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Capítulo 3

Sentía que caminaba en las nubes, no escuchaba a nadie a su alrededor, no le interesaba las burlas de sus compañeros en la empresa, nada ni nadie quitaba las imágenes de la noche anterior de su mente.

¿Cómo era posible?

Ese había sido el hombre que había pagado más por estar con él, y lo hizo solo para complacerlo, porque todavía recordaba como después de hacerlo llegar a su orgasmo sintió como su miembro era preso de la boca de Yoongi. Aquella había sido la noche más maravillosa de su vida en aquél club.

Min Yoongi.

El nombre se deslizaba perfecto en su boca, le encantaba y hacía que soltara sonrisas estúpidas de solo pronunciarlo. Trató de alejar esos pensamientos de su mente, porque era una regla para él no encariñarse de ningún cliente, pero la forma en que él lo había tomado y lo había tratado, era algo que no podía olvidar.

—¿En qué tanto piensas Park?

—En nada. —Respondió ruborizado al ver que no se encontraba sólo.

—En nada —repitió el moreno a su lado —. Entonces dile a la nada que te preste un poco de concentración, porque llevas todo el día sonriendo como idiota y porque me diste los papeles de Hye en lugar de los míos.

Jimin le arrebató los papeles a Nam confirmando su error ¿Qué le estaba pasando?. Él no era así ¿Acaso era productos de sus ensoñaciones con Min?

—Por favor, discúlpame.

Buscó entre las carpetas, encontrando la que le pertenecía a él y se la dió. Suspiró tratando de estabilizar sus pensamientos, pero por mucho que trataba a lo largo de todo el día había fallado.

—No sé en qué tanto piensas, pero te recomiendo que te concentres.

—¿Porqué?

—Shung dice que en estos días vendrá el nuevo dueño de la empresa.

—¡Cómo! Pero si Shung es el dueño...

—Así era, pero al parecer estaba decayendo y tuvo que vender todas sus acciones a un magnate.

—Así que tenemos nuevo jefe...

—Es correcto, Park. No sabemos cómo es ese hombre, así que por favor trata de hacer tu trabajo a como lo has hecho por los últimos cuatro años, es la primera vez que fallas.

—Lo sé, no volverá a pasar —dijo apenado.

—Eso espero, porque se rumorea que hoy vendrá a presentarse.

Namjoom no esperó respuesta del chico y sin más se alejó dejándolo pensativo con respecto al día que había tenido. Kim tenía razón, no debía dejarse distraer por su otra vida, mientras era solamente Park Jimin trataría de tener sus pensamientos a raya.

Las horas pasaban y no había señal de que ningún nuevo jefe se acercara a la empresa, se sentía ansioso y no sabía porqué, pues en nada le afectaba que cambiaran de jefe. Pero de pronto pensamientos negativos se instalan en su cabeza ¿Y si venía a despedir a la mayoría de trabajadores? ¿Y si lo despedía a él? Si eso pasaba era su fin. Le encantaba su trabajo, era demasiado simple como para perderlo por errores tontos, además que la paga era muy buena, ganaba más de lo que estipulaba el salario básico de cualquier trabajador. A pesar de ganar muy bien en sus dos trabajos el dinero no le ajustaba, no cuando todos los gastos económicos se le venían encima, los gastos de su hermana y los gastos de hospital de su madre que costaban mucho, no era sencillo simplemente ser él.

Jimin no tenía un puesto o un escritorio; sin embargo, se podría decir que el lugar habitual en dónde se encontraba la mayoría del tiempo era la bodega del correo empresarial. En donde detrás de cajas y cajas, archivos y carpetas se encontraba el menudo chico ordenando cada papel para acomodarlo en el carrito y entregarlos a sus corresponsales o destinatarios.

Su manos estaban cansadas y sus ojos ardían, acomodó sus gafas de lectura viendo como en su puerta se acercaba una sombra.

—Te ha tocado un fuerte trabajo —Jimin exhaló cansado.

—Un poco, mis ojos arden —se quejó.

Jimin vió a la cara a Namjoom, viendo que este estaba nervioso y ansioso, como si quisiera decirle algo pero no sabía por dónde empezar.

»¿Qué sucede Nam?

—¿Recuerdas al tipo de ayer? ¿El que pago por adelantado?

¿Yoongi? ¿Estaba hablando de Yoongi?

—Si ¿Qué paso con él?

Su corazón latía con fuerza.

—Volvió a ir al club hoy temprano, pagó de nuevo por que estuvieras solo para él.

Sintió un revoloteo en su estómago, no pudo evitar contener una sonrisa que no pasó desapercibida para Kim.

—¿Dijo a qué hora llegaría?

—Lee me llamó para decirme que estará ahí a las ocho, esta vez será puntual.

—Okey. Está es la última entrega del día. Estoy a punto de salir, nos vemos en el bar de enfrente.

Se levantó y empujó el carrito entregando todo el correo, terminó faltando diez minutos para su salida y sonrió satisfecho pues siempre terminaba justo a tiempo.

Tomó su bolso y salió de la empresa siguiendo su rutina de siempre, desde cambiarse en el bar hasta botar su maleta a los pies de Nam y así esperar el auto negro que siempre lo recogía del lugar.

Llegó finalmente a su cuarto tomando primero un relajante baño para luego maquillarse con un labial semi transparente rosa, se levantó viendo su guardarropa ¿Qué se pondría hoy? Tenía desde lencería completa, hasta trajes exóticos, baby dolls, ropa de látex y demás lencería de todo tipo, no sabía que le quedaría mejor hoy para esperar la llegada de Min.

Se decidió al fin por un traje con ligeros igual al de el día anterior, con la ligera diferencia que era de color rosa, el mismo tono de su cabello. Lo hacía ver muy inocente. Volvió a colocar una zapatillas de ballet del mismo color y unas pulseras y aretes para terminar con su look, como antifaz está vez decidió cambiar un poco, escogió uno color dorado con detalles en rosa que quedaba perfecto, se veía demaciado bien.

Por último y como siempre, se echó su fragancia y abandonó su habitación para caminar directo al club faltando a penas veinte minutos para la hora acordada. Se sentó en la barra como siempre acostumbrado a las miradas de los hombres y las mujeres.

—Si que te estás esmerando bastante —escuchó a sus espaldas.

—Tú mismo me aconsejaste ¿No?

El menor no lo pudo ver, pero Namjoom apretó su mandíbula con disgusto y arrepentimiento, estaba celoso de que Jimin se esmeraba tanto para esperar a alguien.

—Cierto, no creí que ibas a hacerme caso.

—¿A, no? Eres mi amigo, pero aquí eres mi manager, no está mal que siga tus consejos de vez en cuando.

—Tienes razón.

—Buenas noches. —Su voz le hizo estremecer, vió el reloj y sonrió al ver que llegaba diez minutos antes.

—Buenas noches, señor. —Respondió coqueto. 

Nam por otro lado se apartó de inmediato, aunque se sintió desplazado sabía que no podía interrumpir en un asunto como ese. Acomodó su antifaz negro y se dedicó a vigilar que el bar estuviera en perfecto orden.

—¿No vas a pedir nada para que bebamos?

—Señor Min ¿Le gustó el vino de ayer?

Iban caminando por el pasillo hacia la habitación del menor, pero Jimin sintió como era acorralado en la pared y tomado fuertemente de la cintura.

—No me gustó el vino, me gustó beberlo de ti, hermosura.

Yoongi observó como las mejillas del pelirrosa se tiñeron de rojo, no soportó más y lo besó hasta que quedaron sin aliento.

—¿Quiere que iniciemos en el pasillo señor Min?

—Quisiera hacerte tantas cosas pequeño

—¿Cómo qué, señor Min? —Tentó Jimin cerca de los labios del hombre, rozó con su mano la entrepierna de él para luego verlo con los ojos más inocentes que podía hacer.

—Eres un travieso —dijo en un jadeo.

—Usted no se queda atrás.

Min Yoongi alzó el cuerpo de Jimin haciendo a este enrollar sus piernas en su cintura. Se besaron en el corto trayecto, Min pudo abrir la puerta con una sola mano y la aventó cerrandola con su pie.

Ahí recostando a Jimin contra la pared sacó su pene más que listo de la prende que lo asfixiaba, apartó la lencería de los glúteos de Jimin, lo suficiente para acomodarse entre él. De una sola estocada y sin preparación Yoongi penetró el interior del pelirrosa. Jimin soltó un grito agudo, su piernas enroscadas en la cintura del mayor temblaron por el ardor y el placer que le había provocado.

Embestidas duras y rápidas lo hicieron perder la cordura, la mano fuerte de Yoongi lo sujetaba de la cadera y la otra de su cuello, mientras el azabache veía como el menor jadeaba y gemía descontroladamente y arañaba sus hombros de los cuales se sostenía para no caer.

Caminó con Jimin hasta la cama, lo volteó en un movimiento rápido volviendo a penetrar su orificio sin piedad. Arañar las sabanas no servía, amortiguar sus gemidos contra el colchón era en vano porque aún así el sonido obsceno de sus pieles chocando se escuchaban fuerte y claro por toda la habitación.

—Yoon...

Min volvió a levantarse está vez sentándose en la cama y cargando a Jimin con él, inmediatamente el menor supo lo que él quería. Introdujo su miembro nuevamente dentro de él y empezó a subir y bajar lo más rápido que podía.

La escena era completamente obscena, un par de brinquitos más y Yoongi no pudo soportar más no vaciar su escencia en el perfecto trasero del menor, otros saltos más y el espacio entre los dos recibió el orgasmo de Jimin.

El mayor lo tomó entre sus brazos y se adentraron a las sabanas de la cama. Se vieron por un rato calmando sus respiraciones y disfrutando de la cercanía del otro hasta que minutos después sus respiraciones se controlaron.

—¿Por qué usas un antifaz? —el menor dudó en responder, pero no perdía nada, aún así contestó.

—Tengo una vida afuera de estas cuatro paredes y este club, señor Min.

—¿Porqué siento que esto no es lo que tú quieres? —Jimin se removió incómodo ante la pregunta—. Lo siento, no quise incomodarte... Quiero conocerte más, saber quién está detrás de Prince —el pelirrosa rió fuerte negando.

—Me temo que eso será imposible, Yoongi.

—¿Porqué? ¿Tienes una reputación que cuidar? —y aunque Jimin escuchó claramente el sarcasmo en la pregunta asintió.

—Así es, no quiero que mi familia se vea afectada por mi vida secreta en este burdel.

—Yo puedo ayudarte...

Jimin se levantó de la cama tomando una bata que siempre dejaba en la mesita de noche.

«No, Min Yoongi, no es tan fácil como piensas» Pensó.

—¿Sabe cuántas de esas mismas ofertas he rechazado? ¿Cree que estoy aquí sólo por dinero? —preguntó y siguió hablando al ver que Yoongi no decía nada—. Pues no señor Min, tengo un trabajo donde me pagan bien; sin embargo aunque tengo muchos gastos la razón por la que no dejo esta vida es porque no puedo, no puedo vivir sin sexo, no me imagino simplemente una vida de otra manera.

—¿Adicto al sexo?

—Si ¿Usted sería capaz de follarme día y noche? Lo dudo señor Min.

—Te sorprenderías... —dijo coqueto, a lo que Jimin sonrió.

—A veces es mejor dejar a un demonio en su infierno —respondió triste.

—¿Has intentado dejarlo?

—Infinidad de veces.

—¿Y porqué dejaste de intentarlo?

—¿Alguna vez ha visto la abstinencia en un alcohólico o drogadicto? —Yoongi no entendía, pero aún así asintió.

—Así mismo me pasa a mi cada vez que trato de dejarlo o abstenerme.

—¿Eso quiere decir que no tienes pareja?

—¿Cree que alguien aceptaría como pareja a alguien que vende su cuerpo? —Min agachó la mirada dándole la razón, pues hasta a él se le haría difícil aceptar a alguien así—. Eso creí.

Yoongi se levantó y caminó hacia él, lo tomó del mentón y le dió un corto beso.

—Aún así quiero conocerte.

—Es mejor que lo dejemos así, señor Min.

—¿Por qué?. No me conoces, no te conozco ¿Qué hay de malo en conocernos?

—Que cada día querrás saber más, y yo no podré seguir respondiendo.

—Responde lo que quieras, te prometo que no te forzaré a nada. Lo prometo.

Park Jimin sentía pesar, pues creía que no iba a durar mucho aquélla ensoñación, no quería exponer a su corazón, lo había puesto de garantía muchas veces, y a estas alturas todavía intentaba sanar algunas cicatrices del pasado, unas más profundas que otras, pero al final todas dolían.

No quería ilusionarse para después ver como Yoongi salía por la puerta dejándolo sólo nuevamente. No resistiría tener que soportar otra perdida, no quería, pues sabía que si le abría su corazón a Min Yoongi iba a salir mucho más lastimado. Y no creía que habría retorno para la tristeza que eso le provocaría.







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