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"Heterosexual" Parte 1.

Historia BL🌈

CAETANO:

Esa noche:

Abrazo a Mía contra mi pecho, mi estómago se revuelve, intento quedarme quieto, pero no lo consigo. Ella y su salud me preocupan, no quiero que se haga daño, no quiero que esté extresada ni se sienta en peligro. Soy capaz de todo por ella y eso me está volviendo loco. Maté a una persona para salvarla y le disparé a otra, frente a ella fingí que no me afectó, pero por dentro me está consumiendo.

Jamás sostuve un arma, jamás quise herir a nadie, mis manos se sienten pedazas ahora, la sangre está en ella y no la veo, pero está ahí.

Mía se remueve y salgo de la cama, pongo una almohada suplantando mi cuerpo y ella la abraza sin notar mi ausencia. Doy pasos silenciosos y atravieso la puerta, sé que Meneredith tiene alcohol en alguna parte y bajo cada tramo de escaleras hasta que finalmente llego a la cocina.

Las luces están apagadas y no las enciendo, no sé donde puede estar Meneredith, probablemente duerme en otra habitación o quizás está en su oficina, aún así no quiero arriegarme a que me vea, lo último que deseo es hablar con otra persona, mi cabeza ya es suficiente quilombo como para escuchar a alguien más y por eso bajé y dejé a Mía, no puedo dormir con ella esta noche, daré tantas vueltas en la cama que probablemente arruinaré sus dulces sueños.

Abro las encimeras y busco en cada una hasta que hayo una botella de vidrio de lo que parece ser whisky y un vaso. Está abierta así que no creo que nadie note que tomé un poco.

Me sirvo y cierro los ojos bebiendo un largo trago como Mía me enseñó. La bebida quema mi garganta y hago una mueca, nunca fui bueno bebiendo.

Una risa se oye a mis espaldas y las luces se encienden, abro los ojos y me vafios intentos ver quién está parado a un metro de mí observándome.

Meneredith.

—No deberías beber si no sabes hacerlo— me reta viéndome de arriba a bajo.

Por alguna razón esa mirada me hace molestar más de lo que ya lo estoy con él.

—Tú que sabes— escupo las palabras, últimamente cuando estoy cerca de él me encuentro a la defensiva, me digo a mí mismo que él es el enemigo, que besó a mi mujer, que sentir odio no es suficiente, pero no sé qué más podría hacer. Aceptó alojarnos, no lo hizo gratis, pero al menos ella está a salvo y no quiero que eso cambie.

—Soy mayor que tú— me recuerda y lo veo de arriba a bajo, pero rápidamente aparto la mirada y guardo la botella donde la encontré.

—Solo por unos años y no los suficientes— cierro la alacena y comienzo a alejarme, es hora de que vuelva con Mía, no quiero que se despierte sola y se asuste.

—Espera— se interpone en mi camino y toma mi mano, quiero golpearlo, mis manos se cierran preparándose y entonces lo noto.

Aún tengo el vaso.

Se lo entrego rápidamente y desvío la mirada sintiendo el rubor en mis mejillas.

Él solo quería el vaso.

Continúo mi camino viendo hacia el suelo, pero sus manos vuelven a tomarme y esta vez sí me giro.

—Ya te di el vaso— le digo de forma cortante e intento alejarme, pero no me deja y sujeta mi otra mano también.

—Vamos a hablar— me dice y sin previo aviso me lleva con él escaleras arriba, lo sigo en silencio, no sé de qué quiere hablar, pero con cada paso siento a mi cuerpo relajarse.

El whisky está haciendo lo suyo.

Para cuando subimos al segundo piso y entramos en una habitación me siento más seguro, el alcohol no controla lo que hago, pero sí me mantiene relajado.

Mía y yo estamos a salvo en esta casa— me digo a mí mismo y lo miro a él cuando cierra la puerta a mis espaldas y luego toma asiento en la gran cama matrimonial que hay en el centro de la habitación.  No es tan grande como la de su habitación, ni se ve tan cómoda, pero él y yo caberíamos muy cómodos en ella.

El pensamiento me confunde y sacudo la cabeza diciéndome que es el estúpido alcohol haciendo lo suyo.

Me cruzo de brazos.

—¿Y bien?

Meneredith se remanga la camisa y se acomoda en la cama, sus piernas están algo separadas, su postura es segura como si el mundo le perteneciera y me mira directo a los ojos o eso intenta pues yo no puedo sostenerle la mirada, mis mejillas están ardiendo y no sé porqué.

—Siéntate— ordena, pero al ver que no lo hago continúa hablando, si le molesta o no mi actitud no lo dice. —¿Cómo está ella? — pregunta tomándome por sorpresa y haciendo que todas mis emociones salgan al exterior.

—¿Cómo crees que está? Está asustada, hay personas malas que quieren acabar con su vida, luego por estúpido la abandoné, casi logro que me maten y por si no fuera suficiente ¡Nuestros culos están en cadena nacional pasando veinticuatro siete como el mayor escándolo empresarial! — me recargo en la pared y cierro los ojos.—Todo esto es demasiado.

Suspiro y tomo asiento a su lado, no creo que mis piernas puedan soportar tanto peso, no hoy con todo esto sucediendo.

—Oye, cálmate— Meneredith coloca su mano en mi hombro y lo dejo, pero me mantengo alerta. —Esta casa es segura y yo me encargaré de la prensa— me dice.
—Cuidaré de ambos, no dejaré que nada les pase. —Su mano baja por mi espalda y la frota sin detenerse hasta que llega cerca de mi pantalón y la quita. —Sabes que Mía es fuerte, ella es una mujer increíble.

Sus palabras me reconfortan, al principio y luego recuerdo que él la besó, que él la tocó y cuanto la desea.

—¿Por qué lo hiciste? — le pregunto y sé que no entiende a qué me refiero así que continúo —¿Por qué besaste a mi esposa?

—Es una mujer muy hermosa, la amo.

Giro la cabeza a verlo, por primera vez soy conciente de lo cerca que estamos, su nariz casi roza la mía, si me mueve, solo un poco, casi puedo sentir su aliento en...

—A ti también te amo— me dice y no sé que decir, mi hombría me exige que levante el brazo y le rompa la boca de una piña, pero esta cercanía...quiero romper su boca, pero no con mi mano.
—Eres el hombre más hermoso y listo que he conocido— mi corazón se acelera, pero no sé la razón ni porqué sigo quieto en lugar de apartarlo. —Te quiero— me aprieta la camisa y me atrae más cerca —Te deseo.

Mi polla se sacude dentro de mi pantalón y me aparto.

—Te estás pasando— le advierto bajándome de la cama y yendo hacia la puerta.

—¿De verdad lo crees? Por un segundo creí que querías comerme la boca— me sigue y me acorrala contra la puerta, trago grueso al sentirlo tan cerca, me obligo a ignorar el bulto que presiona contra mi entrepierna, apenas lo logro.

—Suéltame. — me falta el aire, aquí hace mucho calor, estoy demasiado agitado.

—No te estoy tocando risitos— me enseña sus manos a cada lado de mi cara —¿O te refieres a esto? — empuja contra mi, su erección golpeando mi propio paquete. —¿O a esto? — sus labios capturan los míos y por alguna razón me muevo a favor de ellos, nuestras pollas se chocan una vez más y pronto encuentro el pantalón como un estorbo.

—¡No!— muerdo su labio y lo empujo hacia atrás con tanta fuerza que cae sentado en la cama. Sus ojos están brillando de lujuria cuando se vuelven a encontrar con los míos, pero no se mueve. —¡Estoy casado y no soy gay!— le grito y él sonríe.

¿Por qué mierda sonríe?

—¿Eres heterosexual? — sonríe y revolotea sus largas pestañas, mi estómago se contrae y debo recordarme pasar saliva. —Yo también lo soy, en parte al menos.

Comienza a quitarse el cinto y no puedo moverme.

—¿Qué hacés? No, quieto— le ordeno y como no me hace caso abro la puerta listo para irme.

—No me respondiste— me dice y volteo, tiene su polla en la mano, es gruesa y larga y su punta es rosa...y no puedo dejar de mirarla.

Jamás vi la polla de otro tipo, en los videos porno jamás le presté atención a eso, nunca llamó mi atención, es extraño.

—Para ser heterosexual te relames mucho los labios viendo mi polla.

—¡¿Qué?! — me paso rápido la mano por los labios, él se ríe y no puedo evitar ver como su mano sube y baja sobre su extremidad.

Es más grande que la mía...maldición ¡¿Por qué carajos estoy comparándolas?!

—Es suficiente, Meneredith — quiero que el mal humor se note en mi voz, quiero que sepa que ya se pasó de la raya y que me estoy enojando, pero fallo en cuanto abro la boca y sueno débil.

—Ven aquí entonces, demuestrame que no eres gay— estira su mano y la tomo. Mi cerebro grita la orden, pero mis pies no se detienen y permiten que Meneredith me haga arrodillarme frente a él. Lleva mi mano a su polla y me sobresalto—Ya sabes qué hacer, señor casado y para nada gay.

Tengo una polla en mi mano y no es la mía. Es extraño como pesa y lo suave que es, él no tiene pelo, nada ¿Se razurará o algo?

—Deja de pensar— toma mi nuca y guía mi boca hacia esa cosa, siento miedo cuando me acaricia los labios y me sorprendo de su aroma.

No huele mal.

Saco la mengua y la lamo.

—No sabe mal— me paralizo en cuanto lo digo y ambos cruzamos miradas.

¿Qué acabo de hacer?

—¿Estás seguro de que no eres gay? — veo la pregunta en sus ojos, pero él no la dice y nos quedamos viendo por un largo rato. Observo su ojos, son azules y brillantes, bonitos. Sus rasgos son duros y filosos, muy masculinos, su barba le está creciendo y es ruibia como su cabello. Siempre me pregunté si se teñía, ahora veo que no.

Paso saliva y sin querer saboreo el gusto de su polla, miro hacia abajo, mi mano pareciera tener control propio, no deja de moverme lentamente acariciándolo.

Me detengo en cuanto lo noto.

—Mía— susurro y la mano que tiene en mi nuca sube a mi cabello tirando suavemente de él.

—Ella está durmiendo.

Paso saliva y cierro los ojos mientras abro los labios y vuelvo a lamer torpemente su prepucio. El sabor es picante, por dentro me pregunto si yo también sepo así, le doy otra lamida y otra y otra. Mis manos se mueven y marcan un ritmo, pronto me acostumbro a tenerla entre mis dedos, me acostumbro al sabor y a su mano jugando en mi cabello.

—Quítate la camisa— me ordena y sin separarme de su polla lo hago, primero los botones y una lamida, luego las mangas y otra lamida hasta que queda en el piso junto a mí.

Siento sus manos y gimo, me aparto rápidamente de su toque, pero no le suelto la polla.

—No— le aclaro y espero a que retire sus manos para volver a arrodillarme a sus pies. —Sin tocar— le aclaro y vuelvo a lamer, pero falta algo. —Pelo, por favor— digo de repente y lo oigo reír, ni siquiera sé por qué, pero su mano vuelve a mi cabeza y me siento mucho más cómodo.

Lamo y lamo sin detenerme hasta que una pregunta atraviesa mi cabeza.

¿Cómo se sentirá tenerla dentro?

Y sin previo aviso intento meterla en mi boca, mis labios se estiran, estarán muy hinchados luego de esto. Él me llena e intento meter un poco más, no es incómodo ¿Es grande? Sí, pero si abro un poco más y...

Gime.

Me paralizo y abro los ojos.

La mano de Meneredith se aprieta en mi cabello, su cabeza está inclinada hacia atrás y sus labios están entreabiertos.

—¿Te gusta? — pregunto olvidando su polla en mi boca y sin conseguir decir nada realmente. Él gime más y me la quito de la boca. —¿Te hice vibrar? — pregunto, Mía siempre me hace vibrar, pero nunca supe cómo, ahora lo sé.

¿Todo este tiempo ella me hablaba?

—Sigue— ordena en cambio y empuja su polla de nuevo en mi boca.

—¿Y bien? — pregunto y él gime de nuevo, me río y eso también parece gustarle. Intento meter un cachito más de él en mí y luego de unos segundos me aparto para respirar.

No sé como Mía hace esto. Carajo.

—¿Aún no te corriste? — me quejo y él me mira.

—¿Y tú? ¿Ya te olvidaste de ser heterosexual?

Estoy seguro de que voy a golpearlo hasta que lo beso y ya no estoy seguro de lo que estoy haciendo.

Meneredith me sube a sus piernas y mete su mano dentro de mi pantalón.

—Tan duro— gime y me paralizo.

¿Estoy excitado?

Lo dejo desabrocharme el pantalón solo para ver si es verdad, en cambio me encuentro suspirando cuando no hay nada que me retenga ahora.

Él se la queda viendo y yo no puedo evitar compararlas, solo unos centímetros más grande que la mía, solo un poco más rosa que la mía, solo algo más larga que la mía.

—¿Te gusta cómo se ven juntas?

Mi cabeza se mueve por sí sola y no es hacia los lados.

—¿Quieres que te toque?

Me muerdo la lengua.

—Soy un hombre— susurro débilmente.

—Yo también soy un hombre— me acaricia la mejilla —Pero malditamente me gustas Caetano Heese.

—Estoy casado.

—Aquí en Diagonal Mar los matrimonios poligámicos son legales.

Paso saliva y miro nuestras pollas juntas.

—Amo a mi esposa.

—Yo también la amo.

—Esto nos destruirá, Meneredith. — Pestañeo para alejar las lágrimas.

—No, yo haré que ella lo acepte y los tendré a los dos, ambos serán míos, así que ¿Vas a arrodilarte o dejarás que meta mi lengua en tu boca?

Paso saliva y me inclino hacia adelante notando por primera vez sentado es un poco más alto que yo. Capturo sus labios y me aparto rápido viendo su reacción. Él me sonríe y lo vuelvo a intentar. Su barba me acaricia y raspa mi piel, se siente raro y extrañamente correcto.

Le doy picos aquí y allá, me siento como la primera vez que estuve con Mía. Asustado, torpe y ansioso por explorar.

—Tienes labios suaves— murmuro y los pruebo una vez más antes de volver a arrodillarme frente a él. —Solo una vez— le aclaro y cierro los ojos convenciéndome a mí mismo de que eso será todo. Luego regresaré a la cama y fingiré que nada pasó.

—Métela toda— me ordena y jadeo.
—Eres tan sumiso.

—Suave— intento corregirlo.

Soy suave, solo eso, no hay nada de sumiso en mí.

—¿Qué dijiste? Si aún puedes hablar es porque no la tienes muy adentro.

Me abstengo de apretar los dientes y me dispongo a hacerlo callar, luego lo corregiré y le borraré de la cabeza que soy sumiso.

—Imbecil.

—Más, demuéstrame cuan poco heterosexual te hace ser mi polla.

Mierda.

Historia: Un suave y duro ménaje à trois.

Disponible en: Wattpad= Usuario MicaelaEP (esta cuenta).

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