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Capitulo 9

Decir que estaba estresado era muy poco; ir a reuniones, tener que soportar a los socios de la empresa y para colmo hacer todo sin dejar de pensar en él era un martirio. Min no era alguien que se aferraba a las personas, pero se podía decir que él se había enamorado de la persona menos indicada, y eso de que se conocían lo tenía aún más hecho un lío. Pensaba en las posibilidades de que Minnie trabajará ahí en la empresa, pero debería de ser una locura de ser así.

Para variar, Park Jimin había pedido una semana de reposo y eso le estaba afectando, la falta de alguien que llevara el control de sus reuniones y todo su itinerario lo estaba cansado, estaba exhausto. Apunto de tirar la toalla y largarse de su trabajo.

El día había terminado, ya era el sexto día, según el permiso de alta de Park el siguiente día tendría que estar ahí para trabajar normal. Su teléfono sonó en su bolsillo y con cansancio lo sacó para ver el nombre de su amigo en la pantalla.

Hola Yoon ¿Qué haces? —escuchó a su amigo preguntar.

—Nada. Estoy saliendo de la empresa ¿Y tú?

¿Qué dices si vamos a un bar? Relájate un poco, no me contestas los mensajes y siento que no estás bien.

¿Cómo estarlo? Si lo único que ocupaba espacio en su cabeza era cierto chico pelirrosa. Pensó en las posibilidades de amanecer con una jaqueca por la mañana y ausentarse el día entero en la empresa, y le agradó la idea. El cielo estaba nublado, algunas gotas de brisas ya caían, pero aún así se podía disfrutar esa noche.

—Okey ¿Dónde nos vemos?

Wow, no pensé que aceptarías tan rápido.

—Dime donde antes que me arrepienta

Está bien, veámonos en burlesque.

No, definitivamente ni loco pondría un pie nuevamente en ese lugar, ni aunque las ganas lo mataran sería capaz de volver a ver a Minnie.

—No, ahí no, mejor vamos al club que está  a unas cuadras de la empresa.

¿A ese? Amigo, ese bar no es para nosotros.

─Lo sé, quiero un bajo perfil.

Ok. Ahí nos vemos.

Se encaminó a su auto y condujo a su destino, aparcó el coche y abrió la guantera sacando de ella una camiseta negra y se cambió ahi dentro del coche quedando con un outfit menos formal. Se bajó y se adentró al pequeño bar viendo como primer imagen la mano de su amigo alzada llamando su atención, sonrió y caminó hacia él viéndolo rodeado por tres chicas lindas.

—Te estaba esperando, ven te presento a unas amigas. Ella es Shinha —dijo apuntando a luna pelinegra—. Ella es Minyu —presentó a una rubia—. Y ella es Coleth. Son amigas de la universidad

—Oh, mucho gusto —estrechó la mano de todas y se sentó frente a su amigo y las chicas—. Mi nombre es Yoongi.

—Mucho gusto señor Min —habló Coleth, la chica que se notaba que era extranjera—. He oído hablar mucho de usted de la boca de mi amigo, y una que otra noticia en los periódicos, es usted un gran empresario.

—Gracias —se limitó a responder.

La chica se levantó y se sentó a su lado, mantuvieron una plática muy entretenida, se impresionó al ver que tenían cosas en común, era linda y cada vez que lo veía distraído podía notar como ella se mordía su labio en una muestra clara de atracción. Se sintió alagado de seguir despertando el libido en las mujeres, muy probablemente en hombres también, pero no era lo que él quería, él solo deseaba estar entre las piernas de una sola persona.

—¡Hey, Yoon! —escuchó el llamado de su amigo por sobre la música alta del bar —¿No es ese tu secretario?

Yoongi volteó y efectivamente vio a Park en la barra bebiendo como si no hubiese un mañana, se molestó de verlo, ¡Claro que sí! Había pasado los últimos días haciéndose el imbécil con la agenda, los papeles y demás proyectos solo para ver que la supuesta enfermedad de su asistente era una farsa. Se levantó y caminó furioso hacia él, pero frenó al ver cómo un tipo se le acercaba por detrás y lo llevaba directamente a los baños luego de decirle quién sabe qué al oído.

Los observó irse, Jimin claramente no estaba en sus cinco sentidos ya que tambaleaba de un lado al otro, iba vestido de una forma provocativa, si, pero aún asi no permitirá que un abuso sucediera en su propia cara, peor con uno de sus trabajadores. Peor con Jimin.

Caminó hacia el baño, escuchó como si forcejeaban entre ellos, entró y pudo ver al tipo tratando de forzar al pelirrojo de quitarse sus prendas en uno de los cubículos del lugar y como este lloraba pidiéndole que se alejara. La rabia lo consumió rápidamente, tomó de la camisa al hombre y lo jaló hasta hacerlo caer de espaldas en el suelo.

—¿Qué demonios? ¿Quién diablos eres? —gritó el tipo.

—Vete antes que llame a seguridad y te demande por intento de abuso —dijo intentando controlarse para no lanzarse a él y golpearlo.

El hombre se levantó y se fue sin decir nada, Yoongi se dió la vuelta hacia Jimin y pudo ver cómo el chico estaba inconsciente, se había desmayado sentado en la taza del inodoro. Lo cargó entre sus brazos y salió del bar empujando a varios y llamando la atención de otros.

Lo subió a la parte trasera de su auto provocando que la camiseta que llevaba puesta se subiera dejando ver su torso desnudo. Se apartó de la puerta quedando de pie frente a ella y sacó su celular para llamar a su amigo. Tres tonos después él contestó.

Amigo ¿Que pasa? ¿Porqué tardas tanto?

—Me tuve que retirar de imprevisto, Park se desmayó y lo llevaré a su casa.

Al terminar de decir aquello observó hacia adentro del auto, la silueta del chico era iluminada por la poca luz de la noche que entraba por la ventana. Le llamó la atención un tatuaje en su costado y se quedó helado al verlo mejor.

Oh, está bien, pero me debes otra salida.

─Okey.

Cortó la llamada rápidamente, encendió la linterna de su celular y enfocó al tatuaje de Jimin, la palabra "Nevermind" se lucía claramente en su piel de una forma sensual. No. No podía ser. Jamás había prestado mucha atención al tatuaje, pero claro que lo recordaba perfectamente.

Retrocedió a su lugar mareado, ese tatuaje, no, él no podía ser Prince, no podía, tenia que ser una maldita coincidencia. Buscó entre sus contactos el número de otro de sus empleados, necesitaba indagar un poco más en la vida del chico.

—¿Hola? Jefe ¿Qué tal está?

—Kim, necesito que me des la dirección de la casa de Park Jimin ahora mismo.

¿Qué? ¿Pasó algo acaso? —no le gustaban las preguntas, pero optó por ser sincero.

—Salí a beber y me lo encontré en un bar, está inconsciente y lo llevaré a su casa.

Jefe, disculpe las molestias. No crea que la constancia...

─Eso no me interesa, Namjoom. Dame la dirección de su casa.

Mejor dígame dónde está, lamento que mi amigo haya interrumpido su noche. Iré yo por él y lo llevaré yo mismo.

Estaba empezando a hartarse y sospechar un poco del moreno ¿Cuál era el misterio de decirle donde vivía? Era algo inusual y extraño de su parte esconder ese dato.

—Kim, no te lo estoy pidiendo, como tu jefe te ordeno que me des su dirección.

Nam al otro lado de la línea se moría de los nervios, darle la dirección de su casa era vender a su mejor amigo, habían muchas formas de que Min se diera cuenta de quién era Jimin por las noches, pero estaba entre la espada y la pared, tendría que decirle.

Le enviaré la dirección por mensaje.

—De acuerdo.

Colgó la llamada, se quedó quieto viendo la silueta del chico por varios minutos hasta que recibió el mensaje. Salió de su trance, entró al auto y se puso en marcha a la dirección de la casa de Jimin. Tenía que ser una maldita broma ¿Cuántas posibilidades había que su secretario sea el mismo chico que no salía de su mente? La vida tenía que estarse burlando en su cara para que así fuera.

Finalmente llegó, se estacionó delante de una pequeño edificio acogedor, era pequeño y se veía bastante familiar. Sacó el cuerpo del chico y caminó con él hasta la entrada y a como pudo tocó el timbre de entrada.

Pasaron unos minutos y una chica medio adormilada salió, rápidamente su rostro cambió al ver al chico inconsciente.

—¡Jimin! ¿Qué le sucedió? ¿Quién es usted? —preguntó alarmada.

—Soy su jefe. Encontre a Jimin en un bar y se desmayó, lo traje a casa cuanto antes.

—Pase porfavor —se apartó de la puerta y la cerró detrás de él, guiandolo hasta el apartamento en donde vivía con su hermano.

—¿Dónde está su cuarto? Lo llevaré.

—Claro, sígame.

La niña caminó hasta la habitación, abrió la puerta para dejar pasar al hombre que llevaba a su hermano en brazos y puso atención en cómo este los acostaba en su cama con mucho cuidado. Se apartó y observó de reojo a la joven, era idéntica a su hermano. Tenía el mismo color de cabello, un cabello bastante peculiar y hermoso.

—¿Él siempre es así?

—Claro que no —el tono triste de la chica llamó su atención—. Desde hace una semana que nos dijeron que a mi mamá no le queda mucho tiempo de vida y por eso está así. Lo comprendo, pero aún así se que está mal que se emborrache de esta forma.

—¿Viven solos? —.a chica asintió.

—¿Usted es el señor Min, cierto? —el hombre asintió—. Mi hermano lo ha mencionado un par de veces.

—¿De verdad? —ahora la chica asintió.

Mingi se acercó a su hermano y acarició su cabeza.

—Lamento mucho que tenga que ver a mi hermano en este estado. No crea que él es un alcohólico, no, es solo que le afectó la noticia de nuestra madre. Minnie es una buena persona.

Al escuchar aquél apodo su mundo se vino abajo, no necesitaba más pruebas, ya con eso estaba más que confirmado que su asistente y Prince eran la misma persona. Por alguna extraña razón no estaba molesto, pero la decepción corría en su interior, el saber que el chico había jugado con sus sentimientos, quizás si le molestaba un poco.

—Tengo que irme, porfavor no le digas que yo lo traje.

—Está bien. Gracias, señor Min. 

Sin más se marchó de aquella casa, aturdido y aún sin poder o siquiera pensar y dar credito a lo que había descubierto sin querer, o bueno, si quería saber quién era, quería con todas sus ganas responderse esa pregunta pero jamas pensó que convivía con su Minnie día a día. Lo tenía tan cerca y nunca se dió cuenta. Tenía las posibilidades de hacerlo suyo fuera de ese club y nunca pudo, pero ahora no iba a ignorar la oportunidad.



Eran las cinco y algo de la mañana cuando Mingi saltó sobre él para despertarlo, a duras penas pudo abrir sus ojos para acostumbrarse a la iluminación de la luz del cuarto.

—Minnie, ya levántate. Ya serán las seis de la mañana.

—No quiero—Jimin se levantó rápido y abrió sus ojos asustado viendo a su alrededor—... ¿Cómo llegué aquí?

—No lo sé, ayer por la noche nada más te bajaste de un taxi y entraste a casa —Mingi se encogió de hombros con su carita toda inocente.

Tendió hacia su hermano mayor un vaso con dos pildoras para la jaqueca, veinte minutos despues Park se sentía mucho mejor. Se levantó, se baño y vistió para luego ir hacia la cocina en donde su hermanita ya tenía listo el desayuno de ambos.

—Eres la mejor hermana, Mingi.

—Y tú, deberías de parar con tus noches de fiesta —dijo quejándose de las últimas noches, Jimin se sintió mal.

—Lo sé, disculpame cariño. Prometo no volver a hacerlo.

—Sé que fue la noticia de mamá que te puso así, ya la doctora te avisó desde un principio que esto iba a pasar ¿Qué te pasa hermanito?

Los ojos de Jimin se aguaron sin derramar lágrimas ¿Cómo explicarle a una adolescente que la causa de sus borracheras era su corazón roto? ¿Cómo decirle que estaba sufriendo por amor?

—El estrés no me sienta bien amor, es todo.

—Minnie, no lo vuelvas a hacer. Odiaría que te pasará algo en la calle. —Rogó la niña.

Y no lo decía porque ella fuera afectada o porque Jimin actuara de una mal forma cuando estaba borracho, si no que le preocupaba el hecho de que sucediera lo mismo de anoche y no hubiera alguien como el señor Min para protegerlo.

—No lo haré, te lo prometo.

Desayunaron juntos y cada uno tomó su camino, Mingi a su instituto y Jimin de vuelta a su trabajo. Iba nervioso por alguna extraña razón y triste y melancólico por otra bien conocida, ver a Yoongi de nuevo no le sentaría muy bien, de hecho a lo largo de la semana consideró renunciar al trabajo pero claramente no lo haría, necesitaba el dinero para el tratamiento de su madre que cada vez se ponía más costoso.

Pero tenía que soportar todo aquello, todo su esfuerzo llevaba el nombre de su hermana y su madre, además que su cuerpo le pedía a gritos liberarse por las noches. Todo aquél esfuerzo tenía que valer la pena, incluso si tenía que ver a Yoongi de frente.


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