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Capitulo 10

Entró a la empresa y marcó su hora de entrada, llegó más temprano de lo usual así que aprovechando pasó por un café al piso de la cafetería y se dirigió a su puesto en la oficina de Min. Abrió la puerta y el café casi se le cae al ver a la persona frente a él a punto de salir.

─Señor Park, llega temprano ¿Ya se encuentra mejor?

La cercanía del cuerpo de Yoongi no le ayudaba en nada, evitó rotundamente alzar su mirada a sus ojos y simplemente atinó a apartarse de la puerta torpemente.

─Se-señor Min, buenos días. Si me encuentro bien, gracias. Iré a instalarme en la oficina.

Casi corrió a su lugar de trabajo, respiró hondo tratando de calmar los estúpidos latidos de su corazón emocionado al escuchar la voz de Min, debía controlarse.

Miles de pendientes aparecieron en el correo de su computadora, fue acomodando cada pendiente por escala de prioridad, se tomó un pequeño descanso para recostar su cabeza en el respaldar de su silla, para segundos después escuchar el timbre de notificación de la extensión telefónica entre él y Yoongi, su corazón revoloteó feliz, a pesar que era solo por trabajo pero el solo verlo le emocionaba.

─¿Me llamó señor Min? ─preguntó colocándose delante del escritorio.

─Así es, tome asiento.

Min lo vio sin disimular ni un poco, el mismo porte, a pesar que no tenían el mismo tono de voz ¿Acaso Jimin tenía el talento de modificar su voz? Todo era casi igual, sonrió, pues ahora sabía que el chico usaba lentes de contactos y peluca para despistar su verdadera apariencia, además que claramente fingía su voz, cuando era Prince si voz era mas aguda y seductora y en estos momentos era más formal y varonil, entonces se distrajo preguntándose cuál era su verdadera voz. Quizás si el chico no pudiera hacer eso, se habría dado cuenta desde un principio.

─¿Señor Min? ─Jimin interrumpió sus pensamientos.

─En la semana que estuvo ausente se acumularon bastantes reuniones y muchos pendientes más, asique deberá quedarse hasta tarde conmigo para resolver esos detalles.

Era mentira, no le importaba tener que inventarse reuniones o inventarse pendientes que no existían contal de no dejar que el chico regresara a aquél club, contal de tenerlo a su lado.

─Esta bien.

─Eso quiere decir que empezamos desde hoy.

Después de la plática con su jefe Jimin volvió a su puesto a seguir organizando la cosas. La cabeza le dolía, siquiera había salido a comer y solo cuando se dió cuenta de la hora sintió su estómago gruñir. Hace unas horas atrás escucho bulla y voces afuera, pero no salió por temor a interrumpir a su jefe en algo importante, ahora escuchó pasos detenerse en su puerta y luego ser tocada.

─Señor Park, lo necesito un momento.

─Ahora voy

El cansancio no le daba para más, su cuello dolía, su vista ardía y su estómago le pedía comer. Esos eran los resultados de pedir una semana para irse a beber he intentar matar sus sentimientos. Salió de la oficina y lo que vio lo sorprendió en gran manera, Yoongi estaba de pie frente a su computador viendo no se qué, pero en medio de la oficina estaba puesta una mesa con bastantes platillos para comer y velas, su estómago rugió ¿Acaso el señor Min tendría una cena con alguien? ¿Tendría una cita? La idea le sentó mal y su corazón dolió ante la imagen de verlo con otra persona, pero quién era él para sentirse así cuando él lo había rechazado.

─¿Dígame señor Min?

─Empecemos por que dejes de decirme así, dime Yoongi, no estoy tan viejo ─en la boca de Min apareció una sonrisa que lo dejó hipnotizado

─Yoongi

─Muy bien, ahora ven.

Yoongi lo tomó de la mano, Jimin sintió miles de descargas eléctricas en todo su cuerpo por ese simple contacto, lo guío hacia la mesa y lo soltó para apartar la silla y darle espacio para sentarse.

─Siéntate ─Jimin lo vio incrédulo.

─¿No tiene una cena con alguien más?

─¿Con quién más podría cenar que contigo?

El rubor en las mejillas de Jimin lo hizo sonreír, el chico era fácil de poner nervioso, usaría eso a su favor para torturarlo por jugar con él. Jimin tomó asiento y Yoongi le siguió sentándose frente a él, la timidez no le permitía mover sus manos.

-Come lo que quieras, no tengas vergüenza.

El pelinegro empezó a comer y devorar distintos platos que estaban a su alcance, eso hizo que Park entrara en confianza y empezará a comer de apoco hasta quedar lleno. La sola idea de pensar que esa era una cita con su jefe lo hizo ruborizar llamando la atención de Min quien se preguntaba que cosas se ha de estar imaginando el chico para hacer enrojecer sus mejillas.

─Gracias por la cena ─dijo Jimin

─¿Por qué no me cuenta más de usted Park?

La pregunta dejó a Jimin confundido ¿Quién querría saber de él? Nada más aparentaba ser un chico común y corriente.

─¿Qué quiere saber?

─¿Tiene familia?

Vio a Min teclear en su teléfono y acto seguido a una chico entrar para retirar los platos y dejar postres y vino para ambos
¿Acaso aquello si era una cita?

─Si, mi mamá y mi hermana menor.

─¿Viven con usted?

─No con mi mamá, ella está interna en el hospital y a mi hermanita solo la veo por las noches en nuestra casa, estudia bastante, es buena niña.

─Lo es ─susurró el pelinegro dándole la razón, Jimin se confundió ante la afirmación─ ¿Desde hace cuanto trabaja aquí?

─Aquí hice mis pasantías, asique recién salí de la universidad empecé a trabajar a tiempo completo ─dijo metiendo en su boca un pedazo de pastel.

─¿Porqué jamás lo ascendieron?

─Si lo hicieron, pero no acepté el puesto.

─¿Porqué? ¿Tiene algo que ocultar? ─Park carraspeó intentando no ahogarse con el dulce en su boca, una sonrisa malvada apareció en los labios de Yoongi.

─No, por supuesto que no, me sentía bien en mi puesto de trabajo.

─¿Y no ha tenido otros trabajos? No sé, que se yo ¿Uno por las noches?

El rostro de Jimin palideció, fue toda una satisfacción verlo en ese estado, en el mismo que él estuvo cuando se enteró que el chico frente a él no era el chico inocente que aparentaba ser.

─N-no se a qué quiere llegar con esto señor Min ─intentó no tartamudear, pero le fue imposible por los nervios.

─¿Yo? A nada, solo quiero conocerte ─tomó un sorbo de vino ─. Y ya te dije que me llames por mi nombre y me tutees.

─¿Porqué quieres conocerme Yoongi? ─Jimin clavó su vista en él.

─Me pareces interesante ─juró haber visto un brillo en sus ojos al decir aquello.

─Es sólo que no quiero malinterpretar sus intenciones. Y voy a serle claro, soy gay y usted no, tiene esposa asique de mi parte esto se puede malinterpretar ─Jimin se levantó de la silla ─. Muchas gracias por la cena, si me necesita llámame, terminaré con los correos.

Jimin sabía sus intenciones, pero haría lo posible por desviar o esquivar cualquier intención romántica que el mayor tuviera con él. Se volteó para dirigirse a su oficina, entonces vio el reloj dándose cuenta que apenas habían pasado treinta minutos desde la salida general de la empresa, lo cual significaba que cuando empezaron a cenar todos los trabajadores de la empresa seguían ahí, pero ahora no, saber que solo estaban ellos dos solos le puso los pelos de punta por los nervios y el miedo. Pasaron unos veinte minutos y se levantó de la silla sintiendo calor en todo su cuerpo, maldita sea. Necesitaba ir al baño.

Salió de su oficina pero en un abrir y cerrar de ojos su cuerpo se encontraba apresado contra la pared, su cuerpo empezaba a reaccionar de forma positiva, tanto que le dió miedo la rapidez con la que se calentó, fue entonces cuando reaccionó y volteó a ver el vino en la mesa.

¡Maldito Min Yoongi!

No sabía si eso existía pero estaba seguro que el pelinegro tenía algún fetiche con poner cosas en la bebida de las personas. Tenía que resistir, no podía dejarse llevar por las sensaciones, las exquisitas sensaciones.

La lengua de Yoongi se paseaba por su cuello, saboreando el bien conocido cuerpo del menor. Tenerlo de esa manera, saber que estaba con el verdadero él y no en un club con un personaje fabricado le daba cierto placer. Los jadeos empezaron a escucharle, quería alejarlo pero su cuerpo se lo impedía, quería empujarlo lejos pero siquiera sus manos reaccionaban a la acción.

─Por-favor déjame... Ir. ─rogó Jimin.

El pelinegro rebelde no obedeció a la petición, en cambió coló su mano por detrás del pantalón de Jimin, teniendo contacto directo con la piel de sus glúteos, fue bajando poco a poco hasta llegar a la entrada del menor.

─¿Estás seguro Jimin? ─preguntó con su voz en un tono seductor ─. Dime ¿Estás malinterpretando las cosas?

No lo estaba haciendo, porque las intenciones de Yoongi eran más que claras. Quería tenerlo, poseerlo y hacer de él un desastre ahí en su propia oficina, en su propio escritorio hacerlo suyo una y otra vez hasta que su nombre quedara grabado en su piel.

─No, porfavor. Así no.

─Dime que pare ¿Quieres que me aleje? ─maldito mil veces Min, no podía hablar y decírselo, pero tenía que alejarlo, por lo que se decidió a asentir ─Ok.

Yoongi se apartó rápidamente haciéndolo tambalear, su respiración era pesada, estaba sudando y la calentura y excitación en su cuerpo aumentaba cada vez más. Dió un pasó para ir a su oficina, pero el mareo lo detuvo devolviendo su cuerpo a la pared, necesitaba tener un orgasmo urgentemente porque de lo contrario se sentía morir. Su miembro estaba erguido, dolía mucho y la imagen de él masturbándose en su oficina no le desagradó.

Intentó caminar pero sus piernas temblaron haciéndole caer de rodillas frente a Min, sentir su pene rozar la tela de su boxer lo estaba matando, necesitaba liberarse.

Yoongi disfrutaba desde arriba la vista de Jimin absteniéndose a entregarse, era el castigo perfecto para el mentiroso de Park, que no había hecho mas que burlarse de él en su cara.
Jimin gimió al volver a sentir su miembro rozar en la tela del pantalón, estaba perdido.

─¿Estás seguro que no necesitas ayuda Park? ─preguntó con burla.

El menor lo observó con odio, claro que lo necesitaba, claro que deseaba con todo su ser que Yoongi lo poseyera de todas las formas posibles, pero no lo dejaría sin antes decirle sus verdades.

─E-eres un... maldito Min Yoongi

El pelinegro se carcajeó por lo que el menor le dijo, sabía que lo estaba odiando, y aún más porque el menor recordaba la primera vez que hizo eso. Muy dentro de él con aquella acción quería darle una pista a Jimin de saber la verdad, tal como habia pasado la primera noche juntos, pero el pelirrojo estaba tan mareado y excitado como para caer en la realidad.

Min se acuclilló delante de él, Jimin trataba de no moverse pero le era imposible.

─Podrás odiarme todo lo que quieras ─tomó entre su mano el rostro de Jimin para que lo viera a los ojos, dejó un beso en sus labios agitando aun más al menor ─... pero apuesto lo que quieras porque deseas mi pene dentro de tí.

La sola idea le fascinó al menor al punto de morder su labio, el maldito sabía como provocarlo.

─¡Ca-cállate!

-¿Porqué no lo admites? Pídemelo y te prometo hacerte ver el cielo.

-Maldito, imbécil.

-Eres terco Park, y eso me encanta -dijo entre suaves risas.

Tomó su cuello y unió sus labios para iniciar un beso demasiado necesitado, ambos querían, pero la terquedad o más bien el miedo del menor no le dejaba entregarse. Jamás lo había hecho, solo imaginarse poseer a alguien en el suelo le parecía una locura, pero cuando se trataba de Jimin un sin fin de pensamientos impuros venían a su mente.

Empujó su cuerpo haciéndolo caer de espaldas, con una rapidez asombrosa le desabrochó el pantalón y lo bajó junto a sus boxer dejándolo a mitad de sus piernas. Tomó el pene del menor en su mano y empezó a masturbarlo ¿Cómo no reconocer la forma de su intimidad? ¿Cómo no reconocer el sonido de sus gemidos descontrolados? Él mismo se había puesto entre la espada y la pared, el objetivo de aquella ocasión era castigar a Jimin, su propósito era no tocarlo y. dejarlo necesitado pero todo se estaba yendo derechito al carajo al ver a Park retorcerse ante sus toques.

-Porfavor... más

¡Joder! Esa voz, al fin se daba cuenta que la verdadera personalidad de Jimin se dejaba ver cuando estaba excitado.

«Al diablo» pensó.

Hábilmente quitó los zapatos de Jimin y se deshizo de todas sus prendas inferiores dejándolo expuesto ante él.

Jimin no estaba en sus cinco sentidos, y tampoco quería estarlo si eso conllevaba dejar de sentir aquellas sensaciones tan placenteras, gimió al sentir el aliento de Yoongi entre sus piernas y chilló al sentir los labios de su jefe apresar su miembro. No hizo falta mucho para hacerlo terminar, pues la sensibilidad estaba en su máximo nivel, sacó el semen del menor de su boca dejándolo caer en su mano, las mejillas de Jimin no soportaron ver la escena tan erotica de su propio semen saliendo de la boca del mayor. Con sus fluidos lubricó su entrada metiendo dos dedos de una vez dentro de él y moviéndolos rápidamente.

─Eres tan hermoso Jimin─ dijo en su oído.

Park no quiso quedarse así como si nada, alzó sus manos y empezó a desabrochar su camisa y luego el pantalón, Yoongi no le impidió ni una sola acción, encantado observó como el menor se levantó y besó sus labios.

─Ponte de pie ─pidió Jimin

Yoongi esta vez obedeció, Jimin bajo sus prendas y engulló en su boca el miembro del pelinegro.

─Oh pequeño, no te detengas.

La hábil lengua de Jimin se movía en la punta de su glande mientras sus labios subían y bajaban, sintió la presión en su miembro, y por eso detuvo al menor y lo apartó. Caminó hacia el escritorio y arrojó todos los papeles al suelo.

-Ven aquí, ahora -demandó con voz firme.

Jimin se levantó y caminó hacia el escritorio subiéndose en el.

─Tan obediente ─susurró Min en sus labios ─. Voltéate.

Jimin se estaba dejando llevar por la lujuria, obedecía a cada orden que Min le estaba dando, se sentía ridículo, pues siempre era él quien tenía que complacer, pero en esta ocasión se sentía demasiado bien que lo tratarán de esa forma. Quedó en cuatro encima de la mesa con su trasero tocando el torso de Yoongi, el mayor dió un par de nalgadas para luego empezar a lamerle la estrecha entrada. Jimin no aguantó mucho para tener su segundo orgasmo dejando sus fluidos en la fría madera.

Min satisfecho le ayudó a bajar de la dejándolo apoyado en el misma. Se inclinó a besar su cuello a la vez que alineaba y entraba suavemente en él sacándole suspiros, las embestidas fueron suaves en un inicio, ambos extrañaban el cuerpo del otro, las mejillas de Park ardían por la estimulación y cada tanto se sostenía de la mano firme de Yoongi que estaba aferrada a su cintura.

Min no quiso arruinar el momento, sabía que si quitaba la camisa del menor Jimin se daría cuenta que Yoongi sabía quién era y quería hacerlo sufrir aún más. Tenerlo sometido por más tiempo de ser necesario, tenerlo rogando por él el tiempo que fuera necesario y doblegarlo hasta hacerlo confesar.

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