a Marvin.

Yut Lung no quiso perder el tiempo; quiso correr de una vez a la escuela pero Eiji se soltó del agarre. —¡Suéltame, no voy!

Eso lo frustró de gran manera. —¡Argh, estúpido Okumura! — sin más, Yut Lung se fue con Sing. El pequeño alegó y se resistió pero el pelo largo fue firme y entraron a la escuela.

Al momento que Marvin observó a Ash ya en el suelo, fue por él y por Eiji. Sin embargo, Nadia se interpuso y lo empujó enfadada.

Las personas entrometidas hicieron bullicio.

—¡¡Sé inglés y también estos niños!! — defendió Nadia, sintiendo la adrenalina. —. ¡¡Ahora me dice por qué se los quieres llevar!! ¡¡Yo conozco a esos dos!!

Marvin hizo una mueca. —¡¡Muy bien, ahora entregalos porque sus padres están preocupados!!

Los niños se tensaron. Nuevamente Marvin estaba utilizando su autoridad para manipular la situación, mas ellos no caerían otra vez.

Sonny se armó de valor y bramó. —¡¡Mentiroso, sus padres y su hermanita te odian!!

Marvin sudó frío. La valentía de Sonny inspiró a los demás niños.

—¡¡Él es aún acosador!! — elevó la voz Lao.

Shorter apuntó con el dedo. —¡¡Él secuestró a Ash!!

El ambiente se tensó. La gente cuchicheó.

Eiji giró su rostro y observó a Ash, el pobre niño estaba muy asustado. —Eiji... — musitó.

El japonés no se contuvo, la presión en el pecho era inmensa que su respiración se cortaba. —Aslan...

Buscó consuelo en los niños, rodeó a Ash con sus brazos y lo atrajo con Sonny y Shorter de por medio. Lao estaba tan estupefacto que no se podía mover.

—¡¡Su jefe mató a Charlie en la biblioteca!! — chilló Eiji de repente, temblando; Ash palideció. —¡¡Nosotros lo vimos!!

Nadia jadeó fuertemente y se volteó hacia los niños. —¡¡¿Qué?!!

—¡¿Eiji?! — gritaron al unísono los otros niños.

Las palabras de Eiji fueron su punto de quiebre. Marvin no manejó bien la situación, los nervios lo domaron y las personas empezaron a hacer un escándalo.

Sin pensarlo, Marvin sacó su arma, apuntó a Nadia por ser la persona quien tenía enfrente y le disparó.

Entonces, comenzó el caos.

El alboroto aunado de los gritos desgarradores y el miedo palpable de la gente, confundió sobremanera a los chicos. Querían salir corriendo junto con la estampida de personas para proteger su vida, amontonándose y tratando de resguardarse dentro de la escuela; mas los niños no pudieron.

Shorter se acercó a Nadia a tendida en el asfalto. Su hermana se sostenía su hombro sangrando, haciendo gestos de puro dolor. —¡¡Nadia!! — lanzó sus gafas de sol, sin saber qué hacer.

Sonny exclamó ahogadamente. —¡¡Nadia...!!

Marvin disparó al aire y a las personas para despejar el área. Con la furia cegando su juicio, se aproximó a Sonny, Lao, Eiji y Ash, quienes estaban protegiendo por medio de un abrazo entre todos.

—¡¡Fuera!! — le gritó a Sonny y a Lao.

Ellos se estaban deshaciendo en sollozos, el desasosiego se reflejaba en sus infantiles rostros.

Eiji se aferró a Ash, bloqueando la vista de Marvin de él con su cuerpo.

—¡¡No!! — la voz de Eiji se desgañitaba y cerró sus ojos desbordante de lágrimas.

Eso fue razón suficiente para Marvin en no querer llevarse más a Eiji, era simplemente un estorbo y para nada sumiso. A quemarropa le disparó tres veces en la espalda baja.

Al principio, Eiji no sintió nada, empero fue deslizándose al suelo, un corrosivo e insoportable calor y frío pasó por su cuerpo, que no lo dejaba gritar ni hablar.

—¡¡EIJI!! — gritó Sonny, petrificado.

Los labios de Shorter temblaron. Había mucha sangre en el asfalto. Esto no se parecía nada a los videojuegos violentos que ha jugado. —¡¡Mierda!! ¡¡Eiji!! — chilló en mandarín.

Ash se paralizó por los disparos y al ver a Eiji tratando moverse y hablar. —Eiji... chicos... — sus recuerdos lo transportaron ese día cuando usó un arma de fuego: en Cape Cod y el entrenador desnudo ahogándose en su propia sangre. Recuerda las palabras de los policías y de su padre Jim al saber lo que le ocurrió: él no fue violado, eso solamente le sucede a las niñas y mujeres. No le creyeron su versión, el entrenador simplemente andaba cachondo.

El niño fue vuelto a la realidad por los gritos desgarradores de Sonny, Shorter y Lao al ser apuntados con la pistola. Ash sintió que su alma salirse de cuerpo por la escena.

Su corazón se estrujó, no quería perderlos por nada del mundo. —¡¡NO, YA BASTA!! — se desgarró su voz. El oficial volteó a verlo y Ash corrió frente de él, se puso de rodillas y le imploró. —. No los lastimes, Marvin... po-por favor, perdóname... — lágrimas irrumpieron su vista. —. Y-Ya no volveré a escapar... lo-lo juro — forzó una sonrisa. —, recuerdas que soy tu puta... seré obediente siempre.

Con soberbia, Marvin se sintió satisfecho con la humillación del pequeño. —Bien.

Cogió la mano de Ash con antipatía, forzándolo a caminar con él.

Los transeúntes estaban aún en pánico, pendientes en salvar su vida y sin darse cuenta de que el tirador se estaba llevando un niño.

Shorter, Lao, Sonny y Nadia padecían de un ataque de nervios. Eiji quiso evitar el nuevo rapto pero le fue imposible.

—Lo siento... — murmuró Ash, sin atreverse verlos a la cara. También, dentro de su mente, se estaba disculpando con Max.

Así, los niños estaban tan asustados como para hablarse entre ellos. Simplemente permitieron que Ash desapareciera frente a sus narices.

*

La esterilización de la escena del crimen se hizo en un santiamén. Rodearon con cinta policial la zona y atendieron a Ibe con un calmante y té caliente.

Los demás padres japoneses juntos con sus hijos también se hallaban afuera de la biblioteca, dándole apoyo al psicólogo.

La oficial Jessica estaba muy incrédula cuando fue notificada por la operadora sobre lo que sucedió.

El asesinato de un hombre y el secuestro de un niño que ella conoce.

No podía descartar que Marvin y Dino estuvieran detrás de eso, con los antecedentes de tentativa de violación contra la libertad del menor era lo más acertado, y la conexión que tenía con el niño Ash y esa biblioteca gritaba en ser la hipótesis más fuerte.

La mujer se acercó a Ibe y le palpó el hombro. El japonés alzó la vista cansada y Jessica le regaló una sonrisa suave.

—Debemos decirle a los padres de Eiji... — suspiró. —. Con suerte la alerta AMBER funcione, Charlie no lleva mucho tiempo fallecido...

Ibe asintió y frunció el ceño. Luego bajó la mirada con pesar. —Todo esto fue mi culpa...

Jessica se sentó junto a él. —No es hora de lamentarse — habló con firmeza. —, nuestra prioridad es hallarlo.

Antes de que Ibe contestara, Jessica recibió un llamado en su radio.

—Oficial Randy, ¿cuál es su ubicación? Cambio.

La mujer alzó sus labios hacia el aparato. —Aquí Randy, me encuentro en la escena del crimen dentro Biblioteca local Saint Ascher , cambio.

—Diríjase de inmediato a la calle Saslow, urgentemente, cambio.

Eso era extraño, cuando un policía estaba en funciones en un lugar, difícilmente lo trasladaban a otro. —¿Qué sucede?

—Hubo un tiroteo cerca de la escuela primaria M & W Smith, hay niños heridos y el tirador sigue prófugo, ¿me copia? Cambio.

Ibe y Jessica se vieron a los rostros, petrificados. 

CONTEXTO HISTÓRICO DE LA ALERTA AMBER 

La alerta Amber ha sido un mecanismo masivo de notificación de menores desaparecidos que ha sido utilizado en nuestros días desde su aplicación en 1996 en diversos países del mundo como algunos Estados de México, Guatemala, Nicaragua, Alemania, Australia, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Arabia Saudita, Perú, entre otros.

El sistema consistente en hacer público a través de medios de difusión masiva como la televisión, mensajes de texto, radio o Internet, la identidad del menor de edad, el posible vehículo o medio del secuestro luego de horas de su ausencia, con el fin que el mayor número de personas tenga conocimiento de ello y del peligro de muerte del menor desaparecido.

AMBER deviene del retroacrónimo en inglés: America's Missing: Broadcasting Emergency, dándole referencia al caso que le dio origen: el secuestro y asesinato de Amber Rene Hagerman en 1996 en Texas, Estados Unidos.

Según los datos del caso, una tarde del 13 de enero de 1996, Amber, de nueve años de edad, fue a dar un paseo en bicicleta con su hermanito llamado Ricky, quien en ese entonces tenía 5 años de edad. Ellos se dirigieron a un parqueo de una tienda abandonado en el cual habían rampas para las bicicletas que todos los niños del vecindario de la época usaban frecuentemente.

Ambos hermanos jugaron en ese lugar hasta que Ricky se cansó y decidió regresar a su casa, dejando a Amber jugando sola.

Minutos después, Amber fue raptada en plena luz del día.

Hubo un solo testigo ocular que relató los hechos. Jim Kevil, un mecanico retirado de 78 años que vivía al lado de la tienda abandonada, vio, desde su patio trasero, el secuestro de la niña.

Él describió que Amber estaba manejando su bicicleta sola en el parqueo cuando una camioneta negra se detuvo cerca de ella, un hombre [blanco o hispano (según testificó Jim Kevil) entre 25 - 40 años, de complexión mediana y altura de 1.80 cm], salió del auto de prisa, agarró a Amber y la arrastró hasta el interior del carro. La niña pegó un solo grito y pataleó mientras era obligada a entrar.

(Fotografía de la escena del crimen)

Aun con la declaración de Jim Kevil, y la familia de Amber, miembros de la comunidad, amigos, la policía y el FBI estuvieron buscándola, el caso se complicó porque su raptor era alguien desconocido que no tenía conexión con el círculo familiar y social de Amber. 

Cuatro días después del secuestro, un hombre estaba paseando a su perro, halló el cuerpo sin vida de Amber en un arroyo ubicado detrás del complejo de apartamentos Forest Hills. El lugar estaba a menos de ocho kilómetros del lugar dónde  Amber fue vista por última vez.

Según la autopsia realizada, Amber fue golpeada, abusada sexualmente y asesinada por un corte en  su garganta. Después, su cuerpo fue arrojado a un canal de desagüe. Se descubrió que Amber estuvo dos días con vida, sufriendo esa tortura antes de ser encontrada en el arroyo.
No se pudo hallar con más pistas porque el cuerpo estaba sumergido en el agua, enjuagando el semen, la sangre o huellas dactilares, y  hubo muchas lluvias durante esos días que lavaron la evidencia en las posibles zonas en las que ella pudo haber estado. 

Jamás dieron con el o los responsable (s) y el caso sigue sin resolver.

El legado de Amber Rene Hagerman es enorme. A raíz de su caso, sus padres divorciados, Donna Norris y Richard Hagerman, fueron fervientes partidarios en la implementación en un nuevo sistema de justicia e investigación en los Estados Unidos e inspiraron a varios países del mundo en hacerlo.  Lograron la vigencia de leyes más severas contra los delitos sexuales a nivel federal, un registro de delincuentes sexuales en el país y la ALERTA AMBER que, por sus protocolos de búsqueda, se han hallado más de 1, 000 niños con vida en las primeras horas de su secuestro.

Richard y Donna se alivian de la eficacia de la alterta AMBER haya podido ayudar con la recuperación de niños a lo largo de más veinte años. No obstante, al mismo tiempo se lamentan puesto que si ese sistema hubiera existido cuando su hija desapareció, había un rango de posibilidades de hallarla aún con vida.

Que descanse en paz, Amber Rene Hagerman.

N/A: Sé que el deseo de la audiencia es asesinarme en este momento. ¿Recuerdan que venía diciendo en capítulos anteriores que todo se iba ir ALV? Bueno... es precisamente este capítulo. -Huye-

Lo único que puedo agregar es que espero no haberlos traumatizado tanto y nos vemos a la próxima entrega.

Les mando besitos para suavizar el dolor de lo leído :D

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