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Capítulo 11: Natto

—Ahí van.

Asintió. —Los veo.

A la mañana siguiente, Max y Blanca se coordinaron en seguir los pasos de los niños hasta el apartamento de Yut Lung. La vista desde afuera, podían ver el pasillo las puertas de cada uno de los departamentos. Los asiáticos se detuvieron en la puerta 207.

Esperaron un tiempo a que ellos fueran atendidos por una mujer conocida a los ojos de Blanca, la señora Xin Qian, y luego ya no pudieron ser divisados a sus ojos tras entrar.

—No creo que sepa la mamá de Yut Lung que dentro de su hogar vive esa niña — alzó sus cejas. —, ¿o sí?

Blanca negó con la cabeza. —Si lo hiciera, los niños no esconderían a Ashley en su mochila.

Max cerró sus ojos. Ashley... aquel nombre lo estuvo buscando entre su investigación e, incluso, en los reportajes antiguos cuando era presentador de televisión. Estuvo toda la noche en vela escudriñando toda la información sin éxito. Aunque su convicción y testarudez eran mayúsculas; sabía que había visto ese rostro en alguna parte.

¿En dónde?

Despejó su mente lo más que pudo. Lo importante ahora era vigilar a los niños y que el paquete que envió hoy llegue a salvo a su destino.

*

Cuando los niños se adentraron, notó que que Yut Lung estaba en la mesa, terminando de desayunar.

—Hoy te levantaste temprano, Yut Lung. — dijo Shorter.

El aludido se revolvió en la silla. —Mi madre me exigió hacerlo por ustedes — frunció el ceño. Vio de reojo su su madre se hallaba cerca. Al no verla, suspiró. —. No se preocupen, me desperté antes que ella tocara mi puerta.

Los asiáticos asintieron. Nadie quiso preguntar sobre Ash por miedo a que Xin Qian estuviera parando la oreja. Sing fue coaccionado a no comprarle más dulces si abría la boca para alardear a "Doradito" con otra gente. El preescolar entendió perfectamente la amenaza y estaba callado más de lo normal, incluso estaba rígido.

—¿Y cómo pasaste la noche? — preguntó Sonny, esperando que el chino diera alguna pista disimulada acerca del bienestar de Ash.

Yut Lung levantó sus cejas. —Tranquilo, al punto que sentía estar en los brazos de morfeo, rodearme mientras dormía.

Eiji sonrió. Eso significó que Ash descansó muy bien hoy también. Shorter y Sonny se mostraron felices por aquello, mientras que Lao notó cierta amable satisfacción trazada suavemente en el rostro de Yut Lung.

Sing arrugó su rostro. —¿Morfeo? ¿No es Doradito quien duerme con...? ¡Ouuff!

A la velocidad de la luz, Lao cubrió la boca de Sing. Los demás estaban petrificados.

—Es un decir, bebé Sing — explicó, saliendo de la nada Xin Qian de su habitación. —. Significa que alguien ha disfrutado de un sueño muy profundo.

Lao pudo quitar su mano ensalivada de inmediato. Al parecer, la madre de Yut Lung no ha sospechado nada.

En su cabeza, Sing estaba procesando la información. Cada persona tenía un nombre real pero, a veces, poseían un sobrenombre de cariño. Concluyó que así como el se llama Sing, sus amigos más cercanos le dicen "bebé Sing" y Yut Lung se refería a él como "mocoso"; con Ash sucedió lo mismo. Para los amigos, era llanamente "Ash" , la refrigeradora le dice "Ashley", para él era "Doradito" y para Yut Lung lo llamaba "parásito". Ahora la mamá de Yut Lung lo nombró "Morfeo", debía de recordarlo.

—¡Ya entendí! — dijo animadamente Sing, dando un saltito.

Sin embargo, los otros niños no se mostraron relajados.

Xin Qian sonrió entre dientes. —Apurate y vístete, Yut Lung. Hoy los acompañaré a la escuela.

El aludido estaba tenso. —Sí, madre. — respondió en mandarín.

*

En el umbral de la puerta, los niños ubicaron a Ash todavía enchamarrado en la cama de Yut Lung, en posición fetal y con los ojos suavemente cerrados.

Se cercioraron de la presencia de la mamá Yut Lung no estuviera cerca, entraron rápidamente al encontrarse solos y cerraron la puerta lentamente.

Ash tenía el sueño ligero, así que levantó sus párpados pausadamente y sus labios esbozaron una floja sonrisa. —Muchachos. — musitó mientras se incorporaba. Su cabellera dorada era una maraña de nudos.

Sing, Eiji y Shorter apresuraron su paso hacia la cama y saltaron sobre ella, haciendo que Ash se pusiera en alerta por el repentino meneo.

—Si estás dormido de esa forma, quiere decir que te estás sintiendo mejor. — sonrió Shorter entre dientes.

Lao no pudo evitar reír al momento que los otros niños en la cama le hicieran cosquillas a Ash para que despertara definitivamente. El rubio solo se retorcía, cubriendo su boca con la mano.

Por su parte, Sonny suspiró, aliviado. —Parece que tus golpes no te molestan tanto — mencionó luego de sentarse en el filo de la cama. —. ¿Quieres que apliquemos más del ungüento?

Ash asintió. —Escuché que la madre de Yut Lung los está apurando.

El aludido alzó sus hombros mientras se dirigía al closet a cambiarse. Ni muerto dejaría que los demás lo vieran desnudo.

—Así es, es mejor terminar rápido con esto. — dijo Lao, haciendo guardia en la puerta.

En ese tiempo, Eiji y Shorter ayudaron a Ash a despojar de sus prendas, con sumo cuidado. Cuando Sing observó nuevamente parte de los hematomas, dio un gritito interno: había olvidado traer su mantita favorita.

—Oye Ash, ¿conoces un tal Charlie Dickinson? — preguntó Shorter, en voz baja para que Sonny, quien estaba untando sus dedos con el ungüento en ese momento, no lo escuchara

Eiji notó que el rubio frunció el ceño. —No, ¿por qué?

Shorter suspiró pesado. —Así se llama el nuevo bibliotecario... — se frotó su rostro con sus manos. —, el nuevo ligue de mi hermana.

—¿Será peligroso ir a la biblioteca ahora? —preguntó Eiji, con inocencia.

Ash y el japonés esperaron la respuesta del pelo pincho. —Es mejor no arriesgarse...

En eso, Sonny se acercó a ellos con una sonrisa. —¿Qué están cuchicheando ustedes por ahí?

Eiji sonrió de golpe. —Que te ves de maravilla.

Sonny exhaló, derrotado. Esas horrible ojeras después de haber llorado antes de acostarse todavía era notorias. Simplemente trataba de no pensar en la hermosa Nadia, pero era muy difícil de lidiar con los sentimientos de su corazón roto.

—Gracias — emitió secamente. Entonces, recordó las palabras de Ash nuevamente y su alma se alivió considerablemente. Su actitud cambió y pudo sonreír genuinamente. —. Estoy esforzándome en ser mejor.

Shorter dio una carcajada satisfactoria. —¡Así se habla!

Minutos después, Yut Lung salió del armario con ropa que desprendía el olor a flores. Caminó lento pero elegante hacia los demás niños, luciendo su auto proclamada divinidad superior. Luego notó que ya había terminado de curar a Ash, mas el odioso del japonés no soltaba la mano del parásito, lo cual le dio un poco de hastío.

—Espero que cuando regresemos, mi cama esté impecable. — le dijo a Ash.

Ash rodó sus ojos. —Por supuesto, hasta fregaré los platos de mi desayuno y los guardaré.

Entonces Eiji jadeó alegremente. —Eso me recuerda, Ash — llamó su atención. —. Te traje el desayuno — lo extrajo de su mochila y se lo entregó. —. Ten, es un platillo que me encanta — tembló de la felicidad. —, sé que te va a gustar también.

Normalmente, Ash se sentiría conmovido por ese gesto altruista y su corazón empezaría a palpitar de ternura. Sin embargo, al oler la lonchera emanaba un olor extraño, aún estando cerrada, le dio cosquillas en el estómago. Estaba tan desubicado que no tomó el objeto de inmediato.

—¡Wakala! — expresó Yut Lung, presionando sus fosas nasales con sus dedos. —¿Qué es eso?

Lao frunció el ceño. —¿Un homúnculo?

Eiji alzó sus cejas. —¿Un qué? — después las juntó, extrañado. —¡No, es natto!

Shorter intentó reír. —Vaya Eiji, esa cosa se está pudriendo — sonrió, con nervios. —. Sé que soy malo cocinando, pero ya veo que me ganas, hermano. ¡Qué hedor!

Sonny no le afectó el olor. A veces sus padres elaboraban medicina cuyo olor era mil veces peor que ese. —No sean malos, chicos. Eso es lo que comen en Japón. Debe saber rico.

Sing se acercó a la lonchera, lo olfateó como si fuera un sabueso y dejó caer su mandíbula. El olor era un tanto extraño.

—¡Lo es, y es muy sano por cierto! — habló Eiji, con una sonrisa. —. Solamente pruébalo, Ash. No es veneno.

Ash hizo una mueca antes de abrirlo. Los demás chicos se acercaron al bizarro platillo. Estaban tan ensimismados en lo ligoso de los frijoles que no le pusieron atención al pescado o los vegetales contenidos ahí mismo.

Entonces, Ash suspiró antes de tomar el tenedor plástico. De seguro si la comida provenía de Eiji, ésta debía de ser buena, porque Eiji era una de las personas más gentiles y amables que ha conocido.

Como si su actuar fuera de valientes, Ash deslizó el tenedor sobre el montículo de natto y se lo llevó a la boca sin rechistar.

Lo que sucedió después, Eiji lo vio en cámara lenta.

Ash abrió los ojos desmesuradamente. Por un momento, Eiji creyó que fue por puro deleite, mas sus propias facciones mostraron horror al ver que Ash escupió el natto por los aires, mostrando un espectáculo de saliva y frijoles voladores.

Shorter los esquivó como pudo, pensando en la película de Matrix, mientras que Yut Lung achicó su expresión a uno compungido cuando se percató que parte del natto caería sobre su cama y piso limpios, iba a pegar un grito ronco cuando eso sucediera.

Sing estaba tan distraído, sacándose los mocos con sus dedos, que no se fijó de inmediato los acontecimientos. Repentinamente un frijol fermentado cayó sobre su ojo izquierdo, lo puyó inesperadamente que el preescolar hizo una mueca de repelús, presagiando un lloriqueo fuerte.

Sonny y Lao estaban a una distancia prudente de todo el caos. Fueron testigos de una cuestión bochornoso y desconcertante para los otros.

Todo volvió a su curso normal a los ojos de Eiji. De repente, Sing pegó un grito al cielo, llorando a todo pulmón. Asimismo, Yut Lung comenzó a maldecir.

¡Mierda! — musitó Shorter en mandarín. De seguro la mamá inspeccionaría que había pasado. De hecho, podía escuchar sus pasos ahora mismo.

Lao y Sonny se tensaron y giraron sus rostros hacia la puerta.

¡Es ella! — murmuró Sonny.

Shorter posó sus ojos en Ash, quien tenía su lengua de fuera y con el aliento a natto. El rubio cerró la lonchera se tiró de la cama, ignorando a un angustiado Eiji o a un furioso Yut Lung. Shorter lo ayudó a meterse debajo de la cama y lo último que vio antes de cerrar sus ojos fuertemente fueron las piernas de Lao aproximándose hacia Sing.

Y pasó lo esperado, Xin Qian abrió la puerta con fuerza. Aún aspecto era anonadada, con un característica trenza baja a media hacer.

—¡¡¿Qué pasó?!!

Como si fuera una rompecabezas, unió las piezas de esa bizarra escena. Sing estaba llorando fervientemente con Lao tratando de consolarlo; Yut Lung estaba rojo de ira; Shorter y Sonny estaban asustados; y Eiji, estaba a punto de llorar también.

—Pues... señora Lee... verá...

Yut Lung infló sus cachetes ante la vacilación al hablar de Shorter. —¡Okumura trajo esa comida maloliente! — lo señaló y luego al pelo pincho. —, ¡Shorter lo probó y le cayó en el rostro a Sing!

El menor no paraba de llorar. Por su parte, Shorter evitaba a que Eiji no llorara también.

Entonces, antes de que todo empeora, Sonny se acercó a Sing y le entregó el dulce que Eiji le había regalado para que "no pensara en Nadia", pero dio el resultado contrario porque, el japonés sin saberlo, le había regalado uno de las golosinas favoritas de la china. Lo bueno fue que Eiji no notó que le había pasado el dulce al niño.

—Ya todo está bien, señora Lee — sonrió Sonny. —. Fue un pequeño accidente nada más.

Rápidamente, Sing cesó de llorar. Se frotó el ojo dañado, conservando la sensación del natto sobre él.

Xin Qian parpadeó, pensando en una respuesta rápida. —De acuerdo, está bien —suspiró. —. Eiji — observó que el niño se sobresaltó, estaba asustado. —, nene, no te prohíbo en que traigas comida y la quieras compartir, pero la próxima vez, por favor cománlo en la mesa, ¿entendido?

Eiji asintió de forma miserable. Shorter lo abrazó para subirle el ánimo.

—Ahora limpia este desastre. — exigió Yut Lung.

—No — negó su madre con firmeza. —, se hace tarde, niños. Vamos, es hora de irse.

Yut Lung jadeó —Pero mamá, el olor...

—Luego lo limpiarás tú, Yut Lung — lo vio con ojos filosos. —. No me hagas repetir. Vamos. — siseó en mandarín.

Xin Qian esperó a que todos los niños salieran de la habitación. Eiji fue el último, estando cabizbajo, observó por debajo de la cama.

—Lo siento. — susurró con voz contreñida.

La mujer suspiró. —No hay cuidado, Eiji.

Sin embargo, ella no sabía que esas disculpas no iban dirigidas a su persona.

Cuando cerró la puerta y oyó que todos se fueron, Ash se arrastró a la superficie con la lonchera aún en sus manos. Su rostro portaba culpabilidad y tristeza, aún teniendo en mente el rostro abatido de Eiji cuando su voz era la que lloraba, pero sus ojos no.

Con su corazón pesado de dolor, Ash se comió todo el contenido de la lonchera, aún si en ocasiones lo hacía casi vomitar. Después de comer, iba a limpiar todo el apartamento.

*

Los músculos de los hombres se tensaron al ver a la muchedumbre de niños acompañados por Xin Qian salieron del complejo de apartamentos en silencio.

—No se llevaron a Ashley con ellos. —espectó Blanca, con una tranquilidad que le asustaba. No por el hecho de decirlo, todo lo contrario, supuso que la niña estaba oculta en algún lugar del apartamento, pero quería permanecer incrédulo al respecto. Ver a sus alumnos en cuestión sin ella, confirmaba en parte su pensamiento.

Max frunció el ceño, aún esperanzado. —¿Será que ella irá después a la escuela?

—Lo dudo mucho — Blanca observó al castaño. —, ¿o sí?

En un silencio efímero, ambos asintieron como si hubieran leído la mente del otro.

—Me quedaré sentado en esa banca cercana, para observar cualquier movimiento sospechoso o fuera de lo común entorno a Ashley.

Blanca se incorporó. —Tendré mi celular siempre a la mano. Te informaré si hay algo extraño con los niños.

En una breve despedida, Blanca se marchó a toda prisa, dejando atrás a Max, quien estaba concentrado en protagonizar un papel de señor mayor leyendo un libro desinteresadamente en Chinatown.

*

Faltaba cinco minutos para las ochos, los chicos, a excepción de Sing, estaban reunidos en aras de animar a Eiji. Bueno, la mayoría de ellos.

—De ahora en adelante, yo seré el primer filtro en determinar qué clase comida entra o no a mi hogar. — sentenció Yut Lung, aún sintiéndose ofendido.

Shorter puso sus ojos en blanco. —Ay, Yut Lung, ya aburriste. Deja de atormentar al chico.

El aludido solo resopló.

—Apuesto a que estaba delicioso, Eiji — agregó Sonny, sonriente. —. Recuerda que aquí en Estados Unidos... — divagó por un momento. —, son muy especiales.

Lao asintió. —Su comida se basa en grasa, dulces y gaseosas.

Por su parte, Sonny se mordió el labio inferior. Recordó aquellas vacaciones que fue a China con su familia y comieron alacranes. ¡De seguro Ash se orinaría del susto al ver ese manjar!

Eiji encogió los hombros. —No sabía eso...

Shorter jadeó un suspiro alegre. —Es que desde que llegaste solo te has juntado con asiáticos, y me imagino que en tu casa solo comen platillos japoneses — sacudió un poco a Eiji para que le pusiera toda su atención en él. —. Mi abuelo contó, cuando Chang Dai abrió sus puertas por primera vez, varios blancos acudieron a la apertura. La mayoría de ellos no aguantó el auténtico sabor asiático, ¡hasta algunos les dio diarrea! — emitió una carcajada. —. ¡Cómo mi abuelo siempre pensaba en dinero, vio esa oportunidad y puso a mi padre a cobrar el uso del baño del restaurante! ¡¡Mi pobre padre tuvo que oler mierda toda la tarde!!

Los labios de Eiji temblaron de a poco hasta estallar en una risa que hizo sinfonía con las otras carcajadas del resto de los niños. Inclusive Yut Lung estaba riendo, de lo idiota que era todo esto.

—¿Ves, Eiji? Ash solo no está acostumbrado a la comida japonesa. — comentó Sonny.

Nuevamente, el rostro afligido se dibujó. —Supongo... solo espero que haya comido algo.

Los chicos suspiraron. Eiji era imposible, su amabilidad y cariño hacia el rubio era desbordante.

Luego de haber dicho eso, la campana sonó.

—Ya veras que sí. No te preocupes tanto, Eiji. — dijo Shorter, rodeando su brazo alrededor del cuello del japonés.

Y así, entraron a la escuela sin decir más.

*

Max se estaba aburriendo en ser el buen hombre disfrutando una novela clásica. Leer no era su fuerte si no era por una investigación periodística.

Varios de libros presentaban un universo investado, incluso ponía en tela de juicio los que son autobiografías o basada eb hechos reales. Siempre agregan el factor sorpresa y atrayente a los ojos de los lectores para vender más y el libro "seduzca" a los lectores.

Por eso tal vez le gustaba mucho su profesión. Buscaban la verdad, pase lo que pasase.

Había descontinuado su lectura desde ya tiempo. Miraba de reojo a todos a su alrededor, lo cual no era muchas personas. El frío de otoño se hacía presente entre veces, ocasionando que se arrepintiera en no llevar un suéter

Pronto cambiarían de estación, lo que indicaba que estas vigilias serían más duras.

Si tan solo esos niños colaboraran.

—Oh bueno — dijo entre un suspiro. —. Es un buen clima para fumar un rato.

Sacó un cigarro de su bolsillo, alzó su mirada al complejo y se detuvo antes de encenderlo.

En la puerta del apartamento 207 habían cuatro hombres asiáticos forzando la entrada.

Estupefacto, el cigarrillo se deslizó de los dedos del hombre y no tardó mucho en correr hacia allá.

*

Jessica alzó su ceja al cartero frente a su casa. —¿Quién manda este gran paquete?

El señor dio un vistazo a sus registros. —Es del supermercado local, dice que son bananas y latas de pescado.

—¡¿Qué?! ¡Yo no pedí eso!

Frunció el ceño. —¿Usted es Jessica Randy?

La femina ladeó sus caderas. —Por supuesto que lo soy.

—Al parecer alguien lo hizo en su nombre. Hasta pagó todos los gastos y la mercadería —le entregó la enorme caja a la mujer. —. Por favor, firme aquí de recibido.

Los ojos azules de Jessica se dilataron al leer el remitente. Era de nombre "Eddie Winston", ese era uno de tantas alias que tenía Max.

Elaboró su rúbrica rápidamente, se despidió del cartero, cerró la puerta con seguro y se llevó la caja hasta su comedor.

Hoy era su día libre, por lo que le extraño en recibir un paquete tan pesado como ese. Aún con la promesa en no inmiscuirse en los asuntos de Max, le provocó cierta incertidumbre incontrolable al tener esa caja frente a ella. No tardó demasiado en abrirla con una tijera.

Su contenido la sorprendió sobremaneramente. Habían expedientes y lotes de papel, demasiados; CDs; fotografías y videos VHS.

—¿Qué...? ¿Max...? — levantó algunos documentos y rápidamente pudo ubicar los nombres de varias personas, la mayoría de alto rango en la política, conocidos de ella o compañeros de trabajo.

Se cubrió la boca con su mano mientras leía los primeros expedientes junto con sus pruebas que respaldaban el contenido de la misma.

A lo lejos se denotaba que fue una investigación exhaustiva, de años en hacerla. ¿Por qué se lo estaba dando a ella?

Pasó toda la mañana revisando y estudiando. Cada vez que aprendía algo sobre esa información, más temblaba del miedo y de la ira.

Había gente muy importante ahí investigada, incluso policías que fueron sus confidentes, maestros, quienes peleaban contra el crimen y trata de personas.

¿Qué mierda era todo esto?

Estaba tan sumida en su aturdimiento que se asustó cuando repentinamente sonó su radio. Corrió hacia él y exhaló para liberar su estrés.

—Aquí Randy.

El interlocutor le respondió un segundo después. —Oficial, sé que es su día libre, pero necesitamos refuerzos.

—¿Qué sucedió? — preguntó mientras escondía todo lo de la caja a un lugar seguro de su casa.

—Hubo un robo en un apartamento y el secuestro de un hombre en Chinatown, hay conmoción en ese lugar porque varios vecinos fueron testigos.

A Jessica le recorrió un punzante escalofríos. Tenía un mal presentimiento. —Voy para allá.

*

La puerta de la clase de primero primaria se abrió de repente. Blanca se calló de inmediato al ver que era el Director de la escuela en el umbral.

Los niños voltearon a ver al hombre mayor, expectantes.

—Disculpe, profesor Blanca, necesito llevarme a Yut Lung a mi oficina ahora. — el rostro del Director era sombría y preocupada.

Los niños de la clase murmuraron entre sí. Yut Lung se anguistió y observó a Eiji. El japonés también no pudo ocultar su afección.

El chino jamás había ido a la Dirección, lo cual aumentaba más el estrés en ambos chicos.

—Por supuesto, Director — contestó Blanca, no perdiendo la cordura. —, por favor, ve, Yut Lung. Luego te pones al día.

Él asintió, no sintiéndose mejor. Se levantó de su pupitre y siguió al Director por detrás.

Antes de reanudar con la clase, Blanca revisó su celular y no habían mensajes de texto. No quería alarmarse tanto, y agregando el hecho que Yut Lung fue llamado acudir la oficina de su superior. Posiblemente, la madre no ha pagado la colegiatura o simplemente le iban a hablar sobre una beca disponible para él.

Quiso mostrarse positivo, aún si era muy difícil demostrarlo ante sus alumnos.

Aclaró su garganta y prosiguió con la lección. Sus alumnos no tomaron importancia ese suceso, empero Eiji sí.

Su concentración se esfumó después que Yut Lung abandonó el salón de clases. El corazón de Eiji palpitaba con temor, y no podía sostener su lápiz.

Debía verificar para estar más tranquilo.

Vacilante en realizar su plan o no, pasó quince minutos desde que Yut Lung se fue. Entonces, Eiji levantó la mano y Blanca le concedió la palabra.

—Profesor, ¿puedo ir al sanitario?

Blanca partió sus labios, indeciso. —Por supuesto.

Sin más, Eiji tomó el pase para ir al baño del escritorio de su maestro y trotó hacia el pasillo. Fue una verdadera suerte que no estaba el guardián cerca para pedirle su permiso, así que se dirigió directamente hacia la oficina del Director. La puerta estaba cerrada, pero podía escuchar perfectamente los murmullos de las personas adentro.

—¿Tienen dónde quedarse esta noche?

Sollozos de una mujer se hicieron más fuertes. —C-Creo que le pediré ayuda a la familia Cho... ellos han sido... muy... muy... — sus palabras se entrecortaron por las lágrimas. —, buenos...

Mamá... — dijo la voz de Yut Lung en mandarín.

La mujer suspiró. —Cuando me dijeron del trabajo lo que sucedió, no lo creí — gimió suavemente. —. Me alegra que mi niño estaba aquí en la escuela.

—Lamento todo lo que pasó, señora Lee — habló el Director amablemente. —. Cualquier cosa en la que la podemos apoyar, no dude en decirnos...

Eiji se alejó de la puerta, sintiendo sus piernas como gelatina. No entendió mucho la conversación, pero no apuntaba a nada bueno tampoco.

Para que la mamá de Yut Lung estuviera presente, fue porque sucedió algo muy grave.

El japonés comenzó a respirar con dificultad. —N-No... Ash.

No pensó lo que hacía. Eiji corrió en el pasillo, violentando una regla prioritaria en la escula. Su corazón se sentía pesado y cabeza le dolía. Debía verlo, debía ver a Ash en ese momento.

No le importó los gritos del guardián exigiendo su pase, tampoco quiso escuchar a los demás maestros en decirle que parara cuando fácilmente pudo salir de la escuela.

El personal administrativo llamó a la policía sobre un niño fugado en la escuela, y rápidamente les brindaron los datos personales de ese alumno.

Eiji corrió y corrió sin mirar atrás. Pasó por el atajo que los muchachos tomaban para ir al apartamento de Yut Lung. Varias imágenes rondaban por su mente de aquellas aventuras que han tenido a lo largo de una semana. La amistad entre ellos realmente se forjó genuinamente. No quería perder ese lazo, no quería que acabara, no quería que Ash se fuera.

Necesitaba verlo urgentemente a Ash, le valía un comino si se metía en problemas.

Sin embargo, desaceleró su paso cuando cruzó en aquella calle donde se hallaba los apartamentos. Había cinta policial rodeando el edificio, muchos agentes entrevistando a varios asiáticos nerviosos y otras personas tomándole fotografías al suelo y colocando números también.

Eiji vio todo con ojos dilatados. Nunca había visto algo parecido si no fuera por las películas policíacas o los animes.

Mas vivirlo en el presente era bastante turbio.

—¿Q-Q-Qué pasó? — preguntó Eiji, a un serio transeúnte.

La mujer se sobresaltó levemente y bajó su mirada al niño. Exhaló y colocó su mano sobre su pecho. —Robaron en ese apartamento... — señaló la puerta del hogar de Yut Lung. —. Al parecer, hubo un hombre que quiso deternerlos, pero fue inútil... se lo llevaron en un auto con varios objetos en una gran bolsa negra...

El japonés le tembló la quijada. —¿Y... Y nadie hizo nada?

—Niño, estaban armados... — se metió un hombre de mediana edad. —, los que vieron el hecho están muy asustados... Pobres...

El mundo entero se le vino abajo a Eiji. —No... —susurró. Casi cae de rodillas de la impresión. —. ¡¡ASH!!

Las dos personas con quien habló se mostraron sorprendidas por el repentino grito. El japonés corrió con todas sus fuerzas hacia los apartamentos.

Fue tan rápido e inesperado, que los policías no pudieron detenerlo. Entonces, un grupo de oficiales lo persiguió.

De alguna manera, Eiji logró llegar al piso correspondiente. Estaba tan cerca de entrar hasta que lo jalaron de la ropa y el cabello dos de los policías.

—¡Quieto, niño!

—¡¡Contaminarás la escena del crimen!

Eiji no aguantó derramar calientes lágrimas de sus ojos. —¡¡¡Déjenme ir!!! — suplicó con voz quebradiza. —. ¡¡Mi amigo está ahí!! ¡¡Ash!!

El japonés se retorció entre el fuerte agarre de sumisión. Los propios policías estaban nerviosos porque no querían lastimarlo con tanto fuerza. —¡Niño, tranquilo!

Pero Eiji no escuchó y siguió llamándolo. —¡¡Ash, contesta!! ¡¡Estoy aquí!! ¡¡ASH!!

Uno de los policías inhaló, nervioso. —No había ningún niño ahí cuando nosotros llegamos... ¡No había nadie!

Ese mismo policía que dijo esas palabras, sintió un espasmo al ver el horror esbozado en el rostro del niño japonés cuando se volteó y lo vio directamente a él. 

*

N/A: Mejor me esconderé detrás de una pared por los próximos capítulos. Así que, sin comentarios... 

EDITO: para mi mala suerte, este capítulo se publicó con guiones cortos (pero lo escribí con los largos) el karma por haberlos hecho sufrir cobró factura rápido. Ahora los comentarios que han escrito quedaron al aire. (WAAAA QwQ) 

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